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Olibanum: cuaderno de perfumes

Olibanum: cuaderno de perfumes

Archivos de etiqueta: melocotón

Flip Flop review: Aqaba Classic de Miriam Mirani

11 viernes Ago 2017

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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aldehídos, almizcle, canela, clavo, geranio, incienso, melocotón, patchoulí, perfume, rosa, té verde

De aquellos perfumes de rosas gigantes de los 80´s Aqaba Classic (1998) tiene un aire. Entre recuerdos de Coco de Chanel, Opium y Paris de YSL y el posterior Asja de Fendi deja ver una rosa especiada, engarzada en incienso y patchoulí.

El modelo de inspiración es la rosa de Taif, una de esas rarezas cuya esencia escasea. Un tipo de rosa que a menudo se esboza en perfumería con una faceta especiada entre clavo y pimienta pronunciada; cierto que se parece en este aspecto a la damascena, que tantas veces se usa en sus recreaciones, pero la especialidad de Taif, igual que la de Grasse, tiene un algo…una ligereza, una luminosidad y una suavidad que la transforman en un olor particularmente calmante y gentil.

Es curioso como en Aqaba Classic se conjuga toda esa riqueza y saturación propia de los perfumes de décadas pasadas con ese brillo y ligereza aérea de la rosa que gravita y se expande desde el centro mismo del perfume. Es la característica más notable de esta composición la que causa admiración: esa rosa compleja, ligera, balsámica y especiada pero vivaz y fresca, femenina pero algo ingenua cuando llega a oler a melocotón, cuyo aroma produce un efecto de bienestar. Ese efecto de sentir a la vez la concentración y la relajación.

Sí, puede parecer una locura de perfume porque en él hay tantas notas y tantas referencias…pero milagrosamente encuentra el equilibrio y se desarrolla de un modo más ágil de lo esperado. Cumple la promesa de evocar la rosa de Taif, símbolo de las exquisitas rosas de Oriente, pero el perfume en conjunto es pura orientalia, una fantasía occidental que ilustra imágenes propias de un pasado idealizado a través de materiales exóticos usados en antiguas tradiciones sacras y, de fondo, la mítica figura de la Reina de Saba, inspiración última de Miriam Mirani. Así, entre los aldehídos y el pungente clavo surge un efecto ahumado: el olor del incienso consumiéndose, una imagen vívida y extraña para presentar un perfume. Las brasas se calman con la rosa, que refresca el corazón del perfume; la canela la acompaña y junto a ella casi llega a expresar el dulzor de una confitura de frutas, de hecho, una importante nota de melocotón acompaña a la flor durante un rato, hasta que el perfume cambia; la rosa se vuelve más coqueta y empolvada -recordando un poco a Paris de YSL-, se refresca y rejuvenece aún más con un toque de hojas de té y el apoyo del patchoulí que le aporta sombra y humedad. La base se va haciendo cada vez más familiar con almizcles que asoman pero aún es lo bastante rica como para mantener el carácter.

Aqaba Classic es un perfume de larga evolución y gran fijación, por no hablar de una importante proyección recomendable para quienes realmente aprecien el estilo de perfumes como Opium o Coco pero busquen algo un poco más luminoso y expansivo. También es un buen punto de partida para reflexionar sobre cómo el concepto de perfume nicho ha ido cambiando a lo largo de las décadas o, en un nivel más particular, cómo el estilo de Thierry Wasser ha evolucionado desde sus días en Firmenich cuando componía perfumes en la línea de Aqaba o Dior Addict hasta la actualidad trabajando para Guerlain en cosas como Oud Essentiel donde de nuevo aborda la orientalia centrada esta vez en la combinación oud-rosa, ahora más actual en el mercado occidental. Pero de verdad que lo mejor de todo es disfrutar del perfume, porque es de lo mejor en su estilo.

Momento musical: Nuits d´Espagne por Dalida, quien se dice que tenía Opium de YSL entre uno de sus favoritos.

Flip Flop review: Snob Le Galion.

13 lunes Mar 2017

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albaricoque, azafrán, ámbar, ciruela, jazmin, melocotón, perfume, rosa, sándalo

En la resurgida marca Le Galion los perfumes femeninos son de halo suave y elegante. Todos tienen impreso este sello de estilo más bien conservador por el cual los riesgos han sido eliminados pero Snob es seguramente el más ejemplar de la colección porque huele a caro, más concretamente, huele caro y tradicional, siguiendo muy de lejos la estela de Joy de Patou pero sin la pungencia narcótica ni la intrincada complejidad de un perfume de antaño.

Cierto que el acorde floral tiene ese clásico regusto rico del jazmín adornado por la rosa pero sin estridencias. Lo que predomina por encima de todo es una suave flor blanca delicadamente afrutada y ligeramente especiada con azafrán. Esto del azafrán contribuye a perfilar una faceta lechosa de corte moderno en la que se mezclan también los aspectos frutales y la faceta más amable del sándalo. En el fondo huele casi como una magnolia muy idealizada, agitada por una brisa oriental.

Su evolución no cambia demasiado, es prácticamente esa flor blanca suave todo el tiempo, hasta que el perfil floral se diluye en un fondo ambarado amaderado discreto. Lo destacable de Snob, lo que digamos lo diferencia de algo como Dahlia Divin de Givenchy o perfumes de ese mismo estilo es que, por un lado, la faceta frutal entre ciruela, melocotón y albaricoque aporta un dulzor ligero que resulta encantador y, por otro lado, la textura tiene un efecto casi aterciopelado que delata el cuidado en los detalles.

Snob, cuya fórmula original data de 1951, es en su actual forma una opción ideal para quien, admirando la riqueza de perfumes como Joy de Patou o Scherrer 2 de Jean Louis Scherrer o incluso Femme de Rochas, huya de las huellas vintage de tales perfumes. Dicho de otra manera, perfecto si se quiere un perfume que huela caro, seguro y a la vez entrañable.

