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Olibanum: cuaderno de perfumes

Olibanum: cuaderno de perfumes

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El iris errante: Bois d´Iris de Van Cleef & Arpels.

25 miércoles Abr 2018

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almizcle, ámbar gris, iris, labdanum, mirra, perfume, Vainilla, vetiver, violeta


* Fragmento del tapiz El Olfato de la serie La Dama y el Unicornio del s. XV.

El iris posee una impronta elegante y atemporal. Es la finesse lo que marca su identidad. Los perfumes dedicados al iris intentan capturar dicho encanto evanescente y etéreo o esa cualidad profunda, austera y enigmática pero es difícil rehuir la huella del clasicismo porque la característica principal del iris es el efecto empolvado, delicado y matizado que conecta con el almizcle acompañando a una faceta amaderada reminiscente de maderas preciosas. Los perfumes más icónicos del pasado contienen esos matices y, en no pocas ocasiones, no son sólo matices sino una parte esencial de la personalidad del perfume.

Maderas envueltas en polvo de arroz, en semolina, en algo impalpable pero maderas al fin y al cabo, reconocibles porque tienen cuerpo y densidad. Esas maderas son un elemento muy importante para estructurar un perfume y es precisamente ese aspecto de perfume estratificado con faceta empolvada lo que ahora se asocia con otra era. Cuantos más años retrocedemos en el tiempo, más compleja y adornada se muestra la faceta amaderada: surge con declinaciones musgosas y ahumadas y ambaradas y, sobre todo, con ese efecto empolvado cerrado y singular. Las bases de perfumería han jugado un papel muy importante en la definición de estos acabados, de hecho, han marcado etapas en la Historia, pero alguna ha tenido una influencia más amplia a lo largo de la línea del tiempo, como es el caso del Musgo de Sajonia.

Hoy, el Musgo de Sajonia, tiene un carácter marcadamente retro; con notas de geranio combinadas con la faceta ahumada, amaderada y verde salpicada del dulzor herbal anisado del regaliz y con un inconfundible acabado envolvente, empolvado y aterciopelado en el que juegan su papel la vainillina y el iris. Nuit de Noël de Caron es el perfume que salta a la mente cuando se habla de esta famosa base pero hay una larga lista de perfumes que bien la usaron directamente -como Vol de Nuit de Guerlain o Habanita de Molinard- o bien están inspirados en ciertos aspectos por ella -como Chanel Nº 19-. Así, este tipo de acabado intangible y multidimensional ha sido una constante y ha perdurado a lo largo de décadas a base de interesantes variaciones pero de forma cada vez más sencilla. Iris y vetiver han sido dos de las notas más usadas en la evocación de esta idea y, así, llegamos a las creaciones actuales más directas y discretas pero que retienen ese aire clásico, como el aséptico Infusion d´Iris de Prada, el cremoso Nº19 Poudré de Chanel o el radiante y acuoso Papyrus de Ciane de Parfumerie Generale.

La simplificación de las facetas es un rasgo de la perfumería contemporánea: Los materiales son más transparentes y, a la vez, la gente prefiere fragancias ligeras antes que densas. Otro aspecto del lenguaje moderno es el acabado pulido con notas muy separadas entre sí hasta llegar al extremo de la sensación molecular e inmaterial que se puede conseguir con materiales como el Iso -E-Super o el Ambrox, con los que se crean acordes más dilatados, aterciopelados, cristalinos…

La perfumería actual es menos de olores marcados, perfilados y difíciles -si exceptuamos el exotismo de ciertos materiales como el oudh – y más de características del olor propiamente dichas: textura, luminosidad, densidad, etc. Así que el iris y su intrínseca atemporalidad continúa en la cresta de la ola porque su olor difícil de aprender se describe mejor con sensaciones.

Cierto que el gusto por la severidad de un acabado seco se ha dejado atrás en favor de su tono más resinoso o de un efecto más glaseado y vago pero esa sensualidad que un buen perfume de iris tiene gracias a que transmite la sensación de piel perfumada con violetas cremosas es algo muy intimista que nos atrae como humanos. Por eso, en medio de un panorama que se pinta de actualidad urbana alocada los viejos modos perviven. Se han renovado, como siempre, siguiendo lo que las preferencias actuales y el mercado de las materias primas designan como «del momento», pero en el fondo permanecen. Así seguimos encontrándonos con el acabado amaderado empolvado, aunque en clave más discreta y suave en perfumes de iris como Bois d´Argent (2004, Annick Menardo) de Dior y Bois d´Iris (2009, Emilie Copperman) de Van Cleef & Arpels. Ambos tienen un aire muy similar con bastantes características comunes, pero el de Dior tiene un acabado amaderado más marcado, es más aromático, con acentos metálicos más evidentes y se puede leer como un chipre mientras que el de Van Cleef & Arpels hace mayor hincapié en la faceta oriental amaderada expresada a través del iris y del ámbar gris, pero en los dos hay:

– Un tono vagamente ahumado y anisado, como de regaliz que recuerda al Musgo de Sajonia, en el que la mirra juega un papel importante, creando la ilusión de madera antigua y también redondeando el aura balsámica ambarada de estos perfumes. Por ello la gente establece semejanzas con Hypnotic Poison (1998) de Dior, también creado por Annick Menardo.

