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Olibanum: cuaderno de perfumes

Olibanum: cuaderno de perfumes

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De aire y sol en los trópicos: Absoluto de tiaré y Lys- Ylang.

27 sábado May 2017

Posted by Botanyuki in Notas de Perfumes

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jazmin, lys-ylang, perfume, tiaré, ylang-ylang

Es un hecho indiscutible que el olor de una flor tiene rasgos en común con el olor de otra flor, con eso la perfumería juega para crear y recrear aromas. Una característica de olor compartida por distintas flores puede ser un criterio de clasificación para agruparlas o un punto de partida para construir el perfil de un perfume monotemático o un gran bouquet, que se irán revistiendo y caracterizando a pinceladas. Sin embargo, en ocasiones, un material capaz de crear nuevos efectos puede llegar a convertirse en el protagonista del perfume, o casi. Dos ejemplos en el espectro de los olores exóticos son el absoluto de tiaré y el Lys-Ylang.

El absoluto de tiaré, como cabe esperar, no huele directamente a flor de tiaré (Gardenia tahitensis), pero tiene un perfil muy característico que concentra algunos rasgos clave de las flores tropicales: es difusivo, dulce, con un frescor húmedo y denso a la vez y está lleno de recuerdos de otras flores blancas. Su olor, con sus vagas referencias, evoluciona de forma laxa, desplegando lenta y suavemente sus matices; por eso va tan bien para recrear un aura tropical pero también puede complementar un perfume de fantasía más complejo o experimental.

Su olor resulta embriagador y calmante, casi podríamos describirlo como mesmeriano. Es exótico y solar con un recuerdo a vainilla y salicilatos, con una sutil faceta ambarada, pero acompañado de un frescor verde, cercano al del té verde, y húmedo como el de la lluvia en la jungla.

Es extraño como persiste y a la vez cambia delicadamente, haciendo pensar un momento en el jazmín, otro momento en la flor de naranjo y después en la gardenia y la tuberosa. Pero lo más destacable, sin duda, es la sensación final que transmite de cremosidad transparente -un auténtico oxímoron- como flores mantecosas flotando en dorada miel líquida.

Los bouquets de inspiración tropical como Elle L´Aime de Lolita Lempicka, Tiaré de Ormonde Jayne y Terracotta Le Parfum de Guerlain son el contexto esperable para esta nota. Pero a menudo se usa por estos efectos singulares de luminosidad, cremosidad, sutilidad, sedosidad, vaguedad e incluso porque puede crear una textura aterciopelada en otro tipo de perfumes. En Poudré du Riz de Huitieme Art interviene en un acorde tipo cosmético un poco diferente al esperable en el género. En Douce Amère de Serge Lutens se puede apreciar lo bien que combina el absoluto de tiaré con las notas verdes más extremas que llegan incluso a amargas: la cremosidad del tiaré compensa la faceta seca, amarga y amaderada que forman el acorde de absenta y el cedro.
Los cítricos son otro aliado de este material; así en Un Matin d´Orage EdT de Annick Goutal se alía con yuzu en un retrato de gardenia especial por su frescor suntuoso -oxímoron de nuevo- y en Escale aux Marquises de Dior es casi pleno protagonista de la composición acompañado de las notas cítricas de la naranja sanguina, el elemí y el limón.

Lys- Ylang es otra historia tropical, más típica pero de acabado moderno. El producto procede del gran árbol de la Cananga odorata var. genuina cuya flor conocemos por el nombre de ylang-ylang. Los destilados más tradicionales, como el absoluto y el aceite esencial en distintos grados, representan una de las notas más clásicas de la perfumería, un básico gracias a su tenaz y balsámico tono floral con recuerdos de tiaré, jazmín y azucena y su capacidad para crear un efecto difusivo, cremoso y especiado que por sí mismo puede sentirse como un perfume. Es la nota que late en el corazón de bouquets florales desde Quelques Fleurs de Houbigant al más abstracto Nº 5 de Chanel y Arpège de Lanvin, que llena perfumes orientales como Samsara o con la que se suelen recrear de notas de clavel y azucena.

Lys- Ylang es una destilación fraccionada a partir del aceite esencial de Ylang III, el que tiene el carácter más especiado, amaderado y ajazminado de todos los grados de destilación. La especialidad de Lys- Ylang mantiene esas mismas características: tienen una nota clara de jazmín y reminiscencias de frangipani junto con una faceta especiada empolvada que recuerda a las azucenas. Pero, al contrario que la nota clásica, presenta un olor más limpio, fresco y delicado en matices con un efecto incluso acuoso al principio pero que al evolucionar se torna lechoso y recuerda al monoi: la infusión de flor de tiaré y aceite de coco, en ocasiones incluso hace pensar en leche de coco. Es un olor poderoso.

Por su transparencia se usa para crear perfumes de flor blanca sin estridencias, ligeros y limpios pero con cuerpo y buena proyección como en Gardenia Petale de Van Cleef & Arpels donde se puede disfrutar del material a placer. Pero, como el clásico, puede funcionar en composiciones más complejas, porque sigue añadiendo una faceta especiada y un efecto difuso, delicado y a la vez rico. Memoir Woman de Amouage lo combina con cashmeran, tuberosa y absenta, mientras que en Rose Anonyme de Atelier Cologne complementa la rosa en su faceta especiada reminiscente de clavo.

Las referencias tropicales son un ámbito al que la perfumería actual parece inclinarse bastante. Ya sea con nuevos florales, frutales notas incandescentes, el frescor denso y verde de nuevos salicilatos o los aspectos lechosos que tanto intervienen hoy en los perfumes de carácter más solar para recrear a fondo una idea de ocio y estilo de vida vacacional. Es curioso observar como a lo largo de la historia los perfumes de carácter más exótico van cambiando su perfil, porque el exotismo es hasta cierto punto una construcción.

Entre heliotropos: Kiss me tender & Kiss me intense de Nicolai Perfumeur Createur

28 viernes Abr 2017

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almendra, almizcle, canela, cereza, flor de naranjo, Heliotropo, jazmin, perfume, rosa, Vainilla, ylang-ylang

Advertencia: De romanticismo novelesco se les podría acusar. Cada nota puede ser calificada de elección perfecta en este duo de perfumes, nada que evite hacer de ellos algo precioso y delicado que invite a la ensoñación y la ingenuidad. Induce a pensar en un ideal de femineidad propio de heroínas de novela: que pasean entre heliotropos, acompañan sus meriendas con macarons de rosas, vainilla y cerezas, mordisquean nubes de fresa mientras leen poesía y a la luz de la luna llena lloran, suspiran o esperan. Todo belleza, algo de melancolía y mucha suavidad.

El argumento central son las flores en su faceta más gourmand. Kiss me tender es un heliotropo tintado de flor de naranjo, algo más floral. Kiss me intense insiste más en ofrecernos la flor en bandeja almizclada repleta de dulces de mazapán y bizcochos vainilla bañados en Amaretto.

La estructura es clásica; un floriental al uso. El estilo fino y matizado, incluso un poco artesanal: mitad brillo de ingredientes naturales, mitad fantasía de mente creativa.

