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Olibanum: cuaderno de perfumes

Olibanum: cuaderno de perfumes

Archivos de etiqueta: ámbar

Tuberosas en la biblioteca: Cèdre de Serge Lutens.

01 viernes Dic 2017

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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ámbar, cedro, clavo, miel, musgo, perfume, tuberosa

Podría ser más enigmático pero, en el fondo, Cèdre es nostálgico porque arrastra un consistente recuerdo a veteranos libros encuadernados en cuero y ese aire perfumado como de antiguo gran perfume multifacetado. El eco susurrante de otra época no desaparece, huele a polvo de tuberosa, a clavos y a ámbar aunque la principal nota sea, como cabría esperar, la madera de cedro en clave refinada.

Cuando la gente se adentra en el mundo de la perfumería niche lo hace buscando algo diferente y especial o algo perdido. Diferente al mainstream y al catálogo tradicional de los grandes nombres. Busca algo de olor único ya sea porque parezca algo innovador, porque resulte un acercamiento raro e impensado a una nota conocida o la nota misma sea realmente exótica. Y esas diferencias y esas rarezas deben ser más que evidentes y palpables para que la gente acepte el producto como propiamente niche… es una paradoja de este sector que mientras se busque lo diferente se rechace la fantasía…La perfumería nicho también tiene sus clichés pero Serge Lutens en esto de hacer ver notas perturbadoras o extrañas en composiciones exóticas nunca se ha quedado atrás como tampoco ha dejado ver con frecuencia que sus temas recogen el legado del pasado -salvo excepciones como Clair de Musc o La Myrrhe donde se lee con facilidad el legado del Nº5-; no, el arreglo de las notas suele ser tal que siempre parece totalmente original, como si partiera de cero en todo momento. Sin embargo, en los perfumes de Serge Lutens hay tanta erudición como creatividad, cosa que en Cèdre se hace ver de forma particular, como si fuera un eslabón perdido de la tradición y el saber hacer de los clásicos.

Así que acercarse a Cèdre con la expectativa de encontrar un olor a cedro moderno y espacioso basado en Iso E Super al estilo Feminité du Bois y el resto de perfumes de la serie Bois es asegurarse la decepción; probarlo esperando un perfume de crudo olor a cedro así agudo, ahumado, ligeramente animalístico y alcanforado acompañado de las consabidas especias o el frescor de los cítricos con los que tan bien combina tampoco es la mejor opción para entenderlo. Ni es cedro diáfano, ni es cedro áspero y opaco. Cèdre se basa en la versatilidad del cedro como material de la perfumería clásica y lo que resalta de su carácter no es su pungencia inical sino su cálida tenacidad ambarada.

El perfume realza exactamente esos aspectos de fondo en el cedro que recuerdan a la jara, a las viejas maderas de sólidos muebles y vagamente a cuero y a especias todo envuelto por una luminosidad melosa y un matiz floral frutal que aquí se realza con tuberosa. Una tuberosa discreta que combina muy bien con el cedro y sirve para remarcar aspectos medicinales y vegetales de la madera pero que también, por su carácter cálido, su recuerdo a clavo y esa vaguedad dulce y melosa tan suya complementa el acabado ambarado del perfume. Aquellos fanáticos de la tuberosa que esperen encontrar tras la fanfarria inicial un soliflor de tuberosa en clave oscura y pleno de voluptuosidad quizás queden decepcionados. La tuberosa aquí es un acento que redondea con sutilidad el tema principal y está lejos de la cremosidad solar o la intoxicante naturaleza de la flor. Se aprecian matices de tuberosa -y también un poco de rosa- como se podrían apreciar en una flor natural desde cierta distancia.

Partiendo de ese recuerdo a cuero y miel que tiene la propia madera, el tema que predomina en Cèdre es el ámbar. Tras la promesa de tuberosa inicial el perfume comienza a desplegar un carácter dulce a la vez que seco, con puntas de olor afrutadas, de tabaco y especiadas y con una textura entre empolvada y aterciopelada que caracterizará la composición hasta el final. Eso es básicamente este perfume: ese olor seco, ligero y dorado que el cedro como material puede aportar a un perfume convertido en tema central; y este viaje en el tiempo se completa con un discreto acabado musgoso más afrutado y sutil que los más verdes musgos del pasado porque en Cèdre no se busca la densidad de un perfume vintage. Lo que se persigue tiene un valor más atmosférico.

Si hay una palabra que pueda asociarse a este perfume es remembranza porque Cèdre recuerda a formas del pasado y es reminiscente de un chypre floral al estilo de Passion de Annick Goutal, pero hablando mediante murmullos, oscilando entre realidad y recuerdos. Para mi tiene el aire evocador de aquellos veranos de mi infancia tardía en los que leer una novela de Agatha Christie era acceder al mundo de los adultos y sucumbir al entretenimiento de la trama mientras viajaba con la mente a otros lugares y otras épocas. Ya fuera en la playa que en una terraza o en la comodidad de mi casa, sostener aquellos volúmenes con tapas duras y perderme entre las pistas de los hoy ya tan obvios Asesinato en Mesopotamia o Muerte en el Nilo era pura aventura. Pura aventura perfumada por el papel que ya había comenzado a envejecer y por los perfumes adultos que las mujeres adultas a mi alrededor llevaban entonces. Esa mezcla es para mi Cèdre y puedo imaginarme a Poirot usándolo. Al Poirot interpretado por David Suchet: sutil, minucioso, cosmopolita educado pero al mismo tiempo un tanto singular y oscuro. Ah…Bon!

De allure oriental y frescor chic: La Femme Intense de Prada.

24 viernes Nov 2017

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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ámbar, clavo, flor de naranjo, frangipani, iris, jazmin, nardo-tuberosa, patchoulí, perfume, pimienta rosa, Vainilla, vetiver

¿Quién puede definir con exactitud lo que es la femineidad? ¿Acaso es un universal?

La femineidad es un concepto moderno en el que se aglutinan los valores sociales concretos con la dimensión psicológica de cada mujer y, al igual que la personalidad, es en parte naturaleza y en parte conducta adquirida. Así que como concepto es dinámico y a la vez inasible, pero la gente prefiere aferrarse, así que no suele hablar de femineidad en términos abstractos sino en términos de conductas esperables asociadas a una moral dominante que poco puede tener que ver con el gusto propio y la expresión del mismo.

Pero aunque no haya una única definición de femineidad siempre habrá ese canon marcado por la sociedad que cambia muy lentamente y parece que nunca llega a transformarse del todo en algo totalmente nuevo. Esto es algo que incide directamente en la vida de las personas estableciendo usos, costumbres, estilos y expresiones válidas y aceptables para socializar.

Estas reglas y usos de cada época tienen un reflejo en el mundo de la perfumería. Un reflejo difuso e intrincado a la vez, pero menos accidental de lo que se pueda apreciar a primera vista.

En el s. XIX los olores se asociaban con un sentido de la moralidad muy explícita: los perfumes desprendían el elitista frescor de la Cologne con sus múltiples interpretaciones o hablaba el lenguaje de las flores (floriografía). Nadie pecaba contra esta regla si quería mantenerse en la buena sociedad. Pero por otro lado la fuerte industrialización finisecular, la masiva migración del campo a la ciudad, los nuevos paisajes urbanos con bellos paseos ajardinados por un lado y oscuros guetos por el otro suponían un caldo de cultivo caracterizado por una mayor polarización en la sociedad que hacía que las antiguas reglas del antiguo mundo comenzaran a resquebrajarse poco a poco hasta quedar totalmente obsoletas con la Gran Guerra que supuso el final de aquel mundo. El final de una época y el comienzo de otra significaron muchos cambios en el estilo de vida. Las antiguas fotografías nos dejan ver que corsés y crinolinas quedaban atrás pero no podemos apreciar como aquella sociedad pudiente que podía decidir entre Chanel o Lanvin sentía fascinación por la modernidad sofisticada de los perfumes abstractos y de fantasía.