-Un acabado suave y persistente de maderas cremosas envueltas en vainilla almendrada y acaramelada que junto con discretas violetas y un suave matiz lechoso hace pensar en productos para el cuidado del bebé de Johnson´s & Johnson´s.

Además comparten la forma en que el iris funciona en la fórmula, siendo partícipe de varias facetas a la vez. Las metil iononas, aquí muy importantes, refuerzan el acorde seco amaderado de raigambre clásica y complementan la calidez de la faceta ambarada basada en Ambrox, pero el núcleo es el acorde empolvado que forma el concreto de iris con un cóctel de almizcles blancos lineales.

En Bois d´Iris hay una referencia a Chanel evidente porque el iris y el vetiver recrean junto con algo radiante, especiado y limpio que recuerda al olor del papel y del incienso -y que parece cipriol- parte de ese aspecto difuso amaderado ambarado del Nº 19. Por otro lado los almizcles y la vainilla añadidos se encontrarán después en el Nº 19 Poudré (2011) , en una de esas típicas trayectorias bumerán que surge al calor de la competencia entre firmas por mantener renovado y fresco su estatus en el mercado. Sin embargo, el perfume de Van Cleef & Arpels tiene un aire claramente oriental, de maderas orientales, con un acabado untuoso, lechoso y que recuerda al tofe gracias a la mirra, el concreto de iris y la vainilla que además contribuyen a crear ese carácter balsámico suave y fluido, sedoso como leche de arroz. También es un perfume carnoso, pero de una forma pura y delicada porque, en el fondo, es una viñeta repleta de inocencia.

Las maderas muestran un efecto desgastado intencional pues la idea es crear una nota de madera a la deriva en lugar del olor de una madera específica -no obstante son legibles rasgos de cedro y vetiver-. Esta madera a la deriva permite jugar con un matiz vagamente salado y esta es una manera chic de aludir al ámbar gris, como ocurre con el Eau des Merveilles de Hermès. Esta madera empapada por el olor seco, medicinal de la mirra y el vago eco ahumado del labdanum y el vetiver recuerda un poco a un whisky escocés. Sólo un poco.

El ámbar gris es como una sugerencia, lo que en cierto modo emula la naturaleza casi imperceptible e inefable del más fino grado de ámbar gris pero, en última instancia, se concreta en un intento de conjurarlo a través del ambrox más el efecto de dos notas en contraste: la nota de sal y la nota de azúcar o la combinación de yodo y miel…la madera a la deriva aporta el aspecto salado, la mirra -que parece reforzada con cera de abejas- da el toque azucarado y recrea una sensación melosa almizclada un poco cabezona aunque no llega a ser densa o animal sino, sobre todo, gustativa.

Paradójico como parece el planteamiento, es un perfume muy equilibrado y sutil en el que conviven en armonía la faceta más sobria y clásica de un iris seco, amaderado y ambarado junto con un iris lúdico y ciertamente regresivo por el dulce olor a bebé que desprende y los tímidos efectos palatables de tofe, chocolate blanco y leche. Por esta combinación que encarna tanta ternura hace pensar en Bois Farine (2003) de L´Artisan Parfumeur. Son como primos hermanos.

Bois d´Iris es un perfume minimalista pero sustancioso y redondo por la riqueza de los materiales con que está formulado. Se presenta como un delicioso perfume de piel que funciona con la discreción y limpieza de una Cologne llena de calidez y dulzura oriental en lugar de los tonificantes aromas mediterráneos. En ocasiones te olvidas de que lo llevas y un tiempo después vuelves a percibirlo con más intensidad y nuevos detalles que le dan un ligero movimiento. Su punto fuerte es precisamente ese, la tenaz delicadeza, algo que, en el fondo, forma parte de la naturaleza del iris -especialmente del florentino- y del ámbar gris, ambos elusivos protagonistas de este perfume que es capaz de crear un aura etérea, delicada y algo exótica pareja a un paisaje sereno, fantasioso y tranquilizador.

