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Olibanum: cuaderno de perfumes

Olibanum: cuaderno de perfumes

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De allure oriental y frescor chic: La Femme Intense de Prada.

24 viernes Nov 2017

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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ámbar, clavo, flor de naranjo, frangipani, iris, jazmin, nardo-tuberosa, patchoulí, perfume, pimienta rosa, Vainilla, vetiver

¿Quién puede definir con exactitud lo que es la femineidad? ¿Acaso es un universal?

La femineidad es un concepto moderno en el que se aglutinan los valores sociales concretos con la dimensión psicológica de cada mujer y, al igual que la personalidad, es en parte naturaleza y en parte conducta adquirida. Así que como concepto es dinámico y a la vez inasible, pero la gente prefiere aferrarse, así que no suele hablar de femineidad en términos abstractos sino en términos de conductas esperables asociadas a una moral dominante que poco puede tener que ver con el gusto propio y la expresión del mismo.

Pero aunque no haya una única definición de femineidad siempre habrá ese canon marcado por la sociedad que cambia muy lentamente y parece que nunca llega a transformarse del todo en algo totalmente nuevo. Esto es algo que incide directamente en la vida de las personas estableciendo usos, costumbres, estilos y expresiones válidas y aceptables para socializar.

Estas reglas y usos de cada época tienen un reflejo en el mundo de la perfumería. Un reflejo difuso e intrincado a la vez, pero menos accidental de lo que se pueda apreciar a primera vista.

En el s. XIX los olores se asociaban con un sentido de la moralidad muy explícita: los perfumes desprendían el elitista frescor de la Cologne con sus múltiples interpretaciones o hablaba el lenguaje de las flores (floriografía). Nadie pecaba contra esta regla si quería mantenerse en la buena sociedad. Pero por otro lado la fuerte industrialización finisecular, la masiva migración del campo a la ciudad, los nuevos paisajes urbanos con bellos paseos ajardinados por un lado y oscuros guetos por el otro suponían un caldo de cultivo caracterizado por una mayor polarización en la sociedad que hacía que las antiguas reglas del antiguo mundo comenzaran a resquebrajarse poco a poco hasta quedar totalmente obsoletas con la Gran Guerra que supuso el final de aquel mundo. El final de una época y el comienzo de otra significaron muchos cambios en el estilo de vida. Las antiguas fotografías nos dejan ver que corsés y crinolinas quedaban atrás pero no podemos apreciar como aquella sociedad pudiente que podía decidir entre Chanel o Lanvin sentía fascinación por la modernidad sofisticada de los perfumes abstractos y de fantasía.

Perdidos en parte los antiguos usos, surgía la necesidad de un nuevo lenguaje oficial que marcara la forma de presentarse en sociedad. Ya fueran las flores que la anchura del ala de tu sombrero, siempre era cuestión de que algo sirviera para establecer una comparación y crear un estereotipo en el que confluyeran viejas y nuevas ideas.

Los manuales al uso sobre el vestir o los buenos modales pudieron hacerse más «técnicos» pero el esquema subyacente vino a ser lo mismo, algo así como fisionomías asociadas a colores, colores asociados a virtudes, virtudes asociadas a olores, olores asociados a estilos de vida, estilos de vida que implican una forma de comer, de hablar, de peinarse…cliché tras cliché aglutinados para describir una personalidad, como si eso fuera algo totalmente dado e inmutable, pues así se creía entonces que era.

Aquella moda de los tipos no fue tal moda, aún perdura hoy en día y la publicidad se nutre de ella, pero tuvo su época dorada entre los años 20-30´s y 60´s en la medida en que toda mujer parecía ser de un tipo u otro y Hollywood contribuyó en gran medida a popularizar los estereotipos. De nuevo es el mundo de la imagen el que nos permite hacer una apreciación más directa y plástica de los hechos, pero la perfumería también se desarrolló bajo el influjo de los tipos. La idea podía ayudar a vender.

Frente a la conceptualización de los perfumes abstractos de Chanel, Jean Patou fue pionero en la idea de ofrecer perfumes para rubias, morenas y pelirrojas, asociando un tipo de olor a un color de cabello y suavizando la propuesta con el tamiz del romanticismo novelesco: cada perfume también representaba una fase del romance. Así publicitó sus perfumes creados en 1925 Que je sais?, Amour Amour y Adieu Sagesse. Rentabilizó la idea añadiendo vestidos para  cada tipo. Guerlain se hizo eco de la ocurrencia y en 1935 publicitó sus hoy ya clásicos L´Heure Bleue, Mitsouko y Liu para rubias, morenas y pelirrojas respectivamente mediante coloridos carteles ilustrados por A. Mouran Cassandre en los que resaltaba un sencillo eslogan: Eres su tipo? . Este modo de consolidar clichés asociando olores a caracteres no distaba mucho de la caracterización cinematográfica.