La flor de encanto victoriano que es el heliotropo, con sus recuerdos de cerezas y almendras amargas, asoma entre los pliegues de un corazón tradicional de rosa y flores blancas empolvadas: algo flor de naranjo, algo de jazmín y bastante de absoluto de ylang-ylang, culpable de ese efecto difuso de acabado anisado tan característico. La base no renuncia al dulzor balsámico concentrado del absoluto de vainilla y del opoponax -aunque la versión Intense declina hacia algo más herbal- pero hay un toque especial, un sutil efecto azucarado frutal que hace pensar en esos perfectos frutos rojos del verano capaces de ofrecer en su sabor un bocado de sol.

Ah, sí! Estos perfumes están llenos de simpáticas referencias: desde el dulce de malvavisco en la faceta empolvada, al chicle de fresa en el sutil efecto aldehídico pasando por las natillas con su sabor mezcla de vainilla, canela y limón y su cremosa textura acompañando las flores. Trío de sugerencias gustativas que, unido al recuerdo de regaliz que aporta el anís estrellado, completa un cuadro lleno de reminiscencias infantiles.

Uniendo así lo goloso con lo floral tierno, pareciera que a ramilletes de flores de azúcar decorando una tarta nupcial nos estuviéramos refiriendo. Almendras de Jordania incluidas para celebrar la ocasión, pues es la tradición.

Pero ese no es el punto final porque el brillo solar invita a soñar con tierras lejanas. Sí, la vainilla junto con el absoluto de ylang-ylang crean un aura exótico similar al de perfumes como Fleur de Comores de Maître Parfumeur et Gantier o Songes EdP de Annick Goutal. Nuestra heroína también piensa en largas travesías por mar, hacia los mares del Sur…

Sugerencia: Acompáñese de la lectura de la chispeante novela «La abadía de Northanger» de Jane Austen.

Potencia de rosa: Paloma Picasso Mon Parfum.

06 lunes Feb 2017

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almizcle, ámbar, bergamota, clavo, cuero, geranio, patchoulí, perfume, rosa, tabaco, vetiver, ylang-ylang

paloma-picasso

Las tendencias en moda apuntan hacia un revival de los 80´s: de nuevo un intento por revivir el oversize, las grandes mangas afaroladas, los volantes por doquier,etc,etc,etc…pero hoy todo son tendencias, lo cual resulta escalofriante porque nada más alejado del concepto de estilo que las modas pasajeras. Curioso es que en los ochenta, quienes los vivieran lo saben bien, los iconos de la moda más ligados a la cultura pop podían jugar con las extravagancias que les brindaba el diseño y aún así convertirlas en una expresión de su propio estilo. Ni que decir tiene que entonces, como ahora, podía haber mucha frivolidad pero aquella gente proyectaba la sensación de que el arte y música en especial podían mejorar el mundo y que el vestir, como otro modo de expresión más, representaba una auténtica declaración de principios. Aquella forma de vivir la cultura era algo que estaba en el aire igual que ahora el ocio sólo parece limitarse al exhibicionismo más burdo y el griterío más zafio.

En fin, entre aquellas estéticas destacaba una especialmente rotunda a la hora de expresar femineidad consistente en combinar prendas de corte más masculino, estructurado e incluso arquitectónico con grandes y poderosas piezas de bisutería o joyería. Aquello -que ahora también vuelve aunque más asociado a un perfil gamine que a la exuberancia natural- era entonces el modo ultra chic de declararse poderosa e independiente. Quizás porque ella siempre ha diseñado joyas con mucho carácter yo siempre he acabado asociando ese modo de usar el patronaje masculino para expresar sensualidad con Paloma Picasso y su perfume.

Hoy en día la fórmula ha sido rebajada en potencia, riqueza y difusión; de hecho, un descendiente directo como es Soir de Lune de Sisley, aunque más brillante y refinado en sus detalles, lo supera en términos de proyección; pero Mon Parfum conserva su carácter y sigue siendo uno de esos perfumes para desplegar poderío.

Su perfil aún gravita entre un fougére oriental y un chipre floral animalístico sin que quede del todo claro el tema, pese a que en el pasado su desarrollo era más musgoso esta indefinición era una de sus características. Sí, Mon Parfum (1984) expresaba exuberancia a base de acompañar el tema principal de rosas y mimosas melosas con un poco de todo, y como muchos perfumes de aquella década su acabado era rico en notas animales y amaderadas.

La sensación de perfume potente lleno de notas perdura en la versión actual y aún puede calificarse de perfume barroco en el sentido de que las facetas están tan llenas de matices que casi pierden agudeza. Aquello de la saturación era muy años 80 pero las raíces del perfume podemos buscarlas en la década anterior, cuando muchas fragancias tenían como eje central una buena dosis de Hedione, un acorde complejo de rosa acompañado de geranio y una base rica en maderas donde destacaba el patchoulí, el vetiver y el iris. Perfumes como Coriandre de Jean Couturier o Aromatics Elixir de Clinique son ejemplos de esto.

Junto a coetáneos como Caesars, La Perla y, especialmente, Knowing de Estée Lauder, tiene ese carácter de rica rosa melosa rodeada de calidez animal pero en su fórmula original añadía un toque afrutado-aldehídico y un halo de flor blanca que lo hacía más fresco y luminoso. En realidad, el perfume de Paloma Picasso era un poco más de todo: más especiado incluso desarrollando una nota de clavel, más almizclado, rico en castóreo y pleno de tabaco, ambarado, bastante musgoso y salpicado de verdor floral mediante notas de jacinto, lirio de los valles y angélica.

Hoy más rebajado, especialmente menos meloso y animalístico y sin que sea evidente el aspecto afrutado ni el musgoso, Mon Parfum sigue siendo uno de esos perfumes que dejan huella. A quien le guste el revival de los 80´s y quiera, como ahora mucha gente hace, volver a usar un perfume del pasado, prueben eso de la moda tan masculina-tan femenina y añadanle el perfume de Paloma Picasso. Ya me contarán.

Momento musical: Na neh nah de Vaya con Dios.

Esa suavidad, esa piel de porcelana: Chanel Nº 22.

22 martes Nov 2016

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aldehídos, almizcle, benjuí, flor de naranjo, incienso, iris, nardo-tuberosa, perfume, rosa, sándalo, vetiver, ylang-ylang

solomko
*Princesa María, el Cisne Blanco (1917) postal de Sergey Solomko.

Esa suavidad de los perfumes vintage rara vez la tienen los perfumes modernos, sólo algunos de los antiguos que sobreviven a las reformulaciones consiguen mantener ese aspecto tan distintivo. Esa textura es el resultado de formular con muchos ingredientes naturales, entre ellos tinturas, combinados con ciertos químicos aromáticos que afianzan la estructura y dan estabilidad al tema. Es una cuestión de riqueza en el matiz y de gran sentido del equilibrio. Pocos perfumes reformulados pasan la prueba aunque algo de su carácter original quede siempre perdido en el tiempo. Conservan la pátina, pero pierden contraste y profundidad: ya no se trabaja con los mismos materiales, en algunos casos por prohibición, en otros porque ya no existe; pero, casi más importante aún, tampoco se manejan ingredientes en la misma concentración. Sencillamente esa fortaleza de notas, ese concierto de matices tiende a considerarse como algo excesivo y propio del pasado. ¿Pomposo?

