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Olibanum: cuaderno de perfumes

Olibanum: cuaderno de perfumes

Archivos de etiqueta: albaricoque

Érase una vez un perfume: Oro de Roberto Cavalli.

05 sábado Ago 2017

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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albaricoque, almizcle, canela, cedro, guayaco, iris, manzana, miel, perfume, pimienta, sándalo, Vainilla

Ya casi había olvidado que tenía aquel libro cuando, el otro día, dispuesta a cumplir con mi hábito de releer, mi atención se dirigió a él. Allí estaba, un pequeño tomo de tapas blandas con una hoja señalada.

Es curioso como cosas olvidadas pueden volver a tu vida inesperadamente y obligarte a pensar en cosas que normalmente obvias: cómo eras, cómo has cambiado y como algunas cosas siguen siendo igual que antes. Allí, olvidado entre las páginas del libro estaba un secante que ya sólo huele a libro antiguo pero que con verlo, evocó un perfume. Estaba allí señalando una página con una cita subrayada:

¿Qué son «La Tempestad», «Troilo y Cresida», «Los gentiles hombres de Verona», «Las alegres comadres de Windsor», «El sueño de una noche de verano», «El cuento de invierno»? Son la fantasía, son el arabesco. El arabesco en el arte es el mismo fenómeno que la vegetación en la Naturaleza. El arabesco nace, crece, se anuda, se exfolia, se multiplica, se vuelve verde, florece y atrapa en sus ramas todos los sueños. El arabesco es inconmensurable; tiene un inaudito poder de extensión y crecimiento; colma los horizontes y abre otros nuevos horizontes; intercepta los fondos luminosos por medio de innumerables cruces. Y, si mezcláis a este ramaje el rostro humano, obtendréis un conjunto vertiginoso; es una conmoción. Cita de Manifiesto romántico de Víctor Hugo.

Era el secante del primer perfume de Roberto Cavalli (2003), aquel de frasco estilizado y tonos plata coronado por una serpiente enrollada. Esta silueta estaba grabada en el papel y, aunque no conservaba nada de la fragancia, tampoco hacía falta. La impresión de aquel perfume aún la puedo evocar de memoria. Parecía al principio algo extraña e incluso disonante pero después era suave, afrutada y evolucionaba de un modo intrigante, con un sillage ligero y expansivo en el que se revelaban notas de cedro, almizcle y sándalo con un filo acuático. Aquel perfume era paradójico: seco pero jugoso, dulce y luminoso, con sutiles acentos de manzana fresca. Aún pienso que aquel perfume asumía ciertos riesgos y que, de alguna manera descendía de Feminité du Bois: cedro, frutas, canela…pero con un aire más juvenil.

Oro (2004) fue el capítulo siguiente, también firmado por Maurice Roucel; mismo frasco pero tonos dorados para una reinterpretación más lujosa y atemporal, pero también más caleidoscópica: puede leerse como un ámbar suave, cremoso y especiado; como un oriental amaderado con etéreo y afrutado sándalo o como un floriental en el que la glicina -esa flor que se debate entre miel, humo, pimienta y mandarina- y la freesia -apimentada y húmeda- son protagonistas, en clave delicada, sostenidas por suave vainilla, guayaco y un sutil toque meloso que redondea la base ámbar.

Sea como sea en conjunto Oro es un perfume deleitoso, con todo lo bueno y raro del primero pero más redondeado. Aquí se lee fácilmente esa nota de manzana crujiente y refrescante que a ratos juega con la faceta empolvada a traer recuerdos de la infancia, incluido un tímido recuerdo a manzana caramelizada. Esa faceta frutal está ahora más presente aún y se redondea con el dulzor voluptuoso del albaricoque y se contrasta con un frescor alimonado y floral de magnolia. Pero ninguna nota destaca encima de otra, todo está concatenado mediante matices y pequeños contrastes. Así que junto a la fruta, las especias: canela, pimienta y vainilla. El conjunto es sedoso, almizclado, cremoso, empolvado.

Ni Oro ni su antecesor siguen en producción. Sólo con paciencia pueden encontrarse en tiendas online pero catorce y trece años después siguen aportando un aura inconfundible.

Flip Flop review: Snob Le Galion.

13 lunes Mar 2017

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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albaricoque, azafrán, ámbar, ciruela, jazmin, melocotón, perfume, rosa, sándalo

En la resurgida marca Le Galion los perfumes femeninos son de halo suave y elegante. Todos tienen impreso este sello de estilo más bien conservador por el cual los riesgos han sido eliminados pero Snob es seguramente el más ejemplar de la colección porque huele a caro, más concretamente, huele caro y tradicional, siguiendo muy de lejos la estela de Joy de Patou pero sin la pungencia narcótica ni la intrincada complejidad de un perfume de antaño.

Cierto que el acorde floral tiene ese clásico regusto rico del jazmín adornado por la rosa pero sin estridencias. Lo que predomina por encima de todo es una suave flor blanca delicadamente afrutada y ligeramente especiada con azafrán. Esto del azafrán contribuye a perfilar una faceta lechosa de corte moderno en la que se mezclan también los aspectos frutales y la faceta más amable del sándalo. En el fondo huele casi como una magnolia muy idealizada, agitada por una brisa oriental.

Su evolución no cambia demasiado, es prácticamente esa flor blanca suave todo el tiempo, hasta que el perfil floral se diluye en un fondo ambarado amaderado discreto. Lo destacable de Snob, lo que digamos lo diferencia de algo como Dahlia Divin de Givenchy o perfumes de ese mismo estilo es que, por un lado, la faceta frutal entre ciruela, melocotón y albaricoque aporta un dulzor ligero que resulta encantador y, por otro lado, la textura tiene un efecto casi aterciopelado que delata el cuidado en los detalles.

Snob, cuya fórmula original data de 1951, es en su actual forma una opción ideal para quien, admirando la riqueza de perfumes como Joy de Patou o Scherrer 2 de Jean Louis Scherrer o incluso Femme de Rochas, huya de las huellas vintage de tales perfumes. Dicho de otra manera, perfecto si se quiere un perfume que huela caro, seguro y a la vez entrañable.

Cuerpos saturados de almizclados olores: Osmanthus de The Different Company.

22 lunes Sep 2014

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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albaricoque, almizcle, castóreo, geranio, jazmin, mandarina, osmanthus, perfume, rosa

Osmanthus fragrans auranticus

Hay algo difícil de explicar en la atracción que los olores almizclados ejercen y quizás sea porque en ellos subyacen tanto olores infantiles como efluvios lánguidos y rosados de connotaciones eróticas. Eso que es difícil de explicar en estos olores también es difícil de tratar en perfumería: pura cuestión de equilibrio y refinamiento porque, en el fondo, estamos hablando de una gama de olores frescos, afrutados y profundos que la piel de una mujer en ocasiones puede desprender con mayor o menor intensidad, conjurando esa sensación tan poderosa del cuerpo como fuente de olores placenteros.

Sí, son sin duda olores atrayentes. Terriblemente elusivos y a la vez muy expansivos que comparten aspectos con algunas frutas, flores y plantas de la naturaleza como es el caso del albaricoque, las violetas, las moras, las rosas más aterciopeladas y vinosas y la burbujeante semilla de ambreta. Un ramillete de olores que el osmanto aglutina con tanta gracia como provocación.

