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Olibanum: cuaderno de perfumes

Olibanum: cuaderno de perfumes

Archivos de etiqueta: pera

Esto es blanco, esto es negro: Angélique Noire de Guerlain.

26 sábado May 2018

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almizcle, angélica, incienso, jazmin, pera, perfume, Vainilla


* Objetos comunes (2012) de Karen Hollingsworth.

Raro es aquel perfume que en el mismo instante que lo pruebas te paraliza porque con su olor te invita a la contemplación. Se produce un instante en el que entiendes que estás ante algo más que un olor agradable; es una experiencia estética: percibes algo bello que se escapa entre matices indefinidos y que forma parte de la tensión entre notas y los fugaces recuerdos en sordina de algo conocido que no se puede ubicar con certeza.

Tal experiencia es más probable tenerla probando perfumes vintage o algunos clásicos que aún conservan su complejidad. El espíritu de la simplicidad que domina el panorama actual no suele tener un trasfondo muy poético: faltan matices, exotismo en las ideas y creatividad. Se necesita la sorpresa en el perfume porque es lo que realmente cautiva. Como la mayoría de los perfumes actuales se reducen a esquemas de olor muy sencillos, el elemento sorpresa suele ser una nota muy legible y ligada a la infancia- ya sea cosmética o golosa- o una nota hiperralista -ya sea hierba o caucho-. En otras palabras, ningún encantamiento invita a perderse con la mente en lo que hueles, como mucho puedes aspirar a sentir comodidad.

La sorpresa, en los perfumes clásicos, está velada -puede ser un efecto táctil que sólo se percibe cuando el perfume evoluciona- y forma parte de un todo fluido y expansivo o concentrado y denso en el que brilla una cualidad natural casi palpable que invita a querer oler en profundidad en lugar de olfatear. En los clásicos Guerlain se atribuye a la guerlinade el gran atractivo de estos perfumes, esa huella singular rodeada de una opacidad empolvada a veces se tiñe de efectos golosos como en L´Heure Bleue, a veces recuerda al abrazo de una madre como en Shalimar. Claramente maneja un lenguaje intimista que acorta distancias. Y, junto con la compleja faceta vainillada -sello de estilo de la firma- la sensualidad del perfume se vuelve infinita.

Es esa sensación deliciosa tan difícil de describir lo que atrae de estos Guerlain. Un juego que a menudo se echa de menos en sus nuevas creaciones porque reunen los elementos tradicionales sin añadir la mágica complejidad, el toque audaz o la proporción adecuada de densidad en las notas. Todo parece demasiado transparente, incompleto e incluso apurado. Pero en su catálogo, entre sus perfumes de boutique, hay un jugo moderno que tiene el acabado de un óleo clásico: Angélique Noire (2005) parece construido capa a capa como con finas veladuras, dando forma, volumen y matiz a una idea que gravita entre naturaleza y artefacto con un singular aire de familiaridad.

En cuanto lo hueles, atrapa los sentidos creando una sensación global, holística de «perfume». Pero, a la vez, se percibe como en la distancia, lleno de ecos, cuajado de verdor y de acentos afrutados, mientras la sensación almizclada vaga por la mente invocando ese algo familiar. No es una sensación oscura sino velada, y tampoco es animalística, sino de vainilla expansiva y radiante pero sabes que hay algo…ah, sí! es como la cara más armoniosa y suave de un antiguo Shalimar. Sin embargo, la vaquedad que flota entre las notas, la combinación de verdor y dulzor balsámico todavía es algo más: el recuerdo reconfortante de un olor medicinal como el del Agua del Carmen, con esa misma fluidez, frescura y delicadeza. ¡Qué curioso!

Shalimar en sus fórmulas más vintage contiene muchas notas de origen animal. Hoy se habla de la civeta porque su pungencia es legible en su silueta, pero en su día también había mucho almizcle natural. Este ingrediente, entre otras cosas, logra dotar al conjunto de una armonía única. Pero todas las notas animales comparten rasgos poco deseables en un perfume, rasgos que hay que limar y disimular; ahí es donde entran en juego las notas frescas y aromáticas como la bergamota y la lavanda. Así, a grandes rasgos, Shalimar es pura dualidad: frescor aromático versus calidez animal.

