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Olibanum: cuaderno de perfumes

Olibanum: cuaderno de perfumes

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De la tradición a la actualidad: Mon Guerlain Bloom of Rose

21 miércoles Ago 2019

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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bergamota, jazmin, lavanda, patchoulí, perfume, rosa, sándalo, Vainilla


* Un día de julio de Louis Ritman.

Una primera impresión clara y sencilla produce Bloom de Rose al ser olido: es un perfume de corte clásico y muy fresco. Asociar clasicismo con densidad en perfumería parece algo inevitable, sin embargo, nada como el frescor cítrico-herbal de ingredientes como la bergamota y la lavanda -típicos de la Cologne- para hablar de clasicismo. De tales ingredientes parte la tradición de la casa Guerlain.

La relatividad de los términos modernidad y clasicismo puede ser sorprendente. Por supuesto hay diferencias estilíticas, pero lo uno no existe sin lo otro. Imposible disociar ambos términos. Se relacionan siempre, atravesando un largo camino, ya sea asociados que confrontados. No existe una cosa sin la otra, son como la luz y la oscuridad: se suceden, se definen, se complementan porque siempre hay un hilo conductor, el de las ausencias y las presencias.

El frescor es uno de los principales motores en la historia de la perfumería porque implica una búsqueda constante: ¿cómo lograr que sea más intenso y más permanente?, ¿cómo renovarlo?, ¿cómo darle relieve y vivacidad? El desarrollo de la tecnología en parte se centra en esa búsqueda pero también la pasión de algunos maestros perfumistas puede estar inspirada por esa idea. Igual que algunos pintores se obsesionan con la luz o el color, elementos indispensables en la representación pictórica.

Siempre se buscan nuevos materiales o se crean nuevas bases o fijadores que garanticen la supervivencia del frescor, y no sólo porque produce una sensación tonificante sino que además da volumen al perfume, al contribuir a elevar notas densas y pesadas de la base. En otras palabras, también es un elemento estructural.

Arcadi Boix Camps en su recopilación de textos Monographs & Musings (2017) habla del deseo que tenía Roudnitska de encontrar el «corazón de Hedione» porque su interés era conseguir -aún más- un frescor muy profundo «reminiscente de piel de limón». Cuando Mona di Orio dedicó su perfume Lux (Signature Collection) a su maestro Roudnitska, creó algo de intenso olor alimonado, muy luminoso y dorado, a base de varias notas naturales como la estupenda Litsea cubeba. Pero la industria se centra más en la búsqueda de sustancias reproducibles en laboratorio, y de esa búsqueda surgió Paradisone. Paradójicamente un componente de Hedione que consigue imprimir ese aspecto vivaz y profundo que recuerda al efecto de los aceites esenciales de limón y lemongrass, de forma prolongada y transparente. Ese es un ingrediente clave en la saga de perfumes Mon Guerlain, está en su núcleo, dilatando el espacio con su perfil cítrico (alimonado) y floral (de jazmín) que aporta un aspecto limpio e intenso de flores blancas evanescentes. Ese aspecto etéreo es algo que se valora como cualidad muy positiva actualmente y se entiende como el pináculo de la femineidad romántica. Flores inasibles, transparentes…ideales. Como siempre.

El primer Mon Guerlain (2017, EdP) -digamos ya el clásico- tiene ya una buena dosis de Paradisone (pese a ser un material de perfil floral refuerza todo género de perfumes) pero al olerlo, en un instante puedes volver a recordar el aire de los 80´s…Sí, sí, Mon Guerlain es todo un reencuentro con aquellos perfumes de corte oriental que desde Must de Cartier hasta Roma de Laura Biagiotti se dedicaron a recrear, reforzar y renovar el carácter contrastado de Shalimar, el oriental entre los orientales aún hoy. Pero Guerlain ahonda un poco más en su propia tradición poniendo de relieve la poderosa faceta aromática de Jicky, gracias, sobre todo, a la fina y sabrosa lavanda Carla. Jicky y Shalimar también están relacionados entre sí aunque pertenezcan a distintas familias porque comparten un núcleo y facetas; igualmente ocurre con Mon Guerlain, un oriental fresco, y Mon Guerlain Bloom of Rose oficialmente un floral fresco que casi roza el territorio de floriente. Hay una filiación en notas y estructura: el fondo azucarado con notas de vainilla de Tahití muy ligeras y ámbar transparente, la faceta amaderada entre cremoso sándalo y especiado patchoulí adornado con efecto gustativo, pero también la lavanda, la bergamota, el Paradisone cuyo frescor forma parte del acorde de jazmín, un jazmín casi acuático. La diferencia más notable es ese acorde floral que brilla en Bloom of Rose de forma más clara porque está más desarrollado,, es más redondo y. sobre todo, al principio es más concreto, hasta el punto de poder hablar de un perfume que inicialmente huele a rosa.

Una rosa bonita y fresca, también algo dulce, que para muchas personas sería una rosa moderna porque sólo exhibe cierto preciosismo a través de sutiles detalles, detalles que en realidad desvelan las facetas clásicas de la rosa búlgara: el tímido pero legible acabado empolvado, la suave calidez especiada, la faceta frutal reminiscente de confitura de frambuesa resaltada tal como se hiciera en La Petite Robe Noire (2012)…y he aquí que Bloom of Rose se engancha a la actualidad, engarzándose en esa extraña e infinita cadena de lanzamientos de mayor y menor éxito que forman la saga de La Petite Robe Noire, citando esa nota de frambuesa y nuez moscada con acento aldehídico que recuerda a chicle de fresa; la diferencia radica en el contexto y la intensidad de la nota. En La Petite Robe Noire la rosa es rotunda y su perfume se prolonga en la evaporación mientras que en Bloom of Rose la rosa es un brillo elusivo, una sensación más natural propia de la siempre excepcional rosa búlgara.

Sin embargo, la naturalidad, la luminosidad, la sencillez de los olores frescos que recuerdan al aire libre no es lo propio en un perfume creado para llegar a un público amplio. El envoltorio es muy importante, parece que cada día más, así que se recurre a algo que tenga un atractivo sofisticado a la vez que familiar, es decir, se hace uso de esas notas, facetas. efectos que ya están presentes en el mercado y que han dado sus frutos a nivel comercial, cosas como esa cita de La Petite Robe Noire, que es algo más que usar esencia de rosa, es un modo de realzar esa esencia de rosa o como la faceta gustativa que ya deriva de Angel de Mugler -un perfume que también en su día renovaba ideas de Shalimar– . Sí, es ese patchoulí que sugiere chocolate salpicado de caramelo gracias a una buena dosis de etil maltol (nota de algodón de azúcar), con suaves acentos de miel y frutos rojos para aportar cierto frescor, suficiente para dar profundidad al perfume. Así que de aquellos polvos, estos lodos, sin dejar de recordar Flowerbomb de Viktor & Rolf, un ejemplo paradigmático de cómo las familias de perfumes y las ideas se entremezclan con inteligencia. Este último perfume es una referencia que surge si analizamos con un poco más de detenimiento Bloom of Rose por los paralelismos que hay entre ellos: un acordde floral sostenido con notas de azúcar y una faceta aromática que aporte frescor, en un caso el entonces novedoso té verde, en otro la tradicional lavanda. Sólo que el perfume de Guerlain potencia más el frescor y la transparencia, mientras que la esencia de rosa da un efecto más floral y fresco al principio del perfume porque lo que después permanece, cuando las notas más propiamente florales se disipan, es un tono limpio y cítrico, a ratos azucarado, a ratos especiado.

Como la trayectoria del boomerang, partiendo de la tradición de Jicky/ Shalimar, haciendo escala en diversas islas de éxito como La Petite Robe Noire y jugando con el pasado más cercano de Flowerbomb y Angel, Bloom of Rose al final regresa a casa pero con menos peso en la maleta, como un Eau de Shalimar renovada. Sí, es un EdT que trae a la mente múltiples referencias pero, milagrosamente, no parece un pastiche; tiene equilibrio, el suficiente para garantizar una impresión clara y agradable, como todo perfume fresco debiera hacer, hoy que mañana.

Escritos para otro verano (2ª Parte): Miss Dior (1947), aquel Miss Dior.