El osmanto ha sido durante décadas una de esas notas tapadas en la perfumería que -salvo excepciones como 1000 de Jean Patou- no tuvo protagonismo por sí mismo hasta que el mercado de perfumes nicho eclosionó y la hizo emerger porque podía ofrecer nuevos y específicos olores. A menudo los perfumes comerciales como el vintage Venezia de Laura Biagiotti, Eternity de Calvin Klein o Narciso Rodríguez for Her incluían esta nota en forma de base o acorde reconstruido como una forma de introducir un buen tono dulce-frutal-floral o una faceta vinosa-almizclada-rosada. Aclarar que por buen tono me refiero a algo que no es dulce y frutal y floral en superficie sino algo complejo y con profundidad.

Pero, como ocurre con el iris o la mimosa, también ante esta flor se obtienen respuestas polarizadas de fascinación y comodidad o de absoluto rechazo. Además, como nota protagonista tampoco es fácil de trabajar.

Si se opta por recrear el perfil de la flor en la naturaleza hay que lograr un olor penetrante como un sable pero ligero y etéreo como una gasa donde el dulzor meloso no opaque al frescor casi infantil del albaricoque. Si la idea es trabajar en torno a esa materia prima que es el opulento absoluto de osmanto, hay que decir que éste se niega a ser fácil de domar…hay que saber hacerlo brillar.

Al albor del nuevo milenio Osmanthus (2000, Jean Claude Ellena) de The Different Company puso la nota en el centro del panorama nicho y desde entonces no son tantos los perfumes que han seguido esta senda. El perfumista no optó por una pungencia animalística obvia sino que tomó el camino largo y tejió una urdimbre de tonalidades rosadas y almizcladas que permitieran jugar con los aspectos de cuero y fruta más característicos del osmanto.

Con esa factura esencialista y abstracta que caracteriza los trabajos de su autor, este es un perfume que toma algunas facetas claves de la flor y otras del absoluto para crear algo nuevo, fresco y perfumado. Exactamente así: fresco y perfumado, porque Osmanthus es uno de esos falsos perfumes frescos. Comienza con el delicioso brillo delicado de la mandarina y la naranja dulce, casi con aire de golosina infantil, ribeteadas por el frescor más verde y especiado de la bergamota y un pequeño guiño a la jugosidad de la manzana. Esta salida anaranjada deja ver poco a poco el tono afrutado de albaricoque y de grosella que acompañará durante gran parte de la evolución al cuerpo floral del perfume: un jazmín verde y una borboteante rosa húmeda, terriblemente almizclada, completada con pungentes acentos de geranio. Esa rosa domina la composición poniendo de relieve la faceta vinosa, sensual y afrutada que comparte con el osmanto. Esa rosa densifica el perfume dejando presentir la tan característica textura que aporta el osmanto, a medio camino entre el ante y el terciopelo, para enlazar al final con una auténtica y tersa nota de cuero negro a base de castóreo. Ese cuero algo dulce, floral y generosamente almizclado tiene ya un poco del tono vegetal que más tarde Jean Claude Ellena volverá a trabajar en Kelly Caléche y en Cuir d´Ange, ambos de Hermès. Ese cuero añade más intriga y dimensión a un perfume cuyo tono seguramente no sea fácil de llevar para tantas personas.

*Momento musical: Dark is the night for all de A-Ha.

Mítico azahar: Narciso Rodríguez for Her

29 viernes Ago 2014

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albaricoque, almizcle, ámbar, flor de naranjo, miel, narciso, osmanthus, patchoulí, perfume, Vainilla, vetiver

NfH

Los perfumes míticos. Una de las obras de la literatura universal lleva en su título la referencia a lo infinito: Las Mil y Una Noches. Su estructura laberíntica de relatos dentro de relatos que se cuentan noche tras noche refuerza esa idea de algo interminable e inabarcable. Una antigua superstición decía que quien intentara leer el libro completo se volvería loco, advirtiendo no sólo sobre la imposibilidad de saberlo todo sino también del peligro que supone intentar saberlo todo: en el intento te pierdes. Pero precisamente esa sugerencia de cosa infinita es lo que hace que la obra parezca mágica generación tras generación.

Hay perfumes que ejercen un fuerte atractivo en un gran número de personas; son perfumes que las personas huelen y desean al instante. Perfumes que terminan siendo míticos porque generación tras generación siguen sugiriendo, siguen siendo mágicos. ¿Qué los hace tan poderosos? Seguramente no sólo el tener una gran armonía, un carácter definido o un sillage maravilloso sino también una cualidad elusiva y flexible por la cual el perfume pueda leerse de múltiples maneras con facetas complejas y profundas que parezcan historias en sí mismas y hagan que el perfume parezca infinito.

Para que esto se cumpla el perfume debe dejar espacio a la imaginación y eso implica abstracción. Las flores en singular tienen ya un marcado significado social: las violetas son tímidas y discretas, el jazmín es sensual, las lilas son románticas…por el contrario, los perfumes abstractos dan más margen a la interpretación y según cómo se lleven pueden hacer brotar unas palabras u otras.

Hay dos formas muy básicas de conseguir esa abstracción:

-Rebajando las facetas más características de un olor bien componiendo con ingredientes muy abstractos, bien usando ingredientes que permitan difuminar notas. Ocurre con los aldehídos alifáticos.

-Poniendo énfasis en notas que son difíciles de describir porque no hay más referencia para definirlos que ellos mismos, como es el caso del almizcle y del ámbar gris.

Narciso Rodríguez for Her ( 2003 Christine Nagel, Francis Kurkdjian -frasco negro- ) une ambas y su nivel de abstracción es lo suficientemente alto como para que pueda resultar difícil de clasificar. Con frecuencia se lo considera un chypre moderno (neo-chypre o pink chypre) y, en cierto modo, es asÍ: una evolución de perfumes basados en patchoulí y Hedione al estilo Knowing de Estee Lauder. Pero también, muy en el fondo, este perfume es un gran juego de armonía entre almizcles blancos y un acorde de ámbar moderno, radiante y refinado, que no renuncia a ciertos rasgos de carácter como el tono vinoso, el halo afrutado o el acabado empolvado.

La inspiración. Dicen que el punto de partida del perfume fue un aceite perfumado tipo almizcle egipcio llamado Abdul Kareem Oil que la musa de Narciso Rodríguez, Caroline Bessette-Kennedy, acostumbraba a usar. Uno de esos aceites que se venden en mercadillos o en tiendas New Age que pueden ser tan asequibles como encantadores.

El llamado almizcle egipcio está enraizado con tradiciones antiguas, con fórmulas de aceites perfumados que servían para hidratar y desodorizar la piel e incluían notas de rosa, patchoulí, eucalipto, jazmín y de algún modo almizcle (animal, vegetal o recreado). Actualmente se formulan con almizcles blancos producto de síntesis o con almizcles vegetales y se caracterizan por un olor limpio, suave, y ligeramente floral que evoca la sensación de piel limpia. Es difícil que no atraigan la nariz.

Al contrario que los perfumes basados en almizcles blancos como White Linen de Estee Lauder donde el efecto detergente es reconocible, en la fórmula del almizcle egipcio ese aspecto más áspero está muy suavizado -que no erradicado- dejando que prevalezca la faceta más ambarada y floral de los almizcles blancos.