Porque es un perfumes de características, de tonalidades y texturas más que de movimiento, color y contraste también tiene una velada cualidad sensual. Puede recordar a varios perfumes ya sea por su faceta balsámica (Eau Duelle de Diptyque, Myrrhe Ardente de Annick Goutal , Mandorlo di Sicilia de Acqua di Parma), que por su etéreo y suave iris ( L´Eau d´Hiver de Frederic Malle, Iris de Odori, Iris Pallida de L´Artisan Parfumeur) o por su carácter seco y amaderado (Sycomore de Chanel, Encens Satin de Armani Privé) pero, porque es un perfume de piel y, por tanto, algo puramente individual, Bois d´Iris es comparable a la experiencia de oler un pomander, llevar un jersey de cashmere o leer un poema artúrico dejándose arrastrar a ese mundo legendario de bosques oscuros y parajes rocoso que esconden un palacio encantado, con misteriosas damas cuyos vestidos resaltan por sus verdes mangas y caballeros andantes en pos de su destino. Una narración. Algo de hoy y de siempre.

Momento musical: El Lago Encantado, poema sinfónico Op 62 de Anatoli Liadov -un mago de la armonía y los detalles que siempre componía pequeñas – grandes obras.

Lo que late en el fondo de los grandes clásicos: L´Eau d´Ambre Extrême de L´Artisan Parfumeur

13 martes Dic 2016

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almizcle, benjuí, canela, cardomomo, cumarina, geranio, labdanum, patchoulí, perfume, sándalo

pag56
*Folio 56 del Traité des Fardements et Confitures (1556) de Nostradamus, con la receta para fabricar pomos de olor.

Puesto que el ámbar es prácticamente una receta de larga tradición a partir de la cual se perfilan variaciones y eso hace que todo perfume ámbar tenga con otro perfume ámbar una serie ineludible de rasgos en común, como son la tríada labadanum-vainilla/vainillina-patchoulí y el acento de resinas balsámicas como el benjuí o el bálsamo de Perú, ¿qué distingue un perfume de ámbar estilo antiguo de uno más moderno?

Quizás el trazo más distintivo sea el curioso equilibrio entre suavidad y multiplicidad de detalles que los perfumes antiguos exhiben de forma embriagadora. Esa combinación es como una pátina que inconscientemente ya todos reconocemos como ajena a nuestra era pero aún familiar y eso hace que todavía respondamos ante esas fórmulas.

Esa baza juega L´Eau d´Ambre Extrême (2001). De alguna manera produce una vaga sensación en ti, como un recuerdo que no se concreta. Se intriga la mente y comienza a establecer mil paralelismos aunque ninguno de ellos servirá: la referencia primordial se escapa, las palabras no surgen. Pero, si es un ámbar, un tema totalmente conocido y reconocible al instante, ¿cómo puede ser tan elusivo?

Si algo recuerda a algo es por algo. Esa es la máxima.

Imágenes y sensaciones se mezclan entre sí. La mente sigue buscando la palabra, la expresión que haga que todo encaje. Al no encontrarla recurre al recurso más potente y común para la ella: las imágenes. Los olores, que tienen una gran facilidad para exaltar los sentidos por vía inconsciente, son muy propicios a estas derivaciones. Así que, oliendo L´Eau d´Ambre Extrême surge la necesidad de crear un contexto, a falta de palabras precisas… Habrá de ser un lugar de aire antiguo, quizás una majestuosa librería en cuyas estanterías se guardan ejemplares encuadernados en cuero. Un lugar en el que la luz queda atrapada por la cantidad de objetos que se extienden por la estancia y en cuyo aire flota ese olor seco y empolvado que aún no es denso pero ya tampoco ligero.

Esa es la idea. Algo sereno que invita a la concentración. Algo que apela a una sensación de felicidad interior más que a la exuberancia de los bálsamos exóticos y, por ello, impele. Mmmm, es cierto, esa es otra característica distintiva del ámbar: tiene la facultad de reforzar la voluntad.

Hasta cierto punto se podría decir que es como una armadura que te cierra y te recentra porque un ámbar a la antigua puede ser compacto pero no pesado. Su nota principal es el labdanum, que aporta ese aspecto seco casi de cuero con ciertos tintes animalísticos, y se acompaña de la riqueza especiada de ciertos bálsamos. Esos son los rasgos generales que sigue con rigor el perfume de L´Artisan Parfumeur. Como su nombre indica, no proclama ser denso -es un agua- sino extremo y esto hay que ponerlo en contexto: es la versión extrema (aka más profunda y matizada) de L´Eau Ambre (1978) cuyo sabor resulta muy básico.

Jean Claude Ellena realiza esta segunda fórmula Extrême con un estilo muy vintage, con un acabado más redondo y con más estructura que el agua original de Jean Laporte. Aún así, sigue la estética de la marca y no busca un perfume impactante sino susurrante. De opulencia esquiva, pues por su pátina antigua, recuerda a aquellas fórmulas que contenían ricas bases de ámbar. Y las bases de ámbar clásicas es lo que emula L´Eau d´Ambre Extrême, recreando esa estela ambarada, que como un arrullo, iluminaba los perfumes de las primeras décadas del siglo XX.

