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Olibanum: cuaderno de perfumes

Olibanum: cuaderno de perfumes

Archivos de etiqueta: patchoulí

De la tradición a la actualidad: Mon Guerlain Bloom of Rose

21 miércoles Ago 2019

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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bergamota, jazmin, lavanda, patchoulí, perfume, rosa, sándalo, Vainilla


* Un día de julio de Louis Ritman.

Una primera impresión clara y sencilla produce Bloom de Rose al ser olido: es un perfume de corte clásico y muy fresco. Asociar clasicismo con densidad en perfumería parece algo inevitable, sin embargo, nada como el frescor cítrico-herbal de ingredientes como la bergamota y la lavanda -típicos de la Cologne- para hablar de clasicismo. De tales ingredientes parte la tradición de la casa Guerlain.

La relatividad de los términos modernidad y clasicismo puede ser sorprendente. Por supuesto hay diferencias estilíticas, pero lo uno no existe sin lo otro. Imposible disociar ambos términos. Se relacionan siempre, atravesando un largo camino, ya sea asociados que confrontados. No existe una cosa sin la otra, son como la luz y la oscuridad: se suceden, se definen, se complementan porque siempre hay un hilo conductor, el de las ausencias y las presencias.

El frescor es uno de los principales motores en la historia de la perfumería porque implica una búsqueda constante: ¿cómo lograr que sea más intenso y más permanente?, ¿cómo renovarlo?, ¿cómo darle relieve y vivacidad? El desarrollo de la tecnología en parte se centra en esa búsqueda pero también la pasión de algunos maestros perfumistas puede estar inspirada por esa idea. Igual que algunos pintores se obsesionan con la luz o el color, elementos indispensables en la representación pictórica.

Siempre se buscan nuevos materiales o se crean nuevas bases o fijadores que garanticen la supervivencia del frescor, y no sólo porque produce una sensación tonificante sino que además da volumen al perfume, al contribuir a elevar notas densas y pesadas de la base. En otras palabras, también es un elemento estructural.

Arcadi Boix Camps en su recopilación de textos Monographs & Musings (2017) habla del deseo que tenía Roudnitska de encontrar el «corazón de Hedione» porque su interés era conseguir -aún más- un frescor muy profundo «reminiscente de piel de limón». Cuando Mona di Orio dedicó su perfume Lux (Signature Collection) a su maestro Roudnitska, creó algo de intenso olor alimonado, muy luminoso y dorado, a base de varias notas naturales como la estupenda Litsea cubeba. Pero la industria se centra más en la búsqueda de sustancias reproducibles en laboratorio, y de esa búsqueda surgió Paradisone. Paradójicamente un componente de Hedione que consigue imprimir ese aspecto vivaz y profundo que recuerda al efecto de los aceites esenciales de limón y lemongrass, de forma prolongada y transparente. Ese es un ingrediente clave en la saga de perfumes Mon Guerlain, está en su núcleo, dilatando el espacio con su perfil cítrico (alimonado) y floral (de jazmín) que aporta un aspecto limpio e intenso de flores blancas evanescentes. Ese aspecto etéreo es algo que se valora como cualidad muy positiva actualmente y se entiende como el pináculo de la femineidad romántica. Flores inasibles, transparentes…ideales. Como siempre.

El primer Mon Guerlain (2017, EdP) -digamos ya el clásico- tiene ya una buena dosis de Paradisone (pese a ser un material de perfil floral refuerza todo género de perfumes) pero al olerlo, en un instante puedes volver a recordar el aire de los 80´s…Sí, sí, Mon Guerlain es todo un reencuentro con aquellos perfumes de corte oriental que desde Must de Cartier hasta Roma de Laura Biagiotti se dedicaron a recrear, reforzar y renovar el carácter contrastado de Shalimar, el oriental entre los orientales aún hoy. Pero Guerlain ahonda un poco más en su propia tradición poniendo de relieve la poderosa faceta aromática de Jicky, gracias, sobre todo, a la fina y sabrosa lavanda Carla. Jicky y Shalimar también están relacionados entre sí aunque pertenezcan a distintas familias porque comparten un núcleo y facetas; igualmente ocurre con Mon Guerlain, un oriental fresco, y Mon Guerlain Bloom of Rose oficialmente un floral fresco que casi roza el territorio de floriente. Hay una filiación en notas y estructura: el fondo azucarado con notas de vainilla de Tahití muy ligeras y ámbar transparente, la faceta amaderada entre cremoso sándalo y especiado patchoulí adornado con efecto gustativo, pero también la lavanda, la bergamota, el Paradisone cuyo frescor forma parte del acorde de jazmín, un jazmín casi acuático. La diferencia más notable es ese acorde floral que brilla en Bloom of Rose de forma más clara porque está más desarrollado,, es más redondo y. sobre todo, al principio es más concreto, hasta el punto de poder hablar de un perfume que inicialmente huele a rosa.

Una rosa bonita y fresca, también algo dulce, que para muchas personas sería una rosa moderna porque sólo exhibe cierto preciosismo a través de sutiles detalles, detalles que en realidad desvelan las facetas clásicas de la rosa búlgara: el tímido pero legible acabado empolvado, la suave calidez especiada, la faceta frutal reminiscente de confitura de frambuesa resaltada tal como se hiciera en La Petite Robe Noire (2012)…y he aquí que Bloom of Rose se engancha a la actualidad, engarzándose en esa extraña e infinita cadena de lanzamientos de mayor y menor éxito que forman la saga de La Petite Robe Noire, citando esa nota de frambuesa y nuez moscada con acento aldehídico que recuerda a chicle de fresa; la diferencia radica en el contexto y la intensidad de la nota. En La Petite Robe Noire la rosa es rotunda y su perfume se prolonga en la evaporación mientras que en Bloom of Rose la rosa es un brillo elusivo, una sensación más natural propia de la siempre excepcional rosa búlgara.

Sin embargo, la naturalidad, la luminosidad, la sencillez de los olores frescos que recuerdan al aire libre no es lo propio en un perfume creado para llegar a un público amplio. El envoltorio es muy importante, parece que cada día más, así que se recurre a algo que tenga un atractivo sofisticado a la vez que familiar, es decir, se hace uso de esas notas, facetas. efectos que ya están presentes en el mercado y que han dado sus frutos a nivel comercial, cosas como esa cita de La Petite Robe Noire, que es algo más que usar esencia de rosa, es un modo de realzar esa esencia de rosa o como la faceta gustativa que ya deriva de Angel de Mugler -un perfume que también en su día renovaba ideas de Shalimar– . Sí, es ese patchoulí que sugiere chocolate salpicado de caramelo gracias a una buena dosis de etil maltol (nota de algodón de azúcar), con suaves acentos de miel y frutos rojos para aportar cierto frescor, suficiente para dar profundidad al perfume. Así que de aquellos polvos, estos lodos, sin dejar de recordar Flowerbomb de Viktor & Rolf, un ejemplo paradigmático de cómo las familias de perfumes y las ideas se entremezclan con inteligencia. Este último perfume es una referencia que surge si analizamos con un poco más de detenimiento Bloom of Rose por los paralelismos que hay entre ellos: un acordde floral sostenido con notas de azúcar y una faceta aromática que aporte frescor, en un caso el entonces novedoso té verde, en otro la tradicional lavanda. Sólo que el perfume de Guerlain potencia más el frescor y la transparencia, mientras que la esencia de rosa da un efecto más floral y fresco al principio del perfume porque lo que después permanece, cuando las notas más propiamente florales se disipan, es un tono limpio y cítrico, a ratos azucarado, a ratos especiado.

Como la trayectoria del boomerang, partiendo de la tradición de Jicky/ Shalimar, haciendo escala en diversas islas de éxito como La Petite Robe Noire y jugando con el pasado más cercano de Flowerbomb y Angel, Bloom of Rose al final regresa a casa pero con menos peso en la maleta, como un Eau de Shalimar renovada. Sí, es un EdT que trae a la mente múltiples referencias pero, milagrosamente, no parece un pastiche; tiene equilibrio, el suficiente para garantizar una impresión clara y agradable, como todo perfume fresco debiera hacer, hoy que mañana.

Escritos para otro verano (2ª Parte): Miss Dior (1947), aquel Miss Dior.

20 jueves Sep 2018

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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aldehídos, ámbar gris, civeta, gálbano, jazmin, lirio de los valles, musgo, patchoulí, perfume, tuberosa, vainillina


* Modelo Bar de la colección Dior En Huit et Corolle de 1947.

Es hora de contar esta historia para hablar de lo que fue y ya no volvió a ser. Comencemos abordando el tema con una definición matizada: los chipres fueron, posiblemente, los perfumes más idiosincráticos de la perfumería del s.XX. Aún hoy, cuando sólo son una pálida sombra de lo que fueron, suponen un gusto muy específico que la mayoría de la gente no comparte, ni compartía. Un chypre clásico saturado de musgos y labdanum, con sus notas animales acompañando un desbordante jazmín o una narcótica rosa y con ese empolvado acabado no es un olor altamente atrayente salvo para quienes realmente adoran este tipo de perfumes. Y adorar es la palabra clave porque quien prefiere llevar un chipre es porque le gusta de forma instintiva o casi, porque es un gusto que surge de forma natural cuando atrae la complejidad, la tensión, el brillo entre las sombras y las sugerencias naturales de musgo, tierra y humo envueltas en la calidez de las notas ambaradas.

