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Olibanum: cuaderno de perfumes

Olibanum: cuaderno de perfumes

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El iris errante: Bois d´Iris de Van Cleef & Arpels.

25 miércoles Abr 2018

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almizcle, ámbar gris, iris, labdanum, mirra, perfume, Vainilla, vetiver, violeta


* Fragmento del tapiz El Olfato de la serie La Dama y el Unicornio del s. XV.

El iris posee una impronta elegante y atemporal. Es la finesse lo que marca su identidad. Los perfumes dedicados al iris intentan capturar dicho encanto evanescente y etéreo o esa cualidad profunda, austera y enigmática pero es difícil rehuir la huella del clasicismo porque la característica principal del iris es el efecto empolvado, delicado y matizado que conecta con el almizcle acompañando a una faceta amaderada reminiscente de maderas preciosas. Los perfumes más icónicos del pasado contienen esos matices y, en no pocas ocasiones, no son sólo matices sino una parte esencial de la personalidad del perfume.

Maderas envueltas en polvo de arroz, en semolina, en algo impalpable pero maderas al fin y al cabo, reconocibles porque tienen cuerpo y densidad. Esas maderas son un elemento muy importante para estructurar un perfume y es precisamente ese aspecto de perfume estratificado con faceta empolvada lo que ahora se asocia con otra era. Cuantos más años retrocedemos en el tiempo, más compleja y adornada se muestra la faceta amaderada: surge con declinaciones musgosas y ahumadas y ambaradas y, sobre todo, con ese efecto empolvado cerrado y singular. Las bases de perfumería han jugado un papel muy importante en la definición de estos acabados, de hecho, han marcado etapas en la Historia, pero alguna ha tenido una influencia más amplia a lo largo de la línea del tiempo, como es el caso del Musgo de Sajonia.

Hoy, el Musgo de Sajonia, tiene un carácter marcadamente retro; con notas de geranio combinadas con la faceta ahumada, amaderada y verde salpicada del dulzor herbal anisado del regaliz y con un inconfundible acabado envolvente, empolvado y aterciopelado en el que juegan su papel la vainillina y el iris. Nuit de Noël de Caron es el perfume que salta a la mente cuando se habla de esta famosa base pero hay una larga lista de perfumes que bien la usaron directamente -como Vol de Nuit de Guerlain o Habanita de Molinard- o bien están inspirados en ciertos aspectos por ella -como Chanel Nº 19-. Así, este tipo de acabado intangible y multidimensional ha sido una constante y ha perdurado a lo largo de décadas a base de interesantes variaciones pero de forma cada vez más sencilla. Iris y vetiver han sido dos de las notas más usadas en la evocación de esta idea y, así, llegamos a las creaciones actuales más directas y discretas pero que retienen ese aire clásico, como el aséptico Infusion d´Iris de Prada, el cremoso Nº19 Poudré de Chanel o el radiante y acuoso Papyrus de Ciane de Parfumerie Generale.

La simplificación de las facetas es un rasgo de la perfumería contemporánea: Los materiales son más transparentes y, a la vez, la gente prefiere fragancias ligeras antes que densas. Otro aspecto del lenguaje moderno es el acabado pulido con notas muy separadas entre sí hasta llegar al extremo de la sensación molecular e inmaterial que se puede conseguir con materiales como el Iso -E-Super o el Ambrox, con los que se crean acordes más dilatados, aterciopelados, cristalinos…

La perfumería actual es menos de olores marcados, perfilados y difíciles -si exceptuamos el exotismo de ciertos materiales como el oudh – y más de características del olor propiamente dichas: textura, luminosidad, densidad, etc. Así que el iris y su intrínseca atemporalidad continúa en la cresta de la ola porque su olor difícil de aprender se describe mejor con sensaciones.

Cierto que el gusto por la severidad de un acabado seco se ha dejado atrás en favor de su tono más resinoso o de un efecto más glaseado y vago pero esa sensualidad que un buen perfume de iris tiene gracias a que transmite la sensación de piel perfumada con violetas cremosas es algo muy intimista que nos atrae como humanos. Por eso, en medio de un panorama que se pinta de actualidad urbana alocada los viejos modos perviven. Se han renovado, como siempre, siguiendo lo que las preferencias actuales y el mercado de las materias primas designan como «del momento», pero en el fondo permanecen. Así seguimos encontrándonos con el acabado amaderado empolvado, aunque en clave más discreta y suave en perfumes de iris como Bois d´Argent (2004, Annick Menardo) de Dior y Bois d´Iris (2009, Emilie Copperman) de Van Cleef & Arpels. Ambos tienen un aire muy similar con bastantes características comunes, pero el de Dior tiene un acabado amaderado más marcado, es más aromático, con acentos metálicos más evidentes y se puede leer como un chipre mientras que el de Van Cleef & Arpels hace mayor hincapié en la faceta oriental amaderada expresada a través del iris y del ámbar gris, pero en los dos hay:

– Un tono vagamente ahumado y anisado, como de regaliz que recuerda al Musgo de Sajonia, en el que la mirra juega un papel importante, creando la ilusión de madera antigua y también redondeando el aura balsámica ambarada de estos perfumes. Por ello la gente establece semejanzas con Hypnotic Poison (1998) de Dior, también creado por Annick Menardo.

