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Olibanum: cuaderno de perfumes

Olibanum: cuaderno de perfumes

Archivos de etiqueta: benjuí

Érase una vez un perfume: Le Baiser du Dragon EdP de Cartier.

12 viernes Ene 2018

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almendra, almizcle, benjuí, cedro, chocolate, iris, patchoulí, perfume, rosa, vetiver


* Daños como llamas obra de Stephen Mackey.

Esta es la historia de un perfume que ha permanecido en el limbo de los líquidos aromáticos durante mucho tiempo y por eso puede que a veces resulte difícil de encontrar. Lo cierto es que no tiene un olor convencional; en realidad, es una rareza, así que fascina o repele por igual, pero es complicado dar con algo que se le parezca… como cosa curiosa que es podría emparentarse con otro perfume singular del mismo autor: Omnia de Bulgari. Olido con detenimiento puede entenderse como un estudio en torno a la esencia de vetiver cuyo extraño olor el perfume trata de ilustrar mediante la técnica de la lupa: matices y detalles resultan magnificados y dramatizados hasta el punto de dificultar la visión de conjunto. Así, la idea final de hacer un gran perfume de vetiver resulta elusiva.

El vetiver mismo tiene un olor chocante, intenso y contradictorio que revela sombras de lo más curiosas. Apimentadas y balsámicas, radiculares y ahumadas, con matices de regaliz y de whiskey, el recuerdo de las maderas a la deriva o incluso de los frutos secos y las galletas de jengibre recién horneadas o el frescor amargo del pomelo. A veces es brutal e intrusivo mientras otras induce a la meditación. Puede tener un acabado empolvado y afrutado pero lo que es seguro es que es un olor que te acompaña durante horas y cambia en cada piel de manera asombrosa. A partir de esos aspectos Le Baiser du Dragon (2003) toma cuerpo para mostrar un profundo y oscuro dulzor oriental, un dulzor distinto a cualquier otro dulzor típico; ni abusa de las intensas notas vainilladas de un clásico como Shalimar, ni rezuma azúcar y caramelo como todos los descendientes del pionero gourmand Angel de Mugler. Es gourmand hasta cierto punto pero tiene su propio acabado. Un aura oriental propia basada en la conjunción de lo dulce y lo amargo, con un filo áspero por momentos, algo ceroso y con un efecto general de bebida alcohólica que fluctúa entre el licor de almendras Amaretto -con matices de pistacho, cacao y almendras amargas- y el tono medicinal-ahumado-ambarado de un buen whiskey escocés.

Además recurre a la disonancia más que al fuerte contraste entre notas para crear un efecto atmosférico particular. De Alberto Morillas impresiona siempre en sus perfumes la forma en que estos evolucionan llenos de luz o mejor dicho de una luminosidad clara y brillante que recuerda a un sol radiante un día de primavera, pero en este perfume esa luz es más oscura, es casi crepuscular.

Resulta un líquido muy sensorial si se consigue pasar la prueba inicial: ese principio seco, concentrado y punzante en el que patchoulí y vetiver asoman desde la base y dejan ver esa faceta de maderas orientales más propia de los perfumes masculinos. Es un inicio algo agresivo -aunque no tan vibrante como puede llegar a ser actualmente un perfume masculino en el que reverberen notas de ámbar extremo- pero después se vuelve sugestivo y comienza a desplegar ese dulzor cálido pero a la vez seco tan inusual, llegando incluso a mostrar el punto de austeridad propio del vetiver. A veces también hace pensar en una rosa cremosa y en un licor afrutado, otras es como tierra seca y caliente, e incluso llega a insinuar en su oscuridad los concentrados efluvios de un gabinete de hierbas medicinales.

Vetiver envuelto en acentos gourmands, sin ser plenamente gourmand; así se resume su olor. Un oriental amaderado en toda regla. De cerca su olor puede percibirse como algo muy sólido y paradójico -como el aceite de vetiver- pero lo que proyecta en la distancia es el delicioso aroma cálido de los pequeños amaretti empapados en licor de almendras y, de forma más sutil, el de las naranjas confitadas bañadas en chocolate y el chocolate aderezado con pimienta. Son efectos palatables relativamente suaves pero atrayentes que dan al perfume un acabado único, y decir único aquí no es una expresión banal.

Le Baiser du Dragon brilla durante el crudo invierno mejor que en cualquier otro momento pero en lugar de evocar un suntuoso paisaje o un tierno recuerdo infantil como hacen otros perfumes de fantasía de estilo oriental, lo que consigue con su olor es algo tan reconfortante como intrigante. Más que un opulento perfume a veces parece un raro ungüento traído de Oriente o un denso jarabe de antigua fórmula basado en granos de almizcle y vetiver.

Lo que late en el fondo de los grandes clásicos: L´Eau d´Ambre Extrême de L´Artisan Parfumeur

13 martes Dic 2016

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almizcle, benjuí, canela, cardomomo, cumarina, geranio, labdanum, patchoulí, perfume, sándalo

pag56
*Folio 56 del Traité des Fardements et Confitures (1556) de Nostradamus, con la receta para fabricar pomos de olor.

Puesto que el ámbar es prácticamente una receta de larga tradición a partir de la cual se perfilan variaciones y eso hace que todo perfume ámbar tenga con otro perfume ámbar una serie ineludible de rasgos en común, como son la tríada labadanum-vainilla/vainillina-patchoulí y el acento de resinas balsámicas como el benjuí o el bálsamo de Perú, ¿qué distingue un perfume de ámbar estilo antiguo de uno más moderno?

Quizás el trazo más distintivo sea el curioso equilibrio entre suavidad y multiplicidad de detalles que los perfumes antiguos exhiben de forma embriagadora. Esa combinación es como una pátina que inconscientemente ya todos reconocemos como ajena a nuestra era pero aún familiar y eso hace que todavía respondamos ante esas fórmulas.

Esa baza juega L´Eau d´Ambre Extrême (2001). De alguna manera produce una vaga sensación en ti, como un recuerdo que no se concreta. Se intriga la mente y comienza a establecer mil paralelismos aunque ninguno de ellos servirá: la referencia primordial se escapa, las palabras no surgen. Pero, si es un ámbar, un tema totalmente conocido y reconocible al instante, ¿cómo puede ser tan elusivo?

Si algo recuerda a algo es por algo. Esa es la máxima.

Imágenes y sensaciones se mezclan entre sí. La mente sigue buscando la palabra, la expresión que haga que todo encaje. Al no encontrarla recurre al recurso más potente y común para la ella: las imágenes. Los olores, que tienen una gran facilidad para exaltar los sentidos por vía inconsciente, son muy propicios a estas derivaciones. Así que, oliendo L´Eau d´Ambre Extrême surge la necesidad de crear un contexto, a falta de palabras precisas… Habrá de ser un lugar de aire antiguo, quizás una majestuosa librería en cuyas estanterías se guardan ejemplares encuadernados en cuero. Un lugar en el que la luz queda atrapada por la cantidad de objetos que se extienden por la estancia y en cuyo aire flota ese olor seco y empolvado que aún no es denso pero ya tampoco ligero.

Esa es la idea. Algo sereno que invita a la concentración. Algo que apela a una sensación de felicidad interior más que a la exuberancia de los bálsamos exóticos y, por ello, impele. Mmmm, es cierto, esa es otra característica distintiva del ámbar: tiene la facultad de reforzar la voluntad.

Hasta cierto punto se podría decir que es como una armadura que te cierra y te recentra porque un ámbar a la antigua puede ser compacto pero no pesado. Su nota principal es el labdanum, que aporta ese aspecto seco casi de cuero con ciertos tintes animalísticos, y se acompaña de la riqueza especiada de ciertos bálsamos. Esos son los rasgos generales que sigue con rigor el perfume de L´Artisan Parfumeur. Como su nombre indica, no proclama ser denso -es un agua- sino extremo y esto hay que ponerlo en contexto: es la versión extrema (aka más profunda y matizada) de L´Eau Ambre (1978) cuyo sabor resulta muy básico.

