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Olibanum: cuaderno de perfumes

Olibanum: cuaderno de perfumes

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De la tierra de la seda, el afrutado ruibarbo.

26 martes Mar 2019

Posted by Botanyuki in Notas de Perfumes

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perfume, ruibarbo


*Ilustración del ruibarbo de la «Histoire generale des drogues» (1694), Pierre Pomet.

I La antigua medicina y el ruibarbo verdadero

En una carta dirigida a los Reyes Católicos durante su primer viaje, Colón deja constancia de haber encontrado, entre muchas cosas, ruibarbo. Es casi una anécdota pero muy significativa porque revela la confusión que durante siglos se acumuló en el viejo continente respecto a esta planta milenaria. Sabemos que Colón creía firmemente haber llegado a Asia -sabían que de ahí provenía la planta, pues ya Marco Polo afirmaba haber encontrado ruibarbo verdadero en el NO de China, en las montañas de Tangut- y, por tanto, esperaba encontrar ruibarbo, la planta por cuya raíz rica en propiedades medicinales se pagaban precios astronómicos: llegó a costar más que la preciada canela de Ceylán, el narcótico opio y el dorado azafrán. Pero Colón, como cualquiera de sus coetáneos, no conocía la planta de primera mano; nadie en Europa la había visto aún crecer en su hábitat natural, sólo llegaba en forma de medicamento, esto es, en polvo o como raíz seca troceada.

El polvo de ruibarbo era un producto frágil que se estropeaba con facilidad, era poco probable que lo consumido en Europa desde la Antigüedad llegara de China porque el producto no aguantaba semejante viaje, habría una fuente más cercana. Y ahí es donde toda la confusión y la aventura comienza y donde cobra sentido la búsqueda del ruibarbo verdadero o más verdadero…

«Se ha trabajado mucho para determinar la especie de este género que suministra la raíz que los médicos ingleses han considerado como la mejor especie de ruibarbo, de la naturaleza del que se nos hace bajo el nombre de ruibarbo de Turquía (…) poseemos hoy las simientes de una planta cultivada en Inglaterra, cuyas raíces tienen las propiedades que se han reconocido en el ruibarbo más verdadero y más estimado (…) « Tratado de materia medica (1796) William Cullen

En el s. XIII, a través de la Ruta de la Seda, comenzó a llegar un producto muy apreciado por sus propiedades llamado «ruibarbo ruso», aunque hoy no está claro que fuera el verdadero sino uno más verdadero quizás ya usado desde tiempo de los griegos. Al menos, la etimología de la palabra esto indica.

Dioscórides habla de un medicamento llamado Rha que llega a través del Bósforo, seguramente ruibarbo. Rha era el nombre que los pueblos escitas que vivían hace 3000 años en a´reas de la actual Ucrania daban al río Volga y, la planta que crecía en abundancia en sus orillas recibía el mismo nombre. Es uno de los nombres más antiguos por los que se conoce al ruibarbo, otra era Rheon, posiblemente derivada del persa y que al latín pasó como Rheum. Al ser un producto importado se le acabó aplicando el calificativo barbarum, y así en latín medieval se decía rheum barbarum (ruibarbo extranjero) hasta llegar a rheubarbarum, de donde deriva ruibarbo. Plinio, quien lo convirtió en panacea, lo describe bajo el nombre de Rhacoma y Rha-Ponticum es otro nombre frecuente que describe un origen más allá del Ponto. Durante siglos este fue un producto importado, un carísimo medicamento importado.

Se dice que Mitríades VI, rey del Ponto en el s. I a. de C., formuló el famoso antídoto Mithridatium partiendo de fórmulas antiguas como el kiphi y añadiendo otros ingredientes como el ruibarbo porque éste se asociaba con la eliminación de toxinas en el cuerpo. Por esto precisamente era tan preciado en la Antiguüedad: tenía un rol principal en la catarsis.

La base de la medicina antigua gira en torno a este concepto de catarsis. Ya a los antiguos sanadores, anteriores a la medicina hipocrática basada en la teoría de los humores, se les llamaba catárticos, esto es, purificadores. La teoría hipocrática que luego sería el modelo médico durante siglos, se basaba en los humores corporales y su equilibrio; si dicho equilibrio se veía afectado había que eliminar las sustancias nocivas o malos espíritus causantes, es decir, había que someterse a una catarsis. En sentido médico tal cosa consistía en una purga. De hasta que punto este procedimiento fue prescriptivo durante siglos habla el hecho de que Enrique VIII en su últimos lecho de muerte se le administrara ruibarbo.

«Las cualidades de esta raíz son las de un purgante suave (…) dada a grandes dosis causa dolores de tripa del mismo modo que otros purgantes; pero es muy raro que caliente o produzca otros efectos de los purgantes más drásticos (…) La calidad purgante está acompañada de una amargura, muchas veces útil para restablecer el tono del estómago, cuando está destruido; y por lo común el estómago soporta con más facilidad el ruibarbo por razón de su amargura, que otros muchos purgantes» Tratado de materia medica (1796) William Cullen.

Existen muchas variedades de ruibarbo; de tallo amarillo, verde o llamativo rosado; es una planta importante, incluso se han encontrado variedades gigantes en Alaska, un indicativo de que necesita el frío. De hecho, se cree que es originaria de Siberia, Mongolia y China donde, desde tiempos inmemoriales, se apreciaba por sus cualidades curativas.

El clásico Herbario de Shennong datado en torno al 2700 a. de C. recoge el vestigio más antiguo conocido a cerca del uso del ruibarbo. Aunque dicho texto ya sólo existe gracias a escritos posteriores basados en tradiciones orales , se sabe que consistía en tres libros; el primero dedicado a fármacos estimulantes, el segundo centrado en el tratamiento de enfermedades y el tercero hablaba sobre sustancias de acción violenta sobre las funciones fisiológicas, principalmente venenos. En este tercer volumen aparecía el ruibarbo bajo el nombre de El Gran Amarillo, nombre clásico de la planta en China. Era una sustancia muy preciada para tratar problemas digestivos, principalmente inflamaciones y estreñimiento. Se consideraba una medicina muy eficaz y potente que debía ser administrada con cuidado. Las dosis en Europa se cuidaban menos, y médicos como Cullen hablan de ello, pues lo que aquí se comercializaba era más suave, otra variedad de ruibarbo pero ¿cuál? o ¿cuales? Es difícil de decir.

Desde la Edad Media hasta la apertura de China en 1842 especular era la norma puesto que había sido imposible encontrar la planta original in situ. Incontables intentos por conseguir semillas auténticas para cultivarla en tierras europeas sólo contribuyeron a aumentar la confusión y multiplicar las variedades. La planta que hoy crece como vegetal de consumo alimentario (Rheum hybridum) es el fruto de diversos cruces entre semillas procedentes de Rusia, ejemplares llegados de Turquía y, seguramente, falso ruibarbo o rapontico. Es una larga, larga y enrevesada historia en la que cierta «ruibarbo-mania» floreció abonada por el afán comercial de la Compañía de las Indias Orientales o el monopolio establecido por Catalina, la Grande. Añadamos que los farmacéuticos fomentaban el cultivo y los intrépidos pioneros botánicos que emprendían el viaje en busca de la planta perdida dejaban en los relatos de sus vivencias una extraña mezcla de verdad y confusión. En consecuencia, el conocimiento de la planta avanzó lentamente y fue dando lugar a un fenómeno paralelo de naturaleza diferente: la gastronomía y los vinos frutales.

El consumo de ruibarbo como alimento no es un hecho moderno. Ya los chinos sabían que las hojas eran tóxicas pero que el tallo era comestible y existen recetarios árabes y persas donde se incluye como ingrediente en la elaboración de platos. Pero hoy en día es un vegetal bastante popular por su sabor afrutado de efecto ácido, similar al de las fresas tardías; y como las fresas se usa frecuentemente para hacer pasteles, rellenos de tartas de fruta, triffles, compotas.

Conseguido el cultivo de cierto ruibarbo considerado como «el más verdadero» en Inglaterra, en 1817 en el Chelsea Physic Garden se hace un pequeño descubrimiento: dejando bien tapadas las raíces en invierno durante varias semanas se consiguen unos brotes tempranos que tenían mejor sabor porque eran más suaves. Este cultivo forzado inició la variedad comercial de uso culinario hoy tan conocido. El ruibarbo seguramente se introdujo en la dieta por sus propiedades medicinales pero el abaratamiento progresivo del azúcar que permitía contrarrestar su acidez ayudó y no poco a su popularización.

Aunque la historia del ruibarbo es más medicinal que culinaria, si hoy la planta es conocida es precisamente por su sabor afrutado y refrescante con carácter acidulado. Y son precisamente estas características las que forman parte de la historia de la perfumería, aunque tratándose del ruibarbo, el camino siempre es sinuoso…

II. A través de la gardenia, el frescor afrutado del ruibarbo

Desde Gardenia de Chanel a Amarige de Givenchy la gardenia se retrata con rasgos crujientes gracias a una molécula de carácter áspero que aún representa un prototipo de frescor: el acetato de estiralilo. Es una nota clásica en la gama de las notas verdes, con una característica textura áspera y un carácter seco que va muy bien en notas de salida de perfumes de acabado seco, austero y herbal como los clásicos perfumes chipre. Es el famoso Gardenol que corona Jour d´Hermès y tantos otros perfumes. Sin embargo, aunque su carácter sea principalmente verde y se use para crear acordes de gardenia, es un material que tiene una faceta afrutada que recuerda al ruibarbo.


*White Lilac & Rhubarb de Jo Malone.

En la perfumería clásica esta faceta frutal no se exploraba a fondo pero era útil para dar relieve y brillo a las notas florales. Jean Charles usó el acetato de estiralilo para crear los complejos de gardenia en Carven Ma Griffe (1946) y en Miss Dior (1947). Bandit de Robert Piguet también llevaba una dosis más que generosa de este material que ayudaba a suavizar la potente nota de fondo de cuero. Progresivamente este tímido matiz frutal fue cobrando protagonismo a través de perfumes que contrastaban el dulzor floral con acentos afrutados y ácidos más refrescantes y reminiscentes de bayas.

Pero el acetato de estiralilo no es el único material clásico con acentos frutales que jugó un papel importante en la evolución de la faceta afrutada, pero sí es uno de los que sobrevive a las restricciones frente al Lyral (clave en el Anaïs Anaïs vintage) o el poderoso aldehído ciclamen con el que se crean notas de flor de tilo. Estos materiales clásicos tienen una declinación verde y floral (flor de tilo, muguet, gardenia, ciclamen) pero la nota de ruibarbo que actualmente gana terreno tiene acentos más cítricos y vibrantes de pomelo y frutos rojos o es directamente una recreación golosa y culinaria como en Baby Doll de YSl que se centraba en el sabor de la compota de ruibarbo o Ricci Ricci que se inspira ne los bastones de caramelo de ruibarbo que aún se consumen en UK.

Seguramente fue el perfume Rhubarb (2003) de la serie Sherbet de CDG el pionero en hacer lucir la nota de ruibarbo como un refrescante sorbete, Hermès presenta el mismo concepto en Eau de Rhubarbe Ecarlate(2016). El aspecto cítrico se exploraba también en AquaAllegoria Tutti Kiwi de Guerlain donde el ruibarbo añadían un efecto radiante o en 4711 Acqua Colonia Rhubarb & Clary Sage donde contrasta con un fondo ambarado. Pero en ocasiones esta nota se reviste de un acabado más tecnológico e incandescente gracias a materiales como el Paradisamine de Givaudan, presente en John Varvatos Acqua, donde añade una vibración tropical con elementos vegetales, en Antigua de Phaedon, en Paradis Perdu de Frapin o en nuevos perfumes de cuero con declinación gourmand como Les Frivolites (2017) de Jacques Fath.

Aún sigue acompañando el ruibarbo a composiciones florales de acentos verdes como La Tulipe de Byredo, el delicado White Lilac & Rhubarb de Jo Malone o el dramático bouquet de flores blancas que es Honour Woman de Amouage donde añade un tinte dulce y herbal… Por su afinidad con el pomelo rosa, al que también recuerda, a menudo forma parte de composiciones basadas en vetiver u otras notas de maderas ambaradas como en Guerlain Homme Intense, #211 Mon Vetiver Narcotique de Le Ré Noir. Mientras su faceta vegetal sale a relucir en perfumes como Rose Ikebane de Hermès para resultar esa faceta verde natural de la rosa o en Aedes de Venutas EdP unida al incienso.

Así el ruibarbo como nota parece tener cierta versatilidad: puede ser clásico y acompañar acordes verdes y florales de tono más seco, o moderno , energizante, acidulado y/o gustativo. Incluso intrigante. Además la nota recorre todos los sectores de la perfumería, desde exlcusivas niche como Aoud Absolue Précieux de Roja Dove al asequible y popular Comme une evidence de Yves Rocher, presentándose con un carácter más abstracto o concreto, siendo una nota más seca o jugosa, herbal o afrutada…la cuestión es que siempre parece añadir contraste y ahí radica su atractivo. Eso y esa cierta reminiscencia clásica que tiene el efecto acidulado.

