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Algunos expertos plantean lo siguiente: ¿se puede poner límites a un olor? Las clasificaciones tienen sentido porque facilitan la comunicación al establecer unos parámetros comunes, tienen su utilidad en la práctica didáctica y facilitan un marco de análisis o un punto de partida para construir dicho marco. Pero los olores, complejos como son, resultan difíciles de acotar en una sola categoría.

A medida que te acostumbras a oler -esto es, a trabajar reteniendo el olor en la mente- vas descubriendo cómo un matiz desemboca en otro y cómo distintos olores se pueden relacionar a través de esas facetas sutiles que son las que finalmente ofrecen más espacio a la creatividad. Al principio parece un bucle continuo pero en realidad cada observación es distinta y son esas diferencias las que van completando la imagen.

La olfacción y el estudio de los olores-aromas/sabores puede entenderse como un puzzle gigante formado por miles de piezas pequeñas. ¿Cómo actuarías ante esa tarea de reconstrucción? Si nunca antes te has enfrentado a tal hazaña y te puede la ingenuidad, seguramente sientas que puedes hacerlo entero a partir de un solo elemento que va creciendo y creciendo hasta completarse. Pero con tal afrontamiento táctico, más tarde o más temprano, descubres que la labor es ingente y que te llevará más tiempo del estimado, sobre todo si persistes en esa idea…De todos modos, en algún momento, ante el batiburrillo de piezas que se acumula ante ti, tu cerebro se pone en modo supervivencia y, de alguna manera, te avisa que es mejor parar. Es bueno hacerle caso, cambiar de aire, irse a otra habitación -es decir, hacer exactamente lo mismo que si estuvieras con tus ejercicios de olfacción y tu nariz pidiera socorro- para retomar la tarea un poco después con la mente más fresca.

La distancia tomada seguramente te ayude a afrontar ese puzzle con otra estrategia más asequible. Algo razonable sería trabajar con áreas más pequeñas del cuadro, lo que te permite hacer una clasificación a grosso modo de las piezas que vas mirando -en lugar de buscar la específica que necesitas para ponerle la nariz a la gárgola-. Vas creando bloques de fragmentos independientes más pequeños y los vas situando en la zona del panel que tu mente les atribuye cuando observas el modelo. Es un cálculo que luego debes ajustar pero al final tendrás distintos grupos con los que formar la imagen general y sólo algunas piezas sueltas que los unen entre sí y te hacen completar esa imagen.

Por supuesto que la metáfora no es un engranaje perfecto pero hay equivalencias. Aprender a oler es algo así como hacer ese puzzle gigante: crear en la mente grupos y subgrupos de olores y entender cómo se relacionan entre ellos. Cuanto más entiendas de esa relación, más completa será la imagen. Y más sólida. Las pequeñas piezas son como los matices más sutiles que hay entre distintas sustancias o ingredientes -por ejemplo el matiz de frutos rojos que pueden tener el iris y la rosa- los grandes bloques son las facetas más evidentes -el iris es tenue y empolvado, la rosa es melosa o herbácea- y las imagen global equivale al tono general: rosa e iris son ambos florales.

Claro que la referencia en perfumería son las esencias y la naturaleza, así que los límites son más bien difusos pero siempre hay que insistir en la referencia si se quiere empezar a construir conocimiento. Y lo cierto es que las personas siempre estamos construyendo conocimiento -lo hacemos mientras vivimos consciente o inconscientemente- en base a lo que ya tenemos. Ni se parte de cero ni se llega a compilar todo.

Así es el aprendizaje en toda disciplina:construcción y discernimiento entre las sensaciones propias y las convenciones socio-culturales. ¿Dónde ponemos realmente el acento? A mi modo de entender creo que es la experiencia de los años lo que va inclinando la balanza hacia el lado de las sensaciones propias en el plano del conocimiento aunque las exigencias externas sigan manteniendo un nivel más formal.

Y entonces ahí estamos de nuevo; por si nos habíamos relajado pensando que el problemilla de los límites lo teníamos más o menos controlado permitiéndonos acudir a la fantasía y la creatividad para unir piezas según nuestro esquema mental, aparece la gran duda ¿puede la visión más personal llegar a más gente o tiene más poder lo convencional? Hmmm….

Momento musical obvio: My way por Frank Sinatra.