Los tipos siempre dejan fuera las características más personales y complejas porque sólo se basan en agrupaciones de rasgos que luego se asumen como inevitables y universales, aunque de vez en cuando sufran graciosas distorsiones. Pero la gente acepta los estereotipos con gran facilidad. A nivel personal porque describen rasgos y cualidades que pueden gustar y ser vistos como deseables -el cebo de la celebrity o el mito y el glamour de los iconos del pasado tienen un valor psicológico-; a nivel social también se aceptan porque la clasificación sin miramientos es un deporte muy humano que simplifica la interacción.

Es esperable que todo el mundo encaje siempre en algún lugar …pero ¿se pueden romper los clichés? Miuccia Prada sugiere esta idea en sus perfumes- y en su universo estilístico en general-, pero con La Femme & L´Homme y sus respectivas versiones Intense lo plantea directamente. No propone un discurso revolucionario sino una invitación sutil y pragmática para acercarse al perfume con otra mirada. El punto de partida es el propio cliché que se asume como propio e inevitable pero lo plasma con un lenguaje que obliga a mirar dos veces. Y esta es la clave, mirar dos veces.

Prada no propone escapar por completo del esquema habitual sino usarlo como base para construir un lenguaje de fusión entre facetas tradicionalmente femeninas y masculinas, poniendo en relieve matices diversos que acentúan diferente y, por tanto, amplían el campo de visión. Este uso de la fusión quizás sea más evidente en L´Homme & L´Homme Intense donde las notas cálidas y empolvadas de iris contrastan con especias frescas, cedro y ámbar; pero también es cierto que el mundo de la perfumería masculina es mucho más restrictivo en términos de olor y de aceptación de nuevos aromas más allá de las maderas ambaradas, las especias frescas o el cuero. Dicho de otra manera, si el mundo femenino sufre de estereotipos varios y dualistas, el masculino adolece de estereotipo único.

El lenguaje de raigambre clásica que Prada maneja y la perfumista Daniela Andrier ha ido puliendo perfume a perfume se apoya en tres pilares. Parte de un interés por expresar un estilo refinado más atemporal, se basa en un perfil caracterizado por dos materiales distintivos de la perfumería de lujo como son el iris y el ámbar y maneja el eclecticismo como recurso renovador.

El eclecticismo es importante porque es lo que rompe el estereotipo, permite experimentar e invita a pensar en la posibilidad de plantear un universo personal como lugar en el que conocerse mejor y comprender mejor las propias emociones forman parte del desarrollo, en vez de abrazar un dictado.

Pero el eclecticismo es sólo una parte del conjunto. Todo el universo Prada y su espléndido manejo de las sutilezas no estaría completo sin la búsqueda del refinamiento y esto se expresa con facetas limpias- a veces directamente jabonosas- envueltas en un frescor profundo y sedoso asociado al iris de forma más directa que a los cítricos y sostenidas por notas amaderadas ambaradas no necesariamente pesadas o excesivamente vibrantes pero si sólidas y moderadamente secas que dejan ver facetas ricas de ingredientes naturales. Es un sentido del refinamiento que parte de la mente , no de unas maneras y una pose y ese elemento intelectual que puede ser bastante rotundo recuerda a la visión creativa que Gabrielle Chanel tenía del perfume.

El estilo de los perfumes de Prada podrá gustar o no pero es notable que en el panorama actual, mientras las firmas más admiradas por su legado histórico parecen renunciar a sus estándares de calidad y sus señas de identidad, Prada hace lo contrario: apostar por una estética coherente y consistente.

Tan consistente como el carácter tradicional de los perfumes florientales basados en combinar flores blancas, especias y ámbar y en los que cabe poca variación. En ese sentido, La Femme Intense (2017) es un flororiental con algo más interesante.

Como su predecesor La Femme (2016) la idea es romper clichés de la manera más veraz: la femineidad no la representa una sola mujer -no es un tipo- sino distintas mujeres. Es una invitación a cultivar el estilo propio. La idea puede parecer muy obvia -y lo es-, incluso suele ser un lugar común en las conversaciones sobre estilo y moda pero, en realidad, se practica poco la búsqueda personal porque puede tener un coste social elevado. Pero en este caso la subversión incluye el contexto. Lo que Prada plantea, en último lugar, es que defender nuestra gracia y nuestras emociones es una decisión propia que forma parte del desarrollo personal y también es una forma de demostrar que se tiene clase y elegancia.

En términos de perfume esto se traduce en un mundo de sutilezas pero partiendo de las flores- más aún de las flores más dulces- el elemento distintivo de los perfumes femeninos por excelencia. Así, en La Femme todo es aparentemente juvenil, con un perfil de flores mantecosas y frutas tropicales, pero no se presentan claramente como tales sino jugando a dibujar con fluidez y naturalidad matices vagos y delicados de flores blancas; sin embargo, la proyección del perfume es importante y contrasta mucho con la ligereza de las notas…algo realmente tropical. La Femme es fresca por momentos y tiene un brillo dulce de melocotón que redondea las flores con un acabado jugoso pero hay una faceta melosa más primitiva que aporta el acento carnal al fondo verde y jabonoso del perfume. Con su vaguedad de notas frescas y solares, especiadas y animalísticas funciona como algo versátil y confortable que, pudiendo gustar a mucha gente por ser bonito y sencillo, también ofrece algo diferente en esa mezcla de imprecisión y osadía.

