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Olibanum: cuaderno de perfumes

Olibanum: cuaderno de perfumes

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Lo que no es y es : Jeux de Peau de Serge Lutens.

08 jueves Dic 2016

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almizcle, canela, caramelo, fenugreco, helicrisio, iris, leche, mirra, olibano, perfume, regaliz, sándalo

depalabras

«Lo más profundo que hay en el hombre es la piel. Y qué mejor que sentir la invitación de la caricia del agua para sumergirnos en el mar.» Cita de La idea fija de Paul Valéry.

Podríamos decir algodón de azúcar especiado, praliné de avellanas, café irlandés, manzanas caramelizadas, pan brioche con miel y mantequilla y otras tantas cosas por el estilo, pero ninguna de estas palabras sería la descripción adecuada. Aunque tampoco sería del todo inapropiada. Con estas palabras describimos continuas y fugaces sensaciones, en algún punto similares entre sí, que habitan en el perfume sin llegar a concretarse del todo. Jeux de Peau no entra de lleno en el territorio gourmand como ocurre con Santal Majuscule, es más elusivo…

También podríamos decir que es un perfume de estructura lineal. Lo es, pero lleno de efectos que vienen y van, dibujando una trayectoria de carrousel. Esa ilusión de movimiento en círculo sombreando el perfume es lo que despista tanto y hace de este jugo algo bastante único pues no es ni completamente gourmand, ni totalmente amaderado, ni plenamente ámbar, ni del todo un iris endulzado. Es todas y cada una de estas cosas en un momento dado, y luego, la otra. Similitudes, vaguedades…

Sólo su nombre resulta descriptivo y concreto: Jeux de Peau, Juego de (en la) piel. Fantásticas palabras para introducir la experiencia lúdica y única del perfume sobre la piel porque el perfume mismo, todo perfume, juega sobre la piel de cada persona de un modo sutil pero tenaz. Nunca es el mismo en la misma persona, nunca es lo mismo para otras personas.

Jeux de Peau juega como el que más. Es una invitación al acercamiento pero también es una prueba de resistencia. Invita porque es dulce y cálido, con el atractivo de un suave almizcle blanco, un abizcochado sándalo o un iris delicadamente vainillado como telón de fondo. Pero también te prueba porque primero eclosiona en la piel como una nube dulce y mantecosa que resulta casi intoxicante y, de ella, después, como serpentinas, surgen cosas curiosas: un hilo especiado, el vago recuerdo del café con achicoria, un dulzor verde y casi herbáceo, trazas de regaliz e incluso una vaga impresión de cuero, todo ello bañado por la sensación de alimentos tostandose. Son matices raros por independiente, algunos incluso chocantes, pero en conjunto funcionan porque generan el contraste necesario para dejar atrás la monotonía de un perfume dulce al uso, conjurando un allure oriental-amaderado-especiado.

Jeux de Peau (2011) quizás intente decir «acércate, pero acércate con respeto». Todo el mundo entiende que algo dulce y cálido no levanta un muro de seriedad, ni crea distancia como haría un perfume más seco y áspero. Curiosamente, esta proyección de cercanía a través de notas dulces la gente tiende a interpretarla como un signo de baja competencia. Sí, lo que para el portador o portadora puede ser una elección por confort, para los otros, que huelen con el espacio como principal mediador, lo dulce se lee como «a ti te falta poder». Inconscientemente es así. Pero Jeux de Peau , aún siendo dulce y cálido y acogedor, se desarrolla como un perfume rico, imaginativo y no exactamente fácil de llevar.

A través de sutiles matices habla de ambiente acomodado: efluvios de cuero, iris, ámbar, especias e incluso whisky. En otras palabras, sugiere lujo pero no ostentación.

De alguna manera podría emparentarse con Pink Sugar (2004) de Aquolina: ambos parten de una nota de azúcar basada en etil maltol rodeada de distintos matices gustativos y, en ambos casos, evolucionan como perfumes amaderados con acentos amargos de regaliz y trazas de notas verdes. Pero mientras Pink Sugar se lee directamente como puro algodón de azúcar, Jeux de Peau y sus mil matices sólo sugiere, y lo que sugiere es como miel empolvada.

