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ámbar gris, benjuí, castóreo, civeta, cuero, incienso, iris, labdanum, patchoulí, perfume, styrax, Vainilla
*El que escucha secretamente de Edouard Frederic Wilhelm Richter.
El Romanticismo insufló en la estética europea la necesidad imperativa de expresar lo bello más allá de la forma armoniosa y la línea recta, huyendo del esquematismo clásico, con las miras puestas en la diversidad. Buscando una realidad más vitalista, más afín a la naturaleza, Oriente se convirtió en fuente de inspiración. Como oleadas, distintas culturas lejanas canalizaron la creatividad de los artistas europeos, transformándose en un foco de atención gracias al cual (re)descubrir la sensibilidad añorada. Las mentes creativas buscaban nuevos paraísos perdidos y nuevas experiencias que transmitieran autenticidad. Desde entonces, lo oriental sería sinónimo de experiencia genuina.
En perfumería, exuberancia y misterio adornan el concepto de perfume oriental típico; la sobriedad no entra en la ecuación. Lo oriental se transforma en la tierra de la fantasía y la evasión y este concepto se traduce en las composiciones con profusión de notas. Sin embargo, existen perfumes orientales que renuevan esa idea romántica de una realidad más vívida y diversa sin pomposidad, a destacar varios Serge Lutens y la colección Les Orientalistes de Annick Goutal inspirada directamente por las materias primas venidas de Oriente que desde la Antigüedad eran como tesoros: incienso, mirra, ámbar gris y almizcle, materias primas preciosas de hoy y de siempre.
Toda la serie de Les Orientalistes tiene un hilo conductor, una veta amaderada que recorre como un pálpito todas las composiciones insuflando la calidez y la fuerza de un aire lleno de buenos aromas que reconforta el espíritu. Ese aspecto amaderado es difuso pero a la vez rico: con un acabado vainillado y húmedo típico de la cumarina presente en toda la serie (excepto en el perfume de mirra) acompañado por algo que recuerda al papiro y que aporta una nota sobria, terrosa, casi vegetal. Esta faceta vertebra la colección, pero en cada perfume se fragua con un matiz diferente: más conífera en Encens Flamboyant, más afrutada y lechosa en Musc Nomade, especiada en Myrrhe Ardente…En Ambre Fetiche es como un sutil y dulce incienso que logra dar ese infinito efecto susurrante.
Ambre Fetiche pone el acento en la impresión de ámbar gris, un material de matices interminables que desembocan uno en otro como las historias de Las Mil y Una Noches hacen en boca de Scheherezade. Como un laberinto de aromas reconocibles al momento para luego disiparse en el conjunto, este perfume de ámbar recoge de la tradición la base de maderas ambaradas y el recuerdo de los viejos libros encuadernados en cuero que huelen avainillados, empolvados, secos y un poco ácidos.
Tiene un aire antiguo y mucha clase: pese a la pungencia de ciertas notas que contiene, pule todas las asperezas para conseguir un olor refinado. De hecho, lo que más se realza en esta composición es la faceta de cuero meloso propia de la tintura de ámbar gris y lo hace recurriendo a un tema clásico y poderoso: el Cuero Ruso -así ahumado-, reforzado por la civeta indólica y el almizclado castóreo. Un cuero neutralizado con una buena dosis de geranio que le da un tono jabonoso y envuelto en el dulzor terroso del patchoulí y el meloso labdanum.
El absoluto de iris ayuda a dar dinamismo y cierto frescor a la composición, además de contribuir al acabado empolvado, mientras un velo especiado redondea el efecto de los bálsamos. Incluso, en la fase final de la evaporación se puede leer una nota abstracta de frutos rojos pero, en conjunto, Ambre Fetiche se percibe como un velo de perfume luminoso, ricamente texturizado, de aroma cálido, seco y animalístico que oscila entre cuero y vainilla. Ambrosiáceo.
«Sujeta el infinito con la palma de la mano», William Blake.
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