20 jueves Sep 2018

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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aldehídos, ámbar gris, civeta, gálbano, jazmin, lirio de los valles, musgo, patchoulí, perfume, tuberosa, vainillina


* Modelo Bar de la colección Dior En Huit et Corolle de 1947.

Es hora de contar esta historia para hablar de lo que fue y ya no volvió a ser. Comencemos abordando el tema con una definición matizada: los chipres fueron, posiblemente, los perfumes más idiosincráticos de la perfumería del s.XX. Aún hoy, cuando sólo son una pálida sombra de lo que fueron, suponen un gusto muy específico que la mayoría de la gente no comparte, ni compartía. Un chypre clásico saturado de musgos y labdanum, con sus notas animales acompañando un desbordante jazmín o una narcótica rosa y con ese empolvado acabado no es un olor altamente atrayente salvo para quienes realmente adoran este tipo de perfumes. Y adorar es la palabra clave porque quien prefiere llevar un chipre es porque le gusta de forma instintiva o casi, porque es un gusto que surge de forma natural cuando atrae la complejidad, la tensión, el brillo entre las sombras y las sugerencias naturales de musgo, tierra y humo envueltas en la calidez de las notas ambaradas.

El principio de esta historia se pierde en la noche de los tiempos pero, ciñéndonos a un marco contemporáneo, podemos decir que todo comenzó con François Coty. Él sentó las bases de la estructura moderna al (re)definir el género con ciertos ingredientes que se convirtieron en canónicos porque juntos creaban un perfil característico. Musgo de roble, labdanum, bergamota son los más salientes pero también está el jazmín, el iris y notas de rosa oriental el estilo La Rose Jacqueminot. Lo más singular en el caso de Coty es que su Chypre de 1917, que representa la culminación de su estilo contrastado, está dotado de una suavidad aterciopelada única e inesperada, mientras sus descendientes muestran estructuras claramente dramáticas.

La evolución del género chipre es otra historia; a principios del s.XX las facetas orientales los adornaban y frecuentemente se complementaban con aldehídos. Pero poco a poco fue surgiendo esa silueta marcada y estratificada que asociamos con este tipo de perfumes, hasta que llegó su momento, su época dorada, y aparece una de las creaciones más complejas y originales de la Historia: Miss Dior de Christian Dior. Aquel Miss Dior de 1947 que entonces acompañaba la estética del New Look marcó un nuevo estándar. Paradójicamente, aquel también fue un perfume en el que culminaba un estilo basado en notas muy contrastadas,pero al contrario que Coty, ahora hablamos de cientos de notas, no de fórmulas cortas.

Paul Vacher ( Sortilége de Le Galion , Arpége de Lanvin) fue el encargado de mezclar el perfume siguiendo la fórmula de Jean Charles. Eso se suele decir aunque no esté del todo clara la historia; en todo caso, Miss Dior era un chipre aldehídico con una importante faceta ambarada y abundantes notas verdes. Rico, complejo y original.

Se ha clasificado de múltiples maneras y no necesariamente por atender a la versatilidad del acorde chipre sino respondiendo a las múltiples reformulaciones que el perfume ha sufrido, incluída la revisión de la fórmula que realizó Roudnitska en 1992 para el extrait de parfum. Lo que desde 2011 se vende como Miss Dior EdT Originale no permite hacerse siquiera una idea aproximada de los que fue el perfume en sus días de gloria; la actual fórmula se lee simplemente como un perfume «clásico» de tipo chypre que ha perdido todo su esplendor, esto es, la riqueza de detalles, la calidez y la profundidad. Ya no se reconoce como aquel perfume lujoso que en su momento fue motivo de inspiración e imitación hasta popularizarse el tema a través de la perfumería funcional, sobre todo gracias a la fragancia del jabón Lux cuando éste olía tan perfumado…

Dos días antes del San Valentín de 1947 es una fecha clave en esta historia. Fue el día en que Christian Dior presentaba su colección de 90 modelos llamada «En Huit et Corolle». Era un nombre totalmente descriptivo, «en 8 y corola» se refería a la silueta (re)creada con las prendas. Dior había transformado los maniquíes de costura para conseguir el resultado que su mente proyectaba: reelaborar la antigua y muy encorsetada figura femenina de la Belle Époche. Lo hizo manteniendo aquella estrechísima cintura ópticamente realzada por amplias faldas acampanadas de tafetas que simulaban la corola de una flor, pero Dior redondeó mucho más las formas dando a todo el conjunto un aire casi arquitectónico -¿o debería decir escultural?-. De aquel desfile destacó el modelo Bar hoy considerado icónico del New Look.

Aquellos vestidos como ropajes estaban hechos con telas fabulosas y la abundancia de las mismas era sorprendente. La colección recibió algunas críticas por elaborar complejos patrones que requerían metros y metros de tela, un artículo aún bajo régimen de racionamiento pero ¿qué problema podrían suponer los géneros si el patrocinador y socio de Dior era el fabricantes de telas Marcel Boussac? Todo se hizo a lo grande, aquello fue una vuelta a la opulencia. Telas variadas y en cantidad, telas de gran caída, cosidas de tal modo que parecían armaduras capaces de sostenerse solas y de aguantar el peso de un broche importante o de acompañar un collar de perlas impresionante.

Pero dos guerras habían pasado entre la Belle Époche y el New Look. Los enfrentamientos bélicos habían cambiado muchas cosas en la sociedad, no sólo fueron los estragos causados en la economía y el paisaje, también fue la manera de ver al individuo y la propia relación con la psique…habían quedado al descubierto muchas cosas que antes las normas del decoro obligaban a tapar…pese a ser totalmente evidentes. El decoro pues ya no era la única regla y eso dio paso a una nueva sensualidad que Dior supo captar muy bien. Él dijo que había diseñado vestidos en pos de la femineidad, para recuperar el deseo de vivir tras años de dureza y austeridad aunque el modelo elegido fue algo estereotipado pese a su belleza. Sin embargo, el perfume que acompañó la colección fue otra cosa. Fue el auténtico caldero en el que hervían los deseos mezclados con refinamiento y mucha osadía. No era convencional y transmitían algo dinámico, moderno e incluso subversivo.

En aquel Miss Dior latía la huella de un perfume compuesto seis años antes por Germain Cellier para Robert Piguet: Bandit. Jean Charles admiraba este perfume y ya en 1946 había compuesto Ma Griffe(Carven)
siguiendo su mismo patrón de contraste: un complejo de notas verdes basadas en gardenia sobre fondo de cuero basado en isobutil quinolina (IBQ).

Cierto que Miss Dior también rescataba algo más antiguo, en concreto, el esquema de Coty y el gusto por los aldehídos contrastados por un fondo ambarado siguiendo la estela de los emblemáticos Nº 5 de Chanel y Arpége de Lanvin, pero lo hacía a través del filtro moderno de Bandit. Parece claro que Jean Charles admiraba la fuerza del contraste con que trabajaban Coty y Cellier, pero estudiando su método -el método para muchos- surge una mente atenta al detalle, minuciosa como un orfebre. Quien sabe, quizás lo que admiraba Jean Charles era la consecución misma de la armonía.

Tanto François Coty como Germain Cellier creaban perfumes con un estilo muy expresivo, basándose en la sobredosis de ingredientes robustos que dotaban al perfume de fuerte impronta. Jean Charles los admiraba sí, pero su estilo y el de Paul Vacher eran de factura más clásica, detallista y suntuosa. Parejo a loa vestidos de Dior y, no sólo el estilo sino también la forma de hacer era equiparable. Si el desfile de Dior hacía gala de una abundancia de telas ya olvidada, el perfume estaba repleto de complejos y ricos ingredientes que daban esa profundidad intensa y característica que hoy asociamos con los grandes chipres del pasado. Se dice que la fórmula original de Miss Dior contenía 350 ingredientes, entre ellos bases creadas por el propio Jean Charles, musgos, una generosa dosis de patchoulí, isobutil quinolina, ámbar gris, absolutos de jazmín, rosa y tuberosa obtenido por enfleurage…cosas que hacían que los perfumes se percibieran más llenos, más mantecosos y más todo y luego estaba el toque de vainillina que creaba en la faceta empolvada de Miss Dior un acabado más redondo, cálido y ambarado.

En este punto conviene recordar que Christian Dior, antes de fundar su propia casa de modas, había trabajado para Robert Piguet y, cuando decidió crear su primer perfume acudió a su amigo de la infancia Serge Heftler-Louchine (abuelo de Frederic Malle), quien durante 25 años había trabajado en Coty. Así viajan las ideas.