-Un acabado suave y persistente de maderas cremosas envueltas en vainilla almendrada y acaramelada que junto con discretas violetas y un suave matiz lechoso hace pensar en productos para el cuidado del bebé de Johnson´s & Johnson´s.

Además comparten la forma en que el iris funciona en la fórmula, siendo partícipe de varias facetas a la vez. Las metil iononas, aquí muy importantes, refuerzan el acorde seco amaderado de raigambre clásica y complementan la calidez de la faceta ambarada basada en Ambrox, pero el núcleo es el acorde empolvado que forma el concreto de iris con un cóctel de almizcles blancos lineales.

En Bois d´Iris hay una referencia a Chanel evidente porque el iris y el vetiver recrean junto con algo radiante, especiado y limpio que recuerda al olor del papel y del incienso -y que parece cipriol- parte de ese aspecto difuso amaderado ambarado del Nº 19. Por otro lado los almizcles y la vainilla añadidos se encontrarán después en el Nº 19 Poudré (2011) , en una de esas típicas trayectorias bumerán que surge al calor de la competencia entre firmas por mantener renovado y fresco su estatus en el mercado. Sin embargo, el perfume de Van Cleef & Arpels tiene un aire claramente oriental, de maderas orientales, con un acabado untuoso, lechoso y que recuerda al tofe gracias a la mirra, el concreto de iris y la vainilla que además contribuyen a crear ese carácter balsámico suave y fluido, sedoso como leche de arroz. También es un perfume carnoso, pero de una forma pura y delicada porque, en el fondo, es una viñeta repleta de inocencia.

Las maderas muestran un efecto desgastado intencional pues la idea es crear una nota de madera a la deriva en lugar del olor de una madera específica -no obstante son legibles rasgos de cedro y vetiver-. Esta madera a la deriva permite jugar con un matiz vagamente salado y esta es una manera chic de aludir al ámbar gris, como ocurre con el Eau des Merveilles de Hermès. Esta madera empapada por el olor seco, medicinal de la mirra y el vago eco ahumado del labdanum y el vetiver recuerda un poco a un whisky escocés. Sólo un poco.

El ámbar gris es como una sugerencia, lo que en cierto modo emula la naturaleza casi imperceptible e inefable del más fino grado de ámbar gris pero, en última instancia, se concreta en un intento de conjurarlo a través del ambrox más el efecto de dos notas en contraste: la nota de sal y la nota de azúcar o la combinación de yodo y miel…la madera a la deriva aporta el aspecto salado, la mirra -que parece reforzada con cera de abejas- da el toque azucarado y recrea una sensación melosa almizclada un poco cabezona aunque no llega a ser densa o animal sino, sobre todo, gustativa.

Paradójico como parece el planteamiento, es un perfume muy equilibrado y sutil en el que conviven en armonía la faceta más sobria y clásica de un iris seco, amaderado y ambarado junto con un iris lúdico y ciertamente regresivo por el dulce olor a bebé que desprende y los tímidos efectos palatables de tofe, chocolate blanco y leche. Por esta combinación que encarna tanta ternura hace pensar en Bois Farine (2003) de L´Artisan Parfumeur. Son como primos hermanos.

Bois d´Iris es un perfume minimalista pero sustancioso y redondo por la riqueza de los materiales con que está formulado. Se presenta como un delicioso perfume de piel que funciona con la discreción y limpieza de una Cologne llena de calidez y dulzura oriental en lugar de los tonificantes aromas mediterráneos. En ocasiones te olvidas de que lo llevas y un tiempo después vuelves a percibirlo con más intensidad y nuevos detalles que le dan un ligero movimiento. Su punto fuerte es precisamente ese, la tenaz delicadeza, algo que, en el fondo, forma parte de la naturaleza del iris -especialmente del florentino- y del ámbar gris, ambos elusivos protagonistas de este perfume que es capaz de crear un aura etérea, delicada y algo exótica pareja a un paisaje sereno, fantasioso y tranquilizador.

Porque es un perfumes de características, de tonalidades y texturas más que de movimiento, color y contraste también tiene una velada cualidad sensual. Puede recordar a varios perfumes ya sea por su faceta balsámica (Eau Duelle de Diptyque, Myrrhe Ardente de Annick Goutal , Mandorlo di Sicilia de Acqua di Parma), que por su etéreo y suave iris ( L´Eau d´Hiver de Frederic Malle, Iris de Odori, Iris Pallida de L´Artisan Parfumeur) o por su carácter seco y amaderado (Sycomore de Chanel, Encens Satin de Armani Privé) pero, porque es un perfume de piel y, por tanto, algo puramente individual, Bois d´Iris es comparable a la experiencia de oler un pomander, llevar un jersey de cashmere o leer un poema artúrico dejándose arrastrar a ese mundo legendario de bosques oscuros y parajes rocoso que esconden un palacio encantado, con misteriosas damas cuyos vestidos resaltan por sus verdes mangas y caballeros andantes en pos de su destino. Una narración. Algo de hoy y de siempre.