Perdidos en parte los antiguos usos, surgía la necesidad de un nuevo lenguaje oficial que marcara la forma de presentarse en sociedad. Ya fueran las flores que la anchura del ala de tu sombrero, siempre era cuestión de que algo sirviera para establecer una comparación y crear un estereotipo en el que confluyeran viejas y nuevas ideas.

Los manuales al uso sobre el vestir o los buenos modales pudieron hacerse más «técnicos» pero el esquema subyacente vino a ser lo mismo, algo así como fisionomías asociadas a colores, colores asociados a virtudes, virtudes asociadas a olores, olores asociados a estilos de vida, estilos de vida que implican una forma de comer, de hablar, de peinarse…cliché tras cliché aglutinados para describir una personalidad, como si eso fuera algo totalmente dado e inmutable, pues así se creía entonces que era.

Aquella moda de los tipos no fue tal moda, aún perdura hoy en día y la publicidad se nutre de ella, pero tuvo su época dorada entre los años 20-30´s y 60´s en la medida en que toda mujer parecía ser de un tipo u otro y Hollywood contribuyó en gran medida a popularizar los estereotipos. De nuevo es el mundo de la imagen el que nos permite hacer una apreciación más directa y plástica de los hechos, pero la perfumería también se desarrolló bajo el influjo de los tipos. La idea podía ayudar a vender.

Frente a la conceptualización de los perfumes abstractos de Chanel, Jean Patou fue pionero en la idea de ofrecer perfumes para rubias, morenas y pelirrojas, asociando un tipo de olor a un color de cabello y suavizando la propuesta con el tamiz del romanticismo novelesco: cada perfume también representaba una fase del romance. Así publicitó sus perfumes creados en 1925 Que je sais?, Amour Amour y Adieu Sagesse. Rentabilizó la idea añadiendo vestidos para  cada tipo. Guerlain se hizo eco de la ocurrencia y en 1935 publicitó sus hoy ya clásicos L´Heure Bleue, Mitsouko y Liu para rubias, morenas y pelirrojas respectivamente mediante coloridos carteles ilustrados por A. Mouran Cassandre en los que resaltaba un sencillo eslogan: Eres su tipo? . Este modo de consolidar clichés asociando olores a caracteres no distaba mucho de la caracterización cinematográfica.

Los tipos siempre dejan fuera las características más personales y complejas porque sólo se basan en agrupaciones de rasgos que luego se asumen como inevitables y universales, aunque de vez en cuando sufran graciosas distorsiones. Pero la gente acepta los estereotipos con gran facilidad. A nivel personal porque describen rasgos y cualidades que pueden gustar y ser vistos como deseables -el cebo de la celebrity o el mito y el glamour de los iconos del pasado tienen un valor psicológico-; a nivel social también se aceptan porque la clasificación sin miramientos es un deporte muy humano que simplifica la interacción.

Es esperable que todo el mundo encaje siempre en algún lugar …pero ¿se pueden romper los clichés? Miuccia Prada sugiere esta idea en sus perfumes- y en su universo estilístico en general-, pero con La Femme & L´Homme y sus respectivas versiones Intense lo plantea directamente. No propone un discurso revolucionario sino una invitación sutil y pragmática para acercarse al perfume con otra mirada. El punto de partida es el propio cliché que se asume como propio e inevitable pero lo plasma con un lenguaje que obliga a mirar dos veces. Y esta es la clave, mirar dos veces.

Prada no propone escapar por completo del esquema habitual sino usarlo como base para construir un lenguaje de fusión entre facetas tradicionalmente femeninas y masculinas, poniendo en relieve matices diversos que acentúan diferente y, por tanto, amplían el campo de visión. Este uso de la fusión quizás sea más evidente en L´Homme & L´Homme Intense donde las notas cálidas y empolvadas de iris contrastan con especias frescas, cedro y ámbar; pero también es cierto que el mundo de la perfumería masculina es mucho más restrictivo en términos de olor y de aceptación de nuevos aromas más allá de las maderas ambaradas, las especias frescas o el cuero. Dicho de otra manera, si el mundo femenino sufre de estereotipos varios y dualistas, el masculino adolece de estereotipo único.

El lenguaje de raigambre clásica que Prada maneja y la perfumista Daniela Andrier ha ido puliendo perfume a perfume se apoya en tres pilares. Parte de un interés por expresar un estilo refinado más atemporal, se basa en un perfil caracterizado por dos materiales distintivos de la perfumería de lujo como son el iris y el ámbar y maneja el eclecticismo como recurso renovador.

El eclecticismo es importante porque es lo que rompe el estereotipo, permite experimentar e invita a pensar en la posibilidad de plantear un universo personal como lugar en el que conocerse mejor y comprender mejor las propias emociones forman parte del desarrollo, en vez de abrazar un dictado.

Pero el eclecticismo es sólo una parte del conjunto. Todo el universo Prada y su espléndido manejo de las sutilezas no estaría completo sin la búsqueda del refinamiento y esto se expresa con facetas limpias- a veces directamente jabonosas- envueltas en un frescor profundo y sedoso asociado al iris de forma más directa que a los cítricos y sostenidas por notas amaderadas ambaradas no necesariamente pesadas o excesivamente vibrantes pero si sólidas y moderadamente secas que dejan ver facetas ricas de ingredientes naturales. Es un sentido del refinamiento que parte de la mente , no de unas maneras y una pose y ese elemento intelectual que puede ser bastante rotundo recuerda a la visión creativa que Gabrielle Chanel tenía del perfume.

El estilo de los perfumes de Prada podrá gustar o no pero es notable que en el panorama actual, mientras las firmas más admiradas por su legado histórico parecen renunciar a sus estándares de calidad y sus señas de identidad, Prada hace lo contrario: apostar por una estética coherente y consistente.

Tan consistente como el carácter tradicional de los perfumes florientales basados en combinar flores blancas, especias y ámbar y en los que cabe poca variación. En ese sentido, La Femme Intense (2017) es un flororiental con algo más interesante.

Como su predecesor La Femme (2016) la idea es romper clichés de la manera más veraz: la femineidad no la representa una sola mujer -no es un tipo- sino distintas mujeres. Es una invitación a cultivar el estilo propio. La idea puede parecer muy obvia -y lo es-, incluso suele ser un lugar común en las conversaciones sobre estilo y moda pero, en realidad, se practica poco la búsqueda personal porque puede tener un coste social elevado. Pero en este caso la subversión incluye el contexto. Lo que Prada plantea, en último lugar, es que defender nuestra gracia y nuestras emociones es una decisión propia que forma parte del desarrollo personal y también es una forma de demostrar que se tiene clase y elegancia.

En términos de perfume esto se traduce en un mundo de sutilezas pero partiendo de las flores- más aún de las flores más dulces- el elemento distintivo de los perfumes femeninos por excelencia. Así, en La Femme todo es aparentemente juvenil, con un perfil de flores mantecosas y frutas tropicales, pero no se presentan claramente como tales sino jugando a dibujar con fluidez y naturalidad matices vagos y delicados de flores blancas; sin embargo, la proyección del perfume es importante y contrasta mucho con la ligereza de las notas…algo realmente tropical. La Femme es fresca por momentos y tiene un brillo dulce de melocotón que redondea las flores con un acabado jugoso pero hay una faceta melosa más primitiva que aporta el acento carnal al fondo verde y jabonoso del perfume. Con su vaguedad de notas frescas y solares, especiadas y animalísticas funciona como algo versátil y confortable que, pudiendo gustar a mucha gente por ser bonito y sencillo, también ofrece algo diferente en esa mezcla de imprecisión y osadía.