Como resultado de todo esto Miss Dior fue, hasta cierto punto, una reelaboración el pasado y una recopilación de las nuevas ideas que iban surgiendo en aquel entonces -el contraste entre cuero y notas verdes- pero se combinó todo de tal manera que resultó una nueva propuesta que proyectaría su influencia durante décadas. Tenía varios puntos fuertes; uno de ellos era su pronunciada faceta ambarada adornada con aldehídos que le daban un efecto radiante y femenino aunque en el fondo se percibía como un perfume sin género, lo que le daba un aire muy chic. Hoy las nuevas generaciones ven este perfume como un olor del pasado o peor, como de persona mayor, pero en concepto sigue teniendo algo moderno. Al menos en concepto. Miss Dior se creó con el mismo espíritu que la colección de ropa: para celebrar el deseo de vivir y estaba especialmente pensado para acompañar a la nueva generación de debutantes en su esmerada introducción en sociedad.

Así, Miss Dior era burbujeante y algo afrutada, jovial casi pero, a la vez, seria y sobria por aquel tono tan herbal que la distinguía. Esa dicotomía ya presente desde las notas de salida caracterizará todo el perfume y lo hará único en su especie. No sé si habrá habido un perfume que mejor exprese esa idea de posibilidades y culminación juntas. Suele ser una cosa o la otra.

Su salida verde ya muestra la complejidad del perfume. Gálbano perfumado con aldehídos, acompañado de salvia, coriandro, lavanda, nerolí y capullos de gardenia recrean el aire primaveral con un tono chispeante y alegre, pero a la vez es también seco y aromático. El acetato de estiralilo con que se crea la gardenia ayuda a dar ese tono de inicio seco tan coherente con el desarrollo del perfume. Así seco pero burbujeante es algo que sugiere champagne.

El corazón del perfume se reparte entre jazmín musgoso con acento animalístico, un nardo de gran riqueza que hace pensar en bombones de coco helados, un fresco lirio de los valles y el clavel fundido con una nota de rosa oriental salpicada de especias. Sin embargo, Miss Dior no se percibía como muy floral sino como algo más bien herbal, musgoso, húmedo pero cálido y amaderado pero dulce características que se concentran en la base gracias al musgo de roble y de encina, el acorde ambarado con vainillina, ámbar gris y civeta que aportaba esa vibración única de las notas animales junto con la oscuridad terrosa del patchoulí y notas de vetiver que acentúan la faceta amaderada. El iris también fue una nota muy importante en este perfume, aportaba el distintivo toque empolvado a la vez que unía la faceta amaderada, musgosa y ambarada.

El verdor sugerente, la sequedad herbal, el componente animalístico, los recuerdos a tierra húmeda, el nardo helado, el jazmín brillante… todo junto creaba el perfume apropiado para aquellas jóvenes de entonces que cultivaban el estilo lady like, algo que parece de otra época porque vivió tiempos mejores aunque parece que nunca desaparece del todo. Pero hoy, Miss Dior ya no representa el colmo de la femineidad, menos aún la insolencia de la juventud, y seguramente las nuevas debutantes sean más partidarias de perfumes dulces o evidentemente florales. Los modelos de femineidad varían cada cierto tiempo -iba a decir que cambian pero, en realidad, creo que los cambios son algo menoress de lo que pensamos- y, tal como ellos cambian también lo hacen los perfumes, esos líquidos olorosos que pueden marcar un momento en la vida de alguien en particular pese a seguir una moda o un convencionalismo social. ¿No es curioso cómo el entorno nos define más de lo que pensamos?

Quien tenga cierta edad podrá tener recuerdos de aquella Miss Dior, un perfume que no podría ser ya más que algo del pasado: el gálbano no es muy del gusto actual, el musgo en breve quedará totalmente restringido, ya no hay absolutos florales como los de antes, los matices animalísticos asustan y no parece haber notas lo suficientemente densas en la actualidad para redondear sus aristas e integrarlas finamente en una composición -quiero decir integrarlas finamente de verdad-. La realidad es que ya no se cultiva más la riqueza sensorial en el perfume, hay demasiadas limitaciones; si se cultiva y se explota en la publicidad, ahí hasta la saturación. De hecho la nueva Miss Dior (antigua Chérie) se presenta siempre con un espíritu romántico a la vez que indómito. Curioso.

Esto es blanco, esto es negro: Angélique Noire de Guerlain.

26 sábado May 2018

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almizcle, angélica, incienso, jazmin, pera, perfume, Vainilla


* Objetos comunes (2012) de Karen Hollingsworth.

Raro es aquel perfume que en el mismo instante que lo pruebas te paraliza porque con su olor te invita a la contemplación. Se produce un instante en el que entiendes que estás ante algo más que un olor agradable; es una experiencia estética: percibes algo bello que se escapa entre matices indefinidos y que forma parte de la tensión entre notas y los fugaces recuerdos en sordina de algo conocido que no se puede ubicar con certeza.

Tal experiencia es más probable tenerla probando perfumes vintage o algunos clásicos que aún conservan su complejidad. El espíritu de la simplicidad que domina el panorama actual no suele tener un trasfondo muy poético: faltan matices, exotismo en las ideas y creatividad. Se necesita la sorpresa en el perfume porque es lo que realmente cautiva. Como la mayoría de los perfumes actuales se reducen a esquemas de olor muy sencillos, el elemento sorpresa suele ser una nota muy legible y ligada a la infancia- ya sea cosmética o golosa- o una nota hiperralista -ya sea hierba o caucho-. En otras palabras, ningún encantamiento invita a perderse con la mente en lo que hueles, como mucho puedes aspirar a sentir comodidad.

La sorpresa, en los perfumes clásicos, está velada -puede ser un efecto táctil que sólo se percibe cuando el perfume evoluciona- y forma parte de un todo fluido y expansivo o concentrado y denso en el que brilla una cualidad natural casi palpable que invita a querer oler en profundidad en lugar de olfatear. En los clásicos Guerlain se atribuye a la guerlinade el gran atractivo de estos perfumes, esa huella singular rodeada de una opacidad empolvada a veces se tiñe de efectos golosos como en L´Heure Bleue, a veces recuerda al abrazo de una madre como en Shalimar. Claramente maneja un lenguaje intimista que acorta distancias. Y, junto con la compleja faceta vainillada -sello de estilo de la firma- la sensualidad del perfume se vuelve infinita.

Es esa sensación deliciosa tan difícil de describir lo que atrae de estos Guerlain. Un juego que a menudo se echa de menos en sus nuevas creaciones porque reunen los elementos tradicionales sin añadir la mágica complejidad, el toque audaz o la proporción adecuada de densidad en las notas. Todo parece demasiado transparente, incompleto e incluso apurado. Pero en su catálogo, entre sus perfumes de boutique, hay un jugo moderno que tiene el acabado de un óleo clásico: Angélique Noire (2005) parece construido capa a capa como con finas veladuras, dando forma, volumen y matiz a una idea que gravita entre naturaleza y artefacto con un singular aire de familiaridad.

En cuanto lo hueles, atrapa los sentidos creando una sensación global, holística de «perfume». Pero, a la vez, se percibe como en la distancia, lleno de ecos, cuajado de verdor y de acentos afrutados, mientras la sensación almizclada vaga por la mente invocando ese algo familiar. No es una sensación oscura sino velada, y tampoco es animalística, sino de vainilla expansiva y radiante pero sabes que hay algo…ah, sí! es como la cara más armoniosa y suave de un antiguo Shalimar. Sin embargo, la vaquedad que flota entre las notas, la combinación de verdor y dulzor balsámico todavía es algo más: el recuerdo reconfortante de un olor medicinal como el del Agua del Carmen, con esa misma fluidez, frescura y delicadeza. ¡Qué curioso!

Shalimar en sus fórmulas más vintage contiene muchas notas de origen animal. Hoy se habla de la civeta porque su pungencia es legible en su silueta, pero en su día también había mucho almizcle natural. Este ingrediente, entre otras cosas, logra dotar al conjunto de una armonía única. Pero todas las notas animales comparten rasgos poco deseables en un perfume, rasgos que hay que limar y disimular; ahí es donde entran en juego las notas frescas y aromáticas como la bergamota y la lavanda. Así, a grandes rasgos, Shalimar es pura dualidad: frescor aromático versus calidez animal.