Por otro lado, relacionarlo con Sables de Annick Goutal es inevitable porque en ambos sobresale el peculiar carácter del helicrisio, un olor curioso y complejo, a veces incluso discordante, que divide a la gente. El aceite esencial de helicrisio (o siempreviva) tiene un perfil gustativo, pungente, primitivo, oriental. Para muchas personas, pese a ser algo abigarrado, sólo huele a curry porque una de sus facetas recuerda a esa especia pero, en realidad, es un material lleno de inflexiones cálidas y melosas, herbales y empolvadas con matices de cuero, té, tabaco, jarabe de arce, fenugreco, cerezas…en definitiva una esencia muy aromática que imprime personalidad en las fórmulas. En Sables es total protagonista, en Jeux de Peau interpreta junto al sándalo una armonía ambarada.

Finalmente, otras referencias más cercanas, las encontramos en la misma colección de perfumes de Serge Lutens con Santal de Mysore (1991) y Santal Blanc (2001). En Jeux de Peau hay un poco del balsámico sándalo especiado con recuerdos de curry que brilla en Santal de Mysore pero, sobre todo, hay bastante de la suave calidez almizclada y empolvada con que se realza el acorde de pan blanco -pan de leche- y leche caliente en Santal Blanc, sólo que en Jeux e Peau el pan está recién salido del horno, tiene más corteza y fue amasado con masa madre.

La nota gustativa de producto horneado, de panadería, es sobre todo, un efecto creado con pirazinas. Este grupo de químicos aromáticos está presente en la naturaleza de distintos modos, por ejemplo, se desarrolla durante el horneado de pasteles o la caramelización del azúcar y con frecuencia son usadas por la industria alimentaria para crear sabores de avellana o praliné. Las pirazinas también se usan en perfumería en trazas para crear un atractivo singular, así en Bois Farine son responsables en la salida de tonos verdes y recuerdos de avellana; pero en Jeux de Peau el efecto se ha llevado al extremo y no es sólo una sugerencia palatable lo que encontramos en la salida del perfume sino que casi se pueden saborear las avellanas -avellanas lechosas, algo verdes incluso- el praliné, el café, la crema de caramelo, los dulces de malvavisco tostados… Casi , o sin casi, es brutal el relieve de estas notas en salida pero esto se calma al rato y entonces comienza el juego en la piel.

Distintos químicos aromáticos están empeñados en dar el singular perfil gustativo de Jeux de Peau, gracias a ellos se sugieren muchas notas y sensaciones relacionadas con la leche y el azúcar: leche caliente, tofe, azúcar caramelizándose, cierta mantecosidad así como matices de café, achicoria, jarabe de arce/fenugreco. Junto a ellos, ciertos ingredientes naturales que subrayan los aspectos gourmand del perfume, destacando el helicrisio y quizás algo de extracto de trigo. Esta combinación de materiales está muy lograda y resulta interesante el equilibrio entre matices, la redondez de las notas y a la vez la sutilidad de las mismas. A menudo es difícil saber qué estas oliendo exactamente y qué lo produce: ¿es la nota de coco que surge hacia el final de la evolución un efecto del sándalo, de los lactones o es producto de una nota de osmanto que también aporta el toque a confitura de albaricoque? ¿Es la mirra la que produce la nota de regaliz? ¿Realmente hay una nota a frutas fermentadas y fenoles que hace pensar en un acorde de whiskey o es otro de los tantos efectos que surgen en la piel?

Superada la prueba inicial, superada esa salida brutal, Jeux de Peau se convierte en un juego de sugerencias infinitas. Es el juego de las relaciones entre matices, porque los olores se relacionan unos con otros rompiendo los límites que establecen las taxonomías académicas. Sin categorías absolutas, ni gritos impositivos, el perfume acaba revelando, en sotto voce, un aspecto aromático de la piel humana: el recuerdo a miel.

Agujas de pino, manzanas e incienso: Wazamba de Parfum d´Empire

19 jueves Dic 2013

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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ámbar, ciprés, incienso, labdanum, manzana, mirra, opopanax, perfume, pino, regaliz

piña

De niños vivíamos los momentos sencillos con toda naturalidad, la realidad no estaba impregnada de valores positivos o negativos. Todo era acontecer, sin más. Al crecer, la experiencia va progresivamente filtrándose en nuestra mente porque vamos acumulando, sin darnos cuenta, prejuicios e ideas preconcebidas que disminuyen o incluso anulan esa capacidad para apreciar cómo discurre la realidad. De adultos, o nos entrenamos a conciencia o difícilmente podemos recuperar el modo abierto de experimentar. Pero existen cosas que nos pueden devolver esos momentos limpios en los que el ser y el estar se solapan y las sensaciones desembocan en sensaciones.

