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Olibanum: cuaderno de perfumes

Olibanum: cuaderno de perfumes

Archivos de etiqueta: musgo

Escritos para otro verano (2ª Parte): Miss Dior (1947), aquel Miss Dior.

20 jueves Sep 2018

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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aldehídos, ámbar gris, civeta, gálbano, jazmin, lirio de los valles, musgo, patchoulí, perfume, tuberosa, vainillina


* Modelo Bar de la colección Dior En Huit et Corolle de 1947.

Es hora de contar esta historia para hablar de lo que fue y ya no volvió a ser. Comencemos abordando el tema con una definición matizada: los chipres fueron, posiblemente, los perfumes más idiosincráticos de la perfumería del s.XX. Aún hoy, cuando sólo son una pálida sombra de lo que fueron, suponen un gusto muy específico que la mayoría de la gente no comparte, ni compartía. Un chypre clásico saturado de musgos y labdanum, con sus notas animales acompañando un desbordante jazmín o una narcótica rosa y con ese empolvado acabado no es un olor altamente atrayente salvo para quienes realmente adoran este tipo de perfumes. Y adorar es la palabra clave porque quien prefiere llevar un chipre es porque le gusta de forma instintiva o casi, porque es un gusto que surge de forma natural cuando atrae la complejidad, la tensión, el brillo entre las sombras y las sugerencias naturales de musgo, tierra y humo envueltas en la calidez de las notas ambaradas.

El principio de esta historia se pierde en la noche de los tiempos pero, ciñéndonos a un marco contemporáneo, podemos decir que todo comenzó con François Coty. Él sentó las bases de la estructura moderna al (re)definir el género con ciertos ingredientes que se convirtieron en canónicos porque juntos creaban un perfil característico. Musgo de roble, labdanum, bergamota son los más salientes pero también está el jazmín, el iris y notas de rosa oriental el estilo La Rose Jacqueminot. Lo más singular en el caso de Coty es que su Chypre de 1917, que representa la culminación de su estilo contrastado, está dotado de una suavidad aterciopelada única e inesperada, mientras sus descendientes muestran estructuras claramente dramáticas.

La evolución del género chipre es otra historia; a principios del s.XX las facetas orientales los adornaban y frecuentemente se complementaban con aldehídos. Pero poco a poco fue surgiendo esa silueta marcada y estratificada que asociamos con este tipo de perfumes, hasta que llegó su momento, su época dorada, y aparece una de las creaciones más complejas y originales de la Historia: Miss Dior de Christian Dior. Aquel Miss Dior de 1947 que entonces acompañaba la estética del New Look marcó un nuevo estándar. Paradójicamente, aquel también fue un perfume en el que culminaba un estilo basado en notas muy contrastadas,pero al contrario que Coty, ahora hablamos de cientos de notas, no de fórmulas cortas.

Paul Vacher ( Sortilége de Le Galion , Arpége de Lanvin) fue el encargado de mezclar el perfume siguiendo la fórmula de Jean Charles. Eso se suele decir aunque no esté del todo clara la historia; en todo caso, Miss Dior era un chipre aldehídico con una importante faceta ambarada y abundantes notas verdes. Rico, complejo y original.

Se ha clasificado de múltiples maneras y no necesariamente por atender a la versatilidad del acorde chipre sino respondiendo a las múltiples reformulaciones que el perfume ha sufrido, incluída la revisión de la fórmula que realizó Roudnitska en 1992 para el extrait de parfum. Lo que desde 2011 se vende como Miss Dior EdT Originale no permite hacerse siquiera una idea aproximada de los que fue el perfume en sus días de gloria; la actual fórmula se lee simplemente como un perfume «clásico» de tipo chypre que ha perdido todo su esplendor, esto es, la riqueza de detalles, la calidez y la profundidad. Ya no se reconoce como aquel perfume lujoso que en su momento fue motivo de inspiración e imitación hasta popularizarse el tema a través de la perfumería funcional, sobre todo gracias a la fragancia del jabón Lux cuando éste olía tan perfumado…

Dos días antes del San Valentín de 1947 es una fecha clave en esta historia. Fue el día en que Christian Dior presentaba su colección de 90 modelos llamada «En Huit et Corolle». Era un nombre totalmente descriptivo, «en 8 y corola» se refería a la silueta (re)creada con las prendas. Dior había transformado los maniquíes de costura para conseguir el resultado que su mente proyectaba: reelaborar la antigua y muy encorsetada figura femenina de la Belle Époche. Lo hizo manteniendo aquella estrechísima cintura ópticamente realzada por amplias faldas acampanadas de tafetas que simulaban la corola de una flor, pero Dior redondeó mucho más las formas dando a todo el conjunto un aire casi arquitectónico -¿o debería decir escultural?-. De aquel desfile destacó el modelo Bar hoy considerado icónico del New Look.

Aquellos vestidos como ropajes estaban hechos con telas fabulosas y la abundancia de las mismas era sorprendente. La colección recibió algunas críticas por elaborar complejos patrones que requerían metros y metros de tela, un artículo aún bajo régimen de racionamiento pero ¿qué problema podrían suponer los géneros si el patrocinador y socio de Dior era el fabricantes de telas Marcel Boussac? Todo se hizo a lo grande, aquello fue una vuelta a la opulencia. Telas variadas y en cantidad, telas de gran caída, cosidas de tal modo que parecían armaduras capaces de sostenerse solas y de aguantar el peso de un broche importante o de acompañar un collar de perlas impresionante.

Pero dos guerras habían pasado entre la Belle Époche y el New Look. Los enfrentamientos bélicos habían cambiado muchas cosas en la sociedad, no sólo fueron los estragos causados en la economía y el paisaje, también fue la manera de ver al individuo y la propia relación con la psique…habían quedado al descubierto muchas cosas que antes las normas del decoro obligaban a tapar…pese a ser totalmente evidentes. El decoro pues ya no era la única regla y eso dio paso a una nueva sensualidad que Dior supo captar muy bien. Él dijo que había diseñado vestidos en pos de la femineidad, para recuperar el deseo de vivir tras años de dureza y austeridad aunque el modelo elegido fue algo estereotipado pese a su belleza. Sin embargo, el perfume que acompañó la colección fue otra cosa. Fue el auténtico caldero en el que hervían los deseos mezclados con refinamiento y mucha osadía. No era convencional y transmitían algo dinámico, moderno e incluso subversivo.

En aquel Miss Dior latía la huella de un perfume compuesto seis años antes por Germain Cellier para Robert Piguet: Bandit. Jean Charles admiraba este perfume y ya en 1946 había compuesto Ma Griffe(Carven)
siguiendo su mismo patrón de contraste: un complejo de notas verdes basadas en gardenia sobre fondo de cuero basado en isobutil quinolina (IBQ).

Cierto que Miss Dior también rescataba algo más antiguo, en concreto, el esquema de Coty y el gusto por los aldehídos contrastados por un fondo ambarado siguiendo la estela de los emblemáticos Nº 5 de Chanel y Arpége de Lanvin, pero lo hacía a través del filtro moderno de Bandit. Parece claro que Jean Charles admiraba la fuerza del contraste con que trabajaban Coty y Cellier, pero estudiando su método -el método para muchos- surge una mente atenta al detalle, minuciosa como un orfebre. Quien sabe, quizás lo que admiraba Jean Charles era la consecución misma de la armonía.

Tanto François Coty como Germain Cellier creaban perfumes con un estilo muy expresivo, basándose en la sobredosis de ingredientes robustos que dotaban al perfume de fuerte impronta. Jean Charles los admiraba sí, pero su estilo y el de Paul Vacher eran de factura más clásica, detallista y suntuosa. Parejo a loa vestidos de Dior y, no sólo el estilo sino también la forma de hacer era equiparable. Si el desfile de Dior hacía gala de una abundancia de telas ya olvidada, el perfume estaba repleto de complejos y ricos ingredientes que daban esa profundidad intensa y característica que hoy asociamos con los grandes chipres del pasado. Se dice que la fórmula original de Miss Dior contenía 350 ingredientes, entre ellos bases creadas por el propio Jean Charles, musgos, una generosa dosis de patchoulí, isobutil quinolina, ámbar gris, absolutos de jazmín, rosa y tuberosa obtenido por enfleurage…cosas que hacían que los perfumes se percibieran más llenos, más mantecosos y más todo y luego estaba el toque de vainillina que creaba en la faceta empolvada de Miss Dior un acabado más redondo, cálido y ambarado.

En este punto conviene recordar que Christian Dior, antes de fundar su propia casa de modas, había trabajado para Robert Piguet y, cuando decidió crear su primer perfume acudió a su amigo de la infancia Serge Heftler-Louchine (abuelo de Frederic Malle), quien durante 25 años había trabajado en Coty. Así viajan las ideas.

Como resultado de todo esto Miss Dior fue, hasta cierto punto, una reelaboración el pasado y una recopilación de las nuevas ideas que iban surgiendo en aquel entonces -el contraste entre cuero y notas verdes- pero se combinó todo de tal manera que resultó una nueva propuesta que proyectaría su influencia durante décadas. Tenía varios puntos fuertes; uno de ellos era su pronunciada faceta ambarada adornada con aldehídos que le daban un efecto radiante y femenino aunque en el fondo se percibía como un perfume sin género, lo que le daba un aire muy chic. Hoy las nuevas generaciones ven este perfume como un olor del pasado o peor, como de persona mayor, pero en concepto sigue teniendo algo moderno. Al menos en concepto. Miss Dior se creó con el mismo espíritu que la colección de ropa: para celebrar el deseo de vivir y estaba especialmente pensado para acompañar a la nueva generación de debutantes en su esmerada introducción en sociedad.