Un perfume que ha marcado tanto la evolución de la familia oriental no es fácil de renovar. Su núcleo consiste en notas muy ricas y pesadas que poco tienen que ver con las preferencias actuales. Pero Shalimar es algo más que un perfume intenso; es algo poderoso y, guste o no guste, se use o no se use, tiene la capacidad de elicitar una respuesta en los demás tanto como de empoderar a quien lo lleva. Y esa es la clave.

Cuando Daniela Andrier formuló Angélique Noire para Guerlain está claro que logró crear algo extendiendo el esquema contrastado de Shalimar al perfil oloroso de la angélica. Es difícil precisar que hace más atractivo a este perfume, si la alianza entre vainilla y almizcle conjurando la sensualidad del perfume vintage, la aparente sencillez de todas las notas que revelan lentamente una complejidad inesperada o el don de la encantadora vaguedad que da al perfume su aura juvenil

Podría decirse que tiene un elemento gourmand aunque de forma imprecisa que recuerda a un bocado de pastel de angélica con helado artesano de vainilla. En la colección L´Art et la Matière los perfumes pueden tener esa sugerencia gustativa que adorna lo que de otra forma son perfumes sencillos y monotemáticos, pero en Angélique Noire las notas están como difuminadas, tan pronto es angélica caramelizada como vainilla fresca como un océano de almizcle y suave incienso. Es un perfume en clave intimista para quien lo lleva y de gran atractivo para quien lo huele.

La vainilla natural aporta tenacidad y profundidad; los almizcles dan cremosidad y un acabado radiante, pero la peculiaridad viene sobre todo de la angélica cuyo carácter contrastado y contradictorio sirve como punto de partida. Ante todo, esta planta y su esencia tiene un tono herbal y anisado con una faceta afrutada que recuerda a las peras -cosa aquí exagerada hasta el punto de sugerir peras en almíbar- y, de fondo, un olor limpio de maderas preciosas que contrasta con tonos alcanforados, pinosos, apimentados, terrosos y almizclados. Es un olor dual a la vez que lleno de fluidez, como son los olores naturales. Los aceites esenciales de angélica tienen la particularidad de poder añadir a un perfume el precioso y raro efecto de naturalidad que invita a la serenidad.

De la planta se extraen aceites de sus semillas y de su raíz. El de las semillas funciona en las notas de salida y recuerda un poco al enebro y la ginebra, mientras que el de raíz funciona en la base y tiene facetas de incienso y de ambreta. Ambos están presentes en el perfume y, en parte, gracias a ellos, Angélique Noire tiene esa cualidad brumosa, expansiva, vaga e impenetrable.

Hay notas florales aquí y allá: apimentada freesía y ambarado jazmín, con el filo almendrado que Daniela Andrier también trabajará en Tardes de Carner y acaba en un tono más seco y amaderado. Es un perfume lineal y sencillo pero con cualidades especiales que invitan a la introspección. Lo más evidente es que es un oriental inusual, bohemio y naturalista, que ofrece un verdor suntuoso, suave y muy matizado en lugar de profusión de bálsamos y resinas. En este sentido sigue el planteamiento de Douce Amére de Serge Lutens. Pero, en esencia, sigue manteniendo la dualidad de Shalimar, descendiente a la vez de Jicky, esto es: un carácter cálido,, empolvado y humano en contraste con un carácter fresco, vegetal y aromático; pero atrás quedan los fuertes contrastes que provocan tensión y movimiento evidente. Aquí todo gira en torno al pequeño matiz que se pierde como una onda en el agua. Es algo que parece decir: naturaleza y cuerpo no compiten porque son la misma cosa. A eso se le llama armonía.

De allure oriental y frescor chic: La Femme Intense de Prada.

24 viernes Nov 2017

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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ámbar, clavo, flor de naranjo, frangipani, iris, jazmin, nardo-tuberosa, patchoulí, perfume, pimienta rosa, Vainilla, vetiver

¿Quién puede definir con exactitud lo que es la femineidad? ¿Acaso es un universal?

La femineidad es un concepto moderno en el que se aglutinan los valores sociales concretos con la dimensión psicológica de cada mujer y, al igual que la personalidad, es en parte naturaleza y en parte conducta adquirida. Así que como concepto es dinámico y a la vez inasible, pero la gente prefiere aferrarse, así que no suele hablar de femineidad en términos abstractos sino en términos de conductas esperables asociadas a una moral dominante que poco puede tener que ver con el gusto propio y la expresión del mismo.

Pero aunque no haya una única definición de femineidad siempre habrá ese canon marcado por la sociedad que cambia muy lentamente y parece que nunca llega a transformarse del todo en algo totalmente nuevo. Esto es algo que incide directamente en la vida de las personas estableciendo usos, costumbres, estilos y expresiones válidas y aceptables para socializar.

Estas reglas y usos de cada época tienen un reflejo en el mundo de la perfumería. Un reflejo difuso e intrincado a la vez, pero menos accidental de lo que se pueda apreciar a primera vista.

En el s. XIX los olores se asociaban con un sentido de la moralidad muy explícita: los perfumes desprendían el elitista frescor de la Cologne con sus múltiples interpretaciones o hablaba el lenguaje de las flores (floriografía). Nadie pecaba contra esta regla si quería mantenerse en la buena sociedad. Pero por otro lado la fuerte industrialización finisecular, la masiva migración del campo a la ciudad, los nuevos paisajes urbanos con bellos paseos ajardinados por un lado y oscuros guetos por el otro suponían un caldo de cultivo caracterizado por una mayor polarización en la sociedad que hacía que las antiguas reglas del antiguo mundo comenzaran a resquebrajarse poco a poco hasta quedar totalmente obsoletas con la Gran Guerra que supuso el final de aquel mundo. El final de una época y el comienzo de otra significaron muchos cambios en el estilo de vida. Las antiguas fotografías nos dejan ver que corsés y crinolinas quedaban atrás pero no podemos apreciar como aquella sociedad pudiente que podía decidir entre Chanel o Lanvin sentía fascinación por la modernidad sofisticada de los perfumes abstractos y de fantasía.

Perdidos en parte los antiguos usos, surgía la necesidad de un nuevo lenguaje oficial que marcara la forma de presentarse en sociedad. Ya fueran las flores que la anchura del ala de tu sombrero, siempre era cuestión de que algo sirviera para establecer una comparación y crear un estereotipo en el que confluyeran viejas y nuevas ideas.

Los manuales al uso sobre el vestir o los buenos modales pudieron hacerse más «técnicos» pero el esquema subyacente vino a ser lo mismo, algo así como fisionomías asociadas a colores, colores asociados a virtudes, virtudes asociadas a olores, olores asociados a estilos de vida, estilos de vida que implican una forma de comer, de hablar, de peinarse…cliché tras cliché aglutinados para describir una personalidad, como si eso fuera algo totalmente dado e inmutable, pues así se creía entonces que era.

Aquella moda de los tipos no fue tal moda, aún perdura hoy en día y la publicidad se nutre de ella, pero tuvo su época dorada entre los años 20-30´s y 60´s en la medida en que toda mujer parecía ser de un tipo u otro y Hollywood contribuyó en gran medida a popularizar los estereotipos. De nuevo es el mundo de la imagen el que nos permite hacer una apreciación más directa y plástica de los hechos, pero la perfumería también se desarrolló bajo el influjo de los tipos. La idea podía ayudar a vender.

Frente a la conceptualización de los perfumes abstractos de Chanel, Jean Patou fue pionero en la idea de ofrecer perfumes para rubias, morenas y pelirrojas, asociando un tipo de olor a un color de cabello y suavizando la propuesta con el tamiz del romanticismo novelesco: cada perfume también representaba una fase del romance. Así publicitó sus perfumes creados en 1925 Que je sais?, Amour Amour y Adieu Sagesse. Rentabilizó la idea añadiendo vestidos para  cada tipo. Guerlain se hizo eco de la ocurrencia y en 1935 publicitó sus hoy ya clásicos L´Heure Bleue, Mitsouko y Liu para rubias, morenas y pelirrojas respectivamente mediante coloridos carteles ilustrados por A. Mouran Cassandre en los que resaltaba un sencillo eslogan: Eres su tipo? . Este modo de consolidar clichés asociando olores a caracteres no distaba mucho de la caracterización cinematográfica.