Un perfume que ha marcado tanto la evolución de la familia oriental no es fácil de renovar. Su núcleo consiste en notas muy ricas y pesadas que poco tienen que ver con las preferencias actuales. Pero Shalimar es algo más que un perfume intenso; es algo poderoso y, guste o no guste, se use o no se use, tiene la capacidad de elicitar una respuesta en los demás tanto como de empoderar a quien lo lleva. Y esa es la clave.

Cuando Daniela Andrier formuló Angélique Noire para Guerlain está claro que logró crear algo extendiendo el esquema contrastado de Shalimar al perfil oloroso de la angélica. Es difícil precisar que hace más atractivo a este perfume, si la alianza entre vainilla y almizcle conjurando la sensualidad del perfume vintage, la aparente sencillez de todas las notas que revelan lentamente una complejidad inesperada o el don de la encantadora vaguedad que da al perfume su aura juvenil

Podría decirse que tiene un elemento gourmand aunque de forma imprecisa que recuerda a un bocado de pastel de angélica con helado artesano de vainilla. En la colección L´Art et la Matière los perfumes pueden tener esa sugerencia gustativa que adorna lo que de otra forma son perfumes sencillos y monotemáticos, pero en Angélique Noire las notas están como difuminadas, tan pronto es angélica caramelizada como vainilla fresca como un océano de almizcle y suave incienso. Es un perfume en clave intimista para quien lo lleva y de gran atractivo para quien lo huele.

La vainilla natural aporta tenacidad y profundidad; los almizcles dan cremosidad y un acabado radiante, pero la peculiaridad viene sobre todo de la angélica cuyo carácter contrastado y contradictorio sirve como punto de partida. Ante todo, esta planta y su esencia tiene un tono herbal y anisado con una faceta afrutada que recuerda a las peras -cosa aquí exagerada hasta el punto de sugerir peras en almíbar- y, de fondo, un olor limpio de maderas preciosas que contrasta con tonos alcanforados, pinosos, apimentados, terrosos y almizclados. Es un olor dual a la vez que lleno de fluidez, como son los olores naturales. Los aceites esenciales de angélica tienen la particularidad de poder añadir a un perfume el precioso y raro efecto de naturalidad que invita a la serenidad.

De la planta se extraen aceites de sus semillas y de su raíz. El de las semillas funciona en las notas de salida y recuerda un poco al enebro y la ginebra, mientras que el de raíz funciona en la base y tiene facetas de incienso y de ambreta. Ambos están presentes en el perfume y, en parte, gracias a ellos, Angélique Noire tiene esa cualidad brumosa, expansiva, vaga e impenetrable.

Hay notas florales aquí y allá: apimentada freesía y ambarado jazmín, con el filo almendrado que Daniela Andrier también trabajará en Tardes de Carner y acaba en un tono más seco y amaderado. Es un perfume lineal y sencillo pero con cualidades especiales que invitan a la introspección. Lo más evidente es que es un oriental inusual, bohemio y naturalista, que ofrece un verdor suntuoso, suave y muy matizado en lugar de profusión de bálsamos y resinas. En este sentido sigue el planteamiento de Douce Amére de Serge Lutens. Pero, en esencia, sigue manteniendo la dualidad de Shalimar, descendiente a la vez de Jicky, esto es: un carácter cálido,, empolvado y humano en contraste con un carácter fresco, vegetal y aromático; pero atrás quedan los fuertes contrastes que provocan tensión y movimiento evidente. Aquí todo gira en torno al pequeño matiz que se pierde como una onda en el agua. Es algo que parece decir: naturaleza y cuerpo no compiten porque son la misma cosa. A eso se le llama armonía.