Jean Claude Ellena realiza esta segunda fórmula Extrême con un estilo muy vintage, con un acabado más redondo y con más estructura que el agua original de Jean Laporte. Aún así, sigue la estética de la marca y no busca un perfume impactante sino susurrante. De opulencia esquiva, pues por su pátina antigua, recuerda a aquellas fórmulas que contenían ricas bases de ámbar. Y las bases de ámbar clásicas es lo que emula L´Eau d´Ambre Extrême, recreando esa estela ambarada, que como un arrullo, iluminaba los perfumes de las primeras décadas del siglo XX.

Matizado y fino es este ámbar cuyo olor principal está definido por notas vainilladas y cuero. Las especias, especialmente el cardomomo, son una breve introducción, y el toque de rosa-geranio un modo de dar algo más de cuerpo al tema pero, en el fondo, L´Eau d´Ambre Extrême lo que parece recrear es la relativa sencillez de una base; por eso parece como una pátina de sabor antiguo en lugar de un perfume. Tiene todos esos aspectos clásicos de fondo de perfume que resultan tan atractivos y cuya riqueza balsámica podría recordar de algún modo al olor que queda en la piel muchas horas después de haber aplicado un perfume de Caron clásico o un Chanel de la época envuelto en una brisa exótica.

Definitivamente, L´Eau d´Ambre Extrême, más allá de su combinación de notas típicamente ámbar rescata ese algo de los grandes clásicos que tanto cuesta definir pero que, en realidad, es un juego a tres bandas entre almizcle ambarado, ámbar vainillado y fondo amaderado suave. Sin duda, es eso.

Esa suavidad, esa piel de porcelana: Chanel Nº 22.

22 martes Nov 2016

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aldehídos, almizcle, benjuí, flor de naranjo, incienso, iris, nardo-tuberosa, perfume, rosa, sándalo, vetiver, ylang-ylang

solomko
*Princesa María, el Cisne Blanco (1917) postal de Sergey Solomko.

Esa suavidad de los perfumes vintage rara vez la tienen los perfumes modernos, sólo algunos de los antiguos que sobreviven a las reformulaciones consiguen mantener ese aspecto tan distintivo. Esa textura es el resultado de formular con muchos ingredientes naturales, entre ellos tinturas, combinados con ciertos químicos aromáticos que afianzan la estructura y dan estabilidad al tema. Es una cuestión de riqueza en el matiz y de gran sentido del equilibrio. Pocos perfumes reformulados pasan la prueba aunque algo de su carácter original quede siempre perdido en el tiempo. Conservan la pátina, pero pierden contraste y profundidad: ya no se trabaja con los mismos materiales, en algunos casos por prohibición, en otros porque ya no existe; pero, casi más importante aún, tampoco se manejan ingredientes en la misma concentración. Sencillamente esa fortaleza de notas, ese concierto de matices tiende a considerarse como algo excesivo y propio del pasado. ¿Pomposo?

Bien vale pararse a pensar un poco por qué entonces un perfume tan sutil como sublime como es el Nº 22 de Chanel, pese a ser ahora más pálido, ha conseguido mantener su peculiar carácter. Sin duda Chanel cuida sus perfumes lo más que puede manteniendo la calidad de las materias primas y ahí está una porción de la explicación, pero otra tiene que ser la base misma de la que se parte, el núcleo de un perfume Chanel. Aunque ¿qué se supone que es ese núcleo? Por un lado está en esa búsqueda de una estética abstracta premeditada por otro, en el modo en que se traduce dicha estética en una característica alianza de materias: un rico iris, cremoso ylang-ylang, almizcle de gran calidad, un fino acabado ambarado apoyado por sándalo y vetiver y esa rosa y ese jazmín de Grasse con su especial frescor. Si se prueba un extracto de Chanel esta calidad y calidez se perciben al instante, especialmente en los extractos correspondientes a los perfumes clásicos.

Las familias de perfumes han ido cristalizando a través de las décadas a partir de patrones que se popularizaban, siendo cada uno de estos patrones emulado casi literalmente en un contexto similar al original o constituyendo un punto de partida para crear algo diferente. Todas las épocas se han caracterizado por el dominio de alguna de estas frases perfumadas y la imitación o la variación de las mismas. Lo que marca un hito en la historia de la perfumería es que a partir de estas cosas conocidas alguien sea capaz de configurar una nueva silueta al encontrar una sinergia entre ingredientes que adquiera ese carácter central o al conseguir introducir con control un ingrediente nuevo o en sobredosis que genere un efecto diferente.

La sobredosis como técnica base de perfumes icónicos puede resultar extraña, incluso a algunas personas les parece algo poco artístico -pero hay que ser capaz de controlar el material en la mezcla para que brille y eso requiere pericia. La pericia también es una faceta artística que implica saber hacer, en otras palabras, maestría. En todo caso, la sobredosis, pese a ser la técnica dominante hoy en día con la que se producen perfumes planos, tiene una raíz clásica. Los perfumes comerciales actuales y ciertos niche también, parten de un núcleo muy estable creado a base de químicos aromáticos tipo Hedione, almizcles blancos de calidad variable, Iso E Super y demás ingredientes de la familia amaderada-ambarada (cada día más pungentes), las esencias naturales lo que aportan es matiz, cierto brillo, una especie de naturalidad…Históricamente la sobredosis de ingredientes químicos también fue un modo de crear algo nuevo, de introducir variación en temas tradicionales, sólo que entonces las esencias naturales eran protagonistas en el perfume. Uno de los ejemplos más paradigmáticos quizás sea el uso de los aldehidos alifáticos empleados no sólo en sobredosis sino también en alta concentración -hay quien afirma que incluso sin diluir- por Ernest Beaux mientras creaba el Nº5, el más icónico de los perfumes, y su coetáneo el Nº22.

Se discute mucho sobre cual fue el primer perfume en usar aldehidos y cual fue la auténtica fuente de inspiración de Ernest Beaux. Digamos que las fuentes de inspiración pudieron ser muchas, estaban en el aire y él las atrapó. Escribió sobre una de ellas en un texto de 1946 titulado «Souvenirs d´un parfumeur», donde explicaba como el viaje por el Polo Norte durante la época del sol de medianoche le inspiró y tras esa experiencia buscó recrear ese frescor escarchado. ¿Cuánto ensayó para llegar a conseguirlo? Quien sabe. Sus inicios en Rusia, trabajando en Rallet, le permitieron formular a partir de aquellas frases bien populares y queridas en el momento del perfume Quelques Fleurs de Houbigant que ya introducía un núcleo floral más fresco y ligero gracias a salicilatos y aldehído C-12MNA. De aquellos trabajos surgió el famoso Bouquet de Catalina o Rallet Nº1 (1914) en el que Beaux ya había comenzado a usar el complejo de aldehídos que convertiría al Nº5 en algo nuevo: una mezcla de C-10 (olor a piel de naranja y cera), C-11 (olor jabonoso y con toque de incienso) y C-12MNA (de carácter más floral, tonos de lirio , violeta y ambarado). Hasta el momento estas notas aún se usaban muy diluidas y en pequeña cantidad, al mismo Beaux le llevaría más tiempo dar con el punto de equilibrio que permitiera controlar el material. Fue trabajando en el Nº 5 cuando consiguió este efecto magnífico en el que los bordes florales se diluyen formando un unísono, el frescor es nuevo, profundo, penetrante, con un efecto escarchado y el acabado empolvado resulta muy rico y de olor muy agradable.

Cuando estando ya en Grasse comenzó a crear un perfume para Gabrielle Chanel, continuó experimentando en torno al tema de Quelques Fleurs , añadiendo nuevas frases derivadas de Le Parfum Ideal (1900) de Houbigant como la unión de salicilatos, flor de naranjo e iris que ha tanto predicamento ha tenido -y que tiende un puente con perfumes como L´Heure Bleue o Après L´Ondée de Guerlain- y aprovechando las posibilidades que los nuevos ingredientes que entonces había en Grasse le brindaban. Así trabajó insistentemente en variaciones sobre el mismo tema, continuó explorando las posibilidades de los aldehídos enfrentado a un cuerpo floral y poco a poco fue aumentando el contraste de los temas. Así, pese a mantener el mismo núcleo y las mismas ideas acabó creando perfumes de carácter diferente. Perfumes que fueron presentados a Gabrielle Chanel numerados del 1 al 5 y del 20 al 24. Ya sabemos cual fue elegido en primer lugar. El Nº 5 sería introducido en 1921 según datos oficiales. Fuentes oficiosas dicen que el perfume ya era regalado por Coco a sus clientes hacia 1918 y que un problema con los proveedores obligó a retirarlo hasta un tiempo después; en todo caso, en 1922 Chanel creaba una colección de ropa de inspiración rusa con ricos bordados y ofrecía un nuevo perfume: el Nº 22.