Los tipos siempre dejan fuera las características más personales y complejas porque sólo se basan en agrupaciones de rasgos que luego se asumen como inevitables y universales, aunque de vez en cuando sufran graciosas distorsiones. Pero la gente acepta los estereotipos con gran facilidad. A nivel personal porque describen rasgos y cualidades que pueden gustar y ser vistos como deseables -el cebo de la celebrity o el mito y el glamour de los iconos del pasado tienen un valor psicológico-; a nivel social también se aceptan porque la clasificación sin miramientos es un deporte muy humano que simplifica la interacción.

Es esperable que todo el mundo encaje siempre en algún lugar …pero ¿se pueden romper los clichés? Miuccia Prada sugiere esta idea en sus perfumes- y en su universo estilístico en general-, pero con La Femme & L´Homme y sus respectivas versiones Intense lo plantea directamente. No propone un discurso revolucionario sino una invitación sutil y pragmática para acercarse al perfume con otra mirada. El punto de partida es el propio cliché que se asume como propio e inevitable pero lo plasma con un lenguaje que obliga a mirar dos veces. Y esta es la clave, mirar dos veces.

Prada no propone escapar por completo del esquema habitual sino usarlo como base para construir un lenguaje de fusión entre facetas tradicionalmente femeninas y masculinas, poniendo en relieve matices diversos que acentúan diferente y, por tanto, amplían el campo de visión. Este uso de la fusión quizás sea más evidente en L´Homme & L´Homme Intense donde las notas cálidas y empolvadas de iris contrastan con especias frescas, cedro y ámbar; pero también es cierto que el mundo de la perfumería masculina es mucho más restrictivo en términos de olor y de aceptación de nuevos aromas más allá de las maderas ambaradas, las especias frescas o el cuero. Dicho de otra manera, si el mundo femenino sufre de estereotipos varios y dualistas, el masculino adolece de estereotipo único.

El lenguaje de raigambre clásica que Prada maneja y la perfumista Daniela Andrier ha ido puliendo perfume a perfume se apoya en tres pilares. Parte de un interés por expresar un estilo refinado más atemporal, se basa en un perfil caracterizado por dos materiales distintivos de la perfumería de lujo como son el iris y el ámbar y maneja el eclecticismo como recurso renovador.

El eclecticismo es importante porque es lo que rompe el estereotipo, permite experimentar e invita a pensar en la posibilidad de plantear un universo personal como lugar en el que conocerse mejor y comprender mejor las propias emociones forman parte del desarrollo, en vez de abrazar un dictado.

Pero el eclecticismo es sólo una parte del conjunto. Todo el universo Prada y su espléndido manejo de las sutilezas no estaría completo sin la búsqueda del refinamiento y esto se expresa con facetas limpias- a veces directamente jabonosas- envueltas en un frescor profundo y sedoso asociado al iris de forma más directa que a los cítricos y sostenidas por notas amaderadas ambaradas no necesariamente pesadas o excesivamente vibrantes pero si sólidas y moderadamente secas que dejan ver facetas ricas de ingredientes naturales. Es un sentido del refinamiento que parte de la mente , no de unas maneras y una pose y ese elemento intelectual que puede ser bastante rotundo recuerda a la visión creativa que Gabrielle Chanel tenía del perfume.

El estilo de los perfumes de Prada podrá gustar o no pero es notable que en el panorama actual, mientras las firmas más admiradas por su legado histórico parecen renunciar a sus estándares de calidad y sus señas de identidad, Prada hace lo contrario: apostar por una estética coherente y consistente.

Tan consistente como el carácter tradicional de los perfumes florientales basados en combinar flores blancas, especias y ámbar y en los que cabe poca variación. En ese sentido, La Femme Intense (2017) es un flororiental con algo más interesante.

Como su predecesor La Femme (2016) la idea es romper clichés de la manera más veraz: la femineidad no la representa una sola mujer -no es un tipo- sino distintas mujeres. Es una invitación a cultivar el estilo propio. La idea puede parecer muy obvia -y lo es-, incluso suele ser un lugar común en las conversaciones sobre estilo y moda pero, en realidad, se practica poco la búsqueda personal porque puede tener un coste social elevado. Pero en este caso la subversión incluye el contexto. Lo que Prada plantea, en último lugar, es que defender nuestra gracia y nuestras emociones es una decisión propia que forma parte del desarrollo personal y también es una forma de demostrar que se tiene clase y elegancia.

En términos de perfume esto se traduce en un mundo de sutilezas pero partiendo de las flores- más aún de las flores más dulces- el elemento distintivo de los perfumes femeninos por excelencia. Así, en La Femme todo es aparentemente juvenil, con un perfil de flores mantecosas y frutas tropicales, pero no se presentan claramente como tales sino jugando a dibujar con fluidez y naturalidad matices vagos y delicados de flores blancas; sin embargo, la proyección del perfume es importante y contrasta mucho con la ligereza de las notas…algo realmente tropical. La Femme es fresca por momentos y tiene un brillo dulce de melocotón que redondea las flores con un acabado jugoso pero hay una faceta melosa más primitiva que aporta el acento carnal al fondo verde y jabonoso del perfume. Con su vaguedad de notas frescas y solares, especiadas y animalísticas funciona como algo versátil y confortable que, pudiendo gustar a mucha gente por ser bonito y sencillo, también ofrece algo diferente en esa mezcla de imprecisión y osadía.

La Femme Intense (2017) deja atrás esa vaguedad y se acerca más a la piel: no proyecta tanto pero es más rica en contraste y color. Expresamente más exuberante, se dirige a quien gusta de la riqueza de matices porque estos añaden la profundidad y definición que enriquece la experiencia. Así que esa sensación emergente de aire tropical que inunda La Femme aquí se concreta más en una tuberosa solar muy saturada de luminosidad gracias a un rico ámbar y cuya deliciosa dulzura floral el iris realza con generosidad.

Lo interesante en el perfume es la mayor dimensión oriental que adquiere al facetar el ámbar con una impotante dosis de patchoulí y la calidad del mismo. Así, mientras en un floriental más tradicional el acorde floral tiene más peso, aquí las flores representan la parte radiante de un tema más insondable y sensual. El acento es diferente.

La faceta floral no proyecta un olor abrumador de flores blancas sino que exhala el aroma de un licor de flores dulce, reconfortante y profundo. El bouquet parece un mosaico cuyas teselas dibujan la figura mediante gradación de tonos en lugar de usar un fuerte contraste para diferenciar volúmenes; los tonos van desde brillantes amarillos y blancos cremosos que acentúan elementos florales de forma directa a fragmentos dorados que crean un aura más luminiscente e introspectiva.

Pese a que puede leerse como una tuberosa moderna -solar, ligera, limpia y tersa- elementos distintivos de otras flores se presentan alternativamente en el perfume. No se trata solo de los recuerdos a otras flores blancas que el complejo olor de la tuberosa podría mostrar, sino de algo más visible. El más sorprendente por su veracidad es el frangipani que introduce la cascada de referencias florales con una característica mezcla afrutada y balsámica de rosa y flor de naranjo; a ratos puede apreciarse el vago matiz a jacinto del jazmín Sambac y el corazón cremoso y especiado del ylang-ylang que ocupa un lugar importante en el perfume junto con la faceta afrutada, reminiscente de uvas, de la flor de naranjo.

Son flores radiantes sin resultar evidentemente indólicas. Dejan atrás el consabido cliché de la dualidad de las flores blancas y se presentan envueltas en un frescor verde y anaranjado que aporta delicadeza y familiaridad. También hay abundancia de matices frutales -no tan jugosos y tropicales como en La Femme, sino más bien confitados- que recuerdan al melocotón, las cerezas y el albaricoque. Sutiles pero suculentos. El carácter festivo de las flores se complementa con ámbar e iris. Un iris dulce, casi meloso, y ligeramente empolvado que realza mucho el bouquet mientras aporta un carácter más elusivo, atemporal y lujoso.

