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Olibanum: cuaderno de perfumes

Olibanum: cuaderno de perfumes

Archivos de etiqueta: lirio de los valles

Escritos para otro verano (2ª Parte): Miss Dior (1947), aquel Miss Dior.

20 jueves Sep 2018

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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aldehídos, ámbar gris, civeta, gálbano, jazmin, lirio de los valles, musgo, patchoulí, perfume, tuberosa, vainillina


* Modelo Bar de la colección Dior En Huit et Corolle de 1947.

Es hora de contar esta historia para hablar de lo que fue y ya no volvió a ser. Comencemos abordando el tema con una definición matizada: los chipres fueron, posiblemente, los perfumes más idiosincráticos de la perfumería del s.XX. Aún hoy, cuando sólo son una pálida sombra de lo que fueron, suponen un gusto muy específico que la mayoría de la gente no comparte, ni compartía. Un chypre clásico saturado de musgos y labdanum, con sus notas animales acompañando un desbordante jazmín o una narcótica rosa y con ese empolvado acabado no es un olor altamente atrayente salvo para quienes realmente adoran este tipo de perfumes. Y adorar es la palabra clave porque quien prefiere llevar un chipre es porque le gusta de forma instintiva o casi, porque es un gusto que surge de forma natural cuando atrae la complejidad, la tensión, el brillo entre las sombras y las sugerencias naturales de musgo, tierra y humo envueltas en la calidez de las notas ambaradas.

El principio de esta historia se pierde en la noche de los tiempos pero, ciñéndonos a un marco contemporáneo, podemos decir que todo comenzó con François Coty. Él sentó las bases de la estructura moderna al (re)definir el género con ciertos ingredientes que se convirtieron en canónicos porque juntos creaban un perfil característico. Musgo de roble, labdanum, bergamota son los más salientes pero también está el jazmín, el iris y notas de rosa oriental el estilo La Rose Jacqueminot. Lo más singular en el caso de Coty es que su Chypre de 1917, que representa la culminación de su estilo contrastado, está dotado de una suavidad aterciopelada única e inesperada, mientras sus descendientes muestran estructuras claramente dramáticas.

La evolución del género chipre es otra historia; a principios del s.XX las facetas orientales los adornaban y frecuentemente se complementaban con aldehídos. Pero poco a poco fue surgiendo esa silueta marcada y estratificada que asociamos con este tipo de perfumes, hasta que llegó su momento, su época dorada, y aparece una de las creaciones más complejas y originales de la Historia: Miss Dior de Christian Dior. Aquel Miss Dior de 1947 que entonces acompañaba la estética del New Look marcó un nuevo estándar. Paradójicamente, aquel también fue un perfume en el que culminaba un estilo basado en notas muy contrastadas,pero al contrario que Coty, ahora hablamos de cientos de notas, no de fórmulas cortas.

Paul Vacher ( Sortilége de Le Galion , Arpége de Lanvin) fue el encargado de mezclar el perfume siguiendo la fórmula de Jean Charles. Eso se suele decir aunque no esté del todo clara la historia; en todo caso, Miss Dior era un chipre aldehídico con una importante faceta ambarada y abundantes notas verdes. Rico, complejo y original.

Se ha clasificado de múltiples maneras y no necesariamente por atender a la versatilidad del acorde chipre sino respondiendo a las múltiples reformulaciones que el perfume ha sufrido, incluída la revisión de la fórmula que realizó Roudnitska en 1992 para el extrait de parfum. Lo que desde 2011 se vende como Miss Dior EdT Originale no permite hacerse siquiera una idea aproximada de los que fue el perfume en sus días de gloria; la actual fórmula se lee simplemente como un perfume «clásico» de tipo chypre que ha perdido todo su esplendor, esto es, la riqueza de detalles, la calidez y la profundidad. Ya no se reconoce como aquel perfume lujoso que en su momento fue motivo de inspiración e imitación hasta popularizarse el tema a través de la perfumería funcional, sobre todo gracias a la fragancia del jabón Lux cuando éste olía tan perfumado…

Dos días antes del San Valentín de 1947 es una fecha clave en esta historia. Fue el día en que Christian Dior presentaba su colección de 90 modelos llamada «En Huit et Corolle». Era un nombre totalmente descriptivo, «en 8 y corola» se refería a la silueta (re)creada con las prendas. Dior había transformado los maniquíes de costura para conseguir el resultado que su mente proyectaba: reelaborar la antigua y muy encorsetada figura femenina de la Belle Époche. Lo hizo manteniendo aquella estrechísima cintura ópticamente realzada por amplias faldas acampanadas de tafetas que simulaban la corola de una flor, pero Dior redondeó mucho más las formas dando a todo el conjunto un aire casi arquitectónico -¿o debería decir escultural?-. De aquel desfile destacó el modelo Bar hoy considerado icónico del New Look.

Aquellos vestidos como ropajes estaban hechos con telas fabulosas y la abundancia de las mismas era sorprendente. La colección recibió algunas críticas por elaborar complejos patrones que requerían metros y metros de tela, un artículo aún bajo régimen de racionamiento pero ¿qué problema podrían suponer los géneros si el patrocinador y socio de Dior era el fabricantes de telas Marcel Boussac? Todo se hizo a lo grande, aquello fue una vuelta a la opulencia. Telas variadas y en cantidad, telas de gran caída, cosidas de tal modo que parecían armaduras capaces de sostenerse solas y de aguantar el peso de un broche importante o de acompañar un collar de perlas impresionante.

Pero dos guerras habían pasado entre la Belle Époche y el New Look. Los enfrentamientos bélicos habían cambiado muchas cosas en la sociedad, no sólo fueron los estragos causados en la economía y el paisaje, también fue la manera de ver al individuo y la propia relación con la psique…habían quedado al descubierto muchas cosas que antes las normas del decoro obligaban a tapar…pese a ser totalmente evidentes. El decoro pues ya no era la única regla y eso dio paso a una nueva sensualidad que Dior supo captar muy bien. Él dijo que había diseñado vestidos en pos de la femineidad, para recuperar el deseo de vivir tras años de dureza y austeridad aunque el modelo elegido fue algo estereotipado pese a su belleza. Sin embargo, el perfume que acompañó la colección fue otra cosa. Fue el auténtico caldero en el que hervían los deseos mezclados con refinamiento y mucha osadía. No era convencional y transmitían algo dinámico, moderno e incluso subversivo.

En aquel Miss Dior latía la huella de un perfume compuesto seis años antes por Germain Cellier para Robert Piguet: Bandit. Jean Charles admiraba este perfume y ya en 1946 había compuesto Ma Griffe(Carven)
siguiendo su mismo patrón de contraste: un complejo de notas verdes basadas en gardenia sobre fondo de cuero basado en isobutil quinolina (IBQ).

Cierto que Miss Dior también rescataba algo más antiguo, en concreto, el esquema de Coty y el gusto por los aldehídos contrastados por un fondo ambarado siguiendo la estela de los emblemáticos Nº 5 de Chanel y Arpége de Lanvin, pero lo hacía a través del filtro moderno de Bandit. Parece claro que Jean Charles admiraba la fuerza del contraste con que trabajaban Coty y Cellier, pero estudiando su método -el método para muchos- surge una mente atenta al detalle, minuciosa como un orfebre. Quien sabe, quizás lo que admiraba Jean Charles era la consecución misma de la armonía.

Tanto François Coty como Germain Cellier creaban perfumes con un estilo muy expresivo, basándose en la sobredosis de ingredientes robustos que dotaban al perfume de fuerte impronta. Jean Charles los admiraba sí, pero su estilo y el de Paul Vacher eran de factura más clásica, detallista y suntuosa. Parejo a loa vestidos de Dior y, no sólo el estilo sino también la forma de hacer era equiparable. Si el desfile de Dior hacía gala de una abundancia de telas ya olvidada, el perfume estaba repleto de complejos y ricos ingredientes que daban esa profundidad intensa y característica que hoy asociamos con los grandes chipres del pasado. Se dice que la fórmula original de Miss Dior contenía 350 ingredientes, entre ellos bases creadas por el propio Jean Charles, musgos, una generosa dosis de patchoulí, isobutil quinolina, ámbar gris, absolutos de jazmín, rosa y tuberosa obtenido por enfleurage…cosas que hacían que los perfumes se percibieran más llenos, más mantecosos y más todo y luego estaba el toque de vainillina que creaba en la faceta empolvada de Miss Dior un acabado más redondo, cálido y ambarado.