Quizás alguien haya dejado volar la imaginación tras estas palabras, quizás alguien esté soñando despierto. Pero nada más lejos de mi intención, nada más lejos de mi estilo. Estoy hablando del desarrollo de la atención a través de la percepción. Ni escapismo, ni ilusionismo.

Los sentidos nos proporcionan estímulos que procesamos, analizamos, juzgamos…pocas veces los disfrutamos sin más. Pero todos, seguro, tenemos algún sabor o algún olor que nos facilita ese estado de plenitud. A veces, también los paisajes, los jardines, los edificios nos pueden sumir en esa particular clarividencia; aunque no todo el mundo tiene la misma facilidad para este tipo de experiencias, lo cierto es que surgen sin más y se viven tal cual. Suelen tener una fuerte dimensión sinestésica -varios sentidos focalizan a la vez el mismo estímulo- lo que las convierte en recuerdos vívidos susceptibles de ser reinterpretados a través de la imaginación.

Llamemos a esos olores, sabores, paisajes, etc catalizadores de la conciencia. Pensad en Proust y el episodio de la magdalena. ¿Habéis encontrado un perfume que os ofrezca un instante de serenidad y conciencia plena a la vez, de luz, textura, temperatura, una sensación de tiempo y lugar? Si pienso en aquellos perfumes con los que más me identifico, todos tienen algo en común: al probarlos ellos eran la única realidad que podía experimentar, como si de nuevo fuera una niña descubriendo algo nuevo.

Sin embargo, existe un material en perfumería que por sí sólo tiene esa cualidad: el frankincienso. La realidad se dilata y la respiración se vuelve más profunda cuando eres capaz de apreciar en el olíbano la riqueza de sus matices. No en vano, es la base del incienso, el aroma místico por excelencia.

Los perfumes de incienso, con resinas y maderas preciosas, fácilmente evocan la idea de misticismo en multitud de culturas pero no siempre van más allá de lo esperable: algo dulce y ahumado. Funcionan como estereotipos olfativos, que también existen, llegando a ser poco más que una distracción. Creo que por esa razón apenas comento perfumes de este tipo, porque rara vez encuentro algo que me conmueva, algo que sea una reminiscencia del material, así limpio y fresco, amaderado, muy aromático y profundo, capaz de iluminar el momento con una luz especial: clara como una mañana de verano y trémula como la llama de las velas.

En Wazamba (2009) esos matices preciosos se presentan como pinceladas aquí y allá matizando un perfil resinoso y conífero muy compactado. Aunque lo que más caracteriza a este perfume quizás sea el persistente dulzor aromático que recorre todo el perfume, desde la salida hasta la base, mutando lentamente hasta transformarse en una nota ambarada. En la primera fase de la evaporación recuerda al penetrante dulzor acaramelado de las agujas de pino frescas acompañado por un verdor algo seco pero poderoso y con recuerdos de manzana y semillas de granada. En conjunto, la salida presenta una curiosa faceta verde que hace pensar en una nota tipo caléndula/tagetes.

El perfume evoluciona con tonos luminosos hacia una base refinada de ámbar dulce. La mirra, suavemente especiada, está reforzada con una potente y oscura nota de regaliz mientras el opopanax continua la dualidad frescor/dulzor con un tono más meloso. Como en toda composición de Parfum d´Empire, Wazamba también exhibe una faceta cuero, aunque es una fugaz sensación que emana difusa, acompañada de acentos licorosos. El acorde ámbar mantiene el rasgo frutal del perfume, ahora con recuerdos de compota de manzana, y algo de frutos rojos para cerrar el círculo. Wazamba, en términos de olor, es más una fantasía orientalizante que un perfume de frankincienso en sentido estricto, aunque resalta de forma contundente su faceta frutal, pero sí que tiene la capacidad de invitar a respirar con profundidad.

wazamba

Pequeña arqueta de recuerdos y fantasía: Myrrhe Ardente de Annick Goutal.

