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Olibanum: cuaderno de perfumes

Olibanum: cuaderno de perfumes

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Érase una vez un perfume: Oro de Roberto Cavalli.

05 sábado Ago 2017

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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albaricoque, almizcle, canela, cedro, guayaco, iris, manzana, miel, perfume, pimienta, sándalo, Vainilla

Ya casi había olvidado que tenía aquel libro cuando, el otro día, dispuesta a cumplir con mi hábito de releer, mi atención se dirigió a él. Allí estaba, un pequeño tomo de tapas blandas con una hoja señalada.

Es curioso como cosas olvidadas pueden volver a tu vida inesperadamente y obligarte a pensar en cosas que normalmente obvias: cómo eras, cómo has cambiado y como algunas cosas siguen siendo igual que antes. Allí, olvidado entre las páginas del libro estaba un secante que ya sólo huele a libro antiguo pero que con verlo, evocó un perfume. Estaba allí señalando una página con una cita subrayada:

¿Qué son «La Tempestad», «Troilo y Cresida», «Los gentiles hombres de Verona», «Las alegres comadres de Windsor», «El sueño de una noche de verano», «El cuento de invierno»? Son la fantasía, son el arabesco. El arabesco en el arte es el mismo fenómeno que la vegetación en la Naturaleza. El arabesco nace, crece, se anuda, se exfolia, se multiplica, se vuelve verde, florece y atrapa en sus ramas todos los sueños. El arabesco es inconmensurable; tiene un inaudito poder de extensión y crecimiento; colma los horizontes y abre otros nuevos horizontes; intercepta los fondos luminosos por medio de innumerables cruces. Y, si mezcláis a este ramaje el rostro humano, obtendréis un conjunto vertiginoso; es una conmoción. Cita de Manifiesto romántico de Víctor Hugo.

Era el secante del primer perfume de Roberto Cavalli (2003), aquel de frasco estilizado y tonos plata coronado por una serpiente enrollada. Esta silueta estaba grabada en el papel y, aunque no conservaba nada de la fragancia, tampoco hacía falta. La impresión de aquel perfume aún la puedo evocar de memoria. Parecía al principio algo extraña e incluso disonante pero después era suave, afrutada y evolucionaba de un modo intrigante, con un sillage ligero y expansivo en el que se revelaban notas de cedro, almizcle y sándalo con un filo acuático. Aquel perfume era paradójico: seco pero jugoso, dulce y luminoso, con sutiles acentos de manzana fresca. Aún pienso que aquel perfume asumía ciertos riesgos y que, de alguna manera descendía de Feminité du Bois: cedro, frutas, canela…pero con un aire más juvenil.

Oro (2004) fue el capítulo siguiente, también firmado por Maurice Roucel; mismo frasco pero tonos dorados para una reinterpretación más lujosa y atemporal, pero también más caleidoscópica: puede leerse como un ámbar suave, cremoso y especiado; como un oriental amaderado con etéreo y afrutado sándalo o como un floriental en el que la glicina -esa flor que se debate entre miel, humo, pimienta y mandarina- y la freesia -apimentada y húmeda- son protagonistas, en clave delicada, sostenidas por suave vainilla, guayaco y un sutil toque meloso que redondea la base ámbar.

Sea como sea en conjunto Oro es un perfume deleitoso, con todo lo bueno y raro del primero pero más redondeado. Aquí se lee fácilmente esa nota de manzana crujiente y refrescante que a ratos juega con la faceta empolvada a traer recuerdos de la infancia, incluido un tímido recuerdo a manzana caramelizada. Esa faceta frutal está ahora más presente aún y se redondea con el dulzor voluptuoso del albaricoque y se contrasta con un frescor alimonado y floral de magnolia. Pero ninguna nota destaca encima de otra, todo está concatenado mediante matices y pequeños contrastes. Así que junto a la fruta, las especias: canela, pimienta y vainilla. El conjunto es sedoso, almizclado, cremoso, empolvado.

Ni Oro ni su antecesor siguen en producción. Sólo con paciencia pueden encontrarse en tiendas online pero catorce y trece años después siguen aportando un aura inconfundible.

El filo incandescente: La Fille de Berlin de Serge Lutens.

21 miércoles Ene 2015

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almizcle, azafrán, cedro, ciruela, frambuesa, manzana, perfume, pimienta, rosa, sándalo, violeta

rosaroja

Esta rosa es tenaz. En medio del frío invernal que llena todo de silencio y quietud, ella se empeña en recordarnos el reverdecer en primavera, haciendo que el frío parezca menos gélido, más vivaz y prometedor. Esta antigua rosa rosa, tan intensa como compleja, se arrebata por el calor de la piel y, como el metal incandescente, enrojece.

Esta rosa cuya savia es como lava persiste en su promesa anunciando que llegarán las tardes de verano en las que la tierra caliente rezume perfume. Lo dice dejando que sus pétalos aterciopelados expandan generosamente su fragancia envolvente. Ahora es de un rojo rosado muy intenso, como carmín de garanza.

En el centro de esta rosa ya casi granate estambres como dagas de hierro bien templado rebanan el aire con su intenso olor almizclado. La flor se ha vuelto combustible. Si acercas la nariz te embriagas. Tal es su poder de narcosis y, en vano, intentarás mantener la distancia porque un ávido deseo te empujará a acercarte; así es de magnética.

Fille de Berlin

Esta es una rosa perfecta. Está llena de memoria, de tonalidad y de ritmo. Juntos estos elementos son capaces de crear una ilusión tridimensional. Por separado son sólo retazos o quizás jirones…

Su tonalidad en sí misma es ya memoria. Porque ¿cuántas personas tienen hoy la oportunidad de hundir su nariz en el cáliz de un rosa de estirpe antigua? Una de esas rosas de color rojo vivo y de olor intenso. Ahora las rosas de jardín tienen un olor más tímido, las flores de invernadero no tienen olor y los perfumes de rosas más modernos ofrecen esta realidad de rosas híbridas que apenas tienen fragancia. Con suerte las creaciones modernas más detallistas ofrecen rosas ligeras, brillantes, mecidas entre algodonosos almizcles blancos que perfilan un poco ciertos matices frescos o recrean un tono más redondo de bouquet de rosas mediante un acabado empolvado, vainillado y afrutado. Una rosa roja antigua es otra cosa, de hecho, puede que para algunas personas sea más una leyenda que una realidad.