En este punto conviene recordar que Christian Dior, antes de fundar su propia casa de modas, había trabajado para Robert Piguet y, cuando decidió crear su primer perfume acudió a su amigo de la infancia Serge Heftler-Louchine (abuelo de Frederic Malle), quien durante 25 años había trabajado en Coty. Así viajan las ideas.

Como resultado de todo esto Miss Dior fue, hasta cierto punto, una reelaboración el pasado y una recopilación de las nuevas ideas que iban surgiendo en aquel entonces -el contraste entre cuero y notas verdes- pero se combinó todo de tal manera que resultó una nueva propuesta que proyectaría su influencia durante décadas. Tenía varios puntos fuertes; uno de ellos era su pronunciada faceta ambarada adornada con aldehídos que le daban un efecto radiante y femenino aunque en el fondo se percibía como un perfume sin género, lo que le daba un aire muy chic. Hoy las nuevas generaciones ven este perfume como un olor del pasado o peor, como de persona mayor, pero en concepto sigue teniendo algo moderno. Al menos en concepto. Miss Dior se creó con el mismo espíritu que la colección de ropa: para celebrar el deseo de vivir y estaba especialmente pensado para acompañar a la nueva generación de debutantes en su esmerada introducción en sociedad.

Así, Miss Dior era burbujeante y algo afrutada, jovial casi pero, a la vez, seria y sobria por aquel tono tan herbal que la distinguía. Esa dicotomía ya presente desde las notas de salida caracterizará todo el perfume y lo hará único en su especie. No sé si habrá habido un perfume que mejor exprese esa idea de posibilidades y culminación juntas. Suele ser una cosa o la otra.

Su salida verde ya muestra la complejidad del perfume. Gálbano perfumado con aldehídos, acompañado de salvia, coriandro, lavanda, nerolí y capullos de gardenia recrean el aire primaveral con un tono chispeante y alegre, pero a la vez es también seco y aromático. El acetato de estiralilo con que se crea la gardenia ayuda a dar ese tono de inicio seco tan coherente con el desarrollo del perfume. Así seco pero burbujeante es algo que sugiere champagne.

El corazón del perfume se reparte entre jazmín musgoso con acento animalístico, un nardo de gran riqueza que hace pensar en bombones de coco helados, un fresco lirio de los valles y el clavel fundido con una nota de rosa oriental salpicada de especias. Sin embargo, Miss Dior no se percibía como muy floral sino como algo más bien herbal, musgoso, húmedo pero cálido y amaderado pero dulce características que se concentran en la base gracias al musgo de roble y de encina, el acorde ambarado con vainillina, ámbar gris y civeta que aportaba esa vibración única de las notas animales junto con la oscuridad terrosa del patchoulí y notas de vetiver que acentúan la faceta amaderada. El iris también fue una nota muy importante en este perfume, aportaba el distintivo toque empolvado a la vez que unía la faceta amaderada, musgosa y ambarada.

El verdor sugerente, la sequedad herbal, el componente animalístico, los recuerdos a tierra húmeda, el nardo helado, el jazmín brillante… todo junto creaba el perfume apropiado para aquellas jóvenes de entonces que cultivaban el estilo lady like, algo que parece de otra época porque vivió tiempos mejores aunque parece que nunca desaparece del todo. Pero hoy, Miss Dior ya no representa el colmo de la femineidad, menos aún la insolencia de la juventud, y seguramente las nuevas debutantes sean más partidarias de perfumes dulces o evidentemente florales. Los modelos de femineidad varían cada cierto tiempo -iba a decir que cambian pero, en realidad, creo que los cambios son algo menoress de lo que pensamos- y, tal como ellos cambian también lo hacen los perfumes, esos líquidos olorosos que pueden marcar un momento en la vida de alguien en particular pese a seguir una moda o un convencionalismo social. ¿No es curioso cómo el entorno nos define más de lo que pensamos?

Quien tenga cierta edad podrá tener recuerdos de aquella Miss Dior, un perfume que no podría ser ya más que algo del pasado: el gálbano no es muy del gusto actual, el musgo en breve quedará totalmente restringido, ya no hay absolutos florales como los de antes, los matices animalísticos asustan y no parece haber notas lo suficientemente densas en la actualidad para redondear sus aristas e integrarlas finamente en una composición -quiero decir integrarlas finamente de verdad-. La realidad es que ya no se cultiva más la riqueza sensorial en el perfume, hay demasiadas limitaciones; si se cultiva y se explota en la publicidad, ahí hasta la saturación. De hecho la nueva Miss Dior (antigua Chérie) se presenta siempre con un espíritu romántico a la vez que indómito. Curioso.

Sensación de brisa: Sublime Balkiss de The Different Company

10 jueves May 2018

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almizcle, brote de grosella, hoja de violeta, lila, lirio de los valles, patchoulí, perfume, rosa

anhe
* Retrato de mujer por An He.

¿Dónde surgen exactamente las ideas? A veces es difícil concretar. Lo que normalmente señalamos como el momento esclarecedor, en el que vemos la idea con total claridad, suele ser la culminación de un proceso; a partir de un detonante damos forma a datos y sensaciones de distinto tipo que se han ido acumulando en nuestra memoria, procesadas a distintos niveles y guardadas en distintos almacenes de nuestro cerebro hasta que el momento «eureka» las une y les da forma. Es esta una experiencia global que emociona y agita porque las ideas pueden ir más rápido que la mano intentando tomar notas: hay que estar preparada para aprovechar ese momento.

Resulta llamativo como esto ocurre de la forma más insospechada y como las causas suele ser remotas. Cuando a un creador de perfumes se le pregunta por el origen de sus ideas la respuesta puede ser tan imprecisa como «de cualquier cosa» , esto no falta a la verdad aunque evite explicar-tantas-cosas-difíciles-de explicar. Algunos comentan como sus ideas surgen estudiando minuciosamente un pequeño acorde a partir del cual van cosntruyendo universos de olores, esta es una explicación basada en la praxis: se aprende haciendo y deshaciendo. Nada más cierto porque no se puede dejar de lado que toda creación artística, del tipo que sea, tienen unos fundamentos técnicos y, el perfume es, al fin y al cabo, un ejercicio de revestimiento. El creador trabaja con unos materiales, de olor más abstracto o concreto, algunos muy facetados y otros más simples, algunos pungentes o ásperos otros aterciopelados y suaves. La otra cara del asunto es cómo huele al final lo que el perfume contiene, qué forma adquiere y si es capaz de evocar algo; ahí es donde surge la prosa.

Esa prosa a veces es elaborada, aguda, refinada, ingeniosa o aburrida, absurda, rebuscada, poco cuidada, directa o sutil, personal o distante. Con la prosa se ofrece el producto al público con narrativas bien argumentadas o con retazos pero el fin es conectar con el público; mientras el público espera que al oler el perfume la prosa y el efluvio se complementen y formen un todo que no desengañe; que sea una de esas experiencias holísticas. Un ejemplo paradigmático fue el antiguo Opium de Yves Saint Laurent: frasco, fragancia y publicidad tenían la misma fuerza, convergían en una idea. Esos lanzamientos de espíritu tan compacto parecen cosa del pasado y puede que, en parte, sea porque las fragancias cada día son más transparentes, simples y «polivalentes», así que para publicitarlas se acude a la saturación con distintos elementos en juego porque alguno despertará interés , o se reduce todo a sugerir frescor a través de la juventud porque eso siempre atrae o se hacen anuncios llamativos, provocativos u horteras que nada tienen que ver con el perfume sino con la finalidad de atraer a un potencial consumidor.