Matizado y fino es este ámbar cuyo olor principal está definido por notas vainilladas y cuero. Las especias, especialmente el cardomomo, son una breve introducción, y el toque de rosa-geranio un modo de dar algo más de cuerpo al tema pero, en el fondo, L´Eau d´Ambre Extrême lo que parece recrear es la relativa sencillez de una base; por eso parece como una pátina de sabor antiguo en lugar de un perfume. Tiene todos esos aspectos clásicos de fondo de perfume que resultan tan atractivos y cuya riqueza balsámica podría recordar de algún modo al olor que queda en la piel muchas horas después de haber aplicado un perfume de Caron clásico o un Chanel de la época envuelto en una brisa exótica.

Definitivamente, L´Eau d´Ambre Extrême, más allá de su combinación de notas típicamente ámbar rescata ese algo de los grandes clásicos que tanto cuesta definir pero que, en realidad, es un juego a tres bandas entre almizcle ambarado, ámbar vainillado y fondo amaderado suave. Sin duda, es eso.

El viento y el incienso: Kilian Incense Oud (Algo más sobre el oud)

09 domingo Mar 2014

Posted by Botanyuki in Notas de Perfumes, Revisiones de perfumes

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almizcle, canela, cardomomo, cedro, geranio, incienso, labdanum, musgo, oud, papiro, patchoulí, perfume, rosa, sándalo

Barbier
*Egipto, ilustración de The Romance of Perfume (1928) de Georges Barbier.

El oud ( oudh, madera de agar, agaloco) es usado como incienso en todo Oriente. En la India las mujeres más pudientes reciben una purificación tras el parto a través del humo perfumado con agar; en Japón, junto con el sándalo, forma parte de la receta tradicional del incienso; en Medio Oriente se emplea en baños de humo para que la ropa quede suavemente perfumada y desprenda una sensación limpia. El concepto de limpieza en todas las culturas tiene una dimensión espiritual pero el humo perfumado se asocia más fácilmente a los estados contemplativos, la belleza interior y la serenidad. Limpieza espiritual y dignidad van de la mano en este ámbito.

Cada cultura oriental favorece un tono diferente del oud: más especiado, más amaderado, más dulce, etc pero en todas partes está extremadamente valorado no sólo como perfume sino también como materia preciosa. Es algo tan intrínseco a la vida diaria en estas culturas que puede resultar difícil de entender pero una pieza de alta calidad vale más que el oro. Entre las familias árabes una pieza puede ser atesorada y pasar como herencia de padres a hijos.

En la perfumería árabe el oud añade un tono de tradición a la rosa y el almizcle. Además tiene un comportamiento similar al del ámbar gris pues puede sostener el resto de notas y aligerarlas de forma indescriptible, más aún, su olor comparte algunas tonalidades con el ámbar gris que se despliegan en el sillage.

Un oud de calidad y bien madurado -más de treinta y cuarenta años son necesarios para comenzar a hablar de madurez- tiene un aroma suave y lleno de matices profundos. La mayoría de los perfumes occidentales que llevan la palabra «Oud» en su nombre o en la pirámide olfativa son, en realidad, composiciones inspiradas por el material en las que se reconstruye la nota mediante bases especiales, químicos aromáticos del grupo de las maderas ambaradas, cipriol, vetiver, labdanum y, sobre todo, patchoulí. Cuando se usa la esencia natural no se necesita mucha cantidad en la fórmula para que aporte esa profunda calidez seca tan característica pero, aún así, es un producto tan caro y escaso que se opta por la recreación; igual que se hace con el sándalo Mysore, la gardenia, el lirio de los valles y tantas otras cosas. No obstante, a la nota a veces se le da un acabado más pungente y áspero propio de las calidades más bajas del oud.

No nos engañemos. Comprar un perfume que contenga un aceite destilado de oud de buena calidad supone un desembolse de varios cientos de euros y el verdadero mercado para esto no está en Occidente, aunque ahora haya alguna marca de calidad disponible.

Sin embargo, el oud se ha convertido en un nuevo tema que permite renovar la temática oriental, dar otro tono a los perfumes de cuero, insuflar nueva vida a las composiciones de rosas negras o crear una nueva gama de matices amaderados. Cierto que para algunos sólo es la «tendencia» y la «novedad a desear», pero la nota puede ir más allá y enriquecer la paleta.

La colección Arabian Nights de Kilian es un mini catálogo de esas posibilidades que ofrece la nota. No contiene ni trazas del producto natural, se trata de algo reconstruído. Se puede experimentar desde el fuerte y amaderado Pure Oud, al animalístico Musk Oud, el redolente Amber Oud o el intrigante Rose Oud, pero yo elijo Incense Oud como el más cercano al auténtico sentido espiritual del material. También creo que dentro de la serie es el que mejor recrea la sensación cálida, limpia y profunda que imparte a los perfumes la madera de agar.