Perfumes que se dicen de rosas hay miles. Algunos son sencillos pero deliciosos en su delicadeza, sin embargo,  la mayoría son simples y sin detalles. Eso de las rosas así intensamente florales y llenas de complejidades o son cosa del pasado o son cosa de un perfume niche. Y dejemos claro que no todas las firmas niche se atreven con el tema.

La Fille de Berlin es niche, se atreve y mira hacia el pasado. Atrae porque recuerda a algo conocido y apreciado. Notaréis que tiene ese aire ¿verdad?  Aunque no es antiguo, es más bien arcano… No pretende un efecto final retro sino atemporal que retenga cierto frescor. Para ello las capas del perfume son densas pero transparentes permitiendo que se despliegue una riqueza de matices profundos y, sobre todo, inesperados que emergen entre ellas con tersura y suavidad. Especial atención merecen los matices verdes, esenciales para construir un buen perfume de rosas -sobre todo de rosas damascenas-. Aquí lo verde es rico y variado; va desde el herbal té y lo vagamente alcanforado que recuerda al romero, pasando por un frescor húmedo y especiado que hace pensar en el anís hasta la pungencia de los matices más oscuros del geranio. Esta veta verde está presente durante la mayor parte de la evolución del perfume, entretejida con la faceta especiada y un filo metálico muy fino.

Las especias templan ese matiz metálico. El recuerdo a clavo es sobre todo eso, un recuerdo. Lo que domina es la pimienta negra que da un acabado finamente terroso y húmedo al cuerpo del perfume permitiendo crear esa sensación de flor viviente que en otros perfumes de rosa se busca con el patchoulí. Este es uno de esos legendarios giros de los perfumes de Serge Lutens. Pero si lo que domina es la pimienta, lo que le da más singularidad es la pungente, fresca y un poco fenólica nota de azafrán que sombrea la faceta verde del perfume.

Como Une Rose de Frederic Malle es una rosa roja con un filo animalísitco y su fondo tradicional de maderas preciosas y ámbar pero sin ese acabado chyprée . La Fille de Berlin es menos sobria. Tiene un sensual tono licoroso y también un toque dulce como de mermelada de frambuesa que la hacen más tierna y, sin duda, es más romántica porque se centra sobre todo en las facetas almizcladas de la flor, esas que se perciben cuando hueles de cerca una rosa madura. Además explora con detalle la textura aterciopelada y los matices afrutados que brindan los pétalos de las rosas rojas. El perfume se recrea en esos recuerdos a manzana, a frambuesa, a mora o a ciruela dejándolos surgir y transformarse paulatinamente uno en otro a lo largo de la evolución. Sin olvidar ese discreto toque de caramelo de violeta que sin duda despierta algo en la memoria de muchas personas.

Tonalidad, memoria…queda por decir algo sobre el ritmo. En mi opinión esa es una cualidad única que sólo poseen los mejores perfumes de rosa. Y La Fille de Berlin lo tiene.

El ritmo no es algo fácil de plasmar en un perfume pero la rosa lo posee en su naturaleza. Es por tanto un ritmo intrínseco, insondable, indefinido, como el de la música antigua: un ritmo que el perfumista tiene que cuadrar para lograr en el perfume un efecto natural. Y eso de nuevo surge de la riqueza y también de la coherencia de matices con que se construye -desde la base hasta el detalle más ligero- la tonalidad, y en cómo se crea el contraste entre esos matices para expresar un brillo delicado o saturado, un contraste brusco o un claroscuro refinado, etc. Es un poco como el efecto que tiene el contrapunto en la música barroca: da textura y movimiento a una frase sencilla gracias a la armonía que crean las distintas notas al unísono. Sí, música y perfumería convergen en algo que podríamos llamar capacidad para construir metáforas.

En el fondo ese es el secreto de un perfume de rosa, la capacidad de presentarse con sencillez y desplegar a la vez acordes más complejos que se mantienen en el aire con persistencia y ligereza. Es una cuestión de ritmo, de tonalidad y, en definitiva, de equilibrio y buen gusto para elegir las notas. Sólo así, con filos y con matices, se consigue dotar un perfume de rosa con la tenaz complejidad que la flor tiene al natural.

*En el período barroco el ritmo musical no estaba aún definido como ocurre con épocas posteriores, no era algo claramente binario o ternario. Las interpretaciones de música barroca pasan por un trabajo de estudio previo en el que se decide una cuadratura para darle ese aire «a la antigua». Obviamente la música actual que se recrea en el Barroco si que tiene un ritmo identificable y por eso nuestro cerebro distingue entre aquello que suena a antiguo y eso que crea la ilusión de un sonido antiguo. Igual que puede distinguir entre el olor natural de una rosa y el más perfecto perfume de rosa que podamos imaginar,siempre va a haber un eslabón perdido entre la realidad y la ilusión de realidad. Como ejemplo de música contemporánea inspirada en el Barroco el momento musical de esta ocasión: Song of Time de Abel Korzeniowski.

Agujas de pino, manzanas e incienso: Wazamba de Parfum d´Empire

19 jueves Dic 2013

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ámbar, ciprés, incienso, labdanum, manzana, mirra, opopanax, perfume, pino, regaliz

piña

De niños vivíamos los momentos sencillos con toda naturalidad, la realidad no estaba impregnada de valores positivos o negativos. Todo era acontecer, sin más. Al crecer, la experiencia va progresivamente filtrándose en nuestra mente porque vamos acumulando, sin darnos cuenta, prejuicios e ideas preconcebidas que disminuyen o incluso anulan esa capacidad para apreciar cómo discurre la realidad. De adultos, o nos entrenamos a conciencia o difícilmente podemos recuperar el modo abierto de experimentar. Pero existen cosas que nos pueden devolver esos momentos limpios en los que el ser y el estar se solapan y las sensaciones desembocan en sensaciones.