El principio de esta historia se pierde en la noche de los tiempos pero, ciñéndonos a un marco contemporáneo, podemos decir que todo comenzó con François Coty. Él sentó las bases de la estructura moderna al (re)definir el género con ciertos ingredientes que se convirtieron en canónicos porque juntos creaban un perfil característico. Musgo de roble, labdanum, bergamota son los más salientes pero también está el jazmín, el iris y notas de rosa oriental el estilo La Rose Jacqueminot. Lo más singular en el caso de Coty es que su Chypre de 1917, que representa la culminación de su estilo contrastado, está dotado de una suavidad aterciopelada única e inesperada, mientras sus descendientes muestran estructuras claramente dramáticas.

La evolución del género chipre es otra historia; a principios del s.XX las facetas orientales los adornaban y frecuentemente se complementaban con aldehídos. Pero poco a poco fue surgiendo esa silueta marcada y estratificada que asociamos con este tipo de perfumes, hasta que llegó su momento, su época dorada, y aparece una de las creaciones más complejas y originales de la Historia: Miss Dior de Christian Dior. Aquel Miss Dior de 1947 que entonces acompañaba la estética del New Look marcó un nuevo estándar. Paradójicamente, aquel también fue un perfume en el que culminaba un estilo basado en notas muy contrastadas,pero al contrario que Coty, ahora hablamos de cientos de notas, no de fórmulas cortas.

Paul Vacher ( Sortilége de Le Galion , Arpége de Lanvin) fue el encargado de mezclar el perfume siguiendo la fórmula de Jean Charles. Eso se suele decir aunque no esté del todo clara la historia; en todo caso, Miss Dior era un chipre aldehídico con una importante faceta ambarada y abundantes notas verdes. Rico, complejo y original.

Se ha clasificado de múltiples maneras y no necesariamente por atender a la versatilidad del acorde chipre sino respondiendo a las múltiples reformulaciones que el perfume ha sufrido, incluída la revisión de la fórmula que realizó Roudnitska en 1992 para el extrait de parfum. Lo que desde 2011 se vende como Miss Dior EdT Originale no permite hacerse siquiera una idea aproximada de los que fue el perfume en sus días de gloria; la actual fórmula se lee simplemente como un perfume «clásico» de tipo chypre que ha perdido todo su esplendor, esto es, la riqueza de detalles, la calidez y la profundidad. Ya no se reconoce como aquel perfume lujoso que en su momento fue motivo de inspiración e imitación hasta popularizarse el tema a través de la perfumería funcional, sobre todo gracias a la fragancia del jabón Lux cuando éste olía tan perfumado…

Dos días antes del San Valentín de 1947 es una fecha clave en esta historia. Fue el día en que Christian Dior presentaba su colección de 90 modelos llamada «En Huit et Corolle». Era un nombre totalmente descriptivo, «en 8 y corola» se refería a la silueta (re)creada con las prendas. Dior había transformado los maniquíes de costura para conseguir el resultado que su mente proyectaba: reelaborar la antigua y muy encorsetada figura femenina de la Belle Époche. Lo hizo manteniendo aquella estrechísima cintura ópticamente realzada por amplias faldas acampanadas de tafetas que simulaban la corola de una flor, pero Dior redondeó mucho más las formas dando a todo el conjunto un aire casi arquitectónico -¿o debería decir escultural?-. De aquel desfile destacó el modelo Bar hoy considerado icónico del New Look.

Aquellos vestidos como ropajes estaban hechos con telas fabulosas y la abundancia de las mismas era sorprendente. La colección recibió algunas críticas por elaborar complejos patrones que requerían metros y metros de tela, un artículo aún bajo régimen de racionamiento pero ¿qué problema podrían suponer los géneros si el patrocinador y socio de Dior era el fabricantes de telas Marcel Boussac? Todo se hizo a lo grande, aquello fue una vuelta a la opulencia. Telas variadas y en cantidad, telas de gran caída, cosidas de tal modo que parecían armaduras capaces de sostenerse solas y de aguantar el peso de un broche importante o de acompañar un collar de perlas impresionante.

Pero dos guerras habían pasado entre la Belle Époche y el New Look. Los enfrentamientos bélicos habían cambiado muchas cosas en la sociedad, no sólo fueron los estragos causados en la economía y el paisaje, también fue la manera de ver al individuo y la propia relación con la psique…habían quedado al descubierto muchas cosas que antes las normas del decoro obligaban a tapar…pese a ser totalmente evidentes. El decoro pues ya no era la única regla y eso dio paso a una nueva sensualidad que Dior supo captar muy bien. Él dijo que había diseñado vestidos en pos de la femineidad, para recuperar el deseo de vivir tras años de dureza y austeridad aunque el modelo elegido fue algo estereotipado pese a su belleza. Sin embargo, el perfume que acompañó la colección fue otra cosa. Fue el auténtico caldero en el que hervían los deseos mezclados con refinamiento y mucha osadía. No era convencional y transmitían algo dinámico, moderno e incluso subversivo.

En aquel Miss Dior latía la huella de un perfume compuesto seis años antes por Germain Cellier para Robert Piguet: Bandit. Jean Charles admiraba este perfume y ya en 1946 había compuesto Ma Griffe(Carven)
siguiendo su mismo patrón de contraste: un complejo de notas verdes basadas en gardenia sobre fondo de cuero basado en isobutil quinolina (IBQ).

Cierto que Miss Dior también rescataba algo más antiguo, en concreto, el esquema de Coty y el gusto por los aldehídos contrastados por un fondo ambarado siguiendo la estela de los emblemáticos Nº 5 de Chanel y Arpége de Lanvin, pero lo hacía a través del filtro moderno de Bandit. Parece claro que Jean Charles admiraba la fuerza del contraste con que trabajaban Coty y Cellier, pero estudiando su método -el método para muchos- surge una mente atenta al detalle, minuciosa como un orfebre. Quien sabe, quizás lo que admiraba Jean Charles era la consecución misma de la armonía.

Tanto François Coty como Germain Cellier creaban perfumes con un estilo muy expresivo, basándose en la sobredosis de ingredientes robustos que dotaban al perfume de fuerte impronta. Jean Charles los admiraba sí, pero su estilo y el de Paul Vacher eran de factura más clásica, detallista y suntuosa. Parejo a loa vestidos de Dior y, no sólo el estilo sino también la forma de hacer era equiparable. Si el desfile de Dior hacía gala de una abundancia de telas ya olvidada, el perfume estaba repleto de complejos y ricos ingredientes que daban esa profundidad intensa y característica que hoy asociamos con los grandes chipres del pasado. Se dice que la fórmula original de Miss Dior contenía 350 ingredientes, entre ellos bases creadas por el propio Jean Charles, musgos, una generosa dosis de patchoulí, isobutil quinolina, ámbar gris, absolutos de jazmín, rosa y tuberosa obtenido por enfleurage…cosas que hacían que los perfumes se percibieran más llenos, más mantecosos y más todo y luego estaba el toque de vainillina que creaba en la faceta empolvada de Miss Dior un acabado más redondo, cálido y ambarado.

En este punto conviene recordar que Christian Dior, antes de fundar su propia casa de modas, había trabajado para Robert Piguet y, cuando decidió crear su primer perfume acudió a su amigo de la infancia Serge Heftler-Louchine (abuelo de Frederic Malle), quien durante 25 años había trabajado en Coty. Así viajan las ideas.

Como resultado de todo esto Miss Dior fue, hasta cierto punto, una reelaboración el pasado y una recopilación de las nuevas ideas que iban surgiendo en aquel entonces -el contraste entre cuero y notas verdes- pero se combinó todo de tal manera que resultó una nueva propuesta que proyectaría su influencia durante décadas. Tenía varios puntos fuertes; uno de ellos era su pronunciada faceta ambarada adornada con aldehídos que le daban un efecto radiante y femenino aunque en el fondo se percibía como un perfume sin género, lo que le daba un aire muy chic. Hoy las nuevas generaciones ven este perfume como un olor del pasado o peor, como de persona mayor, pero en concepto sigue teniendo algo moderno. Al menos en concepto. Miss Dior se creó con el mismo espíritu que la colección de ropa: para celebrar el deseo de vivir y estaba especialmente pensado para acompañar a la nueva generación de debutantes en su esmerada introducción en sociedad.

Así, Miss Dior era burbujeante y algo afrutada, jovial casi pero, a la vez, seria y sobria por aquel tono tan herbal que la distinguía. Esa dicotomía ya presente desde las notas de salida caracterizará todo el perfume y lo hará único en su especie. No sé si habrá habido un perfume que mejor exprese esa idea de posibilidades y culminación juntas. Suele ser una cosa o la otra.

Su salida verde ya muestra la complejidad del perfume. Gálbano perfumado con aldehídos, acompañado de salvia, coriandro, lavanda, nerolí y capullos de gardenia recrean el aire primaveral con un tono chispeante y alegre, pero a la vez es también seco y aromático. El acetato de estiralilo con que se crea la gardenia ayuda a dar ese tono de inicio seco tan coherente con el desarrollo del perfume. Así seco pero burbujeante es algo que sugiere champagne.