En el sector niche la narrativa es una piedra angular para el posicionamiento de las marcas, caso ejemplar fue Kilian y L´Oeuvre Noire. Marcar la diferencia con una buena historia es clave y, si no hay historia, hablar de ingredientes de calidad es la siguiente opción o acudir al siempre útil tópico de las gloriosas décadas del pasado que se intenta resucitar. Normalmente las firmas optan por una u otra cosa pero The Different Company con Sublime Balkiss (2008) se decidió por todas; este perfume ha sido promocionado de muchas maneras, quizás porque realmente pueden leerse en él muchas cosas y quizás también porque resume muchas ideas. Al olerlo no cabe duda de que es todo un ejercicio de síntesis en el que se aprecian distintos rasgos clásicos de escuela y que tiene su propio encanto pero la referencia a la Reina de Saba a través de su nombre Balkiss no deja de ser algo asombroso…porque evoca exotismo, misticismo, orientalismo, porque es una figura mítica por su belleza y su sabiduría que imaginamos perfumada con algo suntuoso y matizado como un generoso ungüento o un aceite ceremonial. Quizás la idea última sea la rosa: miles de pétalos de rosa infusionados en un exótico aceite pero el perfume de The Different Company no tiene nada de untuoso. Al contrario.

De todos modos en Sublime Balkiss hay bastante rosa y, de hecho, una forma de leerlo es como un ejercicio en torno al olor de la rosa: hierba recién cortada, matices aromáticos, geranio y almizcle configuran a grandes rasgos el olor de una rosa, una idea básica a partir de la cual se van descomponiendo notas en matices hasta reconstruirla de nuevo como un olor transparente, tenaz y flotante de vegetación, jardines en flor o bosques en verano. Olores de la naturaleza. La rosa en la brisa.

De naturaleza se habla en todo momento en el perfume y en la prosa del perfume al hacer referencia a un viaje a Irlanda en el que Celine Ellena encontró un nuevo olor a lluvia, más fresco y más dulce que el de La Provenza y un viento ligeramente mineralizado que transportaba el olor amaderado y herbal del brezo. Fue el recuerdo de esta experiencia el que encendió la chispa y le dio la idea de crear un perfume de carácter chyprée que, en principio, sería para su uso personal.

Sin embargo, para mi, Sublime Balkiss es, en síntesis, Grasse y la escuela contemporánea de perfumeria que inicia Edmond Roudnitska. Diría más, es un ejercio muy analítico en torno a las posibilidades de los materiales que remite a Diorissimo; no tanto porque muy vagamente pueda recordar a este perfume como por el modo en el que el olor de la rosa es el punto de partida y se van desgranando sus facetas verdes y frescas hasta sugerir lirio de los valles y lilas. Igual que el clásico de Dior.

Y como el clásico de Dior tiene un acabado chypre pero lo consigue sin seguir el canon académico de aglutinar todas las notas en torno al eje bergamota-labdanum-musgo. Este es un perfume de factura moderna, sin musgo de roble y con contrastes menos pronunciados aunque evoluciona con suavidad, como ondas en el agua, como cabe esperar en un perfume chipre.

Se dice que Sublime Balkiss también quiere rememorar el Hollywood glamuroso de los años 40´s ¿debemos entonces pensar en un icono de la época como Femme de Rochas, un chipre frutal descendiente de Mitsouko? De los chipres frutales tiene el contraste entre el brillo penetrante de las notas afrutadas y las secas y aterciopeladas bases musgosas; pero la faceta frutal no se basa en lactones sino sobre todo en el absoluto de brote de grosella que, bien manejado, aporta múltiples matices que varían desde frescor herbal a licor de frutos rojos, moras y el toque verde y ácido del ruibarbo. A algunas personas les recuerda a Aqua Allegoria Pamplelune de Guerlain pero el parecido reside en el carácter que imprime en brote de grosella en salida. De otra forma, este acorde verde-frutal-cítrico, expansivo y expresivo, en contraste con la base almizclada-amaderada rica en patchoulí -un patchoulí verde pero también balsámico y ligeramente empolvado por una faceta de cacao- hace pensar en cientos de perfumes modernos inspirados por Angel (1992) de Mugler; pero porque Sublime Balkiss está lleno de verdor y transparencia, conecta mejor con Prada Amber pour Femme (2004): limpio, fresco, suave pero penetrante, con un aire oriental, de carácter tenaz y ligeramente masculino.

Pero Sublime Balkiss también tiene una importante faceta acuosa y floral con la lila jugando un rol principal. Como en muchos de los grandes bouquets del pasado la lila aquí sigue siendo una nota floral armonizadora que da volumen a lo rosa, al muguet y a la discreta violeta. La diferencia con los perfumes clásicos es que en lugar de ser una lila dulce, empolvada y anisada es una lila moderna, acuosa y con acentos marinos.

La lila tiene un carácter ambivalente hoy en día porque es una nota muy presente en fragancias funcionales, ya no es solo aquella romántica flor de primavera. En Sublime Balkiss el consabido filo cítrico-pinoso está presente y, hasta cierto punto, puede ser una sensación cabezona pero, al final, la nota guarda las formas y consigue imprimir un carácter bucólico al perfume al recrear ese efecto de humedad, reminiscente de una tarde de lluvia en cuyo aire los olores se amplifican. También aporta una faceta limpia y empolvada de jabón de tocador. Ese aspecto de humedad jabonosa es otro guiño a los clásicos perfumes estilo aldehídicor florales como Madame Rochas o chipres verdes florales como Eau de Soir de Sisley. En todo caso, aquí la lila no se limita a ser un olor limpio y floral «clásico moderno» sino que se inclina más hacia el lado moderno con esa vibración ozónica y ligeramente metálica que también encontramos en Pleasures (1995) de Estée Lauder.

He aquí otro aspecto legible en el perfume: la huella de la década de los 90´s con su abundancia de acordes ozónicos reminiscentes de mar, de océanos y de frutas de verano. De nuevo la idea de brisa recorre el perfume. Brisa marina con acentos salados que aportan un frescor prolongado. Algo del esquema básico con que se construyó Parfum d´Elle (1990) de Montana late en el perfume de The Different Company. El perfume de Montana también era chyprée y frutal con acentos ozónicos; era atípico y clásico al mismo tiempo, basando su carácter en el contraste entre verdor vegetal, cremosidad floral y tonos salados. Esa idea que quizás se puede seguir leyendo en Miss Dior (Chérie, 2011) de Dior en clave más sútil y por esto Sublime Balkiss puede seguir recordando a este otro perfume de Dior.

A nivel pragmático, el fin último de este perfume era crear una ilusión de perfume musgoso sin usar musgo de roble u otros materiales relacionados en la fórmula y, a través de esa «ilusión musgosa» evocar algo que transmite naturalidad, lo que es una característica en The Different Company. Así que, en el núcleo de toda esta historia, está el absoluto de hoja de violeta cuyas posibilidades se exploran a fondo. Al fin y al cabo, el musgo de roble recuerda a mar y a maderas al mismo tiempo y, el absoluto de hoja de violeta egipcio, tras su verdor, su olor a frutas acuosas y a violetas tiene ese recuerdo a aire húmedo de la brisa de mar. El patchoulí , una nota ya canónica para hacer un chipre moderno, refuerza la idea y añade al mismo tiempo una faceta apimentada y ligeramente masculina más tradicional junto con una faceta más suave y balsámica de cacao propia de una esencia fraccionada.

Así pues, ¿dónde surgen las ideas? Es difícil precisarlo, lo único que queda claro es que es un proceso que requiere tanto acción como reflexión. Sublime Balkiss es un buen ejemplo; detrás del perfume subyace un ejercicio académico pero es el interés por recrear la naturaleza donde reside la intención artística. En mi opinión más personal, todas las referencias a otros perfumes clásicos y modernos quedan superadas por esa sensación natural. El perfume logra la difícil tarea de evocar la primavera, en un sentido abstracto e intimista a la vez. No es tanto un jardín o un paisaje o un lugar concreto como la sensación transparente y prolongada del verdor que perfume la brisa en primavera. Esa brisa sugerente y a la vez indeterminada que es como una ilusión juvenil. Es tan cándido como el deseo de un verdor perenne pero es algo que te llega y con ello te quedas para siempre.

Momento musical: Primavera y Otoño, fragmento de Tormenta de Nieve de Georgy Sviridov. Es fascinante el modo en que Sviridov transforma el frescor tierno de la primavera en cálido y nostálgico aire otoñal, no?

Lirio de los valles y flor de naranjo para este mayo.