Quizás alguien haya dejado volar la imaginación tras estas palabras, quizás alguien esté soñando despierto. Pero nada más lejos de mi intención, nada más lejos de mi estilo. Estoy hablando del desarrollo de la atención a través de la percepción. Ni escapismo, ni ilusionismo.

Los sentidos nos proporcionan estímulos que procesamos, analizamos, juzgamos…pocas veces los disfrutamos sin más. Pero todos, seguro, tenemos algún sabor o algún olor que nos facilita ese estado de plenitud. A veces, también los paisajes, los jardines, los edificios nos pueden sumir en esa particular clarividencia; aunque no todo el mundo tiene la misma facilidad para este tipo de experiencias, lo cierto es que surgen sin más y se viven tal cual. Suelen tener una fuerte dimensión sinestésica -varios sentidos focalizan a la vez el mismo estímulo- lo que las convierte en recuerdos vívidos susceptibles de ser reinterpretados a través de la imaginación.

Llamemos a esos olores, sabores, paisajes, etc catalizadores de la conciencia. Pensad en Proust y el episodio de la magdalena. ¿Habéis encontrado un perfume que os ofrezca un instante de serenidad y conciencia plena a la vez, de luz, textura, temperatura, una sensación de tiempo y lugar? Si pienso en aquellos perfumes con los que más me identifico, todos tienen algo en común: al probarlos ellos eran la única realidad que podía experimentar, como si de nuevo fuera una niña descubriendo algo nuevo.

Sin embargo, existe un material en perfumería que por sí sólo tiene esa cualidad: el frankincienso. La realidad se dilata y la respiración se vuelve más profunda cuando eres capaz de apreciar en el olíbano la riqueza de sus matices. No en vano, es la base del incienso, el aroma místico por excelencia.

Los perfumes de incienso, con resinas y maderas preciosas, fácilmente evocan la idea de misticismo en multitud de culturas pero no siempre van más allá de lo esperable: algo dulce y ahumado. Funcionan como estereotipos olfativos, que también existen, llegando a ser poco más que una distracción. Creo que por esa razón apenas comento perfumes de este tipo, porque rara vez encuentro algo que me conmueva, algo que sea una reminiscencia del material, así limpio y fresco, amaderado, muy aromático y profundo, capaz de iluminar el momento con una luz especial: clara como una mañana de verano y trémula como la llama de las velas.

En Wazamba (2009) esos matices preciosos se presentan como pinceladas aquí y allá matizando un perfil resinoso y conífero muy compactado. Aunque lo que más caracteriza a este perfume quizás sea el persistente dulzor aromático que recorre todo el perfume, desde la salida hasta la base, mutando lentamente hasta transformarse en una nota ambarada. En la primera fase de la evaporación recuerda al penetrante dulzor acaramelado de las agujas de pino frescas acompañado por un verdor algo seco pero poderoso y con recuerdos de manzana y semillas de granada. En conjunto, la salida presenta una curiosa faceta verde que hace pensar en una nota tipo caléndula/tagetes.

El perfume evoluciona con tonos luminosos hacia una base refinada de ámbar dulce. La mirra, suavemente especiada, está reforzada con una potente y oscura nota de regaliz mientras el opopanax continua la dualidad frescor/dulzor con un tono más meloso. Como en toda composición de Parfum d´Empire, Wazamba también exhibe una faceta cuero, aunque es una fugaz sensación que emana difusa, acompañada de acentos licorosos. El acorde ámbar mantiene el rasgo frutal del perfume, ahora con recuerdos de compota de manzana, y algo de frutos rojos para cerrar el círculo. Wazamba, en términos de olor, es más una fantasía orientalizante que un perfume de frankincienso en sentido estricto, aunque resalta de forma contundente su faceta frutal, pero sí que tiene la capacidad de invitar a respirar con profundidad.

wazamba

En torno al almizcle y otros matices de piel: las notas frutales.

26 viernes Abr 2013

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albaricoque, ciruela, mango, manzana, melón, melocotón, pera, perfume

eucharis
*Eucaris, muchacha con cesta de frutas (1863) por Frederic Leighton.

La tonificante sensación de un vino herbáceo, el subyugante dulzor de un melocotón completamente maduro o la verde cremosidad del plátano son bizarros acentos frutales para un perfume. Desde la atracción inmediata delos sentidos al sutil encanto; de lo lánguido a lo tórrido, desde lo alegre a lo audaz, lo frutal es un aspecto más allá de lo simplemente dulce o jugoso. Despliega, en realidad, un universo de tonalidades: verdes(manzana, pera); amarillas(melocotón, albaricoque); oscuras(frutos rojos, granada, ciruela); exóticas(mango, papaya, guava, coco, piña) con las que inyectar no sólo carácter sino también extravagancia, sensualidad, dramatismo o una luz diversa en el perfume. Aunque cuando decimos notas frutales la idea que salta en la mente suele ser algo similar al dulzor de la granadina, característico del grupo floral frutal, en realidad eso sólo es una parte del espectro.

Pese a la capacidad de algunas notas cítricas como la mandarina para introducir dulzura o un efecto pulposo, las notas hepérides se diferencian de lo frutal por el nivel de frescor y luminosidad. Lo frutal se mueve en un arco de matices entre lo acidulado, lo verde y lo floral; añadiendo un efecto agradable de textura tersa, de cremosidad o un halo etéreo más ténue. Puede tener un acabado ligero, vivaz o sensual cuando evoca la idea de piel.