Flores de papel, gotas de miel, rayos de sol: el precioso aceite de helicriso

08 jueves Feb 2018

Posted by Botanyuki in Notas de Perfumes

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helicriso, perfume

En Córcega, principal centro productor en la actualidad, se le llama murza o Hierba de San Juan y es una de las plantas que define el paisaje con su intenso color amarillo dorado. Igualmente ocurre en otros lugares de la cuenca del Mediterráneo y de los Balcanes, donde el helicriso florece entre junio y julio cubriendo de oro riberas del mar y áridas montañas. Es la típica planta de la garriga y el maquis, compañera del mirto, el lentisco, el enebro, la jara, el cantueso, el romero, el brezo blanco, la salvia, las zanahorias y las cebollas silvestres, la menta, el hinojo, las camomilas y las santolinas con las que a menudo se confundía en la Antigüedad.

Su olor no es menos característico que su color. Recordando a la salvia y a la manzanilla, su fragancia es intensa y siempre permanece cálida, con un dulzor azucarado penetrante y persistente; a veces hace pensar en cosas tan dispares como el jarabe de arce y los almiares recién creados. Sus blanquecinas y brillantes hojas emanan, al ser arrugadas, un fuerte olor a cúrcuma por el cual al helicriso también se le conoce como planta de curry -la cúrcuma es la base del curry-. También la apariencia inmutable de su color y la buena cualidad aromática de sus flores mucho tiempo después de haber sido cortadas le ha valido nombres como perpetua, siempreviva, inmortal, flor de paja, flor de papel. En realidad, es una planta con muchos nombres, respondiendo a veces a tradiciones locales, pero también con muchas formas y colores que van desde el blanco al rosa profundo, pasando por distintos tonos de rojo anaranjado, aunque el más característico hoy en día sea el de intenso amarillo dorado.

Helicriso es un nombre discutido a nivel etimológico, pero se acepta convencionalmente que deriva del griego helios chrysos -sol dorado o sol de oro- aunque las fuentes de la Antigüedad, desde tratados de botánica y medicina a la poesía bucólica de Teofrasto, también mencionan una variedad de intenso rojo o le dan otros nombres. Es un arbusto perteneciente a la familia de las Asteraceae (como la margarita y los girasoles) que puede alcanzar los 80cm, desarrollando largas raíces que le permiten vivir en suelos muy pobres y terrenos de piedra caliza. Su habitat natural siempre implica una fuerte radiación solar y crece en altitudes dispares: hasta los 2000 metros de altitud o decendiendo hasta el nivel del mar. Esta capacidad de adaptación se refleja en una gran variedad de especies y un alto grado de polimorfismo de las plantas. Se calcula que existen cerca de 600 especies repartidas entre los distintos continentes aunque se cree que es oriunda de África; 20 de estas especies son propias del Mediterráneo y 8 típicas de Italia, país donde primero fue descrita y, por ello, se bautizó en época moderna como Helicrisium italicum ( Roth) G Don (1830). Hoy el Helicrisium italicum Roth (sinónimo Helicrisium angustifolium Lam D.C. ) denomina a una de tantas variedades botánicas que a su vez se dividen en otras subespecies. A menudo especies y subespecies resultan difíciles de diferenciar y clasificar. En aromaterapia el problema se puede simplificar hasta cierto punto atendiendo a los principales compuestos aromáticos que se obtienen en la destilación, así se diferencia entre:

A) Aceites provenientes de África que son ricos en 1,8 cineol con un característico olor a eucalipto y menta.

B) Aceites provenientes del norte de la cuenca mediterránea, agrupables, a grandes rasgos, en dos quimiotipos:

–El de los Balcanes, con un aceite esencial rico en sesquiterpenos alfa y gamma curcumenos por los cuales es más antinflamatoria y antihistamínica. Su fragancia se caracteriza por un dulzor más seco y herbal que recuerda al té oolong y al heno.

– El de Córcega -y parte de Cerdeña- cuyo aceite esencial tiene un alto contenido en acetato de nerilo que lo hace más calmante y analgésico junto a italidonas I, II y III que dan a esta esencia el efecto de regeneración celular por el que se ha vuelto tan preciado en tratamientos dermatológicos y cosméticos. Su olor, además, es particularmente meloso, algo más floral y con recuerdos de tomillo y fenugreco.

Los primeros estudios sobre los beneficios del aceite esencial de helicriso se documentan con los trabajos de Leonardo Santini en los años 40´s y 50´s, en el tratamiento de pacientes con psoriasis. En aromaterapia son sus virtudes para tratar la piel las que le han dado la fama actual pero los trabajos de Santini no tuvieron la merecida transcendencia en la comunidad científica. El helicriso fue durante décadas una rareza. Kurt Schnaubelt lo rescató del anecdotario en el que parecía condenado y, más tarde, con el nuevo milenio, L´Occitane impulsó un programa de cultivo en Córcega -que tomó el relevo de los Balcanes colapsados tras la Guerra-; la promoción de esta firma cosmética junto a otras empresas como doTerra han puesto a la siempreviva de moda. Sin embargo, en el mundo de la fitoterapia, su extracto y su tintura tienen una larga y reconocida tradición como antinflamatorio, antimicrobiano y expectorante. La planta misma, preparada en infusión es un remedio popular para tratar problemas en las vías respiratorias. En la propia Córcega se usó como remedio contra la gripe española.

Pese a ser una planta muy medicinal y efectiva, como las lavandas y las camomilas, no existen muchas fuentes que documenten su uso a lo largo de la Historia. La mayoría del conocimiento proviene de tradiciones locales, a veces ligadas a variedades endémicas de la planta, como ocurre con el H. plicatum de Turquía, usado para curar heridas u otitis.

En general, el helicriso es útil para problemas de tipo respiratorio, para el sistema digestivo, para el sistema linfático y para tratar inflamaciones. Las fuentes de la Antigüedad ( Teofrasto, Plinio el Viejo y Dioscórides) proporcionan los primeros datos de su uso medicinal y simbólico; no en vano, medicina y espiritualidad estaban entonces muy ligadas.

Dioscórides, en De materia medica, Libro IV, dice de la «flor de oro» ( Krysanthemon) o la flor «que no se marchita» (amárantos) que » con esta se coronan también las imágenes». Cabe señalar que como flor de verano formaría parte de coronas y guirnaldas para decorar templos y estatuas durante festividades estivales importantes, como podían ser los Juegos Olímpicos en el santuario de Olimpia. Su capacidad para mantener una intensa fragancia durante meses tras ser cortada también la convirtieron en preciada ofrenda en diferentes ritos, especialmente en ritos funerarios. Y su característico color amarillo, semejante al brillante oro, lo vincularon con ritos solares y el culto a la eternidad.

Dioscórides también señala su uso medicinal: » Su cabellera, bebida con vino, es beneficiosa para la disentería, las mordeduras de serpiente, la ciática y los desgarros; provoca la menstruación; (…) Dado a beber en ayunas, en el peso aproximado de tres óbolos, retiene las fluxaciones catarrales, mezclada con vino blanco rebajado con agua. Se coloca entre las ropas para que las preserve sin polilla»

Cuando en el Renacimiento los viejos tratados griegos y romanos vuelven a divulgarse, los autores modernos se hacen eco de las antiguas palabras. Así, Castore Durante en su Herbario Novo describe las virtudes de las plantas siguiendo la Teoría de los Humores y clasifica el helicriso como caliente y seco. Siguiendo a los clásicos Durante recomienda infusionar la planta con vino para tratar problemas de hígado y mezclarlo con miel para tratar problemas de la piel. De lo que ya no habla este autor es de la cualidad hipnótica y psicotrópica del helicriso; una cualidad señalada por Teofrasto y por la cual la planta tendría valor en rituales de comunicación con las divinidades.

Fragancias y plegarias están íntimamente ligadas en el mundo antiguo a la magia chamánica y la medicina. Se podían ofrecer sustancias aromáticas para ahuyentar malos espíritus o a modo de fumigaciones higiénicas que trataban de prevenir enfermedades, pero también se ofrecían sustancias cuyo olor provocaba sedación, narcosis, trance…Elaborados inciensos quemados en templos, ofrendas florales, ricos ungüentos para ungir estatuas de divinidades…los templos de la Antigüedad estaban intensamente perfumados porque el perfume se consideraba el principal vehículo de comunicación con las deidades. De aquellos usos quedan vestigios en nuestro tiempo: los distintos inciensos quemados en distintas religiones o las guirnaldas florales a modo de ofrenda. Del helicriso aún se puede rastrear su rol en el mundo espiritual antiguo en distintas culturas mediterráneas: es una flor típica en la celebración del 1 de noviembre y en las pequeñas iglesias de las islas croatas y griegas sigue usándose como ofrenda.

Volviendo a la pragmática, ciertamente el helicriso algo hace en la mente. Hoy se sabe que su aceite esencial tiene efectos psicológicos igual que otros aceites pero quizás se pueda decir que, como el frankincienso, es uno de esos aceites esenciales cuyo efecto es profundo y complejo. A veces se le compara con la lavanda por su capacidad para relajar y aliviar el stress pero el helicriso es más potente, incluso narcótico si no se maneja adecuadamente; su contenido en cetonas obliga a usarlo siempre muy diluido. Las cetonas a baja dosis tienen propiedades calmantes y actúan rápidamente, sin contar con el efecto del acetato de nerilo.

Mientras la lavanda se recomienda para mejorar el rendimiento en tareas matemáticas porque favorece el razonamiento, el helicriso despierta el cerebro intuitivo, las áreas del hemisferio derecho, favoreciendo la creatividad y la capacidad de usar la visualización -una técnica que sirve para aclarar, focalizar y fijar en la mente el material estudiado: palabras y movimientos; Por ejemplo, construir un palacio de la memoria o aprender una rutina de ballet-. Sin embargo, la lavanda suele ser universalmente aceptada por su olor limpio y fresco, mientras que la siempreviva con su particular dulzor persistente no siempre es bien tolerada. Puede costar hacerse con el olor, pero si llega a ser aceptado maravilla por sus infinitos y exóticos matices. A pesar de ser como un perfume en sí mismo, por su carácter difícil suele usarse en mezclas con otros aceites esenciales con los que combina especialmente bien como los cítricos y las mentas, la albahaca y el clavo, los de otras plantas típicas del monte bajo, con el frankincienso y el vetiver y, más a nivel de perfumería, cabe añadir el iris y la rosa damascena, el ylang-ylang, la boronia y la mimosa, el bálsamo de Perú y el musgo de roble.

En perfumería se usa sobre todo el absoluto que resulta tener un dulzor más intenso y concentrado, recordando al azúcar caramelizándose, al regaliz, al jarabe de arce , también tiene elementos amaderados de cumarina y una faceta cálida y almizclada que recuerda al café. Según su procedencia y método de extracción puede aportar matices más frutales (frutos rojos e higos), más herbales con recuerdos de té y tabaco, más especiados y aromáticos con elementos de fenugreco y apio, recuerdos de nuez o de incienso…aunque lo más característico del helicriso quizás sea el efecto global empolvado y azucarado que aporta a un perfume.

Paralelamente a su resurgimiento en aromaterapia en las últimas décadas también se ha ido convirtiendo en una nota habitual en la perfumería niche, circuito del que rara vez sale. Sin duda siempre ha sido una rareza, por su olor rico y complejo y su intensa persistencia. Su perfil aromático lo hace especialmente útil para facetar acordes ámbar y perfumes estilo chipre, así como para dar calidez y naturalidad a composiciones florales de rosa, azucena, tuberosa, lirio de los valles, etc y por su recuerdo a café, caramelo o galletas también entra de lleno en el territorio de los perfumes gourmand. En líneas generales aporta calidez y gran difusividad al perfume. Es uno de esos materiales que no tiene mucho sentido oler en el secante, necesita del calor de la piel para cobrar vida y desvelar los matices más mantecosos, suaves y florales.

Annick Goutal fue pionera en el uso de este material allá por los años 80´s: desde Eau de Monsieur (1980) y Eau de Sud (1996) hasta el glorioso Sables (1985) y el más reciente Nuit Etoilee (2012) lo contienen de forma evidente. Hay pocos perfumes en los que el helicriso esté tan presente como en Sables, quizás sean menciones honorables Jeux de Peau de Serge Lutens e Interlude Woman de Amouage. Otras firmas de autor le dedican un lugar especial en forma de homenaje al paisaje corso como Corsica Furiosa o el más medicinal Eau de Gloire de Parfum d´Empire y Helicriss de Sylvaine Delacourte. En 1740 Marquis de Sade de Histoires de Parfums la nota es más protagonista que aliada del cuero y en Tuberosa 3 Animale imprime calidez herbal a la tuberosa; la mayoría de las veces la siempreviva cumple esta función de insuflar vida, dar calidez, redondear, aportar matices entre capas…así aparece en Chypre Rouge , Chêne o El Attarine de Serge Lutens y en los perfumes de Frapin en 1270 y Speakeasy; en la versión moderna de Visa de Robert Piguet adorna la faceta frutal y en Ambra Nobile de Nobile 1943 aporta un toque licoroso. Guerlain lo ha usado junto a notas de flor de naranjo en Cologne du 68 y para dar una luminosa calidez seca al fino cuero de Cuir Beluga. Otro perfume de cuero fino/ante en que se usa es Cuir Velours de Naomi Goodsir. En Dolcelisir de L´Erbolario se aprovechan sus matices palatables para recrear un acorde ámbar reminiscente de Ambre Narguille de Hermès.