La Femme Intense (2017) deja atrás esa vaguedad y se acerca más a la piel: no proyecta tanto pero es más rica en contraste y color. Expresamente más exuberante, se dirige a quien gusta de la riqueza de matices porque estos añaden la profundidad y definición que enriquece la experiencia. Así que esa sensación emergente de aire tropical que inunda La Femme aquí se concreta más en una tuberosa solar muy saturada de luminosidad gracias a un rico ámbar y cuya deliciosa dulzura floral el iris realza con generosidad.

Lo interesante en el perfume es la mayor dimensión oriental que adquiere al facetar el ámbar con una impotante dosis de patchoulí y la calidad del mismo. Así, mientras en un floriental más tradicional el acorde floral tiene más peso, aquí las flores representan la parte radiante de un tema más insondable y sensual. El acento es diferente.

La faceta floral no proyecta un olor abrumador de flores blancas sino que exhala el aroma de un licor de flores dulce, reconfortante y profundo. El bouquet parece un mosaico cuyas teselas dibujan la figura mediante gradación de tonos en lugar de usar un fuerte contraste para diferenciar volúmenes; los tonos van desde brillantes amarillos y blancos cremosos que acentúan elementos florales de forma directa a fragmentos dorados que crean un aura más luminiscente e introspectiva.

Pese a que puede leerse como una tuberosa moderna -solar, ligera, limpia y tersa- elementos distintivos de otras flores se presentan alternativamente en el perfume. No se trata solo de los recuerdos a otras flores blancas que el complejo olor de la tuberosa podría mostrar, sino de algo más visible. El más sorprendente por su veracidad es el frangipani que introduce la cascada de referencias florales con una característica mezcla afrutada y balsámica de rosa y flor de naranjo; a ratos puede apreciarse el vago matiz a jacinto del jazmín Sambac y el corazón cremoso y especiado del ylang-ylang que ocupa un lugar importante en el perfume junto con la faceta afrutada, reminiscente de uvas, de la flor de naranjo.

Son flores radiantes sin resultar evidentemente indólicas. Dejan atrás el consabido cliché de la dualidad de las flores blancas y se presentan envueltas en un frescor verde y anaranjado que aporta delicadeza y familiaridad. También hay abundancia de matices frutales -no tan jugosos y tropicales como en La Femme, sino más bien confitados- que recuerdan al melocotón, las cerezas y el albaricoque. Sutiles pero suculentos. El carácter festivo de las flores se complementa con ámbar e iris. Un iris dulce, casi meloso, y ligeramente empolvado que realza mucho el bouquet mientras aporta un carácter más elusivo, atemporal y lujoso.

El ámbar, siguiendo el estilo de Prada pour Femme (2004) es translúcido, brillante, cremoso y sedoso, ligeramente vibrante e intensamente irisado pero sin la palpable referencia palatable a Angel de Thierry Mugler, aún así a veces parece oler a chocolate o mejor aún a bombón de licor. Es un ámbar bien redondeado con vainilla (nota discreta pero eficaz) y sombreado con el elegante efecto seco de maderas preciosas que aporta el vetiver. Pero es el patchoulí el que marca el compás y lleva el perfume hacia un territorio de oriental moderno más fresco y luminoso. Es el material que caracteriza el perfume con un efervescente dulzor herbal y esa complejidad suya así especiada, balsámica, vinosa y empolvada que refuerza la calidez dorada del perfume. Es el tipo de patchoulí de calidad afrutada que brilla en los perfumes de Chanel modernos. De hecho, La Femme Intense puede recordar a Chance EdP, a Coco Mademoiselle y especialmente a Allure Sensuelle EdP (sin la nota de incienso). En cada uno de estos perfumes un torbellino de flores reviste con tejido de distinta tonalidad un núcleo de ámbar cristalino facetado con ese patchoulí limpio y afrutado. La Femme Intense es más redondo, cremoso y festivo pero mediante la sutileza en los detalles y el frescor en el acabado intenta modelar lo mismo: un estilo chic.

El tono exótico y Fleur de Comores de Maître Parfumeur et Gantier.

20 domingo Oct 2013

Posted by Botanyuki in Ensayos, Revisiones de perfumes

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albaricoque, almizcle, cuero, frangipani, grosella negra, jazmin, Vainilla, ylang-ylang

F-annis
*Francesca Annis caracterizada como Tuppence Beresford en la serie Matrimonio de Sabuesos (Cap.9 El Crujidor), basada en personajes de Agatha Christie.

Persistencia, esa es la palabra. En el aire y en la mente, con esa sensación suave, pesante y narcótica. Embriagando los sentidos con un dulzor sostenido, cremoso, incandescente. La persistencia natural del aroma de las flores del Trópico. Blancas o amarillas, anaranjadas y rosadas, diminutas o majestuosas; todas ellas conjugan una misma armonía, que llamamos exotismo, capaz de grabar en nuestra mente la intuición paradisíaca de entrega, abandono, relajación y evasión.