Un mundo en blanco y negro: Tubéreuse 2 Virginale de Histoires de Parfums

21 sábado Jun 2014

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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ámbar, cereza, jazmin, mandarina, melocotón, nardo-tuberosa, patchoulí, perfume, tiaré, Vainilla

equinocio

Opulentas, elegantes o totalmente eróticas, las flores blancas son siempre una declaración de intenciones. De las más cálidas y sofocantes a las más atemperadas, es difícil que la nariz no responda a ellas siguiendo su estela con admiración o apartándose con repulsión. Las flores blancas provocan reacciones pero, entre ellas, la tuberosa es la reina de la provocación por la voluptuosidad de su naturaleza compleja que permite recrear desde el confort de una atmósfera solar a la inquietud de un lugar frío, oscuro y lleno de estímulos molestos.

Sí, la tuberosa es complicada. Tiene una naturaleza dual difícil de retratar en su totalidad y, para que un perfume de flores blancas coronado con su característico olor pueda describirse como tal es esencial que las materias primas sean de primera calidad; con las flores blancas no cabe escatimar.

Hoy por hoy, Carnal Flower de Frederic Malle, Tubéreuse Criminelle de Serge Lutens y Fracas de Robert Piguet son el paradigma, pero existen otras propuestas en torno a la flor más fáciles de aceptar y de llevar. Por ejemplo, Histoires de Parfums, en vez de crear un único perfume global, dedica a la flor una serie para mostrar de forma aislada y directa que no brutal aspectos de esa dualidad. Para algunas personas muy amantes de esta flor la idea resulta un poco decepcionante, hay quien quiere la tuberosa con todos sus rincones de oscuridad pero algo así no es fácil de apreciar por todo el mundo. La Trilogía de Histoires de Parfums ofrece alternativas fáciles de discernir: la cremosidad clásica (1), el dulzor radiante (2) o lo herbal e insinuante (3). Un mundo en blanco y negro, sin escala de grises.

Tubéreuse 2 Virginale representa la parte adorable y familiar, la tuberosa suave y cercana con un toque de sofisticación. Del olor de la flor pone en relieve la capacidad para evocar una atmósfera radiante pero sin llegar al sofoco del sol del mediodía. No es una fiera narcótica sino un néctar rico y cremoso con pinceladas de jazmín verde y flor de tiaré lo que añade un toque de aroma de flor de manzano. Pero lo más característico de este perfume es su carácter afrutado.

En la salida hay un atractivo efecto efervescente entre notas de cereza y melocotón fresco que hace pensar en el Champagne, es un toque de sofisticación al estilo Visa de Robert Piguet. Las burbujas se atenúan al pasar los primeros minutos pero la impronta frutal permanece hasta la plenitud del perfume, entrelazada con las notas florales y lechosas de la flor protagonista. A ratos parece asomar un recuerdo de rosa lo que acerca el perfume al perfil de Jardins de Bagatelle de Guerlain y, otras veces, es una sutil nota de almendras amargas lo que añade un elemento aromático al conjunto. La base es un ámbar con el toque balsámico de la vainilla y un poco de patchoulí afrutado para continuar el tema.

Tubéreuse 2 busca ser un perfume de flores blancas fácil de llevar que explora la afinidad con la piel de las notas frutales que esconde la tuberosa. Escribe con lenguaje gentil sobre todo lo positivo de la flor, lo oscuro está en otro capítulo.

¿Un cocktail Bellini durante la opereta ?: Dahlia Noir Eau de Toilette de Givenchy.

04 sábado Ene 2014

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almizcle, iris, mandarina, melocotón, mimosa, perfume, pimienta rosa, rosa, sándalo, Vainilla

Themerrywindowwarners-ad1960-f-pellegrini
*La viuda alegre cartel de 1960 por Frances Pellegrini.

Hay quien piensa que el Rococó no fue más que un estilo decorativo, relengando -de paso- la decoración y toda la artesanía que conlleva a la categoría de pura frivolidad y olvidando que hubo más que rocallas y muebles estilizados durante ese período. De hecho, una mirada más profunda a las pinturas de Watteau, de Fragonard o de Gainsborough deja ver un poso de melancolía en el gesto de los retratados e, incluso, hay pinturas empapadas de ese sentimiento, donde la naturaleza que rodea los personajes expresa la misma poética. Con las operetas ocurre algo parecido, se juzgan como algo superficial, cuando muchas esconden una buena dosis de sagacidad práctica: las cosas pasan mientras parece que no ocurre nada.

Lo cierto es que los prejuicios nublan no sólo nuestro entendimiento sino también la capacidad de disfrutar de algo…como si intentar tener buenos momentos fuera algo inapropiado. Esto es una realidad cotidiana en prácticamente todos los ámbitos pero, puesto que esto es un blog sobre perfumes, voy a centrarme.

Ciertos perfumes que aparentemente sólo son encantadores, suaves y bonitos para mí acaban en la categoría de adorables porque parecen encerrar un elemento profundo, algo que podríamos definir como parte de un microcosmos personal. Esos perfumes suelen incluir algún tipo de referencia al aroma de la piel limpia, recordando más a los productos cosméticos cremosos de acabado lujoso y a los jabones blancos de olor tan refinado que al maquillaje retro chic, aunque no renuncian a la faceta empolvada. Es una gama de aromas muy concreta y al sentirla siempre tengo la sensación de que el perfume me está llevando a un ricón silencioso de mi propio universo, en el que se mezclan las perlas de color crema, con las figuritas de jabón que tanto me fascinaban de niña, o los cromos de flores y angelotes con los frascos de purpurina y las fotografías antiguas. Sí, un rincón de recuerdos, bonitos y frágiles; un tesoro que es parte de la identidad de cada persona.

Dichos perfumes tienen un aspecto íntimo más delicado o quizás menos racional que las notas de maquillaje caro basadas en rosas y violetas empolvadas. Siguen siendo empolvados porque suelen tener algo de iris, de mimosa, y almizcles blancos pero lo que predomina en ellos es la faceta lactónica del melocotón, los acentos cremosos de sándalo y flores blancas y la suavidad de una nota ambarada muy fina. Tienen algo insinuante que reside en su poder para evocar un aura sofisticada de comodidad gracias a los detalles de textura.