Incense Oud (2011, Sidonie Lancesseur), uniendo dos ingredientes míticos de la perfumería, imparte esa sensación de brisa cálida y perfumada que estremece el alma. Todos nos detenemos a prestar atención cuando encontramos esa experiencia, ya sea en un templo o en plena naturaleza. Nos detenemos y olemos. Es difícil reproducirla en un perfume y cuando se encuentra es difícil ignorarla.

Pero haciendo un esfuerzo por ser descriptiva y racional diré que Incense Oud es un perfume rico en frankincienso, pleno de frescor terpénico reminiscente de pimienta y cítricos amarillos, con su faceta fría casi mineral acompañando a una dulce rosa especiada -en parte esencia de rosa, en parte geranio- con cierto tono frutal por el cardomomo y la fina nota maderada del cedro de Virginia. Es un perfume amaderado, dulce y balsámico donde el oud expresa su calidez melosa y etérea a la vez.

Como el incienso, el oud tiene una cualidad suave en el aire, es como oler una brisa templada llena de presencias y presentimientos. Eso refleja este perfume de Kilian mediante un pulido estilo de fusión, como la múscica de Loreena Mckennitt: The Mystic´s Dream.

kilian-incense-oud

La intrincada textura de un cuento oriental: Ambre Fetiche de Annick Goutal.

10 viernes Ene 2014

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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ámbar gris, benjuí, castóreo, civeta, cuero, incienso, iris, labdanum, patchoulí, perfume, styrax, Vainilla

sherezade
*El que escucha secretamente de Edouard Frederic Wilhelm Richter.

El Romanticismo insufló en la estética europea la necesidad imperativa de expresar lo bello más allá de la forma armoniosa y la línea recta, huyendo del esquematismo clásico, con las miras puestas en la diversidad. Buscando una realidad más vitalista, más afín a la naturaleza, Oriente se convirtió en fuente de inspiración. Como oleadas, distintas culturas lejanas canalizaron la creatividad de los artistas europeos, transformándose en un foco de atención gracias al cual (re)descubrir la sensibilidad añorada. Las mentes creativas buscaban nuevos paraísos perdidos y nuevas experiencias que transmitieran autenticidad. Desde entonces, lo oriental sería sinónimo de experiencia genuina.

En perfumería, exuberancia y misterio adornan el concepto de perfume oriental típico; la sobriedad no entra en la ecuación. Lo oriental se transforma en la tierra de la fantasía y la evasión y este concepto se traduce en las composiciones con profusión de notas. Sin embargo, existen perfumes orientales que renuevan esa idea romántica de una realidad más vívida y diversa sin pomposidad, a destacar varios Serge Lutens y la colección Les Orientalistes de Annick Goutal inspirada directamente por las materias primas venidas de Oriente que desde la Antigüedad eran como tesoros: incienso, mirra, ámbar gris y almizcle, materias primas preciosas de hoy y de siempre.

Toda la serie de Les Orientalistes tiene un hilo conductor, una veta amaderada que recorre como un pálpito todas las composiciones insuflando la calidez y la fuerza de un aire lleno de buenos aromas que reconforta el espíritu. Ese aspecto amaderado es difuso pero a la vez rico: con un acabado vainillado y húmedo típico de la cumarina presente en toda la serie (excepto en el perfume de mirra) acompañado por algo que recuerda al papiro y que aporta una nota sobria, terrosa, casi vegetal. Esta faceta vertebra la colección, pero en cada perfume se fragua con un matiz diferente: más conífera en Encens Flamboyant, más afrutada y lechosa en Musc Nomade, especiada en Myrrhe Ardente…En Ambre Fetiche es como un sutil y dulce incienso que logra dar ese infinito efecto susurrante.

Ambre Fetiche pone el acento en la impresión de ámbar gris, un material de matices interminables que desembocan uno en otro como las historias de Las Mil y Una Noches hacen en boca de Scheherezade. Como un laberinto de aromas reconocibles al momento para luego disiparse en el conjunto, este perfume de ámbar recoge de la tradición la base de maderas ambaradas y el recuerdo de los viejos libros encuadernados en cuero que huelen avainillados, empolvados, secos y un poco ácidos.

Tiene un aire antiguo y mucha clase: pese a la pungencia de ciertas notas que contiene, pule todas las asperezas para conseguir un olor refinado. De hecho, lo que más se realza en esta composición es la faceta de cuero meloso propia de la tintura de ámbar gris y lo hace recurriendo a un tema clásico y poderoso: el Cuero Ruso -así ahumado-, reforzado por la civeta indólica y el almizclado castóreo. Un cuero neutralizado con una buena dosis de geranio que le da un tono jabonoso y envuelto en el dulzor terroso del patchoulí y el meloso labdanum.

El absoluto de iris ayuda a dar dinamismo y cierto frescor a la composición, además de contribuir al acabado empolvado, mientras un velo especiado redondea el efecto de los bálsamos. Incluso, en la fase final de la evaporación se puede leer una nota abstracta de frutos rojos pero, en conjunto, Ambre Fetiche se percibe como un velo de perfume luminoso, ricamente texturizado, de aroma cálido, seco y animalístico que oscila entre cuero y vainilla. Ambrosiáceo.