La Femme Intense (2017) deja atrás esa vaguedad y se acerca más a la piel: no proyecta tanto pero es más rica en contraste y color. Expresamente más exuberante, se dirige a quien gusta de la riqueza de matices porque estos añaden la profundidad y definición que enriquece la experiencia. Así que esa sensación emergente de aire tropical que inunda La Femme aquí se concreta más en una tuberosa solar muy saturada de luminosidad gracias a un rico ámbar y cuya deliciosa dulzura floral el iris realza con generosidad.

Lo interesante en el perfume es la mayor dimensión oriental que adquiere al facetar el ámbar con una impotante dosis de patchoulí y la calidad del mismo. Así, mientras en un floriental más tradicional el acorde floral tiene más peso, aquí las flores representan la parte radiante de un tema más insondable y sensual. El acento es diferente.

La faceta floral no proyecta un olor abrumador de flores blancas sino que exhala el aroma de un licor de flores dulce, reconfortante y profundo. El bouquet parece un mosaico cuyas teselas dibujan la figura mediante gradación de tonos en lugar de usar un fuerte contraste para diferenciar volúmenes; los tonos van desde brillantes amarillos y blancos cremosos que acentúan elementos florales de forma directa a fragmentos dorados que crean un aura más luminiscente e introspectiva.

Pese a que puede leerse como una tuberosa moderna -solar, ligera, limpia y tersa- elementos distintivos de otras flores se presentan alternativamente en el perfume. No se trata solo de los recuerdos a otras flores blancas que el complejo olor de la tuberosa podría mostrar, sino de algo más visible. El más sorprendente por su veracidad es el frangipani que introduce la cascada de referencias florales con una característica mezcla afrutada y balsámica de rosa y flor de naranjo; a ratos puede apreciarse el vago matiz a jacinto del jazmín Sambac y el corazón cremoso y especiado del ylang-ylang que ocupa un lugar importante en el perfume junto con la faceta afrutada, reminiscente de uvas, de la flor de naranjo.

Son flores radiantes sin resultar evidentemente indólicas. Dejan atrás el consabido cliché de la dualidad de las flores blancas y se presentan envueltas en un frescor verde y anaranjado que aporta delicadeza y familiaridad. También hay abundancia de matices frutales -no tan jugosos y tropicales como en La Femme, sino más bien confitados- que recuerdan al melocotón, las cerezas y el albaricoque. Sutiles pero suculentos. El carácter festivo de las flores se complementa con ámbar e iris. Un iris dulce, casi meloso, y ligeramente empolvado que realza mucho el bouquet mientras aporta un carácter más elusivo, atemporal y lujoso.

El ámbar, siguiendo el estilo de Prada pour Femme (2004) es translúcido, brillante, cremoso y sedoso, ligeramente vibrante e intensamente irisado pero sin la palpable referencia palatable a Angel de Thierry Mugler, aún así a veces parece oler a chocolate o mejor aún a bombón de licor. Es un ámbar bien redondeado con vainilla (nota discreta pero eficaz) y sombreado con el elegante efecto seco de maderas preciosas que aporta el vetiver. Pero es el patchoulí el que marca el compás y lleva el perfume hacia un territorio de oriental moderno más fresco y luminoso. Es el material que caracteriza el perfume con un efervescente dulzor herbal y esa complejidad suya así especiada, balsámica, vinosa y empolvada que refuerza la calidez dorada del perfume. Es el tipo de patchoulí de calidad afrutada que brilla en los perfumes de Chanel modernos. De hecho, La Femme Intense puede recordar a Chance EdP, a Coco Mademoiselle y especialmente a Allure Sensuelle EdP (sin la nota de incienso). En cada uno de estos perfumes un torbellino de flores reviste con tejido de distinta tonalidad un núcleo de ámbar cristalino facetado con ese patchoulí limpio y afrutado. La Femme Intense es más redondo, cremoso y festivo pero mediante la sutileza en los detalles y el frescor en el acabado intenta modelar lo mismo: un estilo chic.

La intensa vainillina y Ambre 83 de Laire.

03 viernes Nov 2017

Posted by Botanyuki in Notas de Perfumes

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ámbar, ámbar gris, perfume, vainillina


*Anuncio para Biscuits Lafèvre-Utile (1896) de Alphonse Mucha.

En una pequeña historia de la vainillina cabría resaltar dos hechos. El primero, que junto a la cumarina, es uno de los químicos aromáticos más antiguos; ambos comenzaron formando un poderoso tandem de profundo y persistente dulzor, el dulzor tradicional, rico y envolvente de los clásicos perfumes ambarados y orientales. El segundo es que, desde el inicio de su historia, la vainillina se pudo preparar con métodos diferentes y partiendo de diversas fuentes; tal circunstancia multiplicó el número de patentes y esto implicó un descenso drástico en su precio: desde los casi 9000 francos por kilo que podía costar en 1876 hasta menos de 50 hacia 1913. Y esta es, seguramente, la principal razón de su popularidad porque no sólo es un material importante en perfumería, también lo es en la industria del sabor donde se ha usado para aromatizar desde tabaco a chocolate. De hecho, la vainillina es lo que la gente suele identificar como olor de vainilla gracias a flanes, bizcochos de soletilla, natillas, helados y demás preparados industriales.

La vainillina tipifica -junto con los matices cinámicos- los olores balsámicos pues ocurre de forma natural en distintas variedades de vainilla, en los resinoides de benjuí, en el bálsamo de Perú, en el bálsamo de Tolu y en el estoraque; pero su olor es sólo una parte del aroma de la vainilla natural, aunque popularmente una se confunda con la otra porque la vainillina también representa en términos de aroma el común denominador entre la diversas vainillas que se cultivan en el mundo.

Diferentes concentraciones de vainillina también se pueden encontrar en la pimienta dulce (dioica o de Jamaica), en la canela de Ceylán, el clavo y su aceite esencial, el jengigre, la nuez moscada y su aceite esencial, el musgo de roble, la planta del tomate, el maíz, la avena, la mantequilla, el aceite de oliva, el café, el whiskey, el ron, la piel de patata, las fresas silvestres, la piña, las pipas de girasol, el aceite esencial de cabreuva o el raro y caro absoluto de flor de violeta. En algunos casos la vainillina puede formarse en un alimento como el jarabe de arce y el café por acción del calor, en otros casos como los vinos, licores, vinagres y demás productos envejecidos en barricas por acción de la lignina, un polímero de la madera del que se puede extraer vainillina como subprodcuto de la industria papelera. Esto enlaza con el olor de los libros viejos, que entre otras cosas pueden recordar a vainilla y ámbar gris.

Esta ocurrencia natural en distintos alimentos, especias u otras materias puede verse reflejada en fragancias, de forma incidental o tangencial. Un ejemplo interesante es Jeux de Peau de Serge Lutens, un perfume particularmente dulce y persistente cuyo motivo central en una primera impresión es un palatable y tierno acorde de café, pan y albaricoques pero que, de forma oblicua, remite al gusto de la vainillina y los clásicos perfumes ámbar. Por otro lado, del mundo del vino y la madera de roble se derivan productos como la tintura de astillas de roble o el extracto CO2 que si bien sirven para dar una tonalidad de musgo de roble, seca y amaderada, también tienen un tono balsámico vainillado y ligeramente frutal. Perfumes como Chêne de Serge Lutens, Caligna de L´Artisan Parfumeur o Vanille Insensée de Atelier Cologne usan estos materiales en su base.

Porque remite al sentido del gusto más primordial de la leche materna y al sentido del tacto acariciante y protector cuando forma parte de una faceta empolvada, la vainillina resulta ser un olor inconsciente y terriblemente apetecible, reconfortante y calmante. Tiene un importante efecto psicológico, pero en perfumeria también es interesante por su versatilidad: puede usarse como fijador o como modificador en todo tipo de perfumes siempre que se dosifique con cuidado pues si hay algo que caracterice a la vainillina es su cálida persistencia, sin ser tan potente como la etil vainillina (cuyo carácter fue magistralmente domado por Jacques Guerlain en Shalimar), aún puede resultar agotadora, pese a ser cremosa, dulce y empolvada.