Desde Peau de Pêche de Keiko Mecheri o Le Mimosa de Annick Goutal pasando por Champs Élysées de Guerlain, hasta Orlane B21 con acentos especiados cálidos, Lalique Fleur de Cristal con una bonita nota de jazmín sambac y muguet o Dahlia Noir Eau de Toilette de Givenchy que introduce algo anisado junto a más notas verdes y amaderadas. Todos estos perfumes comparten ese efecto piel limpia basado en almizcles blancos y melocotón, con mayor o menor hincapié en el acabado empolvado pero Dahlia Noir EdT añade alguna cosa más: un discreto acabado aldehídico acompañado de un muy sutil y vaporoso efecto suede que aportan el toque de elegancia abstracta.

Al contrario que el original Dahlia Noir Eau de Parfum -inspirado en el Acqua di Cologna Iris de Santa Maria Novella pero mucho más empolvado y rosado para acercarlo al universo del maquillaje- el Eau de Toilette tiene un perfil más amaderado, donde la pimienta rosa ayuda mucho a realzar el contraste entre la pungencia seca del cedro y el acabado cremoso del sándalo con toque de azúcar y vainilla. Esta pimienta además aporta un frescor afrutado que acompaña bien en la salida a una acidulada mandarina y un melocotón con algo mantecoso y anisado a la vez que, hasta cierto punto, hace pensar en el aroma de las dalias aún cerradas. Luego, ese aspecto se suaviza, se vuelve más lechoso e invoca la imagen de grandes pétalos de magnolias blancas. Es una sensación breve, antes de dar paso a una nota más sólida de rosa almizclada y de jazmín fresco que forman el corazón del perfume.

Como muchos otros perfumes de François Demachy aparenta ser un aroma muy fluído y sencillo, es con la evolución en la piel que se aprecian los pequeños e intrincados matices llenos de textura. Una auténtica urdimbre de sutilidades. Y estos detalles son como las teselas de los mosaicos: de lejos parecen del mismo color, de cerca se aprecia cómo hay matices y sombras que dan profundidad a la imagen. Así, lo cremoso va de la mano con lo vaporoso, lo aterciopelado con lo jugoso, lo aéreo con lo seco… Creo que es esa la razón por la que esta versión de Dahlia Noir se ha convertido en uno de mis perfumes de corte cosmético favoritos: los matices aparecen sin que pareciera que existieran.

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Bruma de flores y frutas: Janca de Acqua di Biella

27 jueves Jun 2013

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almizcle, cardomomo, flor de tilo, iris, magnolia, mandarina, melocotón, osmanthus, perfume

janca

En un perfume lo acuático es persistentemente fresco; lo floral, delicadamente dulce y, lo frutal, por su afinidad con la piel, deliciosamente sugerente. Janca es acuático, frutal y floral en clave refinada, con un acabado esmerado y un gran sentido de la armonía. Siguiendo la tradición de la casa Acqua di Biella, el producto mantiene la estética de un agua perfumada muy homogénea y fluída pero aborda facetas exóticas de osmanthus y magnolia. Notas que suponen un modo de introducir riqueza en la composición sin caer en la ostentación.

La inspiración, el río Janca de aguas cristalinas que atraviesa Biella -importante ciudad prealpina de industria textil piamontesa- y sus jardines, en los que estas especies foráneas fueron plantadas durante el s. XIX sirviendo de inspiración en el diseño de los estampados en lana. Porque en Biella se producen, sobre todo, tejidos de lana.

Hace años visité New Lanark en Escocia. Un pueblo a orillas del río Clyde donde desde el s. XVIII hasta mediados del s.XX se trabajó el algodón. Actualmente es Patrimonio de la Humanidad y un interesante lugar para quien le guste la idea del turismo cultural. También venden lana, la típica lana escocesa. Del lugar recuerdo tres cosas claramente: las cascadas de agua, la humedad del valle y el olor de la lana. Puedo asegurar que, pese a los años que han pasado, no lo he olvidado. El contraste entre aquel olor penetrante, graso y ovino, de los locales que recrean el trabajo de las antiguas fábricas imponiéndose por encima de todo frente al aire libre del valle cargado de humedad fue lo que en mi mente tomó forma de nube gris opalina. Coriácea y transparente al mismo tiempo.

Janca, pese a su transparencia tiene esa misma cualidad atmosférica que impresiona los sentidos con el encuentro de opuestos. Gracias a la combinación de osmanthus e iris hay una veta intrigante entre albaricoques azucarados, almíbar de melocotones y cuero que me hace pensar en New Lanark. ¡Qué amplios pueden ser los recuerdos y que poco pensamos en ello!, pero en algún momento encontramos algo que capta nuestra atención y rememora la sensación original bañada por la pátina del tiempo. Por eso, porque en mi memoria olfativa existe ese dato biográfico, no percibo Janca como la dulzura fresca entre magnolias perladas y melocotón rosado sino como algo entre gris y malva opalino, a medio camino entre la transparencia floral y la opacidad de facetas más primitivas.

Este perfume ofrece un interesante juego de texturas que aún refuerza más mis recuerdos. Su olor es básicamente suave, afrutado iris con ligeros toques verdes melosos de flor de tilo, sobre un fondo agradable de almizcle amaderado. Las notas son refinadas, llenas de sutileza, pero no diluídas. Armonía y fluidez, con la claridad infinita de las notas acuosas.

Pero la textura es clave, delata su calidad, atrapa por su riqueza. Es muy contrastada. Resulta poco habitual que un perfume así translúcido posea más de una textura bien definida y que, además, ensamblen tan bien esas sensaciones encontradas ya que esa es una cualidad de los aromas que percibimos en un entorno natural, más que en algo construído. En Janca podemos disfrutar del encuentro entre un frescor sedoso y un dulzor aterciopelado. Y esto me invita a pensar que este perfume habla de una sensibilidad refinada que busca la naturalidad antes que nada.