Los aspectos frutales oscuros y profundos o finos y envolventes han podido estar presentes en los perfumes tradicionales de alguna forma. La tintura de ámbar gris o el aceite de almendras amargas son ingredientes capaces de dar un matiz afrutado global a una composición. Pero también las propias flores y las destilaciones que de ellas se derivan pueden presentar elementos frutales más o menos agudos. Ejemplos clásicos:

-La rosa encierra matices de pera, frambuesa, litchi.
-Algunas variedades de jazmín tienen una nota de plátano bastante marcada, otras de albaricoque.
-El nardo tiene notas lactónicas de coco que pueden variar desde agua de coco a leche de coco.
-Los distintos materiales de iris pueden tener acentuados los matices de melón, melocotón o frutos rojos.

Además, los químicos aromáticos desde inicios de la perfumería moderna permitían trabajar esta faceta de forma más detallada, más preciosista incluso. Por ejemplo, la vainillina recuerda un poco al albaricoque, el antranilato de metilo que es fundamental en la composición de L´Heure Bleue tiene matices de uva, de mandarina y de fresa.

En realidad, con el inicio de la perfumería moderna lo que tradicionalmente fuera como un velo de celofán envolviendo el bouquet, para embellecer de forma general la composición, se amplifica y se potencia con las nuevas posibilidades que brindas los químicos aromáticos. Fougére Royale de Houbigant, considerado el primer perfume moderno por usar una gran dosis de un material de síntesis en su base tenía un fino aspecto frutal: la cumarina con su matiz de almendra y la salvia esclarea con su peculiar aroma a vino de ciruelas aportaban un oscuro y profundo tono afrutado en su base.

Le Fruit Defendu (1914) de Paul Poiret fue un perfume aldehídico cremoso redolente de un dulzor frutal entre albaricoque-plátano y ciruela que escandalizó por el punto empalagoso que alcanzaba. Algo de ese efecto lo podemos experimentar hoy en Jungle l´Elephant de Kenzo.

Mitsouko de Guerlain, con su compleja nota afrutada, seca y lactónica a base de aldehído C14 y Persicol (una base de melocotón) no hace sino extender ese aspecto de fruta ya madura que también tenía Le Chypre (1917) de Coty por un efecto derivado de la salvia esclarea. Pero el de Guerlain tiene un carácter más oscuro y seco, que después será una característica de los chypre frutales con su dulzor texturizado, profundo y velado. Este grupo de perfumes ejemplifican el paradigma de la complejidad y riqueza que las notas frutales pueden dar, un tipo de sensualidad abstracta y a la vez natural.

lauer
Bodegón con rosas, melocotón y vino de Josef Lauer.

Pongamos en la mente la sensación del olor de un perfume clásico y la de uno actual. Independientemente del tema que desarrollen los dos hay un par de características muy notables: la mayor transparencia y la mayor separación entre notas del contemporáneo. Y es que los perfumes clásicos son profusos, a veces incluso saturados, de manera que los matices son como pequeñas pinceladas o como finas veladuras. En esa condensación de materia olorosa, lo frutal permanece cautivo en el corazón de los perfumes.

acuatico

Habiendo más espacio entre las notas también comenzaron a variarse los matices en cada fase de evaporación. Edmond Roudnitska con su magistral uso de las notas frutales anticipó varias décadas los temas acuáticos y transparentes de los noventa. Su nota de ciruela en Femme de Rochas aún tiene el clásico aspecto de frutas oscuras, pero ya en Diorissimo introduce un matiz frutal sutil y peculiar cercano al albaricoque maduro y las moras en la salida al incluir una nota de boronia. Aunque la gran aportación en este terreno es Le Parfum de Thérese con su salida acuática de melón y su corazón de ciruela. El efecto brioso y enérgico de una fruta acuosa y verde es el perfil que proliferó en los noventa con la popularización del Calone que añade notas de melón y sandía junto al aspecto marino. Acqua di Gió es el prototipo en esa década. Hoy ese aspecto acuático se trabaja de forma más vibrante aún, incluso incisiva, al reforzarse con notas de ruibarbo que aportan un acabado incandescente entre vegetal y tropical. Acqua di Gió Essenza o Un Jardin sur le Toit de Hermès son ejemplos de esta nueva tonalidad.

En los 70´s nace L´Artisan Parfumeur y con ella una incipiente perfumería alternativa. La marca comienza con un perfume frutal basado en almizcles: su icónico Mûre et Musc. Otras casas de perfumería artesanal también comenzaron a explorar las notas frutales de forma específica: Folavril (1981) de Annick Goutal es un cremoso perfume aldehídico con nota de mango y L´Ombre dans l´Eau (1983) de Diptyque se basa en un acorde entre rosa búlgara y grosella negra que reproduce un efecto de bayas rojas muy veraz.

También en los 90´s hubo bastantes ideas buenas, pero su popularidad hizo que el patrón se repitiera hasta la saciedad. Los productos funcionales comenzaron a explorar otros territorios. La dulce fragancia de frutos rojos y osmanthus del champú Herbal Essence se convirtió en un olor deseable. También los gourmand adquirieron relevancia: gracias a Angel de Thierry Mugler y Le Premier Parfum de Lolita Lempicka los orientales se renovaron con notas oscuras que de nuevo pusieron en el punto de mira la faceta golosa de los frutos rojos ahora ya con un nuevo protagonismo, con una identidad propia.

El problema en sí mismo no es la extroversión que alcanzaron las notas frutales, sino que desde entonces se ha disparado el número de fragancias que se lanzan al año con poca singularidad, o con una singularidad que no va más allá del frasco y la campaña publicitaria. Es decir, los productos genéricos se han multiplicado hasta saturar, despersonalizando lo que en origen fueron buenas ideas. Muchas de las notas frutales que hoy en día se crean no se caracterizan por su detallismo o verosimilitud sino por un persistente dulzor. La mayoría se formulan a partir de almizcles blancos.

Algunos de estos almizcles blancos aportan un efecto frutal de calidad como el lechoso Ambretolide o Helvetolide con su fina nota de pera y mora. Sin embargo, el problema básico de este tipo de aromas es que acaban percibiéndose como genéricos porque están presentes en una gran cantidad de productos.

