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*Tarde de verano nórdica de Richard Bergh (1899)

«Al tiempo y los años me los imagino vitrinas de un inmenso museo, donde las ilusiones de los días pasados se han ido disecando, prendidas con alfiler. Son ilusiones que, aunque muertas, no huelen a podrido. Ten en cuenta, y no lo olvides nunca, que matar una ilusión es como matar a un niño pequeño. No lo olvides…» (Karen Blixen, Siete cuentos góticos. El anciano).

El final de L´Ouvre Noire: Sweet Redemption verá la luz en septiembre. Se presenta como una recapitulación de la vida, tras las ilusiones iniciales, tras haber explorado paraísos carnales y artificiales. La idea de la tentación se mantiene, pero dando un giro radical a la narrativa.

Si antes Kilian Hennesy nos ofrecía absenta y tabaco para representar esa búsqueda de sensaciones en una huída hacia adelante del dolor, ahora nos ofrece un licor agridulce en el que se paladea el conocimiento del dolor directo y su afrontamiento. La conclusión de la obra se tiñe de psicología de la motivación cuando nos plantea la siguiente pregunta: ¿y si la redención fuese la última tentación?. Claro, ¿acaso no tratamos todos de experimentar cosas agradables y evitar el sufrimiento?

Redención es una palabra a la que se le puede dar distintos significados pero todos ellos comparten algo: el alivio. Ya sea porque un dolor desaparece o porque algo perdido se vuelve a recuperar. La palabra redención, a la vez, connota la idea de devenir y de algún modo trae consigo la sugerencia de que al final surge la necesidad de mirar de nuevo todo para encontrar las cosas auténticas.

Se trata de una narrativa circular, una especie de Da capo (vuelta a empezar), pero con las vivencias pasadas mediando la percepción. El inicio de la historia, el tema inicial de L´Ouvre Noire presentado en Prelude to Love– una flor de naranjo suave y diáfana unida al iris- es retomado, pero ahora la flor de naranjo está oscurecida, densificada por la experiencia y convertida en una fantasía. Emana un aroma muy intenso. Bello. Profundo.

El desarrollo de la historia se plasma mediante un juego de luz: de aquella transparencia inicial de las cosas progresivamente se va llegando a las sombras. Pero si con Back to Black ya se habían explorado los matices del negro ¿cómo ahondar de nuevo en la oscuridad?…

Da Capo: volvemos al principio cuando todo era inocente, para convertir aquella atmósfera opalescente y expansiva en algo que ahora sólo se puede ver con distancia. La distancia que marca el paso de la vida y sus experiencias. Ahora, después de todo, las cosas tienen otra profundidad, otra calma. La visión se densifica, es un crisol de matices. Lo que sólo estaba latente en la base de Prelude, ligeramente amargo y oscuro, cobra protagonismo: es lo que complementa lo dulce, es lo que balancea la composición, es lo que hace reverberar los matices.

Sweet Redemption tiene a la vez opulencia y melancolía, también quietud y recogimiento: es una atmósfera concentrada, como Grand Amour de Annick Goutal (Eau de Parfum). Posee una cualidad muy atractiva: una densidad radiante que emana del contraste de notas cristalinas. La fórmula es breve, con un tipo de depuración que connota una idea intimista. En ciertos momentos parece un acorde de Cologne oscurecido por un tema oriental; en otros es una composición floral de extrañas y dulces resonancias.

El ritmo de Sweet Redemption es lento, tan lento que el perfume parece quieto. Sin embargo, respira. Ese aparente estancamiento está potenciado por el efecto de que conoces al principio casi lo que llegarás a tener al final. La evolución no es evidente, simplemente sucede. Esto implica una gran estructura y fuerte armonía. La perfumista Calice Becker es la responsable.

La salida es un tema hespéride. Conjuga lo jugoso y fresco de las notas cítricas anaranjadas con el tono más verde y amaderado de la bergamota, la tersura de las notas avainilladas que fluyen desde la base discretamente con la nota herbal y amarga del Petit Grain Bigarade que domina esta fase.

El corazón del perfume tiene una personalidad peculiar. La flor de naranjo es protagonista, se va revelando oscura y aromática, con una resonancia melosa, y con notas vagas de tabaco, cuero y narciso. Pero lo más notable es que en el fondo de la nota floral hay un elemento cumarinado persistente. El absoluto de genista es lo que permite esta riqueza de matices, y permite también extender el tema de la flor de naranjo hacia un territorio de fantasía: a medio camino entre una tropical orquídea, las rosas melosas y la madreselva ( pensad de nuevo en Grand Amour EdP de Annick Goutal pero sin la nota de jacinto).

Según se evapora, el tema oriental de la base toma más volumen, combinando algo cremoso y coriáceo con algo vegetal y azucarado. Detalles que se vuelven adictivos. Los componentes de la base son clásicos: mirra, incienso, vainilla, benjuí y opopanax. El ángulo desde el que se retratan es lo que moderniza el tema, marcando una ruta diferente caracterizada por acentos verdes vibrantes.

El carácter balsámico de la base se faceta con un toque especiado y con esa tonalidad algo mustia-amaderada y medicinal de la mirra. El opopanax aporta una calidez vinosa, dulce y animalística a la vez, siendo además responsable de ese tono vegetal que satura la composición. El incienso es sutil, todo lo contrario de lo que es el benjuí. Los perfumes de Kilian tienen una base con un acorde de vainilla animalística que en Sweet Redemption se ha intensificado, dejando que el benjuí sea muy evidente, para profundizar en el tema balsámico aportando su característica suavidad aromática y un toque de canela ligero.

Sweet Redemption dibuja un círculo aromático perfecto: la base se funde con el inicio. La base es un reflejo intensificado de lo que se nos presenta en la salida: la armonía de lo amargo, lo balsámico y lo dulce. No hay transiciones marcadas, sólo ecos.
Así termina L´Ouvre Noire. Evocando de nuevo un bouquet, mitad flor de naranjo, mitad madreselva, de pétalos atravesados por un vívido calor.