El perfume. De alguna manera, Narciso for Her apareció en el momento perfecto con las características ideales. Ha cosechado un buen éxito desde entonces. Hoy sigue siendo uno de los perfumes que más atrae: cuando se huele en otra persona es difícil moderse el labio para evitar preguntar ¿qué perfume es?. Pasó la prueba de fuego de superar las características de su tramo y se convirtió en fuente de inspiración de otros perfumes como Lovely de Sarah Jessica Parker, Idylle de Guerlain, Carven Le Parfum o incluso el más austero y fresco L´Humaniste de Frapin por citar a algunos.

Sin embargo, la parte floral del perfume recuerda bastante a La Chèvrefeuille de Annick Goutal creada en el 2002 por Isabel Doyen. Ambos perfumes comparten la faceta cítrico-rosada, el aspecto meloso como de flor de narciso y el toque ajazminado; si bien el perfume de Annick Goutal es una fantasía en torno a la madreselva que tiene un acabado menos dulce que el Narciso Rodríguez que ahonda más en el recuerdo anaranjado del azahar, con un toque frutal y vinoso muy abstracto de osmanto. A veces también recuerda al pittosporum y, un poquito, a las lilas por el aspecto etéreo y acuoso. Ambos perfumes presentan una fantasía floral, pero en Narciso for Her el tema es más abstracto y el efecto final que busca no es tanto recrear la flor como una sensación floral, especialmente ese sensual frescor radiante tan característico de la flor de naranjo.

Pero a diferencia del resto de perfumes que están en esa gama de olores, Narciso for Her tiene tres características que lo hacen sobresalir. Una es su sillage sutil pero brillante. Otra es conseguir crear una ilusión poliédrica, casi esférica, gracias a la perfecta armonía entre facetas. Y, por último, su capacidad para evocar lo táctil no sólo recreando la sensación de olor a piel limpia sino sobre todo siendo capaz de expresar esa carnalidad propia de los aceites perfumados. Quien esté acostumbrado a los aceites de masaje o a perfumarse con aceites secos entenderá rápidamente lo que quiero decir; estos productos se funden con el olor natural de la piel y liberan su perfume lentamente, capa tras capa, formando un olor único y aparentemente uniforme pero con facetas profundas que emergen gracias al calor de la piel. Ese logro quizás sea aún hoy su mayor atractivo.

El tono exótico y Fleur de Comores de Maître Parfumeur et Gantier.

20 domingo Oct 2013

Posted by Botanyuki in Ensayos, Revisiones de perfumes

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albaricoque, almizcle, cuero, frangipani, grosella negra, jazmin, Vainilla, ylang-ylang

F-annis
*Francesca Annis caracterizada como Tuppence Beresford en la serie Matrimonio de Sabuesos (Cap.9 El Crujidor), basada en personajes de Agatha Christie.

Persistencia, esa es la palabra. En el aire y en la mente, con esa sensación suave, pesante y narcótica. Embriagando los sentidos con un dulzor sostenido, cremoso, incandescente. La persistencia natural del aroma de las flores del Trópico. Blancas o amarillas, anaranjadas y rosadas, diminutas o majestuosas; todas ellas conjugan una misma armonía, que llamamos exotismo, capaz de grabar en nuestra mente la intuición paradisíaca de entrega, abandono, relajación y evasión.

El tono exótico es lo que queda en la mente. Una impresión olfativa y una trama de ideas enlazadas para regocijo de la imaginación y cobijo de las asperezas cotidianas cuando, en realidad, no existe un único aroma que defina esas flores. Su naturaleza es variada. Pero existe un ambiente, una condición atmosférica de calor y de humedad particular, que hace posible el desarrollo de unas características aromáticas únicas. El tono exótico es entonces un clima; el clima en el que es posible una densidad tal que las flores exhalan su aroma y las partículas olorosas quedan más tiempo en el aire suspendidas, sin que ninguna corriente las arrastre, concentrando el ambiente con sustancias que se expanden lentamente proyectando su esencia en la distancia, revelando su naturaleza etérea.

Aromas y ambientes forman una poderosa unión en la memoria. Muchas personas asocian olores a condiciones ambientales de luz, temperatura, humedad, color, paisaje, etc y, la evocación de algún factor concreto dentro de esa cadena puede activar la imagen completa. Por eso el ilusionismo funciona en la perfumería, por eso en perfumería el exotismo es un tono, un halo, un acabado más que un aroma definido. Asociado a selvas tropicales o islas del Pacífico, inmerso en la estética del ensueño y la evasión, de viajes a emplazamientos paradisíacos. Una forma de escapismo preciosa o lujuriosa, ostentosa o refinada, auténtica o superficial…no es fácil encontrar perfumes que recreen ese aura con profundidad y carácter.

Una brisa radiante pero sin matices, superficial y esquemática, sustituye ya con demasiada frecuencia a la fortaleza intrincada de un efluvio natural. Ese efecto ha terminado por reemplazar en muchos perfumes de hoy en día algo tan atractivo y único como es el refinamiento conjugado con el carácter. Es el drama de las flores blancas y las notas tropicales…que, buscando un perfil complaciente para gran número de gente, dejan de oler a flores. Se desnaturalizan.

Si hubiera que señalar una flor como paradigma de la auténtica sensación tropical, tan dulce y densa como evocadora y sugerente, diría que el frangipani reúne todas esas cualidades. Fragante como el néctar y fugaz como la gardenia, afrutado como la almendra, especiado como la vainilla, con recuerdos de rosas y canela, de limón y flor de naranjo…de aroma complejo y sutilmente poderoso, tan sútil que pocos perfumes consiguen atraparlo. Songes de Annick Goutal celebra esta nota con gran elegancia y con una riqueza de materiales poco frecuente, usando el precioso y poco común absoluto de ylang-ylang que aporta al perfume una suavidad única.

Pero el paradigma no es el estándar habitual en perfumería. Lo habitual es crear una sensación floral evanescente con acentos concretos de magnolia, gardenia, jazmín, etc. Los salicilatos son ingredientes indispensables para recrear ese efecto atmosférico de brisa floral cargada de aromas vacacionales, solares y densos. Paradójicamente los salicilatos, capaces de emular ese efecto de volumen, crean espacio entre las notas, aligerando las fórmulas. J´Adore L´Absolu de Dior es un hermoso ejemplo de como estos materiales trabajan combinados con ylang-ylang, otro ingrediente importante para crear acordes solares. Rico en salicilatos de forma natural, el ylang-ylang es una contradicción entre la sedosidad de su dulzor tersamente especiado y la persistencia de su carácter balsámico. Es una nota clásica entre clavel y frangipani muy presente en gran número de perfumes de calidad, cremosa y con una increíble tenacidad floral que puede atravesar toda la estructura de un perfume pero rara vez se hacen soliflores con ella.

A destacar: Eau Mohéli (2013) de Dyptique, una composición un poco estilo colonia en torno a la esencia de ylang-ylang, embellecida con notas de pimienta, jengibre y patchoulí y Fleur de Comores de Maître Parfumeur et Gantier (1988) que en un marco estilizado de notas ámbar hace emerger notas arriesgadas más insinuantes.

El perfil de Fleur de Comores es de flor blanca empolvada con bastante jazmín y recuerdos de tiaré, sobre base de ámbar dulce y almizcle. Pero busca el realce de la faceta especiada -clavo (eugenol, isoeugenol) y pimienta-, algo realmente importante a la hora de caracterizar un perfume de ylang-ylang. Esa faceta se convierte en hilo conductor desde la salida hasta la base: desde el absoluto de brote de grosella negra hasta el absoluto de vainilla, el punto de conexión entre notas es ese aspecto especiado. Sutil y evanescente, redondeado y dulce.