Como planta, el helicriso puede ser ejemplo de muchas cosas dignas de estudio, pero sobre todo revela como en la Antiguëdad las plantas con un fuerte aroma podían adquirir relevancia en ceremonias religiosas derivadas seguramente de primitivos ritos de culto a la Madre Tierra y al Sol. Igual que el incienso o la mirra. Como material de perfumería, su olor es inconfundible y poderoso. No podría describirse como poético en un sentido romántico y delicado sino que es algo más complejo y telúrico capaz de imprimir encanto y personalidad.

La intensa vainillina y Ambre 83 de Laire.

03 viernes Nov 2017

Posted by Botanyuki in Notas de Perfumes

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ámbar, ámbar gris, perfume, vainillina


*Anuncio para Biscuits Lafèvre-Utile (1896) de Alphonse Mucha.

En una pequeña historia de la vainillina cabría resaltar dos hechos. El primero, que junto a la cumarina, es uno de los químicos aromáticos más antiguos; ambos comenzaron formando un poderoso tandem de profundo y persistente dulzor, el dulzor tradicional, rico y envolvente de los clásicos perfumes ambarados y orientales. El segundo es que, desde el inicio de su historia, la vainillina se pudo preparar con métodos diferentes y partiendo de diversas fuentes; tal circunstancia multiplicó el número de patentes y esto implicó un descenso drástico en su precio: desde los casi 9000 francos por kilo que podía costar en 1876 hasta menos de 50 hacia 1913. Y esta es, seguramente, la principal razón de su popularidad porque no sólo es un material importante en perfumería, también lo es en la industria del sabor donde se ha usado para aromatizar desde tabaco a chocolate. De hecho, la vainillina es lo que la gente suele identificar como olor de vainilla gracias a flanes, bizcochos de soletilla, natillas, helados y demás preparados industriales.

La vainillina tipifica -junto con los matices cinámicos- los olores balsámicos pues ocurre de forma natural en distintas variedades de vainilla, en los resinoides de benjuí, en el bálsamo de Perú, en el bálsamo de Tolu y en el estoraque; pero su olor es sólo una parte del aroma de la vainilla natural, aunque popularmente una se confunda con la otra porque la vainillina también representa en términos de aroma el común denominador entre la diversas vainillas que se cultivan en el mundo.

Diferentes concentraciones de vainillina también se pueden encontrar en la pimienta dulce (dioica o de Jamaica), en la canela de Ceylán, el clavo y su aceite esencial, el jengigre, la nuez moscada y su aceite esencial, el musgo de roble, la planta del tomate, el maíz, la avena, la mantequilla, el aceite de oliva, el café, el whiskey, el ron, la piel de patata, las fresas silvestres, la piña, las pipas de girasol, el aceite esencial de cabreuva o el raro y caro absoluto de flor de violeta. En algunos casos la vainillina puede formarse en un alimento como el jarabe de arce y el café por acción del calor, en otros casos como los vinos, licores, vinagres y demás productos envejecidos en barricas por acción de la lignina, un polímero de la madera del que se puede extraer vainillina como subprodcuto de la industria papelera. Esto enlaza con el olor de los libros viejos, que entre otras cosas pueden recordar a vainilla y ámbar gris.

Esta ocurrencia natural en distintos alimentos, especias u otras materias puede verse reflejada en fragancias, de forma incidental o tangencial. Un ejemplo interesante es Jeux de Peau de Serge Lutens, un perfume particularmente dulce y persistente cuyo motivo central en una primera impresión es un palatable y tierno acorde de café, pan y albaricoques pero que, de forma oblicua, remite al gusto de la vainillina y los clásicos perfumes ámbar. Por otro lado, del mundo del vino y la madera de roble se derivan productos como la tintura de astillas de roble o el extracto CO2 que si bien sirven para dar una tonalidad de musgo de roble, seca y amaderada, también tienen un tono balsámico vainillado y ligeramente frutal. Perfumes como Chêne de Serge Lutens, Caligna de L´Artisan Parfumeur o Vanille Insensée de Atelier Cologne usan estos materiales en su base.

Porque remite al sentido del gusto más primordial de la leche materna y al sentido del tacto acariciante y protector cuando forma parte de una faceta empolvada, la vainillina resulta ser un olor inconsciente y terriblemente apetecible, reconfortante y calmante. Tiene un importante efecto psicológico, pero en perfumeria también es interesante por su versatilidad: puede usarse como fijador o como modificador en todo tipo de perfumes siempre que se dosifique con cuidado pues si hay algo que caracterice a la vainillina es su cálida persistencia, sin ser tan potente como la etil vainillina (cuyo carácter fue magistralmente domado por Jacques Guerlain en Shalimar), aún puede resultar agotadora, pese a ser cremosa, dulce y empolvada.

Al igual que la cumarina, la vainillina recubre la vaina de vainilla durante el proceso de secado, cristalizada como diminutas agujas incoloras o blanquecinas. Su presencia en la vainilla es variable, aunque se estima una media del 2%, pero entre los casi 200 componentes conocidos en la vainilla, la vainillina representa lo más característico de su olor.

Nicolás Theodore Gobley consiguió aislar la sustancia por primera vez en 1858 como una sustancia relativamente pura, a partir de un extracto de vainilla. El paso importante lo dieron Tienmann y Haarmann en 1874 cuando dedujeron su estructura química y encontraron una vía de síntesis a partir de la coniferina, un glucósido presente en la corteza de pino.

Diferentes vías de síntesis a partir de diferentes materiales se fueron encontrando desde entonces: a partir de guayacol petroquímico y natural, a partir de lignina, del eugenol presente en el clavo, de la cúrcuma, del ácido ferúlico. En cada caso la calidad puede variar pero la vainillina ex clavo ha sido una de las más preciadas en perfumería por ser prácticamente idéntica a la vainillina presente en la vainilla.

Oliendo dulce, empolvada, seca, con recuerdos de caramelo, cacao y leche, cremosa pero también aromática, con recuerdos de frambuesas, fresas, litchi o tabaco, la vainillina ofrecía desde su inicio la posibilidad de recrear y/o amplificar el vago dulzor acogedor de la tintura de ámbar gris. En fórmulas antiguas y saturadas ambos perfumes podían compartir espacio y complementarse, pero la industrialización de la perfumería implicó, desde el primer momento, una reducción en los tiempos de producción. Nada que ver con los ritmos frenéticos de hoy en día, pero si de un modo lo suficientemente significativo como para que el uso de tintura de ámbar gris -que requiere una maduración de meses- se fuera relegando en beneficio de las bases de ámbar que, sin oler directamente a ámbar gris, recreaban aspectos y cualidades de este precioso material.

Las bases eran y siguen siendo una herramienta muy importante en la paleta del perfumista. Creadas combinando químicos aromáticos con esencias, brindan la posibilidad de introducir complejidad y carácter, de perfilar una faceta, ser el punto de partida de un arquetipo o insuflar ese je ne se quois con un acabado característico.

Es el caso de Ambre 83 de Laire (actual Symrise) una base histórica que hoy se identifica con un ámbar tradicional: dulce y balsámico, rico, penetrante y empolvado y, en ocasiones, susurrante. Envolvente, introvertido, intrincado, sensual. Sutil a la vez que tenaz, redolente de calidez y concentrado.

Como base de ámbar es una fantasía: no huele a ámbar gris ni tampoco a su sustituto del reino vegetal, el labdanum. Tiene un carácter intensamente cálido y empolvado basado en una importante dosis de vainillina y almizcle latiendo junto a un rosado geranio, toques de civeta, pungente labdanum, oscuro patchoulí y nuez moscada. Esa faceta empolvada-almizclada parece formar una segunda piel mientras proyecta un halo cálido de incienso y maderas. Es sutil a la vez que profuso en sus matices, intentando emular el olor infinito del ámbar gris.

En su momento publicitada como un producto para recrear notas orientales y ambaradas, Ernest Beaux la usó para enriquecer la fantasía de maderas preciosas y ámbar gris que es Bois de Iles (1926) de Chanel. Hoy es un modelo de ámbar tradicional para distintos perfumes monotemáticos; el estandar es Ambre Sultan de Serge Lutens, lo más cercano al olor de Ambre 83, pero hay muchos perfumes que siguen su estela: Ambre Fetiche de Annick Goutal siguiendo la línea clásica y concentrada y Orietal Lounge de The Different Company -que mantiene el perfil aromático típicamente cálido y empolvado pero se renueva usando el recurso moderno de un acabado más diáfano, tibio y espacioso- son dos ejemplos claros de como esta base ha creado un modelo.

Ambre 83, creado a principios del s XX, también tiene una versión actual: Ambre 84 DL, acorde con los tiempos es un ámbar más cristalino y amaderado pero con un filo gourmand de café. Otro ejemplo de que la perfumería se sigue moviendo por la vía palpable de lo palatable; algo menos místico que un ámbar tradicional, pero aún intimista. Ligado tanto a una sensación de energía por la cafeína que sugiere como de cobijo por esa tendencia actual hacia de comodidad hogareña con filtro hygge.

Costumbres cambiantes, modas y tendencias en el vestir y la decoración, las formas de hablar y los temas de conversación dominantes de cada época incluidos los modos de comportarse en público, de valores en alza y de valores a la baja, modos de educar, libros disponibles y libros imposibles de volver a encontrar…en fin todo lo que define la cultura de un momento -tanto si es alta cultura como estándar o escasa- no sólo influye en nuestro estilo de vida y nuestra forma de pensar…. también influye en nuestras expectativas. Las expectativas pueden cegar nuestros sentidos, de hecho lo hacen. Las expectativas actuales parecen guiadas por una cascada perenne de estímulos fáciles, adrenalina y simplicidad que se reflejan en un gusto general por perfumes de lectura rápida, de ligereza y uniformidad, de gusto inmediato y de inmaterialidad.

Hace un par de años escuchaba a unas chicas jovenes hablar de perfumes en términos de modernidad. Los florales para ellas -que resumían a la perfección las ideas de su generación- si son ricos y complejos como Faubourg 24 de Hermès ya son cosa del pasado o algo para una mamá. Lo joven -lo que ellas sienten que las representa- es transparente, fresco o en todo caso gourmand. Sí, algo tan ligado al origen de la perfumería moderna- pero que entonces era subliminal- es hoy considerado lo más de lo más por las nuevas generaciones y la industria se hace cargo de eso porque con esto de lo gustativo al final, llega tanto a jóvenes que lo leen como novedad, como a personas maduras que pueden encontrarlo simpático, divertido, cómodo. A mujeres y a hombres también, porque en el fondo lo gourmand no tiene género, ni edad y sí múltiples tonalidades que ofrecer más allá del azúcar y el praliné en las distintas familias de perfumes.

Lo triste de la perfumería actual no es que haya predominio de notas dulces, lo que no es tan nuevo, sino que no están sublimadas y que no acompañan con esplendor y creatividad otras facetas del perfume. Es decir, que sea algo tan genérico. Cabe citar dos perfumes nuevos como ejemplo de buen hacer más allá del dulzor: Poison Girl de Dior y Baiser Fou de Cartier.

Y si pareciera que esto ya está muy alejado del tema del ámbar, aún quedaría por recordar la intrincada y curiosa historia culinaria del ámbar gris o como algunos perfumes clásicos de almizcle o de ámbar rebosan notas de chocolate negro y de vainilla oscura. O la vainilla misma que como especia se extendió en Europa como aditivo suculento del chocolate caliente, una bebida típica de las cortes europeas, pero eso es otro historia. Esta historia en cambio termina como empezó, con un material, la vainillina, que al conseguir sintetizarse a bajo coste pasó a formar parte del gusto más cotidiano y hogareño que aún proporcionan flanes, bizcochos de soletilla, natillas, helados y demás preparados industriales.

*Anuncio para Chocolat Ideal (1897) de Alphonse Mucha.

La gentil brisa floral: Lavanda & Lavadín, algunos usos (2ªparte)

22 viernes Sep 2017

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haba tonka, lavanda, lavandin, perfume

He aquí flores para vos: la ardiente alhucema, menta, ajedrea, almoraduj; la caléndula, que se acuesta con el sol y, llorando, se levanta con él. Son flores del medio verano, y creo que se dan a los hombres de una edad media. ¡Sed muy bien venido! Diálogo entre Perdita y Florisel en Cuento de Invierno de W. Shakespeare.