Momento musical: El Lago Encantado, poema sinfónico Op 62 de Anatoli Liadov -un mago de la armonía y los detalles que siempre componía pequeñas – grandes obras.

Lo que no es y es : Jeux de Peau de Serge Lutens.

08 jueves Dic 2016

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almizcle, canela, caramelo, fenugreco, helicrisio, iris, leche, mirra, olibano, perfume, regaliz, sándalo

depalabras

«Lo más profundo que hay en el hombre es la piel. Y qué mejor que sentir la invitación de la caricia del agua para sumergirnos en el mar.» Cita de La idea fija de Paul Valéry.

Podríamos decir algodón de azúcar especiado, praliné de avellanas, café irlandés, manzanas caramelizadas, pan brioche con miel y mantequilla y otras tantas cosas por el estilo, pero ninguna de estas palabras sería la descripción adecuada. Aunque tampoco sería del todo inapropiada. Con estas palabras describimos continuas y fugaces sensaciones, en algún punto similares entre sí, que habitan en el perfume sin llegar a concretarse del todo. Jeux de Peau no entra de lleno en el territorio gourmand como ocurre con Santal Majuscule, es más elusivo…

También podríamos decir que es un perfume de estructura lineal. Lo es, pero lleno de efectos que vienen y van, dibujando una trayectoria de carrousel. Esa ilusión de movimiento en círculo sombreando el perfume es lo que despista tanto y hace de este jugo algo bastante único pues no es ni completamente gourmand, ni totalmente amaderado, ni plenamente ámbar, ni del todo un iris endulzado. Es todas y cada una de estas cosas en un momento dado, y luego, la otra. Similitudes, vaguedades…

Sólo su nombre resulta descriptivo y concreto: Jeux de Peau, Juego de (en la) piel. Fantásticas palabras para introducir la experiencia lúdica y única del perfume sobre la piel porque el perfume mismo, todo perfume, juega sobre la piel de cada persona de un modo sutil pero tenaz. Nunca es el mismo en la misma persona, nunca es lo mismo para otras personas.

Jeux de Peau juega como el que más. Es una invitación al acercamiento pero también es una prueba de resistencia. Invita porque es dulce y cálido, con el atractivo de un suave almizcle blanco, un abizcochado sándalo o un iris delicadamente vainillado como telón de fondo. Pero también te prueba porque primero eclosiona en la piel como una nube dulce y mantecosa que resulta casi intoxicante y, de ella, después, como serpentinas, surgen cosas curiosas: un hilo especiado, el vago recuerdo del café con achicoria, un dulzor verde y casi herbáceo, trazas de regaliz e incluso una vaga impresión de cuero, todo ello bañado por la sensación de alimentos tostandose. Son matices raros por independiente, algunos incluso chocantes, pero en conjunto funcionan porque generan el contraste necesario para dejar atrás la monotonía de un perfume dulce al uso, conjurando un allure oriental-amaderado-especiado.

Jeux de Peau (2011) quizás intente decir «acércate, pero acércate con respeto». Todo el mundo entiende que algo dulce y cálido no levanta un muro de seriedad, ni crea distancia como haría un perfume más seco y áspero. Curiosamente, esta proyección de cercanía a través de notas dulces la gente tiende a interpretarla como un signo de baja competencia. Sí, lo que para el portador o portadora puede ser una elección por confort, para los otros, que huelen con el espacio como principal mediador, lo dulce se lee como «a ti te falta poder». Inconscientemente es así. Pero Jeux de Peau , aún siendo dulce y cálido y acogedor, se desarrolla como un perfume rico, imaginativo y no exactamente fácil de llevar.

A través de sutiles matices habla de ambiente acomodado: efluvios de cuero, iris, ámbar, especias e incluso whisky. En otras palabras, sugiere lujo pero no ostentación.

De alguna manera podría emparentarse con Pink Sugar (2004) de Aquolina: ambos parten de una nota de azúcar basada en etil maltol rodeada de distintos matices gustativos y, en ambos casos, evolucionan como perfumes amaderados con acentos amargos de regaliz y trazas de notas verdes. Pero mientras Pink Sugar se lee directamente como puro algodón de azúcar, Jeux de Peau y sus mil matices sólo sugiere, y lo que sugiere es como miel empolvada.

Por otro lado, relacionarlo con Sables de Annick Goutal es inevitable porque en ambos sobresale el peculiar carácter del helicrisio, un olor curioso y complejo, a veces incluso discordante, que divide a la gente. El aceite esencial de helicrisio (o siempreviva) tiene un perfil gustativo, pungente, primitivo, oriental. Para muchas personas, pese a ser algo abigarrado, sólo huele a curry porque una de sus facetas recuerda a esa especia pero, en realidad, es un material lleno de inflexiones cálidas y melosas, herbales y empolvadas con matices de cuero, té, tabaco, jarabe de arce, fenugreco, cerezas…en definitiva una esencia muy aromática que imprime personalidad en las fórmulas. En Sables es total protagonista, en Jeux de Peau interpreta junto al sándalo una armonía ambarada.