Así, Miss Dior era burbujeante y algo afrutada, jovial casi pero, a la vez, seria y sobria por aquel tono tan herbal que la distinguía. Esa dicotomía ya presente desde las notas de salida caracterizará todo el perfume y lo hará único en su especie. No sé si habrá habido un perfume que mejor exprese esa idea de posibilidades y culminación juntas. Suele ser una cosa o la otra.

Su salida verde ya muestra la complejidad del perfume. Gálbano perfumado con aldehídos, acompañado de salvia, coriandro, lavanda, nerolí y capullos de gardenia recrean el aire primaveral con un tono chispeante y alegre, pero a la vez es también seco y aromático. El acetato de estiralilo con que se crea la gardenia ayuda a dar ese tono de inicio seco tan coherente con el desarrollo del perfume. Así seco pero burbujeante es algo que sugiere champagne.

El corazón del perfume se reparte entre jazmín musgoso con acento animalístico, un nardo de gran riqueza que hace pensar en bombones de coco helados, un fresco lirio de los valles y el clavel fundido con una nota de rosa oriental salpicada de especias. Sin embargo, Miss Dior no se percibía como muy floral sino como algo más bien herbal, musgoso, húmedo pero cálido y amaderado pero dulce características que se concentran en la base gracias al musgo de roble y de encina, el acorde ambarado con vainillina, ámbar gris y civeta que aportaba esa vibración única de las notas animales junto con la oscuridad terrosa del patchoulí y notas de vetiver que acentúan la faceta amaderada. El iris también fue una nota muy importante en este perfume, aportaba el distintivo toque empolvado a la vez que unía la faceta amaderada, musgosa y ambarada.

El verdor sugerente, la sequedad herbal, el componente animalístico, los recuerdos a tierra húmeda, el nardo helado, el jazmín brillante… todo junto creaba el perfume apropiado para aquellas jóvenes de entonces que cultivaban el estilo lady like, algo que parece de otra época porque vivió tiempos mejores aunque parece que nunca desaparece del todo. Pero hoy, Miss Dior ya no representa el colmo de la femineidad, menos aún la insolencia de la juventud, y seguramente las nuevas debutantes sean más partidarias de perfumes dulces o evidentemente florales. Los modelos de femineidad varían cada cierto tiempo -iba a decir que cambian pero, en realidad, creo que los cambios son algo menoress de lo que pensamos- y, tal como ellos cambian también lo hacen los perfumes, esos líquidos olorosos que pueden marcar un momento en la vida de alguien en particular pese a seguir una moda o un convencionalismo social. ¿No es curioso cómo el entorno nos define más de lo que pensamos?

Quien tenga cierta edad podrá tener recuerdos de aquella Miss Dior, un perfume que no podría ser ya más que algo del pasado: el gálbano no es muy del gusto actual, el musgo en breve quedará totalmente restringido, ya no hay absolutos florales como los de antes, los matices animalísticos asustan y no parece haber notas lo suficientemente densas en la actualidad para redondear sus aristas e integrarlas finamente en una composición -quiero decir integrarlas finamente de verdad-. La realidad es que ya no se cultiva más la riqueza sensorial en el perfume, hay demasiadas limitaciones; si se cultiva y se explota en la publicidad, ahí hasta la saturación. De hecho la nueva Miss Dior (antigua Chérie) se presenta siempre con un espíritu romántico a la vez que indómito. Curioso.

Escritos para otro verano (I) : La Rose Jacqueminot de Coty.

29 viernes Jun 2018

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civeta, clavel, geranio, musgo, perfume, rosa, violeta

Un nombre, una flor, un perfume.

Lo que queda de este perfume es la gloria de un nombre y la sombra de un mito. -La Rose Jacqueminot- son palabras que resuenan como encerrando un secreto ya imposible de desvelar porque ha pasado demasiado tiempo. Los frascos históricos se subastan a precios que responden a este mito. Sin embargo, ¡qué nombre tan concreto! No pudo ser menos que elegido con intención, a modo de declaración. La Rose Jacqueminot: la rosa absoluta, parece proclamar.

Jean François Jacqueminot (1787-1865) había sido un general destacado en las guerras napoleónicas que permaneció fiel al emperador tras Waterloo. Una rosa creada por Roussel en 1853 fue bautizada como General Jacqueminot en su honor. Es una flor espléndida de largos pétalos dobles en un rojo rosado casi magenta profundo que perfuma los veranos con una fragancia intensa; un híbrido de tipo antiguo, precursora de muchas rosas de té rojas modernas que hoy se venden en las floristerías. Hasta hace unas décadas -cuando la gente aún compraba rosas por su fragancia más que por su longevidad- aún se podía encontrar en las tiendas y, en época victoriana, la General Jack, fue una de las rosas más apreciadas en jardinería. Su bello color, su magnífico olor…Tiene, en parte, el típico olor de las rosas antiguas, con un fondo oscuro y empolvado en el que centellean matices cítricos de hierba limón pero quizás lo más atractivo sea su pronunciada faceta afrutada; es un rasgo muy típico de las rosas Híbrido Perpetuo a las que pertenece General Jack, porque en ellas aún dominan bastante las características de las damascenas (especiadas, afrutadas, herbáceas, cálidas y afrutadas) de las que descienden.

General Jacqueminot podría ser una flor simbólica para Coty, ya que él descenddía de Isabelle Napoleón, tía de Napoleón Bonaparte. Coty sabía muy bien de la importancia de los nombres; nacido François-Marie-Joseph Spoturno cambió su apellido por algo más musical, continental y fácil de recordar. Para su primer perfume también optó por esta estrategia.

Pero pese a su nombre, no es un soliflor centrado en el olor de la rosa de té. Es una mezcla de rasgos de rosa de té, rosa búlgara y su esencia ,rosa roja muy oscura casi negra…pero sin que predomine una sensación plenamente floral sino amaderada. Podría recordar a un attar de rosa, en cierto modo, si no fuera porque una intensa faceta musgosa lo acerca al grupo de perfumes chypre y fougère de aquel momento, cuando aún se solapaban mucho las características entre grupos de perfumes. De hecho hay cierto frescor de fougère que unido a la civeta y la faceta amaderada conjuran rasgos de Jicky (1889) de Guerlain, hasta cierto punto.

La capacidad para hacer que un perfume tenga un carácter concreto es clave en perfumería y Coty tenía esa habiidad. Otro rasgo destacable en sus perfumes era que conseguía armonía a base de contraste entre dulzor especiado y frescor aromático en un contexto empolvado. En sus perfumes solía revitalizar ideas del pasado a base de aglutinar recursos nuevos como las bases de perfumería con técnicas tradicionales como las tinturas. Conseguía efectos globales que daban solidez a la silueta del perfume mientras el contraste entre notas abundaba sin sacrificar el equilibrio. La Rose Jacqueminot (1904) es un poco diferente en este aspecto porque las notas de fondo tienen bastante más peso, dejando que la rosa sea sólo rosa fresca y tridimensional en salida y, al evolucionar, este rasgo floral se hace cada vez más delicado hasta que se diluye en un fondo oscuro. Como perfume sintetiza muy bien el modo de crear de Coty: esa mezcla de ideas son como una piedra que rueda cuesta abajo más por la inercia que lleva que por pulida con forma de bola…Siempre se ha dicho que las ideas de Coty, sólidas y originales, las transformaba en refinadas obras de arte Jacques Guerlain… Tenían formas de trabajar muy diferentes.

En La Rose Jacqueminot se pueden leer diferentes cosas, aunque siempre se confluye en un mismo punto: es casi una rosa negra. La rosa negra en aquella época de principios de siglo era una antigua fórmula usada para perfumar tabaco. El perfume de Coty, a veces seco y herbal, amaderado y recubierto por una capa melosa y afrutada podía crear esa impresión de-perfume-de-tabaco. Es un modo de leer el perfume, otra forma sería verlo como un chypre con acentos aromáticos de fougère: la nota aromática que complementa la rosa, como en los clásicos potpourrís, una nota de lavanda, unida a la civeta y a los acentos de musgo crean ese tipo de tensión entre notas frías y notas cálidas, entre dulzor y amargor que caracterizan este tipo de perfumes y, como referencia nosotro podríamos decir Jicky de Guerlain, pero en su día Coty pudo tomar la idea de otro lugar.

Por último, el acorde floral parte de una rosa de té irisada, con fuerte presencia de notas de geranio e iononas; pero esa rosa vivaz al principio, empolvada y especiada con heliotropo y clavo rápidamente declina en clavel. Y finalmente está la faceta afrutada y vinosa que comparten las rosas damascenas y las rosas de té, una faceta que recuerda a frambuesas y a vino moscatel, haciendo de esta rosa algo sensual y narcótico.