El corazón del perfume se reparte entre jazmín musgoso con acento animalístico, un nardo de gran riqueza que hace pensar en bombones de coco helados, un fresco lirio de los valles y el clavel fundido con una nota de rosa oriental salpicada de especias. Sin embargo, Miss Dior no se percibía como muy floral sino como algo más bien herbal, musgoso, húmedo pero cálido y amaderado pero dulce características que se concentran en la base gracias al musgo de roble y de encina, el acorde ambarado con vainillina, ámbar gris y civeta que aportaba esa vibración única de las notas animales junto con la oscuridad terrosa del patchoulí y notas de vetiver que acentúan la faceta amaderada. El iris también fue una nota muy importante en este perfume, aportaba el distintivo toque empolvado a la vez que unía la faceta amaderada, musgosa y ambarada.

El verdor sugerente, la sequedad herbal, el componente animalístico, los recuerdos a tierra húmeda, el nardo helado, el jazmín brillante… todo junto creaba el perfume apropiado para aquellas jóvenes de entonces que cultivaban el estilo lady like, algo que parece de otra época porque vivió tiempos mejores aunque parece que nunca desaparece del todo. Pero hoy, Miss Dior ya no representa el colmo de la femineidad, menos aún la insolencia de la juventud, y seguramente las nuevas debutantes sean más partidarias de perfumes dulces o evidentemente florales. Los modelos de femineidad varían cada cierto tiempo -iba a decir que cambian pero, en realidad, creo que los cambios son algo menoress de lo que pensamos- y, tal como ellos cambian también lo hacen los perfumes, esos líquidos olorosos que pueden marcar un momento en la vida de alguien en particular pese a seguir una moda o un convencionalismo social. ¿No es curioso cómo el entorno nos define más de lo que pensamos?

Quien tenga cierta edad podrá tener recuerdos de aquella Miss Dior, un perfume que no podría ser ya más que algo del pasado: el gálbano no es muy del gusto actual, el musgo en breve quedará totalmente restringido, ya no hay absolutos florales como los de antes, los matices animalísticos asustan y no parece haber notas lo suficientemente densas en la actualidad para redondear sus aristas e integrarlas finamente en una composición -quiero decir integrarlas finamente de verdad-. La realidad es que ya no se cultiva más la riqueza sensorial en el perfume, hay demasiadas limitaciones; si se cultiva y se explota en la publicidad, ahí hasta la saturación. De hecho la nueva Miss Dior (antigua Chérie) se presenta siempre con un espíritu romántico a la vez que indómito. Curioso.

Sensación de brisa: Sublime Balkiss de The Different Company

10 jueves May 2018

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almizcle, brote de grosella, hoja de violeta, lila, lirio de los valles, patchoulí, perfume, rosa

anhe
* Retrato de mujer por An He.

¿Dónde surgen exactamente las ideas? A veces es difícil concretar. Lo que normalmente señalamos como el momento esclarecedor, en el que vemos la idea con total claridad, suele ser la culminación de un proceso; a partir de un detonante damos forma a datos y sensaciones de distinto tipo que se han ido acumulando en nuestra memoria, procesadas a distintos niveles y guardadas en distintos almacenes de nuestro cerebro hasta que el momento «eureka» las une y les da forma. Es esta una experiencia global que emociona y agita porque las ideas pueden ir más rápido que la mano intentando tomar notas: hay que estar preparada para aprovechar ese momento.

Resulta llamativo como esto ocurre de la forma más insospechada y como las causas suele ser remotas. Cuando a un creador de perfumes se le pregunta por el origen de sus ideas la respuesta puede ser tan imprecisa como «de cualquier cosa» , esto no falta a la verdad aunque evite explicar-tantas-cosas-difíciles-de explicar. Algunos comentan como sus ideas surgen estudiando minuciosamente un pequeño acorde a partir del cual van cosntruyendo universos de olores, esta es una explicación basada en la praxis: se aprende haciendo y deshaciendo. Nada más cierto porque no se puede dejar de lado que toda creación artística, del tipo que sea, tienen unos fundamentos técnicos y, el perfume es, al fin y al cabo, un ejercicio de revestimiento. El creador trabaja con unos materiales, de olor más abstracto o concreto, algunos muy facetados y otros más simples, algunos pungentes o ásperos otros aterciopelados y suaves. La otra cara del asunto es cómo huele al final lo que el perfume contiene, qué forma adquiere y si es capaz de evocar algo; ahí es donde surge la prosa.

Esa prosa a veces es elaborada, aguda, refinada, ingeniosa o aburrida, absurda, rebuscada, poco cuidada, directa o sutil, personal o distante. Con la prosa se ofrece el producto al público con narrativas bien argumentadas o con retazos pero el fin es conectar con el público; mientras el público espera que al oler el perfume la prosa y el efluvio se complementen y formen un todo que no desengañe; que sea una de esas experiencias holísticas. Un ejemplo paradigmático fue el antiguo Opium de Yves Saint Laurent: frasco, fragancia y publicidad tenían la misma fuerza, convergían en una idea. Esos lanzamientos de espíritu tan compacto parecen cosa del pasado y puede que, en parte, sea porque las fragancias cada día son más transparentes, simples y «polivalentes», así que para publicitarlas se acude a la saturación con distintos elementos en juego porque alguno despertará interés , o se reduce todo a sugerir frescor a través de la juventud porque eso siempre atrae o se hacen anuncios llamativos, provocativos u horteras que nada tienen que ver con el perfume sino con la finalidad de atraer a un potencial consumidor.

En el sector niche la narrativa es una piedra angular para el posicionamiento de las marcas, caso ejemplar fue Kilian y L´Oeuvre Noire. Marcar la diferencia con una buena historia es clave y, si no hay historia, hablar de ingredientes de calidad es la siguiente opción o acudir al siempre útil tópico de las gloriosas décadas del pasado que se intenta resucitar. Normalmente las firmas optan por una u otra cosa pero The Different Company con Sublime Balkiss (2008) se decidió por todas; este perfume ha sido promocionado de muchas maneras, quizás porque realmente pueden leerse en él muchas cosas y quizás también porque resume muchas ideas. Al olerlo no cabe duda de que es todo un ejercicio de síntesis en el que se aprecian distintos rasgos clásicos de escuela y que tiene su propio encanto pero la referencia a la Reina de Saba a través de su nombre Balkiss no deja de ser algo asombroso…porque evoca exotismo, misticismo, orientalismo, porque es una figura mítica por su belleza y su sabiduría que imaginamos perfumada con algo suntuoso y matizado como un generoso ungüento o un aceite ceremonial. Quizás la idea última sea la rosa: miles de pétalos de rosa infusionados en un exótico aceite pero el perfume de The Different Company no tiene nada de untuoso. Al contrario.

De todos modos en Sublime Balkiss hay bastante rosa y, de hecho, una forma de leerlo es como un ejercicio en torno al olor de la rosa: hierba recién cortada, matices aromáticos, geranio y almizcle configuran a grandes rasgos el olor de una rosa, una idea básica a partir de la cual se van descomponiendo notas en matices hasta reconstruirla de nuevo como un olor transparente, tenaz y flotante de vegetación, jardines en flor o bosques en verano. Olores de la naturaleza. La rosa en la brisa.

De naturaleza se habla en todo momento en el perfume y en la prosa del perfume al hacer referencia a un viaje a Irlanda en el que Celine Ellena encontró un nuevo olor a lluvia, más fresco y más dulce que el de La Provenza y un viento ligeramente mineralizado que transportaba el olor amaderado y herbal del brezo. Fue el recuerdo de esta experiencia el que encendió la chispa y le dio la idea de crear un perfume de carácter chyprée que, en principio, sería para su uso personal.

Sin embargo, para mi, Sublime Balkiss es, en síntesis, Grasse y la escuela contemporánea de perfumeria que inicia Edmond Roudnitska. Diría más, es un ejercio muy analítico en torno a las posibilidades de los materiales que remite a Diorissimo; no tanto porque muy vagamente pueda recordar a este perfume como por el modo en el que el olor de la rosa es el punto de partida y se van desgranando sus facetas verdes y frescas hasta sugerir lirio de los valles y lilas. Igual que el clásico de Dior.

Y como el clásico de Dior tiene un acabado chypre pero lo consigue sin seguir el canon académico de aglutinar todas las notas en torno al eje bergamota-labdanum-musgo. Este es un perfume de factura moderna, sin musgo de roble y con contrastes menos pronunciados aunque evoluciona con suavidad, como ondas en el agua, como cabe esperar en un perfume chipre.

Se dice que Sublime Balkiss también quiere rememorar el Hollywood glamuroso de los años 40´s ¿debemos entonces pensar en un icono de la época como Femme de Rochas, un chipre frutal descendiente de Mitsouko? De los chipres frutales tiene el contraste entre el brillo penetrante de las notas afrutadas y las secas y aterciopeladas bases musgosas; pero la faceta frutal no se basa en lactones sino sobre todo en el absoluto de brote de grosella que, bien manejado, aporta múltiples matices que varían desde frescor herbal a licor de frutos rojos, moras y el toque verde y ácido del ruibarbo. A algunas personas les recuerda a Aqua Allegoria Pamplelune de Guerlain pero el parecido reside en el carácter que imprime en brote de grosella en salida. De otra forma, este acorde verde-frutal-cítrico, expansivo y expresivo, en contraste con la base almizclada-amaderada rica en patchoulí -un patchoulí verde pero también balsámico y ligeramente empolvado por una faceta de cacao- hace pensar en cientos de perfumes modernos inspirados por Angel (1992) de Mugler; pero porque Sublime Balkiss está lleno de verdor y transparencia, conecta mejor con Prada Amber pour Femme (2004): limpio, fresco, suave pero penetrante, con un aire oriental, de carácter tenaz y ligeramente masculino.