Propia de un gabinete de maravillas o de un botiquín casero, la lavanda siempre ha sido muy versátil y su imagen integra diferentes tradiciones folklóricas y prácticas medicinales muy antiguas que nacían de pequeños cultivos locales, aquí y allá, hasta casi finales del s. XIX. Antes de que la II Revolución Industrial trajera consigo el desarrollo de la industria química, farmacéutica y perfumística y de que surgieran nuevas disciplinas -como la aromaterapia- paralelas al estudio de los aceites esenciales y sus efectos sobre el humor y la psyché; antes de ese momento, la lavanda era otra cosa y su esencia también.

Hasta entonces los cultivos de lavanda seguían el viejo adagio de «cultivar y sacar beneficio» a pequeña escala, no existía un cultivo sistemático con fines industriales en Francia. Había pequeñas plantaciones familiares que usaban semillas para obtener la planta -lo que hoy se conoce como lavanda fina- pero principalmente se recolectaba la lavanda silvestre que crecía en alta montaña. Que en un jardín doméstico creciera lavanda era algo bastante común, también que en cada casa destilaran su propio aceite por un método de destilación muy tradicional, con alambiques a fuego directo, en el que la planta entraba en contacto con el agua. Todo lo que rodeaba a la lavanda parecía tener un aire medieval.

Así era hasta finales del s.XIX cuando la firma Schimmel se interesó por mejorar la calidad y la productividad de la planta, comenzando a ensayar con la destilación al vapor -la estándar hoy en día-. El método no sólo era más rápido sino que además permitía obtener un aceite mucho más rico en acetato de linalilo. A partir de entonces, este componente que dota al aceite esencial de lavanda de propiedades antiinflamatorias y sedantes se convirtió en la clave para determinar la calidad de un aceite: a mayor porporción de acetato de linalilo, mejor calidad. Aún hoy es así en perfumería porque da a la esencia un tono general mucho más fino y afrutado.

Leopoldo Lamothe, habitante de la Drôme, fue un pionero en el desarrollo de los campos de cultivo de lavanda no poblacional o clonal -obtenida por esquejes-, con plantas que llevan la misma carga genética y, por tanto, tienen un aspecto muy homogéneo. Esos perfectos y bien organizados campos de color púrpura que hoy son una fotografía icónica de la Provenza son fruto de los muchos intentos por mejorar el cultivo de esta planta.

Lamothe dedicó su vida a investigar sobre cosas como ¿cuál podía ser la configuración de plantas más óptima?, pero también promovió las agrupaciones de productores para negociar mejor los precios con la industria lo que supuso el germen de una carrera productiva en Provenza entre pequeñas granjas y compañías de la industria del perfume de Grasse. El objetivo era conseguir una planta más fuerte y productiva, es decir, más económica. La presión aumentó cuando los perfumistas, tras la I Guerra Mundial, comenzaron a ser sus propios productores, consiguiendo así el control sobre todo el proceso de producción. Este fue un punto importante porque los precios de la lavanda eran realmente volátiles: durante décadas, hasta mediados del s.XX, la lavanda no hizo más que encarecerse, a veces, a un ritmo loco.

Esta carrera implicó muchas cosas. Algunas interesantes, como la mejora en la calidad de las esencias, pero otras no tanto. La cuestión es que el cultivo de lavanda casi muere de éxito.

Conseguir un mejor precio va muy ligado al rendimiento de la planta en el proceso de destilación; hubo entonces un fuerte interés por conseguir variedades de lavanda que produjeran más y estas plantas eran las variedades clonales y sobre todo el híbrido del lavandín. La consecuencia directa fue que muchos agricultores abandonaron o redujeron de forma significativa el cultivo de lavanda fina por medio de semillas seleccionadas y se recolectó menos de la silvestre porque el acceso era complicado.

Por un lado la producción de lavandas clonales -aún hoy la mayoría- se optimizó gracias a la agricultura intensiva con campos totalmente organizados en filas que permiten un mejor crecimiento de la planta. Por otro lado el lavandín adquirió protagonismo, pasó de ser un híbrido espontáneo a un cultivo muy rentable pues como planta híbrida resulta mucho más fuerte y resistente, con un olor más intenso, afilado incluso, y mucho mejor rendimiento en la destilación; su esencia no es tan rica en acetato de linalilo y esto en perfumería lo coloca en un escalón inferior, pero su uso se extendión en la industria del jabón y los perfumes de gama baja. En síntesis, durante el primer cuarto del siglo XX, se producía más aceite esencial, pero no mejor. La labor de recuperación de aquellas esencias de lavanda de alta calidad, silvestre o cultivada por semillas, hoy vuelve a ser una cuestión productores locales.

Desde la Antigüedad se conocían y usaban con fines medicinales diferentes variedades del género Lavandula, principalmente el espliego y la lavanda propiamente dicha. Aunque la familia de las lavandas es muy amplia, actualmente, junto con el lavandín, son tres las especies -con sus múltiples variedades- de las que se obtiene aceite esencial:

-La alhucema.
-El cantueso.
-La lavanda auténtica.

El lavandín (Lavandula angustifolia P Miller x L. latifolia Medikus) es un híbrido espontáneo verificado por la empresa Chiris de Grasse cuyo uso se extendió durante el s. XX pero en aromaterapia comenzó a cobrar interés a partir de los años 60, especialmente en el ámbito del deporte porque funciona muy bien para dolencias musculares. Pero como híbrido también es una variedad muy heterogénea, cuyas características finales son una combinación de las características parentales. A menudo se le atribuyen usos similares a los de la lavanda, pero en realidad depende del quimiotipo.

La planta es más grande que el espliego, de tallos leñosos y con flores que pueden variar del azul al gris. En la industria perfumística se usa a menudo para extraer linalol y acetato de linalilo. De aroma penetrante y fresco pero con un tono más medicinal, verde y acuoso que la lavanda, revela un dulzor al evaporar que puede fluctuar entre propiedades más energizantes o más tonificantes, según la variedad. Aquellas variedades más ricas en ésteres (más del 40%) son más calmantes y descongestivas; las que tienen un mayor nivel de cetonas son más tonificantes.

Hoy en día es el rey de los campos de Provenza y cuatro son las principales variedades cultivadas: la más popular y robusta llamada grosso es de peor calidad pero en torno al 70 % de los cultivos de lavandín son de este tipo. La variedad super es la que tiene un olor más parecido al de la lavanda fina, mientras que el resto de cosechas se divide entre la variedad de calidad superior llamada abrial y la sumian que es bastante cercana a la anterior.

En perfumería suele usarse la variedad abrial, que tiene un olor más complejo y de propiedades sedantes; ejemplos como Prelude to Love y A Taste of Heaven de Kilian dejan ver como entre su perfil verde y aromático surgen matices más ricos y melosos de fondo casi acaramelado al evaporar.

El espliego o alhucema (Lavandula spica o latifolia) es la lavanda típica de España y Portugal. La planta tiene hojas más anchas y rugosas que la lavanda auténtica, las flores están más comprimidas y tiene un color más grisáceo y mate.

Por ser rica en 1,8 cineol su olor es más alcanforado y acre, reminiscente del romero, pero este óxido aporta al aceite sus propiedades expectorantes y descongestivas del pulmón. Culpeper la recomendaba para espasmos, convulsiones y dolores de cabeza en caso de resfriado. El Oleum Spica era una fórmula popular que mezclaba un cuarto de aceite de espliego con un cuarto de vino o trementina para tratar rigidez muscular o articulaciones doloridas. Actualmente sigue usándose mucho para problemas musculares, reumatismos e incluso en veterinaria para desparasitar. También la industria de las fragancias funcionales usan este tipo de lavanda para jabones, ambientadores o productos de limpieza.

El cantueso (Lavandula stoechas) también llamado hierba de San Juan, Tomillo borriquero o -para mayor confusión- lavanda española o lavanda francesa porque es típica de la cuenca mediterránea; es una de las variedades más antiguas, con seis subespecies. Esta planta comparte suelo con la jara y su olor es bastante diferente al de otras lavandas. Rico en fenchona, alcanfor, 1,8 cineol.

En la Antigüedad era una planta muy apreciada para la limpieza: los romanos la usaban en sus baños y en el Herbarius Latinus se recomendaba para limpiar úlceras, abcesos y todo tipo de heridas. También fue usado como afrodisíaco mezclado con leche de cabra durante la Edad Media.

El cantueso florece desde principios de marzo hasta finales de junio y era habitual quemarlo en la hoguera de San Juan para alejar malos espíritus. En la Inglaterra del s. XVIII se le conocía como Sticadro y era ingrediente del infame Vinagre de los Cuatro Ladrones.

Una subespecie del cantueso es la Lavanda de Sevilla (Lavandula stoechas ssp.luiseri), diferente a las otras variedades porque apenas contiene cetonas y si trans-alfa-necrodol y acetato de lavandulilo. En aromaterapia aún es un aceite nuevo que se aplica principalmente para el cuidado de la piel por sus propiedades reafirmantes, y en perfumería por su olor cálido y complejo de tipo herbáceo pero con declinación afrutada (frambuesa, ciruela, pera), melosa y vinosa que complementa muy bien un acorde ámbar.

La lavanda auténtica (Lavandula angustifolia Mill o Lavandula vera D.C. o Lavandula officinalis Chaix) es una variedad de flores violáceas y hoja pequeña. Tanto el tallo como las hojas contienen aceite esencial pero lo que se destila es la flor fresca recogida con tiempo seco y sin viento para que contengan el mayor volumen de ésteres posible. Es un aceite rico en linalool (alcohol monoterpénico típico de todas las Laminaceae que tiene un efecto analgésico) y en acetato de linalilo (ester terpénico del linalool con propiedades antiinflamatorias y sedantes a nivel de sistema nervioso central).

Se recolecta y destila entre julio y agosto, siendo la cosecha de este último mes de menor valor pues produce un aceite menos rico en ésteres y más oscuro en color. Su olor es el clásico olor de lavanda: terso, difuso y fresco, con un tono herbáceo de acabado dulce, cierto carácter floral-frutal y fondo amaderado -en las variedades más finas puede tener sutiles matices cítricos-.

La famosa lavanda inglesa también es L. angustifolia solo que cultivada en distinto terreno. Sigue teniendo un olor de carácter aromático pero algo más delicado y cercano al de la bergamota.

Ya en la Edad Media algunos escritos como el Herbarius Latinus diferenciaban entre el cantueso, entonces llamado stoechas, y la lavanda auténtica que se usaba para cosas tan variadas como el dolor de corazón, el insomnio, la picadura de escorpión o la conservación del lino.

Complementa especialmente bien con aceites esenciales de otras hierbas aromáticas: junto a la menta no sólo forma un olor deliciosamente verde y vivaz sino que es un clásico remedio para el dolor de cabeza; puede unirse al incienso o la manzanilla y potenciar su efecto calmante para ayudar a dormir o al romero y ser más energizante. Pero tanto en aromaterapia como en perfumería el aceite de lavanda brinda la oportunidad de crear una mezcla más redonda y fluida, así que además de sus múltiples propiedades es también un útil recurso compositivo. En perfumería se usa también su absoluto que tiene un tono más oriental, porque el dulzor herbal declina en un matiz terso de tabaco y cumarina que recuerda al olor de los campos de lavanda bajo el sol del estío, algo que funciona muy bien en acordes ámbar.

En el acorde fougére es un ingrediente clave junto con el geranio y la cumarina, también en las recetas de Agua de Colonia tradicionales y todas las versiones de Agua de Lavanda (blanca, ambarada, inglesa, etc). Este tipo de fórmulas hoy en día se asocian sobre todo con la perfumería masculina pero es una nota muy versátil que forma parte de muchos perfumes, no pocos clásicos de Chanel, Guerlain o Lanvin la contienen: Nº22, Ma Sin, Shalimar, L´Heure Bleue, Nº5…

Algunos perfumes a probar:

-Entre las aguas de lavanda están el clásico de Yardley y el de Penhaligon´s además del famoso Pour un Homme de Caron cuya estructura derivada del fougére renueva Kilian en A Taste of Heaven usando el tema de la absenta como punto de partida para trabajar el cotraste entre lavanda herbácea, fondo vainillado y toques amargos.

-Muchos de los perfumes de Jacques Guerlain llevaban notas aromáticas, la lavanda se aprecia en muchos unida a la bergamota y al romero en Jicky , Eau de Cocq y en Mouchoir de Monsieur.

–Brin de Reglisse de Hermès explora las facetas más gourmand y almendradas en contraste con el regaliz trabajando una faceta más oriental de la lavanda igual que en Mon Parfum de Guerlain.

-Como complemento de un perfume ámbar aparece con su cara más austera en Ambre Précioux de Maître Parfumeur et Gantier.

-Además de las aguas de lavanda que evocan la vida al aire libre y la naturaleza, los perfumes de lavanda pueden tener un carácter más austero o meditativo al asociarlo con incienso como en Gris Clair y Encens et Lavande de Serge Lutens o evocar algo confortable y acogedor como Jersey de Chanel, un perfume de lavanda y almizcle de factura moderna pero que se inspira en la tradicional receta de las Aguas de Lavanda que incluían tintura de almizcle para la fijación y difusión.