¿Una variación del Nº5? Más bien una variación de Quelques Fleurs a través de su trabajo en Rallet Nº1 que surgió parejo al Nº 5. Ambos poseen la misma raíz y tienen elementos en común: un acabado empolvado seco y dulce a la vez -quizás el Nº 22 sea algo más atalcado- una sobredosis de aldehídos, una importante faceta de iris y esa pátina antigua propia de los perfumes de los años 20´s que daba la base de ámbar dulce con ricos pero suaves tonos amaderados, ligero efecto especiado, y la estela del almizcle natural mezclado con el característico nitromusk -más poderosa en el Nº22 -. Sin embargo, ambos son diferentes.

Se puede decir que el Nº 5 supera la estética de su época pero el Nº22 está aún anclado en la de la Belle Époque: pese al gran equilibrio de notas florales, pese a su abstracción y sutileza o a pesar de esa cremosidad fresca y jabonosa, mantiene esa suavidad y delicadeza de los bouquets florales super empolvados con una exquisita rosa blanca como protagonista, refrescada y matizada con iris y rodeada de acentos florales muy de la época: el especiado clavel que aporta profundidad y el prominente verdor de las lilas que introduce frescor.

La gente suele tardar en apreciar el Nº 22 o adorarlo al momento como ocurre con L´Heure Bleue. Es difícil de describir no sólo porque posea múltiples facetas y una forma paradójica de mostrarse delicado, refinado y a la vez vívido y sensual, sino también por esa impronta de «un estar entre dos mundos» y poseer una belleza antigua.

Por un lado es un perfume blanco y escarchado. Parece distante pero en el fondo es tierno y está totalmente velado por los aldehídos que le dan ese acabado muy perfumado y jabonoso. Tiene el poder de evocar la piel limpia, meticulosamente empolvada, el cutis de porcelana de una dama refinada que se perfuma discretamente con rosas blancas y nerolí. Por otro lado es dorado y efervescente como champagne …tan dorado y luminoso que parece un sensual perfume solar con un toque exótico de orquídea, mucho ylang-ylang, cremosa flor de naranjo e indólico jazmín sobre base balsámica de opopanax y benjuí. Las consabidas paradojas de Chanel.

En definitiva la fórmula vintage del Nº 22 estaba más cerca de su modelo: Quelques Fleurs. Las versiones actuales se polarizan: el EdT -que está llamado a sustituirse por una versión EdP- desarrolla más el tema del frescor, siendo más cítrica y ajazminada mientras el extracto pone más énfasis en la calidez ambarada, el incienso y las maderas preciosas. Pero aún sus fórmulas actuales retienen el encanto y el refinamiento del perfume del pasado, algo más pálido es cierto, pero sin perder la riqueza y la suavidad de un perfume muy matizado. Su carácter, sus frases características, han formado un estilo cuya estela se sigue más de cerca en perfumes como Sortilège (1936) de Le Galion o Iris Poudré de Frederic Malle y White Linen de Estée Lauder, o de forma más remota en Narciso for Her EdP (frasco rosa) de Narciso Rodríguez. Se recuerda en Bellodgia (1927) de Caron por ese modo de facetar el clavel con notas de pimienta y tuberosa y, de algún modo, se parafrasea con lenguaje moderno en el propio Allure de Chanel.

Flip Flop review: Alamut de Lorenzo Villoresi.

17 martes May 2016

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almizcle, benjuí, jazmin, patchoulí, perfume, rosa, sándalo, ylang-ylang

eleanorFB
*Elaine llevando el escudo de Lancelot de Eleanor Fortescue-Brickdale.

En un frasco rojo y con el nombre de una antigua fortaleza iraní, Alamut promete una fantasía  oriental exuberante. Y por fantasía oriental podríamos entender desde una historia intrincada como un arabesco y fiel a la tradición de Las Mil y Una Noches a una moderna y sofisticada narración como El Príncipe de Persia: Las arenas del tiempo. En cualquiera de los casos se sugiere riesgo y aventura.

Pero en su frasco rojo Alamut esconde un jugo místico. Recuerda a los rosarios hechos con cuentas de pasta de rosas.

Su inicio despista, lleno de notas melosas y con un toque de aldehídos, crea una bruma entre la que parece emerger un fragoroso bouquet de flores blancas con reververaciones animalísticas de ylang-ylang y base de ámbar y cuero. Sin embargo, al poco descubres que tal exuberancia inicial es puro espejismo, que Alamut tiene un acabado suave y clásico de agua de rosas, sándalo y patchoulí con el distintivo toque seco y atalcado de Lorenzo Villoresi.

En el modo de unir las notas hay tintes orientales: rosa-benjuí, rosa-sándalo, rosa-patchoulí. Con su ritmo lento transmite un sentido de recogimiento místico. Y sus notas poco estridentes, planas y muy juntas entre sí hablan un lenguaje antiguo. Realmente parece sacado de un recetario medieval.

Un momento concreto en detalle: Après L ´Ondée de Guerlain.

12 martes May 2015

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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anis, benjuí, bergamota, haba tonka, Heliotropo, iris, perfume, rosa, sándalo, Vainilla, vetiver, violeta, ylang-ylang

signsofspring * Signs of Spring de Walter Crane.

Après L´Ondée. Una idea sencilla: flores entibiándose tras la lluvia. La ejecución impecable de notas trabajadas al detalle para delatar el rastro de humedad que aún cubre la hierba y las flores. De resultado: un poético paisaje olfativo.

Jacques Guerlain (1874-1963) retrató su tiempo -a veces incluso lo superó- a través de sus perfumes, por esto, seguir la evolución de su obra permite no sólo entender cómo los perfumes Guerlain se fueron tipificando hasta adquirir esa impronta tan especial e inconfundible llamada Guelinade sino también tener una visión general de cómo la perfumería fue evolucionando rápidamente en las primeras décadas del s. XX. Desde las técnicas finiseculares, aún bastante arraigadas en la manera de componer perfumes 100% naturales con sus mil trazas y poca amplitud de notas, a la cristalización de nuevas estructuras mucho más verticales que señalaban ya el camino hacia el clasicismo de los tres tiempos.Sin duda, fue un camino sinuoso y lleno de experimentación en el cual los nuevos materiales sintéticos y el perfeccionamiento de las técnicas de extracción brindaron la oportunidad de incluir nuevos tonos, nuevos temas, detalles más precisos.

Algunos de sus perfumes hace tiempo que dejaron de comercializarse pero actualmente pueden probarse en la Boutique insignia que Guerlain tienen en París -entre ellos el extracto de Après L´Ondée retirado hace relativamente pocos años o el mítico Djédi– mientras podemos seguir disfrutando de otras de sus muchas maravillas como el EdT de Après L´Ondée, L´Heure Bleue, Mitsouko, Shalimar, Vol de Nuit o el muy refinado Liú.

Si comparamos Liú, un perfume compuesto en su madurez creativa, con Après L´Ondée (1906) que es una obra temprana, esos cambios en la textura y la estructura fruto de la evolución técnica y estética de la perfumería se aprecian con mucha facilidad. Sin embargo, si Après L´Ondée se contrasta con L´Heure Bleue se puede ver como en 1919 Jacques Guerlain seguía experimentando con la verticalidad de las notas, enriqueciendo los perfumes con los matices suntuosos de las resinas balsámicas y el claroscuro dorado que deja la pátina de la Guerlinade. Ambos perfumes se parecen: tienen rasgos olfativos en común y comparten el interés del perfumista por crear una estética del instante mediante olores pero, a la vez, son muy diferentes precisamente porque L´Heure Bleue, con su base orientalizante, representa a la vez el culmen y la superación del estilo temprano de Jacques Guerlain en el que los matices se multiplicaban y se apoyaban entra sí creando esa fluidez de notas tan típica de una buena Cologne.