Sol y hielo: Muguet Blanc de Van Cleef & Arpels Collection Extraordinaire

03 viernes May 2013

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

≈ Comentarios desactivados en Sol y hielo: Muguet Blanc de Van Cleef & Arpels Collection Extraordinaire

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almizcle, ciclamen, lilas, lirio de los valles, neroli, pera, perfume, rosa

zapatoblanco2a
*Zapato floral de Michel Tcherevkoff.

Blanco es una palabra que connota pureza en sentido tradicional, pero hoy en día en perfumería referencia lo refinado y es usada para designar una nota que ha perdido sus tintes animalísticos o narcóticos. El almizcle y las flores blancas entran en esa categoría de notas blanqueadas y Muguet Blanc reúne dichos elementos en un contexto verde, fresco y tintineante con rastros familiares bien escondidos en la trama.

Ni el aroma del sotobosque de Diorissimo ni el acabado verde jabonoso de Muguet du Bonheur de Caron. Muguet Blanc entra en el universo cosmético, pero de forma más alternativa. Aunque por su carácter extraño y elusivo no estaría en un tocador familiar sino en uno imaginario, tallado en hielo para la Reina de las Nieves o construído con pétalos y campanillas de cristal para que jugara algún coqueto ser feérico.

De alguna forma, me hace pensar en Anaïs Anaïs. No porque se parezcan en términos de olor: el de Cacharel se centra en la azucena siendo delicado pero muy carnal a la vez; el de Van Cleef & Arpels es igualmente tierno pero la idea de piel está atemperada. Sin embargo, comparten algo en términos de estructura y de personalidad. Ambos tienen una naturaleza dual expresada mediante una combinación de notas verdes, florales dulces con acentos frutales y un efecto empolvado enmarcado todo en una estructura de salicilatos y almizcles blancos.

Blanco radiante, casi cegador como el sol en verano. Así es en el fondo Muguet Blanc, pero al principio parece la fotografía de un lago rodeando de verdes colinas. Y es que en la salida es de un frescor entre aéreo y acuático ligeramente cítrico con elementos de hojas verdes pronunciados. Bergamota, nerolí y ciclamen mecidos por una brisa rosada con acentos ozónicos. Hay aquí el recuerdo renovado del clásico Eau de Toilette de Elisabeth Arden, igual de vivaz y ceroso pero no igual de áspero. Muguet Blanc es sedoso y el efecto de frutas húmedas y jugosa pera añaden un toque más juvenil.

Ya desde el principio se aprecia lo que será el espíritu del perfume: su carácter oscilante. Desde la clásica solidez verde a la acuática casi marina fluidez moderna. Desde el splash refrescante al dulzor algodonoso y empolvado que emanan los almizcles blancos en la base ( culpables de que este perfume tenga una gran fijación en la ropa). Desde el toque lactónico del Nirvanolide al salado de los salicilatos. Todo transparente pero sorprendentemente persistente.

Más exhaustivo de lo que parece al principio. Fluctúando entre lo azucarado y lo cristalino de forma global, mientras cada matiz característico de la flor se presenta como un elemento diáfano. Es el conjunto lo que forma un retrato facetado: las notas dibujan una constelación, no siguen una estructura claramente piramidal. Quizás no sea un perfume de muguet para todo el mundo, tiene un carácter menos primaveral, pese al perfil limpio de rosa-geranio con recuerdos de peonía.

Lo que al principio parece una faceta helada, verde e incisiva luego fluye hacia la sensualidad ambarada vainillada del tiaré, después de pasar por una fase intermedia adornada con dulzor suave y acuoso de las lilas, revelando entonces la nota cosmética inesperada de protector solar. El perfume es sol y hielo a la vez. Como menta fresca picada infusionada en aceite de coco, raro pero apetecible contraste que une lo verde con lo estival.

En la Collection Extraordinaire, los perfumes de flores blancas siguen una pauta de minimalismo y luminosidad. Recrean flores mudas por medio de materiales afines o característicos del olor de cada flor pero no extraídos de ellas y además rehuyen los aspectos más comprometidos o menos primorosos, manteniendo un acabado limpio. Pero ni la delicadeza sensual de Gardenia Pétale ni la cremosidad especiada de Lys Carmin llegan a ser tan singulares como el juego de opuestos que es Muguet Blanc. Sedoso y acuático, empolvado y mentolado. Blanco y solar.

