
Noche de Navidad, palabras mágicas de las que es difícil escapar. Son en si mismas una idea y traen consigo vivencias. Son también palabras elegidas con cariño y esmero para revestir de esperanza un perfume inspirado por esa Noche. Para Félicie Wanpouille de Ernest Daltroff.
1922. La Gran Guerra ha terminado. Los ciudadanos tienen que sobrevivir ahora la batalla de la nueva realidad, pero aún queda fe para intentar recuperar lo perdido. Hay que vivir de todos modos -dicen algunos-; quiero vivir a toda costa -dicen otros-. Las celebraciones cobran una nueva dimensión, son menos ceremoniosas y más extrovertidas porque la frenética necesidad de vivir apremia. Pero tras el rugido de los años 20´s late el miedo, el pánico y la escasez. Década fructífera y maldita. Estridente y silente. La nueva realidad…
¿Quién no querrá, en el fondo de su corazón, volver a vivir la Navidad como una Noche de Paz? ¿Cómo no ansiar la sensación de serenidad, de calma y abrigo que da estar al otro lado del cristal? Nuit de Nöel: palabras de remembranza y tradición para nombrar el perfume de Caron ¿Alegría o Melancolía? Ambas, qué duda cabe.
Ernest Daltroff uno de los rusos emigrados a Francia, como Ernest Beaux. Coetáneos.
Beaux había acumulado experiencia como perfumista trabajando para Rallet y acabó creando para Chanel sus obras maestras: Nº5, Nº22, Gardenia, Bois de Îles, Cuir de Russie… Ernest Daltroff, era autodidacta, fundó junto a su hermano la casa de perfumes Caron.
Década de los 20´s. Nuevos materiales estaban a disposición, se recuperaba el uso de ingredientes de perfil fuerte, como los musgos y ciertos bálsamos pero aún se usaban las tinturas y la infusiones. También había empeño por conseguir una mayor pureza en las materias primas -hoy transparencia- porque los métodos de extracción de la época dejaban acabados ahumados y grasos que los perfumistas debían domar. Unos optan por hacer más evidente la novedad, como E. Beaux; otros, como Daltroff, mantienen el sabor antiguo como prioridad.
Es difícil saber a ciencia cierta si en algún momento la obra de uno influyó en la del otro; pero es tan fácil encontrar familiaridades entre Chanel Nº5 (1921) y Nuit de Noël (1922) que cabría preguntarse si era sólo el aire de los tiempos. Hay algo más que similitud en el olor. Comparten una especie de frescor y quietud silenciosa que sugiere un paisaje nevado en el que los ruidos quedan amortiguados por la nieve y los suspiros congelados por el frío. Uno parece más romántico, el otro es abstracto pero ambos retratan ese paisaje invernal.
Una parte de ese efecto escarchado se debe al uso de aldehidos alifáticos. En el Nº5, E. Beaux usó un complejo aldehídico muy característico en sobredosis, con ello conseguiría difuminar los bordes del bouquet floral para crear una sensación más imprecisa y glacial. Así conseguía un efecto chocante y nuevo que tenía tanto un valor estético como técnico, logrando mayor difusión en el perfume y disimulando el acabado graso de los absolutos florales.
Por su parte, E. Daltroff acostumbraba a experimentar mucho con los químicos aromáticos pero no dejaba en evidencia tal uso. Siempre, en sus mezclas, se aprecia el triunfo de la faceta natural o, mejor dicho, una suerte de naturalidad perfumada. Algo propio de su estilo.
En Nuit de Noël se aprecia el efecto de los aldehidos, ese tono difuso, refrescante y susurrante, enfrentado a una gran faceta de maderas preciosas que aporta solidez y sensación de estructura. Es el sándalo lo que Daltroff destacó -se habla de un 25% en la fórmula original-; un sándalo que entonces era mucho más animalístico, pungente y ahumado de lo que podamos imaginar. Este acento amaderado, matizado con la archifamosa base Mousse de Saxe llevó Nuit de Noël a un territorio más seco y más chypré que el Nº5 de acabado más floral y vainillado. De este territorio partirá la tradición de un grupo de perfumes aldehídicos florales secos y musgosos, entre los que cabe destacar Madame Rochas, Caléche de Hermès, Calandre de Paco Rabanne, Gold de Amouage o Heure Exquise de Annick Goutal.