Finalmente, otras referencias más cercanas, las encontramos en la misma colección de perfumes de Serge Lutens con Santal de Mysore (1991) y Santal Blanc (2001). En Jeux de Peau hay un poco del balsámico sándalo especiado con recuerdos de curry que brilla en Santal de Mysore pero, sobre todo, hay bastante de la suave calidez almizclada y empolvada con que se realza el acorde de pan blanco -pan de leche- y leche caliente en Santal Blanc, sólo que en Jeux e Peau el pan está recién salido del horno, tiene más corteza y fue amasado con masa madre.

La nota gustativa de producto horneado, de panadería, es sobre todo, un efecto creado con pirazinas. Este grupo de químicos aromáticos está presente en la naturaleza de distintos modos, por ejemplo, se desarrolla durante el horneado de pasteles o la caramelización del azúcar y con frecuencia son usadas por la industria alimentaria para crear sabores de avellana o praliné. Las pirazinas también se usan en perfumería en trazas para crear un atractivo singular, así en Bois Farine son responsables en la salida de tonos verdes y recuerdos de avellana; pero en Jeux de Peau el efecto se ha llevado al extremo y no es sólo una sugerencia palatable lo que encontramos en la salida del perfume sino que casi se pueden saborear las avellanas -avellanas lechosas, algo verdes incluso- el praliné, el café, la crema de caramelo, los dulces de malvavisco tostados… Casi , o sin casi, es brutal el relieve de estas notas en salida pero esto se calma al rato y entonces comienza el juego en la piel.

Distintos químicos aromáticos están empeñados en dar el singular perfil gustativo de Jeux de Peau, gracias a ellos se sugieren muchas notas y sensaciones relacionadas con la leche y el azúcar: leche caliente, tofe, azúcar caramelizándose, cierta mantecosidad así como matices de café, achicoria, jarabe de arce/fenugreco. Junto a ellos, ciertos ingredientes naturales que subrayan los aspectos gourmand del perfume, destacando el helicrisio y quizás algo de extracto de trigo. Esta combinación de materiales está muy lograda y resulta interesante el equilibrio entre matices, la redondez de las notas y a la vez la sutilidad de las mismas. A menudo es difícil saber qué estas oliendo exactamente y qué lo produce: ¿es la nota de coco que surge hacia el final de la evolución un efecto del sándalo, de los lactones o es producto de una nota de osmanto que también aporta el toque a confitura de albaricoque? ¿Es la mirra la que produce la nota de regaliz? ¿Realmente hay una nota a frutas fermentadas y fenoles que hace pensar en un acorde de whiskey o es otro de los tantos efectos que surgen en la piel?

Superada la prueba inicial, superada esa salida brutal, Jeux de Peau se convierte en un juego de sugerencias infinitas. Es el juego de las relaciones entre matices, porque los olores se relacionan unos con otros rompiendo los límites que establecen las taxonomías académicas. Sin categorías absolutas, ni gritos impositivos, el perfume acaba revelando, en sotto voce, un aspecto aromático de la piel humana: el recuerdo a miel.

Agujas de pino, manzanas e incienso: Wazamba de Parfum d´Empire

19 jueves Dic 2013

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ámbar, ciprés, incienso, labdanum, manzana, mirra, opopanax, perfume, pino, regaliz

piña

De niños vivíamos los momentos sencillos con toda naturalidad, la realidad no estaba impregnada de valores positivos o negativos. Todo era acontecer, sin más. Al crecer, la experiencia va progresivamente filtrándose en nuestra mente porque vamos acumulando, sin darnos cuenta, prejuicios e ideas preconcebidas que disminuyen o incluso anulan esa capacidad para apreciar cómo discurre la realidad. De adultos, o nos entrenamos a conciencia o difícilmente podemos recuperar el modo abierto de experimentar. Pero existen cosas que nos pueden devolver esos momentos limpios en los que el ser y el estar se solapan y las sensaciones desembocan en sensaciones.

Quizás alguien haya dejado volar la imaginación tras estas palabras, quizás alguien esté soñando despierto. Pero nada más lejos de mi intención, nada más lejos de mi estilo. Estoy hablando del desarrollo de la atención a través de la percepción. Ni escapismo, ni ilusionismo.

Los sentidos nos proporcionan estímulos que procesamos, analizamos, juzgamos…pocas veces los disfrutamos sin más. Pero todos, seguro, tenemos algún sabor o algún olor que nos facilita ese estado de plenitud. A veces, también los paisajes, los jardines, los edificios nos pueden sumir en esa particular clarividencia; aunque no todo el mundo tiene la misma facilidad para este tipo de experiencias, lo cierto es que surgen sin más y se viven tal cual. Suelen tener una fuerte dimensión sinestésica -varios sentidos focalizan a la vez el mismo estímulo- lo que las convierte en recuerdos vívidos susceptibles de ser reinterpretados a través de la imaginación.