El tono exótico es lo que queda en la mente. Una impresión olfativa y una trama de ideas enlazadas para regocijo de la imaginación y cobijo de las asperezas cotidianas cuando, en realidad, no existe un único aroma que defina esas flores. Su naturaleza es variada. Pero existe un ambiente, una condición atmosférica de calor y de humedad particular, que hace posible el desarrollo de unas características aromáticas únicas. El tono exótico es entonces un clima; el clima en el que es posible una densidad tal que las flores exhalan su aroma y las partículas olorosas quedan más tiempo en el aire suspendidas, sin que ninguna corriente las arrastre, concentrando el ambiente con sustancias que se expanden lentamente proyectando su esencia en la distancia, revelando su naturaleza etérea.

Aromas y ambientes forman una poderosa unión en la memoria. Muchas personas asocian olores a condiciones ambientales de luz, temperatura, humedad, color, paisaje, etc y, la evocación de algún factor concreto dentro de esa cadena puede activar la imagen completa. Por eso el ilusionismo funciona en la perfumería, por eso en perfumería el exotismo es un tono, un halo, un acabado más que un aroma definido. Asociado a selvas tropicales o islas del Pacífico, inmerso en la estética del ensueño y la evasión, de viajes a emplazamientos paradisíacos. Una forma de escapismo preciosa o lujuriosa, ostentosa o refinada, auténtica o superficial…no es fácil encontrar perfumes que recreen ese aura con profundidad y carácter.

Una brisa radiante pero sin matices, superficial y esquemática, sustituye ya con demasiada frecuencia a la fortaleza intrincada de un efluvio natural. Ese efecto ha terminado por reemplazar en muchos perfumes de hoy en día algo tan atractivo y único como es el refinamiento conjugado con el carácter. Es el drama de las flores blancas y las notas tropicales…que, buscando un perfil complaciente para gran número de gente, dejan de oler a flores. Se desnaturalizan.

Si hubiera que señalar una flor como paradigma de la auténtica sensación tropical, tan dulce y densa como evocadora y sugerente, diría que el frangipani reúne todas esas cualidades. Fragante como el néctar y fugaz como la gardenia, afrutado como la almendra, especiado como la vainilla, con recuerdos de rosas y canela, de limón y flor de naranjo…de aroma complejo y sutilmente poderoso, tan sútil que pocos perfumes consiguen atraparlo. Songes de Annick Goutal celebra esta nota con gran elegancia y con una riqueza de materiales poco frecuente, usando el precioso y poco común absoluto de ylang-ylang que aporta al perfume una suavidad única.

Pero el paradigma no es el estándar habitual en perfumería. Lo habitual es crear una sensación floral evanescente con acentos concretos de magnolia, gardenia, jazmín, etc. Los salicilatos son ingredientes indispensables para recrear ese efecto atmosférico de brisa floral cargada de aromas vacacionales, solares y densos. Paradójicamente los salicilatos, capaces de emular ese efecto de volumen, crean espacio entre las notas, aligerando las fórmulas. J´Adore L´Absolu de Dior es un hermoso ejemplo de como estos materiales trabajan combinados con ylang-ylang, otro ingrediente importante para crear acordes solares. Rico en salicilatos de forma natural, el ylang-ylang es una contradicción entre la sedosidad de su dulzor tersamente especiado y la persistencia de su carácter balsámico. Es una nota clásica entre clavel y frangipani muy presente en gran número de perfumes de calidad, cremosa y con una increíble tenacidad floral que puede atravesar toda la estructura de un perfume pero rara vez se hacen soliflores con ella.

A destacar: Eau Mohéli (2013) de Dyptique, una composición un poco estilo colonia en torno a la esencia de ylang-ylang, embellecida con notas de pimienta, jengibre y patchoulí y Fleur de Comores de Maître Parfumeur et Gantier (1988) que en un marco estilizado de notas ámbar hace emerger notas arriesgadas más insinuantes.

El perfil de Fleur de Comores es de flor blanca empolvada con bastante jazmín y recuerdos de tiaré, sobre base de ámbar dulce y almizcle. Pero busca el realce de la faceta especiada -clavo (eugenol, isoeugenol) y pimienta-, algo realmente importante a la hora de caracterizar un perfume de ylang-ylang. Esa faceta se convierte en hilo conductor desde la salida hasta la base: desde el absoluto de brote de grosella negra hasta el absoluto de vainilla, el punto de conexión entre notas es ese aspecto especiado. Sutil y evanescente, redondeado y dulce.

La parte floral del ylang-ylang que más se evidencia es quizás la que menos se suele exponer: el aspecto casi anisado de lirio blanco con matices verdes y cerosos aunque todo ello cubierto por una capa vintage, mezcla del recuerdo clamoroso de los polvos de arroz que crean en la base la unión de ylang-ylang, vainilla y almizcle con los despuntes de naturalidad carnosa y mantecosa de las flores blancas.