La parte floral del ylang-ylang que más se evidencia es quizás la que menos se suele exponer: el aspecto casi anisado de lirio blanco con matices verdes y cerosos aunque todo ello cubierto por una capa vintage, mezcla del recuerdo clamoroso de los polvos de arroz que crean en la base la unión de ylang-ylang, vainilla y almizcle con los despuntes de naturalidad carnosa y mantecosa de las flores blancas.

La marca de estilo de Maître Parfumeur et Gantier es crear profundidad al estilo antiguo: con notas de base de baja volatilidad y añadir un acabado artesanal en cierto sentido conjugado con una claridad del tema casi cartesiana. La casa fue creada por Jean Laporte tras dejar L´Artisan Parfumeur donde la máxima era la poética de lo translúcido. En Maitre Parfumeur et Gantier es justo lo contrario: los perfumes son compactos y llaman la atención por el rigor que exhalan. Son perfumes lineales en un sentido tradicional,es decir, con enlaces de notas muy estudiadas, que desvelan los matices más finos con lentitud. Las notas tienen un acabado más natural y un carácter más centrípeto.

Pero Fleur de Comores no es sólo un soliflor de ylang-ylang embellecido por una vainilla crujiente, sino un estudio sobre la fantasía del exotismo con indolentes notas dulces de fruta madura. Además de los matices especiados, cobra gran protagonismo el dulzor afrutado casi licoroso. Ese aspecto de fruta madura y alcohólica, entre cereza y ciruela, aparece en muchos de los perfumes de esta casa de la mano del absoluto de brote de grosella que trabajado con distinto nivel de intensidad brinda muchas posibilidades. Aquí es una parte importante de la rica faceta frutal que, unida a la cremosidad y densidad floral, recuerda a la nota atrevida de albaricoque y Banana Syrup de aquel polémico perfume de Paul Poiret llamado Le Fruit Defendu (1914) del que ya hablamos aquí y al revisar Rousse . Inspirado o no realmente por ese perfume, en Maitre Parfumeur et Gantier siempre miran hacia el pasado y, en esta ocasión, parece que han puesto sus ojos en las primeras décadas del s. XX., en el ambiente orientalista, sofocante y excesivo pero también audaz, tamizado por una ejecución compositiva que evidencia gran racionalismo. Un perfume vibrante, brillante y cerebral como la interpretación que hace Francesca Annis del personaje de Tuppence en Matrimonio de Sabuesos. ¿La habéis visto?

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En torno al almizcle y otros matices de piel: las notas frutales.

26 viernes Abr 2013

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albaricoque, ciruela, mango, manzana, melón, melocotón, pera, perfume

eucharis
*Eucaris, muchacha con cesta de frutas (1863) por Frederic Leighton.

La tonificante sensación de un vino herbáceo, el subyugante dulzor de un melocotón completamente maduro o la verde cremosidad del plátano son bizarros acentos frutales para un perfume. Desde la atracción inmediata delos sentidos al sutil encanto; de lo lánguido a lo tórrido, desde lo alegre a lo audaz, lo frutal es un aspecto más allá de lo simplemente dulce o jugoso. Despliega, en realidad, un universo de tonalidades: verdes(manzana, pera); amarillas(melocotón, albaricoque); oscuras(frutos rojos, granada, ciruela); exóticas(mango, papaya, guava, coco, piña) con las que inyectar no sólo carácter sino también extravagancia, sensualidad, dramatismo o una luz diversa en el perfume. Aunque cuando decimos notas frutales la idea que salta en la mente suele ser algo similar al dulzor de la granadina, característico del grupo floral frutal, en realidad eso sólo es una parte del espectro.

Pese a la capacidad de algunas notas cítricas como la mandarina para introducir dulzura o un efecto pulposo, las notas hepérides se diferencian de lo frutal por el nivel de frescor y luminosidad. Lo frutal se mueve en un arco de matices entre lo acidulado, lo verde y lo floral; añadiendo un efecto agradable de textura tersa, de cremosidad o un halo etéreo más ténue. Puede tener un acabado ligero, vivaz o sensual cuando evoca la idea de piel.

Los aspectos frutales oscuros y profundos o finos y envolventes han podido estar presentes en los perfumes tradicionales de alguna forma. La tintura de ámbar gris o el aceite de almendras amargas son ingredientes capaces de dar un matiz afrutado global a una composición. Pero también las propias flores y las destilaciones que de ellas se derivan pueden presentar elementos frutales más o menos agudos. Ejemplos clásicos:

-La rosa encierra matices de pera, frambuesa, litchi.
-Algunas variedades de jazmín tienen una nota de plátano bastante marcada, otras de albaricoque.
-El nardo tiene notas lactónicas de coco que pueden variar desde agua de coco a leche de coco.
-Los distintos materiales de iris pueden tener acentuados los matices de melón, melocotón o frutos rojos.

Además, los químicos aromáticos desde inicios de la perfumería moderna permitían trabajar esta faceta de forma más detallada, más preciosista incluso. Por ejemplo, la vainillina recuerda un poco al albaricoque, el antranilato de metilo que es fundamental en la composición de L´Heure Bleue tiene matices de uva, de mandarina y de fresa.

En realidad, con el inicio de la perfumería moderna lo que tradicionalmente fuera como un velo de celofán envolviendo el bouquet, para embellecer de forma general la composición, se amplifica y se potencia con las nuevas posibilidades que brindas los químicos aromáticos. Fougére Royale de Houbigant, considerado el primer perfume moderno por usar una gran dosis de un material de síntesis en su base tenía un fino aspecto frutal: la cumarina con su matiz de almendra y la salvia esclarea con su peculiar aroma a vino de ciruelas aportaban un oscuro y profundo tono afrutado en su base.

Le Fruit Defendu (1914) de Paul Poiret fue un perfume aldehídico cremoso redolente de un dulzor frutal entre albaricoque-plátano y ciruela que escandalizó por el punto empalagoso que alcanzaba. Algo de ese efecto lo podemos experimentar hoy en Jungle l´Elephant de Kenzo.

Mitsouko de Guerlain, con su compleja nota afrutada, seca y lactónica a base de aldehído C14 y Persicol (una base de melocotón) no hace sino extender ese aspecto de fruta ya madura que también tenía Le Chypre (1917) de Coty por un efecto derivado de la salvia esclarea. Pero el de Guerlain tiene un carácter más oscuro y seco, que después será una característica de los chypre frutales con su dulzor texturizado, profundo y velado. Este grupo de perfumes ejemplifican el paradigma de la complejidad y riqueza que las notas frutales pueden dar, un tipo de sensualidad abstracta y a la vez natural.

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Bodegón con rosas, melocotón y vino de Josef Lauer.

Pongamos en la mente la sensación del olor de un perfume clásico y la de uno actual. Independientemente del tema que desarrollen los dos hay un par de características muy notables: la mayor transparencia y la mayor separación entre notas del contemporáneo. Y es que los perfumes clásicos son profusos, a veces incluso saturados, de manera que los matices son como pequeñas pinceladas o como finas veladuras. En esa condensación de materia olorosa, lo frutal permanece cautivo en el corazón de los perfumes.