Llamemos a esos olores, sabores, paisajes, etc catalizadores de la conciencia. Pensad en Proust y el episodio de la magdalena. ¿Habéis encontrado un perfume que os ofrezca un instante de serenidad y conciencia plena a la vez, de luz, textura, temperatura, una sensación de tiempo y lugar? Si pienso en aquellos perfumes con los que más me identifico, todos tienen algo en común: al probarlos ellos eran la única realidad que podía experimentar, como si de nuevo fuera una niña descubriendo algo nuevo.

Sin embargo, existe un material en perfumería que por sí sólo tiene esa cualidad: el frankincienso. La realidad se dilata y la respiración se vuelve más profunda cuando eres capaz de apreciar en el olíbano la riqueza de sus matices. No en vano, es la base del incienso, el aroma místico por excelencia.

Los perfumes de incienso, con resinas y maderas preciosas, fácilmente evocan la idea de misticismo en multitud de culturas pero no siempre van más allá de lo esperable: algo dulce y ahumado. Funcionan como estereotipos olfativos, que también existen, llegando a ser poco más que una distracción. Creo que por esa razón apenas comento perfumes de este tipo, porque rara vez encuentro algo que me conmueva, algo que sea una reminiscencia del material, así limpio y fresco, amaderado, muy aromático y profundo, capaz de iluminar el momento con una luz especial: clara como una mañana de verano y trémula como la llama de las velas.

En Wazamba (2009) esos matices preciosos se presentan como pinceladas aquí y allá matizando un perfil resinoso y conífero muy compactado. Aunque lo que más caracteriza a este perfume quizás sea el persistente dulzor aromático que recorre todo el perfume, desde la salida hasta la base, mutando lentamente hasta transformarse en una nota ambarada. En la primera fase de la evaporación recuerda al penetrante dulzor acaramelado de las agujas de pino frescas acompañado por un verdor algo seco pero poderoso y con recuerdos de manzana y semillas de granada. En conjunto, la salida presenta una curiosa faceta verde que hace pensar en una nota tipo caléndula/tagetes.

El perfume evoluciona con tonos luminosos hacia una base refinada de ámbar dulce. La mirra, suavemente especiada, está reforzada con una potente y oscura nota de regaliz mientras el opopanax continua la dualidad frescor/dulzor con un tono más meloso. Como en toda composición de Parfum d´Empire, Wazamba también exhibe una faceta cuero, aunque es una fugaz sensación que emana difusa, acompañada de acentos licorosos. El acorde ámbar mantiene el rasgo frutal del perfume, ahora con recuerdos de compota de manzana, y algo de frutos rojos para cerrar el círculo. Wazamba, en términos de olor, es más una fantasía orientalizante que un perfume de frankincienso en sentido estricto, aunque resalta de forma contundente su faceta frutal, pero sí que tiene la capacidad de invitar a respirar con profundidad.

wazamba

Madera dulcemente perfumada: Elle L´Aime de Lolita Lempicka

08 viernes Nov 2013

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bergamota, coco, jazmin, lima, mirra, neroli, perfume, salicilatos, sándalo, Vainilla, ylang-ylang

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«Cuenta ahora el relato que, cuando el Corazón, Deseo y Largueza hubieron permanecidos un rato maravillados por el resplandor del hermoso castillo, como ya se ha dicho, después volvieron en sí mismos y, cuando hubieron recobrado bien la vista, comenzaron a ascender la roca por la veta que era de diamantes, lo cual causóles gran fatiga, pues habíalos tan puntiagudos que atravesaban sus calzados y sus pies(…)Entonces levantaron los tres enseguida la cabeza, pues no se podían tener de mirar la gran belleza del hermoso castillo y contemplaron el portal, que no habían visto todavía, y qué rico y hermoso era, y vieron, encima de la puerta, dos grandes imágenes de ámbar amarillo, adornadas de oro de alquimia hecho de la quintaesencia y de piedras preciosas muy ricamente talladas y realzadas, que sostenían un espejo hecho de una plancha de diamante grande y ancha de alrededor de tres pies en todos los lados, adonde se podía mirar desde la primera barrera del castillo. Y tenían dichas dos imágenes sus nombres escritos bajo sus pies, y la una se llamaba Fantasía y la otra Imaginación, las cuales habían diseñado, entre las dos, la edificación de susodicho castillo como maestras de obra. Y había sobre sus cabezas unas gruesas letras talladas que decían así:

Nadie en este espejo se ha de mirar
Que no sea un verdadero amante leal,
El dios de Amores así lo ha hecho decir,
Que él brevemente se habrá de arrepentir;
Pues aquí sufrirán duelo e ira
Aquellos que a Amor falazmente desdigan,
Y en él verán enteramente
Su engaño y falsos asedios
Su trampa evidentemente.
¡Ahora guárdese de ello quien tenga miedo!»

Cita de la novela de caballería alegórica El Libro del Corazón de Amor Prendido (1457) de René D´Anjou.