La marca de estilo de Maître Parfumeur et Gantier es crear profundidad al estilo antiguo: con notas de base de baja volatilidad y añadir un acabado artesanal en cierto sentido conjugado con una claridad del tema casi cartesiana. La casa fue creada por Jean Laporte tras dejar L´Artisan Parfumeur donde la máxima era la poética de lo translúcido. En Maitre Parfumeur et Gantier es justo lo contrario: los perfumes son compactos y llaman la atención por el rigor que exhalan. Son perfumes lineales en un sentido tradicional,es decir, con enlaces de notas muy estudiadas, que desvelan los matices más finos con lentitud. Las notas tienen un acabado más natural y un carácter más centrípeto.

Pero Fleur de Comores no es sólo un soliflor de ylang-ylang embellecido por una vainilla crujiente, sino un estudio sobre la fantasía del exotismo con indolentes notas dulces de fruta madura. Además de los matices especiados, cobra gran protagonismo el dulzor afrutado casi licoroso. Ese aspecto de fruta madura y alcohólica, entre cereza y ciruela, aparece en muchos de los perfumes de esta casa de la mano del absoluto de brote de grosella que trabajado con distinto nivel de intensidad brinda muchas posibilidades. Aquí es una parte importante de la rica faceta frutal que, unida a la cremosidad y densidad floral, recuerda a la nota atrevida de albaricoque y Banana Syrup de aquel polémico perfume de Paul Poiret llamado Le Fruit Defendu (1914) del que ya hablamos aquí y al revisar Rousse . Inspirado o no realmente por ese perfume, en Maitre Parfumeur et Gantier siempre miran hacia el pasado y, en esta ocasión, parece que han puesto sus ojos en las primeras décadas del s. XX., en el ambiente orientalista, sofocante y excesivo pero también audaz, tamizado por una ejecución compositiva que evidencia gran racionalismo. Un perfume vibrante, brillante y cerebral como la interpretación que hace Francesca Annis del personaje de Tuppence en Matrimonio de Sabuesos. ¿La habéis visto?

MPG-FC

Lectura para poner a prueba la paciencia. Franchipán de Frangipani: L Fleur de Corail de Lolita Lempicka.

19 domingo Ago 2012

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almendra, almizcle, canela, cumarina, frangipani, perfume, tofe, Vainilla

Los azares de la Historia o de los hombres dan lugar a anecdotarios que muestran cómo la confusión y la razón van siempre parejas. Esas incoherencias hilvanadas dan con cierta frecuencia lugar a curiosidades o leyendas intrigantes que, sin duda, realimentan el proceso aumentando el aura de lo que tratemos de aclarar ¿misterio, elucubraciones varias o simplemente galimatías? Sea como fuere, lo que concierne al origen del franchipán y al nombre de la flor de frangipani está en esa categoría incierta y aglutinadora de las historias de la Historia. Y serendipia o no, encaja con el perfume Fleur de Corail porque hablamos al final de una crema de almendras y de una flor tropical de olor delicioso.

Frangipani deriva de fragere il pane (partir/romper el pan)y es el nombre de una familia que se asume descendía de patricios romanos. Se cita a Pietro el hombre que, en época incierta pero lejana, desde una barca repartió pan entre los necesitados durante un desbordamiento de río Tíber y de ahí el nombre de la familia- muy ramificada-, cuyo poder y fama creció durante el medievo gracias a su cercanía con el papado. Esta familia fue tan extensa y sus miembros desempeñaron ocupaciones tan diversas que incluso resulta difícil sacar a la luz cuál de ellos fue realmente el protagonista de la curiosidad que hoy nos ocupa. Lo único que se puede obtener en limpio es que las almendras, el perfume mismo de estos frutos unido a las especias, la flor exótica de la Plumeria alba y miembros de la familia Frangipani se encuentran y desencuentran durante un tiempo, y acaba cuajando algo de uso aúlico aunque no se sepa en qué momento eso tuvo lugar, ciertamente algo ocurrió.

Para aumentar un poco más la dificultad de la contienda contra el cúmulo de datos nos encontramos con que el franchipán puede ser tanto un licor con sabor a almendra, como un cóctel de frutas ( fresa, plátano, coco, y otras frutas exóticas como la fruta de la Pasión) o una crema de almendra elaborada sobre la base de la crema pastelera usada para rellenos. Este último es el uso más extendido hoy en día. Pero su origen también se hunde en las tinieblas…

En el siglo XIII encontramos el primer dato que une indirectamente el apellido Frangipani con un postre de almendra, enmarcado en la historia franciscana: San Francisco de Asís en su lecho de muerte dictó una carta a sus hermanos porque quería ver a Giacoma de Settesoli- viuda de Graziano Frangipane de´Settesoli- pidiendo que trajera con ella aquellos dulces romanos hechos a base de almendra y miel, llamados mostaccioli, con que el Santo fue alimentado en Roma mientras se recuperaba de una enfermedad. Pero la dama llegó a Asís antes de que la misiva fuera enviada a Roma, adelantándose a los pensamientos del Santo. Esta es una conexión vaga pero a la vez poderosa.