Pero Sublime Balkiss también tiene una importante faceta acuosa y floral con la lila jugando un rol principal. Como en muchos de los grandes bouquets del pasado la lila aquí sigue siendo una nota floral armonizadora que da volumen a lo rosa, al muguet y a la discreta violeta. La diferencia con los perfumes clásicos es que en lugar de ser una lila dulce, empolvada y anisada es una lila moderna, acuosa y con acentos marinos.

La lila tiene un carácter ambivalente hoy en día porque es una nota muy presente en fragancias funcionales, ya no es solo aquella romántica flor de primavera. En Sublime Balkiss el consabido filo cítrico-pinoso está presente y, hasta cierto punto, puede ser una sensación cabezona pero, al final, la nota guarda las formas y consigue imprimir un carácter bucólico al perfume al recrear ese efecto de humedad, reminiscente de una tarde de lluvia en cuyo aire los olores se amplifican. También aporta una faceta limpia y empolvada de jabón de tocador. Ese aspecto de humedad jabonosa es otro guiño a los clásicos perfumes estilo aldehídicor florales como Madame Rochas o chipres verdes florales como Eau de Soir de Sisley. En todo caso, aquí la lila no se limita a ser un olor limpio y floral «clásico moderno» sino que se inclina más hacia el lado moderno con esa vibración ozónica y ligeramente metálica que también encontramos en Pleasures (1995) de Estée Lauder.

He aquí otro aspecto legible en el perfume: la huella de la década de los 90´s con su abundancia de acordes ozónicos reminiscentes de mar, de océanos y de frutas de verano. De nuevo la idea de brisa recorre el perfume. Brisa marina con acentos salados que aportan un frescor prolongado. Algo del esquema básico con que se construyó Parfum d´Elle (1990) de Montana late en el perfume de The Different Company. El perfume de Montana también era chyprée y frutal con acentos ozónicos; era atípico y clásico al mismo tiempo, basando su carácter en el contraste entre verdor vegetal, cremosidad floral y tonos salados. Esa idea que quizás se puede seguir leyendo en Miss Dior (Chérie, 2011) de Dior en clave más sútil y por esto Sublime Balkiss puede seguir recordando a este otro perfume de Dior.

A nivel pragmático, el fin último de este perfume era crear una ilusión de perfume musgoso sin usar musgo de roble u otros materiales relacionados en la fórmula y, a través de esa «ilusión musgosa» evocar algo que transmite naturalidad, lo que es una característica en The Different Company. Así que, en el núcleo de toda esta historia, está el absoluto de hoja de violeta cuyas posibilidades se exploran a fondo. Al fin y al cabo, el musgo de roble recuerda a mar y a maderas al mismo tiempo y, el absoluto de hoja de violeta egipcio, tras su verdor, su olor a frutas acuosas y a violetas tiene ese recuerdo a aire húmedo de la brisa de mar. El patchoulí , una nota ya canónica para hacer un chipre moderno, refuerza la idea y añade al mismo tiempo una faceta apimentada y ligeramente masculina más tradicional junto con una faceta más suave y balsámica de cacao propia de una esencia fraccionada.

Así pues, ¿dónde surgen las ideas? Es difícil precisarlo, lo único que queda claro es que es un proceso que requiere tanto acción como reflexión. Sublime Balkiss es un buen ejemplo; detrás del perfume subyace un ejercicio académico pero es el interés por recrear la naturaleza donde reside la intención artística. En mi opinión más personal, todas las referencias a otros perfumes clásicos y modernos quedan superadas por esa sensación natural. El perfume logra la difícil tarea de evocar la primavera, en un sentido abstracto e intimista a la vez. No es tanto un jardín o un paisaje o un lugar concreto como la sensación transparente y prolongada del verdor que perfume la brisa en primavera. Esa brisa sugerente y a la vez indeterminada que es como una ilusión juvenil. Es tan cándido como el deseo de un verdor perenne pero es algo que te llega y con ello te quedas para siempre.

Momento musical: Primavera y Otoño, fragmento de Tormenta de Nieve de Georgy Sviridov. Es fascinante el modo en que Sviridov transforma el frescor tierno de la primavera en cálido y nostálgico aire otoñal, no?

Érase una vez un perfume: Le Baiser du Dragon EdP de Cartier.

12 viernes Ene 2018

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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almendra, almizcle, benjuí, cedro, chocolate, iris, patchoulí, perfume, rosa, vetiver


* Daños como llamas obra de Stephen Mackey.

Esta es la historia de un perfume que ha permanecido en el limbo de los líquidos aromáticos durante mucho tiempo y por eso puede que a veces resulte difícil de encontrar. Lo cierto es que no tiene un olor convencional; en realidad, es una rareza, así que fascina o repele por igual, pero es complicado dar con algo que se le parezca… como cosa curiosa que es podría emparentarse con otro perfume singular del mismo autor: Omnia de Bulgari. Olido con detenimiento puede entenderse como un estudio en torno a la esencia de vetiver cuyo extraño olor el perfume trata de ilustrar mediante la técnica de la lupa: matices y detalles resultan magnificados y dramatizados hasta el punto de dificultar la visión de conjunto. Así, la idea final de hacer un gran perfume de vetiver resulta elusiva.

El vetiver mismo tiene un olor chocante, intenso y contradictorio que revela sombras de lo más curiosas. Apimentadas y balsámicas, radiculares y ahumadas, con matices de regaliz y de whiskey, el recuerdo de las maderas a la deriva o incluso de los frutos secos y las galletas de jengibre recién horneadas o el frescor amargo del pomelo. A veces es brutal e intrusivo mientras otras induce a la meditación. Puede tener un acabado empolvado y afrutado pero lo que es seguro es que es un olor que te acompaña durante horas y cambia en cada piel de manera asombrosa. A partir de esos aspectos Le Baiser du Dragon (2003) toma cuerpo para mostrar un profundo y oscuro dulzor oriental, un dulzor distinto a cualquier otro dulzor típico; ni abusa de las intensas notas vainilladas de un clásico como Shalimar, ni rezuma azúcar y caramelo como todos los descendientes del pionero gourmand Angel de Mugler. Es gourmand hasta cierto punto pero tiene su propio acabado. Un aura oriental propia basada en la conjunción de lo dulce y lo amargo, con un filo áspero por momentos, algo ceroso y con un efecto general de bebida alcohólica que fluctúa entre el licor de almendras Amaretto -con matices de pistacho, cacao y almendras amargas- y el tono medicinal-ahumado-ambarado de un buen whiskey escocés.

Además recurre a la disonancia más que al fuerte contraste entre notas para crear un efecto atmosférico particular. De Alberto Morillas impresiona siempre en sus perfumes la forma en que estos evolucionan llenos de luz o mejor dicho de una luminosidad clara y brillante que recuerda a un sol radiante un día de primavera, pero en este perfume esa luz es más oscura, es casi crepuscular.

Resulta un líquido muy sensorial si se consigue pasar la prueba inicial: ese principio seco, concentrado y punzante en el que patchoulí y vetiver asoman desde la base y dejan ver esa faceta de maderas orientales más propia de los perfumes masculinos. Es un inicio algo agresivo -aunque no tan vibrante como puede llegar a ser actualmente un perfume masculino en el que reverberen notas de ámbar extremo- pero después se vuelve sugestivo y comienza a desplegar ese dulzor cálido pero a la vez seco tan inusual, llegando incluso a mostrar el punto de austeridad propio del vetiver. A veces también hace pensar en una rosa cremosa y en un licor afrutado, otras es como tierra seca y caliente, e incluso llega a insinuar en su oscuridad los concentrados efluvios de un gabinete de hierbas medicinales.

Vetiver envuelto en acentos gourmands, sin ser plenamente gourmand; así se resume su olor. Un oriental amaderado en toda regla. De cerca su olor puede percibirse como algo muy sólido y paradójico -como el aceite de vetiver- pero lo que proyecta en la distancia es el delicioso aroma cálido de los pequeños amaretti empapados en licor de almendras y, de forma más sutil, el de las naranjas confitadas bañadas en chocolate y el chocolate aderezado con pimienta. Son efectos palatables relativamente suaves pero atrayentes que dan al perfume un acabado único, y decir único aquí no es una expresión banal.

Le Baiser du Dragon brilla durante el crudo invierno mejor que en cualquier otro momento pero en lugar de evocar un suntuoso paisaje o un tierno recuerdo infantil como hacen otros perfumes de fantasía de estilo oriental, lo que consigue con su olor es algo tan reconfortante como intrigante. Más que un opulento perfume a veces parece un raro ungüento traído de Oriente o un denso jarabe de antigua fórmula basado en granos de almizcle y vetiver.

De allure oriental y frescor chic: La Femme Intense de Prada.

24 viernes Nov 2017

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ámbar, clavo, flor de naranjo, frangipani, iris, jazmin, nardo-tuberosa, patchoulí, perfume, pimienta rosa, Vainilla, vetiver

¿Quién puede definir con exactitud lo que es la femineidad? ¿Acaso es un universal?