Sin embargo, pese a ser innovador, el olor generoso y sutil de Nuit de Noël expresa la musicalidad de otra época. Rebosante de matices vagos, formando un carrusel de efluvios que sugieren forestas, bálsamos exóticos y pieles de armiño, tónicos cordiales de gusto amargo o dorados licores y fino champagne. Olores que fluyen sin dejarse atrapar. Como ensueño.
En ningún momento es fácil decir ahora huele a esto a a aquello. No se deshilvanan sus notas porque es un vals de matices ricos que se reflejan unos en otros, de detalles infinitos que van facetando cada nota principal hasta convertirla en un trazo elusivo. En un eco que se apaga mientras se repite.
Ni siquiera su frescor, latente y perdurable, es fácil de describir. ¿Es anisado? ¿Es el efecto del lirio de los valles combinado con la cremosa tuberosa? ¿O el verdor húmedo que se desprende del Musgo de Sajonia?…Ni siquiera es todo junto, no es ese algo verde-anisado-floral-luminoso-burbujeante acompasado por un fondo cremoso y particularmente afrutado con puntas de kumquat, melocotón y licor de plátano. Tiene algo más. Tiene profundidad y, sobre todo, contraste. Un contraste especial con la envoltura delicadamente dulce del almizcle y con la faceta amaderada empolvada de iris, musgo y sándalo que hace que el frescor sea el elemento de cohesión del perfume. Paradójicamente frescura no es la primera palabra, ni la segunda, que brota en la boca cuando lo pruebas.
Pero el frescor es inconfundible y la cremosidad innegable. Aunque todas las palabras dichas resultan demasiado concretas y demasiado claras. Cuando crees haber comprendido algo, el perfume de nuevo se escapa. Está tan matizado…incluso cuando sientes percibir cierta oscuridad cálida y aterciopelada casi táctil,, terminas admitiendo que sólo era viento entre los dedos.
Arriesgando en contraste y sin temor a la sobredosis, Ernest Daltroff no dejaba atrás el lenguaje decimonónico basado en el matizado de las notas principales usando otras notas similares, más aún, la posibilidad de modificaciones se multiplicó con los químicos aromáticos y él aprovechó todas esas nuevas posibilidades que se le brindaban: a base de modificaciones infinitas conseguía dar ese acabado evanescente de tradición impresionista. Jacques Guerlain lograba efectos de fenómenos atmosféricos pintados a la acuarela en Aprés L´Ondée o expresaba la densidad atmosférica del atardecer como si fuera esmalte en L´Heure Bleue, pero en los perfumes Caron nada es tan translúcido y legible. Incluso su renombrada oscuridad es algo más que el generoso uso de la base Musgo de Sajonia. Hablamos de una cualidad por la cual las materias primas adquieren una expresión muy característica y singular. La técnica impresionista que impregna los perfumes Caron desprende algo más ambiguo, como si fuera pintura al pastel.
En Nuit de Noël esta ambigüedad unida a la riqueza de notas alcanza un nivel de plasticidad y esteticismo irrepetibles. Sin exagerar, es probablemente una de las creaciones más originales -pese a contener todos los rasgos característicos de su época- e influyentes en la Historia de la perfumería moderna. También es uno de esos perfumes que o te deja de hielo o provoca algo mucho más complejo que una emoción, algo más parecido a un sentimiento.