Admirador del Arte en general y del Impresionismo en particular, Jacques Guerlain se interesó por conseguir efectos atmosféricos de luz, temperatura o humedad en varios de sus perfumes. Après L´Ondée es el ejemplo paradigmático que aún sobrevive al paso del tiempo pero quizás a nivel conceptual haya una obra más representativa de este interés: Fleur qui meurt (1901) donde intenta capturar el ciclo de vida de una violeta, esa flor que por aquel entonces era protagonista de tantos perfumes y que Jacques Guerlain convirtió en imprescindible en sus creaciones. A veces con una presencia más evidente y otras como una cita fugaz. Unas veces realmente empolvada como Violette de Madame (1904), otras explorando su lado más vegetal gracias al uso de hoja de violeta como en Fleurt qui meurt o con algo rico y delicado, profundo y especiado unido al clavel y al iris como en Après L´Ondée.

El aromo o acacia dulce* fue un material popular entonces. Jacques Guerlain lo usó en la formulación de estos tres perfumes como nota importante para caracterizar la violeta y es también la nota principal de Une Fleur de Cassie, perfume con el que Frederic Malle completa el tríptico que rinde homenaje al clásico de Guerlain, junto a Dans tes Bras y L´Eau d´Hiver.

La belleza fugaz que Jacques Guerlain intentaba atrapar en Aprés L´Ondée era la de las flores de primavera bañadas por la lluvia. Para recrear ese efecto de pétalos empapados el perfumista audaz hizo uso de un material entonces bastante nuevo: el aldehído anísico, que da al perfume ese frescor frío y acuático tan caracterísitco junto con el efecto dulce y amargo de acabado aromático que se agita en la salida del perfume, enfatizado por notas herbales-alcanforadas-fenólicas de lavanda, romero, salvia y tomillo que unidas al clavo en la faceta empolvada contribuyen a crear un vago efecto medicinal. La bergamota afrutada y el frescor floral del neroli completan el cuadro de salida, tras la cual el perfume se vuelve más uniforme y balsámico.

La delicadeza de las flores se expresa sobre todo a través de efectos de brillo y textura. Por un lado la faceta empolvada basada en una importante dosis de iris y enriquecida con un fondo gourmand a medio camino entre el dulce de malvavisco y la crema almendras al que contribuyen varias notas, entre ellas la heliotropina y el haba tonka -y que también encontramos en L´Heure Bleue. Por otro, la multiplicidad de matices florales resonando unos en otros: la rosa y el jazmín, el iris y el clavel formando un todo envuelto en esa nota floral tan importante en los perfumes de la época como es el ylang-ylang que aporta un efecto opaco pero a la vez evanescente muy caracterísitco. Y entre esa textura evanescente y empolvada el brillo terso del espino albar: algo verde y almendrado, fresco y balsámico. Una nota delicada pero contrastada que ejemplifica bien el carácter rico y etéreo de este perfume que hacia el final de la evaporación se muestra a la vez seco y cremoso gracias al sándalo, la vainilla y el almizcle.

Sí, Après L´Ondée tiene ya parte de esa huella oscura, elegante y balsámica de la Guerlinade en la que el iris, la bergamota y el haba tonka tienen un rol relevante, pero su presencia no es tan rotunda como en L´Heure Bleue o Shalimar. Lo que destaca en el perfume es sobre todo la textura y el gran contraste entre notas aromáticas y facetas balsámicas acompañando un rico corazón floral. Precisamente es ese corazón floral, tan marcado por la generosidad del acorde rosa + ylang-ylang que resonaba en los perfumes de la época desde el éxito de Le Parfum Ideal (circa 1900) de Houbigant, acompañado del iris empolvado, la violeta y el jazmín lo que crea ese aire de familiaridad entre este perfume de Guerlain, su predecesor L´Heure Bleue y el posterior Chanel Nº 5 (incluída la versión modernizada de Nº5 Eau Premìère). No es tan extraño que estos perfumes a menudo se comparen, algo comparten. Igual que Jacques Guerlain y Ernest Beaux compartían admiración hacia Paul Parquet, el perfumista de Houbigant. Gracias a esa sana admiración podemos disfrutar de creaciones magníficas.

Fugacidad. Conciencia del paso del tiempo. Delicadas flores y la sensación vaga de perfume que desprende esa textura imprecisa que difuminada los matices y la estructura hasta casi generar neblina es lo que probablemente más contribuye a conjurar el halo de melancolía poética con el que a menudo se describe Après L´Ondée. En honor a esa fama, el momento musical de hoy: April come she will de Simon & Garfunkel en el mítico concierto de Central Park.

*El aromo o acacia dulce forma parte del extracto de Après l´Ondée no del actual Eau de Toilette.

Tan caprichoso recuerdo: Tardes de Carner.

23 miércoles Jul 2014

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almendra, almizcle, anis, apio, benjuí, cedro, cereza, haba tonka, Heliotropo, perfume, rosa

Maxfield Parrish- Reveries
* Reveries de Maxfield Parrish.

Algunos de los perfumes más delicados y románticos subliman la piel con aromas de heliotropo, haba tonka y vainilla. Tal acorde suavemente gourmand remite a la infancia. Unas veces porque nos recuerda lo fantástico que era entrar de la mano de la abuelita en la pastelería y que te dejaran elegir tu dulce favorito, el olor de la crema pastelera, las tartas de almendra o los milhojas…otras veces porque revive en la memoria el delicioso aroma del mazapán trayendo el recuerdo de la Navidad pero, también, porque ese acorde lo convirtió Jacques Guerlain en el sumun del refinamiento con perfumes como el sublime L´Heure Bleue o el frágil floral Après L´Ondée que se convirtieron en modelos de otros perfumes, que a su vez inspiraron nuevas composiciones y así hasta nuestros días, formando parte de la memoria colectiva.

Hoy en día el territorio gourmand es amplio y variado, pero esa clásica pátina entre cereza y almendra sigue siendo un plus de elegancia que el público aprecia y el sector nicho no es ajeno a este aprecio. Louve de Serge Lutens o Kiss me tender de Nicolaï, Back to Black de Kilian o L´Eau d´Hiver de Frederic Malle ,entre otros, siguen gravitando sobre ese universo guerlinesco.

Tardes (2010, Daniela Andrier) de Carner tiene esa misma impronta romántica que embarga la memoria, de hecho cita de forma explícita Après L´Ondée al repetir en su salida el mismo tono mitad dulce, mitad amargo empapado de anís y con la nota almendrada al fondo. Esta faceta de fruto seco es bastante rica y compleja sin ser pesada y se prolonga durante bastante tiempo mostrando diferentes matices: ahora es seca como las pastas de almendras, luego amarga como el hueso del melocotón, después tostada y, de vez en cuando afrutada como la cereza.

El anís, que es una nota fresca y penetrante evoluciona rápidamente hacia un licor más refinado, una especie de brandy con matices de chocolate, dando paso a un corazón más suntuoso con la riqueza avainillada del benjuí asomando desde la base y el refinamiento del cedro de Virginia introduciendo un matiz suede muy fugaz mientras lo floral queda reducido a una rosa abstracta adornada por el tono dulce, verde, herbal y ligeramente balsámico del apio. Esta nota de apio se escapa con rapidez porque apenas es una sugerencia pero ayuda a dar frescor y matices además de incrementar el efecto calmante del perfume…Sí, porque tanto las notas avainilladas del benjuí y el haba tonka como la heliotropina, la rosa y el apio tienen propiedades más o menos sedantes y esa es una cualidad buscada en Tardes, cuya poética es recrear la atmósfera relajada de una tarde de verano.