De la delicadeza fragante de las rosas en una mañana húmeda de verano a los densos olores dulces, musgosos y maduros de la naturaleza en otoño. La Rose Jacqueminot es una cosa que se transforma rápidamente en otra, como las imágenes en un caleidoscopio, no tienes más que dar un pequeño giro, y lo que antes era una rosa ahora son pastos, lo que antes era clavel y heliotropo ahora es musgo y tabaco, lo que antes era afrutado ahora es almizcle…

Escapa a las descripciones y más aún si se compara con algo moderno. Es un perfume que habla de otra era o de otra forma de perfumarse que remite a la tradición de los attares y las rosas orientales. Hay perfumes modernos que pueden recordar en algún aspecto al de Coty. Como rosa oscura en contexto chypre pueden verse similitudes con Eau de Soir de Sisley, Agent Provocateur de Agent Provocateur y Rose de Nuit de Serge Lutens; su aspecto finamente irisado y ligeramente aldehídico entre rosa búlgara y rosa de té se puede sentir en Rose Barbare de Guerlain, mientras que la calidez melosa y animal de la rosa de Coty tiene ecos en Absolue pour le Soir de Francis Kurkdjian. Pero, sin duda,el perfume más cercano en cuanto a concepto y tonalidad -especialmente por la dominancia de la faceta amaderada y la nota de frambuesa- es Portrait of a Lady de Frederic Malle que, como La Rose Jacqueminot tiene de fondo esa conjunción de ideas: perfume de rosa, perfume chyprée y attar de rosas.

Momento musical: Pastoretes y Jenala e dyulber Jana interpretadas por The Mystery of Bulgarian Voices.

El templo en el bosque: Encens Flamboyant de Annick Goutal.

17 domingo Dic 2017

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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abeto, cardamomo, cumarina, frankincienso, incienso, lentisco, musgo, nuez moscada, perfume, pimienta negra, pimienta rosa


*Tapiz Verdor tejido en Morton Abbey en 1915 siguiendo el cartón diseñado por John Henry Dearle en 1892 para la decoración de la mansión Clouds de Madeleine y Percy Wyndham.

Algunas materias primas de la perfumería actual son también ingredientes con una larga tradición en el ámbito de las artes curativas y las prácticas espirituales -ámbitos siempre de la mano en las culturas antiguas-, es por esto que estos materiales tienen un valor sagrado. Típicamente hablamos de ingredientes que han sido usados por distintas culturas en forma de incienso: todo tipo de maderas y resinas, especias y multitud de hiebas más comunes han recibido este uso a lo largo y ancho del mundo. Un uso ligado, de alguna manera, a un efecto sobre la conciencia que el humo perfumado ejercía. El humo aromático era ya usado en ritos chamánicos por los efectos que ejerce en la psique dando lugar a cambios con un valor curativo. Dicho de una forma más técnica, los componentes químicos liberados por las distintas hierbas, maderas y resinas al ser quemados surten efecto a nivel de sistema nervioso, frecuentemente a nivel de sistema límbico (el centro emocional del cerebro). Ese suele ser el poder de estas materias. Pero probablemente ninguno de estos ingredientes sea tan famoso como el comúnmente llamado incienso, técnicamente denominado frankincienso y, perfumísticamente hablando referido como olíbano; en definitiva, la resina procedente de árboles del género Boswellia que se extienden por Somalia y el sur de la península arábiga.

En occidente tanto como en oriente, o en el norte como en el sur, la gente reconoce el incienso como un material de cualidades místicas y a menudo usa la expresión «olor a iglesia» para describir su aroma. Rara vez se va más allá de esas palabras porque es un olor muy característico. En los perfumes más clásicos suele ser una nota dulce y flotante, ligeramente ahumada, que suele acompañar a composiciones ricas y complejas de estilo oriental. En el universo niche, sin embargo, suele ser tratado como un tema en sí mismo y, pese a que los perfumes monotemáticos necesitan de la mesura y el equilibrio justos entre notas para seguir siendo monotemáticos -fieles a una esencia- el incienso permite multitud de acabados y tonalidades, desde lo más denso y oscuro a lo más solar y ligero, fresco y especiado o dulce y resinoso. Es un material realmente rico en facetas.

Como tema central, hace una década o más estaba muy en boga y todo el mundo solía hablar de su perfume favorito de incienso en los foros de perfumistas. Después vino el oud y su salvaje exotismo. Ahora son las notas verdes y vegetales. El mundo niche también sufre de tendencias.

Posiblemente todo comenzó con Comme Des Garçons y sus perfumes de incienso. En la serie Incense retratando con cada perfume el incienso tradicional de una cultura y con 2 Man ofreciendo un ya clásico pero muy bien ejecutado incienso blanco de carácter calmante y con fuerte impronta espiritual. Estos perfumes marcaron una época y un gusto pues en ellos, en todos ellos, existe una vibración amaderada propia de algunos químicos aromáticos que imprime más dinamismo y amplitud al tema, inyectando un matiz más urbano a un aroma terriblemente tradicional y meditativo. Pero, en definitiva, estos perfumes de CDG retratan inciensos más que frankinciensos: mezclas creadas para la combustión con un fin espiritual.

Sin embargo, con los perfumes de incienso también existen rarezas. Serge Noir de Serge Lutens es un ejemplo notable: un perfume de incienso inspirado en la resina, mezclado con especias y el aura del Extremo Oriente como transfondo. Aún con sus devotos, es un perfume que cuesta aceptar porque es difícil de referenciar. En el otro extremo de las rarezas está explorar directamente las facetas de los aceites y resinoides derivados de la propia resina. Este es el caso de Encens Flamboyant.

Este perfume resulta ser una interesante mezcla de facetas características del frankincienso engarzadas con un estilo limpio, restrictivo casi, y formal. Está ahí al principio un vago pero esperable olor a humo con el dulzor característico de las resinas al combustionar, después despliega su carácter con claridad y se muestra como una fragancia amaderada especiada rodeada de un frescor complejo y elegante que deja al descubierto las facetas verdes y terpénicas junto con una sutil veta de matices coriáceos propios del frankincienso.

Una parte del carácter de Encens Flamboyant deriva de la filosofía con que se creó la colección Les Orientalistes de Annick Goutal, esto es, ser esencialista, ser fiel a un material combiando la tradición de la perfumería oriental con el purismo en el tratamiento de los materiales. Así cada pieza de la colección ofrece facetas veraces del material protagonista de forma directa como en el caso de la mirra, elaborado al gusto oriental como el almizcle ambarado de Musc Nomade, o enmarcado en una estructura clásica occidental más patente como el perfume de ámbar y este incienso. El fino acabado amaderado ambarado -basado en cumarina– es el hilo conductor de la colección, es la faceta que da estructura, solidez y cohesión a la serie pero en Encens Flamboyant tiene más peso, quizás porque pretenda ser intencionadamente masculino.

La otra parte del perfume es, sin lugar a dudas, fruto de la maestría que Isabelle Doyen tienen para entretejer notas verdes -esas notas que el público en general no siempre acepta o no siempre identifica con claridad pero que son tan importantes para impartir vivacidad-; es sencillamente brillante la capacidad de control sobre la tonalidad y el brillo que tiene la señora Doyen para lograr que las notas verdes queden bien integradas y el perfume siga teniendo un acabado redondo pero con ese punto de naturalidad y energía tan característico de los clásicos perfumes de Annick Goutal. Los fieles a la firma adoramos esa cualidad, esa claridad envuelta en encanto que se convierte en inexplicable emoción. La cualidad atmosférica.

En Encens Flamboyant lo que se realza -y de ahí que se apellide extravagante- es la frescura balsámica del frankincienso, ese carácter fresco y dulce de los pinenos , un componente clave en las resinas de casi todos los árboles Boswellia, que aportan ese elemento verde reminiscente de un bosque de pinos y abetos, por ejemplo. Hoy en día sabemos que parte de los beneficios de pasear y correr por parajes boscosos se debe a las sustancias que liberan los árboles. Estas sustancias actúan a nivel de sistema nervioso disminuyendo síntomas de ansiedad, ya sea por la acción antioxidante de dichas sustancias o porque de alguna manera median en la acción de los neurotransmisores. Los pinenos, en concreto, pueden tener efecto en receptores GABA-A de un modo similar al que ejercen las benzodiacepinas (psicofármacos ansiolíticos).

Volviendo al perfume, ese recuerdo a coníferas es lo más característico de su olor y un ingrediente clave para reforzar esta tonalidad verde es el lentisco que aporta ese contraste entre sensación de vegetación húmeda y calidez resinosa junto con un fondo dulce amaderado que recuerda a la cumarina y un toque coriáceo. El frescor es también especiado a base de pimienta negra y rosa que añaden un toque más difuso y cremoso junto al cardomomo que tiene esa punta de olor aromática más penetrante, ligeramente herbácea y aldehídica que da un acabado un tanto perfumado. Especias y lentisco permiten dar volumen y continuidad al frescor terpénico típico del resinoide de olíbano usado en este perfume.

La suavidad y el dulzor resinoso aparecen como un tema terciario aportando parte de esa luminosidad solar del incienso y ese aspecto seco suyo que a veces se describe como mineral. Esta faceta de fondo más ambarada junto con el acabado resinoso que tiene el musgo de encina dan al perfume el suficiente aire chyprée como para enmarcarlo en la línea más clásica de la firma. Seguidor@s de Prada Infusión d´Iris EdP o Chanel Nº19 Poudré pueden considerarlo una opción a probar.