Bien vale pararse a pensar un poco por qué entonces un perfume tan sutil como sublime como es el Nº 22 de Chanel, pese a ser ahora más pálido, ha conseguido mantener su peculiar carácter. Sin duda Chanel cuida sus perfumes lo más que puede manteniendo la calidad de las materias primas y ahí está una porción de la explicación, pero otra tiene que ser la base misma de la que se parte, el núcleo de un perfume Chanel. Aunque ¿qué se supone que es ese núcleo? Por un lado está en esa búsqueda de una estética abstracta premeditada por otro, en el modo en que se traduce dicha estética en una característica alianza de materias: un rico iris, cremoso ylang-ylang, almizcle de gran calidad, un fino acabado ambarado apoyado por sándalo y vetiver y esa rosa y ese jazmín de Grasse con su especial frescor. Si se prueba un extracto de Chanel esta calidad y calidez se perciben al instante, especialmente en los extractos correspondientes a los perfumes clásicos.

Las familias de perfumes han ido cristalizando a través de las décadas a partir de patrones que se popularizaban, siendo cada uno de estos patrones emulado casi literalmente en un contexto similar al original o constituyendo un punto de partida para crear algo diferente. Todas las épocas se han caracterizado por el dominio de alguna de estas frases perfumadas y la imitación o la variación de las mismas. Lo que marca un hito en la historia de la perfumería es que a partir de estas cosas conocidas alguien sea capaz de configurar una nueva silueta al encontrar una sinergia entre ingredientes que adquiera ese carácter central o al conseguir introducir con control un ingrediente nuevo o en sobredosis que genere un efecto diferente.

La sobredosis como técnica base de perfumes icónicos puede resultar extraña, incluso a algunas personas les parece algo poco artístico -pero hay que ser capaz de controlar el material en la mezcla para que brille y eso requiere pericia. La pericia también es una faceta artística que implica saber hacer, en otras palabras, maestría. En todo caso, la sobredosis, pese a ser la técnica dominante hoy en día con la que se producen perfumes planos, tiene una raíz clásica. Los perfumes comerciales actuales y ciertos niche también, parten de un núcleo muy estable creado a base de químicos aromáticos tipo Hedione, almizcles blancos de calidad variable, Iso E Super y demás ingredientes de la familia amaderada-ambarada (cada día más pungentes), las esencias naturales lo que aportan es matiz, cierto brillo, una especie de naturalidad…Históricamente la sobredosis de ingredientes químicos también fue un modo de crear algo nuevo, de introducir variación en temas tradicionales, sólo que entonces las esencias naturales eran protagonistas en el perfume. Uno de los ejemplos más paradigmáticos quizás sea el uso de los aldehidos alifáticos empleados no sólo en sobredosis sino también en alta concentración -hay quien afirma que incluso sin diluir- por Ernest Beaux mientras creaba el Nº5, el más icónico de los perfumes, y su coetáneo el Nº22.

Se discute mucho sobre cual fue el primer perfume en usar aldehidos y cual fue la auténtica fuente de inspiración de Ernest Beaux. Digamos que las fuentes de inspiración pudieron ser muchas, estaban en el aire y él las atrapó. Escribió sobre una de ellas en un texto de 1946 titulado «Souvenirs d´un parfumeur», donde explicaba como el viaje por el Polo Norte durante la época del sol de medianoche le inspiró y tras esa experiencia buscó recrear ese frescor escarchado. ¿Cuánto ensayó para llegar a conseguirlo? Quien sabe. Sus inicios en Rusia, trabajando en Rallet, le permitieron formular a partir de aquellas frases bien populares y queridas en el momento del perfume Quelques Fleurs de Houbigant que ya introducía un núcleo floral más fresco y ligero gracias a salicilatos y aldehído C-12MNA. De aquellos trabajos surgió el famoso Bouquet de Catalina o Rallet Nº1 (1914) en el que Beaux ya había comenzado a usar el complejo de aldehídos que convertiría al Nº5 en algo nuevo: una mezcla de C-10 (olor a piel de naranja y cera), C-11 (olor jabonoso y con toque de incienso) y C-12MNA (de carácter más floral, tonos de lirio , violeta y ambarado). Hasta el momento estas notas aún se usaban muy diluidas y en pequeña cantidad, al mismo Beaux le llevaría más tiempo dar con el punto de equilibrio que permitiera controlar el material. Fue trabajando en el Nº 5 cuando consiguió este efecto magnífico en el que los bordes florales se diluyen formando un unísono, el frescor es nuevo, profundo, penetrante, con un efecto escarchado y el acabado empolvado resulta muy rico y de olor muy agradable.

Cuando estando ya en Grasse comenzó a crear un perfume para Gabrielle Chanel, continuó experimentando en torno al tema de Quelques Fleurs , añadiendo nuevas frases derivadas de Le Parfum Ideal (1900) de Houbigant como la unión de salicilatos, flor de naranjo e iris que ha tanto predicamento ha tenido -y que tiende un puente con perfumes como L´Heure Bleue o Après L´Ondée de Guerlain- y aprovechando las posibilidades que los nuevos ingredientes que entonces había en Grasse le brindaban. Así trabajó insistentemente en variaciones sobre el mismo tema, continuó explorando las posibilidades de los aldehídos enfrentado a un cuerpo floral y poco a poco fue aumentando el contraste de los temas. Así, pese a mantener el mismo núcleo y las mismas ideas acabó creando perfumes de carácter diferente. Perfumes que fueron presentados a Gabrielle Chanel numerados del 1 al 5 y del 20 al 24. Ya sabemos cual fue elegido en primer lugar. El Nº 5 sería introducido en 1921 según datos oficiales. Fuentes oficiosas dicen que el perfume ya era regalado por Coco a sus clientes hacia 1918 y que un problema con los proveedores obligó a retirarlo hasta un tiempo después; en todo caso, en 1922 Chanel creaba una colección de ropa de inspiración rusa con ricos bordados y ofrecía un nuevo perfume: el Nº 22.

¿Una variación del Nº5? Más bien una variación de Quelques Fleurs a través de su trabajo en Rallet Nº1 que surgió parejo al Nº 5. Ambos poseen la misma raíz y tienen elementos en común: un acabado empolvado seco y dulce a la vez -quizás el Nº 22 sea algo más atalcado- una sobredosis de aldehídos, una importante faceta de iris y esa pátina antigua propia de los perfumes de los años 20´s que daba la base de ámbar dulce con ricos pero suaves tonos amaderados, ligero efecto especiado, y la estela del almizcle natural mezclado con el característico nitromusk -más poderosa en el Nº22 -. Sin embargo, ambos son diferentes.

Se puede decir que el Nº 5 supera la estética de su época pero el Nº22 está aún anclado en la de la Belle Époque: pese al gran equilibrio de notas florales, pese a su abstracción y sutileza o a pesar de esa cremosidad fresca y jabonosa, mantiene esa suavidad y delicadeza de los bouquets florales super empolvados con una exquisita rosa blanca como protagonista, refrescada y matizada con iris y rodeada de acentos florales muy de la época: el especiado clavel que aporta profundidad y el prominente verdor de las lilas que introduce frescor.

La gente suele tardar en apreciar el Nº 22 o adorarlo al momento como ocurre con L´Heure Bleue. Es difícil de describir no sólo porque posea múltiples facetas y una forma paradójica de mostrarse delicado, refinado y a la vez vívido y sensual, sino también por esa impronta de «un estar entre dos mundos» y poseer una belleza antigua.