En torno al almizcle y otros matices de piel: las notas frutales.

26 viernes Abr 2013

Posted by Botanyuki in Ensayos

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albaricoque, ciruela, mango, manzana, melón, melocotón, pera, perfume

eucharis
*Eucaris, muchacha con cesta de frutas (1863) por Frederic Leighton.

La tonificante sensación de un vino herbáceo, el subyugante dulzor de un melocotón completamente maduro o la verde cremosidad del plátano son bizarros acentos frutales para un perfume. Desde la atracción inmediata delos sentidos al sutil encanto; de lo lánguido a lo tórrido, desde lo alegre a lo audaz, lo frutal es un aspecto más allá de lo simplemente dulce o jugoso. Despliega, en realidad, un universo de tonalidades: verdes(manzana, pera); amarillas(melocotón, albaricoque); oscuras(frutos rojos, granada, ciruela); exóticas(mango, papaya, guava, coco, piña) con las que inyectar no sólo carácter sino también extravagancia, sensualidad, dramatismo o una luz diversa en el perfume. Aunque cuando decimos notas frutales la idea que salta en la mente suele ser algo similar al dulzor de la granadina, característico del grupo floral frutal, en realidad eso sólo es una parte del espectro.

Pese a la capacidad de algunas notas cítricas como la mandarina para introducir dulzura o un efecto pulposo, las notas hepérides se diferencian de lo frutal por el nivel de frescor y luminosidad. Lo frutal se mueve en un arco de matices entre lo acidulado, lo verde y lo floral; añadiendo un efecto agradable de textura tersa, de cremosidad o un halo etéreo más ténue. Puede tener un acabado ligero, vivaz o sensual cuando evoca la idea de piel.

Los aspectos frutales oscuros y profundos o finos y envolventes han podido estar presentes en los perfumes tradicionales de alguna forma. La tintura de ámbar gris o el aceite de almendras amargas son ingredientes capaces de dar un matiz afrutado global a una composición. Pero también las propias flores y las destilaciones que de ellas se derivan pueden presentar elementos frutales más o menos agudos. Ejemplos clásicos:

-La rosa encierra matices de pera, frambuesa, litchi.
-Algunas variedades de jazmín tienen una nota de plátano bastante marcada, otras de albaricoque.
-El nardo tiene notas lactónicas de coco que pueden variar desde agua de coco a leche de coco.
-Los distintos materiales de iris pueden tener acentuados los matices de melón, melocotón o frutos rojos.

Además, los químicos aromáticos desde inicios de la perfumería moderna permitían trabajar esta faceta de forma más detallada, más preciosista incluso. Por ejemplo, la vainillina recuerda un poco al albaricoque, el antranilato de metilo que es fundamental en la composición de L´Heure Bleue tiene matices de uva, de mandarina y de fresa.

En realidad, con el inicio de la perfumería moderna lo que tradicionalmente fuera como un velo de celofán envolviendo el bouquet, para embellecer de forma general la composición, se amplifica y se potencia con las nuevas posibilidades que brindas los químicos aromáticos. Fougére Royale de Houbigant, considerado el primer perfume moderno por usar una gran dosis de un material de síntesis en su base tenía un fino aspecto frutal: la cumarina con su matiz de almendra y la salvia esclarea con su peculiar aroma a vino de ciruelas aportaban un oscuro y profundo tono afrutado en su base.

Le Fruit Defendu (1914) de Paul Poiret fue un perfume aldehídico cremoso redolente de un dulzor frutal entre albaricoque-plátano y ciruela que escandalizó por el punto empalagoso que alcanzaba. Algo de ese efecto lo podemos experimentar hoy en Jungle l´Elephant de Kenzo.