La femineidad es un concepto moderno en el que se aglutinan los valores sociales concretos con la dimensión psicológica de cada mujer y, al igual que la personalidad, es en parte naturaleza y en parte conducta adquirida. Así que como concepto es dinámico y a la vez inasible, pero la gente prefiere aferrarse, así que no suele hablar de femineidad en términos abstractos sino en términos de conductas esperables asociadas a una moral dominante que poco puede tener que ver con el gusto propio y la expresión del mismo.

Pero aunque no haya una única definición de femineidad siempre habrá ese canon marcado por la sociedad que cambia muy lentamente y parece que nunca llega a transformarse del todo en algo totalmente nuevo. Esto es algo que incide directamente en la vida de las personas estableciendo usos, costumbres, estilos y expresiones válidas y aceptables para socializar.

Estas reglas y usos de cada época tienen un reflejo en el mundo de la perfumería. Un reflejo difuso e intrincado a la vez, pero menos accidental de lo que se pueda apreciar a primera vista.

En el s. XIX los olores se asociaban con un sentido de la moralidad muy explícita: los perfumes desprendían el elitista frescor de la Cologne con sus múltiples interpretaciones o hablaba el lenguaje de las flores (floriografía). Nadie pecaba contra esta regla si quería mantenerse en la buena sociedad. Pero por otro lado la fuerte industrialización finisecular, la masiva migración del campo a la ciudad, los nuevos paisajes urbanos con bellos paseos ajardinados por un lado y oscuros guetos por el otro suponían un caldo de cultivo caracterizado por una mayor polarización en la sociedad que hacía que las antiguas reglas del antiguo mundo comenzaran a resquebrajarse poco a poco hasta quedar totalmente obsoletas con la Gran Guerra que supuso el final de aquel mundo. El final de una época y el comienzo de otra significaron muchos cambios en el estilo de vida. Las antiguas fotografías nos dejan ver que corsés y crinolinas quedaban atrás pero no podemos apreciar como aquella sociedad pudiente que podía decidir entre Chanel o Lanvin sentía fascinación por la modernidad sofisticada de los perfumes abstractos y de fantasía.

Perdidos en parte los antiguos usos, surgía la necesidad de un nuevo lenguaje oficial que marcara la forma de presentarse en sociedad. Ya fueran las flores que la anchura del ala de tu sombrero, siempre era cuestión de que algo sirviera para establecer una comparación y crear un estereotipo en el que confluyeran viejas y nuevas ideas.

Los manuales al uso sobre el vestir o los buenos modales pudieron hacerse más «técnicos» pero el esquema subyacente vino a ser lo mismo, algo así como fisionomías asociadas a colores, colores asociados a virtudes, virtudes asociadas a olores, olores asociados a estilos de vida, estilos de vida que implican una forma de comer, de hablar, de peinarse…cliché tras cliché aglutinados para describir una personalidad, como si eso fuera algo totalmente dado e inmutable, pues así se creía entonces que era.

Aquella moda de los tipos no fue tal moda, aún perdura hoy en día y la publicidad se nutre de ella, pero tuvo su época dorada entre los años 20-30´s y 60´s en la medida en que toda mujer parecía ser de un tipo u otro y Hollywood contribuyó en gran medida a popularizar los estereotipos. De nuevo es el mundo de la imagen el que nos permite hacer una apreciación más directa y plástica de los hechos, pero la perfumería también se desarrolló bajo el influjo de los tipos. La idea podía ayudar a vender.

Frente a la conceptualización de los perfumes abstractos de Chanel, Jean Patou fue pionero en la idea de ofrecer perfumes para rubias, morenas y pelirrojas, asociando un tipo de olor a un color de cabello y suavizando la propuesta con el tamiz del romanticismo novelesco: cada perfume también representaba una fase del romance. Así publicitó sus perfumes creados en 1925 Que je sais?, Amour Amour y Adieu Sagesse. Rentabilizó la idea añadiendo vestidos para  cada tipo. Guerlain se hizo eco de la ocurrencia y en 1935 publicitó sus hoy ya clásicos L´Heure Bleue, Mitsouko y Liu para rubias, morenas y pelirrojas respectivamente mediante coloridos carteles ilustrados por A. Mouran Cassandre en los que resaltaba un sencillo eslogan: Eres su tipo? . Este modo de consolidar clichés asociando olores a caracteres no distaba mucho de la caracterización cinematográfica.

Los tipos siempre dejan fuera las características más personales y complejas porque sólo se basan en agrupaciones de rasgos que luego se asumen como inevitables y universales, aunque de vez en cuando sufran graciosas distorsiones. Pero la gente acepta los estereotipos con gran facilidad. A nivel personal porque describen rasgos y cualidades que pueden gustar y ser vistos como deseables -el cebo de la celebrity o el mito y el glamour de los iconos del pasado tienen un valor psicológico-; a nivel social también se aceptan porque la clasificación sin miramientos es un deporte muy humano que simplifica la interacción.

Es esperable que todo el mundo encaje siempre en algún lugar …pero ¿se pueden romper los clichés? Miuccia Prada sugiere esta idea en sus perfumes- y en su universo estilístico en general-, pero con La Femme & L´Homme y sus respectivas versiones Intense lo plantea directamente. No propone un discurso revolucionario sino una invitación sutil y pragmática para acercarse al perfume con otra mirada. El punto de partida es el propio cliché que se asume como propio e inevitable pero lo plasma con un lenguaje que obliga a mirar dos veces. Y esta es la clave, mirar dos veces.

Prada no propone escapar por completo del esquema habitual sino usarlo como base para construir un lenguaje de fusión entre facetas tradicionalmente femeninas y masculinas, poniendo en relieve matices diversos que acentúan diferente y, por tanto, amplían el campo de visión. Este uso de la fusión quizás sea más evidente en L´Homme & L´Homme Intense donde las notas cálidas y empolvadas de iris contrastan con especias frescas, cedro y ámbar; pero también es cierto que el mundo de la perfumería masculina es mucho más restrictivo en términos de olor y de aceptación de nuevos aromas más allá de las maderas ambaradas, las especias frescas o el cuero. Dicho de otra manera, si el mundo femenino sufre de estereotipos varios y dualistas, el masculino adolece de estereotipo único.

El lenguaje de raigambre clásica que Prada maneja y la perfumista Daniela Andrier ha ido puliendo perfume a perfume se apoya en tres pilares. Parte de un interés por expresar un estilo refinado más atemporal, se basa en un perfil caracterizado por dos materiales distintivos de la perfumería de lujo como son el iris y el ámbar y maneja el eclecticismo como recurso renovador.

El eclecticismo es importante porque es lo que rompe el estereotipo, permite experimentar e invita a pensar en la posibilidad de plantear un universo personal como lugar en el que conocerse mejor y comprender mejor las propias emociones forman parte del desarrollo, en vez de abrazar un dictado.

Pero el eclecticismo es sólo una parte del conjunto. Todo el universo Prada y su espléndido manejo de las sutilezas no estaría completo sin la búsqueda del refinamiento y esto se expresa con facetas limpias- a veces directamente jabonosas- envueltas en un frescor profundo y sedoso asociado al iris de forma más directa que a los cítricos y sostenidas por notas amaderadas ambaradas no necesariamente pesadas o excesivamente vibrantes pero si sólidas y moderadamente secas que dejan ver facetas ricas de ingredientes naturales. Es un sentido del refinamiento que parte de la mente , no de unas maneras y una pose y ese elemento intelectual que puede ser bastante rotundo recuerda a la visión creativa que Gabrielle Chanel tenía del perfume.

El estilo de los perfumes de Prada podrá gustar o no pero es notable que en el panorama actual, mientras las firmas más admiradas por su legado histórico parecen renunciar a sus estándares de calidad y sus señas de identidad, Prada hace lo contrario: apostar por una estética coherente y consistente.

Tan consistente como el carácter tradicional de los perfumes florientales basados en combinar flores blancas, especias y ámbar y en los que cabe poca variación. En ese sentido, La Femme Intense (2017) es un flororiental con algo más interesante.

Como su predecesor La Femme (2016) la idea es romper clichés de la manera más veraz: la femineidad no la representa una sola mujer -no es un tipo- sino distintas mujeres. Es una invitación a cultivar el estilo propio. La idea puede parecer muy obvia -y lo es-, incluso suele ser un lugar común en las conversaciones sobre estilo y moda pero, en realidad, se practica poco la búsqueda personal porque puede tener un coste social elevado. Pero en este caso la subversión incluye el contexto. Lo que Prada plantea, en último lugar, es que defender nuestra gracia y nuestras emociones es una decisión propia que forma parte del desarrollo personal y también es una forma de demostrar que se tiene clase y elegancia.

En términos de perfume esto se traduce en un mundo de sutilezas pero partiendo de las flores- más aún de las flores más dulces- el elemento distintivo de los perfumes femeninos por excelencia. Así, en La Femme todo es aparentemente juvenil, con un perfil de flores mantecosas y frutas tropicales, pero no se presentan claramente como tales sino jugando a dibujar con fluidez y naturalidad matices vagos y delicados de flores blancas; sin embargo, la proyección del perfume es importante y contrasta mucho con la ligereza de las notas…algo realmente tropical. La Femme es fresca por momentos y tiene un brillo dulce de melocotón que redondea las flores con un acabado jugoso pero hay una faceta melosa más primitiva que aporta el acento carnal al fondo verde y jabonoso del perfume. Con su vaguedad de notas frescas y solares, especiadas y animalísticas funciona como algo versátil y confortable que, pudiendo gustar a mucha gente por ser bonito y sencillo, también ofrece algo diferente en esa mezcla de imprecisión y osadía.