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Habiendo más espacio entre las notas también comenzaron a variarse los matices en cada fase de evaporación. Edmond Roudnitska con su magistral uso de las notas frutales anticipó varias décadas los temas acuáticos y transparentes de los noventa. Su nota de ciruela en Femme de Rochas aún tiene el clásico aspecto de frutas oscuras, pero ya en Diorissimo introduce un matiz frutal sutil y peculiar cercano al albaricoque maduro y las moras en la salida al incluir una nota de boronia. Aunque la gran aportación en este terreno es Le Parfum de Thérese con su salida acuática de melón y su corazón de ciruela. El efecto brioso y enérgico de una fruta acuosa y verde es el perfil que proliferó en los noventa con la popularización del Calone que añade notas de melón y sandía junto al aspecto marino. Acqua di Gió es el prototipo en esa década. Hoy ese aspecto acuático se trabaja de forma más vibrante aún, incluso incisiva, al reforzarse con notas de ruibarbo que aportan un acabado incandescente entre vegetal y tropical. Acqua di Gió Essenza o Un Jardin sur le Toit de Hermès son ejemplos de esta nueva tonalidad.

En los 70´s nace L´Artisan Parfumeur y con ella una incipiente perfumería alternativa. La marca comienza con un perfume frutal basado en almizcles: su icónico Mûre et Musc. Otras casas de perfumería artesanal también comenzaron a explorar las notas frutales de forma específica: Folavril (1981) de Annick Goutal es un cremoso perfume aldehídico con nota de mango y L´Ombre dans l´Eau (1983) de Diptyque se basa en un acorde entre rosa búlgara y grosella negra que reproduce un efecto de bayas rojas muy veraz.

También en los 90´s hubo bastantes ideas buenas, pero su popularidad hizo que el patrón se repitiera hasta la saciedad. Los productos funcionales comenzaron a explorar otros territorios. La dulce fragancia de frutos rojos y osmanthus del champú Herbal Essence se convirtió en un olor deseable. También los gourmand adquirieron relevancia: gracias a Angel de Thierry Mugler y Le Premier Parfum de Lolita Lempicka los orientales se renovaron con notas oscuras que de nuevo pusieron en el punto de mira la faceta golosa de los frutos rojos ahora ya con un nuevo protagonismo, con una identidad propia.

El problema en sí mismo no es la extroversión que alcanzaron las notas frutales, sino que desde entonces se ha disparado el número de fragancias que se lanzan al año con poca singularidad, o con una singularidad que no va más allá del frasco y la campaña publicitaria. Es decir, los productos genéricos se han multiplicado hasta saturar, despersonalizando lo que en origen fueron buenas ideas. Muchas de las notas frutales que hoy en día se crean no se caracterizan por su detallismo o verosimilitud sino por un persistente dulzor. La mayoría se formulan a partir de almizcles blancos.

Algunos de estos almizcles blancos aportan un efecto frutal de calidad como el lechoso Ambretolide o Helvetolide con su fina nota de pera y mora. Sin embargo, el problema básico de este tipo de aromas es que acaban percibiéndose como genéricos porque están presentes en una gran cantidad de productos.

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De esta ubicuidad también es culpable un subgrupo muy específico de perfumes florales: los floral-frutales con Daisy de Marc Jacobs como abanderado. Si pensamos que el arco de las fragancias florales- de por sí ya dulces- es el más favorecido por el público femenino, la faceta frutal, especialmente de frutos rojos, supone un nuevo modo de rejuvenecer el tema alejándolo de los frágiles soliflores o de los grandes florales que hoy el público más joven tiende a aborrecer porque se asocia con años de más. Caramelo y frutas son pues el olor de lo que se considera joven. No es de extrañar que en algunos casos este tipo de fragancias acaben consumiéndose como un complemento.

Pero no hay que olvidar que las notas frutales son mucho más que eso. En los perfumes clásicos este matiz siempre tenía un filo de calidez animalística (Chamade de Guerlain) o un aspecto que delatara la madurez del fruto, a veces demasiado maduro, ya redolente de un dulzor con matices melosos o alcohólicos (Yvresse de YSL). La davana, el brote de grosella negra, el osmanthus, la mimosa son algunos ingredientes que pueden proporcionar esos acabados.

La riqueza del matiz es lo que acentúa el carácter de algo, lo que da profundidad, lo que hace que un perfume sea memorable. Hace ya cuatro años, cuando comenzaba a escribir en el blog, dediqué una mini entrada a lo frutal llamada Cornucopia. Trataba de recordar que el aroma de una fruta no es algo simplista sino alegre, audaz, osado, exuberante, tierno, delicado…por eso quisiera para el aniversario del blog volver a retomar ese discurso inicial y ampliarlo en esta entrada. Porque lo frutal es frecuentemente denostado por parecer demasiado fácil de apreciar. Algunos aromas frutales son difíciles de concretar y quisiera insistir en que las frutas siempre han sido un artículo de lujo por muy común que nos parezcan hoy en día. También son símbolos cargados de valores culturales en distintos paises.

Y ya que es el aniversario del blog, además de hacer una lista de algunos perfumes completamente frutales o con importantes facetas afrutadas, quisiera dejar uno de esos ejemplos de símbolo cultural con una bonita canción de la tradición sevdalinka: Zunte Dunje -versión Davorin Popovic- (Membrillos Amarillos) cuyo lento tempo y rica melodía crea una textura musical que a mi me hace pensar en esa pureza que una nota frutal puede ofrecer cuando no se usa con cinismo. El tema de la canción es un amor malogrado.

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Frutales de principio a fin: Pulp de Byredo, Petite Chérie de Annick Goutal, Chanel Nº18 Les Exclusifs.

Manzana: Burberry Women, Traversée du Bosphore de L´Artisan Parfumeur, Idylle EdP de Guerlain, Aventus y Spring Flower de Creed, Rose d´Eté de Les Parfums de Rosine.

Pera: Petite Chérie de Annick Goutal, La Belle Hélene de MDCI.

Cereza/licor de cereza: L´Heure Bleue, La Petite Robe Noire y L´Instant Magic de Guerlain; L´Ambre des Merveilles de Hermés, Del Pozo In Black, Louve de Serge Lutens, Jubilation 25 de Amouage.

Melón: Acqua di Gió, Le Parfum de Thérese.

Sandía: Un Jardin après la Mousson de Hermés.

Frutos rojos: Chypre Rouge de Serge Lutens, Insolence EdT de Guerlain, Hot Couture de Givenchy, Amor Amor de Cacharel, Sublime Balkiss de The Different Company, Del Rae Bois de Paradis.

Ciruela: Acqua Fiorentina de Creed, Feminité du Bois de Serge Lutens, J´Adore de Dior.

Albaricoque: Epic Woman de Amouage, Coco Noir de Chanel, Gucci Rush, Jeaux de Peau de Serge Lutens.

Melocotón: Coco Mademoiselle de Chanel, Mitsouko, Nahéma y Nuit d´ Amour de Guerlain, Peau de Peche de Keiko Mecheri, Péché Cardinal de MDCI, La Dolce Vita de Dior,

Litchi/Lychi: Dzongkha de L´Artisan Parfumeur, Idylle Eau Sublime de Guerlain.

Mango: Folavril de Annick Goutal, Timbuktu de L´Artisan Parfumeur, Bombay Bling de Neela Vermeire, Un Jardin sur le Nile de Hermès.

Fruta de la pasión: Liaisons Dangereuses de Kilian, Fraiche Passiflore de Maitre Parfumeur et Gantier.