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En torno al almizcle y otros matices de piel: las notas frutales.

26 viernes Abr 2013

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albaricoque, ciruela, mango, manzana, melón, melocotón, pera, perfume

eucharis
*Eucaris, muchacha con cesta de frutas (1863) por Frederic Leighton.

La tonificante sensación de un vino herbáceo, el subyugante dulzor de un melocotón completamente maduro o la verde cremosidad del plátano son bizarros acentos frutales para un perfume. Desde la atracción inmediata delos sentidos al sutil encanto; de lo lánguido a lo tórrido, desde lo alegre a lo audaz, lo frutal es un aspecto más allá de lo simplemente dulce o jugoso. Despliega, en realidad, un universo de tonalidades: verdes(manzana, pera); amarillas(melocotón, albaricoque); oscuras(frutos rojos, granada, ciruela); exóticas(mango, papaya, guava, coco, piña) con las que inyectar no sólo carácter sino también extravagancia, sensualidad, dramatismo o una luz diversa en el perfume. Aunque cuando decimos notas frutales la idea que salta en la mente suele ser algo similar al dulzor de la granadina, característico del grupo floral frutal, en realidad eso sólo es una parte del espectro.

Pese a la capacidad de algunas notas cítricas como la mandarina para introducir dulzura o un efecto pulposo, las notas hepérides se diferencian de lo frutal por el nivel de frescor y luminosidad. Lo frutal se mueve en un arco de matices entre lo acidulado, lo verde y lo floral; añadiendo un efecto agradable de textura tersa, de cremosidad o un halo etéreo más ténue. Puede tener un acabado ligero, vivaz o sensual cuando evoca la idea de piel.

Los aspectos frutales oscuros y profundos o finos y envolventes han podido estar presentes en los perfumes tradicionales de alguna forma. La tintura de ámbar gris o el aceite de almendras amargas son ingredientes capaces de dar un matiz afrutado global a una composición. Pero también las propias flores y las destilaciones que de ellas se derivan pueden presentar elementos frutales más o menos agudos. Ejemplos clásicos:

-La rosa encierra matices de pera, frambuesa, litchi.
-Algunas variedades de jazmín tienen una nota de plátano bastante marcada, otras de albaricoque.
-El nardo tiene notas lactónicas de coco que pueden variar desde agua de coco a leche de coco.
-Los distintos materiales de iris pueden tener acentuados los matices de melón, melocotón o frutos rojos.

Además, los químicos aromáticos desde inicios de la perfumería moderna permitían trabajar esta faceta de forma más detallada, más preciosista incluso. Por ejemplo, la vainillina recuerda un poco al albaricoque, el antranilato de metilo que es fundamental en la composición de L´Heure Bleue tiene matices de uva, de mandarina y de fresa.

En realidad, con el inicio de la perfumería moderna lo que tradicionalmente fuera como un velo de celofán envolviendo el bouquet, para embellecer de forma general la composición, se amplifica y se potencia con las nuevas posibilidades que brindas los químicos aromáticos. Fougére Royale de Houbigant, considerado el primer perfume moderno por usar una gran dosis de un material de síntesis en su base tenía un fino aspecto frutal: la cumarina con su matiz de almendra y la salvia esclarea con su peculiar aroma a vino de ciruelas aportaban un oscuro y profundo tono afrutado en su base.

Le Fruit Defendu (1914) de Paul Poiret fue un perfume aldehídico cremoso redolente de un dulzor frutal entre albaricoque-plátano y ciruela que escandalizó por el punto empalagoso que alcanzaba. Algo de ese efecto lo podemos experimentar hoy en Jungle l´Elephant de Kenzo.

Mitsouko de Guerlain, con su compleja nota afrutada, seca y lactónica a base de aldehído C14 y Persicol (una base de melocotón) no hace sino extender ese aspecto de fruta ya madura que también tenía Le Chypre (1917) de Coty por un efecto derivado de la salvia esclarea. Pero el de Guerlain tiene un carácter más oscuro y seco, que después será una característica de los chypre frutales con su dulzor texturizado, profundo y velado. Este grupo de perfumes ejemplifican el paradigma de la complejidad y riqueza que las notas frutales pueden dar, un tipo de sensualidad abstracta y a la vez natural.

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Bodegón con rosas, melocotón y vino de Josef Lauer.

Pongamos en la mente la sensación del olor de un perfume clásico y la de uno actual. Independientemente del tema que desarrollen los dos hay un par de características muy notables: la mayor transparencia y la mayor separación entre notas del contemporáneo. Y es que los perfumes clásicos son profusos, a veces incluso saturados, de manera que los matices son como pequeñas pinceladas o como finas veladuras. En esa condensación de materia olorosa, lo frutal permanece cautivo en el corazón de los perfumes.

acuatico

Habiendo más espacio entre las notas también comenzaron a variarse los matices en cada fase de evaporación. Edmond Roudnitska con su magistral uso de las notas frutales anticipó varias décadas los temas acuáticos y transparentes de los noventa. Su nota de ciruela en Femme de Rochas aún tiene el clásico aspecto de frutas oscuras, pero ya en Diorissimo introduce un matiz frutal sutil y peculiar cercano al albaricoque maduro y las moras en la salida al incluir una nota de boronia. Aunque la gran aportación en este terreno es Le Parfum de Thérese con su salida acuática de melón y su corazón de ciruela. El efecto brioso y enérgico de una fruta acuosa y verde es el perfil que proliferó en los noventa con la popularización del Calone que añade notas de melón y sandía junto al aspecto marino. Acqua di Gió es el prototipo en esa década. Hoy ese aspecto acuático se trabaja de forma más vibrante aún, incluso incisiva, al reforzarse con notas de ruibarbo que aportan un acabado incandescente entre vegetal y tropical. Acqua di Gió Essenza o Un Jardin sur le Toit de Hermès son ejemplos de esta nueva tonalidad.