La forma definitiva del dulce: la crema a base de almendras tampoco tiene una atribución clara o una fecha precisa. Para unos el postre fue creado tomando como inspiración el perfume para guantes que un miembro de la familia Frangipani había compuesto, para otros el proceso fue el contrario. Sea como fuere, aquí el arte culinario y perfumístico se encuentran y se influencian. Pero aún podemos seguir dorando la píldora porque antes de las fechas que citan algunas fuentes, encontramos el dato de un tal Muzio Frangipani en el s. XV- porque hubo otro al que se le llama Muzio que era descendiente del primero y que es siempre el más citado- que era botánico y que viajó en expedición a las Antillas en época de Colón, donde tuvo la oportunidad de encontrar en Antigua una flor de olor delicioso: la Plumeria alba …parece que fueron los españoles los que llevaron la planta a las islas, donde se naturalizó.

La cosa comienza a tomar forma. Algunas fuentes citan a Don Cesare Frangipani como el noble que creó el postre de almendras y se lo ofreció a Catalina de Médicis con motivo de su boda, y por esta vía habría entrado en la corte francesa. La otra teoría es que Muzio Frangipani (el descendiente del botánico), mariscal de Luis XIII (1601-1643), fue artífice de un perfume para guantes muy exitoso inspirado en el olor de las almendras amargas.

Hasta la fecha el almizcle, el jazmín o la civeta eran notas comunes para perfumar guantes; Muzio usó especias, almizcle y raíz de violeta entre otras cosas intentando conseguir algo que endulzara el protocolario besamanos. Este perfume pronto se popularizó, y sirvió de inspiración para el postre. Esta es la versión más aceptada y recogida posteriormente por La Varenne en 1667 en su obra Le Parfait Confiturier, sólo que el autor llama Don Cesare a Muzio…podríamos seguir aumentando la confusión, puedo asegurar que hay datos para ello. Pero de aquí volvamos a la flor que recibiría el nombre de Frangipani por parecerse su aroma al del famoso perfume que creara el mariscal Muzio y cerremos el círculo.

Cualquiera que fuera la historia verdadera, lo que queda finalmente es el perfume dulce, especiado y balsámico de una flor que cautivó a los hombres, y por eso le dieron un nombre- Frangipani– que identificara lo agradable de su naturaleza. Su olor refinado evoca en ciertos momentos la alta repostería donde reinan las especias y los frutos, una repostería que desde el Renacimiento se fue haciendo más y más exquisita, y donde el azúcar estaba en el mismo lugar que otras caras especias.

L Fleur de Corail ( Maurice Roucel, 2008) resume graciosamente toda esta historia: es floral y es gourmand-oriental, tiene un comportamiento difuso funcionando mejor cuanto más calor hace. Invoca en la mente una playa tropical mediante varias notas típicas de ese contexto: crema solar gracias al salicilato de bencilo, frescas aguas transparentes mediante un núcleo de notas acuáticas muy ténues pero efectivas y el toque añadido de madera salada al final para equilibrar. Posee el efecto envolvente que tienen algunos perfumes capaces de generar una cualidad atmosférica atractiva, caliente y suave a la vez. Huele a mazapán y a tofe en el fondo (cumarina y vainilla), tiene difusión y sillage gracias a los almizcles blancos que sostienen la parte floral en la que impera un frangipani etéreo pero delicioso: ligeramente alimonado con un toque de ácido cítrico, empolvado en algún punto pero definitivamente dulce y delicado por su nota especiada de canela y vainilla dominando el perfume. Pero esta flor exótica también posee personalidad de flor blanca con un matiz tipo plátano propio del jazmín, una nota mantecosa apenas esgrimida de gardenia y recuerdos de flor de naranjo y pétalos de rosa. En síntesis, Fleur de Corail es canela en rama o aún mejor: Franchipán de Frangipani.

*El frasco se diferencia del original L en que lleva un adorno con forma de coral y el cristal es glaseado, mientras la caja es de color beige anaranjado, conviene recordarlo.

Seis flores del jardín de Santa Maria Novella: Gaggia,Gardenia,Garofano,Ginestra,Frangipani e Iris

07 sábado Abr 2012

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clavel, frangipani, gardenia, genista, iris, mimosa, perfume

Las Aguas de Colonia de Santa Maria Novella son una delicia que conservan la vibración de las preparaciones farmaceúticas artesanales. El esquema compositivo de sus temas florales parte de las aguas de colonia más tradicionales, pero se dramatiza y enriquece con un aura de perfume vintage mediante el contraste marcado entre una salida fresca, cítrica-herbal sobre un fondo de cualidad radiante balsámico-amaderado con textura aterciopelada. Y, con frecuencia, la nota principal se evoca fugazmente. En su catálogo tienen una bonita variedad de soliflores, esta es una pequeña selección:

–Gaggia (mimosa). La flor de la mimosa es la absoluta protagonista aquí. En concreto, el olor que desprende una mimosa húmeda, cuando las notas más melosas, afrutadas y penetrantes se suavizan ligeramente y surgen con mayor claridad las tonalidades verdes acuáticas que los pompones amarillos esconden. Ligeramente cítrica en su inicio y con un corazón algo jabonoso y frío con lirio de los valles y recuerdos de geranio, se va haciendo más profunda con un toque de violeta tipo Après L´Ondée de Guerlain. El perfume tiene esa cualidad impresionista de atrapar un instante y hacerte sentir la lluvia: las partículas olorosas parecen quedar suspendidas por milisegundos en el aire, dejando que la nariz capte un aroma delicado. Esta es sin duda su mayor virtud: la delicadeza del retrato. Está a medio camino entre Spring Flower de Creed por su frescor afrutado y Cinema de YSL por su dulzor balsámico.