Se dice que el efecto aromático del sándalo refuerza la voluntad. De carácter místico, sereno y espiritual calma los nervios y, seguramente, por eso invita a lo sensual. Su calidez profunda y envolvente le da un aire oriental refinado. Pero en perfumería es una nota difícil: bien tratado puede desarrollar un aura de sutil fortaleza, difusa y envolvente al mismo tiempo; mal trabajado sólo es un olor persistente y sin matices.

Con las flores tropicales -como el nardo, el jazmín de la India, el tiaré o la gardenia- esta madera tiene un punto en común: la faceta lactónica con recuerdos de tofe y frutos amarillos. Y es precisamente ese aspecto el que se explora en Elle L´Aime para crear un perfume de sándalo dulce, fresco y ligero.

Sí, Elle L´Aime es, en el fondo, un perfume amaderado envuelto por un velo de flores tropicales. Mientras en el secante es el ylang-ylang y la pulpa de coco lo que predomina, en la piel es otra historia.

Inicia con una nota de bergamota verde reforzada con bastante linalol que le da un carácter muy alimonado a la salida. Para mí también hay un toque de flor de manzano. El nerolí vuelve la faceta cítrica un poco azucarada y floral, con recuerdos de mandarina y aporta, sobre todo, un acabado etéreo. Pero dentro de esa ligereza ya se puede apreciar cierto tono exótico.

El corazón lo ocupa un bello jazmín verde, ligeramente cítrico acompañado de una nota de flor de coco que desconozco pero que recuerda sobre todo a un tiaré mantecoso. Pese a que estas notas invitan a pensar en parajes vacacionales en Elle L´Aime el paisaje no se dibuja por completo, es sólo un esbozo. El perfume está dominado por la tensión entre un fino frescor alimonado que, en ocasiones, se acompaña de matices verdes y secos que recuerdan a un caramelo de piña e incluso a la menta, y la faceta cremosa que oscila entre el caramelo de tofe, la leche caliente y aspectos mantecosos de coco. Lo cierto es que algunas flores tropicales como la gardenia, el frangipani o la trompeta de ángel comparten ese rasgo dual entre limón y crema; ese es el efecto global que transmite la faceta floral de este perfume: algo alimonado, luminoso y ligero pero poderoso. No hay trazas de dulzor narcótico. Al final, el sándalo se muestra más rotundo, seco y balsámico acompañado por el tenue recuerdo a regaliz que aporta la mirra.

Es difícil que algo en el universo de Lolita Lempicka no te atraiga porque apuesta por la femineidad romántica y siempre encierra un elemento de misterio o magia con mucha atención al detalle para que no se rompa el encanto. Este nuevo perfume de la firma, Elle L´Aime, compuesto por Christine Nagel y Serge Majoullier, busca con sus notas radiantes representar el perfume como un talismán y, también, transmitir esa energía propositiva de una mujer cuando está enamorada. La idea en sí misma es bonita porque invita a creer en el deseo pero, además, ese refinamiento y frescura de la madera dulcemente perfumada resulta hechizante.

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Me hace pensar en mi versión favorita con ritmo latino e interpretación de Eleni Dimou y Giorgos Dalaras del clásico An thimitheis to oneiro mou – dejo una traducción Si recuerdas mi sueño para quién tenga curiosidad; existe una versión en castellano muy famosa pero también bastante diferente de la original llamada Luna de miel.

Pequeña arqueta de recuerdos y fantasía: Myrrhe Ardente de Annick Goutal.

09 sábado Mar 2013

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benjuí, haba tonka, madera de guaiac, mirra, papiro, perfume, regaliz

mirra-2

La colección de perfumes Les Orientalistes es un capítulo aparte dentro de los perfumes Annick Goutal: alejada de los cítricos aromáticos, los florales inusuales o los delicados soliflores recala en una gama de la paleta perfumística que hasta el momento la marca no había explorado con exclusividad. El punto de partida y de llegada de cada perfume en la colección es la materia prima como concepto de materia preciosa: almizcle, incienso, mirra y ámbar. Así que cada propuesta es a la vez un estudio minucioso de las facetas de estas materias y una fantasía orientalizante.

En el caso de la mirra y del almizcle, además, Isabelle Doyen -que suele construir sus perfumes con contrastes más claroscuristas y múltiples piruetas sobre un mismo tema- ha trabajado las notas como si de una acuarela se tratara, pero una acuarela muy rica en pigmento, una acuarela opaca. Esta es una cualidad hermosa porque parece esconder en la simplicidad austera una especie de misterio silente, un pálpito intrigante que realmente sí es un concepto de la estética oriental. Esa mística que también los pintores orientalistas trataron de capturar en sus escenas de costumbrismo inspira la colección y, para dar coherencia al conjunto, existe un acorde muy refinado tipo ámbar que las cuatro composiciones comparten en la base: el hilo conductor. Ese acorde está a medio camino entre elementos secos característicos del ámbar gris y las fantasías balsámicas que del tema se hacían a principios del s.XX y recrea fugazmente la atmósfera recogida de los templos llenos de piezas de maderas antigua e inciensos.