En los 70´s nace L´Artisan Parfumeur y con ella una incipiente perfumería alternativa. La marca comienza con un perfume frutal basado en almizcles: su icónico Mûre et Musc. Otras casas de perfumería artesanal también comenzaron a explorar las notas frutales de forma específica: Folavril (1981) de Annick Goutal es un cremoso perfume aldehídico con nota de mango y L´Ombre dans l´Eau (1983) de Diptyque se basa en un acorde entre rosa búlgara y grosella negra que reproduce un efecto de bayas rojas muy veraz.

También en los 90´s hubo bastantes ideas buenas, pero su popularidad hizo que el patrón se repitiera hasta la saciedad. Los productos funcionales comenzaron a explorar otros territorios. La dulce fragancia de frutos rojos y osmanthus del champú Herbal Essence se convirtió en un olor deseable. También los gourmand adquirieron relevancia: gracias a Angel de Thierry Mugler y Le Premier Parfum de Lolita Lempicka los orientales se renovaron con notas oscuras que de nuevo pusieron en el punto de mira la faceta golosa de los frutos rojos ahora ya con un nuevo protagonismo, con una identidad propia.

El problema en sí mismo no es la extroversión que alcanzaron las notas frutales, sino que desde entonces se ha disparado el número de fragancias que se lanzan al año con poca singularidad, o con una singularidad que no va más allá del frasco y la campaña publicitaria. Es decir, los productos genéricos se han multiplicado hasta saturar, despersonalizando lo que en origen fueron buenas ideas. Muchas de las notas frutales que hoy en día se crean no se caracterizan por su detallismo o verosimilitud sino por un persistente dulzor. La mayoría se formulan a partir de almizcles blancos.

Algunos de estos almizcles blancos aportan un efecto frutal de calidad como el lechoso Ambretolide o Helvetolide con su fina nota de pera y mora. Sin embargo, el problema básico de este tipo de aromas es que acaban percibiéndose como genéricos porque están presentes en una gran cantidad de productos.

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De esta ubicuidad también es culpable un subgrupo muy específico de perfumes florales: los floral-frutales con Daisy de Marc Jacobs como abanderado. Si pensamos que el arco de las fragancias florales- de por sí ya dulces- es el más favorecido por el público femenino, la faceta frutal, especialmente de frutos rojos, supone un nuevo modo de rejuvenecer el tema alejándolo de los frágiles soliflores o de los grandes florales que hoy el público más joven tiende a aborrecer porque se asocia con años de más. Caramelo y frutas son pues el olor de lo que se considera joven. No es de extrañar que en algunos casos este tipo de fragancias acaben consumiéndose como un complemento.

Pero no hay que olvidar que las notas frutales son mucho más que eso. En los perfumes clásicos este matiz siempre tenía un filo de calidez animalística (Chamade de Guerlain) o un aspecto que delatara la madurez del fruto, a veces demasiado maduro, ya redolente de un dulzor con matices melosos o alcohólicos (Yvresse de YSL). La davana, el brote de grosella negra, el osmanthus, la mimosa son algunos ingredientes que pueden proporcionar esos acabados.

La riqueza del matiz es lo que acentúa el carácter de algo, lo que da profundidad, lo que hace que un perfume sea memorable. Hace ya cuatro años, cuando comenzaba a escribir en el blog, dediqué una mini entrada a lo frutal llamada Cornucopia. Trataba de recordar que el aroma de una fruta no es algo simplista sino alegre, audaz, osado, exuberante, tierno, delicado…por eso quisiera para el aniversario del blog volver a retomar ese discurso inicial y ampliarlo en esta entrada. Porque lo frutal es frecuentemente denostado por parecer demasiado fácil de apreciar. Algunos aromas frutales son difíciles de concretar y quisiera insistir en que las frutas siempre han sido un artículo de lujo por muy común que nos parezcan hoy en día. También son símbolos cargados de valores culturales en distintos paises.

Y ya que es el aniversario del blog, además de hacer una lista de algunos perfumes completamente frutales o con importantes facetas afrutadas, quisiera dejar uno de esos ejemplos de símbolo cultural con una bonita canción de la tradición sevdalinka: Zunte Dunje -versión Davorin Popovic- (Membrillos Amarillos) cuyo lento tempo y rica melodía crea una textura musical que a mi me hace pensar en esa pureza que una nota frutal puede ofrecer cuando no se usa con cinismo. El tema de la canción es un amor malogrado.

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Frutales de principio a fin: Pulp de Byredo, Petite Chérie de Annick Goutal, Chanel Nº18 Les Exclusifs.

Manzana: Burberry Women, Traversée du Bosphore de L´Artisan Parfumeur, Idylle EdP de Guerlain, Aventus y Spring Flower de Creed, Rose d´Eté de Les Parfums de Rosine.

Pera: Petite Chérie de Annick Goutal, La Belle Hélene de MDCI.

Cereza/licor de cereza: L´Heure Bleue, La Petite Robe Noire y L´Instant Magic de Guerlain; L´Ambre des Merveilles de Hermés, Del Pozo In Black, Louve de Serge Lutens, Jubilation 25 de Amouage.

Melón: Acqua di Gió, Le Parfum de Thérese.

Sandía: Un Jardin après la Mousson de Hermés.

Frutos rojos: Chypre Rouge de Serge Lutens, Insolence EdT de Guerlain, Hot Couture de Givenchy, Amor Amor de Cacharel, Sublime Balkiss de The Different Company, Del Rae Bois de Paradis.

Ciruela: Acqua Fiorentina de Creed, Feminité du Bois de Serge Lutens, J´Adore de Dior.

Albaricoque: Epic Woman de Amouage, Coco Noir de Chanel, Gucci Rush, Jeaux de Peau de Serge Lutens.

Melocotón: Coco Mademoiselle de Chanel, Mitsouko, Nahéma y Nuit d´ Amour de Guerlain, Peau de Peche de Keiko Mecheri, Péché Cardinal de MDCI, La Dolce Vita de Dior,

Litchi/Lychi: Dzongkha de L´Artisan Parfumeur, Idylle Eau Sublime de Guerlain.