16 martes May 2017

Posted by Botanyuki in Usando perfume

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almizcle, flor de naranjo, lirio de los valles, madreselva, perfume

Mayo puede ser el mejor momento para llevar esos florales más suaves y sencillos de nuestra colección; tan sólo ribeteados de verde, de musgo o de algodonoso almizcle se despliegan con naturalidad y acompañan la brisa primaveral. Estos son mis favoritos:

–Muguet Blanc de Van Cleef & Arpels. Hay muchos perfumes de lirio de los valles realmente bonitos, muchos de ellos ponen el acento en el verdor, así se muestran frescos y crujientes. Este perfume de Van Cleef & Arpels no se aleja de esa idea pero tiene la peculiaridad de mostrar los distintos matices del muguet acompañados de una textura cristalina que lo hace realmente especial. Como Murmure sigo sin entender por qué lo retiraron. ¿Alguien más recuerda aquel perfume llamado Murmure?

–Le Chèvrefeuille de Annick Goutal. La gente comenta a menudo como este perfume hace pensar en el té helado al limón y es cierto que en verano muestra más ese aspecto, pero en el templado mayo es cuando mejor se aprecia su filo anaranjado reminiscente de flor de naranjo y el verdor que aporta el toque de narciso en este perfume.

–Narciso Rodriguez for Her. A veces prefiero un perfume que insinúe las tonalidades de flor de naranjo que oir la conocida melodía directamente, si además se le une la indulgencia de un almizcle ambarado ¿qué más se puede pedir?

Momento musical: Celtica de Emma Shapplin.

Algunos perfumes de flor de tilo.

02 jueves Feb 2017

Posted by Botanyuki in Usando perfume

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almizcle, flor de tilo, lirio de los valles, perfume

princesa

Leyendo El Acre del Dolor -en Cuentos de Invierno– de Karen Blixen este párrafo me atrapó con su exactitud y belleza:

En la corta vida del verano danés, no hay momento más rico o más dulce que esa semana en que florecen los tilos. La divina fragancia embriaga el cerebro y el corazón; parece unir los campos de Dinamarca con los del Elíseo; contiene heno, miel e incienso sagrado, y es mitad país de las hadas y mitad alacena del boticario. La avenida (de los tilos) se transformaba en edificio místico, en catedral de las dríadas, desde la cima hasta la base profundamente adornada, cubierta de numerosos ornamentos y dorada por el sol. Pero detrás de los muros, las bóvedas eran benignamente frescas y umbrías, como santuarios de ambrosía en un mundo deslumbrante y ardiente; y allí dentro, el suelo estaba húmedo todavía.

Cualquiera que haya caminado por una avenida de tilos reconoce la imagen. Se puede caminar bajo los tilos como conducido por un hechizo, sin ser muy capaces de explicarnos porque el lugar en el que estamos se transforma en un camino sereno y refrescante hasta que lo dejamos atrás. Sólo cuando esta experiencia se repite varias veces se comprende lo que ocurre sin que desaparezca esta sensibilidad: avanzas en ese estado de ensueño porque el aire está saturado del aroma de los tilos.

No hay perfume que consiga reproducir esta magia al completo. La flor de tilo tiene un perfil rico, difuso y a la vez delicado; lleno de sombras, sequedad, brillos y humedad. En general, por ser sus flores ricas en farnesol -un componente de aroma sutil, verde y almizclado, reminiscente de lirio de los valles- suele aparecer frecuentemente unida a perfumes de muguet, en un contexto fresco y ligero, es decir, se retrata casi de forma genérica.

Así que un gran perfume de flor de tilo yo casi diría que aún no existe pero en algunos se encuentran trazas de esa sensación mágica que tiene cruzar una avenida de tilos un día de verano. He aquí algunas sugerencias:

–5th Avenue de Elizabeth Arden. Flores aéreas: entrando en la avenida. Simple pero efectivo a la hora de recrear un verdor acuoso que recuerda al pepino, con toques de lila y un efecto empolvado suave. Para quienes gustaran del clásico frescor floral de Elizabeth Arden EdT basado en un muguet cítrico, esto es dar un paso más en la misma línea de frescor limpio pero más redondo y sofisticado en sus notas verdes.

–Eau de Ciel de Annick Goutal. Ya en medio de una avenida de tilos, no lejos del bosque, tras una tormenta de verano. Húmedo y refrescante pero también amaderado con la sequedad casi abizcochada característica de las flores. Ese contraste entre lo húmedo y lo seco lo hace especial.

–Musti de Mustela. Pétalos en tu nariz. Construido con extracto floral de Tilia cordata y de flor de aciano, es una fragancia infantil sin alcohol que deja entrever la faceta tímidamente empolvada de la flor junto a su tierno aroma afrutado de piel de manzana. Dulce y etérea.

–Debut delRae. Los densos racimos cuajados de flores. Es tilo y muguet magnificados. Intenso en notas verdes y cítricas pero con una declinación floral ajazminada que lo acerca a Diorissimo.

–Lindenblossom de April Aromatics. Recuerdos tras el paseo. Por ser un perfume en aceite, tiene un desarrollo más plano y cercano a la piel, entre lo cítrico alimonado, lo herbáceo y lo meloso empolvado recrea una difusa sensación floral reminiscente de ese caminar entre los tilos. La versión en EdP llamada Unter den Linden tiene más contraste entre notas verdes y melosas, pero también evoluciona bastante dulce y floral, mientras el aceite mantiene unas trazas terrosas que lo hacen más carnal.

Quizás sea la promesa del reverdecer, cuando las tardes son ya más luminosas y comienzan a florecer las mimosas, que para mi se hace tan apetecible probar perfumes más tiernos y afrutados o más empolvados y verdes como los de flor de tilo, pero en realidad el olor tiene algo terapéutico que sienta bien recordar en cualquier momento del año. ¿Tenéis vosotros un perfume de flor de tilo preferido?

Momento musical: El faro de Patrick Watson.

Girldom perfume: Miu Miu Eau de Parfum.

13 viernes May 2016

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almizcle, jazmin, lirio de los valles, patchoulí, perfume, pimienta, rosa

miumiu

«Hace falta mucho,mucho tiempo para ser joven». Pablo Picasso.

La misma presión por comportarse como adultas, por crecer y hacer las cosas que hace el resto del mundo como bajo un velo de aventura. La misma inflexibilidad con los propios errores. La misma angustia por no llegar. La intranquilidad por la incertidumbre del futuro. Y todos esos consejos recibidos pero no del todo entendidos y, por tanto, rechazados. Esto veo en muchas chicas jóvenes.

Una mujer cuando tiene pocos años tiene menos oportunidades de disfrutar de su juventud de lo que los adultos le echan en cara. Hay demasiadas presiones por crecer, demasiado miedo a ser ridícula y a diferenciarse tanto del resto que se genere rechazo.

En medio de tal contradicción, mientras todo se te da y todo se te comienza a negar, desarrollar de una forma palpable una sensibilidad propia parece una cuestión de supervivencia. ¡Y lo es!

El universo adolescente, un fenómeno sólo permitido en la cultura contemporánea urbana, durante décadas mantuvo una custodia adulta que marcaba los límites con claridad. Hoy los límites son más difusos, cosa no exactamente buena, incluso parece que se hayan fundido la adolescencia con la primera juventud en una especie de eternidad. Sin duda, el acceso a un smartphone y, por tanto, a Internet de forma inmediata ha cambiado el panorama de forma drástica. Hay otras formas nuevas de manejar la comunicación personal y un acceso a la información que antes no había. Per además de los nuevos peligros parece que también existe claramente el deseo de desarrollar una personalidad propia, aunque no se entienda bien que es eso y por tanto se haga por distintos medios. Tanteando. Uno de ellos es creando espacios propios. También espacios propios virtuales con fuerte carga visual. Por eso hoy podemos hablar de un universo girldom. Un pozo de deseos un poco feérico, algo silvestre y a la vez cultivado. Donde jugar a ser princesas dueñas de su propio destino.

Girldom -cuyos dominios se extienden por todas las redes sociales con especial arraigo en Tumblr- engloba cosas de lo más dispares: desde canciones de Lana del Rey a la repostería decorativa. Pero, en el fondo, comparte un rasgo importante con algo tan clásico como las manualidades de scrapbooking: la acumulación de imágenes y cosas preciadas (preciosas) que ayudan tanto o más a definir un espacio y una identidad como a preservar una identidad. En el fondo no es una paradoja.