09 sábado Mar 2013

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benjuí, haba tonka, madera de guaiac, mirra, papiro, perfume, regaliz

mirra-2

La colección de perfumes Les Orientalistes es un capítulo aparte dentro de los perfumes Annick Goutal: alejada de los cítricos aromáticos, los florales inusuales o los delicados soliflores recala en una gama de la paleta perfumística que hasta el momento la marca no había explorado con exclusividad. El punto de partida y de llegada de cada perfume en la colección es la materia prima como concepto de materia preciosa: almizcle, incienso, mirra y ámbar. Así que cada propuesta es a la vez un estudio minucioso de las facetas de estas materias y una fantasía orientalizante.

En el caso de la mirra y del almizcle, además, Isabelle Doyen -que suele construir sus perfumes con contrastes más claroscuristas y múltiples piruetas sobre un mismo tema- ha trabajado las notas como si de una acuarela se tratara, pero una acuarela muy rica en pigmento, una acuarela opaca. Esta es una cualidad hermosa porque parece esconder en la simplicidad austera una especie de misterio silente, un pálpito intrigante que realmente sí es un concepto de la estética oriental. Esa mística que también los pintores orientalistas trataron de capturar en sus escenas de costumbrismo inspira la colección y, para dar coherencia al conjunto, existe un acorde muy refinado tipo ámbar que las cuatro composiciones comparten en la base: el hilo conductor. Ese acorde está a medio camino entre elementos secos característicos del ámbar gris y las fantasías balsámicas que del tema se hacían a principios del s.XX y recrea fugazmente la atmósfera recogida de los templos llenos de piezas de maderas antigua e inciensos.

Creados con materiales modernos que tienden a ser más transparentes, Les Orientalistes y, Myrrhe Ardente a destacar entre ellos, mantienen la idea clásica de un claroscuro construído mediante sutiles juegos de sombras con una opacidad lechosa más propia de otras épocas. Ese arte de difuminar contornos y redondear notas en un acorde único, compacto y aparentemente sencillo pero en el fondo elaborado con facetas de minuciosa factura, capaz de evocar la idea de un viaje en el tiempo algo nostálgico.

Myrrhe Ardente es especialmente capaz de conjurar esta idea mística en la mente de manera más elusiva que el resto, en parte por la tonalidad peculiar que tiene llena de matices siena, pero también porque el perfume incluye la idea de la mirra como ingrediente tradicional en las recetas de inciensos y, aludiendo a esta función, habla de la forma más antigua de perfume: a través del humo, sin presentar directamente la nota de frankincienso que todos asociamos rápidamente con los incensarios. Tiene un carácter recesivo, quedando muy cerca de la piel durante horas y, a la vez, igual que una ola, puede inundar el aire con su suave estela balsámica.

En la evolución del perfume, la faceta ahumada es ligera y sutil pero constante. A veces presenta puntas de olor más secas y especiadas de clavo y nuez moscada, a veces incluso es casi picante. Tiene también el leve recuerdo coriáceo del azafrán y seguramente eso sea un efecto creado por la nota de papiro que hay en la base. Otras veces, esta faceta se desarrolla como una lenta voluta de humo amaderado y vainillado, donde se despliegan los matices harinosos y de tofe que aporta el benjuí y la cremosidad almizclada del sándalo que crea la madera de guaiac, dando un toque más exótico aún. Incluso el humo puede refrescarse con algo vagamente salino y terroso, entre musgo y vetiver…es un efecto vivificante. Esta es la cara más refinada del perfume, la predominante y, en conjunto, me lleva a pensar en Myrrhe Ardente como un trabajo de abstracción que comparte personalidad con el Musgo de Sajonia (para experimentar esta nota de musgo en su gloria hay que probar Nuit de Nöel de Caron).

Hay otra parte del perfume que tiene un carácter más primitivo y que, sin embargo, me recuerda a un producto muy elaborado: el whisky escocés de buena calidad. Es esa faceta más penetrante dentro de la tonalidad ahumada, que hace pensar en el heno, la tierra y el cuero en su forma más cruda mezclada con el efecto típicamente alcohólico de esta bebida que a veces tiene matices de galleta y brioche escondidos…igual que este perfume -la crema corporal realza estas notas de galleta junto con las notas más balsámicas, restando sequedad a la fragancia-. En Myrrhe Ardente hay también algo meloso, debido a que lleva cera de abejas, equilibrando lo ahumado con lo balsámico en el corazón del perfume, mientras que la salida presenta una nota muy seca y muy intensa de regaliz, característica de la esencia de mirra, que va disolviéndose con laxitud mientras el perfume se expande como humo voluptuoso**…exactamente así.