–Gardenia. La ilusión de una gardenia cuyo olor despunta verde y radiante entre la bergamota se funde en un corazón floral más denso, dorado y tropical. Mientras desde la base emerge una calidez ricamente balsámica y ambarada donde el recuerdo de L´Heure Bleue de Guerlain se hace más claro. Es uno de los soliflores más profuso y compacto de SMN.

–Garofano (clavel). La fórmula es de 1828 y se trata de un clavel muy especiado con clavo y pimienta, ligeramente empolvado con notas de vainilla y dotado de frescor gracias al de lirio de los valles que da cuerpo al núcleo. Garofano de Lorenzo Villoresi tiene el mismo patrón, con un regusto atalcado, y son muy parecidos en términos de olor; si bien el de SMN parece un retrato más suave al principio y a la vez más profundo, con un acabado ligeramente cremoso y balsámico. Sólo para amantes del clavel.

–Ginestra (genista). Como en Gaggia, se trata de un retrato impresionista, pero en este caso la composición se centra en un tema verde, herbal y aromático. Combina la estética artesanal con un acabado más pulido de los perfumes modernos, siendo una fórmula del 2001. Para quienes crean que Green Irish Tweed de Creed es demasiado, pueden poner esta fragancia en su lista porque tienen bastante en común…; según se dice, Ginestra intenta recrear el aroma de un verde campo escocés cuajado de retama. Independientemente de los paralelismos que ambos perfumes presentan, haciendo referencia a un tipo de paisaje y su olor- porque se parecen de verdad-, Ginestra tiene cualidades destacables por sí misma. Es un retrato vívido del verdor más aromático y amargo de la retama, y cada uno de sus estadios de evolución aporta un matiz diferente en la gama de los verdes. La salida tiene un efecto muy interesante porque logra crear una sensación de espacialidad y lejanía como pocos perfumes lo hacen: se huele el frescor cítrico herbal de la bergamota y la lima de tintes cumarinados pero, el tomillo que le da ese carácter tan singular queda más escondido. Es precisamente el matiz fenólico y oscuro que aporta esta hierba aromática lo que sirve de apoyo para ir creando un efecto de profundidad a través de las notas. Ese aspecto hace pensar más en un terreno forestal que en un campo de fina hierba. El corazón es una nota de heno ligeramente melosa y algo grasa con ténues tonos florales de narciso, flor de naranjo y de húmedo jacinto. Si la salida es el corazón del bosque, la base recoge una idea de la vegetación típica del sotobosque gracias a una intensa nota de musgo y un toque verde resinoso tipo lentisco. Un verdor muy logrado.

–Frangipani. De nuevo la sensación del frangipani es un retrato momentáneo que hace tomar conciencia de la flor entre una salida brillante y húmeda, un corazón empolvado y su base oscura y seca; también una fórmula que recuerda a algo, en este caso al EdT de Mitsouko por su contraste entre jazmín oscuro y los matices especiados de la violeta – contraste que recoge actualmente la fragancia de Diane von Fustenberg-. Pero por su estructura oriental-floral está más cerca de L´Heure Bleue. Sin embargo, la fórmula de SMN es anterior a todas estas referencias, es de principios del s. XIX. Tiene el mismo feeling evocador y vintage que Gardenia pero es más seco, amaderado y desafiante en su carácter. La salida es cítrica pero a la vez resinosa como el elemí, hay algo crepitante que aporta el tomillo y algo verde que hace pensar en el paisaje tropical donde la vegetación es densa gracias a la humedad. El corazón es básicamente floral, compuesto por jazmín, nardo e iris con el toque especiado de nuez moscada. Hay recuerdos de heno dulce entre en corazón y la base donde predomina más el carácter dulce y amaderado, con vainilla y sándalo. Un marcado tono coriáceo, ahumado y cinámico del bálsamo de Perú aporta el toque peculiar que puede resultar difícil de llevar. Sólo si adoras la flor de frangipani.