El ámbar, siguiendo el estilo de Prada pour Femme (2004) es translúcido, brillante, cremoso y sedoso, ligeramente vibrante e intensamente irisado pero sin la palpable referencia palatable a Angel de Thierry Mugler, aún así a veces parece oler a chocolate o mejor aún a bombón de licor. Es un ámbar bien redondeado con vainilla (nota discreta pero eficaz) y sombreado con el elegante efecto seco de maderas preciosas que aporta el vetiver. Pero es el patchoulí el que marca el compás y lleva el perfume hacia un territorio de oriental moderno más fresco y luminoso. Es el material que caracteriza el perfume con un efervescente dulzor herbal y esa complejidad suya así especiada, balsámica, vinosa y empolvada que refuerza la calidez dorada del perfume. Es el tipo de patchoulí de calidad afrutada que brilla en los perfumes de Chanel modernos. De hecho, La Femme Intense puede recordar a Chance EdP, a Coco Mademoiselle y especialmente a Allure Sensuelle EdP (sin la nota de incienso). En cada uno de estos perfumes un torbellino de flores reviste con tejido de distinta tonalidad un núcleo de ámbar cristalino facetado con ese patchoulí limpio y afrutado. La Femme Intense es más redondo, cremoso y festivo pero mediante la sutileza en los detalles y el frescor en el acabado intenta modelar lo mismo: un estilo chic.

De aire y sol en los trópicos: Absoluto de tiaré y Lys- Ylang.

27 sábado May 2017

Posted by Botanyuki in Notas de Perfumes

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jazmin, lys-ylang, perfume, tiaré, ylang-ylang

Es un hecho indiscutible que el olor de una flor tiene rasgos en común con el olor de otra flor, con eso la perfumería juega para crear y recrear aromas. Una característica de olor compartida por distintas flores puede ser un criterio de clasificación para agruparlas o un punto de partida para construir el perfil de un perfume monotemático o un gran bouquet, que se irán revistiendo y caracterizando a pinceladas. Sin embargo, en ocasiones, un material capaz de crear nuevos efectos puede llegar a convertirse en el protagonista del perfume, o casi. Dos ejemplos en el espectro de los olores exóticos son el absoluto de tiaré y el Lys-Ylang.

El absoluto de tiaré, como cabe esperar, no huele directamente a flor de tiaré (Gardenia tahitensis), pero tiene un perfil muy característico que concentra algunos rasgos clave de las flores tropicales: es difusivo, dulce, con un frescor húmedo y denso a la vez y está lleno de recuerdos de otras flores blancas. Su olor, con sus vagas referencias, evoluciona de forma laxa, desplegando lenta y suavemente sus matices; por eso va tan bien para recrear un aura tropical pero también puede complementar un perfume de fantasía más complejo o experimental.

Su olor resulta embriagador y calmante, casi podríamos describirlo como mesmeriano. Es exótico y solar con un recuerdo a vainilla y salicilatos, con una sutil faceta ambarada, pero acompañado de un frescor verde, cercano al del té verde, y húmedo como el de la lluvia en la jungla.

Es extraño como persiste y a la vez cambia delicadamente, haciendo pensar un momento en el jazmín, otro momento en la flor de naranjo y después en la gardenia y la tuberosa. Pero lo más destacable, sin duda, es la sensación final que transmite de cremosidad transparente -un auténtico oxímoron- como flores mantecosas flotando en dorada miel líquida.

Los bouquets de inspiración tropical como Elle L´Aime de Lolita Lempicka, Tiaré de Ormonde Jayne y Terracotta Le Parfum de Guerlain son el contexto esperable para esta nota. Pero a menudo se usa por estos efectos singulares de luminosidad, cremosidad, sutilidad, sedosidad, vaguedad e incluso porque puede crear una textura aterciopelada en otro tipo de perfumes. En Poudré du Riz de Huitieme Art interviene en un acorde tipo cosmético un poco diferente al esperable en el género. En Douce Amère de Serge Lutens se puede apreciar lo bien que combina el absoluto de tiaré con las notas verdes más extremas que llegan incluso a amargas: la cremosidad del tiaré compensa la faceta seca, amarga y amaderada que forman el acorde de absenta y el cedro.
Los cítricos son otro aliado de este material; así en Un Matin d´Orage EdT de Annick Goutal se alía con yuzu en un retrato de gardenia especial por su frescor suntuoso -oxímoron de nuevo- y en Escale aux Marquises de Dior es casi pleno protagonista de la composición acompañado de las notas cítricas de la naranja sanguina, el elemí y el limón.

Lys- Ylang es otra historia tropical, más típica pero de acabado moderno. El producto procede del gran árbol de la Cananga odorata var. genuina cuya flor conocemos por el nombre de ylang-ylang. Los destilados más tradicionales, como el absoluto y el aceite esencial en distintos grados, representan una de las notas más clásicas de la perfumería, un básico gracias a su tenaz y balsámico tono floral con recuerdos de tiaré, jazmín y azucena y su capacidad para crear un efecto difusivo, cremoso y especiado que por sí mismo puede sentirse como un perfume. Es la nota que late en el corazón de bouquets florales desde Quelques Fleurs de Houbigant al más abstracto Nº 5 de Chanel y Arpège de Lanvin, que llena perfumes orientales como Samsara o con la que se suelen recrear de notas de clavel y azucena.

Lys- Ylang es una destilación fraccionada a partir del aceite esencial de Ylang III, el que tiene el carácter más especiado, amaderado y ajazminado de todos los grados de destilación. La especialidad de Lys- Ylang mantiene esas mismas características: tienen una nota clara de jazmín y reminiscencias de frangipani junto con una faceta especiada empolvada que recuerda a las azucenas. Pero, al contrario que la nota clásica, presenta un olor más limpio, fresco y delicado en matices con un efecto incluso acuoso al principio pero que al evolucionar se torna lechoso y recuerda al monoi: la infusión de flor de tiaré y aceite de coco, en ocasiones incluso hace pensar en leche de coco. Es un olor poderoso.

Por su transparencia se usa para crear perfumes de flor blanca sin estridencias, ligeros y limpios pero con cuerpo y buena proyección como en Gardenia Petale de Van Cleef & Arpels donde se puede disfrutar del material a placer. Pero, como el clásico, puede funcionar en composiciones más complejas, porque sigue añadiendo una faceta especiada y un efecto difuso, delicado y a la vez rico. Memoir Woman de Amouage lo combina con cashmeran, tuberosa y absenta, mientras que en Rose Anonyme de Atelier Cologne complementa la rosa en su faceta especiada reminiscente de clavo.

Las referencias tropicales son un ámbito al que la perfumería actual parece inclinarse bastante. Ya sea con nuevos florales, frutales notas incandescentes, el frescor denso y verde de nuevos salicilatos o los aspectos lechosos que tanto intervienen hoy en los perfumes de carácter más solar para recrear a fondo una idea de ocio y estilo de vida vacacional. Es curioso observar como a lo largo de la historia los perfumes de carácter más exótico van cambiando su perfil, porque el exotismo es hasta cierto punto una construcción.

Entre heliotropos: Kiss me tender & Kiss me intense de Nicolai Perfumeur Createur

28 viernes Abr 2017

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almendra, almizcle, canela, cereza, flor de naranjo, Heliotropo, jazmin, perfume, rosa, Vainilla, ylang-ylang

Advertencia: De romanticismo novelesco se les podría acusar. Cada nota puede ser calificada de elección perfecta en este duo de perfumes, nada que evite hacer de ellos algo precioso y delicado que invite a la ensoñación y la ingenuidad. Induce a pensar en un ideal de femineidad propio de heroínas de novela: que pasean entre heliotropos, acompañan sus meriendas con macarons de rosas, vainilla y cerezas, mordisquean nubes de fresa mientras leen poesía y a la luz de la luna llena lloran, suspiran o esperan. Todo belleza, algo de melancolía y mucha suavidad.

El argumento central son las flores en su faceta más gourmand. Kiss me tender es un heliotropo tintado de flor de naranjo, algo más floral. Kiss me intense insiste más en ofrecernos la flor en bandeja almizclada repleta de dulces de mazapán y bizcochos vainilla bañados en Amaretto.

La estructura es clásica; un floriental al uso. El estilo fino y matizado, incluso un poco artesanal: mitad brillo de ingredientes naturales, mitad fantasía de mente creativa.

