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*Edmond Roudnitska y su esposa Thérese.

No es una simple fragancia agradable, es un perfume. Su nombre ya anuncia algo único, ya tiene la idea de intimidad implícita a la vez que la sensibilidad hacia lo efímero: es el perfume de alguien, de Thérese. Está ligado a su vida y al recuerdo que de esa persona preservan los que se quedan. El nombre también encierra ese aspecto melancólico.

Thérese en honor a Thérese Delveraux, ingeniera química que trabajaba en la sección farmaceútica de los Laboratorios De Laire, donde conoció a su futuro marido a principios de los 40´s: Edmond Roudnitska- el gran perfumista-. Y fue durante décadas la única portadora de este perfume.

La composición fue creada por Roudnitska y probada regularmente por Thérese hasta su forma final, en 1961. Fueron varias las marcas que sopesaron la idea de lanzar esta composición: Ungaro, Laroche (el proyecto de Fidji), Reve, Dior pero siempre se detenían ante la idea de que era una fórmula avant-garde; de ese modo se mantuvo como el perfume personal de la esposa del perfumista, un perfume conocido en petit comité.

En 1999, Frederic Malle, queriendo lanzar una firma de perfumes caracterizada por otorgar libertad total a los perfumistas y sacarlos del anonimato poniendo su nombre en la etiqueta del frasco, fue a visitar a Thérese -entonces viuda de Edmond- y a Michel Roudnitska-el hijo del perfumista- con la idea de editar este perfume. Frederic Malle, siendo nieto del fundador de Christian Dior Perfumes y con una madre que trabajaba para el couturier, tuvo la oportunidad de conocer durante su juventud este trabajo inédito de Roudnitska. En aquella visita a la familia del perfumista Frederic Malle conoció entonces Noir Épices -de Michel Roudnitska- que decidió incorporar también a la línea.

La filosofía de Frederic Malle, como editor de perfumes, está muy cercana a la visión que el propio Edmond Roudnitska tenía de la perfumería como un arte, ante todo, que reposa en el ejercicio intelectual del individuo. Crear perfumes de autor, sin ligarse a los convencionalismos. Un perfume debe expresar siempre la personalidad de quien lo crea, tener una forma clara y distintiva. Para Roudnitska la creación artística era un ejercicio exponente de los valores cívicos: él no creaba para la complacencia sin más; el perfume tal como lo entendía Edmond Roudnitska era algo de gran impacto emocional y, por tanto, capaz de ayudar a una persona a tomar conciencia de sí mismo. Dicho de otra manera, el perfume puede ayudar en la experiencia del esclarecimiento.
El perfume, al contrario que un olor agradable, tiene alma. Así que Le Parfum de Thérese representa lo mejor del pensamiento de Edmond Roudnitska tanto como la perspectiva de Frederic Malle.

La obra de Edmond Roudnitska giró siempre en torno a sus inquietudes como individuo. La primordial: educar, en el sentido de fomentar la habilidad para comprender la belleza, que entendía de un modo bastante kantiano. De origen eslavo, fue educado en la cultura de la exigencia. Actualmente quizás su labor tendría que ser algo más ardua: combatir el embrutecimiento, porque el tipo de cultura de la que Roudnitska se nutrió es algo hoy en día escaso. Otro de sus intereses eran las plantas y las flores en general. Comenzó su carrera con la oportunidad de conocer la vegetación y la cultura olfativa de regiones tropicales, donde existe un gran apego a los olores más genuinos. Esto también lo marcó. Sus jazmines encierran la fiereza que dicha flor desarrolla en estas latitudes.

En 1946 abrió en Cabris, cerca de Grasse, junto a su mujer «Art et Parfum», un laboratorio independiente donde crearía sus obras y estudiaría la naturaleza en su espléndido jardín.

En 1948 compuso Diorama, un perfume en el que están encerrados los temas que en el futuro desarrollaría exhaustivamente: maderas irisadas y violetas (las metil iononas las manejaba con gran maestría), jazmín, especias y las notas frutales de la ciruela y el melocotón. Es precisamente en torno a la ciruela que creó una famosa base llamada Prunol, de complejo olor y gran influencia en la perfumería. Feminité du Bois puede leerse como una reflexión en torno al Prunol y, de hecho, muchas composiciones de la línea de Serge Lutens contienen esta base.