William Morris dijo sobre el arte del tapiz que era la más noble de las artes de tejeduría porque permitía dar «profundidad en el tono, riqueza en el color y una exquisita gradación de matices». Su pupilo John Henry Dearle dejó muy clara esta idea en su obra Verdor: el diseño es muy claro pero es la riqueza de los tonos verdes lo que permite experimentar esa sensación de maravilla que encierra una naturaleza absolutamente armoniosa. Verdor es una obra maestra de la tapicería precisamente por el dominio de la tonalidad que exhibe. Hay que añadir una particularidad que el color verde tiene en el arte en general y especialmente en las artes plásticas: es el color más fácil de ver para el ojo humano pero el más difícil de reproducir en pigmento sin que parezca artificial.

Es difícil trabajar con el color verde y eso también ocurre en perfumería porque las notas verdes pueden ser notas muy agudas y penetrantes que crean aristas y rompen la fluidez con facilidad. Tendemos a ver lo oriental como algo muy redondo, dulce, denso, cálido y ornamentado. En definitiva, voluptuoso. Pero sin contraste, sin notas frías y sin notas verdes no habría la misma calidad en el acabado ni la misma riqueza en matices, ni la misma redondez. Muchos de los grandes clásicos esconden este pequeño secreto: un rico matiz verde.

Momento musical: In the bleak midwinter por Loreena Mckennit.

Tuberosas en la biblioteca: Cèdre de Serge Lutens.

01 viernes Dic 2017

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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ámbar, cedro, clavo, miel, musgo, perfume, tuberosa

Podría ser más enigmático pero, en el fondo, Cèdre es nostálgico porque arrastra un consistente recuerdo a veteranos libros encuadernados en cuero y ese aire perfumado como de antiguo gran perfume multifacetado. El eco susurrante de otra época no desaparece, huele a polvo de tuberosa, a clavos y a ámbar aunque la principal nota sea, como cabría esperar, la madera de cedro en clave refinada.

Cuando la gente se adentra en el mundo de la perfumería niche lo hace buscando algo diferente y especial o algo perdido. Diferente al mainstream y al catálogo tradicional de los grandes nombres. Busca algo de olor único ya sea porque parezca algo innovador, porque resulte un acercamiento raro e impensado a una nota conocida o la nota misma sea realmente exótica. Y esas diferencias y esas rarezas deben ser más que evidentes y palpables para que la gente acepte el producto como propiamente niche… es una paradoja de este sector que mientras se busque lo diferente se rechace la fantasía…La perfumería nicho también tiene sus clichés pero Serge Lutens en esto de hacer ver notas perturbadoras o extrañas en composiciones exóticas nunca se ha quedado atrás como tampoco ha dejado ver con frecuencia que sus temas recogen el legado del pasado -salvo excepciones como Clair de Musc o La Myrrhe donde se lee con facilidad el legado del Nº5-; no, el arreglo de las notas suele ser tal que siempre parece totalmente original, como si partiera de cero en todo momento. Sin embargo, en los perfumes de Serge Lutens hay tanta erudición como creatividad, cosa que en Cèdre se hace ver de forma particular, como si fuera un eslabón perdido de la tradición y el saber hacer de los clásicos.

Así que acercarse a Cèdre con la expectativa de encontrar un olor a cedro moderno y espacioso basado en Iso E Super al estilo Feminité du Bois y el resto de perfumes de la serie Bois es asegurarse la decepción; probarlo esperando un perfume de crudo olor a cedro así agudo, ahumado, ligeramente animalístico y alcanforado acompañado de las consabidas especias o el frescor de los cítricos con los que tan bien combina tampoco es la mejor opción para entenderlo. Ni es cedro diáfano, ni es cedro áspero y opaco. Cèdre se basa en la versatilidad del cedro como material de la perfumería clásica y lo que resalta de su carácter no es su pungencia inical sino su cálida tenacidad ambarada.

El perfume realza exactamente esos aspectos de fondo en el cedro que recuerdan a la jara, a las viejas maderas de sólidos muebles y vagamente a cuero y a especias todo envuelto por una luminosidad melosa y un matiz floral frutal que aquí se realza con tuberosa. Una tuberosa discreta que combina muy bien con el cedro y sirve para remarcar aspectos medicinales y vegetales de la madera pero que también, por su carácter cálido, su recuerdo a clavo y esa vaguedad dulce y melosa tan suya complementa el acabado ambarado del perfume. Aquellos fanáticos de la tuberosa que esperen encontrar tras la fanfarria inicial un soliflor de tuberosa en clave oscura y pleno de voluptuosidad quizás queden decepcionados. La tuberosa aquí es un acento que redondea con sutilidad el tema principal y está lejos de la cremosidad solar o la intoxicante naturaleza de la flor. Se aprecian matices de tuberosa -y también un poco de rosa- como se podrían apreciar en una flor natural desde cierta distancia.

Partiendo de ese recuerdo a cuero y miel que tiene la propia madera, el tema que predomina en Cèdre es el ámbar. Tras la promesa de tuberosa inicial el perfume comienza a desplegar un carácter dulce a la vez que seco, con puntas de olor afrutadas, de tabaco y especiadas y con una textura entre empolvada y aterciopelada que caracterizará la composición hasta el final. Eso es básicamente este perfume: ese olor seco, ligero y dorado que el cedro como material puede aportar a un perfume convertido en tema central; y este viaje en el tiempo se completa con un discreto acabado musgoso más afrutado y sutil que los más verdes musgos del pasado porque en Cèdre no se busca la densidad de un perfume vintage. Lo que se persigue tiene un valor más atmosférico.

Si hay una palabra que pueda asociarse a este perfume es remembranza porque Cèdre recuerda a formas del pasado y es reminiscente de un chypre floral al estilo de Passion de Annick Goutal, pero hablando mediante murmullos, oscilando entre realidad y recuerdos. Para mi tiene el aire evocador de aquellos veranos de mi infancia tardía en los que leer una novela de Agatha Christie era acceder al mundo de los adultos y sucumbir al entretenimiento de la trama mientras viajaba con la mente a otros lugares y otras épocas. Ya fuera en la playa que en una terraza o en la comodidad de mi casa, sostener aquellos volúmenes con tapas duras y perderme entre las pistas de los hoy ya tan obvios Asesinato en Mesopotamia o Muerte en el Nilo era pura aventura. Pura aventura perfumada por el papel que ya había comenzado a envejecer y por los perfumes adultos que las mujeres adultas a mi alrededor llevaban entonces. Esa mezcla es para mi Cèdre y puedo imaginarme a Poirot usándolo. Al Poirot interpretado por David Suchet: sutil, minucioso, cosmopolita educado pero al mismo tiempo un tanto singular y oscuro. Ah…Bon!

De impresiones y oscilaciones: Elixir des Merveilles de Hermès

19 lunes Dic 2016

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ámbar gris, caramelo, cedro, haba tonka, musgo, naranja, patchoulí, perfume, roble, sándalo, vetiver, whiskey

EdesM06

Suave, empolvado, oscilante, con trazas boscosas, finamente lechoso y afrutado, con trazas marinas, raro… el ámbar gris es un material fascinante cuya tintura ha sido usada tradicionalmente como unificador en perfumería. Al igual que el musgo de roble tiene una faceta oriental amarga y un carácter ambivalente que habla de la tierra y el mar al mismo tiempo. Pero mientras el musgo ha sido siempre más popular y tangible, el ámbar gris ha continuado como especialidad de la alta perfumería.

Aún existen farmacias, que fabrican sus propios perfumes o comercializan fórmulas locales, en las que se pueden encontrar frasquitos de «Musgo de». Antes podía ser algo tan típico irse de viaje y traer un frasco de perfume de musgo del lugar de recuerdo como comprar un plato de cerámica o cualquier otro producto de artesanía. Y los perfumes basados en un acorde ámbar son todo un clásico de la perfumería, ya se sabe. Pero lo que resulta más excepcional es un perfume centrado en recrear de alguna manera la complejidad del ámbar gris, de igual modo que Musc Nomade de Annick Goutal o Muscs Koublaï Khän de Serge Lutens hacen, de forma totalmente opuesta, con el almizcle.

Eau des Merveilles fue la primera propuesta clara que trabajaba sobre esa idea. Basada en un acorde amaderado, con una importante dosis de musgo y sal, sosteniendo una faceta cítrica anaranjada muy refrescante; pronto se convirtió en un favorito de quienes prefieren un olor tonificante y complejo alejado de la tradicional Cologne.

Elixir des Merveilles (2006) continua con esa idea, de hecho profundiza más en ella y ofrece un perfil más próximo aún al material. Se podría decir que Eau des Merveilles ofrece el esqueleto y las distintas versiones de la saga van añadiendo y profundizando en unas u otras facetas. Por eso, muy a menudo, Elixir des Merveilles es descrito como un perfume raro: es menos claro, menos fácil de leer porque remite a algo poco conocido. Aún así, en su estructura, mantiene la referencia clara y clásica de los perfumes chyprée, especialmente de los chipres verdes que dominaban el panorama en los años 70.

