Radha por la noche, pintura Mughal hacia 1650.
Un popular dicho de la India dice que en los grandes lugares ocurren muchas cosas pequeñas, una frase que encierra toda una filosofía acerca de la paciencia que hace falta en cada momento- en cierto sentido el saber quitar peso a las cosas- a la vez que el saber apreciar los detalles particulares que dan sabor a la vida. De alguna manera, esa frase sirve para explicar el carácter de los perfumes de Natalie Lorson, porque en ellos hay algo relajado, muy armonioso y ligero.
Jaïpur Saphir pour Femme es uno de los mejores ejemplos de ese aura intimista y suave típico de la autora, capaz de invocar una sensación clara de confort sin recurrir a delicadas transparencias que conjuran un ambiente de spa, sino mediante la opacidad; recreando en este caso una especie de comodidad vacacional muy idealizada…
Es la inclusión de maderas suaves y sedosas la que logra ese efecto relajante de un lugar en el que todo está dispuesto para la calma, incluído el paraje en el que se balancea una brisa suave y cálida en un atardecer claro de cielo turquesa, dorado, verde jade, con una colina sobre la que domina la luna a un lado y al otro un mar en calma, pero ninguna de esas cosas se pueden sentir con naturalidad porque ese paisaje, en realidad, es fantasía.
Jaïpur Saphir pour Femme tiene la particularidad de que aún siendo un híbrido inclasificable, no parece un pastiche, sino algo fabuloso y suave. Parece tenerlo todo, pero en la dosis precisa para conseguir el equilibrio, como en la cocina cantonesa. Posee la elegancia refinada y fresca de los perfumes florales-afrutados-amaderados pero con la serena opacidad de las maderas orientales, dulces, cremosas y suavemente almizcladas, mientras que se evapora como los perfumes aldehídico-florales, es decir, sin que ninguna parte tenga más volumen que otra.
Dicho esto, se percibe como algo moderno. Y quizás sea porque usa el lenguaje clásico con giros sutiles:
-Su frescor, por ejemplo, tiene un toque masculino tipo cologne de cítricos más secos y cercanos a la lima con el recuerdo amaderado sobre fondo especiado y el jazmín verde, es algo muy sutil al principio, pero apoyado en cada fase por diferentes notas: el yuzu en la salida, el estefanotis en el corazón y el almizcle amaderado del fondo. Recorre toda la composición, no es sólo una nota de contraste inicial.
-Los aldehídos no llegan a difuminar el cuerpo floral creando algo abstracto, sino que aportan una vibración suave.
-La típica asociación entre base oriental avainillada-ambarada con una nota de rosa oscura, se sustituye por notas de flores blancas frescas y de matices verdes luminosos (jazmín, magnolia, estefanotis). La base, además es rica y compleja pero no pesada.
– Sin renunciar al toque empolvado y cálido del heliotropo, hay una nota maravillosa de estefanotis (jazmín de Madagascar) con su matiz herbal-especiado tan característico bien pronunciado.
-El benjuí aporta un acabado balsámico y sedoso a la base.
-La salida tiene algo no tan frecuente en perfumería, más aún para la época de Jaïpur Saphir (1999): el yuzu, cuyo olor cítrico (lima-mandarina-pomelo) y seco amaderado pero ligeramente ceroso es la introducción perfecta para hacer que la otra nota frutal del perfume parezca más jugosa. Se trata de un melocotón suave y rico, especiado con cardomomo y canela.
-La magnolia, fresca y alimonada, que se percibe entre la salida y el corazón, refuerza la cremosidad del melocotón.
La revisión se centra en el EdP que siendo más rico e intenso en el acorde ámbar mantiene el frescor luminoso del EdT, donde el jazmín y las notas amaderadas-almizcladas tienen mayor protagonismo. Jaïpur Saphir pour Femme actualmente está retirado pero aún se encuentra con cierta facilidad. En mi opinión era una joya del departamento de perfumería, con suficiente personalidad para que fuera reconocible pero no intrusivo. No declaradamente sensual como el clásico bouquet floral Boucheron de Boucheron, sino voluptuoso como música de cámara.
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