Al igual que la cumarina, la vainillina recubre la vaina de vainilla durante el proceso de secado, cristalizada como diminutas agujas incoloras o blanquecinas. Su presencia en la vainilla es variable, aunque se estima una media del 2%, pero entre los casi 200 componentes conocidos en la vainilla, la vainillina representa lo más característico de su olor.

Nicolás Theodore Gobley consiguió aislar la sustancia por primera vez en 1858 como una sustancia relativamente pura, a partir de un extracto de vainilla. El paso importante lo dieron Tienmann y Haarmann en 1874 cuando dedujeron su estructura química y encontraron una vía de síntesis a partir de la coniferina, un glucósido presente en la corteza de pino.

Diferentes vías de síntesis a partir de diferentes materiales se fueron encontrando desde entonces: a partir de guayacol petroquímico y natural, a partir de lignina, del eugenol presente en el clavo, de la cúrcuma, del ácido ferúlico. En cada caso la calidad puede variar pero la vainillina ex clavo ha sido una de las más preciadas en perfumería por ser prácticamente idéntica a la vainillina presente en la vainilla.

Oliendo dulce, empolvada, seca, con recuerdos de caramelo, cacao y leche, cremosa pero también aromática, con recuerdos de frambuesas, fresas, litchi o tabaco, la vainillina ofrecía desde su inicio la posibilidad de recrear y/o amplificar el vago dulzor acogedor de la tintura de ámbar gris. En fórmulas antiguas y saturadas ambos perfumes podían compartir espacio y complementarse, pero la industrialización de la perfumería implicó, desde el primer momento, una reducción en los tiempos de producción. Nada que ver con los ritmos frenéticos de hoy en día, pero si de un modo lo suficientemente significativo como para que el uso de tintura de ámbar gris -que requiere una maduración de meses- se fuera relegando en beneficio de las bases de ámbar que, sin oler directamente a ámbar gris, recreaban aspectos y cualidades de este precioso material.

Las bases eran y siguen siendo una herramienta muy importante en la paleta del perfumista. Creadas combinando químicos aromáticos con esencias, brindan la posibilidad de introducir complejidad y carácter, de perfilar una faceta, ser el punto de partida de un arquetipo o insuflar ese je ne se quois con un acabado característico.

Es el caso de Ambre 83 de Laire (actual Symrise) una base histórica que hoy se identifica con un ámbar tradicional: dulce y balsámico, rico, penetrante y empolvado y, en ocasiones, susurrante. Envolvente, introvertido, intrincado, sensual. Sutil a la vez que tenaz, redolente de calidez y concentrado.

Como base de ámbar es una fantasía: no huele a ámbar gris ni tampoco a su sustituto del reino vegetal, el labdanum. Tiene un carácter intensamente cálido y empolvado basado en una importante dosis de vainillina y almizcle latiendo junto a un rosado geranio, toques de civeta, pungente labdanum, oscuro patchoulí y nuez moscada. Esa faceta empolvada-almizclada parece formar una segunda piel mientras proyecta un halo cálido de incienso y maderas. Es sutil a la vez que profuso en sus matices, intentando emular el olor infinito del ámbar gris.

En su momento publicitada como un producto para recrear notas orientales y ambaradas, Ernest Beaux la usó para enriquecer la fantasía de maderas preciosas y ámbar gris que es Bois de Iles (1926) de Chanel. Hoy es un modelo de ámbar tradicional para distintos perfumes monotemáticos; el estandar es Ambre Sultan de Serge Lutens, lo más cercano al olor de Ambre 83, pero hay muchos perfumes que siguen su estela: Ambre Fetiche de Annick Goutal siguiendo la línea clásica y concentrada y Orietal Lounge de The Different Company -que mantiene el perfil aromático típicamente cálido y empolvado pero se renueva usando el recurso moderno de un acabado más diáfano, tibio y espacioso- son dos ejemplos claros de como esta base ha creado un modelo.

Ambre 83, creado a principios del s XX, también tiene una versión actual: Ambre 84 DL, acorde con los tiempos es un ámbar más cristalino y amaderado pero con un filo gourmand de café. Otro ejemplo de que la perfumería se sigue moviendo por la vía palpable de lo palatable; algo menos místico que un ámbar tradicional, pero aún intimista. Ligado tanto a una sensación de energía por la cafeína que sugiere como de cobijo por esa tendencia actual hacia de comodidad hogareña con filtro hygge.

Costumbres cambiantes, modas y tendencias en el vestir y la decoración, las formas de hablar y los temas de conversación dominantes de cada época incluidos los modos de comportarse en público, de valores en alza y de valores a la baja, modos de educar, libros disponibles y libros imposibles de volver a encontrar…en fin todo lo que define la cultura de un momento -tanto si es alta cultura como estándar o escasa- no sólo influye en nuestro estilo de vida y nuestra forma de pensar…. también influye en nuestras expectativas. Las expectativas pueden cegar nuestros sentidos, de hecho lo hacen. Las expectativas actuales parecen guiadas por una cascada perenne de estímulos fáciles, adrenalina y simplicidad que se reflejan en un gusto general por perfumes de lectura rápida, de ligereza y uniformidad, de gusto inmediato y de inmaterialidad.

Hace un par de años escuchaba a unas chicas jovenes hablar de perfumes en términos de modernidad. Los florales para ellas -que resumían a la perfección las ideas de su generación- si son ricos y complejos como Faubourg 24 de Hermès ya son cosa del pasado o algo para una mamá. Lo joven -lo que ellas sienten que las representa- es transparente, fresco o en todo caso gourmand. Sí, algo tan ligado al origen de la perfumería moderna- pero que entonces era subliminal- es hoy considerado lo más de lo más por las nuevas generaciones y la industria se hace cargo de eso porque con esto de lo gustativo al final, llega tanto a jóvenes que lo leen como novedad, como a personas maduras que pueden encontrarlo simpático, divertido, cómodo. A mujeres y a hombres también, porque en el fondo lo gourmand no tiene género, ni edad y sí múltiples tonalidades que ofrecer más allá del azúcar y el praliné en las distintas familias de perfumes.

Lo triste de la perfumería actual no es que haya predominio de notas dulces, lo que no es tan nuevo, sino que no están sublimadas y que no acompañan con esplendor y creatividad otras facetas del perfume. Es decir, que sea algo tan genérico. Cabe citar dos perfumes nuevos como ejemplo de buen hacer más allá del dulzor: Poison Girl de Dior y Baiser Fou de Cartier.

Y si pareciera que esto ya está muy alejado del tema del ámbar, aún quedaría por recordar la intrincada y curiosa historia culinaria del ámbar gris o como algunos perfumes clásicos de almizcle o de ámbar rebosan notas de chocolate negro y de vainilla oscura. O la vainilla misma que como especia se extendió en Europa como aditivo suculento del chocolate caliente, una bebida típica de las cortes europeas, pero eso es otro historia. Esta historia en cambio termina como empezó, con un material, la vainillina, que al conseguir sintetizarse a bajo coste pasó a formar parte del gusto más cotidiano y hogareño que aún proporcionan flanes, bizcochos de soletilla, natillas, helados y demás preparados industriales.

*Anuncio para Chocolat Ideal (1897) de Alphonse Mucha.

Flip Flop review: Versace pour Femme Oud Oriental.

11 jueves May 2017

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almizcle, azafrán, ámbar, Heliotropo, patchoulí, perfume, pimienta, rosa, sándalo, Vainilla, violeta

Al más puro estilo perfume de diseñador Oud Oriental (2013) está hecho para gustar y ser llevado por el mayor número de gente posible. Como tal, no es un perfume de oud propiamente dicho, sólo algo reminiscente del acabado seco, amaderado y ligeramente ambarado que los perfumes occidentales inspirados en el oud suelen exhibir. Es la faceta más popular del oud en el mercado generalista lo que aquí se plasma con el singular efecto añadido de frutos secos que algunos acordes de oud muestran por intervención del patchoulí.