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De esta ubicuidad también es culpable un subgrupo muy específico de perfumes florales: los floral-frutales con Daisy de Marc Jacobs como abanderado. Si pensamos que el arco de las fragancias florales- de por sí ya dulces- es el más favorecido por el público femenino, la faceta frutal, especialmente de frutos rojos, supone un nuevo modo de rejuvenecer el tema alejándolo de los frágiles soliflores o de los grandes florales que hoy el público más joven tiende a aborrecer porque se asocia con años de más. Caramelo y frutas son pues el olor de lo que se considera joven. No es de extrañar que en algunos casos este tipo de fragancias acaben consumiéndose como un complemento.

Pero no hay que olvidar que las notas frutales son mucho más que eso. En los perfumes clásicos este matiz siempre tenía un filo de calidez animalística (Chamade de Guerlain) o un aspecto que delatara la madurez del fruto, a veces demasiado maduro, ya redolente de un dulzor con matices melosos o alcohólicos (Yvresse de YSL). La davana, el brote de grosella negra, el osmanthus, la mimosa son algunos ingredientes que pueden proporcionar esos acabados.

La riqueza del matiz es lo que acentúa el carácter de algo, lo que da profundidad, lo que hace que un perfume sea memorable. Hace ya cuatro años, cuando comenzaba a escribir en el blog, dediqué una mini entrada a lo frutal llamada Cornucopia. Trataba de recordar que el aroma de una fruta no es algo simplista sino alegre, audaz, osado, exuberante, tierno, delicado…por eso quisiera para el aniversario del blog volver a retomar ese discurso inicial y ampliarlo en esta entrada. Porque lo frutal es frecuentemente denostado por parecer demasiado fácil de apreciar. Algunos aromas frutales son difíciles de concretar y quisiera insistir en que las frutas siempre han sido un artículo de lujo por muy común que nos parezcan hoy en día. También son símbolos cargados de valores culturales en distintos paises.

Y ya que es el aniversario del blog, además de hacer una lista de algunos perfumes completamente frutales o con importantes facetas afrutadas, quisiera dejar uno de esos ejemplos de símbolo cultural con una bonita canción de la tradición sevdalinka: Zunte Dunje -versión Davorin Popovic- (Membrillos Amarillos) cuyo lento tempo y rica melodía crea una textura musical que a mi me hace pensar en esa pureza que una nota frutal puede ofrecer cuando no se usa con cinismo. El tema de la canción es un amor malogrado.

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Frutales de principio a fin: Pulp de Byredo, Petite Chérie de Annick Goutal, Chanel Nº18 Les Exclusifs.

Manzana: Burberry Women, Traversée du Bosphore de L´Artisan Parfumeur, Idylle EdP de Guerlain, Aventus y Spring Flower de Creed, Rose d´Eté de Les Parfums de Rosine.

Pera: Petite Chérie de Annick Goutal, La Belle Hélene de MDCI.

Cereza/licor de cereza: L´Heure Bleue, La Petite Robe Noire y L´Instant Magic de Guerlain; L´Ambre des Merveilles de Hermés, Del Pozo In Black, Louve de Serge Lutens, Jubilation 25 de Amouage.

Melón: Acqua di Gió, Le Parfum de Thérese.

Sandía: Un Jardin après la Mousson de Hermés.

Frutos rojos: Chypre Rouge de Serge Lutens, Insolence EdT de Guerlain, Hot Couture de Givenchy, Amor Amor de Cacharel, Sublime Balkiss de The Different Company, Del Rae Bois de Paradis.

Ciruela: Acqua Fiorentina de Creed, Feminité du Bois de Serge Lutens, J´Adore de Dior.

Albaricoque: Epic Woman de Amouage, Coco Noir de Chanel, Gucci Rush, Jeaux de Peau de Serge Lutens.

Melocotón: Coco Mademoiselle de Chanel, Mitsouko, Nahéma y Nuit d´ Amour de Guerlain, Peau de Peche de Keiko Mecheri, Péché Cardinal de MDCI, La Dolce Vita de Dior,

Litchi/Lychi: Dzongkha de L´Artisan Parfumeur, Idylle Eau Sublime de Guerlain.

Mango: Folavril de Annick Goutal, Timbuktu de L´Artisan Parfumeur, Bombay Bling de Neela Vermeire, Un Jardin sur le Nile de Hermès.

Fruta de la pasión: Liaisons Dangereuses de Kilian, Fraiche Passiflore de Maitre Parfumeur et Gantier.

Piña: Virgin Island Water de Creed, Histoires de Parfums 1804 George Sand.

Y por supuesto el higo que está entre lo verde, lo amaderado y el dulzor meloso con toques lactónicos: Ninfeo Mio de Annick Goutal, Premier Figuier de L´Artisan Parfumeur.

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Una rosa vegetal: Un Jardin sur le Toit de Hermès

12 domingo Ago 2012

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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ciclamen, geranio, manzana, pera, perfume, pomelo, rosa

El último jardín representado por Hermès en su colección Un jardin es una recapitulación de toda la serie, cuyo hilo conductor ha sido el agua, el elemento indispensable para que las cosas se regeneren. El Mediterráneo, el Nilo, el Monzón hacen que la tierra sea fructífera, conformando climas y paisajes característicos.

Sí, un recuerdo pequeño de todo lo que se expresó previamente en los perfumes anteriores está aquí de nuevo sintetizado. Pero el último jardín no es un don de la naturaleza sino una obra creada que sigue un modelo de naturaleza, sobre un tejado parisino. Ese jardín cultivado es un recreo para los sentidos con su evocación paradisíaca de riqueza vegetal y, por eso, Un Jardin sur le Toit es algo más que un mero compendio. También supone la vuelta a la reflexión en torno a los perfumes verdes, una constante muy fructífera en los trabajos de Jean Claude Ellena que comenzó su carrera con su brillante Eau de Campagne para Sisley, continuó renovando con la nota de té verde para Bulgari y finaliza la serie de los jardines, de nuevo abriendo otra ventana. Esta vez la saturación del color es la innovación.