Mitsouko de Guerlain, con su compleja nota afrutada, seca y lactónica a base de aldehído C14 y Persicol (una base de melocotón) no hace sino extender ese aspecto de fruta ya madura que también tenía Le Chypre (1917) de Coty por un efecto derivado de la salvia esclarea. Pero el de Guerlain tiene un carácter más oscuro y seco, que después será una característica de los chypre frutales con su dulzor texturizado, profundo y velado. Este grupo de perfumes ejemplifican el paradigma de la complejidad y riqueza que las notas frutales pueden dar, un tipo de sensualidad abstracta y a la vez natural.

lauer
Bodegón con rosas, melocotón y vino de Josef Lauer.

Pongamos en la mente la sensación del olor de un perfume clásico y la de uno actual. Independientemente del tema que desarrollen los dos hay un par de características muy notables: la mayor transparencia y la mayor separación entre notas del contemporáneo. Y es que los perfumes clásicos son profusos, a veces incluso saturados, de manera que los matices son como pequeñas pinceladas o como finas veladuras. En esa condensación de materia olorosa, lo frutal permanece cautivo en el corazón de los perfumes.

acuatico

Habiendo más espacio entre las notas también comenzaron a variarse los matices en cada fase de evaporación. Edmond Roudnitska con su magistral uso de las notas frutales anticipó varias décadas los temas acuáticos y transparentes de los noventa. Su nota de ciruela en Femme de Rochas aún tiene el clásico aspecto de frutas oscuras, pero ya en Diorissimo introduce un matiz frutal sutil y peculiar cercano al albaricoque maduro y las moras en la salida al incluir una nota de boronia. Aunque la gran aportación en este terreno es Le Parfum de Thérese con su salida acuática de melón y su corazón de ciruela. El efecto brioso y enérgico de una fruta acuosa y verde es el perfil que proliferó en los noventa con la popularización del Calone que añade notas de melón y sandía junto al aspecto marino. Acqua di Gió es el prototipo en esa década. Hoy ese aspecto acuático se trabaja de forma más vibrante aún, incluso incisiva, al reforzarse con notas de ruibarbo que aportan un acabado incandescente entre vegetal y tropical. Acqua di Gió Essenza o Un Jardin sur le Toit de Hermès son ejemplos de esta nueva tonalidad.

En los 70´s nace L´Artisan Parfumeur y con ella una incipiente perfumería alternativa. La marca comienza con un perfume frutal basado en almizcles: su icónico Mûre et Musc. Otras casas de perfumería artesanal también comenzaron a explorar las notas frutales de forma específica: Folavril (1981) de Annick Goutal es un cremoso perfume aldehídico con nota de mango y L´Ombre dans l´Eau (1983) de Diptyque se basa en un acorde entre rosa búlgara y grosella negra que reproduce un efecto de bayas rojas muy veraz.

También en los 90´s hubo bastantes ideas buenas, pero su popularidad hizo que el patrón se repitiera hasta la saciedad. Los productos funcionales comenzaron a explorar otros territorios. La dulce fragancia de frutos rojos y osmanthus del champú Herbal Essence se convirtió en un olor deseable. También los gourmand adquirieron relevancia: gracias a Angel de Thierry Mugler y Le Premier Parfum de Lolita Lempicka los orientales se renovaron con notas oscuras que de nuevo pusieron en el punto de mira la faceta golosa de los frutos rojos ahora ya con un nuevo protagonismo, con una identidad propia.

El problema en sí mismo no es la extroversión que alcanzaron las notas frutales, sino que desde entonces se ha disparado el número de fragancias que se lanzan al año con poca singularidad, o con una singularidad que no va más allá del frasco y la campaña publicitaria. Es decir, los productos genéricos se han multiplicado hasta saturar, despersonalizando lo que en origen fueron buenas ideas. Muchas de las notas frutales que hoy en día se crean no se caracterizan por su detallismo o verosimilitud sino por un persistente dulzor. La mayoría se formulan a partir de almizcles blancos.

Algunos de estos almizcles blancos aportan un efecto frutal de calidad como el lechoso Ambretolide o Helvetolide con su fina nota de pera y mora. Sin embargo, el problema básico de este tipo de aromas es que acaban percibiéndose como genéricos porque están presentes en una gran cantidad de productos.

