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Uno de los productos que más señalamos las mujeres como eficaz para conseguir buen aspecto es el colorete. La idea de que un toque de colorete en la manzana de las mejillas puede dar a tu rostro ese arrebol fresco propio de la juventud es un asunto negociable. No siempre funciona.

Por un lado, no a todos los rostros les va bien algo así. De hecho a las mujeres que tienen la clásica estructura ovalada no les suele favorecer esta técnica. Al contrario, lo más habitual es que acaben con las ojeras más marcadas y un efecto de color nada sutil… Para estos casos es en la parte alta del pómulo, siguiendo el hueso, donde la aplicación va a ser más efectiva. El resto de estructuras faciales pueden verse más o menos favorecidas, especialmente los rostros alargados.

Por otra parte, para marcar eso que se llama la manzana de la mejilla (la parte más carnosa), sonreír y pasar la brocha no es la técnica más precisa…La clave para que un colorete a lo Heidi favorezca está en definir bien el centro del pómulo. No son pocos los errores que se cometen, pero marca mucho la diferencia, en términos de armonía entre los rasgos y frescura, el que este paso se haga bien. Y, en realidad, es muy sencillo:

-La base del tabique nasal marca el inicio del eje horizontal.

-Desde la pupila, una línea imaginaria descendente marca el eje vertical.

– Donde ambos ejes se cortan se encuentra vuestro centro. A partir de ahí se aplica el colorete hacia la sien para un efecto más sofisticado o con suaves movimientos circulares para un acabado más relajado.

Un error añadido, muy común, es sobrepasar el eje vertical. Es decir, que es muy importante no extender el color más allá del límite que marca la línea vertical hacia la nariz porque eso quita toda la frescura y hace que los rasgos parezcan más caídos creando un aspecto casi, casi caricaturesco.