A base de sombrear notas Nuit de Noël es una composición de detalles sutiles. Puedes leer una rosa cálida, roja y aterciopelada, sostenida por flores blancas y puntilla de ylang-ylang; matices fenólicos y amaderados de regaliz; la calidez de un jazmín ambarado que se acompaña de un toque afrutado que recuerda al melocotón -lo que será la marca de estilo de los perfumes Patou-. El bouquet floral está enriquecido con un poco de incienso que refuerza la faceta ambarada del perfume. A veces, la combinación de clavo y notas vainilladas parece crear un efecto de fresa otras veces se integra en el recuerdo de un campo de claveles que faceta la rosa. Esa rosa búlgara cuyo carácter realzan los aldehidos, es una nota especial de los perfumes Caron. Sello de Daltroff. Esa rosa y la envoltura exquisitamente dulce y empolvada. Todo en sordina. Eco de otra época.
Lejos del caos, estas sensaciones están sujetas por un estructura bien estratificada. En el perfume domina la quietud y cierto misterio. Es como un cuento oriental en el que una estatua silente es legendaria porque a quien se acerca a mirarla directamente le susurra historias maravillosas. Sí, hay orientalia en el perfume, pero su magia no es sólo esa magia exótica y lejana, eso es sólo una parte del cuento, la historia no está completa sin las alusiones al bosque encantado, sombrío y oscuro, en el que mana la fuente de sus secretos. Su corazón es chypré.
Es la base Musgo de Sajonia la que más caracterizó la evolución del perfume en su fórmula original, desde la plenitud al fondo. Esta base que ha marcado la Historia de la perfumería durante el s. XX ya no entra en las fórmulas actuales de Caron pero su impronta perdura. Puesta a disposición de los perfumistas durante los años 10´s del s. XX por de Laire con una importante nota de musgo y cuero, está construída en torno a una molécula de olor a cuero ahumado y matices verdes llamada iso butil quinolina (IBQ), con recuerdos de musgo, de foresta y con un característico amargor que hace tan singular a Nuit de Noël. La IBQ está revestida de geranio, yodo, vainillina, metil iononas, bergamota… En conjunto, tiene un aire empolvado y rosado, un frescor duradero de matiz húmedo y un efecto cuero con acabado vagamente animalístico, como abrigo de pieles.
Todo ese carácter oscuro, empolvado, mezcla de dulce y amargo tan contrastado y chypré, junto con el toque de regaliz es lo más identificativo y sorprendente de Nuit de Noël. Pero también es un elemento familiar porque tanto el Musgo de Sajonia como el modo en que esta base es usada en el perfume de Caron han influído en muchos creativos…, aunque Nuit de Noël tiene un valor sorprendente y extraño que ningún otro perfume ha igualado. Con esa suavidad y esa calma tan vintage y a la vez el riesgo en el contraste de notas.
Entre los perfumes históricos que muestran la impronta de Nuit de Noël se pueden citar creaciones de la misma época como Arpège de Lavin que es muy parecido aunque más pungente, amaderado y animalístico que el Caron o Bois de Îles de Chanel que también está construído en torno a la rosa y el sándalo pero con una impresión más marcada de ámbar gris. Posteriormente su influencia se hizo más patente entre los chipres, como Vol de Nuit de Guerlain o Cabochard de Gres. Guy Robert tomó la base del perfume como inspiración para hacer Madame Rochas y Caléche, Henri Robert siguió un camino muy parejo para hacer el Nº19. Y en la orilla oriental su huella comienza en Habanita que usó también Musgo de Sajonia y continúa con perfumes como Opium y Coco.
Entre las creaciones actuales podríamos destacar dos buenos perfumes: Quintaesencia de Ramón Monegal, más centrado en la faceta ámbar-cuero con un filo licoroso y herbal que da una sensación extra de calidad por un lado y, uniendo los caracteres chypré y oriental en una de esa composiciones elusivas y suntuosas habría que añadir Fate Woman de Amouage: con ese mismo corazón floral voluptuoso, el aura empolvada refrescante y a la vez con sabor a la antigua tiene esa capacidad poco frecuente de transmitir la sensación de ambiente seguro y de niña mimada en el mejor sentido de la palabra, en el sentido de protegida y bien cuidada. Porque esa es otra de las cualidades de Nuit de Noël que con frecuencia, las personas que aprecian este perfume, describen: que te hace sentir resguardada.
Momento musical: Eco del vals VIII pieza de la suite Tormenta de Nieve de G. Sviridov.

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