-Finalmente Kiki de Vero Kern recorre todas las tonalidades de lavanda a base esencia y absoluto, siendo un perfume de lavanda muy fluido, sutilmente fresco y con un acabado casi casi sabroso.

 

La gentil brisa floral: Lavanda & Lavandín, una introducción (1ª Parte)

18 martes Jul 2017

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lavanda, perfume

Ramilletes prendidos de largos vestidos; alfombras olorosas sobre suelos de piedra, entretejidas sus flores violetas con las del romero, perfumando las iglesias y las casas señoriales durante el medievo. Varitas tejidas, junto al jarrón de la ventana, protegiendo la estancia de distintas plagas y trayendo ráfagas de brisa perfumada. Saquitos rellenos de flores para cuidar el lino y demás tejidos. Potpuorrí con hojas de rosa. Decocción para lavar la ropa y plancharla. Cojines de tela de damasco cuyo relleno perfuma una estancia o almohadas desprendiendo una fragancia que promueve el sueño con descanso. ¡Tantos usos de la lavanda!

Medicina, higiene y santidad. Hildegarda von Binden (1098-1179) contribuyó a crear un aura milagrosa alrededor de la lavanda con sus obras científicas Physica y Causi et Cure:

La lavanda es caliente y seca, ya que tiene un poco de savia. (…) Su olor clarifica los ojos, porque contiene en sí las vistudes de las especias más fuertes y de los olores más amargos. Por eso, también aleja muchísimas cosas malas y los espíritus salen aterrorizados por ella. Cita de Physica, Libro I, Cap XXXV.

Lineo por su parte ayudó, con su clasificación, a extender la confusión entre las variedades de lavanda al mencionarla en su Species Plantarum (1753). Mientras que la especulación de la industria en busca de variedades más resistentes, fragantes y económicas casi acaba con las plantaciones de la lavanda fina de Provenza.

Hablar de lavanda es, ante todo, hablar de lavandas. Y casi al mismo tiempo de la Lavanda, esa flor de color violeta tan alabada y a la vez de imagen tan dañada por la carga de costumbrismo que arrastra. La lavanda es vista con frecuencia como el símbolo de una elegancia muy chapada a la antigua. Perfume de damas y caballeros. De abuelas y reinas.

La popularidad del Agua de Lavanda acabó siendo su condena. Mientras la auténtica lavanda fina, de olor fresco pero sereno, podía dar un toque de distinción a cualquier composición de calidad, su económico sucedáneo y los sustitutos artificiales extendían la idea de que la lavanda tiene ese olor poco sutil y áspero, pungente, alcanforado y metálico.

Dejando de ser tan deseable su olor en los perfumes comerciales pero no tanto la inyección de frescor que aportaba a cualquier composición, se convirtió en sugerencia, en una pincelada fresca imbuida y confundida con otras notas cítricas y transparentes. Con el boom del dihidromircenol, un material rendidor, se conseguía ese toque suficientemente familiar de frescor transparente pero lo bastante abstracto como para no elicitar la palabra lavanda. Un clásico en la perfumería masculina, a menudo usado en sobredosis, desde el éxito de Cool Water de Davidoff hasta el reciente Sauvage de Dior , pero también presente en perfumes femeninos de éxito como Coco Mademoiselle de Chanel, dando un toque de clasicismo.

Y extendiendo paradojas, porque la lavanda ¿cómo se define? ¿ Como un olor dulce, floral, fresco y difusivo asociado a la intrasigencia de figuras despóticas? ¿Como una flor usada en la Edad Media para preservar la castidad o purificar el cuerpo y el espíritu mediante baños pero que mezclada con leche de cabra se transforma en elixir afrodisíaco? ¿Como una panacea?…Decir lavanda y pensar en honestidad, en aire puro, en estival claridad, en pulcritud pero también en fiera disciplina, gesto marcial y rancia tradición es todo uno…Hablar de lavanda no se puede olvidar que es hablar de lavandas.

Desde la Antigüedad diferentes variedades han sido empleadas con distintos fines medicinales -y por tanto higiénicos-. A menudo, los mismos autores clásicos son los primeros en atribuir esas variadas propiedades de la lavanda sin hacer dintinción de la variedad, cuando en la práctica unas funcionaban mejor para calmar los dolores, otras para curar heridas…y así nace la idea de que la lavanda es la panacea y lo cura todo.

La planta es muy útil a nivel medicinal y en la cultura popular siempre se ha usado para el insomnio, la agitación y la buena digestión. Como aceite esencial es indispensable en cualquier aromateca, por sus muchas propiedades y buena aceptación, pero como todo tiene sus límites.

Hoy en día los estudios científicos coinciden con ese creer popular de que la lavanda es buena para tratar el insomnio,la ansiedad, el estrés, los dolores musculares y articulares. En general, promueve la relajación, ayudando a que el humor sea más estable, a que haya más predisposición para la concentración y aumentando la calidad del sueño; aunque también se están investigando usos en áreas más específicas como la disminución de la agitación en personas con demencia o durante periodos postoperatorios para una mejor capacidad de afrontamiento el dolor ,esto es, de controlarlo.

Hablar de lavanda en aromaterapia es hacer referencia a la Lavandula angustifolia Mill, también llamada Lavandula officinalis Chaix o Lavandula vera-, una variedad cuyo perfil aromático está principalmente definido por contenidos mínimos aproximados de linalol (alcohol terpénico) del 35% y de acetato de linalilo (éster terpénico del linalol) en torno al 45% y no tanto por las notas alcanforadas. De hecho el acetato de linalilo es el ingrediente clave.

Los ésteres terpénicos, en general, tienen propiedades antiinflamatorias, antiespasmódicas y una acción sedante del sistema nervioso central. La bergamota también rica en acetato de linalilo, el Petit Grain y la manzanila romana y el lavandín super comparten propiedades calmantes con la lavanda, pudiendo funcionar como sustitutos de la misma.

Actualmente, la técnica de la cromatografía permite determinar el porcentaje de cada componente en un aceite esencial. Algo que no sólo es útil para tener un conocimiento más profundo de las esencias y sus propiedades sino también para poder determinar su calidad y procedencia pues la lavanda también es una cuestión de terroir y frecuentemente víctima de adulteraciones.

Junto con otras hierbas aromáticas es símbolo de la Provenza, donde fue introducida hace 2000 años por los romanos. Antes de la I Guerra Mundial su producción provenía de las plantas silvestres que crecen en los Alpes Marítimos de Francia y la vertiente italiana. Desde Cuneo hasta Barreme. Hoy en día destaca el Drôme provenzal, de límites difusos en el área prealpina.

Parry en su Enciclopedia de Materias Primas señala la división de la Lavandula angustifolia o vera en dos subgrupos:

1)Lavandula delphinensis que crece en regiones más altas y es más rica en ésteres.

2)Lavandula fragrans propia de alturas intermedias, que desarrolla un olor más penetrante. Ésta fácilmente hibrida con otra variedad llamada Lavandula latifolia o spica (alhucema,alfazema, espliego o lavanda portuguesa) , propia de zonas más llanas, y de esta combinación natural procede el lavandín que se cultiva a menor altitud.

La producción silvestre de la lavanda se basaba en la propagación de las semillas gracias a polinizadores como las abejas -que adoran la lavanda- o el propio viento que arrastra las semillas a otras áreas. De forma natural, las semillas de las distintas variedades de Lavandula vera germinaban entre los 600-1200 metros de altitud y radiaban hacia áreas inferiores donde se encontraba el espliego (Lavandula spica) dando lugar a una planta híbrida más resistente y fuerte en olor que conocemos como lavandín (Lavandula hybrida). Así, a distintas alturas se puede ver el cambio de variedad y también como, en determinado punto, lavanda, espliego y lavandín se encuentran.

La lavanda silvestre, cada día más escasa, se recoge a mano segando a hoz los pequeños macizos de la planta que crecen diseminados por el campo a más de 1000 metros de altura. Como planta silvestre que es tiene una apariencia mucho más sencilla, con una sola hoja y menos densidad floral por tallo que las variedades cultivadas, pero su olor en fresco es impresionante: ¡huele a vainilla! Para la destilación se recoge sólo la flor con tallo y el aceite resultante tiene un olor realmente fresco y suave, herbáceo cumarinado, profundo y ligeramente especiado.

De aire y sol en los trópicos: Absoluto de tiaré y Lys- Ylang.

27 sábado May 2017

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jazmin, lys-ylang, perfume, tiaré, ylang-ylang

Es un hecho indiscutible que el olor de una flor tiene rasgos en común con el olor de otra flor, con eso la perfumería juega para crear y recrear aromas. Una característica de olor compartida por distintas flores puede ser un criterio de clasificación para agruparlas o un punto de partida para construir el perfil de un perfume monotemático o un gran bouquet, que se irán revistiendo y caracterizando a pinceladas. Sin embargo, en ocasiones, un material capaz de crear nuevos efectos puede llegar a convertirse en el protagonista del perfume, o casi. Dos ejemplos en el espectro de los olores exóticos son el absoluto de tiaré y el Lys-Ylang.

El absoluto de tiaré, como cabe esperar, no huele directamente a flor de tiaré (Gardenia tahitensis), pero tiene un perfil muy característico que concentra algunos rasgos clave de las flores tropicales: es difusivo, dulce, con un frescor húmedo y denso a la vez y está lleno de recuerdos de otras flores blancas. Su olor, con sus vagas referencias, evoluciona de forma laxa, desplegando lenta y suavemente sus matices; por eso va tan bien para recrear un aura tropical pero también puede complementar un perfume de fantasía más complejo o experimental.

Su olor resulta embriagador y calmante, casi podríamos describirlo como mesmeriano. Es exótico y solar con un recuerdo a vainilla y salicilatos, con una sutil faceta ambarada, pero acompañado de un frescor verde, cercano al del té verde, y húmedo como el de la lluvia en la jungla.

Es extraño como persiste y a la vez cambia delicadamente, haciendo pensar un momento en el jazmín, otro momento en la flor de naranjo y después en la gardenia y la tuberosa. Pero lo más destacable, sin duda, es la sensación final que transmite de cremosidad transparente -un auténtico oxímoron- como flores mantecosas flotando en dorada miel líquida.

Los bouquets de inspiración tropical como Elle L´Aime de Lolita Lempicka, Tiaré de Ormonde Jayne y Terracotta Le Parfum de Guerlain son el contexto esperable para esta nota. Pero a menudo se usa por estos efectos singulares de luminosidad, cremosidad, sutilidad, sedosidad, vaguedad e incluso porque puede crear una textura aterciopelada en otro tipo de perfumes. En Poudré du Riz de Huitieme Art interviene en un acorde tipo cosmético un poco diferente al esperable en el género. En Douce Amère de Serge Lutens se puede apreciar lo bien que combina el absoluto de tiaré con las notas verdes más extremas que llegan incluso a amargas: la cremosidad del tiaré compensa la faceta seca, amarga y amaderada que forman el acorde de absenta y el cedro.
Los cítricos son otro aliado de este material; así en Un Matin d´Orage EdT de Annick Goutal se alía con yuzu en un retrato de gardenia especial por su frescor suntuoso -oxímoron de nuevo- y en Escale aux Marquises de Dior es casi pleno protagonista de la composición acompañado de las notas cítricas de la naranja sanguina, el elemí y el limón.

Lys- Ylang es otra historia tropical, más típica pero de acabado moderno. El producto procede del gran árbol de la Cananga odorata var. genuina cuya flor conocemos por el nombre de ylang-ylang. Los destilados más tradicionales, como el absoluto y el aceite esencial en distintos grados, representan una de las notas más clásicas de la perfumería, un básico gracias a su tenaz y balsámico tono floral con recuerdos de tiaré, jazmín y azucena y su capacidad para crear un efecto difusivo, cremoso y especiado que por sí mismo puede sentirse como un perfume. Es la nota que late en el corazón de bouquets florales desde Quelques Fleurs de Houbigant al más abstracto Nº 5 de Chanel y Arpège de Lanvin, que llena perfumes orientales como Samsara o con la que se suelen recrear de notas de clavel y azucena.

Lys- Ylang es una destilación fraccionada a partir del aceite esencial de Ylang III, el que tiene el carácter más especiado, amaderado y ajazminado de todos los grados de destilación. La especialidad de Lys- Ylang mantiene esas mismas características: tienen una nota clara de jazmín y reminiscencias de frangipani junto con una faceta especiada empolvada que recuerda a las azucenas. Pero, al contrario que la nota clásica, presenta un olor más limpio, fresco y delicado en matices con un efecto incluso acuoso al principio pero que al evolucionar se torna lechoso y recuerda al monoi: la infusión de flor de tiaré y aceite de coco, en ocasiones incluso hace pensar en leche de coco. Es un olor poderoso.