La estructura del perfume también reproduce la evaporación del EdT del Guerlain con salida más voluminosa, un corazón floral-especiado-herbal ligero y una discreta base que combina el dulzor cinámico del benjuí, la melosidad aromática del haba tonka y la suavidad de los almizcles blancos. Pero hay una diferencia muy importante, mientras en Après L´Ondée vas leyendo las notas con facilidad porque están perfiladas, en Tardes más que notas concretas percibes un continuo de olor lleno de vagos pero familiares matices que elicitan emociones. De nuevo esto es un efecto buscado que permite hacer un perfume más abstracto.

La sensación final que transmite Tardes es la de un producto creado con respeto hacia el pasado. No es preciosista en un sentido frívolo sino que revela una virtuosidad matérica muy moderna que lo hace realmente atractivo.

tardes

Lo exótico existencial como cualidad estética: Bois Farine de L´Artisan Parfumeur

23 viernes May 2014

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almizcle, ambreta, benjuí, cedro, guayaco, heliotropina, hinojo, iris, perfume, sándalo


*Fairytale (1911) de Isaak Brodsky.

En «La Reina Cristina de Suecia» Greta Garbo le pregunta a John Gilbert si alguna vez había soñado con lugares desconocidos. Tal sensibilidad provoca sorpresa en el galán, sorpresa que después se transformará en admiración. Pero a menudo las personas ven este tipo de ideas como pura extravagancia porque son incapaces de entender que se pueden imaginar otros paisajes a partir de retazos.

Quizás Greta Garbo interpretando su papel de reina prisionera de las circunstancias se estaba refiriendo a la libertad de soñar partiendo de un pretexto, es decir, a la libertad de usar nuestra imaginación. La imaginación -para quien tenga dudas- es , nada más y nada menos, que la forma de conocimiento que los humanos usamos en nuestra más tierna infancia para aprehender la realidad mientras nuestro cerebro va madurando y especializándose. Hay quienes mantienen esa capacidad imaginativa durante su madurez y esto les dota de más flexibilidad.

La cuestión es que quienes se sienten cómodos en la tesitura del pensamiento creativo deben perseverar en ella. Algunas personas se sienten torturadas por la creatividad porque las expectativas sociales no incluyen el pensamiento creativo en la tabla de estilo del ciudadano modelo (sea eso lo que sea). Pero huir de una facultad además de imposible es peligroso porque significa ir en contra de lo que uno es. Seguro que sabéis de lo que hablo, cuando alguien tiene un estilo en algo e intenta cambiarlo, acaba anulándose cruelmente. Quien es creativo siempre busca nuevos horizontes y esa conexión con otra forma de ver las cosas.

En perfumería también existe esa dualidad falaz entre «realismo» y «fantasía». Y digo falaz porque la realidad de un sujeto puede ser muy diferente de la de otro. No sólo por circunstancias sociales y culturales sino también a nivel de percepción. Percepción en el sentido más básico que tiene la palabra en el campo de las neurociencias. Unas personas tienen vista de águila mientras otras son miopes; unas personas tienen un oído absoluto y otras no perciben ciertas frecuencias. La realidad para cada persona tiene una configuración distinta.

Pero siguiendo con el dualismo de escuelas. Hay quien apuesta por hacer perfumes naturalistas y muy minuciosos y hay quien prefiere llenar sus obras de sugerencias convirtiendo la realidad en un pretexto para la creación. Estos últimos parten de lo sensible buscando una dimensión más existencial en su obra. Así se crean paisajes mentales, flores imaginarias, bosques encantados…atmósferas extrañas y sutiles, llenas de familiaridad y de exotismo al mismo tiempo.

Se trabaja con la naturaleza, pero de otra manera. Y si Jean Claude Ellena es uno de los perfumistas que más ahonda en esta técnica Bois Farine es, posiblemente, uno de los mejores ejemplos de su estilo de trabajo.

No voy a negar que yo misma en ocasiones quiero un perfume que huela hiperrealista, es algo que a menudo me ocurre con los perfumes de rosa. Una obsesión. Pero he aprendido la importancia de la segunda mirada, la que permite ver otras cosas. La que te otorga una sensación de asombro retardado que es como un ramalazo y te permite comprender que cuando un perfume muestra atisbos de naturalidad entrelazados con fantasía se vuelve más poderoso y elusivo.

Pero en ocasiones se eligen notas inusuales que por sí mismas ya son evasivas. Este es el caso de Bois Farine, un perfume centrado en la madera de cedro envuelta en un acorde farináceo. Jean Claude Ellena estaba trabajando en ese acorde de harina cuando en L´Artisan Parfumeur le propusieron hacer un perfume que iniciara la serie inspirada en viajes llamada Les Voyages Exotiques. Los perfumes de esta serie -entre los que hay raras gemas- a menudo se inspiran en lugares que tienen una dimensión espiritual como Dzongkha o bien un tono más cosmopolita como Traversée du Bosphore. En todo caso, no hablan de un destino vacacional al uso sino de descubrimiento de otras realidades y, en esa búsqueda de lo peculiar, la nota de harina resulta más que llamativa.

En la Isla Reunión crece una especie de arbusto endémico conocido como Flor de Pan (Ruizia cordata) porque de sus flores rosadas emana un olor empolvado y farináceo. Esta rareza de la naturaleza fue la que inspiró a Jean Claude Ellena para dar un contexto a la nota de harina.

Sobre el tema de la harina parémonos un momento. Con el nombre flor de harina se conoce la harina que sale de la primera molienda. Es la más fresca, suave y ligera y posee un ligero aroma a frutos secos, especialmente a nuez. Si alguien tienen la oportunidad de visitar un molino artesanal podrá entender mejor que poco tiene que ver ese olor de la flor de harina que se trabaja en este perfume con el de la harina que compramos en el supermercado, que apenas tiene matices.

Así, Bois Farine está dentro de la categoría de los perfumes empolvados con una importante faceta de iris y almizcles blancos suavizada con ambreta. Esta parte es familiar y delicada. También la base es identificable: una nota amaderada ahora seca, ahora alcanforada, ahora ahumada… pero siempre bien envuelta en balsámico benjuí. Cedro jugando un papel central, guayaco aportando su calidez especiada y sándalo dando un aire oriental.

Sin embargo, los detalles desafían. Desde la salida a la base el perfume tiene inflexiones que llevan el tema hacia la orilla de lo extraño, casi onírico. El que haya entre sus capas un efecto de mimosa con un toque de heliotropina ayuda a que sea más elusivo pero, sin duda, las pirazinas (moléculas presentes en alimentos tostados) tienen un rol muy importante y, para mucha gente, son las causantes de que Bois Farine les decepcione con una nota de salida inclasificable. Ciertamente despista que un perfume comience oliendo como algo verde y a la vez radicular -casi húmedo- a lo que no podemos dar nombre. Pero tras unos segundos, lo verde se vuelve dulce y anisado revelando una nota de hinojo y la humedad radicular da paso a un tono más gourmand de frutos secos que va a caracterizar la nota de harina con una extraña profundidad. No es el único aspecto gustativo del perfume, también hay un matiz de praliné e incluso de Nutella que asoma de vez en cuando entre el iris y la ambreta.

Bois Farine explora espacios entre notas bastante inusuales en perfumería, especialmente en la faceta empolvada porque la tiñe de tonos gourmand pero no te permite entrar de lleno en el universo de la repostería. Al contrario, el perfume está construido para realzar el carácter amaderado de uno de los alimentos más antiguos de la humanidad y simbolo de pureza: el pan. Mientras, al mismo tiempo, alude a una flor tan lejana y rara que es difícil no querer usar la imaginación.

Demodé. Una perspectiva histórica sobre la percepción social de los perfumes empolvados.

19 sábado Abr 2014

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MA

La condesa de Listomere-Landon era una de aquellas mujeres del Antiguo Régimen, de tez pálida, cabellos blancos y sonrisa maliciosa. Retratos septuagenarios del siglo de Luis XV, estas mujeres eran por lo general afables y cariñosas, como si la edad del amor no hubiera acabado para ellas; olían a polvos á la marechale, y un recuerdo hacía asomar a sus labios la sonrisa antes que una gracia. La actualidad les desagradaba. Cita de La mujer de treinta años (1831) de Honoré Balzac.

