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*Niño leyendo para el elefante por Gregory Colbert.

Misterio puede ser sinónimo de enigmático y oscuro, pero en sentido original tenía un valor místico ligado al rito iniciático de los neófitos durante los festivales de Eleusis en la antigua Grecia, los admitidos después estaban ligados a sus compañeros por un voto de silencio. La evolución del concepto pasa por el tamiz de la Filosofía y la Historia de la Cultura hasta generalizarse la idea de que lo sublime como máxima expresión de lo divino debía de estar escondido. Y esto ha sido siempre motivo de debate.

Pero el lenguaje articulado es lo que define al hombre en su humanidad y Serge Lutens, ha hecho uso de ese bien para explicar con un relato el germen de Santal Majuscule sin enigmas; porque de lo que habla es de la convicción de un niño que necesita la fantasía para aprehender la realidad, porque aún no es adulto y debe hacer frente a la impaciencia de su maestro en el grado que su experiencia de la vida le permite. La belleza aquí está en que ahora el hombre adulto regresa al mundo de las leyendas medievales y los libros que las contenían con maravillosas ilustraciones alimentando su imaginación para elaborar y compartir una idea con la perspectiva que dan los años.

El texto original está en francés, leído por Serge Lutens va creando una imagen que podéis ver aquí. No he logrado encontrarlo con subtítulos en español sino en inglés, pero si el idioma no es un problema y os interesa este perfume de Lutens, entonces será tiempo bien invertido.

La imaginación de un niño no es nunca frivolidad sino una vía metafórica y poderosa para aprender a diferenciar entre el bien y el mal, algo que le ayudará a configurar su sistema de valores. Algo no sólo necesario sino fundamental en el desarrollo evolutivo de todo ser humano. El autor ofrece un texto introspectivo y tierno, discurre como el pensamiento de un niño, y es sincero, sin dobleces. Pero nos inicia en un mundo con una percepción personal explicada a modo de mística vivencia. Lutens finaliza su lectura con una imagen global, invitándonos a seguir el precepto de Santa Teresa de Jesús y estampa esa frase en latín que dice «Obedece mi silencio, no la orden».

Siendo pequeños todos habremos pasado por una de esas experiencias en que como niños, sí, pero muy conscientes de nuestro lugar en el mundo, hemos reafirmado una idea propia plasmada más o menos con estilo. Hemos mostrado tenacidad. Esos momentos serán en nuestra memoria ejemplos de convicción, de peculiaridad de un modo de ser. Momentos concretos que por tener un valor importante en nuestra conciencia son capaces de generar sentimientos… Eso es lo que describe Serge Lutens e intenta traducir en Santal Majuscule: la reafirmación del mundo interior y los recuerdos de infancia experimentados como agridulces por un hombre maduro. Se puede entender que el interés del asunto también radica en el gusto propio, y eso es un valor espiritual en sí mismo que contribuye a configurar nuestro proyecto de mundo.


*Fotograma de Labyrinth.

Para traducir esto a perfume la premisa de estilo es que hay que ir más allá de la emoción perceptiva que genera cualquier buen olor para despertar el sentimiento: el apellido es Mayúsculo, así que es rico y complejo pero equilibrado y elegante con cierta vibración de los perfumes del pasado. Diferente a Rousse.
El elemento de confitura ha evolucionado en un complejo acorde gourmand para ser una parte muy importante. Explora una tonalidad más satinada girando en torno al absoluto de cacao y las posibilidades que brinda este material de crear un acabado empolvado y amargo a la vez que extender y profundizar en la faceta lechosa propia del sándalo de Mysore – la variedad de olor más fino y aterciopelado que dona un aura refinada-. Es este amargor seco propio del vino añejo que recorre la composición de manera intrincada lo que tiene un sabor a revival que enlaza con Nuit de Noël de Caron, invocando un sentido general de espiritualidad que también busca el perfume de Lutens.

Santal Majuscule promete un sándalo a escala natural, y lo cumple. Sin ser pesado o denso es muy sólido en su carácter. Conjuga las características más fácilmente identificables del sándalo: cremoso-lechoso, amaderado-empolvado que transmiten un sensación general almizclada, suave y cálida junto con esas otras facetas que necesitan más atención para captarlas: detalles de calidad. Juega no sólo con los contrastes dulce/amargo, profundo/fino, cálido/fresco sino también con la escala y el grado de contraste de cada faceta…creando un efecto caleidoscópico sin perder fluidez: si ahora el perfume es fresco y apimentado, luego es licoroso, después es fino como jabón caro y rico como un pan de especias. Variaciones inesperadas sobre un tema ad infinitum, es una característica de los perfumes de Serge Lutens.

Esos detalles aportan vivacidad al perfume, como el trabajo en torno a la faceta verde y fresca propia del sándalo que se traduce por un lado en una intrincada nota verde-especiada (clavo, pimienta,canela, jengibre) que va a resaltar el amargor del cacao y, por otro lado, en una nota fría terpénica de frankincienso en el corazón del perfume que aporta una profundidad muy característica. Pero también cobran protagonismo los aspectos más alcanforados/mohosos (tipo barrica de vino) del sándalo fundidos en un acorde pirogénico de cedro ahumado sosteniendo la rosa y enfrentados al acento animalístico cálido-herbal que tiene el sándalo. Para subrayar el juego de claroscuros la miel va salteando la composición pasando de un perfil ceroso-coriáceo a una nota cristalina en la base que recuerda la flor del tilo.

Este estilo de construcción haciendo estallar facetas más recónditas de la madera sigue la estela de Feminité du Bois, convirtiendo de nuevo un material clásico de los perfumes masculinos en algo andrógino por medio de notas suculentas. Pero lo que en Feminité du Bois era más una confitura de rosas y ciruelas, aquí es ya un menú de fantasía para festejar las detalladas y preciosas ilustraciones de los cuentos infantiles: pan de canela con crema de mantequilla al brandy, praliné de anacardos espolvoreando un souflè de azucenas, galletas de clavo y jengibre con confitura de albaricoque, mousse de violetas infusionadas en vino con salsa de tofe o pannacotta de leche especiada y rosas.