Mango: Folavril de Annick Goutal, Timbuktu de L´Artisan Parfumeur, Bombay Bling de Neela Vermeire, Un Jardin sur le Nile de Hermès.

Fruta de la pasión: Liaisons Dangereuses de Kilian, Fraiche Passiflore de Maitre Parfumeur et Gantier.

Piña: Virgin Island Water de Creed, Histoires de Parfums 1804 George Sand.

Y por supuesto el higo que está entre lo verde, lo amaderado y el dulzor meloso con toques lactónicos: Ninfeo Mio de Annick Goutal, Premier Figuier de L´Artisan Parfumeur.

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Flores de un jardín diverso: Iperborea de Lorenzo Villoresi

17 miércoles Abr 2013

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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flor de naranjo, jazmin, magnolia, mandarina, melocotón, mimosa, perfume

iperborea

Las intuiciones más básicas de los hombres se convirtieron en símbolos; los símbolos se entretejieron en mitos y los mitos impregnaron el pensamiento creando complejas estructuras simbólicas. Si algo se puede afirmar con seguridad sobre Hiperbórea es que encierra un complicado entramado de ideas que en ocasiones ha tenido derivaciones conflictivas. Trazar la historia de este lugar -legendario o no- es ardua tarea: sus huellas se pierden en la noche de los tiempos y su mito atraviesa tanto culturas célticas como mediterráneas. Permanece en la Historia evolucionando dentro de la tradición griálica y podríamos seguir asegurando es también el germen de la imagen paradisíaca por excelencia: lleno de armonía, abundante en recursos y aún así completamente espiritual. Dante se hace eco cuando dice «su paraíso no es más que música y luz».

Hiperbórea representa la isla primigenia; de su imagen deriva el resto -Atlántida, Albión-. En el pensamiento clásico es alegoría de un estado de conciencia ideal que rige el pensamiento apolíneo: la superación de la tiranía de los sentidos y el heroísmo entendido como un valor cívico que entraña el sacrificio personal.

Apolo es una de las principales deidades vinculadas a esta isla. Pero en ella también se sitúa a Atlas sosteniendo el eje del mundo y se localiza el Jardín de las Hespérides, donde crecen las manzanas de oro que representan la inmortalidad. Algunas teorías señalan que las Hespérides pudieron ser un conjunto de divinidades arcaicas asociadas al destino…la cuestión es que el tiempo, o mejor dicho, el no-tiempo es también la esencia de Hiperbórea.

Hesíodo dice que en Hiperbórea vive la generación de los hombres-héroes y su rey es Kronos/Cronos, el rey de la Edad de Oro. Viven en esa isla donde no hay lugar para el devenir y de la tierra brotan espontáneamente los frutos.

Distintos autores la han ido situado más o menos en algún punto del Ártico: frente a la patria de los celtas, «a seis días por el mar de la Britania en las proximidades del mar congelado» . En el mar congelado decía Plutarco que dormía Cronos y es que Hiperbórea no se rige por el tiempo que el resto de los hombres conocen.

Con todo este calado intelectual, es difícil no preguntarse a qué puede oler Iperborea. El objetivo parece claro, representar un lugar utópico, rodeado de glaciares que permanece todo el año bajo una luz crepuscular excepto un mes en el que un sol negro se mantiene continuamente sobre la línea del horizonte y, pese a ello, siempre tiene una vegetación exuberante. Pero el concepto del tiempo hiperbóreo parece un reto.

Lorenzo Villoresi toma dos características de este paraíso ártico para perfilar el perfume: la imagen del oasis en la nieve donde delicadas y fragantes flores surgen sin esfuerzo y la luminosidad que esconde el vergel. Por eso Iperborea es un perfume radiante de flores blancas.

Son como delicadas flores fantasmas que nunca acaban de caracterizarse pero retienen un frescor infinito. Al principio se perciben como una infusión de pétalos blancos. El aspecto acuático en el que participan el ciclamen, el lirio de los valles y la magnolia tiene pese a todo un matiz intimista en el perfume. Sin renunciar al dinamismo ondulante que estas notas pueden dar hay algo que contrarresta su fluidez: la faceta solar en la que participa la luminosa y empolvada mimosa, un jugoso y lactónico melocotón, parte del jazmín y la melosa flor de naranjo…Ambos aspectos solar y acuático están completamente ensamblados y esto es algo bastante interesante, porque no suelen encontrarse juntos con igual grado de protagonismo. Es un efecto que consigue hacer el perfume más elusivo.

Iperborea es delicadamente intenso. Se hace más y más floral poco a poco pero no pierde frescor y el fondo sigue siendo un telón de radiantes pétalos entre cremosas maderas. Un ingrediente importante que Lorenzo Villoresi ha usado para singularizar el perfume es el aceite esencial de magnolia. Este material es suavemente floral y muy fresco, dulce y afrutado tipo manzana, con aspectos verdes y también matices acuosos. Además de dar carácter permite jugar a «lo familiar y lo exótico» e introducir el aspecto más complicado de un retrato utópico: el concepto de tiempo.

De un modo indirecto se refuerza el aspecto de intemporalidad y de bonanza mediante dos acordes de gran familiaridad para la mayoría de personas: el de las cremas tipo cold-cream y más concretamente el de Nivea junto con el de las aguas de colonias infantiles basadas en flor de naranjo-lavanda-limón tipo Nenuco. Ambos se presentan como en planos recesivos cubiertos por un muy fino velo aldehídico que sólo difumina las cosas hasta un punto en que aún son reconocibles. Este es otro rasgo a destacar en Iperborea porque de forma bastante sorprendente recurre al acorde cosmético pero ni es demasiado intimista, ni demasiado retro, ni nostálgico…simplemente atemporal. Estas notas de crema y tierna colonia infantil están trabajadas no para hacer pensar de inmediato en la familiaridad sino en el bienestar que produce lo familiar. Y esa es una cualidad muy difícil de conseguir.