La flor de encanto victoriano que es el heliotropo, con sus recuerdos de cerezas y almendras amargas, asoma entre los pliegues de un corazón tradicional de rosa y flores blancas empolvadas: algo flor de naranjo, algo de jazmín y bastante de absoluto de ylang-ylang, culpable de ese efecto difuso de acabado anisado tan característico. La base no renuncia al dulzor balsámico concentrado del absoluto de vainilla y del opoponax -aunque la versión Intense declina hacia algo más herbal- pero hay un toque especial, un sutil efecto azucarado frutal que hace pensar en esos perfectos frutos rojos del verano capaces de ofrecer en su sabor un bocado de sol.

Ah, sí! Estos perfumes están llenos de simpáticas referencias: desde el dulce de malvavisco en la faceta empolvada, al chicle de fresa en el sutil efecto aldehídico pasando por las natillas con su sabor mezcla de vainilla, canela y limón y su cremosa textura acompañando las flores. Trío de sugerencias gustativas que, unido al recuerdo de regaliz que aporta el anís estrellado, completa un cuadro lleno de reminiscencias infantiles.

Uniendo así lo goloso con lo floral tierno, pareciera que a ramilletes de flores de azúcar decorando una tarta nupcial nos estuviéramos refiriendo. Almendras de Jordania incluidas para celebrar la ocasión, pues es la tradición.

Pero ese no es el punto final porque el brillo solar invita a soñar con tierras lejanas. Sí, la vainilla junto con el absoluto de ylang-ylang crean un aura exótico similar al de perfumes como Fleur de Comores de Maître Parfumeur et Gantier o Songes EdP de Annick Goutal. Nuestra heroína también piensa en largas travesías por mar, hacia los mares del Sur…

Sugerencia: Acompáñese de la lectura de la chispeante novela «La abadía de Northanger» de Jane Austen.

Flip Flop review: Snob Le Galion.

13 lunes Mar 2017

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albaricoque, azafrán, ámbar, ciruela, jazmin, melocotón, perfume, rosa, sándalo

En la resurgida marca Le Galion los perfumes femeninos son de halo suave y elegante. Todos tienen impreso este sello de estilo más bien conservador por el cual los riesgos han sido eliminados pero Snob es seguramente el más ejemplar de la colección porque huele a caro, más concretamente, huele caro y tradicional, siguiendo muy de lejos la estela de Joy de Patou pero sin la pungencia narcótica ni la intrincada complejidad de un perfume de antaño.

Cierto que el acorde floral tiene ese clásico regusto rico del jazmín adornado por la rosa pero sin estridencias. Lo que predomina por encima de todo es una suave flor blanca delicadamente afrutada y ligeramente especiada con azafrán. Esto del azafrán contribuye a perfilar una faceta lechosa de corte moderno en la que se mezclan también los aspectos frutales y la faceta más amable del sándalo. En el fondo huele casi como una magnolia muy idealizada, agitada por una brisa oriental.

Su evolución no cambia demasiado, es prácticamente esa flor blanca suave todo el tiempo, hasta que el perfil floral se diluye en un fondo ambarado amaderado discreto. Lo destacable de Snob, lo que digamos lo diferencia de algo como Dahlia Divin de Givenchy o perfumes de ese mismo estilo es que, por un lado, la faceta frutal entre ciruela, melocotón y albaricoque aporta un dulzor ligero que resulta encantador y, por otro lado, la textura tiene un efecto casi aterciopelado que delata el cuidado en los detalles.

Snob, cuya fórmula original data de 1951, es en su actual forma una opción ideal para quien, admirando la riqueza de perfumes como Joy de Patou o Scherrer 2 de Jean Louis Scherrer o incluso Femme de Rochas, huya de las huellas vintage de tales perfumes. Dicho de otra manera, perfecto si se quiere un perfume que huela caro, seguro y a la vez entrañable.

Flip Flop review: Eau de Shalimar de Guerlain.

17 sábado Dic 2016

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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bergamota, cumarina, empolvado, iris, jazmin, lima, limón, naranja, perfume, pomelo, violeta

blanco

Sus predecesoras: Eau Légére Parfumée (2003) por Mathilde Laurent y Eau Légére (2004) por Jean Paul Gaultier.

Su sucesora: Shalimar EdT Cologne (2015) por Thierry Wasser.

El objetivo: ¿Modernizar Shalimar?

El procedimiento: Basado en la eliminación de todos los aspectos calientes, ahumados y animalísticos de la fórmula.

El resultado: Algo aún clásico.

Eau de Shalimar
(2008) -recientemente retirado-, como el resto de las versiones frescas de este gran clásico, mantiene la estructura básica de Shalimar, enfrentando un gran volumen de notas cítricas frente a un fondo balsámico-resinoso. Sin embargo, no está muy lejos del espíritu de una Cologne clásica o incluso un Eau Ancienne.

Lo remarcable en esta versión es que tiene una base vainillada empolvada casi atalcada, lo que le da un acabado seco, opaco y juguetón. Sobre este fondo flota la impresión de una nube de centelleantes olores cítricos: lima y limón lo más destacable, bergamota y naranja añadiendo un brillo más frutal y quizás un toque de pomelo para un punto de amargor latente.

Al igual que en la fórmula clásica, el acorde cítrico ocupa una gran parte de la fragancia en comparación con la parte floral del corazón del perfume. Aquí incluso es más tímido el tono floral: un dulce y luminoso jazmín, un fresco y penetrante iris y la flirteante violeta acompañando con su ternura. Estas flores, aún legibles, están completamente imbuidas en un profundo frescor alimonado. Así, la impresión general del perfume podría describirse como de agua de azahar empolvada.

Sin embargo hay algo más, algo que resulta delicioso. El acorde cítrico tiene un efecto efervescente y su agudeza es así tan intensa que a veces recuerda al jengibre, pero unido a la cremosa nota vainillada del fondo produce una impresión general aérea y suave, curiosamente gustativa, que en los días fríos de invierno se acentúa aún más. Pareciera polvo de nieve pero aún más es una cosa gourmand: es como tener delante una bandeja de pastas de limón o llevarse a la boca en cuchara de plata una porción de roulade de merengue relleno de crema pastelera fuertemente saborizada con cortezas de lima y limón. Ese aspecto regresivo de Eau de Shalimar combinado con su frescor vivaz lo convierten en un perfume muy atractivo para los días en torno a la Navidad.

shalimare

Flip Flop review: Alamut de Lorenzo Villoresi.

17 martes May 2016

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almizcle, benjuí, jazmin, patchoulí, perfume, rosa, sándalo, ylang-ylang

eleanorFB
*Elaine llevando el escudo de Lancelot de Eleanor Fortescue-Brickdale.

En un frasco rojo y con el nombre de una antigua fortaleza iraní, Alamut promete una fantasía  oriental exuberante. Y por fantasía oriental podríamos entender desde una historia intrincada como un arabesco y fiel a la tradición de Las Mil y Una Noches a una moderna y sofisticada narración como El Príncipe de Persia: Las arenas del tiempo. En cualquiera de los casos se sugiere riesgo y aventura.

Pero en su frasco rojo Alamut esconde un jugo místico. Recuerda a los rosarios hechos con cuentas de pasta de rosas.

Su inicio despista, lleno de notas melosas y con un toque de aldehídos, crea una bruma entre la que parece emerger un fragoroso bouquet de flores blancas con reververaciones animalísticas de ylang-ylang y base de ámbar y cuero. Sin embargo, al poco descubres que tal exuberancia inicial es puro espejismo, que Alamut tiene un acabado suave y clásico de agua de rosas, sándalo y patchoulí con el distintivo toque seco y atalcado de Lorenzo Villoresi.

En el modo de unir las notas hay tintes orientales: rosa-benjuí, rosa-sándalo, rosa-patchoulí. Con su ritmo lento transmite un sentido de recogimiento místico. Y sus notas poco estridentes, planas y muy juntas entre sí hablan un lenguaje antiguo. Realmente parece sacado de un recetario medieval.

Girldom perfume: Miu Miu Eau de Parfum.

13 viernes May 2016

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almizcle, jazmin, lirio de los valles, patchoulí, perfume, pimienta, rosa

miumiu

«Hace falta mucho,mucho tiempo para ser joven». Pablo Picasso.

La misma presión por comportarse como adultas, por crecer y hacer las cosas que hace el resto del mundo como bajo un velo de aventura. La misma inflexibilidad con los propios errores. La misma angustia por no llegar. La intranquilidad por la incertidumbre del futuro. Y todos esos consejos recibidos pero no del todo entendidos y, por tanto, rechazados. Esto veo en muchas chicas jóvenes.