Creados con materiales modernos que tienden a ser más transparentes, Les Orientalistes y, Myrrhe Ardente a destacar entre ellos, mantienen la idea clásica de un claroscuro construído mediante sutiles juegos de sombras con una opacidad lechosa más propia de otras épocas. Ese arte de difuminar contornos y redondear notas en un acorde único, compacto y aparentemente sencillo pero en el fondo elaborado con facetas de minuciosa factura, capaz de evocar la idea de un viaje en el tiempo algo nostálgico.

Myrrhe Ardente es especialmente capaz de conjurar esta idea mística en la mente de manera más elusiva que el resto, en parte por la tonalidad peculiar que tiene llena de matices siena, pero también porque el perfume incluye la idea de la mirra como ingrediente tradicional en las recetas de inciensos y, aludiendo a esta función, habla de la forma más antigua de perfume: a través del humo, sin presentar directamente la nota de frankincienso que todos asociamos rápidamente con los incensarios. Tiene un carácter recesivo, quedando muy cerca de la piel durante horas y, a la vez, igual que una ola, puede inundar el aire con su suave estela balsámica.

En la evolución del perfume, la faceta ahumada es ligera y sutil pero constante. A veces presenta puntas de olor más secas y especiadas de clavo y nuez moscada, a veces incluso es casi picante. Tiene también el leve recuerdo coriáceo del azafrán y seguramente eso sea un efecto creado por la nota de papiro que hay en la base. Otras veces, esta faceta se desarrolla como una lenta voluta de humo amaderado y vainillado, donde se despliegan los matices harinosos y de tofe que aporta el benjuí y la cremosidad almizclada del sándalo que crea la madera de guaiac, dando un toque más exótico aún. Incluso el humo puede refrescarse con algo vagamente salino y terroso, entre musgo y vetiver…es un efecto vivificante. Esta es la cara más refinada del perfume, la predominante y, en conjunto, me lleva a pensar en Myrrhe Ardente como un trabajo de abstracción que comparte personalidad con el Musgo de Sajonia (para experimentar esta nota de musgo en su gloria hay que probar Nuit de Nöel de Caron).

Hay otra parte del perfume que tiene un carácter más primitivo y que, sin embargo, me recuerda a un producto muy elaborado: el whisky escocés de buena calidad. Es esa faceta más penetrante dentro de la tonalidad ahumada, que hace pensar en el heno, la tierra y el cuero en su forma más cruda mezclada con el efecto típicamente alcohólico de esta bebida que a veces tiene matices de galleta y brioche escondidos…igual que este perfume -la crema corporal realza estas notas de galleta junto con las notas más balsámicas, restando sequedad a la fragancia-. En Myrrhe Ardente hay también algo meloso, debido a que lleva cera de abejas, equilibrando lo ahumado con lo balsámico en el corazón del perfume, mientras que la salida presenta una nota muy seca y muy intensa de regaliz, característica de la esencia de mirra, que va disolviéndose con laxitud mientras el perfume se expande como humo voluptuoso**…exactamente así.

**Así es como en la publicidad original de Les Orientalistes se describía este perfume que, según he leído hace unos días, será retirado este año.

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La Fuente del Amor y Lolita Lempicka Le Premier Parfum: dos versiones.

24 sábado Nov 2012

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almizcle, haba tonka, iris, mirra, patchoulí, perfume, regaliz, Vainilla, violeta


*Le Premier Parfum.

Patchoulí-iris-praliné formando un acorde amaderado multifacetado entre frío y cálido, palatable y táctil más cereza-anís-regaliz para añadir un goloso acorde afrutado, de nuevo frío y algo amargo pero capaz de invocar el universo infantil. Le Premier Parfum (1997) de Lolita Lempicka junto con Angel de Thierry Mugler sentaron precedente al combinar notas gourmand con patchoulí e iris. El éxito de ambos perfumes llevó a que este esquema se multiplicara en numerosos lanzamientos. Una parte de este éxito está en que ambos perfumes tienen una identidad sólida y fácilmente reconocible, algo difícil de conseguir.

La explotación de un tema exitoso en perfumería no es exclusivo de estos tiempos, lo que si es más novedoso es el fenómeno de la crítica extendida gracias a Internet y en ese contexto el término fruitchoulí se ha hecho popular, aunque no por su valor descriptivo sino por asociarse directamente con algo poco original y demasiado conocido, un sabor a patchoulí y frutos rojos sin más…de aquí a no prestar atención a lo que se nos presenta puede haber un paso. Aunque es cierto que algunos perfumes son poco brillantes o más bien aburridos, etiquetar directamente puede hacernos perder cosas interesantes. En este sentido siempre pienso en Sublime Balkiss de The Different Company, construído en torno a un acorde de rosa-frutos del bosque-patchoulí-hojas de violeta pero que gira hacia una tonalidad chyprée más que a un sabor oriental-especiado. Es un gran olvidado quizás porque una marca más selectiva se atrevió con un tema popular, pero es un buen perfume, un perfume radiante.