Por su transparencia se usa para crear perfumes de flor blanca sin estridencias, ligeros y limpios pero con cuerpo y buena proyección como en Gardenia Petale de Van Cleef & Arpels donde se puede disfrutar del material a placer. Pero, como el clásico, puede funcionar en composiciones más complejas, porque sigue añadiendo una faceta especiada y un efecto difuso, delicado y a la vez rico. Memoir Woman de Amouage lo combina con cashmeran, tuberosa y absenta, mientras que en Rose Anonyme de Atelier Cologne complementa la rosa en su faceta especiada reminiscente de clavo.

Las referencias tropicales son un ámbito al que la perfumería actual parece inclinarse bastante. Ya sea con nuevos florales, frutales notas incandescentes, el frescor denso y verde de nuevos salicilatos o los aspectos lechosos que tanto intervienen hoy en los perfumes de carácter más solar para recrear a fondo una idea de ocio y estilo de vida vacacional. Es curioso observar como a lo largo de la historia los perfumes de carácter más exótico van cambiando su perfil, porque el exotismo es hasta cierto punto una construcción.

En la tesitura de las violetas: las iononas.

23 lunes Ene 2017

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empolvado, perfume, violetas

borla

En torno al 1900 el colmo del refinamiento era un perfume de violetas. De fragancia elusiva pero rica, con un denso olor a tierra húmeda y verdor ribeteados por un fino hilo floral reminiscente de rosas. Flor representativa de los pastizales y el sotobosque en primavera. Asociada a la timidez, la delicadeza y el romanticismo pero flirteante en su fragancia como ninguna. Y esa es quizás la cualidad más difícil de conseguir en un buen perfume de violetas: que la flor no pierda su carácter evanescente y delicado en detrimento de la estabilidad y que mantenga la frescura y la dulzura de un modo singular porque, al fin y al cabo, como perfume también suele caer en el estereotipo. Más aún, las iononas, ingredientes clave para construir su olor, es uno de los grupos de materias primas más usados tanto en perfumería fina como en la funcional…sólo que hay muchas calidades diferentes.

Las iononas, junto con otras materias de síntesis como los aldehidos, la cumarina, la heliotropina o la vainillina forman parte de ese grupo de ingredientes que, al albor del s.XX, permitieron modernizar las antiguas fórmulas de la perfumería tradicional -basada en naturales- para comenzar a crear temas más abstractos, fantasiosos y sobre todo, estructurados. Estos ingredientes permitían crear notas dulces más densas y pesadas que comenzarían a florecer en las bases tipo ambreina o conseguir un halo fresco y abstracto de flores difuminadas o todo lo contrario, perfilar aún más la faceta de una flor como el heliotropo o la violeta con el acabado dulce y empolvado exagerado.

Los siempre preciados olores del iris y la violeta habían sido durante décadas asociados a las rosas en recetas de polvos de peluca y polvos de arroz, asociación de la que deriva el acorde empolvado. El iris se obtenía del rizoma de iris, también llamando «raíz de violeta» por lo parecido de su olor, mientras que la esencia de violeta se conseguía normalmente partiendo de un pomada preparada con la espléndida violeta de Parma, cuyas flores se caracterizan por ser dulces y fragantes. Pero en ambos casos el procedimiento era laborioso y el rendimiento relativamente bajo, especialmente en el caso de la violeta. Así pues, al calor de la revolución industrial, una investigación química del olor de las violetas que permitiera la producción de algún odorante de síntesis fue el objetivo de Tiemann y Krüger, quienes alimentados de curiosidad decimonónica, emprendieron la empresa de lograr un material sintético con olor a violetas.

Puesto que las flores de violeta son muy frágiles y la cantidad de odorantes que contienen son pocos y difíciles de aislar, los investigadores decidieron usar en su experimento algo que recordaba mucho al olor de la flor: la raíz de iris. Durante su estudio lograron aislar una cetona a la que bautizaron como irona, cuyo olor, sin ser exactamente igual al de las violetas, recordaba bastante a ellas. Establecida la estructura de la irona, intentaron reproducirla vía síntesis a partir del citral (que aún es la fuente principal) -un odorante clave en el olor de limón y responsable del caracter punzante de la hierba limón, la citronela , la verbena, etc. Lo que obtuvieron no fue una irona ( hoy en día aún es una estrutura difícil de producir y muy cara), que supone una estructura con 14 átomos de carbono sino una estructura relacionada, con 13 átomos de carbono, que bautizaron con el nombre de ionona. Paradójicamente la ionona tenía un olor aún más cercano al de la flor natural. Esto unido a su buena capacidad de fijación convirtieron el producto en un éxito.

Al principio esta ionona no era un ingrediente muy asequible, así que normalmente se vendía ya diluída, pero Tiemann y Krüger pensaban que su producto era un químico aromático individual cuando en realidad era una mezcla de dos isómeros: alfa iononas y beta iononas; ambas poseen olor a violetas pero con un tono diferente. Aunque no lo parezca, Tiemann y Krüger hicieron bien su trabajo, porque aún hoy en día es un reto obtener iononas puras y con un olor bien caracterizado. Hay iononas e iononas.

Las alfa iononas tienen, junto con las metil iononas (relacionadas con el olor del iris) un rol principal en la producción de fragancias creando un acabado floral empolvado muy característico. En general, es el tipo de ionona mejor aceptado porque se reconoce como un olor de flor de violeta. Tienen un perfil floral y afrutado tipo frutos del bosque -especialmente frambuesas- dulce con matiz meloso y acabado amaderado. Son el estereotipo del olor a violeta y a menudo forman parte de bases para crear perfumes de rosa.

Las beta iononas tiene un carácter más verde y amaderado, con un tono seco que hace pensar en tiza y matices cerosos. Aún muestran dulzor y el aspecto frutal es más intenso que el de las alfa iononas, entre melocotón y frambuesa. En general el público las acepta peor como representante del olor a violetas pero lo cierto es que se acercan más al modelo natural, su olor se relaciona tanto con la violeta como con la rosa, la flor de vid y la freesia. Representan el lado primitivo y natural de estas flores.

Las iononas, que en la naturaleza son componentes derivados de la degradación de carotenoides, están presentes en numerosas flores y frutas. Alfa iononas caracterizan el aroma de las frambuesas pero también el aceite de costo que, tiempo atrás, se usaba en perfumería para reforzar el carácter del iris y aportar cierta calidez animal, como ocurría en Vol de Nuit (vintage) de Guerlain. Beta iononas pueden encontrarse en numerosas frutas exóticas como el mango, la carambola y la uvilla de campo o physalis; también en la seta chantarela o rebozuelo y en multitud de flores y hierbas como el mate, la litsea cubeba, el té verde, la hoja de higuera, la flor de osmanto, la rosa, la boronia, la freesia, el lirio de los valles o la adelfa amarilla.

No es de extrañar que las iononas sean tan usadas en perfumería, son versátiles y existe un amplio rango de calidades con las que jugar. Además tienen el plus de contribuir al efecto empolvado, con todas las connotaciones positivas de familiaridad, limpieza y ternura pero también negativas de exceso y demodé que esa textura puede tener en un perfume.

Ernest John Parry en su The raw materials of perfumery de 1921 hablaba de la pomada de violeta como un ingrediente natural cada día menos usado. La histórica Violetta di Parma de Borsari (1870) era famosa por emplear tan exquisito material, pero realmente eso era ya una rareza a principios del s.XX. En su lugar, las notas de violeta se hacían con las ya consagradas iononas y otros ingredientes naturales como el caro absoluto de aromo (véase Guerlain en el extracto de Après L´Ondée), el de reseda, el de mimosa, el aceite de costo o el absoluto de hoja de violeta cuyo olor recuerda bastante al de la propia flor.

Vera Violetta ¿1893? de Roger& Gallet, inspirada en el tema verde, fresco y empolvado de Fougére Royal (1882) de Houbigant, es el primer ejemplo del que se tiene constancia del uso de iononas combinadas con absoluto de hoja de violetas. A partir de entonces tal mezcla comenzará a ser popular y pasará a formar parte de famosas bases de violeta cuyo sabor aún perdura en nuestros días como arquetipo de olor a violetas: dulce, verde, empolvado… el tipo de violeta que puede apreciarse desde Paris de YSL o la antigua Verte Violette de L´Artisan Parfumeur a la bohemia La Violette de Annick Goutal o la refinada violeta de Parma tintada con iris y melocotón de Love in Black de Creed.

Un perfume de violetas más natural difícilmente se acepta. Una violeta más natural tendría que mostrar ciertos matices sucios, indólicos a los que algunas personas son muy sensibles. Yo aún no conozco ese perfume pero quien vaya en pos de algo diferente, algo como el perfume de una violeta carnosa, debería darle una oportunidad al aún raro y perfumado Une Fleur de Cassie y al poderosamente almizclado Dans tes bras de Frederic Malle; ambos rinden homenaje a la nota de violeta que Jacques Guerlain perfiló en sus trabajos: una nota aún estilizada y empolvada pero de carácter más denso y especiado, que brillaba en todas sus obras de un modo u otro y hoy en día aún es una de las facetas más importantes en los perfumes Guerlain.

Vetiver: El aceite de la tranquilidad.

07 martes Jun 2016

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perfume, vetiver

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Los olores primitivos son algo muy poderoso. Te obligan a reconectar con la tierra, y esa súbita impresión de arraigo, crea una profunda sensación de calma y certeza. Estos olores remiten a cosas tangibles pero son oscuros y persistentes con reminiscencias naturales de tierra, mar, musgo, algas, humo, vegetación húmeda y bosques de distintas latitudes. Hablan con un lenguaje directo a los sentidos, como lo hacen los olores cítricos y verdes más vivaces y cuentan historias de cosas aparentemente sencillas pero no invocan tanto ideas de frescor, ligereza y aire libre como de solidez, vínculo y tierra firme. Curiosamente esa cualidad casi telúrica tiene el poder de elevar el espíritu y predisponer la mente para un estado de tranquilidad.

Existe un abanico de notas primitivas en perfumería que van desde el aromático ciprés, pasando por el etéreo incienso a las tonalidades especiadas y la gama de notas animales, desde el ámbar gris al almizcle y desde el almizcle hasta el ámbar gris. Entre estas nobles notas el vetiver tiene el honor de ofrecer un perfil particular que puede llegar a resultar confuso y difícil de aprender para algunas personas: huele a tierra profunda pero con un acabado limpio, a maderas preciosas con fondo ahumado y tiene un frescor profundo y verde reminiscente de violetas frescas.

El vetiver, junto con el patchoulí, ofrece el olor de la tierra y, en ambos casos, las esencias destiladas de estas plantas ganan con el tiempo porque la maduración hace que se vuelvan más ricas y redondas. De hecho el vetiver, cuanto más añejo, más sensual, porque desarrolla más la faceta ambarada-melosa. Sin embargo, es uno de los aceites esenciales que con mayor facilidad puede inducir en la mente esa calma intensa que ayuda a promover el equilibrio emocional. Además ayuda a conseguir estados de concentración más profundos. Por esto, en India, Sri Lanka y países vecinos se conoce al vetiver como «el aceite de la tranquilidad» y, a menudo, se mezcla con el agua para las abluciones a la entrada de los templos y con el aceite tibio de sésamo para el ritual del Shirodhara.

Su dimensión pragmática no es menos interesante que la espiritual. El cultivo de vetiver, extendido actualmente por gran número de países tropicales, es relativamente sencillo, económico y fácil de controlar pero además ayuda a combatir la erosión de la tierra que provocan los monzones. Su raíz puede usarse como combustible y de sus hojas se hace papel.

Y sus cualidades medicinales no son menos importantes. La planta ayuda a purificar el ambiente y las esterillas tejidas con fibras de vetiver son algo muy común en India no sólo porque son aromáticas sino porque ayudan a mantener un ambiente fresco y libre de toxinas. En este país del que la planta es originaria, siempre ha sido muy apreciado su olor y su aceite esencial tiene gran relevancia en la medicina ayurvédica. En sentido holístico, debido a sus dos propiedades principales: calmante y refrescante, el vetiver puede ir bien tanto para el desequilibrio de la dosha Pitta (fuego y agua) a la que refresca, como para la dosha Vata (aire y éter) a la que calma. En un nivel más específico el vetiver se recomienda para aliviar dolores reumáticos, musculares y posiblemente artríticos. Tiene la capacidad de mejorar la circulación sanguínea -con los beneficios que eso ya supone de por sí- así que funciona bien en problemas de varices. También puede promover la producción de estrógenos (aunque hay aceites más específicos) y, por tanto, a elevar los senos.

Otra de las bondades del aceite esencial de vetiver son los distintos beneficios que tiene para la piel:

-Es cicatrizante y también tiene la capacidad de regenerar los tejidos ayudando a que las cicatrices tengan una apariencia más lisa.

-Su acción refrescante ayuda a reducir la inflamación en pieles irritadas y acneicas, a las que también beneficia por sus efecto bactericida.

-Contribuye a mantener el soporte conectivo del tejido cutáneo por lo que ayuda a mantener la firmeza de la piel.