«Sujeta el infinito con la palma de la mano», William Blake.

AFboule

Agujas de pino, manzanas e incienso: Wazamba de Parfum d´Empire

19 jueves Dic 2013

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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ámbar, ciprés, incienso, labdanum, manzana, mirra, opopanax, perfume, pino, regaliz

piña

De niños vivíamos los momentos sencillos con toda naturalidad, la realidad no estaba impregnada de valores positivos o negativos. Todo era acontecer, sin más. Al crecer, la experiencia va progresivamente filtrándose en nuestra mente porque vamos acumulando, sin darnos cuenta, prejuicios e ideas preconcebidas que disminuyen o incluso anulan esa capacidad para apreciar cómo discurre la realidad. De adultos, o nos entrenamos a conciencia o difícilmente podemos recuperar el modo abierto de experimentar. Pero existen cosas que nos pueden devolver esos momentos limpios en los que el ser y el estar se solapan y las sensaciones desembocan en sensaciones.

Quizás alguien haya dejado volar la imaginación tras estas palabras, quizás alguien esté soñando despierto. Pero nada más lejos de mi intención, nada más lejos de mi estilo. Estoy hablando del desarrollo de la atención a través de la percepción. Ni escapismo, ni ilusionismo.

Los sentidos nos proporcionan estímulos que procesamos, analizamos, juzgamos…pocas veces los disfrutamos sin más. Pero todos, seguro, tenemos algún sabor o algún olor que nos facilita ese estado de plenitud. A veces, también los paisajes, los jardines, los edificios nos pueden sumir en esa particular clarividencia; aunque no todo el mundo tiene la misma facilidad para este tipo de experiencias, lo cierto es que surgen sin más y se viven tal cual. Suelen tener una fuerte dimensión sinestésica -varios sentidos focalizan a la vez el mismo estímulo- lo que las convierte en recuerdos vívidos susceptibles de ser reinterpretados a través de la imaginación.

Llamemos a esos olores, sabores, paisajes, etc catalizadores de la conciencia. Pensad en Proust y el episodio de la magdalena. ¿Habéis encontrado un perfume que os ofrezca un instante de serenidad y conciencia plena a la vez, de luz, textura, temperatura, una sensación de tiempo y lugar? Si pienso en aquellos perfumes con los que más me identifico, todos tienen algo en común: al probarlos ellos eran la única realidad que podía experimentar, como si de nuevo fuera una niña descubriendo algo nuevo.

Sin embargo, existe un material en perfumería que por sí sólo tiene esa cualidad: el frankincienso. La realidad se dilata y la respiración se vuelve más profunda cuando eres capaz de apreciar en el olíbano la riqueza de sus matices. No en vano, es la base del incienso, el aroma místico por excelencia.

Los perfumes de incienso, con resinas y maderas preciosas, fácilmente evocan la idea de misticismo en multitud de culturas pero no siempre van más allá de lo esperable: algo dulce y ahumado. Funcionan como estereotipos olfativos, que también existen, llegando a ser poco más que una distracción. Creo que por esa razón apenas comento perfumes de este tipo, porque rara vez encuentro algo que me conmueva, algo que sea una reminiscencia del material, así limpio y fresco, amaderado, muy aromático y profundo, capaz de iluminar el momento con una luz especial: clara como una mañana de verano y trémula como la llama de las velas.

En Wazamba (2009) esos matices preciosos se presentan como pinceladas aquí y allá matizando un perfil resinoso y conífero muy compactado. Aunque lo que más caracteriza a este perfume quizás sea el persistente dulzor aromático que recorre todo el perfume, desde la salida hasta la base, mutando lentamente hasta transformarse en una nota ambarada. En la primera fase de la evaporación recuerda al penetrante dulzor acaramelado de las agujas de pino frescas acompañado por un verdor algo seco pero poderoso y con recuerdos de manzana y semillas de granada. En conjunto, la salida presenta una curiosa faceta verde que hace pensar en una nota tipo caléndula/tagetes.

El perfume evoluciona con tonos luminosos hacia una base refinada de ámbar dulce. La mirra, suavemente especiada, está reforzada con una potente y oscura nota de regaliz mientras el opopanax continua la dualidad frescor/dulzor con un tono más meloso. Como en toda composición de Parfum d´Empire, Wazamba también exhibe una faceta cuero, aunque es una fugaz sensación que emana difusa, acompañada de acentos licorosos. El acorde ámbar mantiene el rasgo frutal del perfume, ahora con recuerdos de compota de manzana, y algo de frutos rojos para cerrar el círculo. Wazamba, en términos de olor, es más una fantasía orientalizante que un perfume de frankincienso en sentido estricto, aunque resalta de forma contundente su faceta frutal, pero sí que tiene la capacidad de invitar a respirar con profundidad.

wazamba

El nardo agreste y las sombras del bosque: Memoir Woman de Amouage.

