Una narración es, a fin y al cabo, lo que un lector concreto entiende que es, porque leer significa implicarse con la mente. En este sentido la olfacción puede equipararse a la lectura y tendríamos que decir que un olor será lo que la persona entienda que es según su experiencia y conocimientos pero añadiendo algo más: el esfuerzo consciente de poner nombre a las cosas y de cultivar la objetividad para poder desarrollar un criterio más allá del «me gusta» o «no me gusta» .
Nunca es un ejercicio fácil intentar cultivar la objetividad y tampoco es baladí, de hecho es una ardua pero importante tarea que combate el embrutecimiento y tal como va la sociedad dominada por el impacto emocional y la búsqueda incesante de estímulos, esforzarse por ser más objetivo representa un gesto cívico. Curiosamente en el proceso de buscar la objetividad hay que alimentar la propia identidad, conocerse mejor, a la vez que querer conocer la alteridad.
Así que si hay algo realmente bueno que yo resaltaría en la disciplina de educar el olfato es precisamente la posibilidad de dejar de lado el mundo de las generalidades más superficiales para entrar en uno más personal en el que el olor reclama la atención consciente elicitando ideas que hay que intentar expresar con las palabras más adecuadas: buena gimnasia para la mente, especialmente para mejorar el control de impulsos. Igual que en una narrativa los elementos van surgiendo a lo largo del texto, sembrados aquí y allá, y nosotros al leer debemos ir encontrado la relación, especialmente en las historias de aire oriental donde las cosas son más indirectas, intrincadas, laberínticas y profusas en detalles, exigiendo una mayor participación durante la lectura.
Al probar un perfume el aspecto narrativo es muy importante, pero aclaremos que lo narrativo no es algo añadido -no es el marketing publicitario que rodea al perfume- sino la fragancia en si misma y su capacidad para despertar la imaginación. Y la imaginación se puede despertar porque todos tenemos una base de datos con la que jugar que incluye la memoria olfativa y también una capacidad de respuesta instintiva ante determinados olores. Tiene mucho que ver con la fantasía, sino todo, así que, al final, un perfume es lo que una persona concreta entiende que es.
Pongamos un ejemplo con el que es fácil comprobar la importancia de cultivar la objetividad. Soir d´Orient de Sisley brinda esta oportunidad por dos razones: por un lado se ha construido partiendo de otro perfume anterior, pero por otro lado al ser un jugo rico en matices y de perfil muy característico es mucho más fácil de comparar que si solo fuera otra insulsa fragancia más.
La primera impresión al oler Soir d´Orient fácilmente se puede resumir así: «Eau de Soir a la oriental» o afinando un poco más «como Eau de Soir y algo más». Esta segunda expresión es mucho más auténtica y fiel a la experiencia incial, mientras que la primera es un elaboración posterior pero algunas personas ya asumirían esta frase como la última palabra a decir, una especie de último juicio y también una clara declaración de que no van a poner más interés en seguir indagando en el olor.
El propio frasco ya indica por donde van las cosas: con Soir d´Orient la idea fue crear una variación a partir de ese clásico chipre floral basado en flor de naranjo y seringa que es Eau de Soir. Lo interesante es olerlos juntos y atender a las diferencias intentando concretar que es ese «algo más».
Ese algo más parece tener un sabor más oriental, se presenta más oscuro y sinuoso, pero no llega a ser totalmente oriental porque, en el fondo, conserva una estructura chypré. Es interesante pensar que entre la familia de perfumes chipre y la de perfumes orientales hay un espacio, una especie de tierra de nadie, que permite muchas posibilidades. Un área que siempre da pie a renovaciones en el campo de la perfumería, desde Shalimar hasta La Petit Robe Noir de Guerlain pasado por Aromatics Elixir de Clinique o Portrait of a Lady de Frederic Malle…todo girando en torno al ámbar y sus declinaciones.
Así pues, dejando la impresión rápida y fácil atrás y sumergiéndonos mejor en las propias sensaciones podemos apreciar que en Soir d´Orient la oscuridad rica y envolvente está saturada de acentos especiados y tonalidades amaderadas y balsámicas que fluctúan con serenidad alrededor de un corazón floral de rosa turca -esa rosa más especiada y angular- refrescada con geranio. Tiene el embrujo de una rosa negra.
Sin duda, la calidad de la faceta especiada destaca por su buena definición. Basada en el contraste del cálido azafrán y la más refrescante pimienta negra, esta faceta va más allá de lo que normalmente encontramos en un perfume especiado, es rica e intensa -al estilo de los perfume Amouage- y marca mucho el carácter del perfume. De hecho, sin esa prominencia de especias Soir d´Orient podría parecer como otro perfume occidental inspirado en la tradición árabe estilo Midnight Oud de Juliet Has a GUn o Aoud Queen Roses de Montale: propuestas con un sabor más neto y literal. Sí, todo hay que decirlo, Soir d´Orient juega con esa idea e incluso a veces parece surgir una nota de oudh en el perfume. Siempre esa sensación de «algo más»
Algo más como el incienso susurrante unido al azafrán creando juntos una sensación final de cuero y el patchoulí, con su característica profundidad húmeda y amaderada a la vez, que tanto puede reforzar el acorde oudh como rememorar la tradición de un chipre animalístico, aunque el perfume no llega a ese extremo en ocasiones se insinúa. Así, mientras por un lado tenemos una rosa a la árabe, por otro disfrutamos del refinamiento de una rosa chyprée pero, el cuero, en este caso seco y con ese punto oscuro y amargo, parece el tema último del perfume. Al menos determina una trayectoria que podríamos describir como de boomerang, porque tras todo ese trayecto por parajes exóticos de rosas, especias, incienso, y maderas preciosas volvemos al territorio más clásico y reservado de los perfumes chipre, donde el cuero jugaba un rol casi tan importante como el musgo. Así, aunque Soir d´Orient está construido evidenciando su época con un acabado más limpio y ligero, proyecta una sensación de gravitas de la que carecen un gran número de perfumes hoy en día que lleva a la mente a pensar continuamente y algo más.
Momento musical: Lovely Spring interpretada por el maestro del duduk Djivan Gasparyan.
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