Piña: Virgin Island Water de Creed, Histoires de Parfums 1804 George Sand.

Y por supuesto el higo que está entre lo verde, lo amaderado y el dulzor meloso con toques lactónicos: Ninfeo Mio de Annick Goutal, Premier Figuier de L´Artisan Parfumeur.

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Lo viejo y lo nuevo: Daim Blond de Serge Lutens.

30 miércoles Ene 2013

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albaricoque, almizcle, ante, cardomomo, espino albar, heliotropina, iris, perfume

Damadelunicornio_Raf
*Dama con unicornio (1505) de Rafael Sanzio de Urbino.

¿De dónde vienen algunas ideas? A veces es difícil saber por qué caminos discurre la mente creativa, aunque los perfumistas suelen trabajar con dos o tres notas a lo sumo, combinando exhaustivamente distintas proporciones de los mismos ingredientes hasta lograr acercarse a lo que buscan, pero incluso entonces es difícil saber qué hace estallar la idea.

Pero los perfumes de Serge Lutens en su mayoría siempre me hacen pensar en Feminité du Bois como principio de todo, síntesis de la tradición iniciada por Edmond Roudnitska con su lenguaje conciso a base de maderas irisadas (metil iononas) especias, notas frutales – especialmente sus trabajos en Femme de Rochas, Le Parfum de Thérese y la base Prunol- y la renovación que a través de esos temas logra Christopher Sheldrake manejando nuevos materiales de síntesis o exóticos ingredientes naturales. Eso es parte del sello lutenesiano. Otro aspecto característico es la narrativa personal que Serge Lutens utiliza para redefinir géneros tamizando y transponiendo características de un tipo de perfume a otro. Con su especial gusto por las notas secas ha creado y recreado múltiples veces perfumes que plasman una visión interiorizada de lo oriental como género para la fantasía; ese tipo de notas en las que participan especias, maderas, cuero o musgos pero exploradas con un ángulo inusual, generando nuevos nichos dentro de la misma perfumería nicho. De hecho las peculiaridades del universo Serge Lutens han servido desde el principio como inspiración para otros, como modelo de creatividad. L´Ouvre Noire de Kilian lo sigue en su uso de la narrativa y en la insistencia en buscar un nuevo camino partiendo de lo conocido; L´Eau y el uso que hace del Ambroxan también ha tenido su impacto en nuevas marcas como Phaedon; algunos nombres chocantes y algunas formas olfativas de los perfumes de la serie L´Art et la Matiére de Guerlain secundaron en una época la huella de los Serge Lutens, pero el caso que más me atrae personalmente es el de Daim Blond con su aprovechamiento del Suederal (IFF) y el subgrupo de perfumes aterciopelados que de ahí se derivaron.

Suederal es un ingrediente que reproduce el olor del suede (ante, gamuza). Es una composición que puede funcionar como base y, en parte, elaborado a partir de uno de los principales componentes en el perfil de olor del almizcle: la muscona. Pese a ser por sí mismo un ingrediente pungente, permite recrear una nota refinada de cuero donde la robustez de las facetas animalísticas más evidentes se ha eliminado y no se perciben elementos pirogenados. Este material ha permitido trabajar acordes de cuero que preservan la calidez intimista del material de forma más atípica, con un toque empolvado.

Descendientes de Daim Blond (2004) que exploran la nota de un cuero más redondo y suave que ofrece el suede hay unos cuantos, entre ellos Cuir Cordoba (2009) de Keiko Mecheri es más dulce y suave y Bottega Veneta (2011) que es más floral pero sigue su perfil chypre destacan por ser los ejemplos más directos. Pero también tenemos Cittá di Kyoto (2005) de Santa Maria Novella que pone el acento en lo amaderado, Equistrius (2007) de Parfum d´Empire que resalta el elemento cuero que esconde el iris, Kelly Calèche (2007) de Hermés ahonda en la faceta más delicada y floral o Cuir Beluga (2005) de Guerlain que lleva el tema al territorio balsámico. L´Artisan Parfumeur Traversée du Bosphore (2007) puede interpretarse en este contexto, reforzando el aspecto empolvado gracias a las notas de delicia turca y talco.

Daim Blond es, además, una redefinición moderna del género chypre que no renuncia a la riqueza de matices ni a la elegante austeridad clásica de esta familia. Una modernización peculiar porque se hace por aproximación de texturas: recrea genuinamente una sensación táctil apoyándose en sensaciones organolépticas secas y aterciopeladas a la vez, más que por aproximación al color y al desarrollo lento, que es la opción más frecuente por la que se opta hoy en día, aprovechando la faceta terrosa y húmeda que brinda el patchoulí (Coco Noir de Chanel sería un buen ejemplo de ese otro acercamiento al género tras la restricción del uso de musgo de roble).

El absoluto de musgo de roble, que era un ingrediente clave para componer los perfume chypre tradicionales es un material muy complejo que tiene la capacidad de dotar a las composiciones de un fino acabado aterciopelado. En esa combinación de austeridad- y calidez tan atrayente de esta familia de perfumes esa textura compleja, enriquecida por notas frutales de melocotón, ciruela, albaricoque junto a la riqueza que aportan las especias y la elegante nota seca de maderas es uno de los aspectos más célebres de obras maestras del género como Mitsouko. Y eso es lo que se translada a Daim Blond usando la nota de suede como elemento aglutinador – el rol del musgo modernizado- y apoyándose en iris, cardomomo y hueso de albaricoque para dotar al perfume de un acabado amaderado ligeramente empolvado con efecto más abstracto, pero fresco como la mantequilla de iris. Una síntesis, sin duda aún, más curiosa si tenemos en cuenta que tras todo esto también florece una nota frutal espléndida y de nuevo atípica de albaricoque dulce,seco y opulento que complementa con ligeros toques amargos, salados y grasos para balancear su lado más delicado y lactónico con algo un poco más primitivo. Así pues, Daim Blond también tiene la capacidad de resaltar lo más fascinante de una personalidad chypre: la contradicción sublimada, realzando esa dualidad entre sentido y sensibilidad.

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Albaricoque, ámbar y melismáticos almizcles: Coco Noir de Chanel.

21 miércoles Nov 2012

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albaricoque, almizcle, ámbar, coriandro, incienso, jazmin, patchoulí, perfume, pomelo


*Carnaval en Venecia de Brigid Marlin en la serie Visiones de Venecia.

La ausencia de luz -fenómeno por el que percibimos el negro- puede representar ideas y sentimientos diversos; desde pérdida de la razón, tristeza, desesperanza, vacío, maldad, tragedia, sensualidad, hasta el desafío, la rebeldía o lo inaccesible. Va más allá del acromatismo para ser casi un sentimiento o un refugio del pensamiento.

El negro o la oscuridad pueden representarse de distintas formas en perfumería; como decía al hablar de los perfumes florales, esto implica una base más densa con notas resinosas, amaderadas, musgosas que sostienen estructuras orientales o chyprée. Bases que permiten velar las notas para que no se lean directamente, para que no muestren sus facetas más brillantes y características. Es fácil ver esta estructura con claridad cuando esto se aplica a una nota floral concreta como el caso de las rosas negras.