Unido a esa faceta oud por aproximación basada en el mínimo común denominador, encontramos lo esperable para completar el cuadro: rosa y sándalo, pero la rosa y el sándalo más etéreos que se puedan imaginar, junto a una vainilla blanca, translúcida incluso, y vagos recuerdos de almíbar. Oud Oriental se nutre más del glamour que evoca la palabra Versace y la moda por las maderas desestructuradas que de ese tradicional y precioso material que es el oud.

Este perfume es como un fragmento de perfume oriental más que una historia completa, pero lleno de pinceladas de distintos colores, agradables de por si pero que en global no termninan de formar un conjunto característico. Pinceladas que insinúan azafrán unido a un vago efluvio coriáceo, el toque refrescante de las violetas junto a sombras de verde acuoso y especiado que insinúan melón y pimienta, aportando el punto de contraste necesario para que el perfume tenga cierta sustancia.

Queda claro rápidamente que sin que aumente mucho la complejidad del perfume, lo que no van a faltar son las referencias a esto y aquello, pero todo está muy diluido. Y para completar la paleta de lo super agradable y fácil de llevar, una envoltura de heliotropo tímidamente anisado reforzando esa textura glaseada del perfume que ayuda aún más a difuminar notas y aumentar ese efecto de cosa inconcreta y lejana.

Las alusiones a las ricas especias, exóticas resinas y preciosas maderas que en las antiguas rutas comerciales se transportaban como tesoros, toda esa suntuosidad, Oud Oriental la concreta en su frasco dorado. El jugo, sin el repiquetear frutal ni el brillo ajazminado, es como un Lady Million a la oriental: etéreo, laxo e inmaterial mientras muestra un poco de todo aquello que gusta fácilmente, los matices afrutados, lo lechoso del sándalo y el almizcle, la vainilla, el contraste del frescor especiado y, acompañando ese fondo amaderado y radiante, algo ligeramente medicinal para que no se diga que no se intentó darle un toque de algo…

Si es que se le puede considerar un perfume de oud, es un oud muy fácil de llevar. Un jugo pop e incluso bonito para las chicas jóvenes que intentan distinguirse un poco de su grupo y dejar atrás la marea de florales frutales que se siguen ofreciendo sin piedad.

Flip Flop review: Snob Le Galion.

13 lunes Mar 2017

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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albaricoque, azafrán, ámbar, ciruela, jazmin, melocotón, perfume, rosa, sándalo

En la resurgida marca Le Galion los perfumes femeninos son de halo suave y elegante. Todos tienen impreso este sello de estilo más bien conservador por el cual los riesgos han sido eliminados pero Snob es seguramente el más ejemplar de la colección porque huele a caro, más concretamente, huele caro y tradicional, siguiendo muy de lejos la estela de Joy de Patou pero sin la pungencia narcótica ni la intrincada complejidad de un perfume de antaño.

Cierto que el acorde floral tiene ese clásico regusto rico del jazmín adornado por la rosa pero sin estridencias. Lo que predomina por encima de todo es una suave flor blanca delicadamente afrutada y ligeramente especiada con azafrán. Esto del azafrán contribuye a perfilar una faceta lechosa de corte moderno en la que se mezclan también los aspectos frutales y la faceta más amable del sándalo. En el fondo huele casi como una magnolia muy idealizada, agitada por una brisa oriental.

Su evolución no cambia demasiado, es prácticamente esa flor blanca suave todo el tiempo, hasta que el perfil floral se diluye en un fondo ambarado amaderado discreto. Lo destacable de Snob, lo que digamos lo diferencia de algo como Dahlia Divin de Givenchy o perfumes de ese mismo estilo es que, por un lado, la faceta frutal entre ciruela, melocotón y albaricoque aporta un dulzor ligero que resulta encantador y, por otro lado, la textura tiene un efecto casi aterciopelado que delata el cuidado en los detalles.

Snob, cuya fórmula original data de 1951, es en su actual forma una opción ideal para quien, admirando la riqueza de perfumes como Joy de Patou o Scherrer 2 de Jean Louis Scherrer o incluso Femme de Rochas, huya de las huellas vintage de tales perfumes. Dicho de otra manera, perfecto si se quiere un perfume que huela caro, seguro y a la vez entrañable.

Potencia de rosa: Paloma Picasso Mon Parfum.

06 lunes Feb 2017

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almizcle, ámbar, bergamota, clavo, cuero, geranio, patchoulí, perfume, rosa, tabaco, vetiver, ylang-ylang

paloma-picasso

Las tendencias en moda apuntan hacia un revival de los 80´s: de nuevo un intento por revivir el oversize, las grandes mangas afaroladas, los volantes por doquier,etc,etc,etc…pero hoy todo son tendencias, lo cual resulta escalofriante porque nada más alejado del concepto de estilo que las modas pasajeras. Curioso es que en los ochenta, quienes los vivieran lo saben bien, los iconos de la moda más ligados a la cultura pop podían jugar con las extravagancias que les brindaba el diseño y aún así convertirlas en una expresión de su propio estilo. Ni que decir tiene que entonces, como ahora, podía haber mucha frivolidad pero aquella gente proyectaba la sensación de que el arte y música en especial podían mejorar el mundo y que el vestir, como otro modo de expresión más, representaba una auténtica declaración de principios. Aquella forma de vivir la cultura era algo que estaba en el aire igual que ahora el ocio sólo parece limitarse al exhibicionismo más burdo y el griterío más zafio.

En fin, entre aquellas estéticas destacaba una especialmente rotunda a la hora de expresar femineidad consistente en combinar prendas de corte más masculino, estructurado e incluso arquitectónico con grandes y poderosas piezas de bisutería o joyería. Aquello -que ahora también vuelve aunque más asociado a un perfil gamine que a la exuberancia natural- era entonces el modo ultra chic de declararse poderosa e independiente. Quizás porque ella siempre ha diseñado joyas con mucho carácter yo siempre he acabado asociando ese modo de usar el patronaje masculino para expresar sensualidad con Paloma Picasso y su perfume.

Hoy en día la fórmula ha sido rebajada en potencia, riqueza y difusión; de hecho, un descendiente directo como es Soir de Lune de Sisley, aunque más brillante y refinado en sus detalles, lo supera en términos de proyección; pero Mon Parfum conserva su carácter y sigue siendo uno de esos perfumes para desplegar poderío.

Su perfil aún gravita entre un fougére oriental y un chipre floral animalístico sin que quede del todo claro el tema, pese a que en el pasado su desarrollo era más musgoso esta indefinición era una de sus características. Sí, Mon Parfum (1984) expresaba exuberancia a base de acompañar el tema principal de rosas y mimosas melosas con un poco de todo, y como muchos perfumes de aquella década su acabado era rico en notas animales y amaderadas.

La sensación de perfume potente lleno de notas perdura en la versión actual y aún puede calificarse de perfume barroco en el sentido de que las facetas están tan llenas de matices que casi pierden agudeza. Aquello de la saturación era muy años 80 pero las raíces del perfume podemos buscarlas en la década anterior, cuando muchas fragancias tenían como eje central una buena dosis de Hedione, un acorde complejo de rosa acompañado de geranio y una base rica en maderas donde destacaba el patchoulí, el vetiver y el iris. Perfumes como Coriandre de Jean Couturier o Aromatics Elixir de Clinique son ejemplos de esto.

