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«Cansada estoy de las sombras», dijo la Dama de Shalott, obra de Sidney H. Meteyard (1913)

La Dama de Shalott pasó su vida encerrada en una torre tejiendo tapices de vivos colores en los que ilustraba el mundo que ella conocía: el que un espejo mágico le ofrecía, reflejando Camelot. Sobre ella se cernía una maldición: no podía mirar al mundo exterior, por eso noche y día tejía un mundo de imágenes especulares.

Parfum Initial de Guerlain, es igualmente «un espejo en el que aparecen las tinieblas» del clásico Shalimar, la única imagen posible para quien, al igual que la Dama de Shalott, nunca haya mirado a través de la ventana para ver el paisaje original.

Shalimar de Guerlain (1925) es un perfume icónico, prototipo de la familia de los perfumes orientales. Por eso hay muchos perfumes en el mercado que siguen su estela, algunos de ellos realmente interesantes. La propia casa Guerlain ha ofrecido diferentes interpretaciones, quizás la mejor sea Habit Rouge, pero eso es otra historia.

Shalimar Parfum Inital pretende ser apropiado para un público más joven, por lo que se habrán eliminado las notas más comprometidas. Pero, en realidad, se han eliminado muchas más cosas: contraste, vibración, sillage, riqueza de detalles si bien conserva el tono umbrío en su fondo, pero con distinto acabado.

Poco queda de la brillante salida de Shalimar basada en bergamota y limón. Parfum Initial es más anaranjado, con un toque de lima incluso en el inicio, si bien el frescor alimonado se deja entrever a lo largo de la evolución. El tono verde ligeramente ácido que desemboca en frambuesa es algo nuevo. En la gama de lo verde Parfum Initial también estrena una faceta herbal prolongada en la que aparecen matices balsámicos y aromáticos algo cercanos al romero.

En líneas generales podríamos definir Parfum Initial como una fragancia de iris fresco pero a la vez penetrante, con una importante faceta cumarinada a cargo del haba tonka. Aún podríamos decir más, podríamos añadir que Shalimar Parfum Initial recoge ese aspecto de iris fresco, crepitante y almizclado de Chance de Chanel y lo conjuga con uno de sus perfumes exclusivos de boutique: Tonka Imperiale, del que toma el núcleo aromático, terso y oscuro. Añadiendo en la base alguna resina (opopanax) y la muscinade- a base de almizcles blancos ( bastante prominentes aquí) y patchoulí, entre otras cosas-. Pero en esta ocasión, la muscinade está ligeramente ahumada y es mucho más sombría porque el patchoulí ya no es tan atercipelado sino terroso y húmedo.

Después de las líneas generales vienen los detalles, pequeños y con poco contraste. Shalimar Parfum Initial es empolvado, pero de forma tímida. El carácter especiado es más seco, más centrado en el clavo. Tiene tintes coriáceos ligados a la nota de iris. Un iris floral a la moderna con un regusto de frutos secos y uva pasa muy característico. Otras notas florales están resaltadas, al contrario que en el original que eran muy discretas. Ahora tenemos un jazmín alimonado y delicado junto a una rosa cristalina. Algo de sándalo y vetiver en la base y sobre todo, un toque caramelizado muy abstracto que interviene en el carácter gourmand de la fragancia.

Ese es quizás el aspecto más interesante de Shalimar Parfum Initial, algo que lo liga al patrimonio de la casa Guerlain: la capacidad de introducir notas gourmand hiperabstractas y multifacetadas en sus perfumes. Así, la capa caramelizada esconde otras delicias: trazas de almendras, una nota anisada, una vainilla licorosa y un toque frutal confitado.

Shalimar Parfum Initial es, sin duda, un lindo espectro pero difícilmente puede ofrecer la indeleble experiencia de sentir que siempre hay algo más que un buen olor. Eso sólo lo generan perfumes más profundos.