Este universo girldom impregnado de romanticismo, cromos vintage o emperatrices góticas habla del empeño juvenil por elegir como principal via de crecimiento, frente a la forma tradicional de crecer asumiendo. Es un empeño bisoño de lo más dulce, quizás hasta saludable en ciertos aspectos ya que crecer solamente a la dura…Desde esta perspectiva se puede entender como algunos perfumes se han convertido en paradigma de este universo (Chloé y sus derivados) porque en ellos cristaliza el cumplimiento de varias expectativas, esto es: oler como brisa fresca y limpia, con un halo brillante y alegre, no con el olor floral tradicional sino con otro tipo de olor más crujiente que se pueda percibir como algo propio.

Los perfumes verdes despuntaban en los 60´s y eclosinaban en los 70´s dirigiendose ya a mujeres que preferían elegir su propio perfume y ese elegir era como un gesto de independencia, frente a algo que normalmente se regalaba. Sin embargo fue con Anais Anais de Cacharel, un perfume floral-floral, cuando comenzó a tomar forma una idea de perfume de juventud, aunque luego el perfume gustara tanto y fuera usado en un rango de edad muy amplio. El perfume de Cacharel aún retenía rasgos de sensualidad madura. Hasta entonces las chicas jóvenes tenían pocas opciones.

En el sector niche había alternativas pero limitadas por el acceso a estos productos: Dyptique, L´Artisan Parfumeur, Lubin y sobre todo Annick Goutal que se anticipó como en otras ocasiones a este triunfo de los florales frescos, bonitos y delicados con creaciones como Eau de Camille, Eau de Charlotte, Eau de Ciel y Petit Cherie. Perfumes creados para sus hijas -excepto Eau de Ciel – pero que no son infantiles sino etéreos, florales o afrutados y golosos con mesura en el dulzor. Es una tradición de esta casa que Vent de Folie y Rose Pompom continúan al hilo del nuevo auge que la rosa tiene en los últimos años.

Pero es un riesgo intentar representar la juventud en un perfume porque no es nada fácil: se puede vanalizar -y se vanaliza- con demasiada ligereza. Cierto es que hoy por hoy estamos masificados de perfumes que buscan llegar a más gente joven ya que la juventud -o la ilusión de la misma- es todo un mercado; pero el problema de estos perfumes es que con ese afán mercantil lo que se ofrecen son jugos que enmascaran con demasiado azúcar el carácter floral de una rosa, o que saturan de almizcles blancos cualquier tipo de flor (todas acaban oliendo igual) o que desmaterializan las notas amaderadas hasta que pierden su capacidad estructural y todos los perfumes acaban siendo de una ingravidez…En general, domina esa carencia total por un acabado chic: fresco, sencillo, natural.

Pero si crear un perfume de espíritu juvenil es difícil, crearlo en torno al muguet es ya toda una osadía, al menos si se persigue originalidad. Hay al menos tres hándicaps:

a) No referenciar a Diorissimo de Dior que es el paradigma de los perfumes de muguet.
b)No quedarse atrapado por la limitación de ciertos materiales con que se construye la nota porque es fácil que el jugo resultante sea muy dulce y sintético.
c)No caer en el cliché del carácter tradicional del muguet: el perfil floral jabonoso que tanto productos de higiene reproducen.

Miu Miu EdP (Daniela Andrier) pasa la prueba gracias a una trayectoria tangencial. Al contrario que el perfume de Dior donde el lirio de los valles se apoya en el jazmín y las lilas, el de Miu Miu ofrece un perfil más rosado. Aún hay jazmín, o mejor dicho, pétalos de jazmín de textura crujiente sobre un fondo cítrico anaranjado que muestra una punzada profundamente especiada. Pero en conjunto se lee como una rosa fresca y silvestre cuajada de notas verdes ligeramente anisadas con un acabado natural. Una rosa que a ratos ofrece tonos afrutados de manzana verde (como piel de bebé) y otras veces es más como un albaricoque (como piel de mujer joven).

Cuando el perfume evoluciona hacia un tono más cálido comienza a proyectar algo más sólido: una nota especiada, amaderada y algo terrosa que da aún más cuerpo a esa faceta cítrica. La faceta especiada puede llegar a percibirse con bastante intensidad. Es de pimienta con un filo húmedo y, en ciertos momentos, unida a la rosa y al jazmín crea un halo más compacto que recuerda un poco a Eternity de Calvin Klein. Sí, Eternity es jabonoso…Miu Miu salva este punto sustituyendo esta referencia tradicional a jabón caro por algo que recuerda a champú -cosa muy aceptable para las nuevas generaciones- Siendo justa, este no es un aspecto dominante sino algo vago que surge como una cita a algo familiar y doméstico.

Lo bonito de Miu Miu es que no es sólo un frasco goloso sino también un intento por traer al lenguaje actual algo tan clásico como el lirio de los valles. Y lo paradójico es que lo hace siguiendo la mejor tradición, la de los perfumes aldehídicos florales en cuyo núcleo respira el muguet insuflando ese aspecto fresco y húmedo de flores blancas llenas de rocío a la demás flores y conseguir ese efecto bloom tan característico de este tipo de perfumes al estilo Caléche de Hermès. Por otro lado, la base muestra algo totalmente moderno, incluso trendy. Y es que en lugar de maderas cálidas y almizcladas de acabado cremoso aquí tenemos un tipo de almizcle refinado y sensual pero de matices afrutados y lactónicos acompañando la fortaleza de una nota amaderada de nueva generación: la akigala, una creación de Givaudan.

Akigala o madera de akigala es un material creado a partir del patchoulí. Un buen aceite de patchoulí siempre ofrece una nota apimentada con cierto efecto húmedo, este aspecto se pronuncia bastante en la madera de akigala desde el principio, luego con la evaporación deja ver algo más seco y amaderado con reminiscencias de oud. Cierto que el patchoulí es, junto con el papiro, un material clave para componer las bases de oud que en la perfumería occidental tanto abundan desde hace unos años. He aquí el toque trendy; y es que Miuccua Prada es la reina del eclecticismo chic, incluso si va a crear algo de tono romántico no renuncia a esa diversión.

Por el universo Girldom bien defendido: Loin d´Ici por Zoë (representante de Austria en el ESC 2016)

Blancas rosas en cuna de sándalo: Ivoire de Balmain (vintage)

07 lunes Abr 2014

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aldehídos, iris, jazmin, lirio de los valles, manzanilla, musgo, patchoulí, perfume, rosa, sándalo, tagetes, ylang-ylang

IvoireB

La versión vintage de Ivoire de Balmain (1979 Francis Camail, Michael Hy) resulta adorable. Delicado y elegante. Es uno de esos raros perfumes que te hace sentir como si acabaras de tomar un baño de espuma. Un baño que deja sensación de limpieza infinita. No sólo porque tiene el recuerdo de un cremoso jabón blanco sutilmente musgoso sino más bien porque recrea la misma sensación de humedad suave que produce la espuma de estos jabones caros.

Retiene el frescor de los pétalos blancos junto a la vivacidad de los verdes tallos en un acorde sofisticado de aldehídos e iris, lo que lo hace ligero. El sándalo y el vetiver le aportan un acabado amaderado muy refinado y el patchoulí alimenta la blanca rosa que crece en su corazón. Una rosa joven y etérea. Rodeada de verdor, de distintos tipos de verdor: unas veces áspero y pungente, otras veces tierno. Esta rosa blanca es fresca y a la vez empolvada, ribeteada con muguet y jazmín. El junquillo da más profundidad a la veta verde y el ylang-ylang le aporta cierta opacidad que refuerza los aspectos más cremosos.

Con todo, no es un perfume fácil. Es uno de esos perfumes de carácter en los que se combina la difusión de las notas florales con la rotundidad de las notas verdes, el musgo y el patchoulí.

Creado después del Nº 19, sigue la senda marcada por el Chanel de dar un nuevo protagonismo a las notas verdes. Y es que, desde la salida -algo amarga y herbácea y notablemente elaborada- se puede seguir este tema verde mediante la tonalidad más penetrante y frutal de la caléndula, la frondosidad del gálbano, el recuerdo silvestre de la manzanilla o el frescor especiado de la bergamota pasando después a un corazón floral de espíritu primaveral donde el verde continúa latiendo gracias al junquillo y el muguet para desembocar en la base, donde ya la vegetación se encuentra con el sustrato terroso. Este verdor continuo y complejo le da un efecto que casi podríamos describir como astringente. Pero mientras que el Nº19 es difícil de clasificar, en Ivoire de Balmain se ve con claridad el perfil de un perfume chypre floral con sobredosis de aldehídos y con el acabado jabonoso de los clásicos.

