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*Catching Wishes de Josephine Wall.

Desde la Antigüedad las ideas abstractas tenían una representación figurativa. Se personificaban a través de la mitología. Las alegorías medievales continuaron la tradición y a menudo recurrieron a figuras opuestas para explicar mejor los conceptos. Así, a menudo la Locura tenía como figura contrapuesta a la Prudencia, porque una era una carencia que la otra suplía con creces. Se entendía la prudencia como la capacidad para captar el entorno con objetividad y por eso se representaba como una mujer sosteniendo un espejo, el objeto que devuelve el reflejo exacto de las cosas. Pero este sentido de la clarividencia se resquebrajó en la Edad Moderna. Desde el Romanticismo la introspección fue adquiriendo tintes de verdad y la realidad se fue multiplicando en las parcelas de lo personal. El mundo de los sueños comenzó a cobrar valor de veracidad, contribuyendo al sentido de otra realidad.

Atelier Cologne calificando su «colonia a la vainilla» como insensée -loca, insana o sin sentido- ha recuperado el antiguo concepto de locura. Esta vainilla no es realmente una vainilla sino una interpretación del uso de las notas vainilladas en la perfumería clásica. No sólo vainilla, que aquí se percibe como un material discreto, sino sobre todo la vainillina de textura azucarada y la etil vainillina de persistente cremosidad.

Con un trabajo meticuloso, propio del estilo de Ralf Schwieger, se nos regala una buena dosis de sensaciones concentradas en los más pequeños matices. Algo muy característico de las colonias de calidad.

Del carácter de la Cologne, por tradición un jugo muy refrescante, muy volátil y saturado de notas cítricas y herbales, Atelier Cologne mantiene en sus composiciones un inconfundible tono dulce, verde y herbal un tanto medicinal que ayuda a dar un acabado más neutro. También respeta la transparencia y el discreto sillage. Pero a partir de ahí, en su catálogo de modernas colonias que perduran en el tiempo más de los esperable podemos encontrar cosas muy diversas.

El caso de Vanille Insensée es el caso de una colonia cálida y orientalizante, que refresca de forma diferente, con la sensación liviana y fría del talco sobre la piel. Ese aspecto seco se irá amplificando a medida que evoluciona el perfume, hasta mostrar el perfil más austero y amaderado del musgo de roble. Incluso la sugerencia de la corteza del árbol podemos tener.

Pero antes de llegar a esas notas de base que nos recuerdan cómo en su día la faceta de musgo podía ir acompañada de vainillina reforzando la textura empolvada, Vanille Insensée muestra su lado más ámbar. Crea en la mente el recuerdo de una atmósfera vacacional, de playa paradisíaca y de piel cálida ya bañada por el mar. Conjura esto mediante el olor, al recrear un acorde de crema solar en el corazón de la colonia. Este aspecto cremoso se vuelve más evocador y poderoso porque tiene profundidad. Está muy trabajado y, pese a ser reconocible, no es lo único que se percibe. A veces asoma cierta mantecosidad floral y el crepitar de los cítricos entre esas capas más densas es una delicia: su vivacidad inicial se ha ido atenuando hacia el corazón, hasta ser como chispitas.

La salida es tierna y delicada. Una combinación de tonos alimonados con el fugaz recuerdo a mandarina que aporta el coriandro. La cidra, más dulce y balsámica que la bergamota, y la lima, más seca y amaderada que el limón, son como un baño de glaseado sobre bizcocho de vainilla. Esta debe de ser la única licencia gustativa que encontramos en una colonia dedicada a la vainilla.

Hay un trabajo muy importante de texturas y contraste en Vanille Insensée y eso es algo que la hace memorable. Tiene un acabado seco, cálido, amaderado y es reconfortante como un licor dulce, sensaciones que también podemos encontrar en Eau des Merveilles de Hermès. Y de la vainilla, lo mejor: la delicadeza y la capacidad para reverberar en el perfume impregnando otras notas con su suavidad balsámica.

Con Vanille Insensée es difícil pensar en invierno o en verano. Sólo es posible una estación imaginaria fruto de los recuerdos que despiertan su olor. Sin duda, una forma de locura exquisita.

Vanille-Insensee

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