–Iris. Como perfume es potente y frío; en realidad es muy potente y muy frío. Parte con una nota de violeta cruda, atravesada por el helado y anisado espino blanco, pero evoluciona hacia un iris más bien rosado y jabonoso ( geranio y lirio de los valles) en el corazón; mientras en la base fluctúa entre la suavidad del almizcle avainillado y el carácter austero, amaderado y resinoso del ciprés. Refleja bien algunas características típicas asociadas al iris como es el efecto empolvado -que no está muy desarrollado pero está- y el sabor entre radicular y vegetal, metálico y extraño que le da ese aura de reflexividad. La fórmula es de 1901 y junto con Melograno es el perfume estrella de Santa Maria Novella. No en vano ambos comparten un carácter muy intenso, con más cuerpo y mucha fijación- más que otros perfumes de la casa- y además tienen una estética diferente: destacan entre el resto porque en vez de crear una ilusión bella y fugaz como en el caso de Frangipani o Gaggia, son un retrato dilatado de algunas facetas típicas del iris y la granada, respectivamente.

Sobre Officina Profumo Farmaceutica Santa Maria Novella y puntos de venta en España podéis leer más en el post que le dediqué anteriormente, pinchando aquí.

Songes de Annick Goutal

05 martes Ene 2010

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

≈ 3 comentarios

Etiquetas

frangipani, jazmin, perfume, styrax, Vainilla

Songes en enero es perfecto. Perfecto porque en medio de este frío húmedo el aroma de las flores blancas y la vanilla dan calidez a la piel. Perfecto porque su carácter evasivo, a veces transparente, a veces dramático, es pura quietud llena de sugestiones. Las sugestiones, las ensoñaciones son como este perfume: intensas y sutiles al mismo tiempo. Un eco de la idea infantil de la magia.

Dostoievsky en Humillados y Ofendidos escribió algo que retrata bien el efecto de Songes:
Me agrada el sol de marzo en San Petersburgo,sobre todo el del ocaso en una tarde radiante y fría. Resplandece la calle entera, bañada de refulgente luz. Todas las cosas cobran un brillo repentino. Sus tonos grises, amarillos y verduscos pierden por un instante su tristeza; dijérase que el alma se ilumina, que uno se estremece o que alguien lo empuja con el codo. A nuevas visiones, a nuevas ideas…

Desde el punto de vista de la composición, es un tema muy de los años 20, época dorada de la perfumería : delicadas flores blancas: tropicales y empolvadas, que sigue la estructura clásica de balancear todas las notas mediante notas-contrapunto y arrastrar el tono inicial mediante multitud de puentes creando una fragancia multifacetada, compacta y armoniosa. Pero es algo más… posee cierta sensación de naturalidad y esa musicalidad algo bohemia, tan directa pero tan refinada, que sugestiona pureza y desdibuja el tiempo.
Songes es un néctar delicado que susurra con refinamiento la palabra feminidad.

El EdT es más luminoso y transparente mientras que el EdP es más denso, con notas de vainilla más potentes, sin embargo ambas concentraciones mantienen el tono atmosférico difuso y delicado propio de las flores exóticas. Muchas personas encuentran que hay algo que recuerda al nardo/tuberosa; definitivamente en el EdT hay una nota que recuerda al nardo y en mi opinión es más un efecto de los ingredientes y la concentración de los mismos, un efecto que no se repite en el EdP.

La salida es puro jazmín sambac: tierno y afrutado. En el EdT el matiz frutal de plátano es más evidente, al igual que la faceta indólica y pronto se pasa a percibir algo más tropical cercano a la flor de tiaré y el coco; el EdP mantiene esas notas pero son mucho más compactas…el transcurso es más lento, laxo incluso… el indol está mejor integrado, de manera que se percibe como algo más suave y floral. El absoluto de jazmín tiene una presencia muy sólida en esta fragancia, aportando ese aspecto empolvado-vaporoso tan característico que continua a lo largo de la evaporación gracias a otro absoluto: el de vainilla Bourbon.
La flor de Frangipani es quizás el tema importante aquí; en realidad para mi nariz, Songes es un canto al Frangipani. Y como toda flor tropical es elusiva, algo dulce, exquisitamente lactónica, algo afrutada y muy, muy difusa, pero además posee una sutil nota de cuero que en Songes, Isabelle Doyen (perfumista de la casa Annick Goutal) ha resaltado, quizás con bálsamo de Tolu.
El corazón explora facetas más dulces, algo melosas incluso, de las flores con el absoluto de Ylang-Ylang para crear volumen y absoluto de vainilla, que aporta mucha textura, como encargados de llevar la melodía principal, más el incienso responsable de introducir cierta oscuridad dramática, ahumada y contradictoria por esa cualidad etérea que posee dicha resina. Mientras el bálsamo de Copaiba redondea el tema con un eco aromático.
La base de la fragancia gana profundidad gracias al benjuí y se torna más amaderada, con una nota de sándalo cremoso, aumentando el tono sensual del acorde ámbar y los bálsamos, pero también tiene una nota de vetiver interesante porque crea un contrapunto seco y verde muy refrescante.

Songes. Sueños. Son una parte importante de la vida de toda persona, son viajes simbólicos en busca de algo que dormita en nosotros, que explora lo imaginario y moldea nuestra sensibilidad; de igual modo, el perfume, es algo más que un olor agradable, sin duda ayuda a definirnos a nosotros mismos porque nos permite representar nuestra individualidad. Ciertamente a eso lo podríamos llamar libertad.

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