Ese jardín en el 24 de Faubourg Saint-Honoré está cuajado de rosas y manzanos, perales, hierbas aromáticas y un gran magnolio. Se recicla a sí mismo y eso también se refleja en este perfume abstracto y transparente mediante una nota de compost -la faceta ecológica del jardín- mientras que la localización urbana se plasma con este nuevo trabajo en torno al verde: además de acuático ahora también es acidulado, con una cualidad casi fluorescente que emana del fondo, inyectando brillo.

De aquella primera reflexión sobre los nuevos verdes que Jean Claude Ellena propuso en Eau Parfumée au Thé Vert, esta creación para Hermès tiene algo. Sí, definitivamente hay un toque de té verde fresco y floral unido a la manzana y la rosa. Pero ese perfil general de rosa verde en Un Jardin sur le Toit , pungente por el geranio a la vez que dulce por la peonía, se enriquece con micromatices. Y así la rosa es también acidulada por el pomelo, vinosa gracias a la manzana verde, jugosa por la pera, tersa por un cierto matiz de albaricoque y difusa gracias a la nota de magnolia. En conjunto, una rosa que en ciertos momentos puede recordar a In Love Again (YSL) o a Rosa Ikebana (Hermès) pero que finalmente se inclina hacia un perfil vegetal, exuberante que rezuma olores de naturaleza húmeda.

El Helional, un material muy usado para recrear notas oceánicas dulces con acentos frutales y de heno, es un importante ingrediente en la fórmula; aporta ese carácter transparente de acuarela mientras introduce en la composición un frescor verde y almizclado muy característico. Es junto con el musgo de roble la nota principal que queda en la fase final de la evaporación del perfume, como un recuerdo metafórico de esa privilegiada floresta en medio de la urbe.

Burberry Women (1995) y la orientalia en el perfume.

02 lunes Ene 2012

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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albaricoque, Cashmeran, manzana, perfume


*Escena de Kismet o Un Extraño en el Paraíso (1955) de Minelli, con Ann Blyth y Vic Damone como protagonistas.

Dejemos por un momento aparte las reflexiones más formales sobre las diferencias entre culturas. No hablemos de características por el momento. Hablemos de sensaciones. En concreto de la sensación primordial que todos buscamos como fin último cuando nos perfumamos: el sentirnos bien.

Recordemos que no es algo exclusivo del hombre el evitar el dolor y buscar la comodidad, el refugio, aquello que nos es favorable. Dentro de esa búsqueda, en cambio, el ser humano tiene -gracias al lenguaje articulado y la capacidad de abstracción- la habilidad de imaginar. Cuando las personas imaginamos, podemos llegar a teñir las ideas de ensueños con aquello que para nosotros es exótico.

Dejarse llevar por la fantasía y recrear escenarios irreales ricos en detalles y vibrantes en color, donde la imagen está dotada del perfecto equilibrio y los sensaciones pueden fluir sin abruptas impresiones es un ideal de tranquilidad y bonanza. En literatura, cine y otras expresiones artísticas lo relacionado con Oriente (la orientalia) siempre ha sido un medio perfecto para remitir a lo sensual y lograr ese ambiente de placidez y desahogo sin renunciar a la proverbial astucia.

A través de los aspectos plásticos como es la línea sinuosa e intrincada se representa un microcosmos, un espacio simbólico que habla de un fin: la búsqueda de las bondades. Desde esta perspectiva podemos hablar de perfumes que sin ser estrictamente orientales- no producidos en Oriente o que no siguen el esquema académico de la familia- tienen sabor a orientalia.

Para mí, Burberry (1995) es uno de esos perfumes. ¿Por qué? Sin duda porque genera un sentido de bienestar y tranquilidad desbordantes. Porque combina riqueza paradisíaca con mesura. Y porque su acabado es como el de un producto creado con esmero…como un bello bordado que remite al trabajo delicado y preciso. Tiene esa calidez de lo hecho a mano pese a no ser un perfume artesanal…

Continuando con la imagen inicial. Burberry (1995) es como la pequeña Marsinah en Kismet que comienza bella, humilde y prudente y termina siendo la flor de Baghdad. Con una salida fresca y ligera nadie puede esperar el giro que da Burberry. Ni la profundidad que pueden alcanzar sus notas. Ni la suave tersura de cada capa del perfume. Ni la facilidad con que su suculenta fragancia se transforma en un perfume de piel cuyas notas afrutadas se convierten en crema de vainilla.

Pero así ocurre. Del inicio tenue, translúcido, ligeramente efervescente a base de bergamota y manzana verde fresca se va pasando a notas más profundas y secas, con cierto toque amargo-vinoso y herbáceo que aporta la nota de tagetes. Esta fase inicial desemboca en una auténtica cornucopia de notas frutales con profusión de acentos lactónicos para crear un melocotón complejo, intenso pero no saturado, de textura aterciopelada. El albaricoque lo acompaña para añadir un nuevo matiz verde vívido que enlaza con la flor de jazmín que se vuelve puro néctar.

Una gran capa fría reequilibra el corazón mediante la nota de pera cristalizada, cedro y geranio- crear la ilusión de una rosa aromática- y un subtono salado muy profundo de musgo que ancla la composición en el terreno de lo abstracto. Sí, definitivamente Burberry (1995) tiene parte de la personalidad de un chypre frutal-lactónico con su efecto oscuro y empolvado que permite fuertes acentos orientales en la base: una nota muy, muy cremosa de vainilla Bourbon, notas acarameladas pero muy refinadas de tofe, sándalo, almizcle…pero de nuevo todo está reequilibrado por ese acabado seco y algo amargo.

Burberry (1995) es seguramente el tipo de chyprée del que huyen los más puristas amantes del género por esa fuerza hipnótica de la orientalia, sin embargo preserva bien el efecto de elegancia contenida. Y eso aumenta su capacidad de sugestión.