Junto a coetáneos como Caesars, La Perla y, especialmente, Knowing de Estée Lauder, tiene ese carácter de rica rosa melosa rodeada de calidez animal pero en su fórmula original añadía un toque afrutado-aldehídico y un halo de flor blanca que lo hacía más fresco y luminoso. En realidad, el perfume de Paloma Picasso era un poco más de todo: más especiado incluso desarrollando una nota de clavel, más almizclado, rico en castóreo y pleno de tabaco, ambarado, bastante musgoso y salpicado de verdor floral mediante notas de jacinto, lirio de los valles y angélica.

Hoy más rebajado, especialmente menos meloso y animalístico y sin que sea evidente el aspecto afrutado ni el musgoso, Mon Parfum sigue siendo uno de esos perfumes que dejan huella. A quien le guste el revival de los 80´s y quiera, como ahora mucha gente hace, volver a usar un perfume del pasado, prueben eso de la moda tan masculina-tan femenina y añadanle el perfume de Paloma Picasso. Ya me contarán.

Momento musical: Na neh nah de Vaya con Dios.

Iris musgoso y azafrán licoroso o ginebra y ron con Lubin: Gin Fizz & Idole.

24 sábado Sep 2016

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almizcle, azafrán, ámbar, bergamota, cuero, enebro, iris, musgo, perfume, ron, sándalo

grantkerr-grant

Antes que el alcohol producido por síntesis se convirtiera en el principal vehículo de la perfumería occidental, cualquier preparación perfumada tenía su lado espiritoso. Si bien esto era un hecho incidental.

Cualquier maceración o dilución de esencias de hierbas, flores y especias usada para formular elixires, jarabes o aguas de colonia tenía como base algún tipo de bebida como aqua vitae, brandy, vodka que eran ( y son) usados regularmente en la perfumería artesanal. Esto unido a ciertos ingredientes naturales, como la rosa o el ámbar gris, que por sí mismos pueden aportar una faceta vinosa, terminaba por crear una textura peculiar.

Sin embargo aquellas fórmulas, rebosantes de esencias naturales, eran todo matiz y el toque de los antiguos espíritus contribuía a esa armonía etérea y opulenta a la vez. Pero crear un perfume para recrear el gusto o aroma de una bebida es una sofisticación muy específica de la perfumería moderna.

Desde el acabado festivo y chispeante del champagne, al verdor herbal de la absenta o la complejidad ambarada del whisky el acento se pone en los detalles sensoriales más representativos de cada bebida. No hablamos de un matiz más que enriquece la composición como podía ocurrir en los perfumes tradicionales sino de todo un perfume construído en torno a ese tema.

No es fácil hacer tal cosa de manera completamente exitosa y aún así mantener un acabado de perfume, lo habitual es probar un jugo tan temático al principio que confunde y tan desvaído al final que aburre. La fluidez, tan importante en cualquier perfume, aquí es un tema delicado porque la referencia es demasiado concreta, cultural y socialmente hablando: algo que se paladea siempre es más tangible que cualquier olor, pese a la relación que existe entre gusto y sabor; pero también el sentido del equilibrio, entre lo conceptual y lo sensorial, es clave para presentar un jugo elegante.

Desde el Agua de Hungría,el Agua del Carmen, el Elixir de Hierbas Suecas Maria Treben al Fernet Branca, al Martini o la ginebra un rasgo se repite: un frescor amargo de efecto tónico y astringente. Tal cosa es lo que en clave refinada se traslada al perfume de Lubin Gin Fizz ofreciendo un bouquet de efervescentes flores musgosas.

Creado en 1955 e inspirado en el cocktail del momento, el gin tonic. Lo que ahora podemos probar es un revival moderno de la fórmula que ofrece el frescor a la vez seco, verde y frutal de la ginebra como faceta latente durante buena parte de la evolución, mientras en primera fila desfila primero un acorde cítrico apimentado basado en bergamota-mandarina-pomelo con cierto tono aldehídico suave que deja paso a un muy vaporoso cuerpo floral en el que destaca un iris algo verde y jabonoso, que poco a poco se hace más amaderado hasta revelar en la base el acabado húmedo y salado del musgo de roble.

Gin Fizz es ligero y fresco pero con un efecto más complejo que el de un agua de colonia cítrica porque añade la vaporosidad del iris y los aldehídos jugando con el recuerdo de los perfumes aldehídicos florales con faceta jabosa y acabado musgoso al estilo Rive Gauche de YSL o Calandre de Paco Rabanne pero con un sabor más atemporal que dichos clásicos. En realidad esta filiación no se evidencia porque lo que predomina es la vivacidad del frescor tónico que aporta el enebro pero se puede leer.

Junto a Gin Fizz, Lubin ofrece con Idole el otro extremo del espectro: lo espiritoso balsámico. Una antigua fórmula datada en 1962 que O. Giacobetti (2007 EdT / 2012 EdP) transformó en un oriental amaderado redolente de absoluto de ron. El ron se utiliza con frecuencia en perfumería para reforzar un aura ambarada con ese clásico toque etéreo pero aquí juega el rol principal.

Al contrario que otros perfumes de Giacobetti, Idole no es un crisol de matices cristalinos que asoman con delicadeza promoviendo esos momentos de atención plena capaces de crear una imagen más prismática del olor, sino más bien un continuo y persistente perfume oriental. Ni claro, ni oscuro. Ni transparente, ni opaco. De tono amaderado balsámico -con flashes de cuero ahumado y rosas- encendido por algunas especias cálidas como el clavo, el comino y, sobre todo, el azafrán y recubierto por el efecto azucarado de caña de azúcar del ron.

En síntesis, una fantasía oriental con un acorde de ámbar moderno apoyado en almizcles y absoluto de ron que enraiza de nuevo con la tradición porque, si bien las bebidas espiritosas en su día fueron vehículo de perfumes, también ingredientes de perfumería se usaron tradicionalmente como modificadores/rectificadores de licores, jarabes, elixires varios o vino medicinales como el hipocrás. La gualteria, la canela, el macis, la rosa y sobre todo el ámbar gris hasta época más moderna podían ser junto con el azúcar o el almizcle algunos de los productos usados. Así, licor-ámbar gris, ámbar gris-licor es todo un clásico al que se apela de vez en cuando en perfumería. Ambre Narguille y L´Ambre des Merveilles de Hermès son dos ejemplos de como se puede usar para renovar la textura de la faceta ámbar manteniendo ese efecto global espiritoso de calidez etérea. Pero esto ya no es incidental.

Momento musical: Come and Get it de John Newman.

La naturaleza de una extraña rosa: Rose Privée de L´Artisan Parfumeur.

19 domingo Jun 2016

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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ámbar, cumarina, hoja de violeta, magnolia, patchoulí, perfume, rosa

AagaardCarlFrederickTheRoseGarden

* La rosaleda (1877) de Carl Frederik Aagaard.

Realmente hubo muchos, especialmente entre los más jóvenes, que vieron o que se imaginaron ver en Dorian Gray la auténtica realización del modelo que tantas veces soñaron en los tiempos de Eton o de Oxford, un modelo en el que se mezclaba algo de la cultura real del estudiante con la gracia, la distinción y las perfectas maneras de un hombre de mundo. Se les asemejaba al compañero que describe Dante, uno de eso que «alcanzan la perfección por el culto a la belleza». Como Gautier, era uno de esos para quienes «el mundo visible existía» . El Retrato de Dorian Gray (1890) de Oscar Wilde.

¿Qué tipo de rosa es Rose Privée? ¿Ofrece algo innovador o acaso guarda entre capas el espíritu de la tradición?…Porque esta rosa no se concreta, no deja ver con claridad el perfil de una tipología clásica, sólo muestra pinceladas.

Así, tiene la ligereza etérea, húmeda y alimonada de un perfume de rosa blanca. En ciertos momentos deja ver la profundidad vinosa y perfumada de las rosas rojas arraigadas a una base de patchoulí con sutiles sombras cumarinadas. Y tampoco renuncia a la distintiva cremosidad ambarada de esas rosas rosas al estilo Stella, aquí veteada con un toque de deliciosa magnolia. Es una cosa hermosa esta rosa, pero inclasificable.