El vetiver (Vetiveria zazinoides) es una planta herbácea aromática emparentada con la hierba limón (lemongrass, cerillo) la citronela, la palmarosa, la litsea cubeba o la nargamotha (cypriol, Cyperus rotundus). Con el cipriol comparte aspectos secos amaderados en su olor, pero no tiene esa característica nota tan punzante y alimonada del resto de las hierbas nombradas -especialmente aguda en la citronela-. Crece formando tallos agrupados de hojas estrechas pero sus sistema radicular es muy peculiar: sus raíces se desarrollan a lo largo, en sentido vertical, hasta los 4 metros de profundidad, creando un complejo entramado de pequeñas y finas raicillas. De ellas se extrae el aceite -tras un proceso de secado y remojo- por destilación al vapor. La mejor calidad se obtiene cuando las raíces tienen entre 18 y 24 meses. Su rendimiento es bueno así que como material no es excesivamente caro.

En perfumería el aceite de vetiver se clasifica como olor amaderado con declinación ambarada. Luego, según su origen, la esencia puede presentar un perfil más terroso, más ahumado, más especiado, más fresco y verde…Tradicionalmente se usaba como fijador especialmente para notas amaderadas y en perfumes tipo oriental y chypre ya que aporta ese carácter de maderas preciosas y cuero que refuerza el lado ámbar de estas tipologías.

Carven en 1957 y después Guerlain (1959) popularizaron la nota como protagonista y, desde entonces, el vetiver es muy apreciado para hacer perfumes monotemáticos, lo cual no deja de ser paradójico dado lo difícil que puede ser su manejo. El problema radica en cómo hacerlo brillar. Con una dosis demasiado baja el vetiver puede modificar una composición sin delatar todo su carácter, en una dosis demasiado alta ahogará el resto de las notas haciendo que el perfume se perciba muy plano y lineal, además en alta dosis tiende a desarrollar un tono salado que puede o no ser deseado. La fórmula original de Vetiver de Annick Goutal y Sel de Vetiver de The Different Company son dos ejemplos de perfumes que exploran esta peculiaridad.

El aceite esencial de vetiver es rico en alcoholes sesquiterpenos responsables de ese carácter calmante. Los ketones alfa y beta vetivones , el vetiveno, el elemol, el alfa ylangene o el khusimol y el isovalnecenol son otros de sus principales constituyentes ( más de 150 identificados).

Como materia suele ser interpretado de forma muy dispar, no en vano, como tal puede presentar perfiles dispares. Aunque en general digamos que huele amaderado, terroso , ahumado…el vetiver es limpio y fresco a la vez que dulce o meloso. Es austero y seco al mismo tiempo que sensual y ambarado. Tiene un brillo verde y vegetal, con recuerdos de avellana, elementos cítricos, matices de regaliz…Mientras evapora va de los olores profundos del bosque húmedo a la calidez de la hierba seca.

Actualmente existen materiales como Pamplefleur (IFF) y similares que hacen brillar las facetas más cítricas, verdes y vegetales del vetiver o destilaciones fraccionadas que ofrecen un acabado más transparente y afrutado al estilo de lo que se podía oler en el tristemente descatalogado Coeur de Vetiver Sacre de L´Artisan Parfumeur pero el perfil más clásico del vetiver en perfumería procede de:

a) El aceite esencial de vetiver Haití.
b) El acetato de vetiverilo y el vetiverol, dos productos derivados de los sesquiterpenos que componen el aceite.

El vetiverol es un ingrediente muy típico en perfumes de carácter amaderado que funciona como fijador y aporta un tono terroso-radicular-cálido-balsámico. El acetato de vetiverilo también se usa como fijador pero da a las composiciones un acabado refrescante y sostenido que funciona especialmente bien en perfumes orientales y en perfumes chypre y aldehídos modernos en los que las iononas tienen un rol importante -pensad en Calèche de Hermès o en Calandre de Paco Rabanne- Es un clásico como puede ser hoy en día el ambrox, el hedione, el evernyl, etc. Presente en gran cantidad de perfumes -a veces acompañando o acompañado de esencia de vetiver- porque tiene un carácter refinado, seco, suave y afrutado muy elegante y porque además de frescor aporta algo similar a la calidez especiada que deja en la piel el aceite esencial de vetiver.

Haití es actualmente el principal productor de aceite esencial de vetiver. Este tipo de aceite tiene el perfil clásico que identificamos en los perfumes de Chanel, Guerlain o Hermès. Comparado con el de otras procedencias tiene el carácter más especiado-apimentado y el distintivo frescor amargo del pomelo más pronunciado, aportando una ligereza casi etérea al aceite. También es un poco vegetal. Evoca notas de iris, violetas y sotobosque. A experimentar a placer en Sycomore de Chanel o en Vetiver de Guerlain.

La India produce el aceite de perfil más terroso y radicular. Tiene un tono amaderado más seco. L´Eau Boiseé de Guerlain se basa en esta esencia. El llamdo Ruh Khus es aceite de vetiver destilado en alambique de cobre lo que da al producto final un tono casi turquesa y un matiz metálico y el famoso Mitti Attar en ocasiones se co-destila con vetiver para reforzar el olor terroso.

El vetiver de Java es uno de los más ahumados, pero también está lleno de notas verdes y desarrolla una faceta dulce tipo melaza -a probar en Osmo Scents Vetiver de Java de Il Profumo-, mientras que el de Sri Lanka es mucho más amaderado, el que mejor permite apreciar esas facetas tipo whisky y madera a la deriva del vetiver.

La variedad Bourbon hoy por hoy se considera la más fina. Sin duda, es la que da un aceite más redondo, con fluidez de matices y tersura de notas. Su perfil es más coriáceo que otros y desarrolla una fina faceta rosada. Es el aceite en el que se basa Onda de Vero Kern, Vetiver de Mona di Orio o Encre Noir de Lalique.

El vetiver como nota singular es apreciada tanto en el sector más generalista como en el niche y se presenta con una variedad de perfiles pasmosa. Aunque tradicionalmente está asociada con perfumes de corte masculino -menos florales, más densos y amaderados- actualmente se ve más como una nota super chic que puede ir bien en multitud de ocasiones. Es difícil no encontrar un vetiver a gusto de cada cual, he aquí algunos más a considerar: Vetiver Babylone de Armani Privée y Wilde de Jardin d´Ecrivains emparejan té y vetiver en dirección fresca, misma combinación con faceta cuero de fondo en Dzongkha de L´Artisan Parfumeur. Vetiver Oriental de Serge Lutens y Vetyverio de Diptyque tienen un tono frutal. Turtle Vetiver de Les Nez y Vetiver Veritas de Heeley son especialmente terrosos. Vetiver Extraordinaire de Frederic Malle es fresco y austero. La Collection Couturier Parfumeur Vetiver de Dior es un clásico perfume basado en Vetiver Haití con la faceta amaderada realzada por notas cálidas de café aunque el sumun de un vetiver amaderado es Roja Dove Vetiver, muy rico en notas de cedro.

Bajo el hechizo de los lirios.

12 viernes Sep 2014

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azucena- lirio blanco, perfume

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* Madonna Lily foto tomada en mayo de 2008 en el Eden Project (Cornualles) por Stuart Richards, via Flickr , algunos derechos reservados bajo licencia CC BY-ND 2.0

Me hundiré en la tiniebla divina, en un silencio mudo y en una unión inefable, y en ese hundimiento se perderá toda igualdad y toda desigualdad, y en ese abismo mi espíritu se perderá a sí mismo, y ya no conocerá lo igual o lo desigual, ni ninguna otra cosa: y se olvidarán todas las diferencias,, estará en el fundamento simple, en el desierto silencioso donde nunca ha existido la diversidad, en la intimidad donde nadie se encuentra en su propio sitio. Caeré en la divinidad silenciosa y deshabitada donde no hay obra ni imagen.

Hace frío en el scriptorium, me duele el pulgar. Dejo este texto, no sé para quién, este texto, que yo no sé de qué habla: stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus. Cita de «El nombre de la rosa» (1980) de Umberto Eco.

Lo que todos entendemos. Lo que todos entendemos suele ser fruto de las tradiciones más enraizadas, a veces, de tradiciones muy primitivas cuyos valores originales se nos escapan cuando intentamos estudiarlas en detalle y lo que dejamos de ver cuando se pierde una cultura y sólo quedan de ella vestigios desmembrados que hay que recomponer con paciencia. Pero es curioso como algunos símbolos prevalecen a lo largo de los siglos, a veces, con sólo pequeños cambios de matiz, otras revistiéndose de nuevos valores.

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*Sarah Bernhardt con la tiara de lirios perlados de Lalique que Alphonse Mucha le diseñó para interpretar a Melissande en La Princesse Lountaine (1895).

El lirio tiene una larga historia como símbolo de belleza, pureza, majestad. No cabe duda de que el suntuoso perfume de la flor, con sus pétalos suaves, ultra blancos y el porte mayestático de la planta en estado silvestre atrajeron al hombre tanto como para intentar domesticarla.

Esas mismas características han seguido siendo fuente de alabanza de la flor. Cesare Ripa, empapado del pensamiento neoplatónico de su época, en la entrada dedicada a la alegoría de la Belleza de su obra Iconología (1593) justifica que el lirio sea atributo de la Belleza con las siguientes palabras:

(…)Igual que el lirio, por la intensidad de su aroma, mueve los sentidos y el espíritu rinde, así también y del mismo modo mueve los ánimos la belleza, llevándolos a amar y a desear (para alcanzar la propia perfección) el goce de aquellas cosas que por su mucha hermosura nos parecen dignas de consideración y aprecio.

(…)Los lirios son antiguo jeroglífico de la belleza, según nos dice Piero Valeriano, quizás porque sólo esta, entre las restantes flores, posee aquellas tres nobles cualidades que halló una dama florentina en cierta estatua tallada por un escultor poco experto. Pues habiéndosele solicitado que juzgase sobre la calidad de la estatua, ella, con gran agudeza, al ver la belleza de la dama que había servido de modelo y la torpeza de la obra, no dijo sino que era blanca, mórbida y dura, por ser estas las cualidades del mármol en que estaba tallada, propias de una mujer bella, relatándonos este suceso Giorgio Vasari. Pues bien, estas tres cualidades son las que en particular posee el lirio entre las restantes flores.

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*Fresco de la Primavera, Habitación Delta 2 en el complejo Xeste 3 de Akrotiri, Tera (Santorini) via Tumblr.

Intuiciones simbólicas. Frente al Paleolítico, las culturas neolíticas se caracterizaron por una mayor conciencia de la división entre el tiempo y el espacio, entre el hombre y los animales. A medida que la agricultura se desarrollaba su relación con la naturaleza cambiaba, distanciándose cada vez más de los viejos modos del hombre-cazador. La naturaleza se sobrenaturalizó y comenzó a verse como una especie de mundo paralelo; en ese contexto toman cuerpo las intuiciones simbólicas espacio-tiempo, tierra-cielo de las comunidades anteriores, con ritos más estructurados en torno a temas como la regeneración de la vida y la fertilidad de la tierra, donde animales y plantas tienen un papel preponderante.

Las plantas se van haciendo cada vez más útiles para las comunidades: unas nutren, otras curan. Estas últimas, usadas por los médicos-chamanes de la tribu para sanar al individuo en cuerpo y espíritu, adquieren valor ceremonial y a menudo, son adoptadas como símbolos relacionados con el poder y la prosperidad.

En cada región crecían de forma silvestre plantas que el hombre aprendía primero a usar y que después intentaba cultivar. Las antiguas culturas del Mediterráneo oriental tenían una rica farmacopea que incluía con mucha probabilidad al azafrán, al mirto, la hiedra, el pino…y quizás al lirio, cuyos pétalos contienen alcaloides.

Si bien tenemos que esperar hasta los ss. V-IV a. de C. para que el Corpus Hipocrático confirme el uso médico que tuvo el lirio en la Antiguëdad, cuyo aceite formaba parte de varios ungüentos, sabemos por los frescos y los restos cerámicos que en las antiguas culturas egeas, especialmente la minoica, la flor estaba asociada a las ceremonias matrimoniales, ritos de preparación, celebraciones en torno a la regeneración de la naturaleza y al poder de las élites sociales.

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*Relieve Lirinon E11162, sala 30 Louvre. Tumba de Païrkep, Menfis (595-589 a. C.) XXVI Dinastía. Escenifica la segunda presión y refinamiento del perfume.