Toujours exhalant la poudre à la marechale…La Poudre a la Maréchale fue, en origen, un polvo para pelucas de gran predicamento en esos días de gloria de la Corte de Versalles, espejo en el que se miraba el resto de Europa.

La mariscala D´Aumont, autora de tan ilustre cosmético, perfeccionó una receta a base de iris y rosas que todas las cabezas aristocráticas se enorgullecían de usar. Era una costumbre de la época que las damas que reinaban en su casa dedicaran el tiempo a pintar porcelana, hacer paneles decorativos con caracolas o crear perfumes secos como los polvos para el cabello o los saquitos para la ropa. En los salones más famosos del Antiguo Régimen se respiraba esa fragancia intensamente atalcada. El éxito de la fórmula de la mariscala se debió en parte a la buena capacidad que tenía para perdurar en el tiempo frente a otras fórmulas más ligeras, pero seguramente la buena posición social de su creadora ayudó a extender la fama del producto.

Catherine Scarron de Vaures, la mariscala, era hija de Michel Antoine Scarron, consejero del rey y tesorero general de Francia. En marzo de 1629 se casó con Antoine D´Aumont, marqués de Villequier, quien asciende a mariscal de Francia en 1651, a gobernador de París en 1662 y llega a par del reino en 1665, cuando se crea el ducado D´Aumont. Se cree que la fecha de creación de La Poudre a la Marechále fue 1669, año en que fallece el mariscal.

Escenificar la propia presencia en la Corte era un arte que las mujeres debían aprender a dominar, no sólo para la ostentación de un rango social, también por la competitividad. Había que tener un halo poderoso que creara presencia y eso lo hacían a través del olor, los ropajes, los elaborados tocados y las intrigas galantes. Aura, pompa y circunstancia.

Dado que fue un producto tan reconocido, la fórmula se popularizó. Fijó el perfil de un tipo de perfume empolvado, especiado, penetrante y cálido que a modo de receta todo manual de perfumista recogía. Como en otros casos, la fórmula se adaptó al medio líquido como Eau de Maréchale, acrecentando su fama. Fue de hecho un perfume tan conocido y popular que marcó una época, como refleja el texto de Balzac.

La desaparecida Crown Perfumery tuvo en su catálogo el perfume Maréchale hasta finales del s. XX y Santa Maria Novella ofrece una interpretación muy especiada, casi acre, en Marescialla que data de 1828. Con todo, la importancia de la fórmula está en prefigurar el tono caracterísitco de lo que en la perfumería moderna serán los grandes bouquets florales, especiados y empolvados a la manera de L´Origan de Coty o L´Heure Bleue de Guerlain.

Posiblemente existan tantas fórmulas-recetas del perfume de mariscala como manuales; con frecuencia se habla de iris, benjuí, flor de naranjo, rosas de Provenza, coriandro y clavo como ingredientes importantes, vetiver incluso. Pero una de las recetas más completas y cercanas al sabor que nosotros podemos conocer a través de los perfumes modernos es la que recoge C. F. Bertrand en Le Parfumeur Imperial (1809) donde recomienda esta fórmula para crear la fragancia de polvos blancos porque es penetrante y no desvirtúa la blancura de la base. La fórmula para 20 libras de almidón es:

2 libras de iris
1/2 libra de rosas de Provenza
1 libra de Palo de Rhodas
1 y 1/2 libra de semilla de ambreta
2 onzas de clavo
1/2 libra de canela fina
1 cuarterón de benjuí
1/2 libra estoraque
1/2 libra de coriandro
1 cuarterón de corteza de bergamota o de pequeñas naranjas
1 cuarterón de flor de naranjo seca
2 onzas de anís estrellado
4 onzas de raíz de angélica
4 onzas de sándalo
2 onzas de chufas
2 granos de almizcle

Un bouquet empolvado/atalcado, seco y balsámico, especiado y con notas florales de rosa, iris y flor de naranjo con el toque refrescante del anís estrellado. Pero con el acabado de un perfume natural, plano y horizontal.

En Francia, el uso de las pelucas empolvadas fue una moda breve comparada con otras del Antiguo Régimen, pero no dejó a nadie indiferente… aunque esta costumbre de las pelucas empolvadas donde más predicamento tuvo fue en Inglaterra. Era parte del atuendo de gala.

Sin embargo, mucho antes de que en la Francia de Luis XVI fuera de rigor empolvar las pelucas, éstas eran usadas durante el s. XVII con un fin profiláctico, a modo de barrera entre el cuero cabelludo y los piojos. Luis XIV, el Rey Sol, dictó que las pelucas eran moda y el tono cambió, pasaron a formar parte de los aparatosos atuendos como un elemento más de boato. Pronto se extendió el uso y se sofisticó. En Versalles, a mediados del s. XVIII las pelucas podían ser muy elaboradas, incluso temáticas.

tematica

Entre los ricos, al principio las pelucas imitaban el tono de los cabellos. A finales del s. XVII los hombres comenzaron a empolvar sus cabellos con blanco y las mujeres con tonalidades grises o tonos pasteles de rosa, azul o blanco roto. A las cortes esta costumbre llegó algo más tarde, pero hacia 1705 ya se había extendido el uso.

Cuando el clima político y social comenzó a cambiar, estos peinados comenzaron a verse como un signo más de la decadencia aristocrática. Tras la Revolución Francesa ( 1798-1799) llevar una peluca empolvada era un reclamo para conseguir cita con Madame Guillotina. En Inglaterra también era algo mal visto pero con un matiz diferente. Para fabricar los polvos había que usar almidón y en aquella época de hambruna suponía un auténtico despilfarro. El gobierno entonces decidió imponer el impuesto de una guinea al año para quien fuera a seguir la costumbre, so pena de multa. Se recaudaron cifras escalofriantes. El pueblo comenzó a llamar a quienes llevaban pelucas empolvadas «los cerdos de la guinea» (juego de palabras con cobaya «guinea pig») ya que pagaban ese impuesto por vanidad y la multa por impago era 20 veces la tasa.

Con el aire de la Revolución, en la mente colectiva quedó fijada la idea de que aquella imagen empolvada era algo arcaico, propio de señoras mayores afines a un sistema poco democrático. Y aquella fragancia que las acompañaba siempre tan penetrante, intensa y atalcada las delataba.

Pero la receta de La Poudre a la Maréchale igual que otras muchas permaneció en los manuales de perfumería y continuó en los catálogos. Estas antiguas recetas eran cien por cien naturales y pasaban de libro en libro, de maestro en maestro con pequeñas modificaciones. Durante la segunda mitad del s. XIX también fueron la base para que los maestros perfumistas comenzaran a trabajar nuevas estructuras combinando los nuevos materiales de síntesis (cumarina, heliotropina, iononas, vainillina, etc) con los ingredientes tradicionales. Esa época de cambios rápidos y gran experimentación supuso el caldo de cultivo en el que nacieron los prototipos modernos, fijando nuevas estructuras que volverían a marcar el aire de los tiempos.

Pero los viejos adagios siguen resonando, convertidos en tópicos y aún hoy se percibe que lo muy intenso y empolvado es de otra época, de señora mayor. Lo cierto es que la técnica de sustituir en las fórmulas ingredientes viejos por otros nuevos es una práctica normal para renovar tipos de perfumes: nuevos fougére, nuevos orientales, nuevas notas de gardenia y, por supuesto, nuevos matices empolvados.

Lo que nuestra generación percibe hoy como nuevo y fresco podrá ser visto por la siguiente como algo demodé. Prejuicios aparte: todo es devenir.

hermanaslennox

La serie Aristocrats (1999) de la BBC, basada en la novela de Stella Tillyard titulada Aristocrats: Caroline, Emily, Louisa y Sarah Lennox 1743-1832 es una historia que refleja bien los dramas familiares, las demandas sociales de la época y el cambio político a raíz de la Revolución Francesa. Tiene una estética muy cuidada, los trajes son casi como personajes. Una de las escenas más representativa ocurre durante una celebración del nuevo rey Jorge III; así podemos ver a las protagonistas lucir sus mejores galas, joyas, plumas y, por supuesto, cabellos empolvados. Muy recomendable como documento y como entretenimiento.

Niebla en las palabras: ¿empolvado o atalcado?