Ahora, guardad bien en la retina la imagen del frasco porque os será de utilidad si decidís buscar este perfume. El perfume fue creado por Michel Almairac ( Gucci Rush, Burberry Body) y salió al mercado en 1995 con el sencillo nombre de Burberry -para mujer-. Años más tarde su nombre cambió y pasó a llamarse Burberry London- y he aquí el problema- cuando en 2006 la firma decidió lanzar un nuevo perfume con el nombre de Burberry London ( el que tiene una funda de paño con el tartan)…el de 1995 volvió a llamarse como al principio. Actualmente en algunos sitios lo pueden llamar Burberry Classic o Burberry Women. Puesto que es algo bastante confuso, la imagen del frasco es de lo más útil.

Una de las canciones de Marsinah en Kismet:

Rosa para una dama: Spring Flower de Creed.

07 jueves Abr 2011

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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albaricoque, jazmin, manzana, melón, perfume, rosa

Entre chic y romántica, entre deportiva y clásica, Spring Flower de Creed es una de esas fragancias que divide al público entre el encanto o la decepción. Quizás el efecto dependa del concepto de femineidad que cada uno de nosotros mismos aceptemos. Para los que aún no la han probado, que tengan en mente que es como el resto de los perfumes Creed: un poquito extravagante, con cierta austeridad pero no del modo esperable y con un carácter difícil de determinar, para algunos muy clásica, para otros muy moderna…lo cierto es que tiene elementos para ser ambas cosas y en ese aspecto recuerda a Ce soir ou jamais de Annick Goutal.

En Spring Flower la rosa está ahí, aunque pueda resultar difícil de detectar, formando parte del acorde central de la fragancia, el acorde clásico por excelencia: rosa y jazmín. La particularidad en esta fragancia es que en su plenitud ofrece también una enorme nota fresca y luminosa de lirio de los valles, que aligera la composición, y la lleva a hacia un territorio más moderno: el de los perfumes acuáticos. La hediona, con su particular nota de jazmín líquido y sus tintes de almizcle y muguet, es aquí un material importante, pero un material muy bien encubierto, ya que se funde con notas dulces y jugosas de melocotón.

Si las flores son la promesa de los frutos venideros, Spring Flower se hace eco de este viejo adagio y nos ofrece una auténtica cornucopia donde pera, melocotón, manzana, melón y albaricoque son lo más destacable. Estas notas frutales algo saturadas por un dulzor maduro, no son pesadas en absoluto. Son más bien una contradicción, porque también son verdes y ácidas, casi de un modo intenso y, a la vez, transparentes, con el característico frescor cítrico del limón y la bergamota de los perfumes Creed. Con una cualidad translúcida, son frutas únicas; con una textura casi de muselina, aportan a la estela del perfume un carácter susurrante mientras, en la distancia corta, se convierten en algo cremoso y juvenil: definitivamente femenino.

Siguiendo con el canon de lo que es una fragancia elegante, a las notas florales y verdes las complementa una base ligeramente amaderada y empolvada, donde al almizcle se hace eco del tono afrutado, y el acorde de ámbargris remarca la poco evidente cualidad táctil de Spring Flower.

Spring Flower se dice que fue creado para Audrey Hepburn, algunas fuentes citan que a principios de los años 50 y otras dicen que a mediados de los 80, en todo caso se puso a disposición del público general en 1996. Otras fragancias que se sabe usó la actriz fueron Ivoire de Balmain, L´Interdit de Givenchy, Eau de Givenchy, Chamade de Guerlain…y si se piensa con detenimiento se ven los elementos comunes entre ellos: las notas verdes y limpias del jazmín de Ivoire, el cuerpo clásico y afrutado de L´Interdit o la base tersa, amaderada de Chamade. Pero Spring Flower aporta algo más innovador, relacionado con la textura: retrata la delicadeza de un jazmín tierno y verde con sus notas afrutadas, aún un capullo, que acompañado de otras flores se vuelve transparente y ligero, con un frescor genuino, un frescor que pese a contener algo herbal y áspero, hace pensar en una corriente de aguas gélidas en la época del deshielo. Es un misterio como esta imagen del reverdecer con su espíritu vitalista invita a la joie de vivre y no renuncia ni a la delicadeza, ni a la feminidad, ni a la calidez que encierra la idea de relajación…sí, definitivamente un misterio. A veces me recuerda a los cuadros de Matisse.


*El biombo moruno, Henri Matisse 1921.

Spring Flower es una de esas fragancias que también me hace pensar mucho en cómo los hombres y las mujeres podemos percibir, y de hecho percibimos, de manera diferente los olores. Pese a la división de opiniones que suscita, lo que yo he visto por ahí es que esta fragancia de Creed realmente a los caballeros les gusta mucho sentirla. Creo que una parte importante de su encanto especial reside en que sencillamente no es un perfume agresivo, no tiene doblez, ni se recrea en la candidez: simplemente florece en la piel.

Nina L´Elixir (2010) de Nina Ricci

04 lunes Oct 2010

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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ámbar, caramelo, jazmin, manzana, perfume

Existe una familia de fragrancias, con una buena tradición de éxitos, basada en un acorde floral fresco, etéreo y ligeramente exótico donde delicadeza y fortaleza son dos caras de la misma moneda, sin que la balanza se incline hacia un lado en particular. Hay un perfume que destaca por ser el iniciador de la saga: L´Air du Temps de Nina Ricci. Entonces no será raro entender que para Nina L´Elixir el equipo creativo de Puig decidiera retomar esa tradición; el vínculo entre ambas fragancias no es obvio en términos de olor, sino en términos de estructura base y en aspectos del concepto de femineidad manejados.

Algo muy tentador tanto de Nina (2006) como de Nina l´Elixir (2010) es el modelo del frasco, tomado del que Lalique hiciera según diseño de Robert Ricci para contener el jugo de jazmín y frutas de Fille d´Eve el perfume de Nina Ricci de 1952.