Parece que tiene el aire chic de la alta perfumería de los 70´s al jugar un poco con notas sombrías, un poco con el verdor jugoso y con ese acabado perfumado de efecto chyprée tan clásico sin llegar a decantarse por un lenguaje claramente femenino o masculino. Sencillamente es una cosa equilibrada.

Pero no, no parece una rosa… Parece extraña. Rose Privée no celebra el esplendor de una flor majestuosa bien resguardada ni la frescura natural del rosal que se agita con el viento creciendo libre en un jardín a la inglesa sino la exclusividad de una materia prima: el absoluto de Rosa de Mayo de Grasse, una especialidad basada en Rosa centifolia. Este material clásico, que brilla junto al jazmín en Joy de Patou o en los extractos de Chanel, tiene un curioso carácter: tenaz pero muy delicado, meloso pero muy fresco y, a la vez, inesperadamente armónico y redondo.

El absoluto de rosa de Mayo de Grasse está salpicado de acentos verdes intensos como las hierbas aromáticas y secos como el heno; es realmente herbáceo pero con un frescor húmedo apimentado muy característico -quizás lo más característico- que emerge en un contexto suave y balsámico. A veces hace pensar en el olor de los claveles, otras en el del romero.

Así pues, rosa por clavel. Como rosa dandy la podríamos calificar. Dotada de una especie de moderna singularidad, pero a la vez destilando tradición.

Es el acceso a este absoluto de Rosa de Mayo de Grasse, algo difícil y exclusivo, la razón por la que el perfume recibe su apellido. Pero por tal rareza y privacidad no es que la apodaríamos dandy sino porque, como perfume de rosa, no define con claridad el perfil floral. Con la minuciosidad del orfebre está construido para ahondar en el carácter de esa bella materia prima en que se basa. Notas verdes y melosas, frescor húmedo y apimentado, una reverberación rosada y ese olor amaderado balsámico que surge al diluir el absoluto. Ofrece esa experiencia, sin más que contar. Y sólo la fina apreciación es lo que puede quedar.

Momento musical: This path tonight de Graham Nash.

Como el frufrú de la seda que anuncia una presencia: Quel Amour! de Annick Goutal

02 jueves Jun 2016

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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ámbar, cereza, frambuesa, geranio, granada, peonía, perfume, rosa

sombreroconpeonias
*Peonías (1903) de Franz Dvorak.

Es nostálgico elegir llevar el perfume de cierta flor para no olvidar algo. No es exactamente lo mismo que para recordar. En el primer caso parece que se plante cara al devenir; en el segundo, a la desmemoria. Y, además, frente al concepto moderno de crear acordes abstractos, un perfume floral ofrece algo tangible con aire de viejo mundo.

Este tipo de perfumes está viviendo un pequeño renacimiento, especialmente en el sector nicho se están multiplicando las opciones. Son una forma de expresar un gusto por las cosas sencillas ofreciendo un abanico más colorido que el tema de la Cologne. Más colorido pero, en el fondo, igual de atemporal. Han sido siempre las firmas británicas más tradicionales (Yardley, Floris, Penhaligon´s, Woods of Windsor, etc) las más afines a esta temática de los florales frescos y los florales delicados, poco adornados pero de carácter muy representativo. Aún siguen siendo perfumes que se perciben como algo familiar sin que lleguen a relacionarse con productos de uso doméstico o cosmético porque remiten al aire libre y a los jardines floridos.

Seguramente ciertos olores como el de las violetas, el del iris o el del heliotropo y ciertos colores como los azules, los lilas y malvas o los grises creen con facilidad una atmósfera nostálgica. Las rosas primorosamente rosadas y el más brillante de los rosas, en cambio, parece que están dotados de una ligereza imperdonable por ser el epítome del romanticismo juvenil. Pero juvenil podría ser sinónimo de alegre y ese sentido es el que tiene sentido aquí. Porque no hay perfume más rosa, ni más vivaz, ni más juvenil que Quel Amour!

Creado en 2002 por Isabelle Doyen y Camille Goutal, en él se conjuga toda la exuberancia rosada de Ce soir ou jamais con la ternura de Petit Cherie para recrear el penetrante y alegre aroma de las peonías. Voilá!

Estas flores de pétalos cremosos, que florecen en la antesala del verano, llenan el aire de un frescor muy perfumado. Es difícil no reaccionar a su olor que recuerda a las rosas pero es más compacto: pese a su aparente delicadeza inundan el aire con matices verdes de brillante persistencia e increíble frescor en el que reverbera el recuerdo cítrico-amargo del pomelo con un ligero efecto aldehídico.

Son bastantes los perfumes de rosa que añaden una nota de peonía gentil pero pocos los que realmente la retraten de verdad. La peonía es normalmente una nota de acompañamiento que contribuye a matizar un tono rosado delicado, al estilo Dior Forever and Ever, Miss Dior Cherie Blooming Bouquet, Stella o Chloé .

Sí, así es. La peonía suele presentarse como algo ligero pero en Quel Amour! se muestra en todo su esplendor. Es una peonía increíblemente rosa acompañada de geranio, totalmente afrutada y con una base ambarada clásica. Más rosada no puede ser. Del fucsia al Panther Pink, del rosa empolvado al sorbete de fresa. No hay matiz del rosa que deje de mostrar. Más intensa y jovial puede que no la haya. Pero tampoco más romántica o más profunda. Se podría decir que simplemente es femenina y, a ratos, tierna sin pedir disculpas por ello.

Sus primeras notas son un festival de frutos rojos: granada, frambuesa y después cereza mezcladas con pétalos húmedos de rosas silvestres. Desprende un dulzor intenso que recuerda a caramelos de fresa y licor de granadina pero una corriente cítrica refresca el conjunto con un toque efervescente que se atenuará en la base pero no desaparecerá sino que evocará tonalidades de champagne rosado. La peonía emerge del conjunto, entre las vibrantes notas frutales, la rosa, el jazmín, la vainilla…pero este festival floral-frutal evoluciona hacia algo muy clásico; casi sin que haya oportunidad de notar que la parte más golosa queda atrás, emerge la nota de melocotón. Un melocotón más intenso, tibio y redondo que en Petit Cherie porque lo amplifica la base ambarada.

Este melocotón puede ser y es una nota joven, pero precisamente su combinación con el acorde estilo ambreína -sin notas animalísticas- es lo que da al perfume esa pátina de clasicismo francés en la dirección de los perfumes Patou. Sin embargo, apenas caes en la cuenta que Quel Amour! es tan serio, si acaso nostálgico…como la imagen de esas damas de época que sólo debían delatar su presencia por el frufrú de la seda.

Momento musical: Little Heart de Amarante.

quelamourad

Evocando con trazos suaves: Eau de Narcisse Bleu de Hermés.

24 lunes Nov 2014

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almizcle, ámbar, bergamota, gálbano, iris, limón, miel, narciso, neroli, perfume

her-lys
Herminia y Lisandro –El Sueño de una Noche de Verano– de Jonh Simmons .Via Tony Kospan blog.

Algo impalpable pero palpitante es el perfume y, como las metáforas, en ciertos momentos permite que la realidad más prosaica sea sólo otra parte más de la realidad dejándonos ver que en la vida no todo son certidumbres. Pero no todo el mundo acepta que haya parcelas sin sentido como también hay quien no desea vivir en otra área que esa. Entre ambos extremos se puede encontrar el modo de que la experiencia sea más rica y reconfortante.