Prunol es un base compleja cuyo tema principal es la ciruela, apoyada en patchoulí y notas de violeta (iononas). Esta ciruela tiene una faceta algo mantecosa y también jugosa en la que participa una nota de melocotón; pero sobre todo tiene una faceta especiada muy desarrollada con eugenol (clavo) y comino. Roudnitska trabajaba de forma impecable las especias.

Las tonalidades frutales de la ciruela, dentro de un esqueleto aldehídico-floral, son un tema principal en Le Parfum de Thérese y Prunol, su núcleo. Pimienta, cuero, iris y jazmín lo complementan. El carácter saludable y cultivado de dicho género se vuelve algo transgresivo con el tratamiento de los indoles y los acentos animalísticos, a la vez que moderno por su fluidez acuática. Muchas de las composiciones de Edmond Roudnitska fueron de tipo aldehído floral, pero sin la carga perfumada típica, sino llenas de acentos vibrantes, con un característico frescor profundo y un gran peso en las notas especiadas, que el perfumista empleaba para potenciar la sensación carnal.

No es fácil describir este perfume, la razón es que cada nota refleja una parte de otra y a la vez se complementan. En este sentido, Le Parfum de Therese me hace pensar en lo que Sergiu Celibidache decía en cierta ocasión sobre la continuidad en la música:

(…)En Mozart existe una continuidad inexplicable. No puedes creer que un hombre tenga la capacidad de captar antes de comenzar la amplitud del fin. En el comienzo está todo.
En Mozart cada nota es tan libre que podría ser otra, y al mismo tiempo tan determinada que no puede ser otra más que lo que es.(…)

El perfume es así, «navega en ese Continuum«…Este perfume hay que experimentarlo, y aún así, en cada ocasión que se lleva se puede descubrir algo nuevo. No en vano, algunas de las impresiones más fascinantes para mí están ligadas al complejo frutal y al tratamiento de la nota de iris.

Su salida es un estallido de bergamota y mandarina atenuado por una deliciosa nota de melón que se va volviendo meloso con el tiempo y aporta un carácter jugoso y sustancioso. Las especias entibian este frescor, especialmente la pimienta que es realmente intensa, pero también se percibe comino y nuez moscada. Los aldehídos demuestran su efecto pero no exhiben la gama esperable de notas cítrico-cerosas, sino que predomina uno de fondo acaramelado. La parte más frutal del jazmín: una faceta de plátano azucarado, enlaza con estas notas de salida, mientras en el fondo los indoles van tomando protagonismo y volumen, uniéndose al cuero en la base- creando un filo arriesgado en el perfume. Los indoles también parecen mantener un pulso con el Prunol, creando un efecto de lo más sorprendente: una mezcla entre crema de mantequilla y una nota alcanforada y fresca que se vuelve aromática primero y alcohólica después. Acentos verdes bastante ácidos mantienen el frescor en este nivel.

Hay una nota de rosa intensa en el corazón, con un acento cítrico fresco notable que también tiene matices frutales, especialmente litchi, rezumando un dulzor maduro y está envuelta en una nota de iris fantástica por su textura tersa y suave que va en la dirección más inesperada: la del papel húmedo. Todos estos contrastes de notas son primordiales para el ensamblaje de texturas que es Le Parfum de Thérese. La nota de iris es un claro ejemplo, compleja de por sí, aún tiene flexibilidad para empolvar la rosa y matizar la nota de cuero de la base que se vuelve seca, donde el vetiver aporta un toque distintivamente terroso a la vez que vegetal.

Le Parfum de Thérese no es un perfume fácil. A quienes les gusten las notas de flores blancas pero de intensidad tropical refinada y toleren bien los indoles deberían considerarlo; quienes se vean capaces de llevar en su piel una nota de dulzor redolente, ese tipo de dulzor que las flores tropicales pueden tener cuando ya han pasado su plenitud pero aún no se han descompuesto, también pueden apuntarlo en su lista. Pero cualquier apasionado de la perfumería debería de conocerlo. Máxime si tenemos en cuenta que muchas de las maravillosas creaciones originales de este perfumista (Diorissimo, Diorella, Femme de Rochas) son hoy en día el fruto de reformulaciones no siempre afortunadas. Mientras que el perfume editado por Frederic Malle nos permite apreciar de un modo más genuino la obra de Edmond Roudnitska.