Por un lado es un perfume blanco y escarchado. Parece distante pero en el fondo es tierno y está totalmente velado por los aldehídos que le dan ese acabado muy perfumado y jabonoso. Tiene el poder de evocar la piel limpia, meticulosamente empolvada, el cutis de porcelana de una dama refinada que se perfuma discretamente con rosas blancas y nerolí. Por otro lado es dorado y efervescente como champagne …tan dorado y luminoso que parece un sensual perfume solar con un toque exótico de orquídea, mucho ylang-ylang, cremosa flor de naranjo e indólico jazmín sobre base balsámica de opopanax y benjuí. Las consabidas paradojas de Chanel.

En definitiva la fórmula vintage del Nº 22 estaba más cerca de su modelo: Quelques Fleurs. Las versiones actuales se polarizan: el EdT -que está llamado a sustituirse por una versión EdP- desarrolla más el tema del frescor, siendo más cítrica y ajazminada mientras el extracto pone más énfasis en la calidez ambarada, el incienso y las maderas preciosas. Pero aún sus fórmulas actuales retienen el encanto y el refinamiento del perfume del pasado, algo más pálido es cierto, pero sin perder la riqueza y la suavidad de un perfume muy matizado. Su carácter, sus frases características, han formado un estilo cuya estela se sigue más de cerca en perfumes como Sortilège (1936) de Le Galion o Iris Poudré de Frederic Malle y White Linen de Estée Lauder, o de forma más remota en Narciso for Her EdP (frasco rosa) de Narciso Rodríguez. Se recuerda en Bellodgia (1927) de Caron por ese modo de facetar el clavel con notas de pimienta y tuberosa y, de algún modo, se parafrasea con lenguaje moderno en el propio Allure de Chanel.

Flip Flop review: Alamut de Lorenzo Villoresi.

17 martes May 2016

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almizcle, benjuí, jazmin, patchoulí, perfume, rosa, sándalo, ylang-ylang

eleanorFB
*Elaine llevando el escudo de Lancelot de Eleanor Fortescue-Brickdale.

En un frasco rojo y con el nombre de una antigua fortaleza iraní, Alamut promete una fantasía  oriental exuberante. Y por fantasía oriental podríamos entender desde una historia intrincada como un arabesco y fiel a la tradición de Las Mil y Una Noches a una moderna y sofisticada narración como El Príncipe de Persia: Las arenas del tiempo. En cualquiera de los casos se sugiere riesgo y aventura.

Pero en su frasco rojo Alamut esconde un jugo místico. Recuerda a los rosarios hechos con cuentas de pasta de rosas.

Su inicio despista, lleno de notas melosas y con un toque de aldehídos, crea una bruma entre la que parece emerger un fragoroso bouquet de flores blancas con reververaciones animalísticas de ylang-ylang y base de ámbar y cuero. Sin embargo, al poco descubres que tal exuberancia inicial es puro espejismo, que Alamut tiene un acabado suave y clásico de agua de rosas, sándalo y patchoulí con el distintivo toque seco y atalcado de Lorenzo Villoresi.

En el modo de unir las notas hay tintes orientales: rosa-benjuí, rosa-sándalo, rosa-patchoulí. Con su ritmo lento transmite un sentido de recogimiento místico. Y sus notas poco estridentes, planas y muy juntas entre sí hablan un lenguaje antiguo. Realmente parece sacado de un recetario medieval.

Esa tradición: Nuit de Noël de Caron

25 viernes Dic 2015

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almizcle, incienso, iris, jazmin, musgo, nardo-tuberosa, perfume, rosa, sándalo, vetiver, ylang-ylang

Noche de Navidad, palabras mágicas de las que es difícil escapar. Son en si mismas una idea y traen consigo vivencias. Son también palabras elegidas con cariño y esmero para revestir de esperanza un perfume inspirado por esa Noche. Para Félicie Wanpouille de Ernest Daltroff.

1922. La Gran Guerra ha terminado. Los ciudadanos tienen que sobrevivir ahora la batalla de la nueva realidad, pero aún queda fe para intentar recuperar lo perdido. Hay que vivir de todos modos -dicen algunos-; quiero vivir a toda costa -dicen otros-. Las celebraciones cobran una nueva dimensión, son menos ceremoniosas y más extrovertidas porque la frenética necesidad de vivir apremia. Pero tras el rugido de los años 20´s late el miedo, el pánico y la escasez. Década fructífera y maldita. Estridente y silente. La nueva realidad…

¿Quién no querrá, en el fondo de su corazón, volver a vivir la Navidad como una Noche de Paz? ¿Cómo no ansiar la sensación de serenidad, de calma y abrigo que da estar al otro lado del cristal? Nuit de Nöel: palabras de remembranza y tradición para nombrar el perfume de Caron ¿Alegría o Melancolía? Ambas, qué duda cabe.

Ernest Daltroff uno de los rusos emigrados a Francia, como Ernest Beaux. Coetáneos.

Beaux había acumulado experiencia como perfumista trabajando para Rallet y acabó creando para Chanel sus obras maestras: Nº5, Nº22, Gardenia, Bois de Îles, Cuir de Russie… Ernest Daltroff, era autodidacta, fundó junto a su hermano la casa de perfumes Caron.

Década de los 20´s. Nuevos materiales estaban a disposición, se recuperaba el uso de ingredientes de perfil fuerte, como los musgos y ciertos bálsamos pero aún se usaban las tinturas y la infusiones. También había empeño por conseguir una mayor pureza en las materias primas -hoy transparencia- porque los métodos de extracción de la época dejaban acabados ahumados y grasos que los perfumistas debían domar. Unos optan por hacer más evidente la novedad, como E. Beaux; otros, como Daltroff, mantienen el sabor antiguo como prioridad.

Es difícil saber a ciencia cierta si en algún momento la obra de uno influyó en la del otro; pero es tan fácil encontrar familiaridades entre Chanel Nº5 (1921) y Nuit de Noël (1922) que cabría preguntarse si era sólo el aire de los tiempos. Hay algo más que similitud en el olor. Comparten una especie de frescor y quietud silenciosa que sugiere un paisaje nevado en el que los ruidos quedan amortiguados por la nieve y los suspiros congelados por el frío. Uno parece más romántico, el otro es abstracto pero ambos retratan ese paisaje invernal.

Una parte de ese efecto escarchado se debe al uso de aldehidos alifáticos. En el Nº5, E. Beaux usó un complejo aldehídico muy característico en sobredosis, con ello conseguiría difuminar los bordes del bouquet floral para crear una sensación más imprecisa y glacial. Así conseguía un efecto chocante y nuevo que tenía tanto un valor estético como técnico, logrando mayor difusión en el perfume y disimulando el acabado graso de los absolutos florales.

Por su parte, E. Daltroff acostumbraba a experimentar mucho con los químicos aromáticos pero no dejaba en evidencia tal uso. Siempre, en sus mezclas, se aprecia el triunfo de la faceta natural o, mejor dicho, una suerte de naturalidad perfumada. Algo propio de su estilo.