En conjunto, Iperborea se percibe como un perfume equilibrado. Los detalles del acabado son realmente buenos. Es corpóreo como una crema pero transparente. Combina la oposición de facetas como sólo algunos perfumes vintage hacían: lo solar y lo crepuscular, lo empolvado y lo acuático… Las flores blancas se presentan con su natural dulzura, cálida y melosa con puntas afrutadas de mandarina y melocotón mientras las notas verdes y acuáticas atraviesan toda esa pantalla solar para que todo sea más redondo, más complejo. Al final de lo que habla Iperborea es de confort. Su aroma plácido me hace pensar en Dorita repitiendo aquello de «se está mejor en casa que en ningún sitio, se está mejor en casa que en ningún sitio…».

Lorenzo-Villoresi-–-Iperborea

Érase una vez un perfume: Jaïpur Saphir pour Femme de Boucheron

15 martes May 2012

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almizcle, benjuí, estefanotis, melocotón, perfume, yuzu


Radha por la noche, pintura Mughal hacia 1650.

Un popular dicho de la India dice que en los grandes lugares ocurren muchas cosas pequeñas, una frase que encierra toda una filosofía acerca de la paciencia que hace falta en cada momento- en cierto sentido el saber quitar peso a las cosas- a la vez que el saber apreciar los detalles particulares que dan sabor a la vida. De alguna manera, esa frase sirve para explicar el carácter de los perfumes de Natalie Lorson, porque en ellos hay algo relajado, muy armonioso y ligero.

Jaïpur Saphir pour Femme es uno de los mejores ejemplos de ese aura intimista y suave típico de la autora, capaz de invocar una sensación clara de confort sin recurrir a delicadas transparencias que conjuran un ambiente de spa, sino mediante la opacidad; recreando en este caso una especie de comodidad vacacional muy idealizada…

Es la inclusión de maderas suaves y sedosas la que logra ese efecto relajante de un lugar en el que todo está dispuesto para la calma, incluído el paraje en el que se balancea una brisa suave y cálida en un atardecer claro de cielo turquesa, dorado, verde jade, con una colina sobre la que domina la luna a un lado y al otro un mar en calma, pero ninguna de esas cosas se pueden sentir con naturalidad porque ese paisaje, en realidad, es fantasía.

Jaïpur Saphir pour Femme tiene la particularidad de que aún siendo un híbrido inclasificable, no parece un pastiche, sino algo fabuloso y suave. Parece tenerlo todo, pero en la dosis precisa para conseguir el equilibrio, como en la cocina cantonesa. Posee la elegancia refinada y fresca de los perfumes florales-afrutados-amaderados pero con la serena opacidad de las maderas orientales, dulces, cremosas y suavemente almizcladas, mientras que se evapora como los perfumes aldehídico-florales, es decir, sin que ninguna parte tenga más volumen que otra.

Dicho esto, se percibe como algo moderno. Y quizás sea porque usa el lenguaje clásico con giros sutiles:

-Su frescor, por ejemplo, tiene un toque masculino tipo cologne de cítricos más secos y cercanos a la lima con el recuerdo amaderado sobre fondo especiado y el jazmín verde, es algo muy sutil al principio, pero apoyado en cada fase por diferentes notas: el yuzu en la salida, el estefanotis en el corazón y el almizcle amaderado del fondo. Recorre toda la composición, no es sólo una nota de contraste inicial.

-Los aldehídos no llegan a difuminar el cuerpo floral creando algo abstracto, sino que aportan una vibración suave.

-La típica asociación entre base oriental avainillada-ambarada con una nota de rosa oscura, se sustituye por notas de flores blancas frescas y de matices verdes luminosos (jazmín, magnolia, estefanotis). La base, además es rica y compleja pero no pesada.

– Sin renunciar al toque empolvado y cálido del heliotropo, hay una nota maravillosa de estefanotis (jazmín de Madagascar) con su matiz herbal-especiado tan característico bien pronunciado.

-El benjuí aporta un acabado balsámico y sedoso a la base.

-La salida tiene algo no tan frecuente en perfumería, más aún para la época de Jaïpur Saphir (1999): el yuzu, cuyo olor cítrico (lima-mandarina-pomelo) y seco amaderado pero ligeramente ceroso es la introducción perfecta para hacer que la otra nota frutal del perfume parezca más jugosa. Se trata de un melocotón suave y rico, especiado con cardomomo y canela.

-La magnolia, fresca y alimonada, que se percibe entre la salida y el corazón, refuerza la cremosidad del melocotón.

La revisión se centra en el EdP que siendo más rico e intenso en el acorde ámbar mantiene el frescor luminoso del EdT, donde el jazmín y las notas amaderadas-almizcladas tienen mayor protagonismo. Jaïpur Saphir pour Femme actualmente está retirado pero aún se encuentra con cierta facilidad. En mi opinión era una joya del departamento de perfumería, con suficiente personalidad para que fuera reconocible pero no intrusivo. No declaradamente sensual como el clásico bouquet floral Boucheron de Boucheron, sino voluptuoso como música de cámara.

Colección Les Parisiennes de Guerlain: Nuit d´Amour.

01 jueves Sep 2011

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almizcle, melocotón, perfume, rosa


Nuit d´Amour fue lanzado en 2006 como una edición limitada de perfume con un precio astronómico en un frasco de Baccarat. La fragancia inspirada en la obra de Gustav Klimt Mujer con sombrero y boa y el tango argentino fue creada por Jean Paul Guerlain. Actualmente forma parte de la colección Les Parisiennes, una línea exclusiva de las Boutiques Guerlain, encerrada en el frasco grabado con las abejas.

No estoy muy segura de que este Guerlain tenga un precio justificado, ni tampoco estoy segura de que refleje su fuente de inspiración, ni menos aún que realmente recoja el legado de la Maison, pero de lo que estoy segura es de que es muy tierno. Seguro que por eso se apellida d´Amour.

Quizás el maravilloso frasco de Baccarat de la edicción original y la vinculación a Klimt podían sugerir mejor el universo suntuoso del lujo guerlinesco; sin embargo, el jugo hace que a mí no se me quite de la cabeza una imagen bien distinta: Momo Adachi, la protagonista del manga y luego serie de anime Peach Girl.