Quizás sean sólo momentos breves pero son muy importantes porque nos brindan la ocasión para sentirnos agradecidos por la oportunidad de haber disfrutado de la belleza de la vida. Para poder decir que mis ojos han visto…

No hay poemas, libros, cuadros, canciones, películas…obras en general que me apasionen más que aquellas que son un canto a la vida. Creo que es fácil caer en la trampa de pensar que sólo lo más retorcido es profundo, de hecho creo que cuando somos terriblemente jóvenes o viejos y tenemos poca experiencia o demasiada con los desengaños de la vida podemos quedarnos perdidos en esa niebla densa que es el cinismo. Y no es fácil abrirse paso en ella si no queda un mínimo de buenos deseos en el fondo del ser, pero los buenos deseos siempre hay que alimentarlos, como cualquier otra cosa en la vida no se puede dejar descuidada y esperar que se mantenga totalmente fresca mientras el tiempo pasa. Así que la creatividad empeñada en hacer entender las cosas de manera diversa, mostrando alternativas, dejando ver otras facetas de la vida, es decir, aquello que entra de lleno en el mundo de la imaginación tanto como en el de la comprensión, es como un alimento esencial del que siempre hay que tener guardado algo por si fuera el caso. Estoy hablando de la capacidad de una obra -sea del género que sea- para crear una experiencia visual en la cabecita de quien no la ha creado.

Actualmente en la literatura de la perfumería nicho el intento por crear imágenes saturadas es la tónica general: los productos se presentan al público como algo muy sofisticado. Es lo que toca, hace décadas lo apreciado era lo anecdótico: frascos de un ingrediente que por accidente caían en otra fórmula o asistentes que interpretaban mal la fórmula y añadían una sobredosis de algo que ¡voilá!, hace surgir la magia del perfume. Sea como fuere, pocos perfumes finalmente transmiten algo más que una sensación «cosmética».

Pero lo cierto es que crear imágenes potentes, que arraiguen en la mente, inquieten o embelesen es otra cosa. Hace falta un empeño en crear de verdad, hacer el esfuerzo de crear que implica también el esfuerzo de ofrecer. Para crear un perfume de verdad hay que esmerarse en conseguir una estructura sólida y un desarrollo con notas en equilibrio y gran sentido del refinamiento. Esa es la manera de que el perfume sea una invitación a los sentidos, a estar más despierto, elicitando nuestro sentido de la curiosidad.

Sin embargo, lo que la literatura de la perfumería suele dejar de lado realmente es aquello que constituye el meollo de la cuestión en términos creativos pero, en ocasiones, alguien se atreve a decir algo más de su método de trabajo o de su idea, algo que permite entender lo que señalaba antes: que en la creación hay un importante componente visual.

Jean Claude Ellena señaló como punto de partida para la creación de Eau de Mandarine Ambrée y Eau de Narcisse Bleu de Hermès un verso que dice La terre est bleue comme une orange, celebérrima frase que encabeza un poema de Paul Eluard y sintetiza el canon del Surrealismo como movimiento artístico:

La tierra es azul como una naranja
No es ningún error las palabras no mienten
Nos obligan a cantar
Y en vez de oirse unos besos
Unos insensatos amores
Su boca de alianza
Tiene todos los secretos todas las sonrisas
Y tan indulgentes vestidos
Que se le creería del todo desnuda.

Las avispas florecen de verde
El alba se coloca en torno al cuello
Un collar de ventanas
Y las alas envuelven a las hojas
Tú tienes toda la alegría solar
Todo el sol de la tierra
Sobre los caminos de tu belleza.

(Si podéis leer en francés, consultad la versión original aquí porque algo se pierde en la traducción)

Si Eau de Mandarine Ambrée ofrece la redondez pulposa y festiva del aroma anaranjado de la mandarina, dando olor a la faceta más vitalista y solar del poema de Eluard, Eau de Narcisse Bleu apela su poética fantasiosa y elusiva, aquella que se interpreta cuando sabes que tus ojos han visto…El azul como color para lo onírico traído desde la naturaleza…y sí, yo diría que hay cierta conexión con el complejo perfil de L´Heure Bleue de Guerlain. Algo que no se limita al poder evocativo de una idea infinita gracias a las sensaciones azules, sino que conecta en términos de olor.

Ese vínculo no es evidente de primeras y eso es porque lo prevalente en Eau de Narcisse Bleu es la estética fresca y fluida de una Cologne tradicional, llena de penetrantes matices cítricos. Hay casi un acabado natural que hace pensar en el aroma divino que desprende la ralladura fresca de un limón de invierno. Así tan ligera y llena de matices que vivifica.

Paradójicamente, la vivacidad de ciertos elementos no distorsiona la sensación general de que el perfume ha sido construido con trazos suaves, dejando ver seminotas escondidas y profundas que van transformándose en algo cada vez más floral, dulce y terso. También más oscuro, silencioso y vegetal. A veces parece feérico, hace pensar en un bosque encantado escondido tras la frondosa maleza.

No todos usamos los perfumes frescos en verano, algunas personas realmente disfrutamos de los olores cítricos en invierno porque su presencia patente y recatada invita al recogimiento, porque su viveza y color invita a pensar en el sol de verano o porque en el fondo es como un perfume íntimo que ofrece otra manera de afrontar el frío. Esta cualidad serena y confortable es algo que en mi opinión Jean Claude Ellena también hizo brillar en otro par de perfumes frescos y de sabor original como son Angéliques sous la Pluie de Frederic Malle y Eau de Gentiane Blanche de Hermès.

En términos de olor Narcisse Bleu preserva el carácter clásico y vitalista del género que representa: la Cologne, pero al contrario que las composiciones tradicionales, aquí la tensión entre notas va en aumento sin que haya mucha variación en la sensación de volumen. Comienza con una compleja nota cítrica de limón cristalino que por un lado evoluciona hacia un nerolí herbal, aéreo y frágil mientras, por el otro, se vuelve más verde, frondoso y resinoso. Estos matices se bifurcan y a la vez se unifican creando una intensa veta herbal, casi amarga y astringente, que en ciertos momentos te transporta a un campo cuajado de manzanilla silvestre y en otros crees estar en la antesala del bosque encantado. Gálbano. Petit grain.

El cuerpo de Narcisse Bleu muestra un tono decididamente más floral, aunque en conjunto el perfume puede definirse partiendo de un eje cítrico, envuelto en notas verdes y aromáticas, flanqueado por facetas casi animalísticas pero muy tersas de heno y miel. Sin embargo, las sensaciones florales que despliega el corazón del perfume son complejas: podemos sentir el verdor agudo del jacinto, el recuerdo a violetas de la reseda e incluso asoman aspectos de guisante de olor, rosas y albahaca. Todo muy fresco, a veces helado, pero finamente empolvado con toques suaves y vainillados de heliotropina. También el iris es importante, a ratos recuerda al seco y harinoso iris de Bois Farine, otras es como un iris dulce y ambarado reforzado por ese tono meloso de cera de abejas tan característico del narciso; finalmente desemboca en ese iris-violeta almizclado que domina la fase final del perfume y es capaz de conjurar el azul de ensueño y fantasía.

Sin embargo, en el fondo, lo más fascinante es que Eau de Narcisse Bleu es un ejercicio de estudio detallado y minucioso de un material tan querido por muchos perfumistas como es el narciso, especialmente el absoluto. Es difícil no encontrar esta nota directamente o sugerida en varios de los perfumes que Jean Claude Ellena hizo para Hermès. En Eau de Narcisse Bleu lo que más relevancia tiene es la tensión entre la faceta floral y la verde del material aprovechando su capacidad para introducir un frescor profundo en las fórmulas como punto de unión. De la naturaleza a la fantasía; del verde al azul; de la flor al tallo, del tallo a la raíz, de la raíz a la tierra y de la tierra a lo profundo del bosque con una sucesión de olores delicados que invitan a pensar en otras cosas, cosas evocadoras que el ojo no ve directamente y las metáforas pueden hacernos sentir.

Mis ojos han visto…decía aquella canción de finales de los 80´s del a veces infravalorado grupo A-ha: Out of blue comes green.

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