13 viernes Dic 2013

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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absenta, almizcle, cardomomo, Cashmeran, castóreo, civeta, clavo, cuero, fenugreco, incienso, labdanum, nardo-tuberosa, patchoulí, perfume, pimienta rosa, sándalo

julie-kent
*Julie Kent como Odile, el Cisne Negro.

Odile es una figura serpenteante que desorienta y confunde al príncipe Siegfried con su intrincada danza. El príncipe se precipita hechizado. Odile es un fantasma oscuro pero Siegfried cree ver en ella a la grácil y pura Odette. Las apariencias engañan…¿o nos dejamos engañar?

En esa historia por capítulos que representan los perfumes en pareja de Amouage desde Jubilation 25 Woman Y XXV Man hasta Fate la búsqueda del equilibrio parece ser una de las líneas maestras del relato, pero ese equilibrio florece tanto en la armonía como en el caos y, por eso, el lenguaje de la perfumería adquiere a través de esta narrativa una bella plasticidad. Cada perfume representa un capítulo y cada capítulo tiene una estética muy concreta; con Memoir se intenta retratar el espíritu atormentado de un poeta maldito y sus visiones llenas de dulzor espinoso. La absenta es en este contexto la nota que da el aire de bohemia. Pero el lirismo de El Lago de los Cisnes permite limar las facetas más escabrosas de ese ambiente decadente creando una imagen casi magnética y potente: la del Cisne Negro, que concentra la oscuridad de su magia pero que también es la imagen especular del Cisne Blanco.

Memoir Woman representa ese personaje pero no desde el punto de vista del público que sabe dónde está el bien y dónde el mal, sino desde el punto de vista del hechizado príncipe. ¿Cómo? Creando un halo de confusión en el que la oscuridad rodea una flor radiante y fría, potente, elusiva y misteriosa. Creando una sombra.

La primera impresión de Memoir Woman podría hacernos pensar en Bandit de Robert Piguet, al fin y al cabo, se percibe mucho cuero y abundantes notas verdes secas y profundas pero, para mí, el tema chypre es aquí una impresión…un recuerdo, un modo de crear un escenario oscuro, lleno de neblina que oculta la fusión de distintos caracteres. Hay varios miniperfumes dentro de este perfume, o varias imágenes especulares…y puede resultar desconcertante pero digamos que esa es su fuerza.

Memoir Woman puede ser como una nube perfumada con un cuero muy elegante y sólido que evoluciona a lo largo del perfume mostrando diferentes facetas, desde ahumado a especiado pasando por las reminiscencias animalísticas de la civeta y el castóreo hasta fundirse con una base amaderada donde el patchoulí es un eco terroso y la faceta ámbar despliega una tersa cremosidad almizclada. Aunque, al principio, lo que parece es casi un perfume fougére, por su salida verde y aromática, herbal y alcanforada con su combinación de ajenjo y cardomomo formando una pantalla de espeso vapor verdoso sobre un fondo oscuro e impenetrable que se escapa. Sugiriendo de nuevo esa característica laxitud de los clásicos perfumes chypre. ¿Contradictorio? …

Entre ese aspecto verdoso y el oscuro cuero aparece una flor de carácter dual: el nardo (tuberosa). Esa dualidad entre cremosidad radiante, frialdad mentolada, cuerpo especiado y frutal es lo que finalmente parece representar Memoir Woman, pero sólo deja que la flor brille por completo en una parte muy concreta del perfume: durante su plenitud. Y, ni tan siquiera, en ese momento se muestra de forma clara, sino que su personalidad está sistemáticamente analizada, deconstruida y vuelta a sintetizar como si de un cuadro cubista se tratara.

Por un lado el verdor agreste y muy especiado con que se retrata esta flor enlaza con el frescor vivaz de los perfumes fougére a través de esa nota de absenta, por el otro esa aspereza inicial que descontextualiza el tema se da de lleno con un corazón floral, limpio y sedoso, con recuerdos de jazmín e ylang-ylang, de rosa almizclada y del especiado y lechoso Lys-Ylang, un material que da mucho cuerpo a las flores blancas pero a la vez está lleno de tonos difusos, perfecto para la atmósfera de vaguedad que el perfume pretende recrear. La vaguedad de una percepción distorsionada o de un recuerdo frágil.

memoir

Atmósfera (3ª parte) : Pomme d´Ambre.

15 lunes Abr 2013

Posted by Botanyuki in Archivo general, Un poco de Historia

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almizcle, ámbar gris, benjuí, labdanum, perfume, rosa

marydentonporgeorgegower1573
*Retrato de Mary Denton por George Gower (1573).