Coco Noir en este contexto es algo un poco diferente en tanto en cuanto remite a una atmósfera de oscuridad con perfiles difuminados más que al esquema clásico de una nota protagonista oculta entre acordes. Así, es más un estudio sobre el negro como fenómeno o como proceso de inmersión progresiva en una atmósfera carente de luz. Vela la luz- que en perfumería puede estar representada por el acorde de ámbar o por el jazmín-. Este perfume avanza hacia la oscuridad mediante gradaciones suaves, emulando ese ambiente de penumbras refulgentes inspiradas en interiores bizantinos de la típica arquitectura tardogótica de Venecia.

En Venecia nada es recto, ni aún cuando lo parece. Tampoco hay purismo de estilo: reina el eclecticismo. Esta variedad, la belleza del paisaje y una luz peculiar desde siempre han atraído a los artistas plásticos que buscan explorar paisajes interiores para aumentar el rango de emociones algo más allá de lo ordinario. La ciudad invita a los pensamientos menos rígidos que recalan en la fugacidad, lo incomprensible, lo absurdo gracias a ese aura de lugar perdido en un tiempo indefinido con su peculiar estilo arquitectónico, con sus infinitos contrastes entre dureza y opulencia, entre yesos húmedos y mármoles pulidos, bullicio y soledad… invitando a la visión de cosas que no están a flor de piel.

Lo que un lugar como Venecia pone de relieve es que lo oscuro no tiene por qué ser directamente así, oscuro. La negrura se puede representar con el lenguaje del realismo mágico o como en la ópera, mediante coloratura. Esta técnica hunde sus raíces en el canto bizantino y en el gregoriano, donde una misma sílaba agrupaba distintas notas formando un melisma y evolucionando alcanzó su época dorada con la ópera barroca donde era muy usada como ornamentación de arias permitiendo el lucimiento de los virtuosos que podían pasar rápidamente de una nota a otra por la ligereza de su voz. Aunque los autores italianos finiseculares (Verdi, Bellini, Rossini, etc) convirtieron esta técnica en una forma extrema de dramatizar la locura, la desesperación, la ironía (Fígaro de Rossini) no hay aria más paradigmática que «La venganza del infierno hierve en mi corazón» de la cruel y poderosa Reina de la Noche (dejo una curiosidad en sueco de Ingmar Bergman por la recreación que hace el director de la personalidad de la truculenda dama aquí y una representación operística canónica con la colosal, colosal interpretación de Diana Damrau aquí) en «La Flauta Mágica» de Mozart para ejemplificar cómo una voz cristalina y ligera llevada hasta las últimas consecuencias de la flexibilidad puede expresar los tenebrosos sentimientos de un personaje que se ha dejado llevar hasta el paroxismo por su deseo de dominio.

Esta técnica de la coloratura puede ser una buena metáfora de Coco Noir. El espríritu del perfume es más el de Norma y la melancolía espiritual de su «Casta Diva» (la histórica interpretación de Montserrat Caballé en el Teatro de Orange en 1974 aquí) que la ferocidad del personaje mozartiano. La propia inspiración del perfume es como en Coco años atrás la ciudad de Venecia – en la que Gabriel Chanel se refugió tras una experiencia de pérdida- pero el ornato es más pulido. Si Coco es claramente especiado, con una importante nota de melocotón confitado y el dulzor de un jarabe pesado; Coco Noir es una reinterpretación del clásico en la que ciertas notas tintinean lejanas con una vibración familiar…algo es de nuevo especiado, de nuevo afrutado, de nuevo dulce pero más abstracto.

Coco ahora se apellida Noir siendo más alusivo a la cualidad elusiva del perfume mismo que a la opacidad del negro, pero sigue la trama de la saga. Si se analiza con detenimiento Coco, Coco Mademoiselle y Coco Noir se puede ver el hilo conductor: un núcleo de notas ámbar más o menos legible en cada caso, revestido de almizcle y maderas especiadas, musgosas o andróginas en cada caso pero con especial protagonismo del patchoulí en todos ellos. Luego las notas florales, afrutadas, especiadas y cítricas funcionan en cada composición como multiplicadores de un efecto. En Coco son como un manto pesado de terciopelo, en Coco Mademoiselle como un torbellino de pétalos y en Coco Noir como una sala de espejos iluminada por velas donde una imagen viaja desde un extremo a otro mediante el reflejo.

Jugando con una vaga sensación de precisión, Coco Noir primero ofrece un retrato translúcido de frutas y especias: bergamota y pomelo con un toque de coriandro diría yo. La textura es un punto clave en este perfume; en salida es más crocante, luego se vuelve satinado y finalmente aterciopelado. El cuerpo es floral y afrutado con especial protagonismo del geranio y del jazmín cuya tonalidad afrutada permite jugar con un acorde entre plátano-albaricoque-melocotón-ciruela muy lactónico y texturizado que remite al Eau de Parfum y sobre todo al Extracto de Allure Sensuelle cuando está en la plenitud de su desarrollo. Esa fase -ya hacia la base- en que lo afrutado se une al incienso y las maderas es gloriosa, con una cualidad semi-seca muy bien trabajada para mantener la tensión entre mesura y sensualidad, dramatizando el sabor de un perfume chipre frutal gracias a un almizcle en fuga que aporta el ritmo y la flexibilidad al resto de notas y sus matices finos: el toque polvoriento entre cacao y pimienta del patchoulí, la rosa y su lado más verde y amargo contrastando con su embriagadora cualidad vivaz y afrutada, el sabor a jarabe de miel del ámbar, la calidez amaderada finamente avainillada del haba tonka…

El negro no es un color en sí mismo sino un fenómeno de ausencia de luz que puede ser dramatizado cuando no se representa de forma lineal, sino mediante contrastes claroscuristas y timbres sombríos o mediante el juego barroco de la coloratura y el movimiento de transición entre luces oblicuas que revelan filigranas y penumbras presagiando áreas de espacio insondables. Coco Noir es un ejemplo de ese juego barroco en lenguaje moderno.

Burberry Women (1995) y la orientalia en el perfume.

02 lunes Ene 2012

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albaricoque, Cashmeran, manzana, perfume


*Escena de Kismet o Un Extraño en el Paraíso (1955) de Minelli, con Ann Blyth y Vic Damone como protagonistas.

Dejemos por un momento aparte las reflexiones más formales sobre las diferencias entre culturas. No hablemos de características por el momento. Hablemos de sensaciones. En concreto de la sensación primordial que todos buscamos como fin último cuando nos perfumamos: el sentirnos bien.

Recordemos que no es algo exclusivo del hombre el evitar el dolor y buscar la comodidad, el refugio, aquello que nos es favorable. Dentro de esa búsqueda, en cambio, el ser humano tiene -gracias al lenguaje articulado y la capacidad de abstracción- la habilidad de imaginar. Cuando las personas imaginamos, podemos llegar a teñir las ideas de ensueños con aquello que para nosotros es exótico.

Dejarse llevar por la fantasía y recrear escenarios irreales ricos en detalles y vibrantes en color, donde la imagen está dotada del perfecto equilibrio y los sensaciones pueden fluir sin abruptas impresiones es un ideal de tranquilidad y bonanza. En literatura, cine y otras expresiones artísticas lo relacionado con Oriente (la orientalia) siempre ha sido un medio perfecto para remitir a lo sensual y lograr ese ambiente de placidez y desahogo sin renunciar a la proverbial astucia.