Aunque Ivoire ha sido reformulado recientemente respetando este carácter verde y musgoso, la nueva versión -interesante por sí misma- no tiene esa textura jabonosa-húmeda-cremosa de la vieja escuela que hace que un perfume pueda percibirse como algo muy delicado pero al mismo tiempo complejo, lleno de sutilidades. La versión vintage de Ivoire es una pequeña joya que aún se puede encontrar en perfumerías que mantienen el antiguo estocaje. Si llegáis a encontrar el extracto, os diré que es la versión más delicada del perfume, donde la rosa tiene más protagonismo, donde se puede apreciar mejor la cremosidad del sándalo y donde lo verde está más integrado.

La flor de la distancia: Iris Poudre de Editions de Parfums Frederic Malle.

24 lunes Mar 2014

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aldehídos, almizcle, ámbar, bergamota, clavel, haba tonka, iris, jazmin, lirio de los valles, magnolia, perfume, rosa, sándalo, Vainilla, vetiver, ylang-ylang

lartigue
*Bibi en el restaurante Eden Roc, Cap d´Antibes (1920) fotografía de Jacques Henri Lartigue.

Esta fotografía de Lartigue rezuma pregnancia. Es uno de los muchos retratos que hizo a su primera esposa Madeleine Messager, a quien él llamaba Bibi, y está tomada pocos meses después de que contrajeran matrimonio. Lo destacable es que es toda una composición, casi un cuadro, con naturaleza muerta y paisaje incluídos en el retrato. Vemos bien el escenario, está lleno de luz. Podemos detenernos en la silla vacía sobre la que descansa una prenda de punto pero casi no vemos a Bibi. Sin embargo, la presentimos. Parece sumida en sus pensamientos, unos pensamientos algo melancólicos a juzgar por su postura corporal. Parece que está realmente lejos. A Lartigue también lo presentimos porque en su mirada hay admiración y quizás cierto temor. Quizás. Y algo más, una suerte de preciosismo remoto, de intención estética que remite a la poesía romántica inglesa y su educado realismo.

Lartigue siempre quiso ser pintor, pero desarrolló la fotografía. Entre las técnicas que probó estaba el autocromo, una técnica patentada por los hermanos Lumiére que permitía hacer un revelado con color, yuxtaponiendo puntos de color a la manera de los pintores Impresionistas. Este tipo de fotografías requerían mucho tiempo de exposición, así que los modelos debían posar largo rato. Se obtenían tonalidades apagadas y las obras tenían ese acabado puntillista, construídas a base de pequeños puntos de color. Entonces era una forma de experimentar. Hoy vemos esas imágenes de colores farináceos y textura vítrea y pensamos que son encantadoras pero de una era pasada. El aspecto borroso hace que percibamos con lentitud los detalles, reforzando esa impresión de paso del tiempo. Sin embargo, algunas de esas obras respiran. Bibi en el restaurante Eden Roc es un autocromo pero se muestra como un momento espontáneo.

Creo que esta imagen puede ilustrar el aura vaporosa de Iris Poudre. Más aún, este perfume renueva un tema que comenzó a cristalizar en aquella década de los años 20´s: el de los perfumes con sobredosis de aldehídos (alifáticos).

El iris, siendo un material multifacetado hasta el punto de resultar indescriptible, se vuelve familiar cuando muestra sus aspectos más dulces y empolvados. Aún así, siempre parece elusivo. Su carácter no es evidentemente floral y eso ya imprime cierta distancia, pero es capaz de hacer que otras flores se vuelvan dulces como el néctar. Funciona como la sal en el chocolate potenciando la suavidad del cacao.

El iris es además una materia prima cara. Más aún, carísima cuando hablamos del absoluto de iris florentino. Hay pocos perfumes que lo usen y, menos aún, que lo utilicen en dosis generosa. Iris Poudre (Pierre Bourdon, 2000) es una de esas raras gemas.

La sobredosis de un material es un recurso que en la línea de perfumes Frederic Malle abunda. La tuberousa en Carnal Flower, la rosa en Portrait of a Lady, el aromo o acacia dulce en Une Fleur de Cassie son otros ejemplos. Esta abundancia de notas naturales previene la duplicación en tanto en cuanto los ingredientes naturales dan un acabado singular a las composiciones que terminan de expresarse en la piel, el último ingrediente. Con la sobredosis de naturales, los perfumes se vuelven más dinámicos, más personales y evocan en el sillage un sello de elegancia natural. Con el iris, el aura se vuelve suave y sutil.

Pero, puesto que el iris es más bien impetuoso y difícil de manejar, el contexto en el que se trabaja es muy importante para hacerlo brillar. En Iris Poudre el contexto es clásico y muy afín al tono abstracto del iris: el de los perfumes florales difuminados por aldehídos fríos y jabonosos, en los que el iris aporta un tono empolvado y húmedo muy característico. Sin duda, Iris Poudre trae a la mente la silueta del elegante Nº5.

Dulce gracias a la vainilla y el haba tonka en la base. Jabonoso en ciertos momentos o envuelto en un manto de flores frescas con tintes rosados en otros. Mostrando sobriedad en el aspecto empolvado, más aún, revelando su naturalidad al dejarse ver poco a poco según avanza el perfume, el iris va tomando forma. Va dejando ver sus facetas con la ligereza y dinamismo propios del absoluto de iris hasta que llega un punto en que lidera al resto de las flores apoyado sólo por el clavel y embellecido con el brillo satinado del ámbar y el sándalo.

No deja de sorprender que sea un tono tan vintage como el del iris y el clavel juntos lo que renueve el tema de los aldehídos al conjurar una atmósfera totalmente evanescente. Los perfumes aldehídicos florales clásicos suelen tener notas prominentes de rosa, jazmín, muguet y, especialmente ylang-ylang. Iris Poudre supone un punto de inflexión. Se aligera, se vuelve más transparente, más expansivo y se adorna con un tono delicado, fresco y especiado de magnolia.

Cabe destacar la naturalidad con que el iris complementa al clavel aportando tersura a esta flor tan asociada a eras pasadas y como el clavel redondea al iris inyectándole carnalidad. Etéreo y carnal. Etéreo y carnal. Este es quizás el aspecto más singular del perfume que permite renovar el sabor clásico desde la propia tradición, convirtiendo en protagonistas a dos flores que en épocas anteriores se usaban para dar profundidad. Y, en esta asociación, hay algo preciosista que, de nuevo, me hace pensar en el autocromo de Lartigue. Algo evocador que pertenece a una época pasada pero que, a la vez, es totalmente atemporal. ¿El halo vaporoso que difumina los contornos reales y permite idealizar el momento? Quizás.

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Mimosa cremosa, preciosa mimosa exótica: Eau de Charlotte de Annick Goutal.

21 viernes Feb 2014

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almizcle, anis, azucena- lirio blanco, bergamota, cacao, cumarina, freesia, grosella negra, Hedione, jazmin, lirio de los valles, mimosa, perfume, salicilatos, Vainilla, violeta

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*Dos tazas doradas con lunares de Olga Antonova.

Hay perfumes que son como la promesa de un buen verano en una tranquila tarde de marzo…

Las mimosas, agitadas por la brisa, se balancean expandiendo su dulce aroma en el aire que queda colmado de miel y heno. Las ramas aún retienen gotas de agua tras la tímida lluvia de las cuatro, esto hace que los aromas sean más dulces, frescos y penetrantes. Mientras tanto, las damas charlan amablemente en torno a una mesa con viandas. Tarta de limón y merengue, pastelillos de crema cubiertos de frutas del bosque y pastas variadas adornadas con mermelada. En unos minutos se servirá el té de la India y el chocolate caliente.

Las pequeñas princesas de la casa entran con las mejillas arreboladas. Han estado persiguiendo mariposas en el campo. El día, ahora soleado, tiene una temperatura agradable, con un calor más propio de los primeros días de verano, pero el invierno aún no ha terminado.

Todas, reunidas en la sala cerca de la solana, están disfrutando el momento. Las niñas se sienten especialmente afortunadas por poder atisbar el mundo de las mayores mientras comparten la merienda.