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De esta ubicuidad también es culpable un subgrupo muy específico de perfumes florales: los floral-frutales con Daisy de Marc Jacobs como abanderado. Si pensamos que el arco de las fragancias florales- de por sí ya dulces- es el más favorecido por el público femenino, la faceta frutal, especialmente de frutos rojos, supone un nuevo modo de rejuvenecer el tema alejándolo de los frágiles soliflores o de los grandes florales que hoy el público más joven tiende a aborrecer porque se asocia con años de más. Caramelo y frutas son pues el olor de lo que se considera joven. No es de extrañar que en algunos casos este tipo de fragancias acaben consumiéndose como un complemento.

Pero no hay que olvidar que las notas frutales son mucho más que eso. En los perfumes clásicos este matiz siempre tenía un filo de calidez animalística (Chamade de Guerlain) o un aspecto que delatara la madurez del fruto, a veces demasiado maduro, ya redolente de un dulzor con matices melosos o alcohólicos (Yvresse de YSL). La davana, el brote de grosella negra, el osmanthus, la mimosa son algunos ingredientes que pueden proporcionar esos acabados.

La riqueza del matiz es lo que acentúa el carácter de algo, lo que da profundidad, lo que hace que un perfume sea memorable. Hace ya cuatro años, cuando comenzaba a escribir en el blog, dediqué una mini entrada a lo frutal llamada Cornucopia. Trataba de recordar que el aroma de una fruta no es algo simplista sino alegre, audaz, osado, exuberante, tierno, delicado…por eso quisiera para el aniversario del blog volver a retomar ese discurso inicial y ampliarlo en esta entrada. Porque lo frutal es frecuentemente denostado por parecer demasiado fácil de apreciar. Algunos aromas frutales son difíciles de concretar y quisiera insistir en que las frutas siempre han sido un artículo de lujo por muy común que nos parezcan hoy en día. También son símbolos cargados de valores culturales en distintos paises.

Y ya que es el aniversario del blog, además de hacer una lista de algunos perfumes completamente frutales o con importantes facetas afrutadas, quisiera dejar uno de esos ejemplos de símbolo cultural con una bonita canción de la tradición sevdalinka: Zunte Dunje -versión Davorin Popovic- (Membrillos Amarillos) cuyo lento tempo y rica melodía crea una textura musical que a mi me hace pensar en esa pureza que una nota frutal puede ofrecer cuando no se usa con cinismo. El tema de la canción es un amor malogrado.

serge-lutens-jeux-de-peau

Frutales de principio a fin: Pulp de Byredo, Petite Chérie de Annick Goutal, Chanel Nº18 Les Exclusifs.

Manzana: Burberry Women, Traversée du Bosphore de L´Artisan Parfumeur, Idylle EdP de Guerlain, Aventus y Spring Flower de Creed, Rose d´Eté de Les Parfums de Rosine.

Pera: Petite Chérie de Annick Goutal, La Belle Hélene de MDCI.

Cereza/licor de cereza: L´Heure Bleue, La Petite Robe Noire y L´Instant Magic de Guerlain; L´Ambre des Merveilles de Hermés, Del Pozo In Black, Louve de Serge Lutens, Jubilation 25 de Amouage.

Melón: Acqua di Gió, Le Parfum de Thérese.

Sandía: Un Jardin après la Mousson de Hermés.

Frutos rojos: Chypre Rouge de Serge Lutens, Insolence EdT de Guerlain, Hot Couture de Givenchy, Amor Amor de Cacharel, Sublime Balkiss de The Different Company, Del Rae Bois de Paradis.

Ciruela: Acqua Fiorentina de Creed, Feminité du Bois de Serge Lutens, J´Adore de Dior.

Albaricoque: Epic Woman de Amouage, Coco Noir de Chanel, Gucci Rush, Jeaux de Peau de Serge Lutens.

