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*Piazza Grande una canción escrita por Ron y popularizada por Lucio Dalla quien la interpretó en el Festival de San Remo de 1972.
Un disfraz puede ayudar a construir un personaje. En teoría, esto de representar un rol también significar ponerte en ese lugar concreto y ver las cosas desde esa nueva perspectiva. En Halloween la gente elige lo misterioso o lo mágico sabiendo que el disfraz en sí mismo es una diversión para un día mientras las oscuras sombras de lo cotidiano son algo más sórdido. Ese tipo de evasión es algo que la gente también experimenta con los perfumes, quizás con más frecuencia de lo que cualquiera pueda estar dispuesto a reconocer ante sí mismo y ante los demás. Es un tema del que no siempre gusta hablar, quizás porque nos han enseñado que un perfume revela de forma contundente la personalidad y por ende nos reafirma… Supongo que aquí entra en juego el equilibrio entre identidad y espacio personal, algo realmente importante en el desarrollo psicosocial de toda persona; los problemas surgen cuando se hacen interpretaciones extremas.
¿Qué habrá de ser eso de la personalidad que tanto nos hostiga a mostrarla de continuo? Y ¿por qué parece ser algo tan lineal y tan unívoco?
Cuando la gente habla directamente sobre perfumes, sin acudir a los lugares comunes que siempre nos ofrecen los comerciales, descubres que cada persona tiene una relación diferente con eso que llamamos perfume. Muy diferente.
Hay quien siempre quiere perfume, hay quien no tolera más que el agua de azahar. Ciertas personas continúan buscando toda la vida los aromas que identificaban a una figura de apego durante la infancia, otras no quieren usar ningún tipo de fragancia porque la sienten artificial, ajena a su cuerpo. Hay quién nunca quiere dejar de oler como una golosina y quién no piensa más que en civeta, cuero y almizcle. El panorama de los usuarios es, en realidad, un caleidoscopio de experiencias y pareceres porque cada persona tiene su propia historia personal. Muy personal.
¿Por qué entonces nos empeñamos tanto en ceñir el campo de nuestros aromas complicándonos la vida? Sé que existe una dimensión comercial en todo esto que las empresas impulsan dando de lleno en el problema de la identidad personal: te invitan a construir una imagen usando un producto porque eso te ayudará a mostrar tu carácter y, por tanto, a actuar con más seguridad. Esta idea suele crear bastante confusión porque se da a entender de manera subliminal que eso es equivalente a ser una persona muy asertiva…cómo si la asertividad fuera una emoción (tamizada por el consumo) en vez de una habilidad que se puede entrenar. De hecho, se debe entrenar de continuo. Supone un esfuerzo consciente, un despliegue de empatía y racionalidad al mismo tiempo.
No ignoro el hecho de que las personas intentamos experimentar con las cosas para expresar algo que nos haga sentirnos más centrados, más nosotros mismos porque nos ayuda a sentirnos mejor. Por eso probamos, porque aún tenemos deseos y porque es importante la sensación de integridad emocional. Pero en el fondo, nadie haciendo alarde de experiencia debería imponer un gusto, sino dejar que su conocimiento sirva de guía, que no es poco y tampoco es fácil. Lo digo porque he visto ya muchas veces esa actitud impositiva disfrazada de canon del buen gusto, sentido crítico y erudición. Personalmente es algo que me resulta gracioso pero puede que a otras personas algo así les suponga un auténtico quebradero de cabeza.
También conozco la base de esos estudios que relacionan personalidad y perfume. Es ese un campo tan cuajado de mitologías y zonas oscuras que sólo la labor previa de esclarecer conceptos excede los propósitos de este blog. A quién desee adentrarse en él le aconsejo cierta dosis de escepticismo.
Pero lo que aún me cuesta entender es por qué nos ponemos de continuo impedimentos a nosotros mismos para hacer en modo tal que podamos desarrollar las cosas a nuestra manera. ¿No suponen ya suficientes interferencias las circunstancias ajenas a nuestra voluntad?
Quizás haya tantas formas de explicarlo como experiencias personales y esto es lo que quiero subrayar hoy porque lo que subyace en el comportamiento asertivo es aceptar que existen diferencias personales que debemos respetar y, de paso, respetarnos a nosotros mismos. Tal que así.