Un aire muy perfumado entra por la ventana de la esquina. Está cargado con el olor de las mimosas y comienza a mezclarse con el tentador efluvio de los dulces de la mesa. Las risas también llenan la habitación mientras una de las niñas, sorprendida por los aromas, está pensando en el cuento que leyó la noche anterior. Estaba en su libro favorito, el de las ilustraciones bonitas. El olor de las mimosas, mezclado con los refinados perfumes de flores blancas y maderas que llevan las mujeres de su familia ha creado una atmósfera mágica que alimenta su imaginación. La suavidad del cacao también la invita a soñar.

Ayer, por la mañana, visitaron la playa por primera vez desde el verano pasado. Pasearon por la arena y aún recuerda el olor de la crema solar, de hecho, todavía le parece estar sintiéndola de forma vívida cerca de ella. Después, al atardecer, su tía favorita -la que cultiva flores exóticas en el invernadero con su cabeza tocada por un gran sombrero- le enseñó algunas flores blancas. Sintió de cerca capullos de jazmín que olían a verde y lirios blancos que casi la asustaron. Ella aún prefiere descubrir los frascos de perfume que su tía guarda en un coqueto armario junto al tocador y, de vez en cuando, coger la borla de plumas y jugar con el talco. Sin embargo, al igual que su abuela, adora las freesías amarillas y siempre que tiene oportunidad acerca su nariz a ellas para olerlas. Ahora la casa está llena de esas pequeñas flores amarillas ¡qué maravilla!

Alguien advierte que las pastas de chocolate han volado pero la niña prefiere una tartaleta con frutos del bosque. Todas están disfrutando de las bebidas calientes, excepto la abuela que hoy ha querido una copita de anís…la niña también disfruta acercando la nariz a esa copa. Es una magia indescriptible. Una oleada de aroma a mimosas llega de nuevo con más fuerza que antes.

De repente la niña siente deseos de salir a oler de cerca las ramas cargadas de pompones amarillos, pero esos árboles no crecen en su jardín, sino un poco más lejos. No es el momento. Además la más pequeña de la casa ha tenido una idea, ella buscará el árbol del gnomo mientras otros huelen mimosas…No, no es el momento. Pero la pequeña comienza a poner pucheros.

Con el revuelo, la abuela ha salido de la sala un momento. A su regreso trae en sus manos una hermosa lata decorada con flores y frutas en relieve de muchos colores, es una de esas latas de golosinas inglesas tan ricas. Todo el mundo espera para ver su contenido: son gominolas de frutas. La más pequeña se olvida del gnomo y sonríe de nuevo, ella puede elegir primero. La niña que deseaba oler la mimosa elige la de piña. El sabor de la golosina se mezcla en su boca con el aroma de las flores que aún entra por la ventana. Le da un beso en la mejilla a su abuela. La abuela de cerca también huele a mimosas, es por esa crema que compra en la farmacia.

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Del lino fresco a la piel limpia: White Linen de Estée Lauder.

05 lunes Ago 2013

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aldehídos, almizcle, ámbar, jacinto, lilas, lirio de los valles, miel, perfume, rosa, vetiver, ylang-ylang

white-linen

La ropa perfumada es una antigua tradición oriental, de hecho, a veces, la única forma de perfume tolerada socialmente. Tradicionalmente estos saquitos aromáticos escondidos entre capas de tejidos no sólo perfumaban, también espantaban insectos y demonios o representaban prendas de amor. Como fuere, perfumaban la fina seda, el tejido que mejor retiene y abre los aromas. Tener capacidad para mantener un buen olor, rico y agradable, en la ropa era indicativo de alto estatus.

Todas las sociedades manejan este tipo de códigos. En la Península arábiga se sabe que alguien es de buena familia cuando a su paso deja una estela de aroma natural a incienso de oud. Los baños de incienso son otro modo de perfumar piel y ropa.

Pero cada lugar y época tiene su estilo. En Occidente es el lino limpio y fresco el que adquiere estas connotaciones, especialmente desde la Edad Media. A lo largo y ancho de Europa encontramos diferentes recetas para perfumar el lino que forman parte de tradiciones familiares o locales, aunque entre la nobleza capaz de permitirse materias de importación, siempre aparecen el iris de Florencia o la rosa y la lavanda de Provenza.

Christine de Pizan escribe La Ciudad de las Damas (1405) movida por el deseo de demostrar que en las mujeres existe tanta virtud como en los hombres y argumenta con distintos ejemplos. En su disertación con la Dama Rectitud hace una recopilación de los quehaceres de las buenas esposas, entre los que se encuentra mantener el lino blanco y con agradable olor.

No es hasta entrado el s. XX que las prendas dejaron de ser pesados ropajes. Durante siglos anteriores los elaborados vestidos de lana, seda y brocados sólo se ventilaban; mientras las prendas de lino se usaban como ropa interior y se lavaban con frecuencia. El enjuague con agua olorosa era un modo de dar buen olor a la ropa, los saquitos perfumados y las hierbas aromáticas era la otra forma.

El lavado podía llevarse a cabo añadiendo hierbas al agua que ayudaran a desleir la suciedad como la Flor del Jabón ( Saponaria officinalis) o mezclando agua de rosas con agua común y algunas especias para conseguir agua dulce con que aclarar las prendas. En Sicilia era el agua de azahar lo que más se usaba mientras que sumergir el lino en agua hirviendo con raíz de iris para conseguir un fino aroma a violetas era prácticamente privilegio de reyes. Lavado el tejido, se guardaba en arcones de cedro con saquitos de seda que contenían mezclas aromáticas como pétalos de rosa con lavanda, albahaca, benjuí, almizcle y clavo o polvo de iris con anís. Así se conseguía mantener un olor dulce.

Un buen olor corporal era signo de salud, virtud y poder. Pomos de olor, saquitos, polvos de iris, ropa bien lavada, ramilletes de hierbas aromáticas prendidos de la ropa, guirnaldas de flores, agua de rosas con que refrescarse…todo contribuía para oler mejor en un ambiente cargado de olores mustios y pungentes. A excepción de Venecia que tenía capacidad para disponer de materias primas muy exóticas y algunos talleres aúlicos o monasterios, hasta el s. XVII los perfumes secos fueron muy habituales. Más adelante siguen fabricándose pero ya con otro valor; de hecho en época victoriana las damas apenas perfumaban sus cuerpos -era algo muy vigilado-, se limitaban a salpicar sus pañuelos con aguas frescas o delicados soliflores y, a veces colocaban estos saquitos perfumados entre sus vestidos. La violeta, el iris o la lavanda eran los aromas más tolerados por la moral de la época que exigía demostraciones constantes de modestia como prueba última de la virtud femenina.

Aunque menos usados entonces, recetarios del s XIX siguen manteniendo entre sus páginas fórmulas para crear sacos de olor pero, al igual que con los polvos de iris y de arroz, las recetas se han ido especializando hasta configurar un catálogo de tipos. También se usaban para perfumar escritorios, papel de carta, almohadas, etc. Estos saquitos eran de seda, bordada o pintada y, en su interior, la mezcla olorosa iba envuelta en tela de algodón. La base para hacer un saco de olor se preparaba con un cuerpo de polvo concentrado, igual que ocurría con los polvos cosméticos.

Sin embargo, hoy la ropa limpia huele a almizcles blancos, más o menos abstractos, más o menos dulzones. De aquella antigua gama de matices aromáticos, florales y empolvados hoy queda poco. El olor a limpio es sobre todo el olor a Galaxolide y a Musk T, dos de los almizcles blancos dulces y florales más representativos de la idea de higiene y femineidad, presentes en cientos de productos cosméticos o de limpieza y también en la base de muchos perfumes desde la década de los setenta. Actualmente nuevos almizcles están configurando la memoria olfativa de las generaciones más jóvenes pero estos dos son aún los más representativos. La relación entre los olores cosméticos y la gama de matices en perfumería fina es muy importante, porque crea vínculos familiares en la memoria. Un tema que no me canso de recordar.