**Así es como en la publicidad original de Les Orientalistes se describía este perfume que, según he leído hace unos días, será retirado este año.

mirraA

La Fuente del Amor y Lolita Lempicka Le Premier Parfum: dos versiones.

24 sábado Nov 2012

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almizcle, haba tonka, iris, mirra, patchoulí, perfume, regaliz, Vainilla, violeta


*Le Premier Parfum.

Patchoulí-iris-praliné formando un acorde amaderado multifacetado entre frío y cálido, palatable y táctil más cereza-anís-regaliz para añadir un goloso acorde afrutado, de nuevo frío y algo amargo pero capaz de invocar el universo infantil. Le Premier Parfum (1997) de Lolita Lempicka junto con Angel de Thierry Mugler sentaron precedente al combinar notas gourmand con patchoulí e iris. El éxito de ambos perfumes llevó a que este esquema se multiplicara en numerosos lanzamientos. Una parte de este éxito está en que ambos perfumes tienen una identidad sólida y fácilmente reconocible, algo difícil de conseguir.

La explotación de un tema exitoso en perfumería no es exclusivo de estos tiempos, lo que si es más novedoso es el fenómeno de la crítica extendida gracias a Internet y en ese contexto el término fruitchoulí se ha hecho popular, aunque no por su valor descriptivo sino por asociarse directamente con algo poco original y demasiado conocido, un sabor a patchoulí y frutos rojos sin más…de aquí a no prestar atención a lo que se nos presenta puede haber un paso. Aunque es cierto que algunos perfumes son poco brillantes o más bien aburridos, etiquetar directamente puede hacernos perder cosas interesantes. En este sentido siempre pienso en Sublime Balkiss de The Different Company, construído en torno a un acorde de rosa-frutos del bosque-patchoulí-hojas de violeta pero que gira hacia una tonalidad chyprée más que a un sabor oriental-especiado. Es un gran olvidado quizás porque una marca más selectiva se atrevió con un tema popular, pero es un buen perfume, un perfume radiante.

Sin embargo la misma composición de Annick Menardo para Lolita Lempicka ha sufrido su propio éxito en forma de múltiples versiones a cargo de la misma perfumista. Aún así, el tema sigue dando jugosos frutos y este año presentan dos ediciones limitadas a las que prestar atención: L´Eau en Blanc y Eau de Minuit . Ambas mantienen el sello característico de Le Premier Parfum y comparten una textura elaborada pero con personalidades opuestas; las distintas interpretaciones de un mismo tema pueden sacar a la luz diversos matices interesantes, como ocurre en pintura, música, cine, etc. Para ejemplo, La Fuente del Amor.

El tema de La Fuente del Amor hunde sus raíces en la mitología y la literatura clásica latina y su temática evolucionó en la literatura medieval donde el Jardín del Amor -que solía albergar una fuente en algún rincón- era el escenario para representar los valores corteses. La Fuente recibe el poder de generar deseo y amor en quien bebe de ella por culpa de Cupido, que tenía la costumbre de lavar sus flechas en dicho lugar.


* La Fuente del Amor (1885) de Jacques-Clément Wagrez

La versión de Wagrez es la de una pintura de género académica basada en las escenas dieciochescas de las pastorales y pasada por el filtro historicista del s.XIX para recrear un jardín medieval idealizado que funciona como alegoría de la naturaleza pareja al progreso de los sentimientos. El tema es el galanteo idílico sin que las emociones sean especificadas. Es una pintura bonita.


*Le Premier Parfum edición limitada L´Eau en Blanc 2012.

L´Eau en Blanc es igualmente algo bonito, hecha para oler así, bien. Suave y transparente…todo gira en torno a la delicadeza, una cualidad a destacar porque está muy lograda. El tema es las violetas blancas y las almendras glaseadas (almendras de Jordania o peladillas) que se regalan de cinco en cinco en las bodas, siguiendo una antigua tradición. Tanto el aroma de las violetas finamente empolvado y el frescor con un toque vegetal del iris como la nota azucarada de las almendras y el dulce de mazapán están muy bien definidos desde el principio. La nota de frutos rojos se encuentra más fundida con la heliotropina en esta versión y progresivamente lo que va quedando es un perfume de piel basado en almizcles y haba tonka. Pese a ser una versión que destaca por la suavidad y aunque retrata una violeta empolvada y sutil más basada en la percepción de una textura que en el olor penetrante y nasal que esta nota puede tener, L´Eau en Blanc no carece ni de solidez ni de presencia.