Siendo fiel a esa idea original de crear una impresión refinada de ámbar gris busca no sólo los matices de olor sino también el comportamiento oscilante del olor. Ahora es como un bosque húmedo con cedros y pinos, después como la brisa marina. Ahora recuerda al sándalo balsámico y almizclado, después al caramelo. Es vainilla y espuma de mar. Leche y alcanfor. Rosas y algas. Delicadamente empolvado. Infinito. Radiante. Astringente por esas vetas amargas de heno y tabaco, con un fino toque afrutado reverberando. Pero todo esto es muy sutil, difuso y a la vez persistente. Este juego entre suave y tenaz que es clave para definir el ámbar gris es uno de los aspectos más logrados del perfume.

Sí, la oscilación es su mayor logro pero también su mayor pecado. Convierte al perfume en algo estiloso pero a la vez raro y distante y así, el público en general, ve Elixir des Merveilles como un perfume que no se puede llegar a describir con exactitud, sensación esa un tanto incómoda. ¿Habéis escuchado alguna vez la charla de Mark Bowden «The importance of being inauthentic»? Describe escenificando como las personas nos clasificamos unas a otras basándonos en rasgos que delatan la pertenencia o no a la tribu. Pues con los perfumes ocurre un poco lo mismo: buscamos lo que nos habla de la tribu, buscamos lo similar y normalmente creemos que eso está en nuestra biografía pero ontogenia y filogenia convergen de forma curiosa en nuestras elecciones. Y el ámbar gris es algo raro, raro, raro…

Elixir des Merveilles, para dar forma a esta rareza, se asienta en una estructura chyprée: salida cítrica versus fondo musgoso ambarado y facetas resinosas como aglutinante. La nota cítrica en esta versión sigue siendo anaranjada pero menos fresca que en Eau des Merveilles. Así, aún teniendo un efecto efervescente y ligeramente metálico, hace pensar en las cortezas de naranja confitadas bañadas en chocolate y en los kumquats confitados. El chocolate seguramente es un efecto pero no es un adorno sin más, legendaria es la receta del chocolat ambrè como afrodisíaco; son notas con afinidad, aunque el chocolate prácticamente combina con todo. También hay una nota floral empolvada muy abstracta que une distintos matices siendo parte iris, parte lirio de los valles y parte rosa. En conjunto, para mi nariz, es sobre todo rosa verde, húmeda y musgosa con un toque de clasicismo inconfundible. Las resinas balsámicas aportan ese característico tono cinámico con trazas de vainilla y, lo que oficialmente se describe como un acorde de azúcar vainillado en la práctica es otra de las sutilezas que acompaña la faceta cítrica creando un suave fondo azucarado.

La base, sin embargo, es poderosa. Oscura y amaderada, tiene por un lado una fuerte presencia de patchoulí, vetiver y notas de cedro que recuerdan un poco ese aspecto seco-verde-amargo de Terre d´Hermès. Cuando la tierra se enfría y llega el invierno, este aspecto más austero es más dominante mientras que en un contexto más cálido las notas amaderadas se hacen más cremosas y emerge el sándalo y el haba tonka. La otra parte importante de la base es la faceta musgo: una recreación a base de tintura de roble y Evernyl -o similar-, combinación parecida a la que se puede apreciar en Vanille Insensée de Atelier Cologne. La tintura de roble da tonos de corteza con suaves toques de vainilla ahumada y algo licoroso muy vago que en el perfume resulta perceptible y elusivo a la vez. El Evernyl añade algo aterciopelado que sugiere sensualidad.

A grandes rasgos, Elixir des Merveilles se puede leer como un perfume amaderado especiado adornado con naranja y de acabado seco. Pero al final sugiere muchas cosas, entre las más curiosas pueden leerse aspectos de cuero y piel salada, a la vez que deja una impresión ligeramente medicinal que recuerda hasta cierto punto el rastro que deja la turba en el whiskey. Especialmente de aquel whiskey en cuyo proceso de fabricación se ha usado turba recogida cerca de la costa y que conserva el regusto marino de alguna forma. Existen versiones más finas y suaves de esta bebida, especialmente cuando es de producción irlandesa, como por ejemplo el popular Connemara mientras que otros brebajes tienen los aspectos de turba muy marcados y resultan áspero al paladar, como el famoso Talisker, así que depende de lo que cada uno conozca podrá o no leer esta faceta pero para mi gusto este perfume de Hermès está más cerca de la limpieza de los destilados irlandeses. De todos modos la sensación whiskey está ahí como otra oscilación más del perfume. Otra impresión más.

Iris musgoso y azafrán licoroso o ginebra y ron con Lubin: Gin Fizz & Idole.

24 sábado Sep 2016

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almizcle, azafrán, ámbar, bergamota, cuero, enebro, iris, musgo, perfume, ron, sándalo

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Antes que el alcohol producido por síntesis se convirtiera en el principal vehículo de la perfumería occidental, cualquier preparación perfumada tenía su lado espiritoso. Si bien esto era un hecho incidental.

Cualquier maceración o dilución de esencias de hierbas, flores y especias usada para formular elixires, jarabes o aguas de colonia tenía como base algún tipo de bebida como aqua vitae, brandy, vodka que eran ( y son) usados regularmente en la perfumería artesanal. Esto unido a ciertos ingredientes naturales, como la rosa o el ámbar gris, que por sí mismos pueden aportar una faceta vinosa, terminaba por crear una textura peculiar.

Sin embargo aquellas fórmulas, rebosantes de esencias naturales, eran todo matiz y el toque de los antiguos espíritus contribuía a esa armonía etérea y opulenta a la vez. Pero crear un perfume para recrear el gusto o aroma de una bebida es una sofisticación muy específica de la perfumería moderna.

Desde el acabado festivo y chispeante del champagne, al verdor herbal de la absenta o la complejidad ambarada del whisky el acento se pone en los detalles sensoriales más representativos de cada bebida. No hablamos de un matiz más que enriquece la composición como podía ocurrir en los perfumes tradicionales sino de todo un perfume construído en torno a ese tema.

No es fácil hacer tal cosa de manera completamente exitosa y aún así mantener un acabado de perfume, lo habitual es probar un jugo tan temático al principio que confunde y tan desvaído al final que aburre. La fluidez, tan importante en cualquier perfume, aquí es un tema delicado porque la referencia es demasiado concreta, cultural y socialmente hablando: algo que se paladea siempre es más tangible que cualquier olor, pese a la relación que existe entre gusto y sabor; pero también el sentido del equilibrio, entre lo conceptual y lo sensorial, es clave para presentar un jugo elegante.

Desde el Agua de Hungría,el Agua del Carmen, el Elixir de Hierbas Suecas Maria Treben al Fernet Branca, al Martini o la ginebra un rasgo se repite: un frescor amargo de efecto tónico y astringente. Tal cosa es lo que en clave refinada se traslada al perfume de Lubin Gin Fizz ofreciendo un bouquet de efervescentes flores musgosas.

Creado en 1955 e inspirado en el cocktail del momento, el gin tonic. Lo que ahora podemos probar es un revival moderno de la fórmula que ofrece el frescor a la vez seco, verde y frutal de la ginebra como faceta latente durante buena parte de la evolución, mientras en primera fila desfila primero un acorde cítrico apimentado basado en bergamota-mandarina-pomelo con cierto tono aldehídico suave que deja paso a un muy vaporoso cuerpo floral en el que destaca un iris algo verde y jabonoso, que poco a poco se hace más amaderado hasta revelar en la base el acabado húmedo y salado del musgo de roble.

Gin Fizz es ligero y fresco pero con un efecto más complejo que el de un agua de colonia cítrica porque añade la vaporosidad del iris y los aldehídos jugando con el recuerdo de los perfumes aldehídicos florales con faceta jabosa y acabado musgoso al estilo Rive Gauche de YSL o Calandre de Paco Rabanne pero con un sabor más atemporal que dichos clásicos. En realidad esta filiación no se evidencia porque lo que predomina es la vivacidad del frescor tónico que aporta el enebro pero se puede leer.

Junto a Gin Fizz, Lubin ofrece con Idole el otro extremo del espectro: lo espiritoso balsámico. Una antigua fórmula datada en 1962 que O. Giacobetti (2007 EdT / 2012 EdP) transformó en un oriental amaderado redolente de absoluto de ron. El ron se utiliza con frecuencia en perfumería para reforzar un aura ambarada con ese clásico toque etéreo pero aquí juega el rol principal.

Al contrario que otros perfumes de Giacobetti, Idole no es un crisol de matices cristalinos que asoman con delicadeza promoviendo esos momentos de atención plena capaces de crear una imagen más prismática del olor, sino más bien un continuo y persistente perfume oriental. Ni claro, ni oscuro. Ni transparente, ni opaco. De tono amaderado balsámico -con flashes de cuero ahumado y rosas- encendido por algunas especias cálidas como el clavo, el comino y, sobre todo, el azafrán y recubierto por el efecto azucarado de caña de azúcar del ron.

