Cuando voy de sniffathon me tomo las cosas con mucha calma. Secantes y lápiz en mano, paso a paso repasando las estanterías, decidiendo si probaré alguna novedad o si simplemente refrescaré la memoria -lo que a día de hoy se ha convertido en la actividad más fructífera porque los últimos lanzamientos que llevo probando desde hace meses no han despertado en mí el suficiente interés como para hacer un solo comentario sustancioso…tenía que decirlo.
Mientras pruebo no pienso demasiado: procuro mantener la mente en blanco y oler sin más porque me gusta centrarme en esas primeras sensaciones que, en ocasiones, son muy reveladoras. Salvo excepciones -tanto si algo me parece especialmente bueno o realmente malo- mantengo esa neutralidad hasta que termino el paseo. Luego repaso los secantes y voy preguntándome mentalmente ¿va en una buena dirección? ¿parece que tiene algo especial? ¿hay delicadeza o brutalidad? Cosas así. En ocasiones surgen de forma espontánea comparaciones con otros perfumes ya conocidos o incluso acabantes de conocer pero no suele ser mi objetivo establecer aún este tipo de conexiones. No, sólo me centro en encontrar el perfume que más me interesa para comenzar un estudio más detallado…pero muchas veces descarto todo lo que pruebo y dejo el lugar un poco asustada pensado en lo aburrido que se está volviendo el panorama actual de la perfumería, tan masificada y poco creativa. Los almizcles siguen reinando en el mainstream pero ahora quizás con más brusquedad porque muchos de los nuevos perfumes que pruebo parecen tener una estructura muy poco cuidada…por no decir directamente una estructura demasiado pobre como para hablar de perfume propiamente dicho.
Pero a veces también surgen sorpresas agradables y entre esas sorpresas hace poco encontré Narciso EdP de Narciso Rodríguez. Originalidad ya no es para mi un parámetro prioritario porque he aprendido que esa es una cualidad muy escasa así que me centro en dos aspectos: estructura y carácter. La estructura tiene que ser sólida y si hay abundancia de detalles puedo creer que es día de fiesta; el carácter tiene que imprimir todo el perfume para que sea un perfume que sobresalga entre el resto, que se distinga y se pueda recordar. Creo, sinceramente, que esto es lo mínimo que todas las personas que buscan un perfume de calidad deberían de esperar porque ambas cualidades delatan ya cierto esmero en la creación.
Originalidad no es exactamente lo que ofrece Narciso, si acaso tiene la particularidad de recrear un tipo de gardenia a medio camino entre el revival vintage y la abstracción moderna jugando con las sombras de varios almizcles y maderas que a ratos tienen un aire refinado y en otros momentos recuerdan a fragancias funcionales. A mi personalmente me ha hecho pensar en la fragancia del gel Dove original y en el efecto cálido y empolvado de Samsara de Guerlain -sin que huela a Samsara- que aparece de vez en cuando en el sillage. Realmente este perfume fluctúa entre la delicadeza de matices elusivos y la pungencia de ciertas notas que revelan la parte almizclada del ámbar porque, al igual que en Narciso Rodríguez for Her (frasco negro) esta creación es un ejercicio de equilibrio entre almizcles blancos y facetas de ámbar gris pero, esta vez, con el acento puesto en la faceta más amaderada y especiada, en lugar de matices vinosos y melosos más envolventes. Aún así, este jugo blanco y en botella puede resultar narcótico.
Ese equilibrio de fuerzas florece a través de un acorde abstracto de gardenia cremosa, lechosa y ligeramente empolvada que definitivamente le aporta un toque vintage al perfume. La cremosidad, por otro lado, establece un juego con los tonos más familiares de la perfumería funcional, acercándose bastante al concepto de body milk durante la mayor parte de la evolución del perfume frente a las notas de salida que hacen pensar más en un jabón lujoso. Pero pese a estas referencias de tocador, Narciso tiene comportamiento de perfume-perfume: es expansivo y radiante, además de tener una buena fijación.
La gardenia que retrata no es fácil de leer porque resalta los aspectos menos florales de esta flor, aspectos que dibujan un carácter más andrógino al realzar la faceta más amaderada y especiada, con un punto alcanforado muy discreto. La flor fluctúa entre lo amaderado y lo cremoso, entre cierta pungencia de las especias acompañando fruta madura y un frescor amaderado profundo y ligeramente herbal. Es una flor abstracta, construída para fundirse con la piel y crear un efecto segunda piel a base de tonos rosados empolvados y húmedos muy delicados que recuerdan a las magnolias, lo que refuerza el aspecto cremoso con una densidad especial. Al fondo el vetiver aporta un toque casi de tabaco en este caso y el cedro un regusto ambarado, juntos añaden relieve al cóctel de almizcles que forma el núcleo del perfume.
Narciso es interesante en todo su conjunto. Destaca por su estructura sólida, su riqueza de matices, textura compleja y el carácter esencialista típico que ya exhiben los otros perfumes de Narciso Rodríguez. No es un perfume especialmente suave o plano sino vívido y vibrante que puede llegar a llevar a quien lo lleva pero supone una opción a considerar para quienes estén buscando un perfume de flor blanca que huya del cliché de lo dulce sin renunciar a esa elusiva sensualidad tan propia de la gardenia.
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