La historia está dirigida al público adolescente (es un shoujo) con una protagonista joven , dulce y alegre que se ve envuelta en prejuicios y malentendidos porque su aspecto físico no coincide con el ideal de belleza japonés. Por ser una chica alta y fuerte, de piel morena y cabello rubio-fresa es vista como una chica excesivamente extrovertida y poco formal cuando en realidad no lo es. Bien, pues esta chica joven y tierna que debe aprender a manejar sus circunstancias en la vida, cada día más complicada gracias a su amiga-enemiga Sae, podría llevar Nuit d´Amour y sentarle realmente bien ya que tienen el mismo tipo de ternura y vivacidad. Un poco pop, un poco niña bien.

Nuit d´Amour tiene un carácter que fluctúa entre lo discretamente oriental y lo dulcemente floral, con acentos frutales pronunciados y una importante base almizclada; de hecho es una de las primeras composiciones de Guerlain en contener la Muscinade: esa nueva marca de estilo de Guerlain basada en almizcles, maderas cálidas, bergamota y haba tonka que sustituye a la clásica y espléndida Guerlinade (lo que hacía que un Guerlain se identificara como un Guerlain). Aunque Idylle es el máximo exponente del estilo imbuído en la Muscinade, para mí gusto Nuit D´Amour expresa mejor que ninguno de los recientes Guerlain este nuevo espíritu: suavidad algodonosa, claridad en la base, tersura y calidez cremosa. A veces pienso que esta estética se ensayó en el moderno Champs Elysees pero eso es otra historia.

En el corazón de Nuit d´Amour hay una rosa tierna, una rosa suave, una Rosa de Mayo muy cremosa unida a violeta y jugosa a la vez, acompañada de melocotón dulce y de lychee. Hacia la salida esta rosa ofrece tímida sus pétalos especiados con pimienta rosa de un modo gentil, realzando su frescor con bergamota y aldehídos. Hacia la base la luminosidad se incrementa y se hace brillante mediante el sándalo mientras el iris tamiza esta luz con un efecto empolvado.

El juego de luces y brillos, la idea de luminosidad global, es una característica importante en esta fragancia. No tanto porque juegue al contraste o porque sugiera ausencia de luz, sino porque el bouquet parece florecer bajo la luz de las velas …puede ser que por eso le pusieran de nombre Nuit.

Como ya dije, Nuit d´Amour es tierna. Tierna por su densidad endulzada, por su rosa luminosa y afrutada, hermana pequeñita de la rosa de Jardins de Bagatelle, pero sin asperezas ni espinas…mejor dicho sin que la rosa haya tenido la oportunidad de descubrir su verdadera naturaleza y no pueda llegar a comprender aún por qué debe de tener espinas.

Chanel Nº5: Eau Première

02 jueves Jul 2009

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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iris, jazmin, melocotón, perfume, sándalo, Vainilla

la pasajera
*La Pasajera de la cabina 52, Toulouse-Lautrec.

«Una muchacha debería de ser dos cosas: elegante y fabulosa» Gabrielle Chanel.

El perfume Nº5 siempre es el pefume mítico e icónico por excelencia; de una calidad formidable y con un carácter un poco sombrío, un poco inesperado que seduce por su capacidad de evocación. Su olor ha sido imitado en innumerables productos cosméticos y en otras fragancias, de manera que resulta un olor ubicuo, y aún así continúa siendo sugerente; pero a pesar de la admiración que puede despertar, no todo el mundo se siente capaz de llevarlo.
Acepté con resignación que el Nº5 no era para mí ya hace muchos años, a pesar de eso siempre lo he admirado en la distancia y siempre me ha resultado un perfume evocador: curioso! Sin embargo, el Eau Première es para mí doblemente fascinante: retiene el perfil de la fragancia original pero es más ligero, más transparente y cálido. Jacques Polge tuvo en mente cuando lo creaba a esas personas que admiran el original pero sienten que no es para ellas.
Y si fuera la primera vez…así dice la literatura publicitaria, porque el reto era plantearse el Nº5 con nuevos materiales y técnicas actuales pero salvaguardando el viejo espíritu, con precisión y minuciosidad. El Eau Première no ofrece efectos dramáticos de texturas contrastantes; no, no…su carácter es más tierno pero es una fragancia realmente bella de principio a fin. El diseño estructural es exquisito: una composición brillante y balanceada donde la base y la salida contribuyen con su ligereza a resaltar las notas medias que efervescentes y plenas de matices le otorgan a la fragancia una calidad atmosférica inusual.

En el Eau Première se mantiene la primacía del frescor, pero con otro enfoque, lo que se percibe desde el primer momento. La salida ha cambiado: menos rotunda, más brillante con notas cítricas más dulces, balsámicas y florales (mandaina, naranja) y un menor volumen de aldehídos.
En el corazón el aspecto floral sigue estando difuminado pero no por una sobredosis de aldehídos, sino porque se ha recreado el dulzor difuso propio de las flores tropicales. El Ylang-ylang está rebajado y su protagonismo lo cede a una suntuosa rosa almizclada, a un jazmín afrutado, centelleante y aterciopelado, a jugosos matices de melocotón y a una delicada nota de iris. Todo este cuerpo clásico de notas florales está cubierto por un velo de sutiles y exóticos aromas que recuerdan a la flor de tiaré y al frangipani y le dan un aire de ensueño a un acorde central efervescente y centelleante.
En la base se vuelve a notar un tema más ligero, básicamente notas dulces acarameladas de vainilla enriquecidas con la nota de leche de almendras de la cumarina; la cremosidad del sándalo, un almizcle suave que aporta tersura a la composición y un poco de vetiver a modo de contrapunto.
El clásico efecto empolvado del orris y el sándalo está audazmente integrado: en la sensación de conjunto es como un eco en lontananza, como otro efecto más de esta brisa suave y exótica que es el Eau Première.

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