En síntesis, una fantasía oriental con un acorde de ámbar moderno apoyado en almizcles y absoluto de ron que enraiza de nuevo con la tradición porque, si bien las bebidas espiritosas en su día fueron vehículo de perfumes, también ingredientes de perfumería se usaron tradicionalmente como modificadores/rectificadores de licores, jarabes, elixires varios o vino medicinales como el hipocrás. La gualteria, la canela, el macis, la rosa y sobre todo el ámbar gris hasta época más moderna podían ser junto con el azúcar o el almizcle algunos de los productos usados. Así, licor-ámbar gris, ámbar gris-licor es todo un clásico al que se apela de vez en cuando en perfumería. Ambre Narguille y L´Ambre des Merveilles de Hermès son dos ejemplos de como se puede usar para renovar la textura de la faceta ámbar manteniendo ese efecto global espiritoso de calidez etérea. Pero esto ya no es incidental.

Momento musical: Come and Get it de John Newman.

Esa tradición: Nuit de Noël de Caron

25 viernes Dic 2015

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almizcle, incienso, iris, jazmin, musgo, nardo-tuberosa, perfume, rosa, sándalo, vetiver, ylang-ylang

Noche de Navidad, palabras mágicas de las que es difícil escapar. Son en si mismas una idea y traen consigo vivencias. Son también palabras elegidas con cariño y esmero para revestir de esperanza un perfume inspirado por esa Noche. Para Félicie Wanpouille de Ernest Daltroff.

1922. La Gran Guerra ha terminado. Los ciudadanos tienen que sobrevivir ahora la batalla de la nueva realidad, pero aún queda fe para intentar recuperar lo perdido. Hay que vivir de todos modos -dicen algunos-; quiero vivir a toda costa -dicen otros-. Las celebraciones cobran una nueva dimensión, son menos ceremoniosas y más extrovertidas porque la frenética necesidad de vivir apremia. Pero tras el rugido de los años 20´s late el miedo, el pánico y la escasez. Década fructífera y maldita. Estridente y silente. La nueva realidad…

¿Quién no querrá, en el fondo de su corazón, volver a vivir la Navidad como una Noche de Paz? ¿Cómo no ansiar la sensación de serenidad, de calma y abrigo que da estar al otro lado del cristal? Nuit de Nöel: palabras de remembranza y tradición para nombrar el perfume de Caron ¿Alegría o Melancolía? Ambas, qué duda cabe.

Ernest Daltroff uno de los rusos emigrados a Francia, como Ernest Beaux. Coetáneos.

Beaux había acumulado experiencia como perfumista trabajando para Rallet y acabó creando para Chanel sus obras maestras: Nº5, Nº22, Gardenia, Bois de Îles, Cuir de Russie… Ernest Daltroff, era autodidacta, fundó junto a su hermano la casa de perfumes Caron.

Década de los 20´s. Nuevos materiales estaban a disposición, se recuperaba el uso de ingredientes de perfil fuerte, como los musgos y ciertos bálsamos pero aún se usaban las tinturas y la infusiones. También había empeño por conseguir una mayor pureza en las materias primas -hoy transparencia- porque los métodos de extracción de la época dejaban acabados ahumados y grasos que los perfumistas debían domar. Unos optan por hacer más evidente la novedad, como E. Beaux; otros, como Daltroff, mantienen el sabor antiguo como prioridad.

Es difícil saber a ciencia cierta si en algún momento la obra de uno influyó en la del otro; pero es tan fácil encontrar familiaridades entre Chanel Nº5 (1921) y Nuit de Noël (1922) que cabría preguntarse si era sólo el aire de los tiempos. Hay algo más que similitud en el olor. Comparten una especie de frescor y quietud silenciosa que sugiere un paisaje nevado en el que los ruidos quedan amortiguados por la nieve y los suspiros congelados por el frío. Uno parece más romántico, el otro es abstracto pero ambos retratan ese paisaje invernal.

Una parte de ese efecto escarchado se debe al uso de aldehidos alifáticos. En el Nº5, E. Beaux usó un complejo aldehídico muy característico en sobredosis, con ello conseguiría difuminar los bordes del bouquet floral para crear una sensación más imprecisa y glacial. Así conseguía un efecto chocante y nuevo que tenía tanto un valor estético como técnico, logrando mayor difusión en el perfume y disimulando el acabado graso de los absolutos florales.

Por su parte, E. Daltroff acostumbraba a experimentar mucho con los químicos aromáticos pero no dejaba en evidencia tal uso. Siempre, en sus mezclas, se aprecia el triunfo de la faceta natural o, mejor dicho, una suerte de naturalidad perfumada. Algo propio de su estilo.

En Nuit de Noël se aprecia el efecto de los aldehidos, ese tono difuso, refrescante y susurrante, enfrentado a una gran faceta de maderas preciosas que aporta solidez y sensación de estructura. Es el sándalo lo que Daltroff destacó -se habla de un 25% en la fórmula original-; un sándalo que entonces era mucho más animalístico, pungente y ahumado de lo que podamos imaginar. Este acento amaderado, matizado con la archifamosa base Mousse de Saxe llevó Nuit de Noël a un territorio más seco y más chypré que el Nº5 de acabado más floral y vainillado. De este territorio partirá la tradición de un grupo de perfumes aldehídicos florales secos y musgosos, entre los que cabe destacar Madame Rochas, Caléche de Hermès, Calandre de Paco Rabanne, Gold de Amouage o Heure Exquise de Annick Goutal.

Sin embargo, pese a ser innovador, el olor generoso y sutil de Nuit de Noël expresa la musicalidad de otra época. Rebosante de matices vagos, formando un carrusel de efluvios que sugieren forestas, bálsamos exóticos y pieles de armiño, tónicos cordiales de gusto amargo o dorados licores y fino champagne. Olores que fluyen sin dejarse atrapar. Como ensueño.

En ningún momento es fácil decir ahora huele a esto a a aquello. No se deshilvanan sus notas porque es un vals de matices ricos que se reflejan unos en otros, de detalles infinitos que van facetando cada nota principal hasta convertirla en un trazo elusivo. En un eco que se apaga mientras se repite.

Ni siquiera su frescor, latente y perdurable, es fácil de describir. ¿Es anisado? ¿Es el efecto del lirio de los valles combinado con la cremosa tuberosa? ¿O el verdor húmedo que se desprende del Musgo de Sajonia?…Ni siquiera es todo junto, no es ese algo verde-anisado-floral-luminoso-burbujeante acompasado por un fondo cremoso y particularmente afrutado con puntas de kumquat, melocotón y licor de plátano. Tiene algo más. Tiene profundidad y, sobre todo, contraste. Un contraste especial con la envoltura delicadamente dulce del almizcle y con la faceta amaderada empolvada de iris, musgo y sándalo que hace que el frescor sea el elemento de cohesión del perfume. Paradójicamente frescura no es la primera palabra, ni la segunda, que brota en la boca cuando lo pruebas.

Pero el frescor es inconfundible y la cremosidad innegable. Aunque todas las palabras dichas resultan demasiado concretas y demasiado claras. Cuando crees haber comprendido algo, el perfume de nuevo se escapa. Está tan matizado…incluso cuando sientes percibir cierta oscuridad cálida y aterciopelada casi táctil,, terminas admitiendo que sólo era viento entre los dedos.

Arriesgando en contraste y sin temor a la sobredosis, Ernest Daltroff no dejaba atrás el lenguaje decimonónico basado en el matizado de las notas principales usando otras notas similares, más aún, la posibilidad de modificaciones se multiplicó con los químicos aromáticos y él aprovechó todas esas nuevas posibilidades que se le brindaban: a base de modificaciones infinitas conseguía dar ese acabado evanescente de tradición impresionista. Jacques Guerlain lograba efectos de fenómenos atmosféricos pintados a la acuarela en Aprés L´Ondée o expresaba la densidad atmosférica del atardecer como si fuera esmalte en L´Heure Bleue, pero en los perfumes Caron nada es tan translúcido y legible. Incluso su renombrada oscuridad es algo más que el generoso uso de la base Musgo de Sajonia. Hablamos de una cualidad por la cual las materias primas adquieren una expresión muy característica y singular. La técnica impresionista que impregna los perfumes Caron desprende algo más ambiguo, como si fuera pintura al pastel.

En Nuit de Noël esta ambigüedad unida a la riqueza de notas alcanza un nivel de plasticidad y esteticismo irrepetibles. Sin exagerar, es probablemente una de las creaciones más originales -pese a contener todos los rasgos característicos de su época- e influyentes en la Historia de la perfumería moderna. También es uno de esos perfumes que o te deja de hielo o provoca algo mucho más complejo que una emoción, algo más parecido a un sentimiento.

A base de sombrear notas Nuit de Noël es una composición de detalles sutiles. Puedes leer una rosa cálida, roja y aterciopelada, sostenida por flores blancas y puntilla de ylang-ylang; matices fenólicos y amaderados de regaliz; la calidez de un jazmín ambarado que se acompaña de un toque afrutado que recuerda al melocotón -lo que será la marca de estilo de los perfumes Patou-. El bouquet floral está enriquecido con un poco de incienso que refuerza la faceta ambarada del perfume. A veces, la combinación de clavo y notas vainilladas parece crear un efecto de fresa otras veces se integra en el recuerdo de un campo de claveles que faceta la rosa. Esa rosa búlgara cuyo carácter realzan los aldehidos, es una nota especial de los perfumes Caron. Sello de Daltroff. Esa rosa y la envoltura exquisitamente dulce y empolvada. Todo en sordina. Eco de otra época.