En Nuit de Noël se aprecia el efecto de los aldehidos, ese tono difuso, refrescante y susurrante, enfrentado a una gran faceta de maderas preciosas que aporta solidez y sensación de estructura. Es el sándalo lo que Daltroff destacó -se habla de un 25% en la fórmula original-; un sándalo que entonces era mucho más animalístico, pungente y ahumado de lo que podamos imaginar. Este acento amaderado, matizado con la archifamosa base Mousse de Saxe llevó Nuit de Noël a un territorio más seco y más chypré que el Nº5 de acabado más floral y vainillado. De este territorio partirá la tradición de un grupo de perfumes aldehídicos florales secos y musgosos, entre los que cabe destacar Madame Rochas, Caléche de Hermès, Calandre de Paco Rabanne, Gold de Amouage o Heure Exquise de Annick Goutal.

Sin embargo, pese a ser innovador, el olor generoso y sutil de Nuit de Noël expresa la musicalidad de otra época. Rebosante de matices vagos, formando un carrusel de efluvios que sugieren forestas, bálsamos exóticos y pieles de armiño, tónicos cordiales de gusto amargo o dorados licores y fino champagne. Olores que fluyen sin dejarse atrapar. Como ensueño.

En ningún momento es fácil decir ahora huele a esto a a aquello. No se deshilvanan sus notas porque es un vals de matices ricos que se reflejan unos en otros, de detalles infinitos que van facetando cada nota principal hasta convertirla en un trazo elusivo. En un eco que se apaga mientras se repite.

Ni siquiera su frescor, latente y perdurable, es fácil de describir. ¿Es anisado? ¿Es el efecto del lirio de los valles combinado con la cremosa tuberosa? ¿O el verdor húmedo que se desprende del Musgo de Sajonia?…Ni siquiera es todo junto, no es ese algo verde-anisado-floral-luminoso-burbujeante acompasado por un fondo cremoso y particularmente afrutado con puntas de kumquat, melocotón y licor de plátano. Tiene algo más. Tiene profundidad y, sobre todo, contraste. Un contraste especial con la envoltura delicadamente dulce del almizcle y con la faceta amaderada empolvada de iris, musgo y sándalo que hace que el frescor sea el elemento de cohesión del perfume. Paradójicamente frescura no es la primera palabra, ni la segunda, que brota en la boca cuando lo pruebas.

Pero el frescor es inconfundible y la cremosidad innegable. Aunque todas las palabras dichas resultan demasiado concretas y demasiado claras. Cuando crees haber comprendido algo, el perfume de nuevo se escapa. Está tan matizado…incluso cuando sientes percibir cierta oscuridad cálida y aterciopelada casi táctil,, terminas admitiendo que sólo era viento entre los dedos.

Arriesgando en contraste y sin temor a la sobredosis, Ernest Daltroff no dejaba atrás el lenguaje decimonónico basado en el matizado de las notas principales usando otras notas similares, más aún, la posibilidad de modificaciones se multiplicó con los químicos aromáticos y él aprovechó todas esas nuevas posibilidades que se le brindaban: a base de modificaciones infinitas conseguía dar ese acabado evanescente de tradición impresionista. Jacques Guerlain lograba efectos de fenómenos atmosféricos pintados a la acuarela en Aprés L´Ondée o expresaba la densidad atmosférica del atardecer como si fuera esmalte en L´Heure Bleue, pero en los perfumes Caron nada es tan translúcido y legible. Incluso su renombrada oscuridad es algo más que el generoso uso de la base Musgo de Sajonia. Hablamos de una cualidad por la cual las materias primas adquieren una expresión muy característica y singular. La técnica impresionista que impregna los perfumes Caron desprende algo más ambiguo, como si fuera pintura al pastel.

En Nuit de Noël esta ambigüedad unida a la riqueza de notas alcanza un nivel de plasticidad y esteticismo irrepetibles. Sin exagerar, es probablemente una de las creaciones más originales -pese a contener todos los rasgos característicos de su época- e influyentes en la Historia de la perfumería moderna. También es uno de esos perfumes que o te deja de hielo o provoca algo mucho más complejo que una emoción, algo más parecido a un sentimiento.

A base de sombrear notas Nuit de Noël es una composición de detalles sutiles. Puedes leer una rosa cálida, roja y aterciopelada, sostenida por flores blancas y puntilla de ylang-ylang; matices fenólicos y amaderados de regaliz; la calidez de un jazmín ambarado que se acompaña de un toque afrutado que recuerda al melocotón -lo que será la marca de estilo de los perfumes Patou-. El bouquet floral está enriquecido con un poco de incienso que refuerza la faceta ambarada del perfume. A veces, la combinación de clavo y notas vainilladas parece crear un efecto de fresa otras veces se integra en el recuerdo de un campo de claveles que faceta la rosa. Esa rosa búlgara cuyo carácter realzan los aldehidos, es una nota especial de los perfumes Caron. Sello de Daltroff. Esa rosa y la envoltura exquisitamente dulce y empolvada. Todo en sordina. Eco de otra época.

Lejos del caos, estas sensaciones están sujetas por un estructura bien estratificada. En el perfume domina la quietud y cierto misterio. Es como un cuento oriental en el que una estatua silente es legendaria porque a quien se acerca a mirarla directamente le susurra historias maravillosas. Sí, hay orientalia en el perfume, pero su magia no es sólo esa magia exótica y lejana, eso es sólo una parte del cuento, la historia no está completa sin las alusiones al bosque encantado, sombrío y oscuro, en el que mana la fuente de sus secretos. Su corazón es chypré.

Es la base Musgo de Sajonia la que más caracterizó la evolución del perfume en su fórmula original, desde la plenitud al fondo. Esta base que ha marcado la Historia de la perfumería durante el s. XX ya no entra en las fórmulas actuales de Caron pero su impronta perdura. Puesta a disposición de los perfumistas durante los años 10´s del s. XX por de Laire con una importante nota de musgo y cuero, está construída en torno a una molécula de olor a cuero ahumado y matices verdes llamada iso butil quinolina (IBQ), con recuerdos de musgo, de foresta y con un característico amargor que hace tan singular a Nuit de Noël. La IBQ está revestida de geranio, yodo, vainillina, metil iononas, bergamota… En conjunto, tiene un aire empolvado y rosado, un frescor duradero de matiz húmedo y un efecto cuero con acabado vagamente animalístico, como abrigo de pieles.

Todo ese carácter oscuro, empolvado, mezcla de dulce y amargo tan contrastado y chypré, junto con el toque de regaliz es lo más identificativo y sorprendente de Nuit de Noël. Pero también es un elemento familiar porque tanto el Musgo de Sajonia como el modo en que esta base es usada en el perfume de Caron han influído en muchos creativos…, aunque Nuit de Noël tiene un valor sorprendente y extraño que ningún otro perfume ha igualado. Con esa suavidad y esa calma tan vintage y a la vez el riesgo en el contraste de notas.

Entre los perfumes históricos que muestran la impronta de Nuit de Noël se pueden citar creaciones de la misma época como Arpège de Lavin que es muy parecido aunque más pungente, amaderado y animalístico que el Caron o Bois de Îles de Chanel que también está construído en torno a la rosa y el sándalo pero con una impresión más marcada de ámbar gris. Posteriormente su influencia se hizo más patente entre los chipres, como Vol de Nuit de Guerlain o Cabochard de Gres. Guy Robert tomó la base del perfume como inspiración para hacer Madame Rochas y Caléche, Henri Robert siguió un camino muy parejo para hacer el Nº19. Y en la orilla oriental su huella comienza en Habanita que usó también Musgo de Sajonia y continúa con perfumes como Opium y Coco.