La Femme Intense (2017) deja atrás esa vaguedad y se acerca más a la piel: no proyecta tanto pero es más rica en contraste y color. Expresamente más exuberante, se dirige a quien gusta de la riqueza de matices porque estos añaden la profundidad y definición que enriquece la experiencia. Así que esa sensación emergente de aire tropical que inunda La Femme aquí se concreta más en una tuberosa solar muy saturada de luminosidad gracias a un rico ámbar y cuya deliciosa dulzura floral el iris realza con generosidad.

Lo interesante en el perfume es la mayor dimensión oriental que adquiere al facetar el ámbar con una impotante dosis de patchoulí y la calidad del mismo. Así, mientras en un floriental más tradicional el acorde floral tiene más peso, aquí las flores representan la parte radiante de un tema más insondable y sensual. El acento es diferente.

La faceta floral no proyecta un olor abrumador de flores blancas sino que exhala el aroma de un licor de flores dulce, reconfortante y profundo. El bouquet parece un mosaico cuyas teselas dibujan la figura mediante gradación de tonos en lugar de usar un fuerte contraste para diferenciar volúmenes; los tonos van desde brillantes amarillos y blancos cremosos que acentúan elementos florales de forma directa a fragmentos dorados que crean un aura más luminiscente e introspectiva.

Pese a que puede leerse como una tuberosa moderna -solar, ligera, limpia y tersa- elementos distintivos de otras flores se presentan alternativamente en el perfume. No se trata solo de los recuerdos a otras flores blancas que el complejo olor de la tuberosa podría mostrar, sino de algo más visible. El más sorprendente por su veracidad es el frangipani que introduce la cascada de referencias florales con una característica mezcla afrutada y balsámica de rosa y flor de naranjo; a ratos puede apreciarse el vago matiz a jacinto del jazmín Sambac y el corazón cremoso y especiado del ylang-ylang que ocupa un lugar importante en el perfume junto con la faceta afrutada, reminiscente de uvas, de la flor de naranjo.

Son flores radiantes sin resultar evidentemente indólicas. Dejan atrás el consabido cliché de la dualidad de las flores blancas y se presentan envueltas en un frescor verde y anaranjado que aporta delicadeza y familiaridad. También hay abundancia de matices frutales -no tan jugosos y tropicales como en La Femme, sino más bien confitados- que recuerdan al melocotón, las cerezas y el albaricoque. Sutiles pero suculentos. El carácter festivo de las flores se complementa con ámbar e iris. Un iris dulce, casi meloso, y ligeramente empolvado que realza mucho el bouquet mientras aporta un carácter más elusivo, atemporal y lujoso.

El ámbar, siguiendo el estilo de Prada pour Femme (2004) es translúcido, brillante, cremoso y sedoso, ligeramente vibrante e intensamente irisado pero sin la palpable referencia palatable a Angel de Thierry Mugler, aún así a veces parece oler a chocolate o mejor aún a bombón de licor. Es un ámbar bien redondeado con vainilla (nota discreta pero eficaz) y sombreado con el elegante efecto seco de maderas preciosas que aporta el vetiver. Pero es el patchoulí el que marca el compás y lleva el perfume hacia un territorio de oriental moderno más fresco y luminoso. Es el material que caracteriza el perfume con un efervescente dulzor herbal y esa complejidad suya así especiada, balsámica, vinosa y empolvada que refuerza la calidez dorada del perfume. Es el tipo de patchoulí de calidad afrutada que brilla en los perfumes de Chanel modernos. De hecho, La Femme Intense puede recordar a Chance EdP, a Coco Mademoiselle y especialmente a Allure Sensuelle EdP (sin la nota de incienso). En cada uno de estos perfumes un torbellino de flores reviste con tejido de distinta tonalidad un núcleo de ámbar cristalino facetado con ese patchoulí limpio y afrutado. La Femme Intense es más redondo, cremoso y festivo pero mediante la sutileza en los detalles y el frescor en el acabado intenta modelar lo mismo: un estilo chic.

Flip Flop review: Aqaba Classic de Miriam Mirani

11 viernes Ago 2017

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aldehídos, almizcle, canela, clavo, geranio, incienso, melocotón, patchoulí, perfume, rosa, té verde

De aquellos perfumes de rosas gigantes de los 80´s Aqaba Classic (1998) tiene un aire. Entre recuerdos de Coco de Chanel, Opium y Paris de YSL y el posterior Asja de Fendi deja ver una rosa especiada, engarzada en incienso y patchoulí.

El modelo de inspiración es la rosa de Taif, una de esas rarezas cuya esencia escasea. Un tipo de rosa que a menudo se esboza en perfumería con una faceta especiada entre clavo y pimienta pronunciada; cierto que se parece en este aspecto a la damascena, que tantas veces se usa en sus recreaciones, pero la especialidad de Taif, igual que la de Grasse, tiene un algo…una ligereza, una luminosidad y una suavidad que la transforman en un olor particularmente calmante y gentil.

Es curioso como en Aqaba Classic se conjuga toda esa riqueza y saturación propia de los perfumes de décadas pasadas con ese brillo y ligereza aérea de la rosa que gravita y se expande desde el centro mismo del perfume. Es la característica más notable de esta composición la que causa admiración: esa rosa compleja, ligera, balsámica y especiada pero vivaz y fresca, femenina pero algo ingenua cuando llega a oler a melocotón, cuyo aroma produce un efecto de bienestar. Ese efecto de sentir a la vez la concentración y la relajación.

Sí, puede parecer una locura de perfume porque en él hay tantas notas y tantas referencias…pero milagrosamente encuentra el equilibrio y se desarrolla de un modo más ágil de lo esperado. Cumple la promesa de evocar la rosa de Taif, símbolo de las exquisitas rosas de Oriente, pero el perfume en conjunto es pura orientalia, una fantasía occidental que ilustra imágenes propias de un pasado idealizado a través de materiales exóticos usados en antiguas tradiciones sacras y, de fondo, la mítica figura de la Reina de Saba, inspiración última de Miriam Mirani. Así, entre los aldehídos y el pungente clavo surge un efecto ahumado: el olor del incienso consumiéndose, una imagen vívida y extraña para presentar un perfume. Las brasas se calman con la rosa, que refresca el corazón del perfume; la canela la acompaña y junto a ella casi llega a expresar el dulzor de una confitura de frutas, de hecho, una importante nota de melocotón acompaña a la flor durante un rato, hasta que el perfume cambia; la rosa se vuelve más coqueta y empolvada -recordando un poco a Paris de YSL-, se refresca y rejuvenece aún más con un toque de hojas de té y el apoyo del patchoulí que le aporta sombra y humedad. La base se va haciendo cada vez más familiar con almizcles que asoman pero aún es lo bastante rica como para mantener el carácter.

Aqaba Classic es un perfume de larga evolución y gran fijación, por no hablar de una importante proyección recomendable para quienes realmente aprecien el estilo de perfumes como Opium o Coco pero busquen algo un poco más luminoso y expansivo. También es un buen punto de partida para reflexionar sobre cómo el concepto de perfume nicho ha ido cambiando a lo largo de las décadas o, en un nivel más particular, cómo el estilo de Thierry Wasser ha evolucionado desde sus días en Firmenich cuando componía perfumes en la línea de Aqaba o Dior Addict hasta la actualidad trabajando para Guerlain en cosas como Oud Essentiel donde de nuevo aborda la orientalia centrada esta vez en la combinación oud-rosa, ahora más actual en el mercado occidental. Pero de verdad que lo mejor de todo es disfrutar del perfume, porque es de lo mejor en su estilo.

Momento musical: Nuits d´Espagne por Dalida, quien se dice que tenía Opium de YSL entre uno de sus favoritos.

Flip Flop review: Versace pour Femme Oud Oriental.

11 jueves May 2017

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almizcle, azafrán, ámbar, Heliotropo, patchoulí, perfume, pimienta, rosa, sándalo, Vainilla, violeta

Al más puro estilo perfume de diseñador Oud Oriental (2013) está hecho para gustar y ser llevado por el mayor número de gente posible. Como tal, no es un perfume de oud propiamente dicho, sólo algo reminiscente del acabado seco, amaderado y ligeramente ambarado que los perfumes occidentales inspirados en el oud suelen exhibir. Es la faceta más popular del oud en el mercado generalista lo que aquí se plasma con el singular efecto añadido de frutos secos que algunos acordes de oud muestran por intervención del patchoulí.

Unido a esa faceta oud por aproximación basada en el mínimo común denominador, encontramos lo esperable para completar el cuadro: rosa y sándalo, pero la rosa y el sándalo más etéreos que se puedan imaginar, junto a una vainilla blanca, translúcida incluso, y vagos recuerdos de almíbar. Oud Oriental se nutre más del glamour que evoca la palabra Versace y la moda por las maderas desestructuradas que de ese tradicional y precioso material que es el oud.

Este perfume es como un fragmento de perfume oriental más que una historia completa, pero lleno de pinceladas de distintos colores, agradables de por si pero que en global no termninan de formar un conjunto característico. Pinceladas que insinúan azafrán unido a un vago efluvio coriáceo, el toque refrescante de las violetas junto a sombras de verde acuoso y especiado que insinúan melón y pimienta, aportando el punto de contraste necesario para que el perfume tenga cierta sustancia.