01 martes Abr 2014

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aldehídos, almizcle, benjuí, clavo, Heliotropo, iris, mimosa, narciso, perfume, rosa, sándalo, Vainilla, violeta

rococo-filigrana

El mortero antes que el alambique fue atributo de maestros perfumistas. Hasta la Baja Edad Media los perfumes en seco se usaban tanto o más que las maceraciones de flores y plantas en alcohol. Saquitos perfumados para la ropa, tabletas de pétalos de rosas, polvos de fumigación contra la peste, pomos de olor, papeles perfumados, polvos para el cuerpo, alfombras de hierbas aromáticas, preparaciones de incienso, etc.

La mayoría de los perfumes en seco tenían un fin antiséptico. Mantenían el ambiente libre de miasmas, ayudaban a cuidar mejor la ropa, especialmente el lino y contribuían a la higiene personal sin que ello dejara de ser una forma de esnobismo ya que ciertos olores, como el del iris y la violeta, eran signos de estatus y sólo un pequeño sector de la sociedad podía acceder a ellos.

Aún siglos después de que se perfeccionaran las técnicas de destilación los perfumes en seco seguían siendo bien acogidos. Basta echar una ojeada a algún manual de perfumería del s. XIX, para comprobar que, a modo de recetario medieval, aún se recomiendan varios tipos de preparaciones en seco, especialmente polvos perfumados.

La base usada como polvo a perfumar podía ser talco, almidón de arroz, almidón de maíz. La sensación de suavidad de un polvo se debe a su cualidad de deslizamiento y capacidad de adherencia a la piel. El talco posee ambas cualidades y por eso es una buena base para polvos corporales. El almidón de arroz fue muy usado en polvos faciales por su mayor capacidad para absorber y cubrir frente al talco, además de aportar una luminosidad única. Los ingredientes más comunes para componer la fragancia eran la violeta, el iris, la rosa, el benjuí, el sándalo. Distintas fórmulas se hicieron populares y ya entonces unas eran más apreciadas que otras por su sustantividad. Pese a ser en polvo también era importante que el perfume durase, creara un aura, un sello de olor.

antoine

En la Edad Media era una práctica común empolvarse el cuerpo tras el baño para completar el ritual de limpieza. Hoy en día preferimos los aceites o las cremas hidratantes pero los polvos de talco perfumados siguen siendo una opción porque prolongan la sensación de limpieza gracias a su efecto refrescante y al velo de suavidad con que recubren la piel. Además, porque absorben la humedad temporalmente y perfuman, ayudan a desodorizar. Aunque el talco perfumado moderno tiene una fragancia tenue, ligeramente floral con recuerdos de rosa o de flor de naranjo, en el medievo se apreciaban mucho las preparaciones con iris, con cálamo, con especias o una mezcla de rosa, clavo y lavanda, combinación esta que será la base de un famoso polvo para pelucas y cabellos en el s. XVII.

En el s. XVIII dos tipos de perfumes muy diferentes convivieron en los rituales de higiene. Uno alcohólico y otro en polvo. Hoy ambos siguen teniendo un sentido tradicional en el ritual de aseo. Frente a la entonces carísima Cologne que era fresca y permitía finalizar la toilette con un efecto tonificante, los polvos perfumados proporcionaban exactamente eso: una sensación perfumada, una sensación de permanencia. La nube de polvo perfumado persistía en el aire mientras se aplicaba, hasta casi tener la sensación de masticar talco. Esa experiencia hoy se puede reproducir en perfumes modernos gracias a las iononas que tienen una gran tenacidad, los almizcles blancos y los aldehídos.

Resulta curioso pensar en ambos tipos de perfumes a la vez. La Cologne tónica, fresca y vigorizante a un lado. Lo seco, empolvado /atalcado al otro. La Cologne remite a la naturaleza viva, las hierbas aromáticas y los cítricos. Lo seco te aleja de la exuberante vegetación floreciente, de los manantiales de agua fresca, de la rosa joven o la savia fresca de la azucena tersa mientras te acerca al tono casi herbal y astringente de los pétalos secos de la rosa. Muchas personas asocian ese aspecto seco y persistente con algo antiguo, de otra época, demodé. Algo perfumado que puede tener connotaciones negativas.

En la perfumería moderna, con un amplio abanico de ingredientes como el iris, el sándalo, el benjuí, la vainilla y sus derivados, la tintura de ámbar gris, el clavo y demás especias, el almizcle, el musgo de roble, el haba tonka, la heliotropina, los aldehídos, el absoluto de jazmín, el absoluto de mimosa, el absoluto de narciso… se crean distintos grados de profundidad en el aspecto empolvado/ atalcado. La mente entonces puede recordar la experiencia de oler un popurrí de rosas, de entrar en una antigua farmacia con su característico olor empolvado-fenólico -eso que llamamos sabor apotecario-, de husmear el interior del bolso de piel de la abuela o de abrir una polvera lujosa.

Puede que la paleta de notas que abarcan los perfumes empolvados/atalcados sea variada en cuanto al origen de las materias primas pero la sensación que se intenta recrear es siempre la misma. La sensación suave, ligera, de corte intimista, incluso a veces introvertida, que desprenden los polvos perfumados cuando se aplican con borla y unas finas partículas se difuminan en el aire mientras otras crean un suave abrigo sobre la piel. La idea del abrigo se desprende precisamente de esa sensación de suavidad y esto es lo que interesa conseguir en este tipo de perfumes: suavidad.

cisne-bebe

En última instancia, estos perfumes también recrean el universo infantil, lo que nos lleva a la idea de inocencia y de nuevo, a la de higiene y limpieza. La piel del bebé, más fina y con mayor concentración de agua que un niño mayor es muy tierna y perfuma per se. Pero es más delicada, más frágil y es importante mantenerla bien seca para evitar la proliferación de bacterias, por eso el talco tuvo un uso tan extendido en el cuidado de los bebés. De ahí también que los perfumes empolvados/atalcados atraigan tanto a tanta gente: les remite a la infancia, a los mimos y al abrazo de mamá. En este contexto maternal, lo empolvado/atalcado adquiere entonces una connotación de recato, delicadeza, juventud, virtud, refinamiento al cristalizar con esa idea que nos trae el viejo adagio de que la limpieza está próxima a la santidad. Es con esta lectura que el tacto de una piel suavizada con polvos perfumados adquiere el valor de algo seguro y tradicional. No se trata de picardía sino de la propia dignidad personal. Veremos, más adelante, que existe otra estética de lo empolvado /atalcado.

Pero si en la perfumería primitiva este acabado seco era intrínseco al producto en la perfumería moderna es un efecto buscado, recreado y, a veces, un revival. Un efecto que va más allá del acabado o la faceta, algo que incluso se ha convertido en tema. Por eso, podemos y debemos distinguir entre empolvado y atalcado en los perfumes actuales.

Algunas casas de perfumes buscan un efecto mixto con regusto vintage que acentúe el carácter histórico de la firma. Lo antiguo como valor seguro. En estos casos es frecuente detectar una veta musgosa en la faceta empolvada: ciertos perfumes de la casa Lubin basados en fórmulas antiguas tienen este sabor. En Santa Maria Novella podemos encontrar ese mismo acabado con un tono más apotecario, especialmente en perfumes como Melograno o Muschio d´Oro y también los perfumes de Rancé tienen ese toque como artesanal que atrae porque parece un producto más personal.

Lo empolvado, más que lo atalcado, está presente en diferentes tipologías de perfumes como una faceta más; sin embargo, es algo muy característico en los aldehídicos florales como Chanel Nº5, Bas de Soie de Serge Lutens o Iris Poudre de Frederic Malle que son perfumes ligeros, delicados y etéreos con una importante nota de iris, muguet y aldehídos. También puede conjugarse con un tono jabonoso, muy limpio y profundo como ocurre en Liú de Guerlain. Mención especial para los perfumes tipo chypre aldehídicos florales, que son como los aldehídicos florales pero con una base más seca, sin notas tan prominentes de vainilla, como Calèche de Hermès o Dia de Amouage.