Entre las creaciones actuales podríamos destacar dos buenos perfumes: Quintaesencia de Ramón Monegal, más centrado en la faceta ámbar-cuero con un filo licoroso y herbal que da una sensación extra de calidad por un lado y, uniendo los caracteres chypré y oriental en una de esa composiciones elusivas y suntuosas habría que añadir Fate Woman de Amouage: con ese mismo corazón floral voluptuoso, el aura empolvada refrescante y a la vez con sabor a la antigua tiene esa capacidad poco frecuente de transmitir la sensación de ambiente seguro y de niña mimada en el mejor sentido de la palabra, en el sentido de protegida y bien cuidada. Porque esa es otra de las cualidades de Nuit de Noël que con frecuencia, las personas que aprecian este perfume, describen: que te hace sentir resguardada.

Momento musical: Eco del vals VIII pieza de la suite Tormenta de Nieve de G. Sviridov.

NdN

Cuestión de textura: La Pluie de Miller Harris.

19 miércoles Ago 2015

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almizcle, iris, lavanda, perfume, salicilatos, Vainilla, vetiver, ylang-ylang

crystalflowers

Que ahondar en la compleja belleza de las materias primas más ricas de la naturaleza es algo poco aceptado por el público en general es una realidad bien conocida por los creadores de perfumes. Pese a todas las maravillas clamadas sobre excelentes y exclusivos materiales, al final un alto porcentaje de perfumes están formulados para agradar y confortar de la manera más sencilla: basándose en la familiaridad. La Pluie no es una excepción.

Ante la promesa de conjurar el torrente de olores oprimidos en la atmósfera húmeda de una tormenta al acecho en una isla tropical, cuando los olores más densos se atomizan en un aire que es pura condensación, es difícil no dejar volar la imaginación y comenzar a respirar sensualidad. El magnetismo de lo exótico ejerce un gran poder…

Pero La Pluie no ofrece la intensa vivacidad de la vegetación húmeda, ni la sensación de electricidad previa a la tormenta, ni la exuberancia de los trópicos. Lo que ofrece es una agradable fragancia floral, ligera y transparente, rebosante de citas familiares que la hacen reconfortante y fácil de gustar.

Pese a lo dicho hasta aquí el perfume tiene un toque de interés. Es un algo que se conjuga entre esas notas familiares y las texturas elaboradas. En esa intersección emerge la sensación de un espacio remoto y difuso que nuestra mente puede caracterizar al gusto.

En La Pluie conviven dos grandes bloques de olor. Uno floral, que reposa sobre un lecho cremoso de suave almizcle ambarado. Dulce y transparente. Otro verde donde la textura cobra relieve.

La parte floral es expansiva, llena de espacio y de familiaridad gracias a una estructura basada en salicilatos florales, concretamente el salicilato de bencilo combinado con facetas de flor blanca en algunos momentos aporta un tono vacacional al perfume. Las flores son casi translúcidas, húmedas y solares a la vez, con gran predominio del ylang-ylang. A veces se asoma un tímido jazmín. Esta parte floral enlaza con la tradición de otros florales como L´Air du Temps de Nina Ricci o Fidji de Guy Laroche.

La parte verde es la parte interesante del perfume, la que está marcando la diferencia. Normalmente las notas verdes renuevan temas clásicos aportando más frescor y ligereza pues lo verde, que referencia la naturaleza, inevitablemente te lleva a pensar en aire fresco. En La Pluie, sin embargo, casi tiene un valor introspectivo. Aquí es demasiado abstracto como para evocar una naturaleza concreta pero la suavidad con que fluye esa veta esmeralda, una suavidad dulce y acuosa, invita más a pensar en la relajación que se experimenta en un espacio interior diseñado para el confort -como un spa- que en la relajación conseguida por tonificación tras un paseo al aire libre.

Añadamos pinceladas aromáticas de lavanda en contraste con el delicado efecto empolvado de las metil iononas y la vainilla que se revelan durante la evaporación y tendremos un boceto de textura cashmere que ayuda a reforzar esa idea de comodidad. Sin duda, el vetiver, con su sobria calidez, incrementa ese efecto cocoon.

Mientras se desata la tormenta en esa bella canción recitada de Loreena McKennitt titulada Lullaby, tú crees poder oler la lluvia…el caracterísitico olor de la lluvia y esa sensación vivificante que lo acompaña mientras se limpia el aire. Un nombre como La Pluie invita a buscar esa sensación pero realmente el perfume es otra cosa. Ni lluvia. Ni exotismo tropical. Recuerdos.

Que las facetas más familiares de La Pluie sean lo suficientemente agudas como para despertar la memoria sin poder concretar el recuerdo -que esas citas remitan tanto a la fragancia de una crema solar clásica con su toque mineral y salado asomando de vez en cuando, como a un vaporoso bouquet floral en el que el ylang-ylang tiene el rol principal o a un perfume con notas de maderas a la deriva- y que haya ese juego con la sensación de espacio interior es lo que le da el tono ideal para el final del verano o los primeros días del otoño…

Momento musical: Memorial Beach de A-Ha.

Un momento concreto en detalle: Après L ´Ondée de Guerlain.

12 martes May 2015

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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anis, benjuí, bergamota, haba tonka, Heliotropo, iris, perfume, rosa, sándalo, Vainilla, vetiver, violeta, ylang-ylang

signsofspring * Signs of Spring de Walter Crane.

Après L´Ondée. Una idea sencilla: flores entibiándose tras la lluvia. La ejecución impecable de notas trabajadas al detalle para delatar el rastro de humedad que aún cubre la hierba y las flores. De resultado: un poético paisaje olfativo.

Jacques Guerlain (1874-1963) retrató su tiempo -a veces incluso lo superó- a través de sus perfumes, por esto, seguir la evolución de su obra permite no sólo entender cómo los perfumes Guerlain se fueron tipificando hasta adquirir esa impronta tan especial e inconfundible llamada Guelinade sino también tener una visión general de cómo la perfumería fue evolucionando rápidamente en las primeras décadas del s. XX. Desde las técnicas finiseculares, aún bastante arraigadas en la manera de componer perfumes 100% naturales con sus mil trazas y poca amplitud de notas, a la cristalización de nuevas estructuras mucho más verticales que señalaban ya el camino hacia el clasicismo de los tres tiempos.Sin duda, fue un camino sinuoso y lleno de experimentación en el cual los nuevos materiales sintéticos y el perfeccionamiento de las técnicas de extracción brindaron la oportunidad de incluir nuevos tonos, nuevos temas, detalles más precisos.

Algunos de sus perfumes hace tiempo que dejaron de comercializarse pero actualmente pueden probarse en la Boutique insignia que Guerlain tienen en París -entre ellos el extracto de Après L´Ondée retirado hace relativamente pocos años o el mítico Djédi– mientras podemos seguir disfrutando de otras de sus muchas maravillas como el EdT de Après L´Ondée, L´Heure Bleue, Mitsouko, Shalimar, Vol de Nuit o el muy refinado Liú.

