Queridos lectores:
Dejadme que os de mi felicitación de Navidad cargada de buenos deseos para las fechas y el año entrante, acompañada de un bello pasaje del Libro I de Endymión, poema de Keats, que encierra una bonita idea, el tipo de idea que los recuerdos de la magia de las Navidades en la infancia pueden avivar:
«Un poco de belleza es gozo para siempre:
su encanto aumenta: nunca pasará hacia la nada;
sino que guardará un rincón de verdor
en paz para nosotros, y un tiempo de dormir
lleno de dulces sueños, salud y aliento en paz.
Así, cada mañana, vamos entretejiendo
un vínculo de flores que nos ate a la tierra,
a pesar de las tristezas, la inhumana escasez
de caracteres nobles, los días de tiniebla,
y todos los caminos oscuros y funestos
a nuestra busca abiertos: a pesar de esas cosas,
un toque de belleza quita el pesado velo
de nuestro oscuro espíritu: así es el sol,la luna,
viejos y nuevos árboles, brotando en don de sombra
para simples ovejas: así son los narcisos
con todo el verde mundo en que viven: barrancos
claros, que procuran un techo de frescura
contra el calor del tiempo: la espesura del bosque
rica de un salpicado de rosas almizcladas;
y así es el esplendor de los destinos que hemos
imaginado para los poderosos muertos;
una fuente sin fin de bebida inmortal
que nos llega manando desde el borde del cielo (…)»
Añadiendo todo mi agradecimiento para quienes visitan este blog os saluda,
Botanyuki xoxo
A musgo, a madera y a leña quemada; a romero e infusión de tomillo. A eso huelen las navidades de mi infancia.
Feliz Navidad para ti también.
Son bonitos recuerdos, libelulísima, gracias por compartirlos. Para mí el mazapán y el olor del pino, son mis recuerdos más inmediatos, aunque también la mirra fue importante en mi infancia porque tuvimos un Belén cuando yo era muy pequeñia que olía a mirra: aún sigue siendo un misterio para mí 🙂