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*Retrato de Mary Denton por George Gower (1573).

El uso de objetos perfumados como medio de purificar el aire desde la Baja Edad Media en adelante es un tema del que ya hablamos hace unos meses aquí. El perfume unido a la medicina ha sido una constante en la Historia desde el origen de las civilizaciones, aunque cada época se ha caracterizado por un uso concreto. Los pomme d´ambre, pomanders o pomos de olor fueron objetos venidos de Medio Oriente e implicaron una forma de reintroducir el perfume en la sociedad tardomedieval de Occidente tras la caída del Imperio Romano.

En origen pomme d´ambre hacía referencia a la bola de olor misma, más tarde también comenzó a llamarse así al objeto que la contenía. No hay datos certeros sobre el momento en que los pomos de olor llegaron a Europa desde la cultura árabe aunque los materiales típicos de que estaban compuestos –ámbar gris, almizcle- sí se conocían, pero se toma como referencia una cita de la escribanía del Emperador Barbarroja en 1174 en la que se describe un pomo de olor con pepita de ámbar gris en su interior regalo del rey Balduíno IV de Jerusalén.

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Durante el s. XIV se extendió la costumbre de llamar pomander al objeto que contiene la bola olorosa . Al principio estas piezas eran más sencillas, incluso podían usarse como cuentas de collar, pero el diseño fue complicándose progresivamente hasta ser auténticas piezas de orfebrería labrada que podían llevarse engarzadas en collares, cinturones, pulseras, botones, etc. Continuaron en uso hasta el s. XVII, entonces comienzan a verse como signo de coquetería y finalmente acaban pasándose de moda en el siglo siguiente, cuando las Aguas son la fórmula preferida para limpiar el aire de vapores contaminantes.

Pero la valoración de ciertos olores poderosos que incluían las recetas de los pomos -tipo almizcle o civeta- como olores narcóticos que sólo se usan con malas artes para confundir los sentidos no fue una idea surgida en el s. XVIII, sino un cambio de paradigma en el valor de los olores por el cual ciertos aromas pungentes eran denostados. Pero previo a ese momento encontramos un cúmulo de recetas populares que tenían la finalidad de intentar ejercer influencia en terceros- como las filtros de amor y demás pociones- donde el trabajo de sustitución de unos materiales que podían alcanzar el valor de dos veces supeso en oro por otros asequibles pero que imiten los primeros supone todo un arte. La Celestina de Fernando de Rojas retrata no sólo a una alcahueta, sino también a una hábil fabricante de perfumes y afeites que domina el arte de la sustitución en su clandestino laboratorio.

Las sustituciones eran algo común puesto que un pomander era un artículo muy lujoso. Las dos tradiciones conviven: la popular representada en la novela de Rojas y la apotecaria. El cambio de valor venía dado sobre todo por la clase social. Así, existían fórmulas para burgueses menos pudientes que combinaban cosas que se podrían apreciar como menos caras: aloe, alcanfor, albahaca y menta seca pero que encerradas en una joya esférica de oro o plata adquieren otra connotación.

La rosa fue siempre un producto muy usado para formular incluso en las recetas de pomos encontramos su presencia. Un ejemplo paradigmático nos lo dejó Nostradamus -que además de escribir profecías también era farmaceútico- en su Traité des Fardements et Confitures (1556), deja escrita una receta para fabricar pomos de olor que contiene «extracto» de rosa (una especie de jarabe denso que él mismo explica en otro pasaje del libro cómo se obtiene al cocer los pétalos).

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Se trata de una receta bastante sofisticada que mezclaba labdano, styrax, benjuí, ámbar gris, almizcle, polvo de violeta y tabletas de rosa. Todo reducido a polvo y de nuevo mezclado con extracto de rosa se amasaba hasta obtener una masa fina con la que poder modelar los pomos. Nostradamus describe su olor como algo supremo y de gran duración ¿podéis imaginarlo?
Estas bolas además de formar parte de complejas joyas o rosarios, también podían quemarse como incienso.

Frederic Madden recoge en 1584 una fórmula deudora de la anterior pero más sencilla: estoraque (styrax), calamita, labdanum y benjuí. Todo molido y disuelto en agua de rosas para formar una masa con la que formar las manzanas que después irían empolvadas con especias de canela y clavo, para finalmente pasar por un baño de almizcle, civeta y ámbar gris.

Así pues, en origen, los pomos de olor llevaban pepitas de ámbar gris y quizás almizcle, pero según se extendió su uso y aumentó la necesidad de producción comenzaron a surgir fórmulas que mediante sustituciones intentaban acercarse en algo a ese inalcanzable olor …podríamos decir que aquellos eran proto-acordes de ámbar. Y quizás también contribuyeron a formar ese embrollo polisémico entre ámbar como materia prima y ámbar como joya. Quizás.

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*Retrato de Clarissa Strozzi por Tiziano (1542).