*La Fuente del Amor (en torno a 1784) de Jean-Honoré Fragonard.

Fragonard llegó a pintar hasta cuatro versiones del tema con mayor o menor oscuridad pero manteniendo las líneas generales de la composición. La Fuente del Amor en este caso es una alegoría del matrimonio. Aunque el estilo alegórico está menos perfilado y el peso recae más en el valor de un estado mental- el de los protagonistas- y una cierta melancolía- la del autor que parece advertir con tintes de romanticismo la fatalidad que conlleva la pasión-. La escena tiene una estética contemporánea a la época del pintor y en ella profundiza en el factor motivacional del deseo y la consumación. La pareja de jóvenes se apresura a beber el agua que les ofrecen los pequeños cupidos. La escena transcurre entre ensoñación, misterio y oscuridad pero tiene un mensaje profundo y poético. Aquí el vocabulario de los sentimientos está muy marcado, destacado incluso, frente al cuadro de Wagrez.

Eau de Minuit es a L´Eau en Blanc como el cuadro de Fragonard al de Wagrez: mismo tema, misma raíz pero uno es bonito, el otro profundo. El Eau de Minuit en salida es mucho más parecido a Le Premier Parfum; pero cuando evoluciona en la piel se puede apreciar bien su intensidad. Remite a la imagen de un bosque oscuro con el olor de la tierra húmeda como idea de fondo. El característico olor del concreto de iris está oscurecido, apoyado por una nota de madera vieja y polvorosa a la que contribuyen el patchoulí y la mirra. Sigue siendo un perfume de contrastes entre lo cálido y lo gélido, entre el amargor más patente y la dulzura balsámica más sutil pero de forma muy compacta. El regaliz aquí es como una veta profunda y oscura que atraviesa el perfume aportando una frialdad ligeramente medicinal y anisada de corte clásico. La mirra va a continuar ese tono pero añadiendo más oscuridad con su faceta balsámica y ligeramente mohosa, mientras el acabado empolvado de la vainilla redondea todo. Como en L´Eau en Blanc, la textura domina el carácter del perfume y pese a que su solidez e intensidad podría hacer pensar en algo más cercano a una seda pesada, mantiene la cualidad vaporosa .

Sí habéis admirado Le Premier Parfum pero nunca llegó a convenceros del todo podéis probar una de estas dos versiones. Ambas mantienen buena parte del núcleo del perfume original, comparten la textura y una nota de concreto de iris muy pulida. Pero una es blanca y gentil, la otra oscura y pasional.


*Le Premier Parfum edición limitada Eau de Minuit-Midnight 2012 en la colección de Navidad Illusions Noires.

El jugo, sólo el jugo: La Petite Robe Noire (2012) de Guerlain

24 domingo Jun 2012

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almizcle, bergamota, cereza, patchoulí, perfume, regaliz, rosa, té negro

La Petite Robe Noire es una reelaboración de algo ya conocido en muchos sentidos. Cuando en 2009 se lanzó como perfume de edición limitada exclusiva para las boutiques Guerlain ocurrió algo digno de señalar: en la blogosfera recibió una pobre aceptación mientras la gente compraba el producto de la Maison con entusiasmo. Las principales críticas que entonces recibió se centraban en que era una composición demasiado sencilla y frívola ( por las notas de macaron y los frutos rojos )para ser un perfume de boutique exclusivo, sin olvidar el uso de una imagen icónica de la moda: el «pequeño vestido negro», marca de estilo de otra famosa Maison francesa…

Se rumoreó incluso que LPRN sería una colección de edicciones limitadas sucesivas, con un modelo de vestido distinto impreso en el frasco para diferenciar, centradas en el mismo tema pero con variaciones; de hecho en 2011 La Petite Robe Noire 2 vió la luz bajo los arreglos del ya entonces perfumista oficial de la Casa Thierry Wasser. La original había sido compuesta por Delphine Selk.