La faceta ámbar implica un acabado empolvado que puede ser más animalístico y oscuro como en clásicos orientales basados en el acorde ambreína tipo Shalimar de Guerlain o Must de Cartier o aportar un halo de misterio y confort como en Ambre Fetiche de Annick Goutal; pero también puede ir acompañado por un dulzor floral refinado como ocurre con los perfumes oriental florales tipo L´Heure Bleue de Guerlain, Parfum Sacre de Caron o Sweet Redemption de Kilian.

También es un aspecto típico de esos perfumes florales más ligeros que pueden hacer pensar en colores pastel, como en el caso de Chance Eau Tendre de Chanel, Baiser Volé de Cartier. Estos perfumes suelen ir acompañados de una tonalidad más cosmética. A veces tienen un aspecto cremoso, jugando con los recuerdos de lociones hidratantes y leches limpiadoras, para evocar una sensación de piel limpia y fresca gracias a la superposición de capas etéreas como Clair de Musc de Serge Lutens. Otras veces con una fragancia más cercana a la gama del maquillaje chic. Los almizcles blancos suelen jugar un papel muy importante en este tipo de composiciones que, en cierto modo, emparentan con el bello y elegante Chanel Nº 22.

moderno-rococo

Pero esta faceta ligera, en perfumería moderna, también se ha convertido en un tema. Existen perfumes que exploran la paleta cosmética a fondo. El ejemplo clásico es Ombre Rose de Jean Charles Brousseau inspirada en los polvos de arroz, Lipstick Rose de Frederic Malle, Drôle de Rose de L´Artisan Parfumeur, Chloe Love de Chloe. Otros exploran el espectro de lo gourmand como Loukhoum de Keiko Mecheri o Rahat Loukhoum y Louve de Serge Lutens.

Los perfumes empolvados que recuerdan a los polvos cosméticos tienen como referencia el iris y la rosa frente a los atalcados que miran más hacia los almizcles y la cumarina. También presentan inflexiones más cálidas en su evolución gracias a la presencia de las metil iononas que aportan esa nota clásica de violeta presente en Les Meteorites de Guerlain y que tanto suele caracterizar la estructura de los perfumes oriental florales. Lo empolvado es más sedoso y puede retener un aspecto dulce con mayor o menor prominencia. En general, es más sofisticado.

Lo atalcado es realmente seco, sin dulzor, casi como tiza. Más sencillo que lo empolvado, cercano a la experiencia de sumergirse en una nube de talco creada por una borla impregnada en polvo perfumado. Lo atalcado remite de forma más directa al mundo infantil, al universo de la inocencia. Las fragancias infantiles suelen recurrir a este acabado suave con sutiles y delicados recuerdos florales. El paradigma de los perfumes atalcados es Teint de Neige de Lorenzo Villoresi. Otros ejemplos a tener en cuenta: Musk también de Villoresi, Petit Ange de Parfums de Nicolaï, Petits et Mamans de Bulgari, Baby Powder de Demeter, Flower de Kenzo, Traversée du Bosphore de L´Artisan Parfumeur y Talco Delicato de I Profumi di Firenze.

Más ejemplos para explorar distintos contextos de la faceta empolvada: Trésor de Lancôme, Rive Gauche de Yves Saint Laurent, Aimez Moi de Caron, Vol de Nuit y L´Instant Magic de Guerlain, Eau Claire des Marveilles y Eau de Narcisse Bleu de Hermès, Kiss me Tender de Parfums de Nicolaï, L´Eau d´Hiver y Une Fleur de Cassie de Frederic Malle, Quel Amour! de Annick Goutal, Dianthus y Helitrope de Etro, Lou Lou de Cacharel, Carita Eau de Parfum de Carita, Allure de Chanel, Baiser Volé Essence de Parfum de Cartier, Dolce & Gabbana The One, Classique de Jean Paul Gualtier, Secrets d´Essences Vanille Noire de Yves Rocher, L´Eau d´Ambre y Safran Troublant de L´Artisan Parfumeur.

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Dulce de Iris: Infusion d´Iris Parfum Absolue de Prada

05 miércoles Feb 2014

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almizcle, benjuí, bergamota, cacao, cuero, flor de naranjo, Heliotropo, iris, mandarina, perfume, tabaco, Vainilla

mucha-iris
*Iris por Alphonse Mucha.

El iris es una nota de gran belleza por su estela vaporosa guardando la fugaz promesa de una violeta densa. Con su distinguida faceta empolvada, singularmente húmeda y atalcada, recrea con facilidad una atmósfera de ensueño y nostalgia. Pero su carácter es complejo y sutil. En su trama de matices verdes, amaderados y coriáceos podemos incluso llegar a distinguir un matiz exótico de flor de los trópicos y, en último término, es capaz de evocar una idea de piel limpia y cálida con delicadeza y candidez.

Esa ternura inesperada del iris es algo que los clásicos perfumes de Guerlain como L´Heure Bleue (1912) o Aprés l´Ondée capturaban entre capas de dulces aromas florales, especias y ámbar. Cien años después, Daniela Andrier, ha implantado ese ramalazo de melancolía y refinamiento en la versión más dulce, rica y redonda de la archiconocida Infusion d´Iris: el Parfum Absolue (2012).

Alejándose del tono jabonoso y la aspereza verde y resinosa del Eau de Parfum inicial (2007) o de la empolvada acuarela floral del Eau de Toilette, pero manteniendo el esquema de mandarina-iris-benjuí/almizcle que delata el parentesco, la versión Absolue es un ámbar semi-empolvado que ahonda en el contraste entre los aspectos fríos y cálidos que encierra el iris para crear una continua pero armoniosa tensión entre matices. Este juego de facetas recónditas realzadas resulta una agradable sorpresa que refuerza el dinamismo en un perfume de iris resplandeciente, dorado y dulce, dotado con la untuosidad típica de la mantequilla de iris.

L´Heure Bleue de Guerlain no es la primera vez que aparece como referencia en un perfume de Prada: las efímeras Infusion de Fleur d´Oranger e Infusion de Tubereuse lo citaban abstrayendo facetas características de este clásico en un medio mucho más transparente y ligero. Parfum Absolue, sin embargo, es más una reflexión sobre el perfume en conjunto y su personalidad. Remodelando la impresión de su magnífico sillage en algo más compacto y meloso y, sobre todo, haciendo un minucioso estudio de la compleja y matizada base ámbar teñida de cuero y miel.

Acorde ámbar que se transcribe con un ritmo más moderno y translúcido, menos lánguido. El ámbar del perfume de Prada muestra el marcado dulzor resinoso fruto de combinar vainilla e incienso pero, sobre todo, permite apreciar el esplendor balsámico con recuerdos a canela y almendras del benjuí de Laos.

A diferencia del clásico Guerlain, el perfume de Prada es, como el resto de Infusiones, ligero. De perfil menos floral, más verde y algo mineral. Pero sobre todo con una faceta gustativa muy gourmet. Aunque continúa exhibiendo con un matiz más acaramelado el recuerdo fino a almendras de L´Heure Bleue, la nota de dulce de malvavisco que caracteriza la faceta empolvada del Guerlain está rebajada y, por contra, es más un tono refinado de licor de naranja y especias lo que predomina. Así da un giro interesante.

El heliotropo delicadamente frutal y la flor de naranjo melosa son las notas florales más evidentes, mientras en la sombra hay un rastro difuso pero penetrante de genista unido a una orquídea, cuyo aroma reminiscente de vainilla, chocolate y regaliz recibe una inyección de verdor y humedad seguramente gracias al absoluto de lentisco.

Esta nota de lentisco introduce un aspecto más masculino e invita a pensar en otra referencia de la perfumería clásica. Al unirse a una vainilla casi animalística y realzar esa faceta cumarinada de la base con la impresión de tabaco rubio que de forma intermitente ésta desprende entre notas de miel y caramelo, también rememora ciertos aspectos de Habanita de Molinard.

A veces especiado y meloso; otras, coriáceo o licoroso; de fondo amaderado, satinado y verde con un elaborado acorde ámbar…El iris en Parfum Absolue se muestra tenaz y dulce, orientalizante. Dotado de un aire vintage muy evocador.

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