Un lirio auténtico. De las 600 especies que engloba la familia de las Liliaceae, unas 30 pertenecen al género Lilium, aunque los problemas de clasificación han sido siempre un quebradero de cabeza. Muchas de las especies que existen son híbridos, no auténticos lirios. Y los nombres de las flores no siempre son representativos del género: existen flores que siendo auténticos Lilium no se designan como tales, igual que existen flores llamadas lirios que pertenecen a otra familia. Este problema en la Antiguëdad era aún más nebuloso, ninguna prueba de ADN podía aclarar las dudas sobre la filiación de una planta. Otro problema añadido al rastrear en la Historia Antigua es que las lenguas primitivas no tenían vocabularios tan amplios como las modernas, con una misma palabra o expresión se podía denominar a un grupo de cosas parecidas. Así, un grupo de flores con relevancia para una comunidad podían nombrarse con la misma palabra, máxime si estas flores eran silvestres; las plantas que comenzaban a cultivarse, recibían más atención de los hombres y eso hacía más probable que recibieran un nombre propio. En el caso del lirio blanco o azucena (Lilium candidum) -indígena del suroeste de Anatolia-, que era el lirio más extendido y mejor conocido en la Antigüedad, se cree que la domesticación de la especie tuvo lugar durante el minoico tardío, siendo probablemente el lirio cultivado más antiguo en el área de Europa.

Veamos un ejemplo de lo confuso y ambiguo que puede ser el tema del lenguaje. En el Antiguo Egipto el nenúfar del Nilo y otras flores apreciadas como el lirio se designaban con un mismo jeroglífico leído como seshen (S/SH/N).

Las antiguas lenguas semíticas tenían vocablos parecidos -ej: sosanna (hebreo), sosanta (arameo)- que también describían diferentes flores, entre ellas el lirio blanco. El griego helenísitco adaptó el término y pasó a llamar al lirio sûson, de donde derivaba el nombre de un ungüento famoso nombrado por Dioscórides en De materia medica: el susinom.

La historia de la palabra continua por un bello derrotero, dando lugar a dos nombres de mujer. Por un lado, las lenguas semíticas comienzan a usar la palabra como el nombre de mujer que en la Biblia Vulgata será traducido como Susana. Por otro, as-susanah designaba a muchas flores en Al-Andalus y la palabra en castellano se convirtió en Azucena.

Vestigios. Los Relieves Lirinom del Louvre -hay dos con el mismo nombre pertenecientes a la tumba de Païrkep en Menfis- ofrecen otra buena muestra de hasta dónde pueden llegar a interpretarse las cosas y lo poco veraz que es hacer una afirmación categórica en este campo. Estos relieves son famosos porque ilustran el proceso de fabricación de un perfume: la recolección de las flores, la extracción de la esencia retorciendo las flores en un paño, la mezcla de ingredientes y su reposo, hasta la presentación del perfume que es un símbolo de renacimiento. Los jeroglíficos detallan cada paso y las escenas se acompañan del signo seshen que por unos ha sido interpretado como nenúfar, por otros como lirio mientras la gran egiptóloga Ch. Desroches-Noblecourt habla de una flor de plátano silvestre natural de Etiopía. ¿Qué flor se representa realmente?

Por eso es difícil estudiar con una perspectiva histórica esta flor. Los datos disponibles a menudo son sólo las inferencias que los antiguos frescos y grabados permiten hacer, con el margen de interpretación que eso supone. Además, en el caso del arte minoico, a menudo las representaciones tienden a recrear un lirio fantástico con valor simbólico más que un esquema de corte analítico. Así, en El Fresco de la Primavera de Akrotiri encontramos una representación híbrida de los dos tipos de lirios que mejor conocían las culturas egeas: el Lilium candidum (blanco) y el Lilium chalcedonicum (rojo y con pétalos recogidos hacia atrás). El fresco, según interpretación de Marinatos aportaba el fondo a una habitación donde tenían lugar ceremonias relacionadas con la cosecha y la regeneración de la naturaleza, de ahí la presencia de dos signos de la llegada de la primavera: golondrinas y lirios.

No es hasta la Grecia clásica que aparece el lirio citado en una fuente literaria. Los alfabetos egeos, especialmente el Lineal B, no recogen un término que designe esta flor ni tan siquiera en las tablillas dedicadas a la industria del perfume, pese a lo preciada que era por su olor y por ser remedio contra las picaduras de serpiente.

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*Ilustración de Lilium chalcedonicum & Lilium album en Hortus Eytettensis, vol 1(1620) por Basilius Bessler, via plantillustrations.

Apreciado por su perfume y virtudes terapéuticas en la cultura griega más primitiva, durante el período helenístico y, especialmente, en época romana, la flor va adquiriendo un valor cada vez más sublime, asociado a la gloria y al matrimonio. Así, las novias solían acceder coronadas de lirios entretejidos a la ceremonia de matrimonio.

Durante la Edad Media el lirio es flor de advocación mariana, simbolizando el alma y la castidad. Una prueba más de la importancia que esta flor tenía por su valor simbólico nos la da la orden imperial Capitulare de villis de Carlomagno, en la que el emperador enumera un total de 73 plantas que deben de ser plantadas en los jardines de sus palacios imperiales. En la lista apenas aparecen cultivos ornamentales, la mayoría de plantas tenían un uso medicinal pero el lirio-azucena está listado en segundo lugar, por detrás del lirio-iris.

El valor cultural y los perfumes de lirios. Lo que se puede apreciar a lo largo de la Historia es que un poso simbólico permanece a través de siglos y culturas como un legado colectivo. Hoy en día, ese poso también forma parte de la imagen que se maneja en perfumería para retratar el hechizante perfume del lirio.

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*Sun Women (1901) de Raphael Kirchner. El pintor no ilustró lirios auténticos.

El perfil característitco de esta flor es un olor verde, especiado y floral con matices cerosos, dulces y marinos. Denso, con rincones animalísticos y, a la vez, fresco con elementos que conjuran una atmósfera húmeda. Paradójicamente también presenta un carácter solar que algunos perfumes como Vanilla Galante de Hermès o Lys Soleia de Guerlain han explorado.

La asociación con la inocencia y castidad ha prevalecido en perfumería: el lirio es una flor muy idealizada, estilizada casi hasta el punto de parecer más una fórmula sofisticada que una creación inspirada en la naturaleza. En esta imagen ideal, la azucena se compone de notas verdes muy frescas, algo jabonosas y empolvadas que están más cercanas al retrato del lirio de los valles que al especiado y poderoso olor del lirio blanco. La estructura a base de salicilatos, almizcle y moléculas de muguet presentes en el clásico Anaïs Anaïs de Cacharel ha servido de modelo durante décadas.

Sin embargo, los soliflores dedicados al lirio blanco son más bien escasos; esta nota floral a menudo forma parte de un bouquet para dar una sensación verde-fresca-floral aérea que simplifica aún más su retrato. Pero la azucena en la naturaleza está lejos de ser delicada, es una flor de olor potente y narcótico, de carácter más frío, suntuoso y especiado que otras flores blancas y con un toque de suavidad insperado que le da cierto componente avainillado.

Existen algunos ingredientes derivados de la flor pero son poco usados, por ejemplo en Louanges Profanes de Parfumerie Generale se emplea infusión de lirio. Pero lo más frecuente es reconstruir la nota, a menudo a base de salicilatos (tono verde y efecto empolvado), eugenol/isoeugenol (nota de clavo), un toque de indol (densidad dulce floral) y vainilla o vainillina para suavizar. Esto es lo básico.

Algunos ejemplos de perfumes que conjuran su olor de forma diferente pero sin centrarse únicamente en esta flor podrían ser: Grand Amour de Annick Goutal, Eau de Charlotte de Annick Goutal, Dune de Dior, L´Eau d´Issey de Issey Miyake, Narcotic Venus de Nassomatto o Modern Muse de Estee Lauder.

Pese a los pocos perfumes que toman esta flor como modelo absoluto, los que hay están llenos de encanto. Uno de los más preciados por su intento naturalista pero ya retirado fue Lily & Spice de Penhaligon´s que abría con una nota verde y aérea tipo muguet y avanzaba hacia un terreno más cálido con notas de jazmín, benjuí y una pizca de azafrán que le daba el toque cuero-animalístico. Sin embargo, quedan otros que los verdaderos aficionados a esta flor pueden disfrutar:

–Un Lys de Serge Lutens. Es un retrato delicado pero que da el tono. Está más en la dirección de las lilas y encierra un rastro dulce y profundo de vainilla que crea gran afinidad con la piel.

–Lys Carmin de Van Cleef & Arpels. Una delicia cremosa, muy especiada y con un efecto aéreo único.

–Lys Mediterranee de Frederic Malle. Mi favorito. Veraz en sus facetas pero a la vez fantasioso. Verde, ligero, acuoso pero también profundo con un filo animal muy fino.

–Amoureuse Del Rae. El perfume de un jardín nocturno donde gigantes lirios florecen.

–Baiser Volé de Cartier. Un lirio glamuroso y delicado con su toque empolvado. Aparentemente sencillo que no simple.

–Baiser Volé Essence de Parfum de Cartier. Una versión más voluptuosa del perfume anterior, con una rica y refinada nota de vainilla que le imprime un aura dorada más acorde con la atmósfera otoñal.

Por experiencia sé, que si llegas a adorar los perfume de lirios, no puedes dejar de buscar nuevas interpretaciones entre las estanterias de las perfumerías esperando ver qué de nuevo dicen o qué de tradicional ofrecen. ¿Tenéis vosotros un favorito?

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*Cartel Sarah Bernhardt de Alphonse Mucha.

Iris: Los Magníficos.

08 lunes Sep 2014

Posted by Botanyuki in Archivo general, Notas de Perfumes, Usando perfume

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iris, perfume

fleurdeluce
*Fleur de Luce de Henry Siddons Mowbray.

Decía al revisar Silver Iris que son muy pocos los perfumes de iris que pueden considerarse magníficos. Existen algunos buenos perfumes en el mercado como Bois d´Iris de The Different Company, Prelude to Love de Kilian, Impossible Iris de Ramón Monegal, Mandragore de Annick Goutal que tiene un carácter irisado sin ser completamente iris, Iris Nobile de Acqua di Parma, Hiris de Hermès, Iris Poudré de Frederic Malle, Equistrius de Parfums d´Empire, L´Heure Coinvoteé de Cartier, Love in Black de Creed, Infusion d´Iris Parfum Absolue de Prada, I Love les Carottes de Honoré des Prés o el frío Iris de Santa Maria Novella son algunos ejemplos.

En un pasado no muy lejano la lista de los magníficos hubiera sido mayor si tenemos en cuenta que Guerlain ofrecía el fabuloso Iris Ganache en su colección L´Art et La Matiére y que Mona d´Orio había creado algo especial con Amyitis, pero esos perfumes ya no se encuentran en el mercado. Hoy, siendo estricta, diría que podemos cerrar el círculo en torno a cinco perfumes y, en ese círculo, Chanel ocupa un lugar muy destacado.

En realidad, muchos perfumes de Chanel tienen como nota importante el iris. Por ejemplo, Cuir de Russie, Rue Cambon, o el propio Nº5. Esta nota que define el lujo por excelencia, también define el característico sello olfativo de la marca junto al vetiver, la rosa de mayo y el jazmín de Grasse pero, dentro de su catálogo, hay dos que sobresalen por su bella nota de iris: Nº 19 en la línea regular y 28 La Pausa en la línea de Boutique Les Exclusifs.

He aquí la lista de los magníficos, aquellos que han ido más allá con la nota, que son la excepción a la regla y no sólo marcan una pauta para otros sino que también son un hito.

Iris Silver Mist de Serge Lutens: difícil de apreciar por su potente nota de iris basada en concreto/matequilla de iris (orris) con un característico olor dulce y terroso que recuerda a las zanahorias cocidas y a la tierra fría tras una helada. Dulce y austero a la vez.

Bas de Soie de Serge Lutens: una interpretación de las facetas más frías, casi metálicas, y verdes del iris con una importante estela aldehídica-empolvada de corte retro. Para nada tierno, sino al contrario, un poco cruel.

Heure Exquise de Annick Goutal. Un perfume que realza la textura aterciopelada del iris, con un gran equilibrio entre facetas. Tiene aspectos verdes, rosados, empolvados y la suave cremosidad del sándalo matizado con discretos aldehídos le dan el tono nostálgico.

Nº19 de Chanel. Si Fracas es el gran perfume de tuberosa, el Nº19 es el gran perfume de iris. Imbatible por la alta calidad de sus ingredientes y la fuerte personalidad del iris, fresco y empolvado, engarzado con una sucesión infinita de notas verdes y un fondo elegante que recupera la faceta amaderada del ámbar gris.

28 La Pausa Chanel Les Exclusifs. Para quienes el Nº19 sea demasiado, Chanel ofrece una opción más relajada y amaderada en la que brilla el fugaz recuerdo de las violetas y el fresco vetiver.

Honorable mención, aunque en otro nivel, merece The Unicorn Spell de Les Nez, porque en la tentativa de recrear el olor fresco y verde de las violetas silvestres creciendo a la sombra de los robles, plantea ese juego de identidad entre el iris y la violeta que tanta confusión suele provocar.

Porque en la música como en la perfumería, hay piezas que pueden gustar a casi todo el mundo y otras a menos, el momento musical de hoy tiene un aire más existencialista con el duo de Kemal Monteno y Arsen Dedic: Ja se nadam (Espero -en el sentido de tener esperanza-).

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