Si comparamos Liú, un perfume compuesto en su madurez creativa, con Après L´Ondée (1906) que es una obra temprana, esos cambios en la textura y la estructura fruto de la evolución técnica y estética de la perfumería se aprecian con mucha facilidad. Sin embargo, si Après L´Ondée se contrasta con L´Heure Bleue se puede ver como en 1919 Jacques Guerlain seguía experimentando con la verticalidad de las notas, enriqueciendo los perfumes con los matices suntuosos de las resinas balsámicas y el claroscuro dorado que deja la pátina de la Guerlinade. Ambos perfumes se parecen: tienen rasgos olfativos en común y comparten el interés del perfumista por crear una estética del instante mediante olores pero, a la vez, son muy diferentes precisamente porque L´Heure Bleue, con su base orientalizante, representa a la vez el culmen y la superación del estilo temprano de Jacques Guerlain en el que los matices se multiplicaban y se apoyaban entra sí creando esa fluidez de notas tan típica de una buena Cologne.

Admirador del Arte en general y del Impresionismo en particular, Jacques Guerlain se interesó por conseguir efectos atmosféricos de luz, temperatura o humedad en varios de sus perfumes. Après L´Ondée es el ejemplo paradigmático que aún sobrevive al paso del tiempo pero quizás a nivel conceptual haya una obra más representativa de este interés: Fleur qui meurt (1901) donde intenta capturar el ciclo de vida de una violeta, esa flor que por aquel entonces era protagonista de tantos perfumes y que Jacques Guerlain convirtió en imprescindible en sus creaciones. A veces con una presencia más evidente y otras como una cita fugaz. Unas veces realmente empolvada como Violette de Madame (1904), otras explorando su lado más vegetal gracias al uso de hoja de violeta como en Fleurt qui meurt o con algo rico y delicado, profundo y especiado unido al clavel y al iris como en Après L´Ondée.

El aromo o acacia dulce* fue un material popular entonces. Jacques Guerlain lo usó en la formulación de estos tres perfumes como nota importante para caracterizar la violeta y es también la nota principal de Une Fleur de Cassie, perfume con el que Frederic Malle completa el tríptico que rinde homenaje al clásico de Guerlain, junto a Dans tes Bras y L´Eau d´Hiver.

La belleza fugaz que Jacques Guerlain intentaba atrapar en Aprés L´Ondée era la de las flores de primavera bañadas por la lluvia. Para recrear ese efecto de pétalos empapados el perfumista audaz hizo uso de un material entonces bastante nuevo: el aldehído anísico, que da al perfume ese frescor frío y acuático tan caracterísitco junto con el efecto dulce y amargo de acabado aromático que se agita en la salida del perfume, enfatizado por notas herbales-alcanforadas-fenólicas de lavanda, romero, salvia y tomillo que unidas al clavo en la faceta empolvada contribuyen a crear un vago efecto medicinal. La bergamota afrutada y el frescor floral del neroli completan el cuadro de salida, tras la cual el perfume se vuelve más uniforme y balsámico.

La delicadeza de las flores se expresa sobre todo a través de efectos de brillo y textura. Por un lado la faceta empolvada basada en una importante dosis de iris y enriquecida con un fondo gourmand a medio camino entre el dulce de malvavisco y la crema almendras al que contribuyen varias notas, entre ellas la heliotropina y el haba tonka -y que también encontramos en L´Heure Bleue. Por otro, la multiplicidad de matices florales resonando unos en otros: la rosa y el jazmín, el iris y el clavel formando un todo envuelto en esa nota floral tan importante en los perfumes de la época como es el ylang-ylang que aporta un efecto opaco pero a la vez evanescente muy caracterísitco. Y entre esa textura evanescente y empolvada el brillo terso del espino albar: algo verde y almendrado, fresco y balsámico. Una nota delicada pero contrastada que ejemplifica bien el carácter rico y etéreo de este perfume que hacia el final de la evaporación se muestra a la vez seco y cremoso gracias al sándalo, la vainilla y el almizcle.

Sí, Après L´Ondée tiene ya parte de esa huella oscura, elegante y balsámica de la Guerlinade en la que el iris, la bergamota y el haba tonka tienen un rol relevante, pero su presencia no es tan rotunda como en L´Heure Bleue o Shalimar. Lo que destaca en el perfume es sobre todo la textura y el gran contraste entre notas aromáticas y facetas balsámicas acompañando un rico corazón floral. Precisamente es ese corazón floral, tan marcado por la generosidad del acorde rosa + ylang-ylang que resonaba en los perfumes de la época desde el éxito de Le Parfum Ideal (circa 1900) de Houbigant, acompañado del iris empolvado, la violeta y el jazmín lo que crea ese aire de familiaridad entre este perfume de Guerlain, su predecesor L´Heure Bleue y el posterior Chanel Nº 5 (incluída la versión modernizada de Nº5 Eau Premìère). No es tan extraño que estos perfumes a menudo se comparen, algo comparten. Igual que Jacques Guerlain y Ernest Beaux compartían admiración hacia Paul Parquet, el perfumista de Houbigant. Gracias a esa sana admiración podemos disfrutar de creaciones magníficas.

Fugacidad. Conciencia del paso del tiempo. Delicadas flores y la sensación vaga de perfume que desprende esa textura imprecisa que difuminada los matices y la estructura hasta casi generar neblina es lo que probablemente más contribuye a conjurar el halo de melancolía poética con el que a menudo se describe Après L´Ondée. En honor a esa fama, el momento musical de hoy: April come she will de Simon & Garfunkel en el mítico concierto de Central Park.

*El aromo o acacia dulce forma parte del extracto de Après l´Ondée no del actual Eau de Toilette.

Blancas rosas en cuna de sándalo: Ivoire de Balmain (vintage)

07 lunes Abr 2014

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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aldehídos, iris, jazmin, lirio de los valles, manzanilla, musgo, patchoulí, perfume, rosa, sándalo, tagetes, ylang-ylang

IvoireB

La versión vintage de Ivoire de Balmain (1979 Francis Camail, Michael Hy) resulta adorable. Delicado y elegante. Es uno de esos raros perfumes que te hace sentir como si acabaras de tomar un baño de espuma. Un baño que deja sensación de limpieza infinita. No sólo porque tiene el recuerdo de un cremoso jabón blanco sutilmente musgoso sino más bien porque recrea la misma sensación de humedad suave que produce la espuma de estos jabones caros.

Retiene el frescor de los pétalos blancos junto a la vivacidad de los verdes tallos en un acorde sofisticado de aldehídos e iris, lo que lo hace ligero. El sándalo y el vetiver le aportan un acabado amaderado muy refinado y el patchoulí alimenta la blanca rosa que crece en su corazón. Una rosa joven y etérea. Rodeada de verdor, de distintos tipos de verdor: unas veces áspero y pungente, otras veces tierno. Esta rosa blanca es fresca y a la vez empolvada, ribeteada con muguet y jazmín. El junquillo da más profundidad a la veta verde y el ylang-ylang le aporta cierta opacidad que refuerza los aspectos más cremosos.

Con todo, no es un perfume fácil. Es uno de esos perfumes de carácter en los que se combina la difusión de las notas florales con la rotundidad de las notas verdes, el musgo y el patchoulí.