Melocotón: Coco Mademoiselle de Chanel, Mitsouko, Nahéma y Nuit d´ Amour de Guerlain, Peau de Peche de Keiko Mecheri, Péché Cardinal de MDCI, La Dolce Vita de Dior,

Litchi/Lychi: Dzongkha de L´Artisan Parfumeur, Idylle Eau Sublime de Guerlain.

Mango: Folavril de Annick Goutal, Timbuktu de L´Artisan Parfumeur, Bombay Bling de Neela Vermeire, Un Jardin sur le Nile de Hermès.

Fruta de la pasión: Liaisons Dangereuses de Kilian, Fraiche Passiflore de Maitre Parfumeur et Gantier.

Piña: Virgin Island Water de Creed, Histoires de Parfums 1804 George Sand.

Y por supuesto el higo que está entre lo verde, lo amaderado y el dulzor meloso con toques lactónicos: Ninfeo Mio de Annick Goutal, Premier Figuier de L´Artisan Parfumeur.

AG-boulePetitCherie

Una rosa vegetal: Un Jardin sur le Toit de Hermès

12 domingo Ago 2012

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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ciclamen, geranio, manzana, pera, perfume, pomelo, rosa

El último jardín representado por Hermès en su colección Un jardin es una recapitulación de toda la serie, cuyo hilo conductor ha sido el agua, el elemento indispensable para que las cosas se regeneren. El Mediterráneo, el Nilo, el Monzón hacen que la tierra sea fructífera, conformando climas y paisajes característicos.

Sí, un recuerdo pequeño de todo lo que se expresó previamente en los perfumes anteriores está aquí de nuevo sintetizado. Pero el último jardín no es un don de la naturaleza sino una obra creada que sigue un modelo de naturaleza, sobre un tejado parisino. Ese jardín cultivado es un recreo para los sentidos con su evocación paradisíaca de riqueza vegetal y, por eso, Un Jardin sur le Toit es algo más que un mero compendio. También supone la vuelta a la reflexión en torno a los perfumes verdes, una constante muy fructífera en los trabajos de Jean Claude Ellena que comenzó su carrera con su brillante Eau de Campagne para Sisley, continuó renovando con la nota de té verde para Bulgari y finaliza la serie de los jardines, de nuevo abriendo otra ventana. Esta vez la saturación del color es la innovación.

Ese jardín en el 24 de Faubourg Saint-Honoré está cuajado de rosas y manzanos, perales, hierbas aromáticas y un gran magnolio. Se recicla a sí mismo y eso también se refleja en este perfume abstracto y transparente mediante una nota de compost -la faceta ecológica del jardín- mientras que la localización urbana se plasma con este nuevo trabajo en torno al verde: además de acuático ahora también es acidulado, con una cualidad casi fluorescente que emana del fondo, inyectando brillo.

De aquella primera reflexión sobre los nuevos verdes que Jean Claude Ellena propuso en Eau Parfumée au Thé Vert, esta creación para Hermès tiene algo. Sí, definitivamente hay un toque de té verde fresco y floral unido a la manzana y la rosa. Pero ese perfil general de rosa verde en Un Jardin sur le Toit , pungente por el geranio a la vez que dulce por la peonía, se enriquece con micromatices. Y así la rosa es también acidulada por el pomelo, vinosa gracias a la manzana verde, jugosa por la pera, tersa por un cierto matiz de albaricoque y difusa gracias a la nota de magnolia. En conjunto, una rosa que en ciertos momentos puede recordar a In Love Again (YSL) o a Rosa Ikebana (Hermès) pero que finalmente se inclina hacia un perfil vegetal, exuberante que rezuma olores de naturaleza húmeda.

El Helional, un material muy usado para recrear notas oceánicas dulces con acentos frutales y de heno, es un importante ingrediente en la fórmula; aporta ese carácter transparente de acuarela mientras introduce en la composición un frescor verde y almizclado muy característico. Es junto con el musgo de roble la nota principal que queda en la fase final de la evaporación del perfume, como un recuerdo metafórico de esa privilegiada floresta en medio de la urbe.

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