El uso de objetos perfumados como medio de purificar el aire desde la Baja Edad Media en adelante es un tema del que ya hablamos hace unos meses aquí. El perfume unido a la medicina ha sido una constante en la Historia desde el origen de las civilizaciones, aunque cada época se ha caracterizado por un uso concreto. Los pomme d´ambre, pomanders o pomos de olor fueron objetos venidos de Medio Oriente e implicaron una forma de reintroducir el perfume en la sociedad tardomedieval de Occidente tras la caída del Imperio Romano.

En origen pomme d´ambre hacía referencia a la bola de olor misma, más tarde también comenzó a llamarse así al objeto que la contenía. No hay datos certeros sobre el momento en que los pomos de olor llegaron a Europa desde la cultura árabe aunque los materiales típicos de que estaban compuestos –ámbar gris, almizcle- sí se conocían, pero se toma como referencia una cita de la escribanía del Emperador Barbarroja en 1174 en la que se describe un pomo de olor con pepita de ámbar gris en su interior regalo del rey Balduíno IV de Jerusalén.

pomander3

Durante el s. XIV se extendió la costumbre de llamar pomander al objeto que contiene la bola olorosa . Al principio estas piezas eran más sencillas, incluso podían usarse como cuentas de collar, pero el diseño fue complicándose progresivamente hasta ser auténticas piezas de orfebrería labrada que podían llevarse engarzadas en collares, cinturones, pulseras, botones, etc. Continuaron en uso hasta el s. XVII, entonces comienzan a verse como signo de coquetería y finalmente acaban pasándose de moda en el siglo siguiente, cuando las Aguas son la fórmula preferida para limpiar el aire de vapores contaminantes.

Pero la valoración de ciertos olores poderosos que incluían las recetas de los pomos -tipo almizcle o civeta- como olores narcóticos que sólo se usan con malas artes para confundir los sentidos no fue una idea surgida en el s. XVIII, sino un cambio de paradigma en el valor de los olores por el cual ciertos aromas pungentes eran denostados. Pero previo a ese momento encontramos un cúmulo de recetas populares que tenían la finalidad de intentar ejercer influencia en terceros- como las filtros de amor y demás pociones- donde el trabajo de sustitución de unos materiales que podían alcanzar el valor de dos veces supeso en oro por otros asequibles pero que imiten los primeros supone todo un arte. La Celestina de Fernando de Rojas retrata no sólo a una alcahueta, sino también a una hábil fabricante de perfumes y afeites que domina el arte de la sustitución en su clandestino laboratorio.

Las sustituciones eran algo común puesto que un pomander era un artículo muy lujoso. Las dos tradiciones conviven: la popular representada en la novela de Rojas y la apotecaria. El cambio de valor venía dado sobre todo por la clase social. Así, existían fórmulas para burgueses menos pudientes que combinaban cosas que se podrían apreciar como menos caras: aloe, alcanfor, albahaca y menta seca pero que encerradas en una joya esférica de oro o plata adquieren otra connotación.

La rosa fue siempre un producto muy usado para formular incluso en las recetas de pomos encontramos su presencia. Un ejemplo paradigmático nos lo dejó Nostradamus -que además de escribir profecías también era farmaceútico- en su Traité des Fardements et Confitures (1556), deja escrita una receta para fabricar pomos de olor que contiene «extracto» de rosa (una especie de jarabe denso que él mismo explica en otro pasaje del libro cómo se obtiene al cocer los pétalos).

pag56

Se trata de una receta bastante sofisticada que mezclaba labdano, styrax, benjuí, ámbar gris, almizcle, polvo de violeta y tabletas de rosa. Todo reducido a polvo y de nuevo mezclado con extracto de rosa se amasaba hasta obtener una masa fina con la que poder modelar los pomos. Nostradamus describe su olor como algo supremo y de gran duración ¿podéis imaginarlo?
Estas bolas además de formar parte de complejas joyas o rosarios, también podían quemarse como incienso.

Frederic Madden recoge en 1584 una fórmula deudora de la anterior pero más sencilla: estoraque (styrax), calamita, labdanum y benjuí. Todo molido y disuelto en agua de rosas para formar una masa con la que formar las manzanas que después irían empolvadas con especias de canela y clavo, para finalmente pasar por un baño de almizcle, civeta y ámbar gris.

Así pues, en origen, los pomos de olor llevaban pepitas de ámbar gris y quizás almizcle, pero según se extendió su uso y aumentó la necesidad de producción comenzaron a surgir fórmulas que mediante sustituciones intentaban acercarse en algo a ese inalcanzable olor …podríamos decir que aquellos eran proto-acordes de ámbar. Y quizás también contribuyeron a formar ese embrollo polisémico entre ámbar como materia prima y ámbar como joya. Quizás.

TizianoClarissa_Strozzi1542
*Retrato de Clarissa Strozzi por Tiziano (1542).

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