White Linen (1978) de Estée Lauder es tradición y modernidad al cuadrado. La tradición del lino blanco y fresco -símbolo de disciplina y estatus- representado a través de la entonces nueva gama de olores limpios que expresaban los almizcles blancos sirve para modernizar la clásica estructura de los aldehídicos florales, caracterizados hasta entonces por la riqueza de sus múltiples capas y la capacidad para evocar de forma refinada la sensación de piel limpia. Esta renovada estructura, más sintética, más simple y más inmediata, se basa en el equilibrio de bloques de olor integrados en una sobredosis de almizcles. El concepto en sí mismo hace que sea importante conocer este perfume cuya huella podemos rastrear en composiciones posteriores como Sunflowers (1993) de Elisabeth Arden pero, además, está muy lograda la sensación de blancura radiante, de frescor abstracto y de confort.

Básicamente el perfume descansa sobre una cúpula de almizcles blancos empolvados, con el familiar Galaxolide ( limpio-dulce-floral-frutal) como eje central en torno al que se balancean el resto de elementos. Mantiene el tono aldehídico de los clásicos como Madame Rochas contraponiendo una salida cítrica y vaporosa a una base de maderas musgosas envueltas en ámbar. Sin embargo la faceta floral no está tan difuminada y, aunque la nota de corazón es rica, en ella destaca la rosa fresca y afrutada con toques verdes y acuáticos de muguet, lilas y jacinto. En origen tenía civeta para añadir más vibración a las notas florales pero la reformulación actual se desvincula del matiz animal para concentrarse en un efecto cristalino y puro. Sólo acentos de clavel y un fino velo de miel dan más profundidad y calidez a la rosa, que después del almizcle es la nota dominante. Aún así, el perfume mantiene una cualidad efervescente muy atractiva y un sillage sólido y amplio, característico de todas las creaciones de Sophia Grojsman.

WLfrasco

Perfume florales (II): Más allá del primor y Quelques Fleurs de Houbigant

23 domingo Jun 2013

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aldehídos, civeta, clavel, clavo, iris, lilas, lirio de los valles, perfume, salicilatos, sándalo, violeta, ylang-ylang

Houbigant

En toda composición las notas florales son de gran importancia porque añaden complejidad, detalles y textura; dan ese plus de calidad estética que convierte la mezcla de ingredientes en algo de acabados más redondeados. En general, actúan modificando las asperezas de las notas de base, revistiendo el perfume con suavidad. En El corazón, el bouquet señalábamos que, mientras existe un grupo de perfumes que llamamos florales por el protagonismo que alcanzan estas notas en el conjunto con su tono dulce prevaleciendo por encima de lo animal, lo resinoso, lo amaderado, etc los elementos florales son esenciales en cualquier tipo de perfume. Desde los más frescos a los más densos, desde los más naturalistas a los más abstractos, de los sencillos a los complejos, desde los cartesianos a los sensuales.

Dentro del arco floral, siguiendo el esquema propuesto en la Rueda de Fragancias de Michael Edwards, tenemos tres secciones:

–Perfumes florales propiamente dichos que recuerdan a las flores recién cortadas como Pleasures de Estée Lauder, Carnal Flower de Frederic Malle o Le Mimosa de Annick Goutal. En este sector podemos incluir el grupo de perfumes de salicilato floral como Anais Anais de Cacharel.

–Perfumes aldehídico florales donde el carácter floral se desdibuja por acción de los aldehídos y la base es una compleja armonía de maderas preciosas e iris con tintes animalísticos como Amouage Gold, Madame Rochas o First de Van Cleef & Arpels.

–Florientales que, como su propio nombre indica, ya presentan un dulzor diferente, de ámbar dulce matizado, con reminiscencias balsámicas y resinosas como Ombre Rose de Jean Charles Brousseau, Grand Amour de Annick Goutal, Honour Woman de Amouage o Poison de Dior.

La gramática de cada grupo de perfumes se construye a través del tiempo siguiendo un esquema de interacción de dos dimensiones presentes en todo proceso histórico:

-La dimensión horizontal de la línea de la Historia que representa el devenir, con tramos característicos. En el campo de la perfumería hablaríamos de períodos marcados por un sabor, fruto de las estructuras y de las materias primas que dominan el panorama. Por ejemplo, la popularidad de los perfumes acuáticos-ozónicos-marinos en los 90´s.

-La dimensión vertical que refleja los hitos o momentos señalados que inician un cambio de dirección o una novedad. Traducido a perfumes, hablaríamos de las míticas composiciones que se convirtieron en modelo bien porque han marcando un tramo de la Historia, bien porque han dado lugar a un género concreto que transciende su marco histórico o por ambas razones.

Quelques Fleurs (1912) de Houbigant, en este sentido de la genealogía de los perfumes, representa ambas dimensiones hasta el punto de que en su núcleo contiene las claves de la personalidad y estructura de los perfumes tipo salicilato floral -como L´Air du Temps de Nina Ricci- y de tipo aldehídico floral- con el Nº5 de Chanel como paradigma-. Su perfil de complejo bouquet floral carnal a la vez que evanescente sirvió de inspiración para crear florales más abstractos y aéreos. Aún hoy, adelgazado por la reformulación, está lejos de ser sólo un primoroso retrato de flores frescas; si bien contiene ese aspecto lozano y primaveral del lirio de los valles, la violeta o las lilas en su personalidad también revela rasgos de fiereza y asperezas inusitadas.

Por un lado tiene los elementos típicos de su tiempo, la Belle Époque; por otro, demuestra un aprovechamiento de los materiales que brindaba su época para introducir efectos de frescor y abstracción, lo que representa un rasgo estilístico propio de la creatividad moderna. Y es que en Quelques Fleurs hay una poderosa mezcla de refinamiento y dramatismo que imprime todo el perfume: la fortaleza animalística de la base no desvirtua el rol de las flores frescas sino que todo se conjuga con un sentido sinfónico de la armonía. Esa es su gran virtud. Hoy podemos encontrar algo de su peculiar tono floral en perfumes como Jasmin-Lilas de Jean Charles Brosseau, Ubar y Lyric Woman de Amouage, el Nº22 de Chanel o incluso el perfume de Diane von Fürstenberg.

Ese tono floral combina el efecto empolvado, pungente y especiado propio de la Belle Époque que se concreta en facetas de clavel, de orquídea y de verdes violetas anisadas con un núcleo clásico de rosa-jazmín-lirio de los valles. Todo armonizado por el abrazo acuático y meloso de las lilas y la persistente cremosidad tropical del ylang-ylang. Cada elemento floral se balancea dentro de un retrato global opulento, mientras ciertos matices inclinan la balanza hacia lo narcótico, lo balsámico, lo verde, lo especiado…y, al fondo, la calidez animalística del almizcle, la civeta y un toque musgoso afrutado.

A nivel de estructura, Quelques Fleurs fue uno de los primeros perfumes en experimentar con aldehídos para modificar su complejo carácter floral en un sentido global, efecto que durante el s. XIX se buscaba con el aceite de almendras amargas, como ya explicábamos aquí. En este sentido prefigura la familia de perfumes de aldehídico florales. También su uso del hidroxicitronellal (nota clásica de lirio de los valles) en gran cantidad para incrementar la difusión de las notas florales contrastando con el carácter amaderado (sándalo, cumarina) empolvado (iris) y animalístico (almizcle, civeta) de la base son elementos de gran transcendencia en esta familia de perfumes florales, especialmente Madame Rochas y Gold de Amouage. Pero también en su fórmula está el germen del estilo ligero de los perfumes basados en salicilatos, de hecho en su compleja nota de clavel, profunda, especiada y balsámica basada en salicilato de bencilo, eugenol e ylang-ylang está una de las claves de L´Air du Temps.

Pero que Quelques Fleurs sea transcendente a nivel histórico no sólo radica en el perfume mismo, sino también en el hecho de que tuvo gran éxito en su momento, marcó un hito y, por tanto, sirvió de referencia e inspiración. Como en cualquier proceso histórico, el devenir mismo y la reconstrucción que se hace a posteriori de los hechos deja cosas en el camino. Cuando hablamos de prototipos esquematizamos, pero lo hacemos con un fin didáctico: crear una base de datos que nos permita asimilar progresivamente nuevos conceptos para ir construyendo un conocimiento más amplio y profundo. Es una ley del desarrollo humano y, por tanto, del aprendizaje en el sentido más amplio del término. La perfumería, en esto no se diferencia de otras disciplinas si bien, construir y fortalecer la memoria olfativa favorece un funcionamiento más holístico del cerebro; cosa que también sucede cuando se domina el arte del ábaco o se manejan ideogramas. Por eso es tan fascinante.

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