Ahora La Petite Robe Noire se ha convertido en un producto permanente del portafolio Guerlain disponible para el público en todos los establecimientos autorizados que comercializan sus artículos. La fórmula original de 2009 ha sido reorquestada y según dicen quienes tuvieron la oportunidad de probar ambas, para mucho mejor. Guerlain ha preparado una gran campaña para este lanzamiento, con gráficos que aseguran es el sueño de toda chica…, una canción conocida por ser un himno a la osadía femenina (These boots are made for walking por Nancy Sinatra) unidas en una amalgama incalificable, con el fin de que pueda complacer al mayor público posible. El perfume también está formulado con esa intención. Sin embargo, esa estética de ensamblajes tan centrada en crear una imagen icónica muy vistosa y poco sencilla difumina el concepto original del «pequeño vestido negro» que es el estandarte del Slow Wear: la búsqueda de prendas con diseños sobrios y perdurables, que privilegian la calidad de los géneros y del corte de la prenda. Esto resulta un poco paradójico.

Pero ¿y el jugo? …, de nuevo, familiaridad es la palabra clave. El patrón general de La Petite Robe Noire es ya bien conocido para el público desde hace dos décadas: patchoulí/praliné +rosa +frutos rojos +acorde de ámbar acaramelado con detalles frescos contrastantes. Pensemos en el sabor de Angel de Thierry Mugler, Lolita Lempicka Le Premier Parfum, Amor Amor de Cacharel, Coco Mademoiselle de Chanel y un largo etcétera. Ese tono neogourmand que combina palatabilidad y abstracción es el lado moderno del perfume. Pero en cierto modo la búsqueda de algo estiloso y sobrio de sabor vintage se introduce en la fórmula. Por un lado la Guerlinade (sello de identidad de los perfumes Guerlain) está integrada junto con una nota de bombón de rosa-violeta con tintes retro que ya asomaba en Insolence EdT; tiene también una base de almizcle muy texturizado que mezclado con un toque de civeta, la faceta de cacao de un patchoulí fino y un musgoso ámbar gris unido al cuerpo ligeramente especiado trae a la memoria el sabor de los clásicos orientales especiados y algo de un chypre frutal que también hay en Chypre Rouge de Serge Lutens. En definitiva, está lleno de citas modernas y clásicas con la idea de dar más seriedad al tema, formando un caleidoscopio de minifacetas.

Y sin embargo este jugo supera las citas y cumple con el reto de hacer algo inspirado en un pequeño vestido negro ¿por qué? Porque logra crear una buena silueta, bien estructurada y atractiva aunque más garbosa que chic. La clave: la oscuridad. Queda patente a lo largo de toda la evaporación del perfume que hay un interés por mantener un constante amargor oscuro y profundo pero redondeado por un dulzor algodonoso. Por eso, puede que sea uno de los mejores de su género. Las notas de frutos rojos son jugosas, suaves y oscuras casi opacas gracias al regusto especiado de clavo que entona la cereza negra y al regaliz, una nota importante para crear contrate en este perfume. El té negro hacia la base aporta firmeza y elegancia. La rosa es otra gran protagonista del perfume, una combinación de búlgara y turca para crear una sensación de frescor penetrante y afrutado, a la vez que las facetas verdes ( de la propia rosa y del patchoulí) estás remarcadas en un contexto umbrío, de nuevo un matiz interesante.

La Petite Robe Noire me ha hecho recordar tres cosas que no deberíamos olvidar cuando probamos perfumes:

-Por muy mono que sea el embalaje y la presentación, el jugo es lo que cuenta. Si el frasco y demás son cosas bonitas pues bienvenidos sean los detalles.

-Pese a la cantidad de citas que contenga un perfume o el nivel de familiaridad que refleje, realmente no hay dos perfumes iguales, sólo parecidos. Probad el Lolita Lempicka, Coco Mademoiselle y La Petite Robe Noire pero no os detengais en pensar cuánto se parecen, sino en ver sus diferencias, en sus detalles.

-Atendiendo a las peculiaridades se acaba aprendiendo que nunca se puede decir nunca, porque eso elimina la posibilidad futura de encontrar algo interesante. Quizás haya un grupo de perfumes que no nos atraiga mucho- los frutchoulí además no tienen buena prensa por su omnipresencia- pero un día encuentras algo que sí te convence, y te convence precisamente porque hay una diferencia.