Una mujer cuando tiene pocos años tiene menos oportunidades de disfrutar de su juventud de lo que los adultos le echan en cara. Hay demasiadas presiones por crecer, demasiado miedo a ser ridícula y a diferenciarse tanto del resto que se genere rechazo.

En medio de tal contradicción, mientras todo se te da y todo se te comienza a negar, desarrollar de una forma palpable una sensibilidad propia parece una cuestión de supervivencia. ¡Y lo es!

El universo adolescente, un fenómeno sólo permitido en la cultura contemporánea urbana, durante décadas mantuvo una custodia adulta que marcaba los límites con claridad. Hoy los límites son más difusos, cosa no exactamente buena, incluso parece que se hayan fundido la adolescencia con la primera juventud en una especie de eternidad. Sin duda, el acceso a un smartphone y, por tanto, a Internet de forma inmediata ha cambiado el panorama de forma drástica. Hay otras formas nuevas de manejar la comunicación personal y un acceso a la información que antes no había. Per además de los nuevos peligros parece que también existe claramente el deseo de desarrollar una personalidad propia, aunque no se entienda bien que es eso y por tanto se haga por distintos medios. Tanteando. Uno de ellos es creando espacios propios. También espacios propios virtuales con fuerte carga visual. Por eso hoy podemos hablar de un universo girldom. Un pozo de deseos un poco feérico, algo silvestre y a la vez cultivado. Donde jugar a ser princesas dueñas de su propio destino.

Girldom -cuyos dominios se extienden por todas las redes sociales con especial arraigo en Tumblr- engloba cosas de lo más dispares: desde canciones de Lana del Rey a la repostería decorativa. Pero, en el fondo, comparte un rasgo importante con algo tan clásico como las manualidades de scrapbooking: la acumulación de imágenes y cosas preciadas (preciosas) que ayudan tanto o más a definir un espacio y una identidad como a preservar una identidad. En el fondo no es una paradoja.

Este universo girldom impregnado de romanticismo, cromos vintage o emperatrices góticas habla del empeño juvenil por elegir como principal via de crecimiento, frente a la forma tradicional de crecer asumiendo. Es un empeño bisoño de lo más dulce, quizás hasta saludable en ciertos aspectos ya que crecer solamente a la dura…Desde esta perspectiva se puede entender como algunos perfumes se han convertido en paradigma de este universo (Chloé y sus derivados) porque en ellos cristaliza el cumplimiento de varias expectativas, esto es: oler como brisa fresca y limpia, con un halo brillante y alegre, no con el olor floral tradicional sino con otro tipo de olor más crujiente que se pueda percibir como algo propio.

Los perfumes verdes despuntaban en los 60´s y eclosinaban en los 70´s dirigiendose ya a mujeres que preferían elegir su propio perfume y ese elegir era como un gesto de independencia, frente a algo que normalmente se regalaba. Sin embargo fue con Anais Anais de Cacharel, un perfume floral-floral, cuando comenzó a tomar forma una idea de perfume de juventud, aunque luego el perfume gustara tanto y fuera usado en un rango de edad muy amplio. El perfume de Cacharel aún retenía rasgos de sensualidad madura. Hasta entonces las chicas jóvenes tenían pocas opciones.

En el sector niche había alternativas pero limitadas por el acceso a estos productos: Dyptique, L´Artisan Parfumeur, Lubin y sobre todo Annick Goutal que se anticipó como en otras ocasiones a este triunfo de los florales frescos, bonitos y delicados con creaciones como Eau de Camille, Eau de Charlotte, Eau de Ciel y Petit Cherie. Perfumes creados para sus hijas -excepto Eau de Ciel – pero que no son infantiles sino etéreos, florales o afrutados y golosos con mesura en el dulzor. Es una tradición de esta casa que Vent de Folie y Rose Pompom continúan al hilo del nuevo auge que la rosa tiene en los últimos años.

Pero es un riesgo intentar representar la juventud en un perfume porque no es nada fácil: se puede vanalizar -y se vanaliza- con demasiada ligereza. Cierto es que hoy por hoy estamos masificados de perfumes que buscan llegar a más gente joven ya que la juventud -o la ilusión de la misma- es todo un mercado; pero el problema de estos perfumes es que con ese afán mercantil lo que se ofrecen son jugos que enmascaran con demasiado azúcar el carácter floral de una rosa, o que saturan de almizcles blancos cualquier tipo de flor (todas acaban oliendo igual) o que desmaterializan las notas amaderadas hasta que pierden su capacidad estructural y todos los perfumes acaban siendo de una ingravidez…En general, domina esa carencia total por un acabado chic: fresco, sencillo, natural.

Pero si crear un perfume de espíritu juvenil es difícil, crearlo en torno al muguet es ya toda una osadía, al menos si se persigue originalidad. Hay al menos tres hándicaps:

a) No referenciar a Diorissimo de Dior que es el paradigma de los perfumes de muguet.
b)No quedarse atrapado por la limitación de ciertos materiales con que se construye la nota porque es fácil que el jugo resultante sea muy dulce y sintético.
c)No caer en el cliché del carácter tradicional del muguet: el perfil floral jabonoso que tanto productos de higiene reproducen.

Miu Miu EdP (Daniela Andrier) pasa la prueba gracias a una trayectoria tangencial. Al contrario que el perfume de Dior donde el lirio de los valles se apoya en el jazmín y las lilas, el de Miu Miu ofrece un perfil más rosado. Aún hay jazmín, o mejor dicho, pétalos de jazmín de textura crujiente sobre un fondo cítrico anaranjado que muestra una punzada profundamente especiada. Pero en conjunto se lee como una rosa fresca y silvestre cuajada de notas verdes ligeramente anisadas con un acabado natural. Una rosa que a ratos ofrece tonos afrutados de manzana verde (como piel de bebé) y otras veces es más como un albaricoque (como piel de mujer joven).

Cuando el perfume evoluciona hacia un tono más cálido comienza a proyectar algo más sólido: una nota especiada, amaderada y algo terrosa que da aún más cuerpo a esa faceta cítrica. La faceta especiada puede llegar a percibirse con bastante intensidad. Es de pimienta con un filo húmedo y, en ciertos momentos, unida a la rosa y al jazmín crea un halo más compacto que recuerda un poco a Eternity de Calvin Klein. Sí, Eternity es jabonoso…Miu Miu salva este punto sustituyendo esta referencia tradicional a jabón caro por algo que recuerda a champú -cosa muy aceptable para las nuevas generaciones- Siendo justa, este no es un aspecto dominante sino algo vago que surge como una cita a algo familiar y doméstico.

Lo bonito de Miu Miu es que no es sólo un frasco goloso sino también un intento por traer al lenguaje actual algo tan clásico como el lirio de los valles. Y lo paradójico es que lo hace siguiendo la mejor tradición, la de los perfumes aldehídicos florales en cuyo núcleo respira el muguet insuflando ese aspecto fresco y húmedo de flores blancas llenas de rocío a la demás flores y conseguir ese efecto bloom tan característico de este tipo de perfumes al estilo Caléche de Hermès. Por otro lado, la base muestra algo totalmente moderno, incluso trendy. Y es que en lugar de maderas cálidas y almizcladas de acabado cremoso aquí tenemos un tipo de almizcle refinado y sensual pero de matices afrutados y lactónicos acompañando la fortaleza de una nota amaderada de nueva generación: la akigala, una creación de Givaudan.

Akigala o madera de akigala es un material creado a partir del patchoulí. Un buen aceite de patchoulí siempre ofrece una nota apimentada con cierto efecto húmedo, este aspecto se pronuncia bastante en la madera de akigala desde el principio, luego con la evaporación deja ver algo más seco y amaderado con reminiscencias de oud. Cierto que el patchoulí es, junto con el papiro, un material clave para componer las bases de oud que en la perfumería occidental tanto abundan desde hace unos años. He aquí el toque trendy; y es que Miuccua Prada es la reina del eclecticismo chic, incluso si va a crear algo de tono romántico no renuncia a esa diversión.

Por el universo Girldom bien defendido: Loin d´Ici por Zoë (representante de Austria en el ESC 2016)

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