Queda claro rápidamente que sin que aumente mucho la complejidad del perfume, lo que no van a faltar son las referencias a esto y aquello, pero todo está muy diluido. Y para completar la paleta de lo super agradable y fácil de llevar, una envoltura de heliotropo tímidamente anisado reforzando esa textura glaseada del perfume que ayuda aún más a difuminar notas y aumentar ese efecto de cosa inconcreta y lejana.

Las alusiones a las ricas especias, exóticas resinas y preciosas maderas que en las antiguas rutas comerciales se transportaban como tesoros, toda esa suntuosidad, Oud Oriental la concreta en su frasco dorado. El jugo, sin el repiquetear frutal ni el brillo ajazminado, es como un Lady Million a la oriental: etéreo, laxo e inmaterial mientras muestra un poco de todo aquello que gusta fácilmente, los matices afrutados, lo lechoso del sándalo y el almizcle, la vainilla, el contraste del frescor especiado y, acompañando ese fondo amaderado y radiante, algo ligeramente medicinal para que no se diga que no se intentó darle un toque de algo…

Si es que se le puede considerar un perfume de oud, es un oud muy fácil de llevar. Un jugo pop e incluso bonito para las chicas jóvenes que intentan distinguirse un poco de su grupo y dejar atrás la marea de florales frutales que se siguen ofreciendo sin piedad.

Una narrativa: Soir d´Orient de Sisley.

04 martes Abr 2017

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azafrán, bergamota, cuero, geranio, incienso, limón, patchoulí, perfume, pimienta, rosa, sándalo

Una narración es, a fin y al cabo, lo que un lector concreto entiende que es, porque leer significa implicarse con la mente. En este sentido la olfacción puede equipararse a la lectura y tendríamos que decir que un olor será lo que la persona entienda que es según su experiencia y conocimientos pero añadiendo algo más: el esfuerzo consciente de poner nombre a las cosas y de cultivar la objetividad para poder desarrollar un criterio más allá del «me gusta» o «no me gusta» .

Nunca es un ejercicio fácil intentar cultivar la objetividad y tampoco es baladí, de hecho es una ardua pero importante tarea que combate el embrutecimiento y tal como va la sociedad dominada por el impacto emocional y la búsqueda incesante de estímulos, esforzarse por ser más objetivo representa un gesto cívico. Curiosamente en el proceso de buscar la objetividad hay que alimentar la propia identidad, conocerse mejor, a la vez que querer conocer la alteridad.

Así que si hay algo realmente bueno que yo resaltaría en la disciplina de educar el olfato es precisamente la posibilidad de dejar de lado el mundo de las generalidades más superficiales para entrar en uno más personal en el que el olor reclama la atención consciente elicitando ideas que hay que intentar expresar con las palabras más adecuadas: buena gimnasia para la mente, especialmente para mejorar el control de impulsos. Igual que en una narrativa los elementos van surgiendo a lo largo del texto, sembrados aquí y allá, y nosotros al leer debemos ir encontrado la relación, especialmente en las historias de aire oriental donde las cosas son más indirectas, intrincadas, laberínticas y profusas en detalles, exigiendo una mayor participación durante la lectura.

Al probar un perfume el aspecto narrativo es muy importante, pero aclaremos que lo narrativo no es algo añadido -no es el marketing publicitario que rodea al perfume- sino la fragancia en si misma y su capacidad para despertar la imaginación. Y la imaginación se puede despertar porque todos tenemos una base de datos con la que jugar que incluye la memoria olfativa y también una capacidad de respuesta instintiva ante determinados olores. Tiene mucho que ver con la fantasía, sino todo, así que, al final, un perfume es lo que una persona concreta entiende que es.

Pongamos un ejemplo con el que es fácil comprobar la importancia de cultivar la objetividad. Soir d´Orient de Sisley brinda esta oportunidad por dos razones: por un lado se ha construido partiendo de otro perfume anterior, pero por otro lado al ser un jugo rico en matices y de perfil muy característico es mucho más fácil de comparar que si solo fuera otra insulsa fragancia más.

La primera impresión al oler Soir d´Orient fácilmente se puede resumir así: «Eau de Soir a la oriental» o afinando un poco más «como Eau de Soir y algo más». Esta segunda expresión es mucho más auténtica y fiel a la experiencia incial, mientras que la primera es un elaboración posterior pero algunas personas ya asumirían esta frase como la última palabra a decir, una especie de último juicio y también una clara declaración de que no van a poner más interés en seguir indagando en el olor.

El propio frasco ya indica por donde van las cosas: con Soir d´Orient la idea fue crear una variación a partir de ese clásico chipre floral basado en flor de naranjo y seringa que es Eau de Soir. Lo interesante es olerlos juntos y atender a las diferencias intentando concretar que es ese «algo más».

Ese algo más parece tener un sabor más oriental, se presenta más oscuro y sinuoso, pero no llega a ser totalmente oriental porque, en el fondo, conserva una estructura chypré. Es interesante pensar que entre la familia de perfumes chipre y la de perfumes orientales hay un espacio, una especie de tierra de nadie, que permite muchas posibilidades. Un área que siempre da pie a renovaciones en el campo de la perfumería, desde Shalimar hasta La Petit Robe Noir de Guerlain pasado por Aromatics Elixir de Clinique o Portrait of a Lady de Frederic Malle…todo girando en torno al ámbar y sus declinaciones.

Así pues, dejando la impresión rápida y fácil atrás y sumergiéndonos mejor en las propias sensaciones podemos apreciar que en Soir d´Orient la oscuridad rica y envolvente está saturada de acentos especiados y tonalidades amaderadas y balsámicas que fluctúan con serenidad alrededor de un corazón floral de rosa turca -esa rosa más especiada y angular- refrescada con geranio. Tiene el embrujo de una rosa negra.

Sin duda, la calidad de la faceta especiada destaca por su buena definición. Basada en el contraste del cálido azafrán y la más refrescante pimienta negra, esta faceta va más allá de lo que normalmente encontramos en un perfume especiado, es rica e intensa -al estilo de los perfume Amouage- y marca mucho el carácter del perfume. De hecho, sin esa prominencia de especias Soir d´Orient podría parecer como otro perfume occidental inspirado en la tradición árabe estilo Midnight Oud de Juliet Has a GUn o Aoud Queen Roses de Montale: propuestas con un sabor más neto y literal. Sí, todo hay que decirlo, Soir d´Orient juega con esa idea e incluso a veces parece surgir una nota de oudh en el perfume. Siempre esa sensación de «algo más»

Algo más como el incienso susurrante unido al azafrán creando juntos una sensación final de cuero y el patchoulí, con su característica profundidad húmeda y amaderada a la vez, que tanto puede reforzar el acorde oudh como rememorar la tradición de un chipre animalístico, aunque el perfume no llega a ese extremo en ocasiones se insinúa. Así, mientras por un lado tenemos una rosa a la árabe, por otro disfrutamos del refinamiento de una rosa chyprée pero, el cuero, en este caso seco y con ese punto oscuro y amargo, parece el tema último del perfume. Al menos determina una trayectoria que podríamos describir como de boomerang, porque tras todo ese trayecto por parajes exóticos de rosas, especias, incienso, y maderas preciosas volvemos al territorio más clásico y reservado de los perfumes chipre, donde el cuero jugaba un rol casi tan importante como el musgo. Así, aunque Soir d´Orient está construido evidenciando su época con un acabado más limpio y ligero, proyecta una sensación de gravitas de la que carecen un gran número de perfumes hoy en día que lleva a la mente a pensar continuamente y algo más.

Momento musical: Lovely Spring interpretada por el maestro del duduk Djivan Gasparyan.

Potencia de rosa: Paloma Picasso Mon Parfum.

06 lunes Feb 2017

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almizcle, ámbar, bergamota, clavo, cuero, geranio, patchoulí, perfume, rosa, tabaco, vetiver, ylang-ylang

paloma-picasso

Las tendencias en moda apuntan hacia un revival de los 80´s: de nuevo un intento por revivir el oversize, las grandes mangas afaroladas, los volantes por doquier,etc,etc,etc…pero hoy todo son tendencias, lo cual resulta escalofriante porque nada más alejado del concepto de estilo que las modas pasajeras. Curioso es que en los ochenta, quienes los vivieran lo saben bien, los iconos de la moda más ligados a la cultura pop podían jugar con las extravagancias que les brindaba el diseño y aún así convertirlas en una expresión de su propio estilo. Ni que decir tiene que entonces, como ahora, podía haber mucha frivolidad pero aquella gente proyectaba la sensación de que el arte y música en especial podían mejorar el mundo y que el vestir, como otro modo de expresión más, representaba una auténtica declaración de principios. Aquella forma de vivir la cultura era algo que estaba en el aire igual que ahora el ocio sólo parece limitarse al exhibicionismo más burdo y el griterío más zafio.

En fin, entre aquellas estéticas destacaba una especialmente rotunda a la hora de expresar femineidad consistente en combinar prendas de corte más masculino, estructurado e incluso arquitectónico con grandes y poderosas piezas de bisutería o joyería. Aquello -que ahora también vuelve aunque más asociado a un perfil gamine que a la exuberancia natural- era entonces el modo ultra chic de declararse poderosa e independiente. Quizás porque ella siempre ha diseñado joyas con mucho carácter yo siempre he acabado asociando ese modo de usar el patronaje masculino para expresar sensualidad con Paloma Picasso y su perfume.