Aimez Moi (1996) y N´Aimez Que Moi (1917) de Caron

15 sábado Ene 2011

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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perfume, regaliz, rosa, violeta


*Pavonia, de Frederick Leighton

El perfumista Dominique Ropion tiene un estilo caracterizado por buscar el equilibrio a través del contraste y Aimez Moi (1996) es un buen ejemplo de ello. El punto de partida se encuentra en un perfume que forma parte de los orígenes de la casa Caron: N´Aimez Que Moi (1917) de Ernest Daltroff, es un perfume de rosa búlgara con un acento de lilas y fondo chipre-empolvado; es también uno de los más bonitos ejemplos del acorde rosa-violeta con su acabado cremoso, con esa rosa tan carácterística de Caron que puede reconocerse también en los afamados y coquetos polvos ultrafinos para el rostro de Caron.


Imagen de los polvos para el rostro tal como se exponen en las boutiques Caron.

Aimez Moi mantiene la cualidad romántica gracias a la infusión de rosa búlgara que armoniza toda la composición, pero ahora la protagonista es la violeta. Una violeta singular y encantadora, especialmente texturizada, que recuerda vagamente al EdT de Aprés L´Ondée de Guerlain.

La fragancia abre con un acorde de bergamota-menta-cardomomo bastante difícil de describir en su conjunto si no se experimenta: por un lado es fresco pero no especialmente mentolado, sino que el frescor es más bien balsámico acompañado de una nota oscura y fenólica que recuerda al regaliz. El cardomomo es importante aquí porque contrasta gracias a su calidez especiada y enlaza bien con el principal tema de la fragancia: la violeta anisada sobre lecho de vainilla.

El anís es dulce, especiado y frío al mismo tiempo. La vainilla es cálida-balsámica, amaderada y con cierto tono atabacado. Aimez Moi oscila siempre entre lo frío y lo cálido. Lo dulce y lo agreste. La fluída oscuridad que envuelve a los Caron y un tono fundente láctico muy sugerente que acentúa el tempo lento-la idea de suave cadencia- con que esta fragancia se desarrolla.

Hay elementos muy interesantes en esta fragancia que hacen de ella una joya para los amantes de los perfumes de violetas que buscan algo bonito y a la vez distinto. El hecho de que un eau de toilette tenga una fijación extraordianaria y un sillage hechizante convierte este trabajo en algo más impresionante aún. Pero sobre lo que quiero llamar la atención es sobre los peculiares acentos que Dominique Ropion creó para conseguir un acabado intemporal con un toque de exquisitez casi podríamos decir y discreto encanto:

-La nota de anís estrellado es realmente suave y deliciosa pero su tono frío fúnciona siempre como contrapunto para un fondo balsámico-ambarado.

-En el corazón late una flor de magnolia que mantiene pulsante el frescor gracias a su tono alimonado, y matiza con su carárter dulce y cremoso.

-Existe un efecto lácteo que ayuda a la cremosidad pero que es también afrutado y resalta las notas de melocotón y sándalo del fondo-personalmente esta es una de las partes que más me gusta, sobre todo porque siendo una nota tímida se convierte en algo de verdad sugerente.

-Hacia la base se distingue un toque empolvado de raíz de iris que continúa el tema de la violeta, para terminar en una nota de heliotropo.

-Las notas de almizcle están muy integradas en la composición, aportando textua y volumen.

Pero lo más intrigante es que al final, en conjunto, la sensación que se tiene es de un perfume en el que las notas de violeta son profundas, respiran en el fondo. En otras palabras, se produce esa magia del perfume en que sabiendo que el retrato es algo artificial intencionadamente la experiencia es de que hay algo natural en ello, algo que entendemos como artístico: una imagen.

En la foto aparece el frasco original de 1996 diseñado por Federico Restrapo, actualmente Aimez Moi se comercializa en el frasco regular de EdT para la línea exportada de los perfumes Caron. El extracto de Aimez Moi se puede comprar en las Boutiques Caron ( París y Nueva York) al igual que la colección de perfumes exclusivos llamados perfumes-fuente o perfumes-urna, entre los que se encuentra N´Aimez Que Moi.

Notas de N´Aimez Que Moi: rosa, lila, violeta, iris, vetver, musgo, ámbar, sándalo, cedro, vainilla y almizcle.

Notas de Aimez Moi: bergamota, menta, cardomomo, alcaravea, anís, freesía, magnolia,jazmín, rosa, melocotón, violeta, iris, heliotropo, bálsamo de Tolu, sándalo, vainilla y almizcle.

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