Lejos del caos, estas sensaciones están sujetas por un estructura bien estratificada. En el perfume domina la quietud y cierto misterio. Es como un cuento oriental en el que una estatua silente es legendaria porque a quien se acerca a mirarla directamente le susurra historias maravillosas. Sí, hay orientalia en el perfume, pero su magia no es sólo esa magia exótica y lejana, eso es sólo una parte del cuento, la historia no está completa sin las alusiones al bosque encantado, sombrío y oscuro, en el que mana la fuente de sus secretos. Su corazón es chypré.

Es la base Musgo de Sajonia la que más caracterizó la evolución del perfume en su fórmula original, desde la plenitud al fondo. Esta base que ha marcado la Historia de la perfumería durante el s. XX ya no entra en las fórmulas actuales de Caron pero su impronta perdura. Puesta a disposición de los perfumistas durante los años 10´s del s. XX por de Laire con una importante nota de musgo y cuero, está construída en torno a una molécula de olor a cuero ahumado y matices verdes llamada iso butil quinolina (IBQ), con recuerdos de musgo, de foresta y con un característico amargor que hace tan singular a Nuit de Noël. La IBQ está revestida de geranio, yodo, vainillina, metil iononas, bergamota… En conjunto, tiene un aire empolvado y rosado, un frescor duradero de matiz húmedo y un efecto cuero con acabado vagamente animalístico, como abrigo de pieles.

Todo ese carácter oscuro, empolvado, mezcla de dulce y amargo tan contrastado y chypré, junto con el toque de regaliz es lo más identificativo y sorprendente de Nuit de Noël. Pero también es un elemento familiar porque tanto el Musgo de Sajonia como el modo en que esta base es usada en el perfume de Caron han influído en muchos creativos…, aunque Nuit de Noël tiene un valor sorprendente y extraño que ningún otro perfume ha igualado. Con esa suavidad y esa calma tan vintage y a la vez el riesgo en el contraste de notas.

Entre los perfumes históricos que muestran la impronta de Nuit de Noël se pueden citar creaciones de la misma época como Arpège de Lavin que es muy parecido aunque más pungente, amaderado y animalístico que el Caron o Bois de Îles de Chanel que también está construído en torno a la rosa y el sándalo pero con una impresión más marcada de ámbar gris. Posteriormente su influencia se hizo más patente entre los chipres, como Vol de Nuit de Guerlain o Cabochard de Gres. Guy Robert tomó la base del perfume como inspiración para hacer Madame Rochas y Caléche, Henri Robert siguió un camino muy parejo para hacer el Nº19. Y en la orilla oriental su huella comienza en Habanita que usó también Musgo de Sajonia y continúa con perfumes como Opium y Coco.

Entre las creaciones actuales podríamos destacar dos buenos perfumes: Quintaesencia de Ramón Monegal, más centrado en la faceta ámbar-cuero con un filo licoroso y herbal que da una sensación extra de calidad por un lado y, uniendo los caracteres chypré y oriental en una de esa composiciones elusivas y suntuosas habría que añadir Fate Woman de Amouage: con ese mismo corazón floral voluptuoso, el aura empolvada refrescante y a la vez con sabor a la antigua tiene esa capacidad poco frecuente de transmitir la sensación de ambiente seguro y de niña mimada en el mejor sentido de la palabra, en el sentido de protegida y bien cuidada. Porque esa es otra de las cualidades de Nuit de Noël que con frecuencia, las personas que aprecian este perfume, describen: que te hace sentir resguardada.

Momento musical: Eco del vals VIII pieza de la suite Tormenta de Nieve de G. Sviridov.

NdN

Sensación bouquet, sensación flor: Rubj Voile d´Extrait de Vero Profumo

10 martes Feb 2015

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albahaca, almizcle, bergamota, comino, flor de naranjo, jazmin, musgo, nardo-tuberosa, perfume, rosa, vetiver

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*Helene Segara como Esmeralda y Daniel Lavoie como Frollo en una escena del musical Notre Dame de Paris.

Ciertas flores se parecen entre sí aunque nunca llegan a ser completamente iguales, pero con esta conexión se juega en los perfumes para crear ilusiones olfativas. Del gran bouquet saturado de vagos tonos florales -todos en armonía triunfando al mismo tiempo-, a la flor rotunda y singular llena de matices característicos hay toda una gama de posibilidades para crear un perfume floral-floral. Pero el estadio intermedio, en el que el perfume ahora es bouquet y al rato una sola flor es un estilo bien explorado, especialmente en el ámbito de las flores blancas. Son esas composiciones que Luca Turin a menudo describe como «sinfónicas» y que dominaron el mercado en los 80´s: Chloé , Giorgio, Boucheron, Jardins de Bagatelle, etc, etc.

Y es cierto, son sinfónicos. Jazmín, tuberosa, flor de naranjo, gardenia, lirio de los valles, rosa…todas esas nota en sano equilibrio. Dulces, envolventes, inmensos y flirteantes perfumes. Siempre aprovechando la facilidad con que las flores blancas pueden coquetear para crear una sensación cálida y luminosa mientras otras facetas animales se encargan de introducir ambigüedad en el conjunto. Son un juego. Pero Rubj, que recuerda mucho a ese tipo de perfumes, deja atrás toda esa ambigüedad. Toda.

¿Inmenso? Sí. ¿Complejo? También. ¿Siendo una flor y varias flores a la vez? Según quien lo lea… Pero si el modelo son los florales de los 80´s , la estética aquí ya no es galante, sino cruda y directa. Estos son pétalos blancos encendidos que muestran con poco pudor sus asperezas: plenos de indol y agitados por un tono entre ácido, meloso y salado de corte animalístico que no va a ser bien tolerado por todo el mundo.

De tradicional tiene ese aire animal de Fracas que deriva de combinar la tuberosa lactónica y el almizcle ligeramente salado, a lo que podemos añadir ese contorno general en el que se leen el jazmín y la flor de naranjo con mucha claridad sobre una base más seca de musgo y vetiver.

De diferente tiene el modo en que realza ciertos aspectos de estas flores para crear un perfume muy atrevido, casi al límite en algunos aspectos porque el hilo conductor de Rubj es el calor que hace que emerjan efluvios decadentes de las flores blancas. La sensación dominante de temperatura elevada es un efecto general que surge tanto por la saturación de matices y el uso de la opacidad en las capas del perfume -sin que el perfume sea pesado puede resultar opresivo-, como por la elaborada faceta frutal que predomina casi por encima de las notas florales.

Las notas frutales tienen, igual que el almizcle y las lactonas, afinidad natural con la piel por lo que siempre resultan sugerentes. En Rubj, de nuevo, esto se lleva al extremo mediante un efecto que promete por un lado frutas pulposas, por otro frutas muy maduras. De fondo encontramos el clásico elemento lactónico acaramelado de la tuberosa y también la parte más balsámica cercana a las cerezas que esta flor comparte con la rosa, en un muy cercano segundo plano están las notas de plátano y frambuesa tan características del jazmín egipcio y, finalmente, la capa de celofán que aporta la flor de naranjo con su olor anaranjado meloso-gomoso.

Rubj puede confundir al principio. Su salida tiene un atractivo clásico, con una combinación de cítricos vibrantes a base de bergamota y limón entre los que ya se aprecia el indol y una nota verde de efecto natural que aporta la albahaca. Esa frescura unida al dulzor floral es la parte bonita del perfume, luego llegan las aristas. Y son precisamente esas aristas , ese modo de llevar más lejos -y al mismo tiempo- lo salado, lo indólico, lo meloso, lo lactónico… lo que diferencia esta composición de otras. En cierto modo Rubj es un perfume rudo que me hace pensar en personajes complejos pero a la vez retorcidos como Frollo de Notre Dame quien, atormentado por el deseo hacia La Esmeralda decide destruirla antes de que ella le destruya a él. Sí, definitivamente Rubj es para quienes «acariciar con una mano y torturar con la otra» tiene sentido pleno…

Momento musical: Tu vais me détruire (Frollo) del musical de Notre Dame de Paris con música de Richard Cocciante.

Pétalos blancos para un jardín lunar: Amoureuse de Parfums DelRae.

15 viernes Ago 2014

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aldehídos, almizcle, cardomomo, cedro, jazmin, mandarina, musgo, nardo-tuberosa, perfume, sándalo

DickseeRomeoandJuliet
* Romeo y Julieta (1884) de Frank Bernard Dicksee.

El diseño humano ha hecho de la naturaleza algo más natural que natural: ahora es hipernaturaleza. Es una simulación de la naturaleza que nunca existió. Es mejor que la cosa real, la naturaleza hipernaturaleza siempre es un poco más bonita, más impermeable y más segura que la del viejo tipo. Seamos honestos: en realidad es cultura.
Koert Van Mensvoort (2006) «Nature is not Green».

¿Mimesis o sublimación? En toda actividad creativa surge este dilema formal que, en el fondo, trata de decidir qué nivel de realidad se va a representar. La cultura del momento establece siempre los umbrales de lo aceptable y lo inaceptable mientras las mentes creativas intentan ofrecer su idea en estado óptimo.