Hoy en día la fórmula ha sido rebajada en potencia, riqueza y difusión; de hecho, un descendiente directo como es Soir de Lune de Sisley, aunque más brillante y refinado en sus detalles, lo supera en términos de proyección; pero Mon Parfum conserva su carácter y sigue siendo uno de esos perfumes para desplegar poderío.

Su perfil aún gravita entre un fougére oriental y un chipre floral animalístico sin que quede del todo claro el tema, pese a que en el pasado su desarrollo era más musgoso esta indefinición era una de sus características. Sí, Mon Parfum (1984) expresaba exuberancia a base de acompañar el tema principal de rosas y mimosas melosas con un poco de todo, y como muchos perfumes de aquella década su acabado era rico en notas animales y amaderadas.

La sensación de perfume potente lleno de notas perdura en la versión actual y aún puede calificarse de perfume barroco en el sentido de que las facetas están tan llenas de matices que casi pierden agudeza. Aquello de la saturación era muy años 80 pero las raíces del perfume podemos buscarlas en la década anterior, cuando muchas fragancias tenían como eje central una buena dosis de Hedione, un acorde complejo de rosa acompañado de geranio y una base rica en maderas donde destacaba el patchoulí, el vetiver y el iris. Perfumes como Coriandre de Jean Couturier o Aromatics Elixir de Clinique son ejemplos de esto.

Junto a coetáneos como Caesars, La Perla y, especialmente, Knowing de Estée Lauder, tiene ese carácter de rica rosa melosa rodeada de calidez animal pero en su fórmula original añadía un toque afrutado-aldehídico y un halo de flor blanca que lo hacía más fresco y luminoso. En realidad, el perfume de Paloma Picasso era un poco más de todo: más especiado incluso desarrollando una nota de clavel, más almizclado, rico en castóreo y pleno de tabaco, ambarado, bastante musgoso y salpicado de verdor floral mediante notas de jacinto, lirio de los valles y angélica.

Hoy más rebajado, especialmente menos meloso y animalístico y sin que sea evidente el aspecto afrutado ni el musgoso, Mon Parfum sigue siendo uno de esos perfumes que dejan huella. A quien le guste el revival de los 80´s y quiera, como ahora mucha gente hace, volver a usar un perfume del pasado, prueben eso de la moda tan masculina-tan femenina y añadanle el perfume de Paloma Picasso. Ya me contarán.

Momento musical: Na neh nah de Vaya con Dios.

De impresiones y oscilaciones: Elixir des Merveilles de Hermès

19 lunes Dic 2016

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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ámbar gris, caramelo, cedro, haba tonka, musgo, naranja, patchoulí, perfume, roble, sándalo, vetiver, whiskey

EdesM06

Suave, empolvado, oscilante, con trazas boscosas, finamente lechoso y afrutado, con trazas marinas, raro… el ámbar gris es un material fascinante cuya tintura ha sido usada tradicionalmente como unificador en perfumería. Al igual que el musgo de roble tiene una faceta oriental amarga y un carácter ambivalente que habla de la tierra y el mar al mismo tiempo. Pero mientras el musgo ha sido siempre más popular y tangible, el ámbar gris ha continuado como especialidad de la alta perfumería.

Aún existen farmacias, que fabrican sus propios perfumes o comercializan fórmulas locales, en las que se pueden encontrar frasquitos de «Musgo de». Antes podía ser algo tan típico irse de viaje y traer un frasco de perfume de musgo del lugar de recuerdo como comprar un plato de cerámica o cualquier otro producto de artesanía. Y los perfumes basados en un acorde ámbar son todo un clásico de la perfumería, ya se sabe. Pero lo que resulta más excepcional es un perfume centrado en recrear de alguna manera la complejidad del ámbar gris, de igual modo que Musc Nomade de Annick Goutal o Muscs Koublaï Khän de Serge Lutens hacen, de forma totalmente opuesta, con el almizcle.

Eau des Merveilles fue la primera propuesta clara que trabajaba sobre esa idea. Basada en un acorde amaderado, con una importante dosis de musgo y sal, sosteniendo una faceta cítrica anaranjada muy refrescante; pronto se convirtió en un favorito de quienes prefieren un olor tonificante y complejo alejado de la tradicional Cologne.

Elixir des Merveilles (2006) continua con esa idea, de hecho profundiza más en ella y ofrece un perfil más próximo aún al material. Se podría decir que Eau des Merveilles ofrece el esqueleto y las distintas versiones de la saga van añadiendo y profundizando en unas u otras facetas. Por eso, muy a menudo, Elixir des Merveilles es descrito como un perfume raro: es menos claro, menos fácil de leer porque remite a algo poco conocido. Aún así, en su estructura, mantiene la referencia clara y clásica de los perfumes chyprée, especialmente de los chipres verdes que dominaban el panorama en los años 70.

Siendo fiel a esa idea original de crear una impresión refinada de ámbar gris busca no sólo los matices de olor sino también el comportamiento oscilante del olor. Ahora es como un bosque húmedo con cedros y pinos, después como la brisa marina. Ahora recuerda al sándalo balsámico y almizclado, después al caramelo. Es vainilla y espuma de mar. Leche y alcanfor. Rosas y algas. Delicadamente empolvado. Infinito. Radiante. Astringente por esas vetas amargas de heno y tabaco, con un fino toque afrutado reverberando. Pero todo esto es muy sutil, difuso y a la vez persistente. Este juego entre suave y tenaz que es clave para definir el ámbar gris es uno de los aspectos más logrados del perfume.

Sí, la oscilación es su mayor logro pero también su mayor pecado. Convierte al perfume en algo estiloso pero a la vez raro y distante y así, el público en general, ve Elixir des Merveilles como un perfume que no se puede llegar a describir con exactitud, sensación esa un tanto incómoda. ¿Habéis escuchado alguna vez la charla de Mark Bowden «The importance of being inauthentic»? Describe escenificando como las personas nos clasificamos unas a otras basándonos en rasgos que delatan la pertenencia o no a la tribu. Pues con los perfumes ocurre un poco lo mismo: buscamos lo que nos habla de la tribu, buscamos lo similar y normalmente creemos que eso está en nuestra biografía pero ontogenia y filogenia convergen de forma curiosa en nuestras elecciones. Y el ámbar gris es algo raro, raro, raro…

Elixir des Merveilles, para dar forma a esta rareza, se asienta en una estructura chyprée: salida cítrica versus fondo musgoso ambarado y facetas resinosas como aglutinante. La nota cítrica en esta versión sigue siendo anaranjada pero menos fresca que en Eau des Merveilles. Así, aún teniendo un efecto efervescente y ligeramente metálico, hace pensar en las cortezas de naranja confitadas bañadas en chocolate y en los kumquats confitados. El chocolate seguramente es un efecto pero no es un adorno sin más, legendaria es la receta del chocolat ambrè como afrodisíaco; son notas con afinidad, aunque el chocolate prácticamente combina con todo. También hay una nota floral empolvada muy abstracta que une distintos matices siendo parte iris, parte lirio de los valles y parte rosa. En conjunto, para mi nariz, es sobre todo rosa verde, húmeda y musgosa con un toque de clasicismo inconfundible. Las resinas balsámicas aportan ese característico tono cinámico con trazas de vainilla y, lo que oficialmente se describe como un acorde de azúcar vainillado en la práctica es otra de las sutilezas que acompaña la faceta cítrica creando un suave fondo azucarado.

La base, sin embargo, es poderosa. Oscura y amaderada, tiene por un lado una fuerte presencia de patchoulí, vetiver y notas de cedro que recuerdan un poco ese aspecto seco-verde-amargo de Terre d´Hermès. Cuando la tierra se enfría y llega el invierno, este aspecto más austero es más dominante mientras que en un contexto más cálido las notas amaderadas se hacen más cremosas y emerge el sándalo y el haba tonka. La otra parte importante de la base es la faceta musgo: una recreación a base de tintura de roble y Evernyl -o similar-, combinación parecida a la que se puede apreciar en Vanille Insensée de Atelier Cologne. La tintura de roble da tonos de corteza con suaves toques de vainilla ahumada y algo licoroso muy vago que en el perfume resulta perceptible y elusivo a la vez. El Evernyl añade algo aterciopelado que sugiere sensualidad.

A grandes rasgos, Elixir des Merveilles se puede leer como un perfume amaderado especiado adornado con naranja y de acabado seco. Pero al final sugiere muchas cosas, entre las más curiosas pueden leerse aspectos de cuero y piel salada, a la vez que deja una impresión ligeramente medicinal que recuerda hasta cierto punto el rastro que deja la turba en el whiskey. Especialmente de aquel whiskey en cuyo proceso de fabricación se ha usado turba recogida cerca de la costa y que conserva el regusto marino de alguna forma. Existen versiones más finas y suaves de esta bebida, especialmente cuando es de producción irlandesa, como por ejemplo el popular Connemara mientras que otros brebajes tienen los aspectos de turba muy marcados y resultan áspero al paladar, como el famoso Talisker, así que depende de lo que cada uno conozca podrá o no leer esta faceta pero para mi gusto este perfume de Hermès está más cerca de la limpieza de los destilados irlandeses. De todos modos la sensación whiskey está ahí como otra oscilación más del perfume. Otra impresión más.

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