Creado después del Nº 19, sigue la senda marcada por el Chanel de dar un nuevo protagonismo a las notas verdes. Y es que, desde la salida -algo amarga y herbácea y notablemente elaborada- se puede seguir este tema verde mediante la tonalidad más penetrante y frutal de la caléndula, la frondosidad del gálbano, el recuerdo silvestre de la manzanilla o el frescor especiado de la bergamota pasando después a un corazón floral de espíritu primaveral donde el verde continúa latiendo gracias al junquillo y el muguet para desembocar en la base, donde ya la vegetación se encuentra con el sustrato terroso. Este verdor continuo y complejo le da un efecto que casi podríamos describir como astringente. Pero mientras que el Nº19 es difícil de clasificar, en Ivoire de Balmain se ve con claridad el perfil de un perfume chypre floral con sobredosis de aldehídos y con el acabado jabonoso de los clásicos.

Aunque Ivoire ha sido reformulado recientemente respetando este carácter verde y musgoso, la nueva versión -interesante por sí misma- no tiene esa textura jabonosa-húmeda-cremosa de la vieja escuela que hace que un perfume pueda percibirse como algo muy delicado pero al mismo tiempo complejo, lleno de sutilidades. La versión vintage de Ivoire es una pequeña joya que aún se puede encontrar en perfumerías que mantienen el antiguo estocaje. Si llegáis a encontrar el extracto, os diré que es la versión más delicada del perfume, donde la rosa tiene más protagonismo, donde se puede apreciar mejor la cremosidad del sándalo y donde lo verde está más integrado.

La flor de la distancia: Iris Poudre de Editions de Parfums Frederic Malle.

24 lunes Mar 2014

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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aldehídos, almizcle, ámbar, bergamota, clavel, haba tonka, iris, jazmin, lirio de los valles, magnolia, perfume, rosa, sándalo, Vainilla, vetiver, ylang-ylang

lartigue
*Bibi en el restaurante Eden Roc, Cap d´Antibes (1920) fotografía de Jacques Henri Lartigue.

Esta fotografía de Lartigue rezuma pregnancia. Es uno de los muchos retratos que hizo a su primera esposa Madeleine Messager, a quien él llamaba Bibi, y está tomada pocos meses después de que contrajeran matrimonio. Lo destacable es que es toda una composición, casi un cuadro, con naturaleza muerta y paisaje incluídos en el retrato. Vemos bien el escenario, está lleno de luz. Podemos detenernos en la silla vacía sobre la que descansa una prenda de punto pero casi no vemos a Bibi. Sin embargo, la presentimos. Parece sumida en sus pensamientos, unos pensamientos algo melancólicos a juzgar por su postura corporal. Parece que está realmente lejos. A Lartigue también lo presentimos porque en su mirada hay admiración y quizás cierto temor. Quizás. Y algo más, una suerte de preciosismo remoto, de intención estética que remite a la poesía romántica inglesa y su educado realismo.

Lartigue siempre quiso ser pintor, pero desarrolló la fotografía. Entre las técnicas que probó estaba el autocromo, una técnica patentada por los hermanos Lumiére que permitía hacer un revelado con color, yuxtaponiendo puntos de color a la manera de los pintores Impresionistas. Este tipo de fotografías requerían mucho tiempo de exposición, así que los modelos debían posar largo rato. Se obtenían tonalidades apagadas y las obras tenían ese acabado puntillista, construídas a base de pequeños puntos de color. Entonces era una forma de experimentar. Hoy vemos esas imágenes de colores farináceos y textura vítrea y pensamos que son encantadoras pero de una era pasada. El aspecto borroso hace que percibamos con lentitud los detalles, reforzando esa impresión de paso del tiempo. Sin embargo, algunas de esas obras respiran. Bibi en el restaurante Eden Roc es un autocromo pero se muestra como un momento espontáneo.

Creo que esta imagen puede ilustrar el aura vaporosa de Iris Poudre. Más aún, este perfume renueva un tema que comenzó a cristalizar en aquella década de los años 20´s: el de los perfumes con sobredosis de aldehídos (alifáticos).

El iris, siendo un material multifacetado hasta el punto de resultar indescriptible, se vuelve familiar cuando muestra sus aspectos más dulces y empolvados. Aún así, siempre parece elusivo. Su carácter no es evidentemente floral y eso ya imprime cierta distancia, pero es capaz de hacer que otras flores se vuelvan dulces como el néctar. Funciona como la sal en el chocolate potenciando la suavidad del cacao.

El iris es además una materia prima cara. Más aún, carísima cuando hablamos del absoluto de iris florentino. Hay pocos perfumes que lo usen y, menos aún, que lo utilicen en dosis generosa. Iris Poudre (Pierre Bourdon, 2000) es una de esas raras gemas.

La sobredosis de un material es un recurso que en la línea de perfumes Frederic Malle abunda. La tuberousa en Carnal Flower, la rosa en Portrait of a Lady, el aromo o acacia dulce en Une Fleur de Cassie son otros ejemplos. Esta abundancia de notas naturales previene la duplicación en tanto en cuanto los ingredientes naturales dan un acabado singular a las composiciones que terminan de expresarse en la piel, el último ingrediente. Con la sobredosis de naturales, los perfumes se vuelven más dinámicos, más personales y evocan en el sillage un sello de elegancia natural. Con el iris, el aura se vuelve suave y sutil.

Pero, puesto que el iris es más bien impetuoso y difícil de manejar, el contexto en el que se trabaja es muy importante para hacerlo brillar. En Iris Poudre el contexto es clásico y muy afín al tono abstracto del iris: el de los perfumes florales difuminados por aldehídos fríos y jabonosos, en los que el iris aporta un tono empolvado y húmedo muy característico. Sin duda, Iris Poudre trae a la mente la silueta del elegante Nº5.

Dulce gracias a la vainilla y el haba tonka en la base. Jabonoso en ciertos momentos o envuelto en un manto de flores frescas con tintes rosados en otros. Mostrando sobriedad en el aspecto empolvado, más aún, revelando su naturalidad al dejarse ver poco a poco según avanza el perfume, el iris va tomando forma. Va dejando ver sus facetas con la ligereza y dinamismo propios del absoluto de iris hasta que llega un punto en que lidera al resto de las flores apoyado sólo por el clavel y embellecido con el brillo satinado del ámbar y el sándalo.

No deja de sorprender que sea un tono tan vintage como el del iris y el clavel juntos lo que renueve el tema de los aldehídos al conjurar una atmósfera totalmente evanescente. Los perfumes aldehídicos florales clásicos suelen tener notas prominentes de rosa, jazmín, muguet y, especialmente ylang-ylang. Iris Poudre supone un punto de inflexión. Se aligera, se vuelve más transparente, más expansivo y se adorna con un tono delicado, fresco y especiado de magnolia.

Cabe destacar la naturalidad con que el iris complementa al clavel aportando tersura a esta flor tan asociada a eras pasadas y como el clavel redondea al iris inyectándole carnalidad. Etéreo y carnal. Etéreo y carnal. Este es quizás el aspecto más singular del perfume que permite renovar el sabor clásico desde la propia tradición, convirtiendo en protagonistas a dos flores que en épocas anteriores se usaban para dar profundidad. Y, en esta asociación, hay algo preciosista que, de nuevo, me hace pensar en el autocromo de Lartigue. Algo evocador que pertenece a una época pasada pero que, a la vez, es totalmente atemporal. ¿El halo vaporoso que difumina los contornos reales y permite idealizar el momento? Quizás.

irisP

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