Sin embargo la misma composición de Annick Menardo para Lolita Lempicka ha sufrido su propio éxito en forma de múltiples versiones a cargo de la misma perfumista. Aún así, el tema sigue dando jugosos frutos y este año presentan dos ediciones limitadas a las que prestar atención: L´Eau en Blanc y Eau de Minuit . Ambas mantienen el sello característico de Le Premier Parfum y comparten una textura elaborada pero con personalidades opuestas; las distintas interpretaciones de un mismo tema pueden sacar a la luz diversos matices interesantes, como ocurre en pintura, música, cine, etc. Para ejemplo, La Fuente del Amor.

El tema de La Fuente del Amor hunde sus raíces en la mitología y la literatura clásica latina y su temática evolucionó en la literatura medieval donde el Jardín del Amor -que solía albergar una fuente en algún rincón- era el escenario para representar los valores corteses. La Fuente recibe el poder de generar deseo y amor en quien bebe de ella por culpa de Cupido, que tenía la costumbre de lavar sus flechas en dicho lugar.


* La Fuente del Amor (1885) de Jacques-Clément Wagrez

La versión de Wagrez es la de una pintura de género académica basada en las escenas dieciochescas de las pastorales y pasada por el filtro historicista del s.XIX para recrear un jardín medieval idealizado que funciona como alegoría de la naturaleza pareja al progreso de los sentimientos. El tema es el galanteo idílico sin que las emociones sean especificadas. Es una pintura bonita.


*Le Premier Parfum edición limitada L´Eau en Blanc 2012.

L´Eau en Blanc es igualmente algo bonito, hecha para oler así, bien. Suave y transparente…todo gira en torno a la delicadeza, una cualidad a destacar porque está muy lograda. El tema es las violetas blancas y las almendras glaseadas (almendras de Jordania o peladillas) que se regalan de cinco en cinco en las bodas, siguiendo una antigua tradición. Tanto el aroma de las violetas finamente empolvado y el frescor con un toque vegetal del iris como la nota azucarada de las almendras y el dulce de mazapán están muy bien definidos desde el principio. La nota de frutos rojos se encuentra más fundida con la heliotropina en esta versión y progresivamente lo que va quedando es un perfume de piel basado en almizcles y haba tonka. Pese a ser una versión que destaca por la suavidad y aunque retrata una violeta empolvada y sutil más basada en la percepción de una textura que en el olor penetrante y nasal que esta nota puede tener, L´Eau en Blanc no carece ni de solidez ni de presencia.


*La Fuente del Amor (en torno a 1784) de Jean-Honoré Fragonard.

Fragonard llegó a pintar hasta cuatro versiones del tema con mayor o menor oscuridad pero manteniendo las líneas generales de la composición. La Fuente del Amor en este caso es una alegoría del matrimonio. Aunque el estilo alegórico está menos perfilado y el peso recae más en el valor de un estado mental- el de los protagonistas- y una cierta melancolía- la del autor que parece advertir con tintes de romanticismo la fatalidad que conlleva la pasión-. La escena tiene una estética contemporánea a la época del pintor y en ella profundiza en el factor motivacional del deseo y la consumación. La pareja de jóvenes se apresura a beber el agua que les ofrecen los pequeños cupidos. La escena transcurre entre ensoñación, misterio y oscuridad pero tiene un mensaje profundo y poético. Aquí el vocabulario de los sentimientos está muy marcado, destacado incluso, frente al cuadro de Wagrez.

Eau de Minuit es a L´Eau en Blanc como el cuadro de Fragonard al de Wagrez: mismo tema, misma raíz pero uno es bonito, el otro profundo. El Eau de Minuit en salida es mucho más parecido a Le Premier Parfum; pero cuando evoluciona en la piel se puede apreciar bien su intensidad. Remite a la imagen de un bosque oscuro con el olor de la tierra húmeda como idea de fondo. El característico olor del concreto de iris está oscurecido, apoyado por una nota de madera vieja y polvorosa a la que contribuyen el patchoulí y la mirra. Sigue siendo un perfume de contrastes entre lo cálido y lo gélido, entre el amargor más patente y la dulzura balsámica más sutil pero de forma muy compacta. El regaliz aquí es como una veta profunda y oscura que atraviesa el perfume aportando una frialdad ligeramente medicinal y anisada de corte clásico. La mirra va a continuar ese tono pero añadiendo más oscuridad con su faceta balsámica y ligeramente mohosa, mientras el acabado empolvado de la vainilla redondea todo. Como en L´Eau en Blanc, la textura domina el carácter del perfume y pese a que su solidez e intensidad podría hacer pensar en algo más cercano a una seda pesada, mantiene la cualidad vaporosa .

Sí habéis admirado Le Premier Parfum pero nunca llegó a convenceros del todo podéis probar una de estas dos versiones. Ambas mantienen buena parte del núcleo del perfume original, comparten la textura y una nota de concreto de iris muy pulida. Pero una es blanca y gentil, la otra oscura y pasional.


*Le Premier Parfum edición limitada Eau de Minuit-Midnight 2012 en la colección de Navidad Illusions Noires.

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