En esta familia de fragancias la dualidad está implícita siempre en el equilibrio que se establece dentro del propio acorde floral, que fluctúa entre lo inocente y lo sensual. En el caso de Nina L´Elixir tenemos la ternura de una rosa-rosa ultra-fresca, afrutada y muy escondida junto a la lozanía insinuante de un jazmín verde y fresco, un jazmín eclosionante envuelto por una brisa exótica en la que la Hediona tiene mucho peso.

El acorde gourmand fuertemente ambarado y orientalizante de la Nina del 2006-compuesta por Olivier Cresp y Jacques Cavallier- aquí sigue siendo reconocible en un segundo plano. Olivier Cresp, que es el autor de esta nueva fragancia, dijo que una parte de la composición se inspiraba en los dulces avainillados que su hija compraba …y lo que aquí tenemos es una nota compleja que recrea la idea del dulce, no el dulce en sí mismo: tenemos una golosina refinada de manzana caramelizada sobre una base de merengue de vainilla. Es la parte exquisita de la fragancia.

La parte pícara de la fragancia aparece bajo distintas formas: unas veces es el frescor acidulado de la manzana verde, otras es la dulzura máltica de la manzana dorada, otras la sugerencia de la textura jugosa experimentada cuando se muerde la manzana… sugerencia en la que el complejo acorde de fruto rojos (grosella-frambuesa-fresa-cereza) interviene al aportar un toque sabroso y transparente bastante complejo…es una manzana idealizada que reúne características de varias especies para representar al Fruto.

Las virtudes ambrosíacas de este elixir no recaen sólo en su dulzor exótico sino también en el carácter vivaz y efervescente de sus notas verdes…o más bien en el gran equilibrio que hay entre ambos. Las notas verdes en perfumería son difíciles porque pueden resultar muy fuertes, muchas veces se balancean con notas afrutadas, en Nina L´Elixir forman una armonía muy distintiva.

Hay algo singular en el carácter verde de esta fragancia y es que no persigue delatar su verdor sino crear una sensación de frescor nueva. Esta es una faceta que en los últimos años las fragancias másculinas han renovado con la introducción de notas de licores y otras bebidas, en Nina L´Elixir es la Caipirihna de lima la que cumple esta función, pero además le da un toque original y un filo metálico (propio de las limas) a la fragancia, dotándola de un carácter asertivo. La faceta verde tiene otro matiz interesante que proviene del acorde floral donde hay un aspecto de jazmín tan verde que parece anisado, un carácter que recuerda un poco al Lolita Lempicka.

Tradicionalmente en la base de esta familia de fragancias las notas amaderadas-especialmente cedro- se mezclaban con las almizcladas y había una nota ambarada menos evidente. En Nina L´Elixir los parámetros están invertidos, y es la nota almizclada la que está cautiva, matizando suavemente con un tono afrutado la base que es más ambarada, con un ligero toque salado de ámbar gris- algo muy tenue- que es un detalle de calidad para añadir profundidad a la fragancia.

Nina L´Elixir es una fragancia muy sólida que está facetada hasta el punto de producir una percepción esférica (más que poliédrica), fluída y armoniosa. Tiene un carácter espontáneo que evoca cierta idea de lozanía y vivacidad, pero tiene también un carácter elusivo gracias a su acento en una cremosidad tropical difícil de ubicar. Si un elixir es la fórmula entre las fórmulas capaz de agudizar un efecto, L´Elixir tiene la virtud de agitar el carisma que crea cierta distancia respecto de los fáciles olores. Dicho de otro modo, hay algo en este elixir que recrea la idea de corazón joven sin que pueda parecer una elección cínica por parte de mujeres de más edad que los 18 años.

En el Amarillo: Rose d´Eté de Les Parfums de Rosine

11 viernes Sep 2009

Posted by Botanyuki in Revisiones de perfumes

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manzana, mimosa, perfume, rosa

rosas amarillas
Les Parfums de Rosine es una línea de fragancias creada en 1991 por Marie Hélène Rogeon, centrada exclusivamente en explorar los distintos matices del aroma de las rosas. El nombre era en origen el que la casa de modas Poiret eligiera a principios del siglo XX para comercializar sus fragancias, en honor a Rosine la hija mayor del diseñador. Los antiguos perfumes Poiret fueron creaciones de Henri Alméras-quien también hizo Joy de Patou- y los frascos-dignos de estudio-diseños del propio Poiret. La línea actual no comercializa las antiguas composiciones.

La idea estética de Les Parfums de Rosine es hacer bellas creaciones centradas en ofrecer una percepción clara de la fragancia, que ésta sea ante todo agradable y que cada componente se pueda comprender a lo largo de la evolución; una finalidad lógica si tenemos en cuenta que una rosa puede dar infinidad de matices y, cada fragancia de la línea se centra en un aspecto concreto, por fuerza tiene que ser distinguible.
Rose d´Eté fue creada en 1998 por François Robert y se desmarca de sus compañeras en cuanto que no une un matiz concreto al acorde de rosa característico de los otros Rosine, sino que recrea de un modo muy realista el aroma de la rosa amarilla en todo su esplendor. Como rosa de verano es una rosa madurada al sol donde se embosca todo el dulzor de la fruta pulposa. Frutal y dulce es como mejor se le puede describir. Para quien le guste llevar rosas en verano, ésta es ideal para el final del verano, para estos días de septiembre en que sigue habiendo sol pero ya algo ha cambiado en el aire y la luz que ha dejado de ser tan dorada, anuncia el otoño.
La salida es verde y fresca, con dos notas clásicas: bergamota y gálbano junto con una nota de manzana verde bastante persistente. El corazón es básicamente un acorde de rosa amarilla y flor de tilo, donde el absoluto de mimosa redondea redolentemente la fragancia, mientras el fondo es almizclado, pero para mantener el tono afrutado y ligeramente efervescente, el almizcle gira en torno a una bella nota de ambreta. En el fondo es una rosa que remite a una idea de lozanía: pétalos y fruta.
rosine-rosed´ete

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