El perfume, como producto artificial creado por el hombre, también se somete al juicio social. Las personas esperan, quizás más de lo que están dispuestas a admitir, cosas conocidas pero ligeramente diferentes a las que calificar como novedad. Los temas, por más que cueste aceptarlo, siempre se están renovando pero no se construye desde la nada algo completamente nuevo, siempre hay una fuente de inspiración. Es la metáfora del enano a hombros del gigante.

En algunos trabajos de Michael Roudnitska, especialmente en sus creaciones para Parfums DelRae, se lee con facilidad la impronta de la perfumería de los 70 y, en última instancia, del perfume Diorella del que se sentía especialmente orgulloso su padre Edmond Roudnitska. Conviene subrayar que el original Diorella era increíblemente verde además de afrutado.

El jardín de la luna. Diorella de Dior primero, Cristalle de Chanel después renovaron el género de los perfumes tipo chypre floral jugando con un acorde de jazmín verde en el que el Hedione tenía un papel muy relevante. Las flores eran más aéreas, luminosas y deliciosamente afrutadas. Estos perfumes representaron desde entonces un nuevo tipo de chypre diáfano y más abstracto.

Amoureuse (2002) posee ese mismo allure elegante pero ya no está escrito en clave de sol, sino en un registro más oscuro. Su contorno es el de las flores fragantes en un jardín nocturno: un jardín lunar donde sólo se plantan flores blancas para que sus pétalos reflejen la luz de la luna. Con luna llena el efecto puede ser hechizante y a la vez fantasmagórico. Traducido en términos de olor, esto significa que las flores muestran un filo oscuro con retrogusto animalístico.

Crudeza perfumada. La tuberosa y el jazmín pueden ser tan brutales…tan crudos sus olores que sólo la mitificación, el velo cultural sobre la naturaleza, los pone en sintonía con el sentido de la urbanidad. Pero, sin duda, la tuberosa resulta más peligrosa que el jazmín cuando se trata de crear armonías; pese a su gran riqueza de matices, tiene un carácter extremo y sólo se comporta bien cuando se une a ingredientes que comparten alguno de sus rasgos. Eso limita.

Amoureuse lleva al extremo la gran compatibilidad de la tuberosa con las notas verdes, convirtiendo el perfume en un diálogo entre verde vegetación que rezuma humedad e indolentes pétalos blancos que respiran en la oscuridad para acabar conjurando la imagen onírica de un bosque de lirios majestuosos y gigantes cuyo complejo olor muestra cierto encanto tropical.

Ese bosque de lirios es una ilusión creada por saturación: desde el inicio multitud de matices se despliegan a la vez creando algo denso y a la vez suave. Tonos afrutados de mandarina y plátano, incluso un fugaz recuerdo a melón que trae a la mente Le Parfum de Thérese, elementos frescos y medicinales que recuerda al laurel, algo de menta, mucho verde y un algo tímido de confitura de frambuesa junto a una calidez herbácea que hace pensar en manzanilla. El perfume al avanzar se simplifica, el jazmín toma el relevo y aparecen algunos matices salados de salicilatos, toques cerosos de aldehídos, una tenue nota de miel y, finalmente, una faceta amaderada-cremosa-empolvada de perfume chypre clásico con musgo, cedro, sándalo, almizcle y algo ambarado.

A veces, el verdor de la floresta y el dulzor de las flores blancas rompen el hechizo de la abstracción mostrando atisbos de realidad. Es una sensación un poco vertiginosa. Dos facetas bien complementadas ayudan a derribar la cuarta pared imaginaria desde la que creíamos contemplar la escena presentándose a sí mismas como el tono cítrico y la nota especiada, ambas muy bien dosificadas y embebidas en la faceta verde, pero que de vez en cuando destacan.

La corriente cítrica recorre gran parte del perfume oscilando entre piel de naranja amarga y pulpa de mandarina, en gran parte debido al aldehído mandarina. La faceta especiada, basada en cardomomo, tiene un carácter fresco y penetrante con recuerdos de eucalipto y canela aportando al perfume un efecto efervescente muy característico. Ambas juntas contribuyen a evocar el aroma del pittosporum (laurel australiano) cuyas pequeñas flores blancas tienen una fragancia que recuerda al azahar. No es la nota central -no para mi- sino un elemento abstracto y elusivo que gravita sobre el núcleo floral.

amoureuse

A veces pienso que la naturaleza hipernaturaleza es, de algún modo, no sólo la necesidad de rodearnos de algo verde y natural que nos ayude a sentirnos más en sintonía con nuestro entorno para vivir de forma más relajada, sino también la búsqueda de un refugio o de un paraíso. Y al hilo de ese argumento me surge otra idea, la de que también creamos un fenómeno paralelo al de la hipernaturaleza en nuestras relaciones: el del hiperamor, cuyo paradigma en el imaginario colectivo bien podrían ser Romeo y Julieta.

Una cosa tengo clara, la sensación de protección es una necesidad vital y, en ese sentido, sí puede ayudar un poquito un perfume. Creo que de alguna manera contribuye. Al menos para algunas personas puede ser una estrategia de afrontamiento o Coping.

La delicada presencia de una colonia oriental: Vanille Insensée de Atelier Cologne.

24 jueves Abr 2014

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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cidra, coriandro, etil vainillina, lima, musgo, perfume, roble, Vainilla, vanillina

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*Catching Wishes de Josephine Wall.

Desde la Antigüedad las ideas abstractas tenían una representación figurativa. Se personificaban a través de la mitología. Las alegorías medievales continuaron la tradición y a menudo recurrieron a figuras opuestas para explicar mejor los conceptos. Así, a menudo la Locura tenía como figura contrapuesta a la Prudencia, porque una era una carencia que la otra suplía con creces. Se entendía la prudencia como la capacidad para captar el entorno con objetividad y por eso se representaba como una mujer sosteniendo un espejo, el objeto que devuelve el reflejo exacto de las cosas. Pero este sentido de la clarividencia se resquebrajó en la Edad Moderna. Desde el Romanticismo la introspección fue adquiriendo tintes de verdad y la realidad se fue multiplicando en las parcelas de lo personal. El mundo de los sueños comenzó a cobrar valor de veracidad, contribuyendo al sentido de otra realidad.

Atelier Cologne calificando su «colonia a la vainilla» como insensée -loca, insana o sin sentido- ha recuperado el antiguo concepto de locura. Esta vainilla no es realmente una vainilla sino una interpretación del uso de las notas vainilladas en la perfumería clásica. No sólo vainilla, que aquí se percibe como un material discreto, sino sobre todo la vainillina de textura azucarada y la etil vainillina de persistente cremosidad.

Con un trabajo meticuloso, propio del estilo de Ralf Schwieger, se nos regala una buena dosis de sensaciones concentradas en los más pequeños matices. Algo muy característico de las colonias de calidad.

Del carácter de la Cologne, por tradición un jugo muy refrescante, muy volátil y saturado de notas cítricas y herbales, Atelier Cologne mantiene en sus composiciones un inconfundible tono dulce, verde y herbal un tanto medicinal que ayuda a dar un acabado más neutro. También respeta la transparencia y el discreto sillage. Pero a partir de ahí, en su catálogo de modernas colonias que perduran en el tiempo más de los esperable podemos encontrar cosas muy diversas.

El caso de Vanille Insensée es el caso de una colonia cálida y orientalizante, que refresca de forma diferente, con la sensación liviana y fría del talco sobre la piel. Ese aspecto seco se irá amplificando a medida que evoluciona el perfume, hasta mostrar el perfil más austero y amaderado del musgo de roble. Incluso la sugerencia de la corteza del árbol podemos tener.

Pero antes de llegar a esas notas de base que nos recuerdan cómo en su día la faceta de musgo podía ir acompañada de vainillina reforzando la textura empolvada, Vanille Insensée muestra su lado más ámbar. Crea en la mente el recuerdo de una atmósfera vacacional, de playa paradisíaca y de piel cálida ya bañada por el mar. Conjura esto mediante el olor, al recrear un acorde de crema solar en el corazón de la colonia. Este aspecto cremoso se vuelve más evocador y poderoso porque tiene profundidad. Está muy trabajado y, pese a ser reconocible, no es lo único que se percibe. A veces asoma cierta mantecosidad floral y el crepitar de los cítricos entre esas capas más densas es una delicia: su vivacidad inicial se ha ido atenuando hacia el corazón, hasta ser como chispitas.

La salida es tierna y delicada. Una combinación de tonos alimonados con el fugaz recuerdo a mandarina que aporta el coriandro. La cidra, más dulce y balsámica que la bergamota, y la lima, más seca y amaderada que el limón, son como un baño de glaseado sobre bizcocho de vainilla. Esta debe de ser la única licencia gustativa que encontramos en una colonia dedicada a la vainilla.

Hay un trabajo muy importante de texturas y contraste en Vanille Insensée y eso es algo que la hace memorable. Tiene un acabado seco, cálido, amaderado y es reconfortante como un licor dulce, sensaciones que también podemos encontrar en Eau des Merveilles de Hermès. Y de la vainilla, lo mejor: la delicadeza y la capacidad para reverberar en el perfume impregnando otras notas con su suavidad balsámica.

Con Vanille Insensée es difícil pensar en invierno o en verano. Sólo es posible una estación imaginaria fruto de los recuerdos que despiertan su olor. Sin duda, una forma de locura exquisita.

Vanille-Insensee

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