A través de los aspectos plásticos como es la línea sinuosa e intrincada se representa un microcosmos, un espacio simbólico que habla de un fin: la búsqueda de las bondades. Desde esta perspectiva podemos hablar de perfumes que sin ser estrictamente orientales- no producidos en Oriente o que no siguen el esquema académico de la familia- tienen sabor a orientalia.

Para mí, Burberry (1995) es uno de esos perfumes. ¿Por qué? Sin duda porque genera un sentido de bienestar y tranquilidad desbordantes. Porque combina riqueza paradisíaca con mesura. Y porque su acabado es como el de un producto creado con esmero…como un bello bordado que remite al trabajo delicado y preciso. Tiene esa calidez de lo hecho a mano pese a no ser un perfume artesanal…

Continuando con la imagen inicial. Burberry (1995) es como la pequeña Marsinah en Kismet que comienza bella, humilde y prudente y termina siendo la flor de Baghdad. Con una salida fresca y ligera nadie puede esperar el giro que da Burberry. Ni la profundidad que pueden alcanzar sus notas. Ni la suave tersura de cada capa del perfume. Ni la facilidad con que su suculenta fragancia se transforma en un perfume de piel cuyas notas afrutadas se convierten en crema de vainilla.

Pero así ocurre. Del inicio tenue, translúcido, ligeramente efervescente a base de bergamota y manzana verde fresca se va pasando a notas más profundas y secas, con cierto toque amargo-vinoso y herbáceo que aporta la nota de tagetes. Esta fase inicial desemboca en una auténtica cornucopia de notas frutales con profusión de acentos lactónicos para crear un melocotón complejo, intenso pero no saturado, de textura aterciopelada. El albaricoque lo acompaña para añadir un nuevo matiz verde vívido que enlaza con la flor de jazmín que se vuelve puro néctar.

Una gran capa fría reequilibra el corazón mediante la nota de pera cristalizada, cedro y geranio- crear la ilusión de una rosa aromática- y un subtono salado muy profundo de musgo que ancla la composición en el terreno de lo abstracto. Sí, definitivamente Burberry (1995) tiene parte de la personalidad de un chypre frutal-lactónico con su efecto oscuro y empolvado que permite fuertes acentos orientales en la base: una nota muy, muy cremosa de vainilla Bourbon, notas acarameladas pero muy refinadas de tofe, sándalo, almizcle…pero de nuevo todo está reequilibrado por ese acabado seco y algo amargo.

Burberry (1995) es seguramente el tipo de chyprée del que huyen los más puristas amantes del género por esa fuerza hipnótica de la orientalia, sin embargo preserva bien el efecto de elegancia contenida. Y eso aumenta su capacidad de sugestión.

Ahora, guardad bien en la retina la imagen del frasco porque os será de utilidad si decidís buscar este perfume. El perfume fue creado por Michel Almairac ( Gucci Rush, Burberry Body) y salió al mercado en 1995 con el sencillo nombre de Burberry -para mujer-. Años más tarde su nombre cambió y pasó a llamarse Burberry London- y he aquí el problema- cuando en 2006 la firma decidió lanzar un nuevo perfume con el nombre de Burberry London ( el que tiene una funda de paño con el tartan)…el de 1995 volvió a llamarse como al principio. Actualmente en algunos sitios lo pueden llamar Burberry Classic o Burberry Women. Puesto que es algo bastante confuso, la imagen del frasco es de lo más útil.

Una de las canciones de Marsinah en Kismet:

Rosa para una dama: Spring Flower de Creed.

07 jueves Abr 2011

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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albaricoque, jazmin, manzana, melón, perfume, rosa

Entre chic y romántica, entre deportiva y clásica, Spring Flower de Creed es una de esas fragancias que divide al público entre el encanto o la decepción. Quizás el efecto dependa del concepto de femineidad que cada uno de nosotros mismos aceptemos. Para los que aún no la han probado, que tengan en mente que es como el resto de los perfumes Creed: un poquito extravagante, con cierta austeridad pero no del modo esperable y con un carácter difícil de determinar, para algunos muy clásica, para otros muy moderna…lo cierto es que tiene elementos para ser ambas cosas y en ese aspecto recuerda a Ce soir ou jamais de Annick Goutal.

En Spring Flower la rosa está ahí, aunque pueda resultar difícil de detectar, formando parte del acorde central de la fragancia, el acorde clásico por excelencia: rosa y jazmín. La particularidad en esta fragancia es que en su plenitud ofrece también una enorme nota fresca y luminosa de lirio de los valles, que aligera la composición, y la lleva a hacia un territorio más moderno: el de los perfumes acuáticos. La hediona, con su particular nota de jazmín líquido y sus tintes de almizcle y muguet, es aquí un material importante, pero un material muy bien encubierto, ya que se funde con notas dulces y jugosas de melocotón.

Si las flores son la promesa de los frutos venideros, Spring Flower se hace eco de este viejo adagio y nos ofrece una auténtica cornucopia donde pera, melocotón, manzana, melón y albaricoque son lo más destacable. Estas notas frutales algo saturadas por un dulzor maduro, no son pesadas en absoluto. Son más bien una contradicción, porque también son verdes y ácidas, casi de un modo intenso y, a la vez, transparentes, con el característico frescor cítrico del limón y la bergamota de los perfumes Creed. Con una cualidad translúcida, son frutas únicas; con una textura casi de muselina, aportan a la estela del perfume un carácter susurrante mientras, en la distancia corta, se convierten en algo cremoso y juvenil: definitivamente femenino.

Siguiendo con el canon de lo que es una fragancia elegante, a las notas florales y verdes las complementa una base ligeramente amaderada y empolvada, donde al almizcle se hace eco del tono afrutado, y el acorde de ámbargris remarca la poco evidente cualidad táctil de Spring Flower.

Spring Flower se dice que fue creado para Audrey Hepburn, algunas fuentes citan que a principios de los años 50 y otras dicen que a mediados de los 80, en todo caso se puso a disposición del público general en 1996. Otras fragancias que se sabe usó la actriz fueron Ivoire de Balmain, L´Interdit de Givenchy, Eau de Givenchy, Chamade de Guerlain…y si se piensa con detenimiento se ven los elementos comunes entre ellos: las notas verdes y limpias del jazmín de Ivoire, el cuerpo clásico y afrutado de L´Interdit o la base tersa, amaderada de Chamade. Pero Spring Flower aporta algo más innovador, relacionado con la textura: retrata la delicadeza de un jazmín tierno y verde con sus notas afrutadas, aún un capullo, que acompañado de otras flores se vuelve transparente y ligero, con un frescor genuino, un frescor que pese a contener algo herbal y áspero, hace pensar en una corriente de aguas gélidas en la época del deshielo. Es un misterio como esta imagen del reverdecer con su espíritu vitalista invita a la joie de vivre y no renuncia ni a la delicadeza, ni a la feminidad, ni a la calidez que encierra la idea de relajación…sí, definitivamente un misterio. A veces me recuerda a los cuadros de Matisse.


*El biombo moruno, Henri Matisse 1921.

Spring Flower es una de esas fragancias que también me hace pensar mucho en cómo los hombres y las mujeres podemos percibir, y de hecho percibimos, de manera diferente los olores. Pese a la división de opiniones que suscita, lo que yo he visto por ahí es que esta fragancia de Creed realmente a los caballeros les gusta mucho sentirla. Creo que una parte importante de su encanto especial reside en que sencillamente no es un perfume agresivo, no tiene doblez, ni se recrea en la candidez: simplemente florece en la piel.

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