*La Pasajera de la cabina 52, Toulouse-Lautrec.
«Una muchacha debería de ser dos cosas: elegante y fabulosa» Gabrielle Chanel.
El perfume Nº5 siempre es el pefume mítico e icónico por excelencia; de una calidad formidable y con un carácter un poco sombrío, un poco inesperado que seduce por su capacidad de evocación. Su olor ha sido imitado en innumerables productos cosméticos y en otras fragancias, de manera que resulta un olor ubicuo, y aún así continúa siendo sugerente; pero a pesar de la admiración que puede despertar, no todo el mundo se siente capaz de llevarlo.
Acepté con resignación que el Nº5 no era para mí ya hace muchos años, a pesar de eso siempre lo he admirado en la distancia y siempre me ha resultado un perfume evocador: curioso! Sin embargo, el Eau Première es para mí doblemente fascinante: retiene el perfil de la fragancia original pero es más ligero, más transparente y cálido. Jacques Polge tuvo en mente cuando lo creaba a esas personas que admiran el original pero sienten que no es para ellas.
Y si fuera la primera vez…así dice la literatura publicitaria, porque el reto era plantearse el Nº5 con nuevos materiales y técnicas actuales pero salvaguardando el viejo espíritu, con precisión y minuciosidad. El Eau Première no ofrece efectos dramáticos de texturas contrastantes; no, no…su carácter es más tierno pero es una fragancia realmente bella de principio a fin. El diseño estructural es exquisito: una composición brillante y balanceada donde la base y la salida contribuyen con su ligereza a resaltar las notas medias que efervescentes y plenas de matices le otorgan a la fragancia una calidad atmosférica inusual.
En el Eau Première se mantiene la primacía del frescor, pero con otro enfoque, lo que se percibe desde el primer momento. La salida ha cambiado: menos rotunda, más brillante con notas cítricas más dulces, balsámicas y florales (mandaina, naranja) y un menor volumen de aldehídos.
En el corazón el aspecto floral sigue estando difuminado pero no por una sobredosis de aldehídos, sino porque se ha recreado el dulzor difuso propio de las flores tropicales. El Ylang-ylang está rebajado y su protagonismo lo cede a una suntuosa rosa almizclada, a un jazmín afrutado, centelleante y aterciopelado, a jugosos matices de melocotón y a una delicada nota de iris. Todo este cuerpo clásico de notas florales está cubierto por un velo de sutiles y exóticos aromas que recuerdan a la flor de tiaré y al frangipani y le dan un aire de ensueño a un acorde central efervescente y centelleante.
En la base se vuelve a notar un tema más ligero, básicamente notas dulces acarameladas de vainilla enriquecidas con la nota de leche de almendras de la cumarina; la cremosidad del sándalo, un almizcle suave que aporta tersura a la composición y un poco de vetiver a modo de contrapunto.
El clásico efecto empolvado del orris y el sándalo está audazmente integrado: en la sensación de conjunto es como un eco en lontananza, como otro efecto más de esta brisa suave y exótica que es el Eau Première.
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